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Caída libre por Otogi Rinkaku Nishimura

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4 de diciembre de 2014

06:00 pm

 

— La verdad, estamos muy felices de que Himchan los haya enviado, siempre nos alegra tener noticias de él, aunque me sorprende que no haya venido él personalmente.

Una chica de largo cabello naranja era el que guiaba a Jongup y a Leo por las enormes instalaciones de aquel lugar.

A Jongup le causaba curiosidad esa chica, la cual se había presentado ante ellos como Lisa en cuanto bajaron de la camioneta que les llevo allí.

Ella era uno de los objetivos que había traicionado la confianza de Noir.

— Himchan hyung no pudo venir a causa de unos asuntos, una organización se separó luego de la muerte de la cabecilla, por lo que los integrantes se están repartiendo entre las zonas.

— Oh ya entiendo, bueno, de todas formas, Bambam y yo estamos muy felices de que hayan venido a visitarnos.

Las risas de la chica hicieron que el de cabello azul frunciera un poco su entrecejo. Las voces agudas siempre le hacían ponerse nervioso.

Cuando entraron a un despacho pudo ver a la otra persona que había traicionado a su jefe.

El muchacho parecia más joven que él, a lo sumo tendría unos 19 o 20 años. Su cabello gris oscuro junto a unas lentillas verdes le hacían ver demasiado delicado e incluso femenino.

Jongup pudo ver como Lisa se acercaba al chico, inclinándose para dejar un beso en sus labios, lo cual le hizo sentir bastante incomodo, hasta que, de nueva cuenta, la mujer se volteo a ellos.

— Él es Bambam, mi novio, ambos somos los encargados de todo esto. Bambi, él es Jongup y el que está a su lado es Leo, vienen de parte de Himchan.

— ¡Oh! ¡Es un gusto! —La forma entusiasta del chico de piel ligeramente bronceada hizo que el tatuado diera un paso hacia atrás, más al instante se incorporó, estrechando su mano con la de ese muchacho— ¿Qué les trae por aquí? Hace mucho que Himchan no nos envía a nadie.

— Queríamos revisar unos acuerdos. —La suave voz de Leo llego a hacerse presente, haciendo que todos le prestaran atención— No creo que sea un inconveniente, ya que les sería favorable un nuevo acuerdo, siendo que Noir es a los únicos que le proveen mercadería.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios del joven Moon en cuanto noto un tic nervioso en el chico de cabello gris, el cual se hizo presente al mencionarse lo de que Noir era el único al que le daban sus cosas.

— Bueno, sí, tienen razón, Noir son nuestros únicos privilegiados... Lisa, ¿Podrías ir a buscarme unos papeles que deje en la otra oficina?

— Claro, bebé, ya vuelvo.

Las voces de los dos tailandeses sonaron algo más profundas de lo que habían escuchado con anterioridad. Según le había explicado Yongguk, el cambio de voz en una persona podía ser generado por los nervios o por el miedo.

Cuando Bambam se encontró solo con los dos chicos de Corea del sur se sintió algo intimidado, queriendo volver a tomar asiendo en su escritorio, pero antes de ello Leo ocupo su lugar, comenzando a teclear en la computadora portátil. Eso hizo que Bambam se sorprendiera, más al instante intento sacar al de cabello largo de allí, siendo detenido por el de tatuajes.

— ¡¿Qué carajo hacen?! ¡No toquen mis cosas!

— ¿Por qué no? ¿Piensas que no descubrimos que le das información de Noir a esa pandilla llamada Secret? —Solo con esas palabras el delgado chico se petrifico del miedo.

— Y-Yo... Y-Yo... ¡No he sido yo! ¡L-Lisa fue!

— Ambos pagaran la traición, que no te quepa la menor duda.

Antes de que Kunpimook pudiera decir otra cosa en su defensa, sintió como un fuerte golpe impactaba contra su rostro, provocando al instante que cayera desmayado en el suelo.

El pequeño grito dado por la chica hizo que Jongup volviera su atención a esta, comenzando a correr para lograr atraparla, lo cual no le fue muy difícil. Al estar cerca pudo estirar su mano hasta agarrar el largo cabello de la mujer, moviendo su mano para luego hacer que la cabeza de la chica impactara contra una pared cercana, viendo como esta también se desplomaba en el suelo, viendo una pequeña herida sangrante en su frente.

La sonrisa en el rostro de Jongup fue algo que Leo noto, produciéndole un sabor amargo en su lengua, más no dijo nada. Su tarea allí no era la de vigilar al de cabello azul.

 

08:15 pm

 

— D-Duele... Q-Que... ¿Lisa? ¡Lisa, despierta!

La voz de Bambam llego a sonar con cierta desesperación, intentando levantarse para poder ir a revisar a su pareja, pero cuando lo intento vio que sus manos estaban sujetas con cadenas, las cuales le hicieron mantener un agarre a una sierra circular, la cual a la vez se conectaba a otra a la cual Lisa estaba encadenada.

El tailandés intento liberarse de las cadenas, más estas eran demasiado resistentes, ni siquiera podía alejarse un poco sin que los agarres de las cadenas lastimaran sus muñecas.

Lagrimas corrieron por las mejillas del chico, hasta que vio cómo su novia comenzaba a moverse, lo que le indico que estaba despertando.

— ¡Lisa! ¡Lalisa, despierta, tenemos que liberarnos de aquí!

— ¿Ku-Kunpimook? ¿Q-Qué es esto?

— Este es su castigo por traicionar la confianza de Noir. —La voz carente de emoción de Jongup hizo que los dos chicos voltearan en busca de poder verle, logrando encontrarle sentado en una silla cercana, en tanto jugaba con un control que tenía entre sus manos.

— ¡N-No queriamos hacerlo! ¡P-Por favor, perdonenos! ¡No lo volveremos a hacer! ¡Dejaremos de dar cosas a Secret! —La voz suplicante y llorosa de Lisa hizo que el de cabello azul diera una pequeña risa.

— Claro que no lo volverán a hacer... Porque uno morirá ahora.

Dicho ello, el chico con tatuajes presiono uno de los botones de aquel control, provocando que las sierras frente a los más jóvenes comenzaran a girar con fuerza.

Por el instinto de sobrevivir ambos se alejaron lo más posible de esas herramientas, mirando en total pánico lo cerca que estaban de esas filosas cuchillas.

— Los dos deberán decidir quien vive y quien muere. Deben empujar el mecanismo que tienen frente a si hasta que la sierra contraria termine con uno. El que quede vivo, podrá irse, ¿Entendido?.

Los dos chicos de Tailandia sintieron que el alma abandonaba sus cuerpos. El terror se multiplico totalmente cuando las sierras hicieron un fuerte ruido, el que indicaba que ahora podrían moverlas.

El primer movimiento fue hecho por Lisa, quien tomo las manijas de su sierra para empujar con la mayor fuerza posible.

La sierra rozo a Bambam, provocándole una pequeña herida que le hizo dar un fuerte grito, usando sus manos y su fuerza para frenar cualquier avance de esta, mirando entonces a Lisa con lágrimas en sus ojos, en tanto una fuerte rabia le consumía.

— ¡¿Qué diablos haces?! ¡Maldita zorra!

— ¡No pienso morir! ¡No aquí! ¡Púdrete tú! ¡Tú tuviste esa maldita idea de vender a la chica esa! ¡Seguro que te encamaste con ella!

— ¡¿Y si lo hice qué?! ¡¿Quien fue a abortar un bebé que no era mío?! ¡Se muy bien que estuviste con el hijo de puta de Jinyoung!

— ¡Eres un maldito hijo de puta, Kunpimook!

Los gritos llenos de insultos comenzaron a llenar toda la sala, en tanto la fuerza era aplicada por ambas partes. La sangre ya salpicaba algunas partes debido a las heridas que tanto Lisa como Bamba tenían producto de las veces que habían flaqueado.

Jongup veía todo ello con entretenimiento, sonriendo cada que un grito de dolor se escuchaba en todo el lugar. Gritos que a cualquier otra persona le provocaría escalofríos debido a los desgarradores de estos.

Las manos de ambos tailandeses ya se encontraban heridas debido a las astillas de madera que se habían clavado en estas, incluso bajo sus uñas se hallaba estas por las veces que arañaron la madera para darse fuerzas.

El cansancio era algo notorio en ambos, pero ninguno quería rendirse. El filo de la sierra era lo único que les mantenía conscientes junto a los gritos que se daban.

— ¡No quiero morir! ¡Quiero a mi mamá! ¡Quiero ver a mi mamá de nuevo y pedirle perdón! —La voz de Lisa sonaba cada vez más quebrada a causa del llanto, mientras las imágenes de su madre abordaban su mente.

— ¡Yo quiero ver a mi familia! —Bambam en ese instante cerro sus ojos, mordiendo su labio inferior con fuerza, como si ello pudiera quitar el hecho de que tanto su vida como la de Lisa corría peligro— L-Lalisa... Perdón.

Ante la disculpa, Lisa llego a desconcentrarse, lo cual Bambam aprovecho para hacer uso de toda su fuerza.

El grito desgarrador de Lisa resonó por todo el lugar junto al ruido de la sangre salpicando el suelo.

Las sierras frenaron, lo que hizo que Kunpimook cayera de rodillas mientras negaba con la cabeza, totalmente desesperado, viendo como el cuerpo de Lisa caía inerte en el suelo, siendo sujetada por las cadenas que rodeaban sus muñecas.

Jongup dio unos pequeños aplausos mientras se acercó al cuerpo de la chica, usando una llave para quitar las cadenas de sus muñecas, viendo mejor el cómo había quedado el cuerpo en el suelo.

El movimiento de la sierra había desgarrado por completo la ropa de la mujer, junto a la carne de su tórax que fue cortada con brutalidad.

La herida iba desde el hombro izquierdo, pasando por uno de sus senos hasta su vientre. Debido a la profundidad alguno de sus órganos internos había sido despedazado.

A vista de Jongup, el simple hecho de que la chica mantuviera sus ojos abiertos, incluso luego de muerta, le hizo sonreír con felicidad. Solo por pura costumbre comenzó a dar algunos puntapiés al cuerpo inerte, más luego giro a ver al chico cuando escucho el grito de este.

— ¡No la toques! ¡Maldito enfermo! ¡D-Deberían encerrarte!

El rostro del chico con tatuajes se hizo a un lado. Esas palabras que utilizo el de cabello gris le hizo recordar todos los años que había estado encerrado, sin nadie que le diera atencion, solo personas que le daban medicaciones mientras murmuraban que era un enfermo.

Con la mano en llave se acercó hasta el más joven, quien intentaba alejarse.

— No sé qué tanto dices de mí, que yo sepa, tú fuiste el que empujo la sierra, no yo.

Diciendo ello pudo liberar al muchacho, quien primeramente se desplomo en el suelo, para luego ponerse a correr rumbo a la salida.

La risa de Jongup fue cada vez más fuerte al ver ese vano intento de escape.

Bambam corría con toda la fuerza que sus piernas le permitían, chocándose de vez en cuando con las paredes. El solo pensar en que ya no vería a Lalisa le provocaba un gran sufrimiento.

Una vez salió de aquel edificio se dejó caer de rodillas, apretando la tierra bajo sus manos en tanto los fuertes sollozos salían de su garganta.

— L-Li-Lisa... Pe-Perdón, y-yo no quería, p-perdón. T-Te amo Li-Lisa, y-yo no que-quería decirte esas cosas.

— Ow... Que tierno... Creo que quiero vomitar.

Esa voz hizo que Bambam se volteara rápidamente, mirando con miedo al de cabello azul, quien esta vez le apuntaba con su revolver.

— ¡D-Dijiste que po-podría irme!

— Exactamente, ya saliste de donde estábamos, te deje ir de ese lugar... Nunca te dije que iba a dejarte vivo.

El sonido de un disparo fue lo único que se escuchó, seguido del ruido que hizo el cuerpo del más delgado al caer sin vida. La bala había atravesado su cráneo, provocándole una muerte instantánea. Más Jongup siguió disparándole hasta que acabo con todas las balas de su cargador.

Guardando su arma, pudo agarrar esta vez su daga, acercándose hasta el cadáver con una sonrisa.

— Cumpliré con lo pedido, Himchan hyung~

 

5 de diciembre de 2014

08:11 am

 

— Jonguppie, veo que has vuelto, ¿Has hecho lo que te pedí?

El sonido de una valija impactando contra el suelo hizo que todos los de Noir prestaran atención al de cabello azul, quien en todo momento mantuvo una pequeña sonrisa en su rostro.

— Claro que sí, hyung.

— Esa valija... Zelo, ábrela.

La voz de Himchan se tornó algo más profunda, debido a la ansiedad que le produjo el diferenciar cierta humedad en aquella valija, la cual al instante fue abierta por el chico alto.

Todos abrieron sus ojos en sorpresa.

Las cabezas de Bambam y Lisa estaban allí.

— Dijo que no volviera a menos que sea con sus cabezas... ¿Hice bien, Himchan hyung?

—Demasiado bien, Jonguppie, demasiado bien.

La sonrisa que el mayor le dedico hizo que el corazón del chico con tatuajes palpitara con fuerza, acercándosele luego para poder abrazarle con fuerza, sintiéndose feliz al notar las caricias que eran dejadas en su espalda y cabello.

— La verdad, Jonguppie, eres perfecto para mí.

Los integrantes de Shangri-la vieron desde la puerta aquella escena, viendo con unas sonrisas como Himchan agradecía al contrario por su gran desempeño.

Pero Leo era el único inquieto ahí, él había visto en primera plana todo lo que ese demonio en piel de santo había hecho.

Y le asustaba, le asustaba la integridad de su grupo, pero por el bien de estos, prefería mantener su silencio por un tiempo más.

 


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