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Day by Day por NamiShion

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Notas del capitulo:

ADVERTENCIA: El siguiente capítulo contiene lemon.

Capítulo X

Doctor Sueño

 

                Aquella noche, cuando todos dormían, JiMin se levantó de su cama. Se sentía inquieto, no podía dormir. El día anterior no había tenido ese problema, estaba agotado por el viaje, pero luego de pasar una excelente noche con sus amigos, el sueño no parecía llegar a él; con cada nueva vuelta, se sentía más despierto y el escuchar la respiración de JungKook de fondo tan solo lo frustraba.

                Con cuidado de no despertarlo, se calzó sus zapatos de dormir y salió de la habitación. El pasillo estaba a oscuras, únicamente iluminado por la luz que se filtraba por las ventanas. Allí tampoco podía hacer mucho y no se sentía con ánimos de encender las luces. Era una noche tranquila, por lo que decidió salir y disfrutar un poco del mar.

                Tan pronto como salió, dejando sus zapatos atrás, se arrepintió de no haber llevado nada de abrigo. Si bien no hacía tanto frío como en Seúl, el clima no era clemente a aquellas horas. Aún así, no quería volver a entrar, por lo que se abrazó a sí mismo y se alejó de la casa, frotando sus brazos para mantener el calor.

                El cielo estaba despejado y no había nube alguna que lo privara del magnífico espectáculo de estrellas que ante él se expandía. Brillantes luces cubrían el cielo de terciopelo. Fragmentos del pasado, que vivían en una realidad totalmente distinta a la propia, volviéndolo insignificante. Le resultaba divertido pensar que, a pesar de que en la Tierra había países con una diferencia horaria bastante grande, eso no era nada en comparación a la que los distanciaba de aquellas estrellas. Allí no había abajo ni arriba, estaban por todas partes, contemplándolos como ellos los contemplaban a ellas. JiMin se sentía afortunado de poder caminar bajo un cielo tan bello.

 

—¿JiMin? —una voz un tanto adormecida lo sobresaltó. Miró en todas direcciones hasta dar con una figura cubierta por las sombras. Entrecerró un poco los ojos, intentando descubrir de quién se trataba—. Eres tú.

—¡Jin hyung! —exclamó al reconocerlo. El aludido asintió y palmeó el lugar a su lado, donde el bailarín se sentó. Al igual que él, SeokJin había dejado sus zapatos atrás, aunque no lo había notado al salir—. ¿Qué haces aquí afuera?

—No es habitual que tengamos una vista tan linda. No sabemos si mañana estará despejado o nublado, así que quería disfrutar el momento —explicó, girándose a ver al menor. Al notar que iba un tanto desabrigado, se acercó más a él para compartir la manta que lo cubría—. ¿Qué hay de ti, no podías dormir?

—No, todavía me quedan algunas energías así que pensé en salir a caminar, no quería molestar a los demás.

—Ya veo… Aunque conozco a cierto chico que no se molestaría si lo despertaras.

—¿Eh? —aquel comentario tomó a JiMin por sorpresa, quien agradeció la protección que la oscuridad le daba, de no ser así, el mayor probablemente se habría reído de su expresión. El hecho de sentir cómo sus mejillas aumentaban de temperatura tampoco ayudaba. Aún así, su acompañante dejó escapar una risa.

—No tienes que fingir conmigo, yo creo que son bastante obvios.

—¿T-tú crees?

—Bueno, fueron los primeros en desaparecer ayer, además, YoonGi siempre te acompaña a casa cuando es tarde.

—Hyung… ¿De verdad crees que yo le guste a YoonGi?

—Lo que yo creo es que ambos están muy enamorados, pero él jamás exterioriza sus sentimientos. Me gusta verlos felices, y cuando están juntos sonríen más a menudo. He notado también que te toma de la mano cuando creen que nadie está viendo.

—¿De verdad somos tan obvios? —preguntó el menor, soltando un suspiro.

—No te preocupes, NamJoon, TaeHyung y Kookie son distraídos, no creo que lo hayan notado. Hobi quizás lo haya hecho, ustedes dos pasan mucho tiempo juntos, pero de todas formas, no creo que diga algo al respecto.

—YoonGi… —murmuró. Sus ojos se perdieron en el mar al pensar en el contrario—. Tiene muchos problemas con su familia. Su padre es demasiado estricto con él, ya tienen una mala relación porque no lo deja dedicarse a lo que realmente quiere. Su familia es muy tradicionalista, odiaría ser un conflicto más, no quiero ser un peso con el que tenga que cargar.

—Entiendo… —ahora, los ojos de SeokJin contemplaban fijamente el perfil del chico—. Pero…, ¿no crees que eso es algo que deben decidir juntos? Ustedes ya tienen la edad suficiente para decidir solos acerca de este tema. Los asuntos del corazón siempre son frágiles y no siempre salen como esperamos, pero si ustedes están dispuestos a estar juntos, si ustedes se aman, no debería haber fuerza capaz de separarlos. Además… —al agregar lo último, sus labios se curvaron en una sonrisa un tanto pícara—. El padre de YoonGi no está aquí, creo que no deberías dejar pasar esta oportunidad. Ve, dile cómo te sientes.

—Pero…

—Ve —lo cortó el castaño antes de que pudiese decir algo más.

 

 

—Vaya, ¿quién diría que se te darían tan bien los consejos amorosos? —la voz grave relajó a SeokJin. NamJoon se dejó caer junto a él y el mayor reposó la cabeza en su hombro mientras éste rodeaba sus hombros con el brazo.

—Fue una suerte que tuvieras que desaparecer por unos minutos.

—Lo siento, no podía aguantarme —al escuchar la risa de SeokJin, NamJoon lo atrajo más hacia sí y besó su frente—. ¿Crees que estén bien?

—Tae quizás despierte pero, si es inteligente, quizás también haga su jugada. HoSeok duerme como un tronco, y no sé qué vaya a hacer Kookie. Lo mejor será que nosotros nos demoremos un poco en regresar.

—Me refería a JiMin y YoonGi —contestó NamJoon tras soltar una risa.

—Oh… Bueno, ellos… —SeokJin se giró y tomó al más alto por el cuello de su camisa de pijama—. Estarán bien, nosotros lo estamos —dicho aquello, jaló al contrario y cerró los ojos, dejando que sus labios se unieran en un apasionado beso.

 

 

—Pasa —JiMin se sorprendió cuando la respuesta llegó apenas hubo tocado. Abrió la puerta y se deslizó al interior de la habitación. YoonGi estaba recostado en la cama con los brazos detrás de la cabeza; la manta que lo cubría le llegaba a la mitad del pecho, dejando ver la remera blanca que utilizaba como pijama. Al verlo entrar, se incorporó—. Hey —saludó.

 

El bailarín se limitó a sentarse en el borde de la cama; estaba tan nervioso que ni siquiera podía mirar al contrario a los ojos, en lugar de ello, sus ojos se perdieron en el estampado de las frazadas. Ni siquiera se giró a verlo cuando la mano de YoonGi envolvió la suya. Al final, el compositor fue quien tomó las riendas. Su mano izquierda acunó la mejilla de JiMin; mientras su pulgar se deslizaba por aquel suave lienzo, ladeó aquel rostro lo suficiente.

 

—¿No puedes dormir? —inquirió. Una vez más, no tuvo respuesta, pero los ojos de su acompañante finalmente buscaron los suyos. A pesar de la oscuridad, unos cuantos rayos de luz se filtraban a través de la ventana. No había pasado mucho tiempo desde que YoonGi se había acostado, por lo cual aquella luz bastó para que pudiese admirar el reflejo de la lucha que se desarrollaba en el interior del chico—. Sabes que puedes contarme lo que quieras, ¿cierto?

—Yo… —una vez más, JiMin no pudo sostener la mirada de YoonGi. Se suponía que debía ser sencillo, mas en aquel momento no encontraba palabras para expresar cómo se sentía. El nudo en su garganta se volvía cada vez más estrecho. Deseó poder tener la facilidad de SeokJin en aquellos momentos. Tras unos segundos, se atrevió a mirar a YoonGi una vez más. El mayor inclinó un poco su rostro pero no lo presionó, las caricias que el pulgar del chico le daba al dorso de su mano izquierda lo calmaban un poco. Por tercera vez en la noche, bajó la mirada—. No quiero ser una molestia para ti.

—¿Una molestia? —el rostro del mayor era un mar de confusión. JiMin lo observó de reojo por unos instantes, antes de soltar un suspiro.

—Hyung… No quiero que te metas en más problemas por mi culpa, ¿qué pasaría si tus padres…?

—Espera… —quizás el que JiMin estuviese tan nervioso y le diera tantas vueltas al tema ayudara pero YoonGi no era idiota. Las caricias en su mano cesaron y los dedos del peli rosado se cerraron en torno a ésta con un fuerte agarre—. ¿Tienes miedo de lo que mis padres puedan opinar de… nosotros?

—Nosotros… —JiMin repitió la palabra, saboreándola. La oscuridad privaba al mayor de notar el rubor que se había propagado por sus mejillas, pero no fue barrera alguna cuando sus dedos se deslizaron entre los de él en aquel agarre. Sus ojos se perdieron momentáneamente en la unión de sus manos, mas esta vez no se demoró en buscar la mirada de su compañero, la urgencia reflejada en la propia—. Hyung, yo…

—Me vale madres lo que puedan opinar mis padres —lo cortó YoonGi. Su tono de voz, lejos de aquella suavidad que solía resurgir cuando le hablaba, estaba cargado de una pasión que JiMin nunca antes había visto—. Mis padres se preocupan demasiado por su imagen social. Si bien me molesta mucho que se metan con el futuro que yo espero alcanzar, estoy dispuesto a ceder en algún aspecto. Pero no en esto, JiMin. ¿Te preocupa que mi padre se ponga furioso conmigo? Si no es por esto, será por otra cosa.

—Pero…

 

El jalón que YoonGi le dio a su brazo le hizo perder el equilibro, pero allí estaba él, recibiéndolo entre sus brazos. El contacto de los labios de YoonGi con los propios lo hizo abrir los ojos desmesuradamente, pero éste no perdió tiempo, pues comenzó a mover sus labios sobre los de JiMin a la par que dejaba a sus párpados caer. YoonGi lo estaba besando. Los labios del menor se entreabrieron cuando dejó escapar un nuevo suspiro, y el contrario no perdió aquella oportunidad. Notaba la tensión en el cuerpo de JiMin, quien parecía incapaz de moverse, pero éste no se había apartado tampoco.

Poco a poco, el castaño fue consciente de lo que sucedía. Lo primero de lo que se percató fue la furia con la que su corazón latía, anhelante, cargado de deseo. Ya no podía resistirse más, ya no podía retener aquello que por tanto tiempo había estado conteniendo. La sinhueso de YoonGi penetró en su cavidad al tiempo que las paredes de su alma se desmoronaban, perdida la motivación que luchaba por mantenerlas allí. JiMin se recostó, deslizándose bajo YoonGi, pero una mano posicionada en la nuca del mayor le impidió separarse.

Aquella realidad golpeó al mayor de manera similar. A diferencia de la brusquedad que había guiado sus movimientos, los primeros roces de JiMin fueron tímidos, pero tampoco tardó mucho en dejarse llevar y pronto estuvieron ensartados en una lucha en la que ambos se sabían ganadores. Su mano se coló bajo la camisa del pijama ajeno y subió por su torso. Un jadeo resonó contra sus labios, reflejada en una risa que brotó de los propios al notar cómo la piel se erizaba a su paso.

 

—Voy a hacerte el amor, Park JiMin, y me importa un bledo lo que cualquier otra persona pueda decir.

 

Antes de que JiMin pudiera responder, los labios de YoonGi acapararon los ajenos una vez más. En esta ocasión, el beso fue correspondido de inmediato. Los dedos del menor se cerraron en la tela de la remera, y si ésta no hubiese estado allí, sus uñas se hubiesen enterrado en la espalda del mayor. YoonGi comenzó a mover su cadera, y al sentir cómo la entrepierna del chico se rozaba contra la propia, JiMin no pudo contener un gemido. La timidez del menor lo llevaba a intentar refrenar aquellos sonidos, pero parte de él se dejaba llevar. Abriendo sus piernas, dejó que el mayor se posicionara entre ellas, utilizándolas para envolver su cintura.

YoonGi se separó lo suficiente como para quitar la prenda superior del chico y recorrió la piel descubierta con sus dos manos. Sus ojos, lejos de fijarse en aquel escultural cuerpo de bailarín, estaban perdidos en los de su pequeño, en la forma en la que él reaccionaba a cada caricia, a cada nueva experiencia. Si bien se habían dejado llevar por la pasión del momento, había mucho más detrás de ello y ambos lo sabían. Esta vez, cuando los labios del mayor besaron los ajenos, lo hicieron de una manera lenta, cuidadosa, con las comisuras ligeramente alzadas.

 

—¿Quieres que te haga mío, JiMin? —inquirió, su voz, un roce íntimo.

—Yo ya soy tuyo, hyung, cada parte de mí lo es… —y esta vez fue él quien lo besó.

 

Las manos del menor cobraron vida, acariciando la piel de YoonGi de la misma forma que él lo había hecho con la propia. Le parecía sorprendente encontrarse en aquella situación, a punto de entregarse el uno al otro. Siempre había admirado al mayor, siempre lo había observado de reojo, disfrutando de las atenciones que éste tenía para con él, mas nunca se había permitido dejar crecer aquella fantasía. Pero allí estaban, y a pesar de que YoonGi quizás se metiese en problemas por culpa de ello, ninguno podía contenerse por más tiempo, era algo que escapaba a sus posibilidades.

El mayor se incorporó, permitiendo que le quitase la camiseta, que pronto halló descanso sobre la de JiMin. Sus manos se posaron en su cadera y fue bajando por sus piernas. Sus ojos en ningún momento perdieron contacto con los del menor, por lo que podía vislumbrar que, a pesar de los nervios, disfrutaba de la intimidad de aquellas caricias. El menor, por su parte, posó las manos en sus hombros para luego trazar el camino de sus brazos. Para sorpresa del mayor, esta vez fue JiMin quien movió su cadera contra la suya.

 

—Joder, te ves tan bien haciendo eso.

—¿Haciendo esto? —preguntó, volviendo a elevar su cadera, frotándola contra la de YoonGi. El mayor mordió sus labios, una nueva ferocidad propagándose como fuego por un bosque. Ardía, pero JiMin no se detuvo, ni siquiera cuando un gemido bajo abandonó sus labios.

 

YoonGi se inclinó sobre él, acortando la distancia entre ambos, y esta vez aquel cuello fue el blanco de sus labios. A su vez, retomó los movimientos de su propia cadera, notando como no solo él sino también el contrario se encontraban cada vez más duros. El ambiente era una mezcla de jadeos, gemidos y suspiros. Ambos se mostraban deseosos de explorar más de la piel ajena, expediciones que se veían interrumpidas cuando la necesidad de besarse era tan incontrolable como la furia del mar.

Fue durante una de aquellas uniones que la mano de YoonGi se deslizó bajo la ropa interior de JiMin, solo para envolver su hombría. La espalda del bailarín se arqueó ante el contacto, un nuevo gemido escapando de sus labios. Sintiendo una repentina falta de control, tanteó su alrededor con desesperación hasta que sus dedos aprisionaron la tela de la almohada. Satisfecho con aquella imagen, YoonGi retiró el pantalón de pijama y el bóxer de JiMin lo suficiente como para dejar aquel miembro semi erecto desprotegido. La mano del mayor no tardó ni un segundo más en comenzar a moverse. El placer crecía en oleadas, arrastrándolo, y por más que JiMin era consciente del deseo de imitar los movimientos ajenos para brindarle placer también, no tenía la cordura suficiente como para hacerlo.

Aquella irresistible imagen tenía un gran efecto en YoonGi, quien notaba un cosquilleo en su vientre que lo llamaba a más. Incapaz de tolerar por más tiempo la presencia de tela entre ambos, se separó el tiempo suficiente como para que la ropa ya no fuese una barrera y quedase relegada al olvido. Jaló la manta sobre la que se encontraba JiMin y, al acomodarse encima de él, los cubrió con ella. Una vez más, su mano se cerró en torno a la hombría del menor, que comenzó a masturbar al instante. Sus labios buscaron los de él con la desesperación con la que buscaba el aire una persona que se encontraba ahogándose. Y así se sentía YoonGi, tenía la certeza que así acabaría si no lo besaba en ese momento.

 

—YoonGi… —de alguna manera, JiMin logró separar su mano izquierda de la espalda del aludido, que ni siquiera había notado el instante en el que las uñas se habían enterrado en su piel, y buscó la ajena—. Por favor…

 

YoonGi no necesitó más. Besó una vez más a JiMin y accedió. Fue entonces cuando cayó en cuenta de que no tenía lubricante. Le expuso le situación al menor, quien, en lugar de echarse para atrás, guió aquellos dedos hasta su boca. Las mejillas de YoonGi adquirieron el mismo color que las del contrario habían tenido minutos antes, y no era para manos, no solo sentía cómo la lengua de JiMin atendía a cada uno de sus dedos con gran esmero, sino que la mera visión del chico lamiendo sus falanges era sumamente erótica. Sin poder salvarse de aquella tentación, frotó su erección contra la contraria. Mordió su labio inferior al ver la forma en la que JiMin gemía, aferrándose a su mano casi con desesperación.

El primer dedo fue el peor de todos, sin importar cuánto lo deseara, el primer paso siempre era el más difícil. No era dolor, sino el extrañamiento que le producía a JiMin tener algo en su interior, lo que producía la tensión en su cuerpo. El mayor intentó distraerlo con besos pero éste se negó, no importaba que doliera, quería sentir cada paso del proceso, cada segundo de como YoonGi lo tomaba. Sabía que, tarde o temprano, ese dolor se transformaría en placer, no tenía miedo.

El primer dedo recibió a un segundo, y no pasó mucho tiempo antes de que un tercero se uniese a ellos. Cada paso hacía estremecer a JiMin, cuya única distracción consistía en la erección que esperaba por acunarse en su interior. El calor en presente en las mejillas de YoonGi pareció aumentar al ser consciente de aquello, incapaz de imaginarse en qué estaría pensando el menor. Se tomó un buen rato para prepararlo, por más que ambos estaban ansiosos por el siguiente paso.

 

—YoonGi… —las palabras de JiMin interrumpieron el silencio que hasta ese momento habían cortado únicamente sus gemidos—. Debería… —a pesar de no percibir su rubor, la interrupción de sus propias palabras dejó entrever su vergüenza—. ¿Debería lubricar tu miembro también?

 

Antes de que el aludido pudiese responder, JiMin se incorporó, acomodándose de rodillas junto a la cama. YoonGi se encontraba sorprendido todavía, por lo que fue él quien se vio obligado a guiar al mayor para que se sentara en el borde de la cama. No se permitió el planteárselo por segunda vez, si bien nunca había hecho eso antes, recibió en su boca la totalidad de la erección del contrario. Esta vez fue un jadeo de YoonGi lo que cortó el silencio. Una de sus manos se aferró a los cabellos del castaño, los cuales jaló con un poco de fuerza.

Al ser consciente de la intensidad que aquello le hacía sentir al mayor, JiMin cerró los ojos y comenzó a mover su cabeza hacia delante y hacia atrás. Tardó un poco en acostumbrarse, pero los sonidos que el contrario no alcanzaba a contener lo valían, más aún cuando fue consciente de que podía acompañar aquellos movimientos con su lengua.

Las oleadas de placer hacían que la voz de YoonGi fuera cada vez más alta. Ya no le importaba que los demás escuchasen, pero si no hacía algo pronto, acabaría corriéndose en la boca de JiMin. No sabía hasta dónde estaba dispuesto a llegar el menor en aquel sentido pero él no quería eso para su primera vez.

 

—Para… —pidió, pero JiMin no se detuvo. Al sentir que la lengua del chico presionaba la hendidura de su hombría, se aferró a las sábanas con su mano libre para no jalar los cabellos del contrario—. JiMin, para… P-por favor —esta vez, al escuchar la súplica en su voz, el aludido se separó, mirándolo con la confusión plasmada en su rostro.

—¿No te gusta? —preguntó. Parecía un cachorro al que acabaran de regañar. YoonGi despeinó los cabellos del chico con una sonrisa en sus labios.

—Por supuesto que me gusta, quizás un poco más de lo que debería, pero no es lo que quiero en este momento. Sonaré egoísta, pero mi deseo de estar en ti ya no puede esperar.

 

                Aquellas palabras le robaron el aliento al castaño, que se puso de pie, recostándose una vez más en la cama, arrastrando al mayor con él. YoonGi volvió a introducir sus dedos en JiMin, asegurándose de que continuara dilatado, al tiempo que besaba sus labios de nueva cuenta. Una vez que ambos estuvieron listos para dar el siguiente paso, se acomodó entre las piernas del menor, flexionándolas y levantando su cadera.

 

—¿Estás listo? —le preguntó al bailarín, mirándolo a los ojos, ya posicionado.

—Siempre estoy listo —respondió, incapaz de restringir una sonrisa.

 

                YoonGi no pudo reprimir el deseo de un último beso, ¿cómo podía ser el menor tan adorable? Sin embargo, el semblante de los dos adoptó cierta seriedad al volver a separarse. Con el mayor de los cuidados, el mayor comenzó a adentrarse en su pareja. Los dedos se JiMin apresaron las mantas con firmeza ante la abrumadora presión. Lo había experimentado con su boca en primera instancia así que se había dado una idea de cómo se sentiría, pero, como en la mayoría de los casos, la idealización poco se correspondía a la realidad.

 

—No pares —esta vez fue él quien suplicó al sentir que YoonGi disminuía el ritmo. El mayor buscó su mirada, preocupado, pero aquel par de ojos permanecía cerrado. JiMin cogió una gran bocanada de aire, intentando relajarse—. Por favor, yo… Quiero sentirte dentro, lo necesito, YoonGi.

 

                Mordiendo su labio inferior, YoonGi no se detuvo. Dejó salir todo el aire de sus pulmones en una exhalación una vez que se encontró dentro de él. Recién entonces JiMin abrió los ojos. A pesar del dolor que estos reflejaban, estaba feliz, ambos lo estaban, y cuando se unieron en un nuevo beso, supieron que tan solo sería el principio. YoonGi se encargaría de transformar aquel dolor en el placer más infinito, después de todo, ¿cómo no hacerlo con el inmenso amor que había de por medio?

 

 

—Ah… De verdad no puedo creerlo —protestó TaeHyung mientras se acomodaba junto a JungKook. Le tendió una de las tazas de chocolate caliente a JungKook. El volver a la casa por algo caliente de tomar no había sido una idea demasiado tentadora, pero hacía frío y ambos habían salido de la casa tan apresurados que no habían podido llevar abrigo. El intenso color rojizo estaba presente en los rostros de ambos, pero en aquel momento, el moreno no sabía si en el caso de JungKook era por la situación o por la poca clemencia que el viento marino tenía por ellos.

—Muchas gracias —el menor le dio un sorbo a la bebida, sujetando la taza con sus dos manos para ganar algo de calor. El pensar en la situación que los había llevado allí lo hacía sentir un poco incómodo—. ¿Cómo es que HoSeok puede dormir en este momento?

—Bueno, ya escuchaste sus ronquidos. Mientras no logren traspasar su burbuja, estará bien. Me pregunto si NamJoon y Jin también salieron huyendo. Eish, ¿qué no saben que hay más personas en la casa? Golpearé a YoonGi mañana.

—No seas cruel —dijo JungKook, pero la risa que se escuchó era muestra suficiente de que encontraba la situación divertida—. Conociendo a Jin hyung, estoy seguro de que él y NamJoon huyeron incluso antes de que todo comenzara.

—Poco a poco todos van encontrando su camino en el amor, ¿eh? Pareciera un cuento de hadas.

—Tienes razón… ¿Deberíamos ponernos de novios también?

—¿Disculpa? —en su perplejidad, TaeHyung apenas logró sostener la taza de chocolate. Al ver su expresión, JungKook no pudo hacer más que echarse a reír.

—Tan solo bromeaba —aclaró.

—Oh… —una vez más, su mirada se perdió en el mar ante él—. Ya veo… —añadió, unos segundos después.

 

                Un largo rato pasó sin que ninguno de los dos hablara, pero no era un silencio incómodo. El sonido del mar, cada vez más cercano a ellos, era como una melodía que los arrullaba al tiempo que, con su inquietante imponencia, los mantenía despiertos. TaeHyung observó de reojo a JungKook. Se veía tranquilo, parecía una persona diferente a aquella con la que había hablado en el baño de la universidad hace lo que se le antojaba una eternidad. Recordar la forma en la que el padre del chico lo había tratado en el hospital, en cómo se había negado a que fuera de viaje con ellos, era lo que le recordaba que por más que en aquel momento todo pareciese distante, era un problema real.

                Sus dedos rozaron los de su acompañante, que se giró a verlo con una expresión de sorpresa. TaeHyung la ignoró y forzó el espacio entre la mano del chico y la taza hasta que logró entrelazar sus dedos con los de él. La mueca de JungKook mudó en una sonrisa al observar el agarre, gesto que correspondió, pero cuando volvió a mirar al moreno, los ojos de éste se habían vuelto al mar. Imitó al mayor, aunque no pudo estarse quieto mucho tiempo, acabando por reposar la cabeza en el hombro del contrario. TaeHyung no hizo comentario alguno ni se apartó. Momentos después, reclinó su cabeza contra la de él.

 

—¿Qué es lo que piensas hacer cuando regresemos?

—¿Con respecto a qué?

—Tu padre… —la simple mención de éste bastó para que JungKook se tensara, retrayéndose en sí mismo—. Hey… —TaeHyung se giró a verlo, pero la mirada del más joven estaba clavada en el suelo. Lucía aterrado. Dejó la taza a un lado y pasó su brazo por los hombros de aquel chico, atrayéndolo hacia la protección de su pecho. JungKook, anhelando aquella sensación, se refugió en él—. No podemos dejar que sigas así, hay que hacer algo.

 

                Tardó unos minutos en darse cuenta de que JungKook lloraba y, al igual que lo había hecho anteriormente, no lo retuvo. En lugar de susurrarle palabras de cariño al oído, asegurándole que todo estaría bien, se limitó a envolverlo con sus brazos y a acariciar su espalda. TaeHyung era realista, sabía que JungKook tenía miedo, era una situación que lo ameritaba, sin embargo, aquello no llegaría a ninguna parte si él no se enfrentaba a su padre. TaeHyung de verdad quería ayudarlo, pero no podía hacer demasiado si su amigo ni siquiera se atrevía a compartir su problema con los demás.

 

—Yo… No sé qué hacer… —dijo JungKook, aunque su voz persistía quebrada por el llanto, se había logrado calmar un poco. Lentamente, se apartó del moreno para poder verlo a los ojos. Verlo al menor en aquel estado le partía el corazón a TaeHyung, y al ver una última lágrima que rodaba por su mejilla, se apresuró a recogerla con el pulgar.

—Hablarlo con los demás sería un buen primer paso —respondió.

—Pero si lo hago…, ya no habrá vuelta atrás.

—¿De verdad quieres que haya vuelta atrás en una situación como ésta? —JungKook no respondió. Allí estaba una vez aquella inmensa tristeza.

 

TaeHyung sentía cómo el enojo se adueñaba de él, ¿cómo habría alguien capaz de hacerle daño a ese chico? ¿Cómo era posible que su padre se atreviese a levantarle la mano? Pensó en el inmenso cariño que él sentía por su abuela. Si bien ya no estaba a su lado, habían tenido una gran vida juntos, TaeHyung la amaba con todo su corazón. No comprendía cómo había alguien capaz de quebrar aquel vínculo tan estrecho que implicaba la familia.

Se arrodilló en la arena, delante del menor, y una vez más lo rodeó con sus brazos. JungKook se acurrucó una vez más contra él, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello; cerró los ojos e inhaló el aroma del moreno, que lo ayudó a relajarse un poco más. No lo soltó al sentir cómo el más joven se removía, y cuando sus brazos acabaron por rodearlo, apoyó la mejilla en sus cabellos.

 

—Está bien —accedió.

—¿De verdad? —al notar el asentimiento de JungKook, la sonrisa que se había instalado en sus labios, se amplió—. SeokJin va a matarme por guardarte un secreto como éste durante tanto tiempo —protestó, pero no hubo risa por parte del contrario. Cerró los ojos y estrechó el abrazo aún más. Besó la coronilla del chico, comenzando a acariciar su espalda—. No puedo asegurarte que todo estará bien, pero verás que los chicos te apoyarán. Ellos te quieren mucho, juntos encontraremos alguna forma.

—Tengo miedo…

—Está bien tener miedo —afirmó el moreno, volviendo a reposar su mejilla.

—¿Y si me miran diferente a partir de ahora?

—No seas bobo —TaeHyung le dio un pequeño golpe—. Nadie se va a apartar de ti, nadie te mirará como a alguien inferior, y si no quieres que te traten como si fueras de cristal, solo dilo —bufó—. Recuerdo que sucedió algo como ello cuando falleció mi abuela, el que te traten con delicadeza solo hace las cosas aún peor. No solo las hace más reales, sino que la impotencia es mayor.

—Prométeme que nunca me tratarás como si fuera de cristal.

—Ah, JungKookie, pero tú eres de cristal. Eres mi princesa de cristal —afirmó, TaeHyung. El aludido se apartó de él al instante y le dio un golpe—. ¡Yah! —se quejó, cubriéndose la cabeza, sin embargo, al ver la sonrisa de JungKook, supo que había valido la pena.

 

En lugar de prometerse que nunca lo trataría como si fuera de cristal, se prometió que jamás dejaría que JungKook acariciara la oscuridad en la que él se había sumergido. Iba a protegerlo, costara lo que costara.

Notas finales:

¡Nuevo capítulo! ¿Me extrañaron? Estuve un poquito lenta por los exámenes pero como recompensa, es un capítulo un poco más largo. Decidí tomarme una pequeña pausa para poder esquematizar un poco más el fanfic y ver para qué lado va a ir ahora. No se va a extender mucho más así que a partir de ahora voy a tener que ser más precisa, sobre todo con la unión pasado/presente.


¡Espero que estén disfrutando la lectura! Como siempre, los comentarios son bienvenidos <3 ¿Cuál es su pareja favorita hasta el momento?


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