Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

ENGAÑO por Yelmar Doker

[Reviews - 57]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Gracias por sus comentarios! Disfruten el capítulo :)





ENGAÑO






DISTORSIÓN





By Yelmar Doker










Estaba parado en medio de todo. El calor, intenso, abrazador, casi insoportable, le estalló en toda la cara. Pudo haber quedado ciego, pero eso fue lo menos que le importó. Sus ojos estaban clavados en el punto mas llameante de todo el fuego que se expandia por el techo, por las paredes, las ventanas, las puertas...



Todo se consumia con rapidez.



Y lo único que podía oír eran los gritos.



Los gritos de los niños que estaban adentro, quemandose lentamente, resultado del incendio que se había producido desde hace tiempo.

Quería vomitar.

Porque allí estaba su familia. Sus amigos. La única persona que lo había cuidado como si ésta fuera su propia madre. Las únicas personas que no lo habían rechazado, a pesar de ser un marginado, a pesar de ser un niño travieso y entrometido.



—¡Dejame! ¡Dejame ya!



Iba a ayudarlos como sea. Iba a entrar por esa puerta que amenazaba con caerse abajo. Iba a arriesgarse para sacarla. Iba a hacerlo, sino fuera por los dos brazos fuertes que lo retenian en el suelo.



—!Olvidalos! ¡Ya están muertos! ¿¡No lo oyes acaso!? ¡Ya están MUERTOS!



—¡NO! ¡CALLATE Y SUELTAME AHORA MISMO!



Por mas que pataleaba y golpeaba al sujeto que le tenia aprisionado en contra de su voluntad, no pudo liberarse. Esa vez maldijo no ser lo suficientemente fuerte para enfrentarle. Si hubiera podido soltarse, empujarlo y alejarlo, talvez, solo talvez, hubiera podido salvarla.



Pero no.



No pudo.



Para cuando llegaron los bomberos, la casa ya no ardia como al principio. El techo se había caído por completo. El fuego había devorado todo lo que encontraba a su paso. El humo ascendió hasta el cielo, formando una nube negra que se confundia con la negrura de la noche.



Y dolio. Dolio mucho.



Cuando el individuo a su espalda aflojo el agarre que lo tenia encadenado, cayó de rodillas sobre la tierra y cerro los ojos. Arraño la tierra con ambas manos, apreto los dientes para no gritar ni llorar.



No lo logro.



Grito, grito con todas su fuerzas. Grito hasta que se rasgo su garganta. Grito hasta que no le quedaron las fuerzas. Grito hasta que se ahogo en lagrimas de dolor y rabia.



Gritó hasta que le dieron un golpe en la cabeza. Y automáticamente, todo quedo oscuro.



Ese día murió su madre. Sus amigos, casi hermanos. La única familia que conoció.



Desde ese día no volvió a ser lo mismo.



Había muerto con ellos.










Recordar viejos tiempos no le hacia ni pisca de gracia. De hecho, cada vez que soñaba con ese suceso tan lamentable, su garganta se cerraba y su primer impulso era romper todo lo que tuviera por delante. La ira y la rabia que sentía lo hacían actuar de forma violenta, casi igual a una bestia que no puede controlar sus instintos.



Y eso no era bueno, porque si quería vengarse, tenia que optar por la lógica y el razonamiento. Ya habría tiempo para llorar por los muertos. El tiempo valia oro, las cosas no se hacían por si solas, y ademas, tenia mas responsabilidades.



A parte de aquellos delirios psicoticos que no había forma de controlar. Un dolor de cabeza innecesario.



Por eso fumaba. El habito lo había adquirido en su adolescencia, unas semanas después de haber escapado del reformatorio. Le ayudaba a controlar sus nervios.



Y por eso también se esforzaba tanto en cumplir con su objetivo. Por mas insano o retorcido que fuera. Necesitaba vengarse de todos aquellas personas que le habían arrebatado todo lo que una vez había tenido.



Ya había matado a Fugaku Uchiha, y aunque su plan original habia sido dejarlo vivo unos años mas, para así poder matar a sus hijos frente a sus ojos, había decidido borrarlo del mapa para que los hermanos Uchiha se quedaran con todo el dinero que por derecho les correspondia.



No lo hizo por bondad, como todos sus compinches creian. Tarde o temprano ese dinero recaeria en sus manos, así que lo mejor había sido librarse de ese malnacido. Ademas, se había dado cuenta de que Fugaku no tenia ningún respeto por su familia. Solo era un borracho mezquino, que había matado a Mikoto.



Y por desgracia, también a él.



Dejo de inhalar su cigarro cuando alguien toco la puerta de su habitación. Se pregunto quien seria a esa hora. No le gustaba que le interrumpieran cuando estaba pensando.



—Adelante.



Inmediatamente empujaron la puerta y por ella entró otro de sus matones. El hombre, de pelo rojo y mirada seria se adentro al cuatro con movimientos cautelosos.



—Ya estan aquí. —informó, escuetamente.



El moreno asintió y dejo la colilla del cigarro en el cesto de basura. Se puso la máscara, antes de levantarse de la cama y caminar hacia la puerta. Poco antes de salir le pregunto algo en voz baja.



—¿Cuantos?



—Tres. —contestó simplemente, sin voltear a mirarlo. Ya había visto su rostro varias veces, pero el impacto que daba cada vez que lo hacia, le provocaba temor y repulsión en partes iguales.



El enmascarado pareció darse cuenta de sus mirada esquiva. Pero no hizo ningún amago de decir nada. Solo sonrió levemente bajo su escudo protector. La máscara que le cubría el rostro desde que era un niño.



—Busca a Izumi.—ordenó, empujando la puerta.— Y siguela. Quiero saber que hace sin omitir detalles.



—Como diga.



Sin mas palabras que añadir, se dio la vuelta y camino por el largo del oscuro pasillo. Era una casa vieja, así que no había nada que ver. Excepto algunos cuadros que le pertenecían al anterior dueño. Algunas rasgaduras en el papel tapiz. Y el mismo silencio que lo acompañaba día tras noche.



El sonido de sus pisadas alerto a sus visitantes. Bajo las escaleras lentamente, como si pretendiera crear algo de suspenso con su aparición. Después de todo, no había nada de malo en ocasionar un poco de temor en su antiguo verdugo.



Era taaan divertido.



Se paro en medio del vestíbulo y pudo ver en la sala principal, la figura encorbada de un viejo. Tenia la cabeza llena de canas y el rostro arrugado como la de un sapo viejo. Lo contemplo en silencio, ese cuerpo desgastado, vulnerable y detestable.



—Hola, Danzo. —saludar fue lo primero que hizo. Su voz le saco un leve temblor al hombre mayor que estaba atado de pies y manos, sujeto a una silla de madera. No había que ser un genio para darse cuenta que lo tenían secuestrado. Tenia una fea herida en la frente y la mano izquierda ensangrentada. Le habían mutilado los dedos indice y pulgar.



—¿Quien eres y que quieres de mi? —inquirio el viejo, con voz ronca. Sus ojos se había posado en los del mas joven, pero éste solo lo miraba desde arriba, sin hacer nada, ni decir nada. Danzo fue capaz de distinguir un brillo de color rojo que le helo hasta los huesos. Hizo todo lo posible por no demostrar su miedo.



Al brillo rojo se le sumo otro, pero de una tonalidad azulina que su memoria hacia esfuerzo por recordar.



El menor sonrió, aunque nadie pudo verle.



Le gustaba verlo así. Tan vulnerable.



—¿No me reconoces? ¿No sabes quien soy? Basura de mierda.—escupió.

Danzo se sobresalto. Sus ojos se abrieron.

—No... es imposible... ¡Tu estas muerto! —rugió, con la expresión mas incrédula que había visto el menor. Sus ojos escanearon la figura que tenia delante. Nada impresionante. Por supuesto, ¿como no se había dado cuenta? No era fácil de reconocer, pero allí estaba. Solo que había crecido... Su pelo era negro. Y su voz se había enronquecido. No era tan dificil, considerando que Danzo era un viejo muy astuto. —Tu...



Se oyó una risita socarrona.



—Lo haré rápido, Danzo. Así que dime los nombres de los hombres que mandaste al orfanato. —se subió el abrigo que llevaba encima y saco una navaja del bolsillo interno. —Si me lo dices ahora, no te haré gritar tanto.



Danzo entrecerro los ojos con sospecha. Su ceño se fruncio.



—Eso es algo que ya sabes. Te lo dije hace tiempo.



—No intentes jugar con mi paciencia. —advirtio, apreto el filo de la navaja bajo el pescuezo de Danzo. —Dime los nombres.



—Te estoy diciendo que te lo dije hace años, ¿porque actuas como si no lo supieras?



—¿Que?



Llegados a ese punto, empezó a crearse cierta tensión y confusión en ambos morenos. O Danzo decía la verdad, o solo estaba haciendo tiempo para salir airado de la situación. Esta vez, Danzo era quien decía la verdad, independientemente de lo que el chico pensara.



—Fuiste a mi oficina y mataste a mi secretaria. Luego me apuntaste con un arma de fuego y me sacaste sus nombres a base de golpes.— Silencio. Los labios de Danzo se fruncieron. Sus ojos se ensombrecieron. —¿Acaso no fuiste tu?



El menor dejo de presionar en la carne. Sus dedos se crisparon. Se mantuvo quieto por un minuto, analizando las palabras. Procesando la información.



—No se de que demonios me hablas, viejo. —se inclino hacia adelante, con todo el propósito de intimidarlo. Pensó que ese viejo era astuto. Podria estarle mintiendo y él podria ser tan tonto para creerle. Grave error. —¿Cuando pasó eso?



—Hace cinco años. Dos dias antes de año nuevo. —habló en el mismo tono frio de siempre. —Al principio pensé que me matarias, pero te fuiste solo cuando me sacaste la información que querías. Unos dias después, me entere de que esos hombres ya habían sido asesinados.



—No puede ser. —negó con la cabeza. Si no fuera por la máscara, todos habrían visto su expresión de escaso entendimiento. Tenia que ser mentira. El nunca entro a la casa de Danzo. En aquellos tiempos, el estaba tan ocupado con su propia identidad, que no le dio tiempo ni para pensar en su venganza. Hace cinco años, seguía siendo un niño sin la capacidad de hacer nada. Se inclino hacia atrás, en pose defensiva. —¿Estas diciendome que alguien se hizo pasar por mi?



—Si no fuiste tu. Es obvio que si.



Esa fue todo lo que necesitaba saber.



Agarro el cuello del anciano, le miro una ultima vez y ensancho su sonrisa cuando la navaja le atravezo la piel.



—Gracias por la informacion, Danzo. Me haré cargo de lo demás. Por cierto, ¿sabias que tengo un hermano? —pauso un momento.—No... No solo tengo uno. Tengo tres.



La sangre le salpico en el rostro. Si la hemorragia no lo mataba, el dolor si que lo haría. Soltó su cuello y lo dejo caer al suelo. La silla se vino abajo con el. El cuerpo agonizante se agitó en convulsiones por escasos tres segundos, luego, dejo de moverse.



—Uno menos. —finiquitó, tranquilo.



—¿Que hacemos con el cuerpo?—pregunto un chico rubio, con curiosidad genuina. Ver tanta sangre le provocaba nauseas, pero se aguanto las ganas que tenia de vomitar. Nunca le gusto el olor de un muerto.



—Lanzalo por allí. —ordeno sin mucho interes. Se levanto del suelo y cogió su navaja para limpiarla con un pañuelo. Se daría un baño también. Si por el fuera, dormiria en su habitación tal y como estaba. Sin embargo, una vez había pasado exactamente lo mismo, y casi lo matan por eso.



A veces, era mejor borrar todas las evidencias, ya que...



No se fiaba de nadie.



Mientras subia por las escaleras y el rubio se encargaba del difunto Danzo, el se preguntó quien seria lo bastante estupido como para hacerse pasar por el. Con lo mucho que le había costado establecer su nueva identidad. Pocas personas sabían quien era él.

Si lo que Danzo dijo era verdad, posiblemente tenia un aliado mas. Pero era peligroso por muchas razones. Lo mejor era dar con ése suplantador y matarlo.

El nombre de una persona se le vino a la cabeza. Y con ella se le dibujo en la mente un rostro que ya conocía de sobra.

Aunque fuese solo una posibilidad, ya que no consideraba que ese niño fuera tan astuto como para suplantarlo, tenia que tomarlo en cuenta.



No creia que fuera capaz de entrar en un edificio lleno de vigilancia, con cámaras de seguridad, perros de guardia. Incluso... golpear a Danzo hubiera sido una gran hazaña. Pero no tanto como matar a su secretaria. Esa mujer, que de delicada no tenia ni un pelo.



¿Pero quien seria entonces?



Tenia que averiguarlo. Y solo había una forma de hacerlo.












Entró al hospital acompañado de Suigetsu. Iban a paso rápido, pues ya había pasado mucho tiempo sin dar señales de vida. Y si seguía posponiendo más lo inevitable, su situación podria empeorar.



Suigetsu le miró por el rabilo del ojo. Al enterarse de lo que había hecho el moreno, casi había esperado que se hubiera pasado de copas, y lo que le contó hace unos minutos en el interior del taxi no fuera mas que una broma de mal gusto.



No era así, por supuesto. Sasuke estaba haciendo todo lo posible para que no se le notara, pero él sabia por experiencia, que se estaba aguantando las ganas de estrellar su puño contra cualquier cosa. Siempre tan impulsivo cuando se trataba de él.



Daba hasta terror.



Y ahora, no sabia que pensar. Se suponía que Sasuke adoraba a Naruto. El rubio le caia bien, aunque no fuesen tan amigos ni tan cercanos, pero ahora podía entender que se hubiese enfadado, hasta el punto de dejar a Sasuke, al enterarse de que su amigo le estaba poniendo los cuernos.



Pero nada justificaba que el moreno, en un ataque de rabia, le hubiera golpeado hasta medio matarlo. Desconocia esa faceta del Uchiha menor. Siempre pensó que para tener un caracter de mil demonios, era muy tranquilo.



Que equivocado había estado.



No obstante, estaba allí para tenderle una mano. Puede que desaprobara su actitud violenta, y sus malas acciones, pero en parte sabia que era su culpa, así que ambos estaban metidos en el mismo problema. Sea como sea, lo acompañaria hasta el final.



Después de que Suigetsu le hiciera una llamada rápida a la secretaria de Sasuke, ya sabían en que piso se encontraba Naruto. Sabia tambien, que cuando Sasuke asumiera la responsabilidad que había dejado a Naruto internado, se armaria un gran escándalo. Probablemente, recibiria una condena de un par de años, talvez mas, si el abogado apelaba la inestabilidad de Sasuke.

Suigetsu creía que Sasuke había estado ebrio cuando abuso de Naruto. Porque hasta ahora, el moreno no le había contado los detalles de lo que había pasado.

Pero por sobretodo, dependía del estado en el que se encontraba el rubio. Por no hablar del niño...

Ese era un asunto mucho mas delicado.

Tuvo que detener su caminata, al darse cuenta de que Sasuke se había quedado atras. Torcio el cuello para ver a que se debia. Su amigo miraba en dirección a la ultima puerta que los separaba de Naruto y su familia. Incluso Itachi estaba allí. Si no fueran por las grandes y oscuras ojeras bajo sus ojos enrojecidos y el moretón que se asomaba por su mejilla, Suigetsu diría que Sasuke no estaba afectado por los recientes acontecimientos. Sus ojos estaban vidriosos, sin embargo.



—Sasuke...



El Uchiha pestañeó, pareció reaccionar. Sin embargo, solo hizo un asentimiento, y siguió caminando. Suigetsu le siguió, esta vez mas preocupado que antes.



O Sasuke estaba resignandose a lo inevitable, o estaba planeando algo. Lo conocia lo suficiente para saberlo.

Esperaba que no fuera nada que perjudicara a nadie. Ya había sido suficiente.



Ninguno de los dos hombres esperó, que al cruzar la puerta, se encontraran de frente con el mayor de los hermanos Uchiha. Éste tenia los brazos cruzados y la mirada mas seria que Sasuke y Suigetsu pudieron haber visto.



—Ya era hora de que llegaras. —hablo, rigido como una roca. A Sasuke le pareció ver a su padre por un momento. Pasó por un momento de debilidad y por un pequeño instante, pensó en dar la vuelta y huir de allí.



Casi. Por un segundo.



Apreto sus puños y parpadeó un par de veces para sacarse esa imagen de la cabeza.





Pero su mente adulta le recriminó ese pensamiento, y lo hizo permanecer de pie, frente al hermano que le había criado como un padre. Ya que el suyo no fue un ejemplo a seguir, el se impuso la meta de llegar a ser como Itachi. Ambos lo sabían, pero nunca hablaban de ello. Y era mejor así, porque siempre le molesto que la gente los comparara.



Ahora la situación era distinta.



Suigetsu trato de no demostrar la incomodidad que sentía al ver la tensión que se había formado entre los dos hermanos. Para él, era inusual que el mayor de los hermanos estuviera enojado. Porque si, lo estaba. Se le notaba en la cara, en su postura.



—Siento haber llegado tarde, tuve un inconveniente. —pauso un instante. No iba a negarlo. Se estaba poniendo nervioso. —¿Y Naruto? ¿Como esta él?



Itachi entrecerro los ojos. Lo que dijo a continuación, hizo que a su hermano se le descompusiera el rostro.



—Asi como lo dejaste.



Hozuki sintió que la tensión aumentaba. Incluso él se quedo con la boca abierta. Fue el primero en ver como los ojos del menor se abrieron a mas no poder.



No puede ser... ¿lo sabe? ¿Pero como?



Itachi continuó. Por alguna razón, sus ojos se tornaron mas fríos.



—Lo hiciste. —era una afirmación, no una pregunta. Jamas se había sentido tan decepcionado como ahora. Ni siquiera cuando murió su madre.



—¿A que te refieres?—Sasuke respiro hondo y aparento no saber nada. Y Suigetsu, a su lado, le fulmino con la mirada. ¿Iba a negarlo? ¿A su propio hermano? Entonces, ¿Porque se lo había dicho a él? ¿Acaso iba actuar como si nada hubiera pasado? ¿Se había vuelto loco?



—Sabes bien a lo que me refiero, Sasuke. —replico, a punto de perder los estribos. Su ceño de fruncio mas. —Fuiste tu quien golpeo a Naruto. Confiesalo.



—No hay nada que confesar, itachi. —masculló, con los ojos vidriosos. El mayor se descoloco cuando su hermano, en un arrebato de ira, le agarro la solapa de su camisa y sus ojos quedaron a solo unos centímetros de él. —¿Crees que fui yo, cierto? ¡Tu no sabes nada! ¡Como te atreves siquiera a insinuarlo! ¡Yo nunca le haría daño a Naruto! ¡ASI QUE CIERRA LA BOCA!



Itachi no necesito mas pruebas para saber que si lo había hecho. No se dejo intimidar por él, a pesar de que eran casi de la misma altura, y probablemente tuvieran la misma fuerza. Él conocía a su hermano mejor de lo que éste pensaba.



Su reacción no había sido la que había estado esperando, pero solo eso le bastaba para confirmar que su hermano era alguien violento. La pregunta ya no era si lo había hecho. Sino, ¿Porque?



Sasuke respiraba agitado. Su pecho subia y bajaba con cada aspiración que daba. Le importaba poco que fuera su hermano. En esos momentos lo único que pensaba era que cuando Naruto despertara, si es que lo hacia, le odiaria por el resto de sus dias. Y al ver la mirada tranquila de su hermano, todas las piezas empezaron a encajar.



Recordó porque había estado molesto desde un principio. Y también recordó porque se había dejado llevar por la rabia. Convirtiéndolo todo en un caos de sus propias inseguridades.





Estaba celoso. Celoso de su propio hermano...



Ese infeliz se quería quedar con Naruto. Con su Naruto. Por eso lo estaba acusando tan directamente, y sin ninguna prueba.

Por eso el estaba tan tranquilo. Por eso ahora estaba allí, deseoso de aprovechar la oportunidad que tenia... ¡Para quitarle a Naruto!

—¡Sasuke! ¿Que te demonios te pasa?

No escucho a la voz de Suigetsu. Fulmino a su hermano con la mirada mas fría que pudo gesticular. Su garganta se lleno de saliva, justo ante de alzar su puño derecho y estrellarlo contra la desprotegida cara de Itachi. Éste no se lo esperaba, así que cayo al suelo con la visión llena de luces blancas y amarillas en la oscuridad de sus parpados. Estuvo aturido, desorientado, pero por sobretodo... impactado.

Y la cosa se puso peor cuando Sasuke se le echo encima.













C O N T I N U A R A...


Notas finales:

El capítulo mas raro que eh escrito. Ya estamos cerca del final, solo falta que Naruto se despierte y se muevan los ultimos hilos :) (EL TEJEDOR) Estoy segura de que ya todos saben que Sasuke tiene un trauma en la niñez que lo hace reaccionar agresivamente. Lo veremos en el próximo Capítulo. Esta vez, Naruto despertara. ¡Por fin! xD Ese rubio duerme mas que yo. 

 

Bueno, como ya saben este fic también esta publicada en Fanfiction y Wattpad. Para cuando acabe ENGAÑO, continuare NO QUIERO QUE LLORES

 

Eso es todo. 

 

 

 

Nos leemos~

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).