ENGAÑO
PÉRDIDA
By Yelmar Doker
La sirena de la ambulancia llamó la atención de los vecinos que se asomaron a ver que sucedia. La curiosidad se hizo más latente cuando pudieron ver a un joven en mal estado, siendo llevado en una camilla con ruedas por paramédicos que vestian uniforme blanco y chalecos plomizos.
Trasladaron la camilla hasta la parte trasera de la ambulancia. A un lado del Uzumaki, con una mueca de miedo y tensión, lo acompañaba Minato, que aún conservaba manchas de sangre en gran parte de su ropa.
En lo único que podía pensar en ese instante, era en quién había hecho semejante brutalidad a su único hijo. Lloraba sin consuelo por verlo así, tan lastimado y tan herido que era dificil saber de donde provenia toda esa sangre que había perdido.
No podía creer lo que veía, todo parecia tan falso, tan irreal. Pero Naruto, su hijo estaba demasiado golpeado, que le era dificil aceptar lo que había pasado. En momentos así conservaria el temple que le caracterizaba para poder calmarse, pero la verdad era que no podía.
Simplemente, era imposible.
Con una mano sostuvo la pequeña muñeca para darle fuerzas. Para hacerle saber que estaba allí, con él.
—Vas a estar bien, hijo. Resiste... Porfavor resiste...
...
Kushina estaba preocupada. Desde hace media hora que su esposo había salido de casa para ir a reunirse con su retoño y ya eran mas de las once y media de la noche. Y la preocupación crecia a medida que pasaba el tiempo.
Aún no volvian ¿Que les había pasado?
Quizás si era muy grave lo que le estaba pasando a Naruto como para que Minato tuviera que permanecer hablando con el.
O quizás...
... quizás el problema era con su yerno y ahora los tres estaban en una discusión por lo mismo. Sin embargo, ni ella misma sabia con certeza que estaba ocurriendo. Solo una llamada en la que se oia triste, y más que determinado en volver a casa.
¿Una pelea talvez?
Su instinto de madre le decía que su pequeño hijo había tenido algún pleito con el Uchiha. Y que por esa razón quería volver a casa. Pero también le daba la sensación de que algo malo estaba pasando por la tardanza de los dos hombres mas importantes en su vida.
"Porfavor... Que no sea nada grave" rogo en silencio, juntando sus labios y formando una fina línea de tensión.
Ring, ring, ring.
Ella se abalanzo prácticamente sobre el artefacto que vibraba. Descolgo la bocina y contesto:
—Minato?
—Kushina...
La angustia disminuyo en cuanto escuchó la voz de su marido.
—¡Gracias al Cielo! ¡Me tenias muy preocupada! —grito la pelirroja, con una mano en el pecho para que su corazon se apaciguara.
Pero cuando no escuchó nada del otro lado, sintió que algo no andaba bien.
—¿Minato?... ¡Minato!... ¿Que pasa?
—Lo siento...
—¿¡Que pasa!? ¡Minato! ¡Me estas asustando!—se escandalizó, aparentemente inquieta. Podía escuchar los sollozos de su esposo, y eso solo la puso mas histerica.
—Es... Es Naruto...
Todo lo que luego se escuchó, fue el sonido seco del teléfono cayendo sobre el suelo.
Kushina estaba petrificada, y visiblemente shockeada.
"No..."
...
En el pasillo del hospital, el hombre rubio de mediana edad caminaba de un lado a otro, tratando inútilmente de perderse en si mismo. Tenía el cabello desarreglado de tanto estrujarlo de rato en rato, por la impaciente angustia que le consumia por dentro.
Hace media hora que su hijo había entrado al quirofano, con gente del personal médico.
Tenia ganas de golpear la pared con la cabeza, con las manos, con cualquier cosa. ¡Tenia que hacer algo!
Nunca se quitaria la horrible imagen de hace unas horas, cuando llegó a ese departamento. Su adorado hijo estaba sangrando mucho, su cara estaba llena de moretones y fluidos de sangre... ¡Dios mío! ¡Que alguien lo despertara de esa pesadilla!
¡Y lo peor era que Naruto iba a tener un hijo!
Aún siendo un adulto responsable, no pudo evitar llorar.
Porque la vida de su pequeño estaba en riesgo.
...
¿Que hizo?
Sus ojos negros se reflejaron en el espejo retrovisor. Sus pupilas estaban dilatadas, y las tensas manos empuñaban fuertemente el volante del conductor.
Eres un cobarde...
Y ni siquiera sabia porqué lo hizo. Lo único que pudo hacer, después de haberse dado cuenta de la atrocidad que había cometido, fue tratar de despertar a Naruto. Luego de haber cedido a la inclemente lluvia de patadas y puñetazos, su mundo dio un vuelco devastador al darse cuenta de lo que había hecho.
Y cuando se percató de que Naruto ya no respiraba, pensó que se moriria allí mismo.
¡Y encima de todo lo había dejado allí!
¡Definitivamente era un cobarde! ¡Un maldito ser humano!
¿Porque lo hizo?
El camino por el que iba se ensanchaba a medida que el vehículo seguía su curso. No tenia un rumbo fijo. Solamente quería alejarse.
"Soy un monstruo"
Probablemente lo era.
...
Cuando pensó que ya no podria más con el nudo en el estomago, y la incertidumbre de saber como estaba su pequeño, dejó de lado su exabrupta caminata al ver aparecer a una mujer con ropa de enfermera saliendo del sitio en el que había sido llevado Naruto.
— ¡Señorita! ¿Como esta mi hijo?
Apenas se detuvo para ver al hombre que le dirigia la palabra. Hizo un analisis de la persona que estaba frente a ella: alto, rubio y atractivo. Concluyó que se trataba de un familiar del paciente.
Si algo raro había en ese hombre, eran sus crispados ojos, que suplicaban en silencio por una respuesta. Ella se compadecio por un instante.
—El aún esta en cirugía, tiene varias facturas... Es todo lo que puedo decirle.
—¿Y el niño? ¿Que pasó con el niño?
Ella hizo un gesto afligido, antes de colocarle una de sus manos en el hombro derecho.
—Lamento decirle esto, pero el paciente perdió al niño. Lo siento tanto...
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C O N T I N U A R Á...