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Incorregible por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, yo solo los utilizo sin fines de lucro para satisfacer mi imaginación.

Notas del capitulo:

Advertencia: Este es un Spanking! Fic, es decir: Hay nalgadas, montones de ellas. Si no te sientes cómod@ con ello, te recomiendo ir a otra historia. De hecho, en mi perfil hay muchas, seguro alguna te interesa. 

Se mordió el labio para no empezar a gimotear ni pedir la clemencia que tan desesperadamente necesitaban sus nalgas desnudas.

El castigo se estaba volviendo insoportable, pero sabía que si se movía, Sasuke no repararía en imprimirle más fuerza a los azotes y en aumentar su penitencia. Incluso era capaz de sacar esa dura paleta de goma con la que solo lo había amenazado.

Sentía las nalgas a punto de sangrar. No se podría sentar durante días...

—No vuelvas a desafiarme, ¿te queda claro?

Gaara se tardó en notar que la zurra había terminado y que sus mejillas estaban húmedas. Su culo seguía en pompa sobre el regazo de su disciplinario, que tenía sus piernas alrededor de las suyas.

—Sí, señor.

—Ve a la habitación y quédate de pie mirando la pared. Nada de tocarte o si no…

Gaara se incorporó lo más delicadamente que podía y, sin recoger ninguna de sus prendas, se metió en la habitación del final del pasillo.

Cada paso le ardía más que el anterior y sus manos ansiaban sobarse. Pero no era tan tonto como para querer probar el “o si no” de Sasuke.

Se sentía tan humillado que solo quería gritarle y marcharse, dejar de ser tratado como el niño travieso que se metió en problemas. Pero ahí estaba, de cara a la pared con el cuerpo frío, las nalgas hirviendo y el pene a punto de explotar.

El joven sabía que si bajaba las manos de la cabeza y Sasuke entraba a la habitación, le tocaría zurra por partida doble, pero no quería que viera lo mucho que se había excitado. Esta vez quería mantener el decoro.

Empezó a doblar cuidadosamente la parte superior de su cuerpo, procurando que la piel de las nalgas no se estirara de más. Solo le tomó unos segundos acomodarse en su nueva posición y rodeó su pene con los labios.

Contrario al grueso de los hombres, a Gaara nunca le había costado trabajo alcanzar su entrepierna con la cabeza. A los 12 o 13 años, por mera curiosidad descubrió la sensación de eyacular en su propia boca y un tiempo después, se dio cuenta de que recibir sexo oral era mucho más cómodo que darlo, y que la autofelación es más sobre ‘dar’ que sobre ‘recibir’.

Su lengua jugueteaba con su prepucio, sus labios rodeaban sus genitales y él solo imaginaba que su pene era el de su entrenador. Se lo metía y sacaba de la boca sin parar, cada vez más rápido… más rápido… más rápido… más-

Sintió cómo un dedo entraba en su ano y el semen empezó a escurrir por sus labios. Un golpe seco lo obligó a incorporarse.

—Cuando dije que te quería de pie y sin tocarte, exactamente a eso me refería. Ya tienes demasiados problemas como para seguir sumando—. La voz de Sasuke era grave y autoritaria desde atrás. Gaara tragó grueso, saboreó sus salados fluidos.

Sin darle tiempo a reaccionar, Sasuke lo tomó por la cintura y lo reclinó, para propinarle varios azotes con la mano.

Gaara emitió un breve chillido por la sorpresa y el renovado ardor de sus nalgas.

Sasuke siempre abarcaba todo su trasero cuando lo disciplinaba, pero le gustaba centrar su atención en la zona donde sus glúteos se unían a las piernas. Eso le ocasionaba problemas para sentarse por días.

Entre nalgada y nalgada, Sasuke lo acercó a un costado de la cama.

—Apila los cojines y ponte en posición.

—No…

—Tienes 10 segundos—. El disciplinario no daría su brazo a torcer. — Nueve…



Desde que le encomendaron entrenar a Gaara, Sasuke supo que debía ser firme si pretendía ayudarlo. Su fama de incorregible lo precedía y varios de sus instructores previos habían solicitado su expulsión del programa, aunque eso supusiera mandarlo nuevamente a prisión.

Cinco años antes, a los 14, el muchacho fue seleccionado para unirse al Programa Especial para la Readaptación Adolescente (PERA), una iniciativa piloto del gobierno para entrenar a delincuentes juveniles superdotados e integrarlos a sus filas.

Para ese entonces, Gaara ya llevaba tres meses en una correccional federal y un año en servicios sociales, acusado por haber robado y golpeado brutalmente a dos chicos que lo habían molestado. Además, sus antecedentes familiares lo ubicaban como un foco rojo: Su padre había sido señalado como el principal financiador de una red de narcomenudeo que operaba al sur de la ciudad -aunque nunca había sido formalmente acusado-, tenía dos hermanos que entraban y salían de prisión por delitos menores y su madre había muerto en un accidente de tránsito un par de años atrás, presumiblemente por conducir bajo el influjo de estupefacientes. Fue separado permanentemente de ellos.

Luego de entrar al programa, estuvo con un par de familias sustitutas mientras terminaba la educación básica; ambas describieron sus conductas antisociales y sus arranques de ira como “preocupantes”. A los 16, cuando ingresó a un centro del gobierno para estudiar el instituto y empezar su entrenamiento formal, nadie consiguió domar su temperamento y el gobierno comenzó a temer que las cosas se salieran de control.

Dos años después, Gaara les hizo ver que sus preocupaciones eran fundadas. Se involucró en un altercado que dejó a una víctima fatal y estuvo a punto de volver a prisión, pero las autoridades temían que el programa saliera a la luz y, tras darle carpetazo al tema, le dieron una última oportunidad. Lo asignaron con Sasuke Uchiha, un joven de cabello negro y rostro inescrutable que formaba parte de PERA desde sus raíces.



— Tres…

Gaara miraba a Sasuke fijamente mientras acercaba su mano a las almohadas y analizaba sus opciones. Notó la abultada entrepierna de Sasuke; en cualquier momento su bragueta se rompería. Él también estaba excitado.

—Dos… ¿quieres saber qué pasará si termino la cuenta?

El muchacho se tiró sobre los cojines, tenso y expectante. Sentía cómo el coraje subía a sus mejillas, pero era más fuerte el cosquilleo entre su ano y sus testículos. Una ráfaga de aire hizo que contrajera las nalgas.

Escuchó cómo el cinturón de Sasuke salía de las presillas de su pantalón y hundió la cara en la colcha. Tenía la mandíbula apretada y un vacío en la parte baja del vientre.  

Sintió el impacto y se imaginó su carne, ya roja, hinchándose. Luego hubo otro, ligeramente abajo de donde ocurrió el primero y, para terminar, un tercero.

—Ya has tenido demasiado por hoy—, Sasuke se acercó y tocó sus nalgas castigadas, con un tono severo pero más relajado que minutos antes, Las yemas de sus dedos recorrían las líneas que había dejado el cinturón —. Te quiero de cara a la pared.

Gaara obedeció sin rechistar. El tono autoritario de su entrenador le generaba un involuntario cosquilleo en la punta del pene, pero también le daba miedo, un miedo extraño que le hacía prometer que se comportaría mejor aunque al final sabía que no lo haría.

 

Sintió la respiración de Sasuke detrás de él, cerca de su oreja. Podía percibir su aliento recorrerle el cuello. Le tembló el cuerpo.

—Hasta cuándo entenderás…

Pese a estar de espaldas, supo que estaba desnudo y que los dados habían cambiado. Ya había pasado el correctivo; quería sentir placer. Hizo para atrás el culo, esperando sentir el miembro de Sasuke abriéndose camino hacia su interior. Ansiaba que ocurriera, necesitaba introducirse ese pene… Sasuke lo envolvió con su cuerpo y lo reclinó ligeramente.

—Eres demasiado hermoso… Odio que me lo pongas difícil.

Gaara tragó grueso y comenzó a bajar las manos por su espalda. Sentía el torso desnudo del otro, su entrepierna, el vello púbico, su pene venoso que no podía rodear con una sola mano. Abrió las piernas.

—Métemelo… Cójeme. Ya me castigaste, ahora dame duro…Enséñame.

—¿Eso quieres? ¿Que te destroce el culo con la verga hasta que aprendas? ¿Que te la meta? Pídemelo otra vez—. El agarre del moreno se hizo más fuerte, casi doloroso. Sus manos, que minutos antes lo habían reprendido, ahora reclamaban el cuerpo de Gaara.

—Métemela. Fuerte… Toda.

Sasuke recorrió la espalda de Gaara rápidamente, antes de introducir dos dedos en su ano y empezar a juguetear con ellos. Con la otra mano, sostenía los las muñecas del joven a la pared mientras lo mordía suavemente en la nuca y olía su cabello rojo.  El más joven se dejó hacer; tenía la sensación de estar indefenso.

Los dedos de sus pies comenzaron a acalambrarse. Quería que ya llegara la primera estocada, que el pene de Sasuke lo embistiera con fuerza. Sintió la carne ajena haciendo presión entre sus glúteos.

—Ah, arde...— gruñó. Tenía las nalgas sensibles y el contacto con el miembro de Sasuke, el ir y venir de la penetración, le revivían el dolor. Estaba a sus expensas. Un movimiento más rudo lo hizo callar.

El moreno mordió su lóbulo de su oreja y empezó una serie de embestidas más violentas.

—Eso te pasa por no controlar tu temperamento.

Embistió una, otra y otra vez. Los movimientos cadenciosos y cada vez más rápidos lo absorbían todo. No aguantaba más. Sasuke comenzó a masturbarlo con la mano que tenía libre. Gaara quería participar, pero el moreno no se lo permitía.

Se hundió de placer.  

Sintió la calidez del semen de Sasuke entre las piernas justo cuando terminó. Estaba agotado, con el sudor perlado en la frente. Quería recuperar el control de sus brazos, pero el moreno se rehusaba a soltarlo. Alternaba besos y mordidas cerca de su clavícula.

—Me enloqueces, maldita sea… Me haces perder la cabeza.

El muchacho quería contestar, pero le costaba regular su respiración.

Sasuke se apartó de él y entró a la puerta contigua. El agua empezó a correr.

—Solo espero que no confundas disciplina con placer. La próxima vez que me desobedezcas, no tendremos un final tan… satisfactorio.

 

Gaara desempañó el espejo y se miró las nalgas con cuidado, como si fuera parte de algún ritual. Tenían un color rosa pálido y tres marcas laterales, de un rojo más vivo. Le dolían si las tocaba.

Se preguntó cuánto tiempo permanecerían así… Esperaba que no mucho. Tenía tantas ansias de recostarse nuevamente en el regazo de Sasuke y recibir unas cuantas nalgadas que no lo creía. Aunque eso sí, prefería que fueran parte de un juego amatorio y no una zurra por insubordinación.

Era una lástima que las segundas amenazaran con volverse una práctica más y más frecuente.

Notas finales:

Gracias por leer. Si tienes tiempo y ganas, por favor dime qué te pareció. 

Y ahora, para los ociosos...

 

Información que te puedes brincar (pero es bonito leer): Desde hace mucho quería hacer un PWP que tuviera algo de spanking y, como ayer me encontré un artículo con la historia de la autofelación (sí, hay gente así de flexible), decidí dar el paso. Eso sí, confieso que es tonto porque escribo desde hace como 10 años en este sitio, pero me daba un poco de tabú publicarlo. Qué oso mi pudor. 

Sobre el PWP, fallé porque les di historia. Y en verdad me gustó cómo se ve en mi cabeza, entonces depende de mi tiempo y de mis ánimos si continúo eventualmente con el proyecto (aunque lo hice pensando en que se pudiera sostener solo). Nada seguro, pero a lo mejor doy la sorpresa. 

Besos, 

c.


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