Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Day by Day por NamiShion

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo III
No te escondas de mí

                La temporada de lluvias se mostraba inclemente, algo que JungKook agradeció. Su padre se había marchado ya cuando él salió de su habitación, ya no tendría tiempo para desayunar pero la idea de abandonar su refugio antes de escuchar el sonido de la puerta era impensable. Echó un rápido vistazo a su reflejo en el espejo del baño, a excepción de sus ojeras nada parecía fuera de lo normal. Se detuvo un momento en el pasillo para escuchar la respiración de su madre, aún dormida, que lo tranquilizó un poco.

                Tuvo que correr para llegar a tiempo pero, cuando llegó, los demás aún seguían allí. Una mirada rápida bastó para notar la ausencia de SeokJin. TaeHyung sí estaba allí, con los auriculares puestos igual que cada día. Ni siquiera se giró a verlo cuando el menor se acercó a él.

 

—Buenos días —lo saludó JungKook, la falta de respuesta del contrario no lo sorprendió. Aún con el sonido de la lluvia, podía escuchar la música que el chico escuchaba. Pasó el peso de una pierna a otra, un tanto incómodo; cuando Jin estaba allí, era más sencillo ignorar el hecho de que su acompañante jamás se había molestado en mirarlo, pero la falta del chico era notoria.

—SeokJin está enfermo, no vendrá hoy —sin quitarse los auriculares, el moreno se fijó en el menor por primera vez. JungKook se sorprendió por aquellas palabras, era la primera vez que TaeHyung se dirigía directamente a él.

 

                Si bien era la primera vez que estaban a solas, no era la primera vez en la que TaeHyung se fijaba en JungKook. Habían pasado un par de días desde que su compañero de departamento lo había presentado al grupo, en un principio lo había considerado molesto, ¿tenía que socializar? Pero lo cierto era que JungKook le causaba curiosidad. Más allá de lo cariñoso que SeokJin podía resultar, no era habitual que incluyera gente en su pequeño círculo, mucho más conociendo la situación en la que actualmente se encontraba TaeHyung, ¿qué habría visto en aquel niño como para tenderle la mano?

 

—Ya veo… —las palabras no llegaron a los oídos de V, pero pudo leer sus labios con facilidad. JungKook bajó la mirada, intimidado por la penetrante mirada del contrario y, tras unos instantes, TaeHyung se perdió en su música nuevamente.

 

 

El despertador sonó en alguna parte de la habitación. YoonGi soltó un quejido ante el atronador pitido y se tapó con las mantas hasta la cabeza. La lluvia golpeaba contra la persiana con fuerza, señal de que aquel no sería un buen día. A su lado, sintió que algo se removía. Sobresaltado, YoonGi se incorporó y miró a su alrededor. Junto a él, los despeinados cabellos de JiMin volvían aún más adorable al adormecido bailarín.

Poco a poco, los recuerdos comenzaron a volver: había acompañado al chico hasta su casa y se había hecho tan tarde que el menor había insistido en que se quedara a dormir allí. Había protestado pero sin resultado alguno, al final, los padres de JiMin habían intervenido y no le había quedado más opción que quedarse. No sabía en qué momento el chico había pasado de dormir en el suelo a dormir con él.

Se sorprendió al notar que un par de ojos le devolvían la mirada. JiMin se restregó los ojos y estiró la mano, tras tantear un poco en su mesa de luz, el despertador finalmente se calló. Se veía tan adorable recién despierto que YoonGi no hizo comentario alguno acerca de la invasión a su espacio personal, el contrario tampoco parecía haberse dado cuenta de ello.

 

—Buenos días, hyung —lo saludó, incorporándose también. Tras un vistazo al colchón que estaba en el suelo, el menor pareció despabilarse. YoonGi pudo ver cómo sus orejas adquirían un color rojizo—. ¡Hyung, lo siento! Hacía frío y… —una mano en su cabeza detuvo su explicación a medias.

—Estaba calentito, dormí muy bien —dijo el mayor. Pasó junto a JiMin y tomó las prendas que había dejado en su mochila, consciente de que si no se levantaba, la tentación de permanecer en la cama junto al chico el resto de la tarde sería demasiado grande.

—¡Iré a preparar el desayuno! —JiMin, nervioso aún, se apresuró a salir de la habitación. YoonGi observó cómo la puerta se cerraba. Sus labios se curvaron en una sonrisa, agradecía que el menor estuviese lo suficientemente nervioso como para no notar lo mucho que lo estaba él.

 

 

—Buenos días —el peso de la mano de NamJoon sobre su hombro arrancó un jadeo de los labios de JungKook. El más alto no pareció notarlo, demasiado ocupado mirando a su alrededor—. ¿Dónde está SeokJin?

—Él está enfermo así que no vendrá hoy —explicó, más bajo de lo normal.

—Ya veo. En ese caso, iré a visitarlo después de clases. Pasaré por su clase para pedirle los apuntes a alguno de sus compañeros. Nos vemos luego.

 

                NamJoon se marchó por el pasillo, dejando a JungKook a solas con TaeHyung una vez más. Faltaba poco para que las clases comenzaran así que el menor pensó en imitarlo, sin embargo, al girarse se encontró con aquella penetrante mirada que se clavaba en él una vez más. Era la segunda vez en el día que el moreno lo miraba de aquella forma, ¿tendría algo en la cara? A pesar de notar que sus mejillas comenzaban a calentarse por la presión que aquellos ojos ejercían sobre él, no pudo despegar los propios de estos.

                El agarre del moreno lo tomó por sorpresa, pero éste tiró de su muñeca con tanta fuerza que, trastabillando, no tuvo más opción que seguirlo. El chico lo alejó del edificio en donde sus clases tenían lugar. Las protestas de JungKook cayeron en oídos sordos; cada paso era una tortura para él, pero TaeHyung no se detuvo hasta llegar al edificio del buffet, en el cual había tan solo unos pocos estudiantes. El baño del lugar fue su destino, el moreno arrastró al pequeño hacia allí y, tras chequear que no había nadie más, se apoyó contra la puerta para trabarla si alguien intentaba entrar.

 

—Quítate la ropa —ordenó, tajante. Los ojos de JungKook se abrieron ampliamente y su labio inferior cayó. El rojo se tornó en el color predominante de aquel infantil rostro.

—¿Qué?

—Que te quites la ropa, ahora. El buzo, la camiseta y el pantalón —el tono de TaeHyung era brusco. Una vez pasada la primera impresión, la irritación se hizo presente en la mirada de JungKook, dispuesta a ocultar algo más.

—¿Qué te pasa? Tengo que ir a clase y…

—Ahora.

 

                JungKook no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Por primera vez en días el contrario hablaba con él y era para eso? ¿Quién se creía que era? Clavó la mirada en el suelo, sin saber cómo reaccionar, y se acercó a la puerta con una clara intensión de salir. La mano de TaeHyung se cerró nuevamente en torno a su muñeca y lo empujó una vez más hacia el centro de la habitación. Esta vez, el mayor abandonó su lugar.

 

—¡Hyung! —protestó JungKook, y si alguien escuchó su grito, no dio señales de hacerlo. Los movimientos del menor se tornaron desesperados. Allí estaba aquello que el moreno había creído percibir: miedo.

 

TaeHyung era más fuerte que él, lo acorraló contra la pared más lejana a la puerta y jaló las prendas de JungKook hacia arriba con su mano libre. En un último intento de soltarse, el menor lanzó un arañazo. Un quejido escapó de los labios ajenos, pero aquello no fue suficiente, el estudiante de Veterinaria logró subir la prenda lo suficiente como para dejar a la luz los horribles moretones que la ropa había escondido hasta el momento. Tras haber corroborado sus pensamientos, soltó a JungKook y dio un paso atrás.

El castaño se deslizó por la pared hasta quedar sentado en el suelo. Se abrazó a sus piernas y, ocultando su rostro en ellas, dejó escapar las lágrimas que llevaba horas conteniendo. Los sollozos estremecieron su cuerpo, que temblaba levemente. La tensión lo paralizó cuando sintió que dos brazos lo rodeaban, seguido del contacto de una mejilla contra su espalda. El llanto se detuvo por unos segundos, pero al un nuevo quejido quebró sus labios y las lágrimas cayeron con fuerza reanudada. TaeHyung no dijo nada, tan solo permaneció a su lado, rozando su mejilla contra la espalda alta del chico. Por primera vez en mucho tiempo, JungKook se sintió seguro.

 

 

Le dio un sorbo a la malteada que tenía ante él. Luego de aquel arrebato de llanto, TaeHyung no había permitido que el menor fuera a clases. En lugar de ello, se habían tomado el mismo colectivo que el día anterior y, tras media hora de viaje, habían acabado en una cafetería bastante oculta. Ninguno de los dos hizo comentario alguno acerca de lo sucedido, sin embargo, JungKook podía sentir la mirada del contrario clavada en él. El sonido del plato siendo arrastrado por la mesa lo hizo levantar el rostro lo suficiente como para ver el muffin de chocolate que el otro le acercaba.

 

—Come —dijo TaeHyung, y el contrario no necesitó que lo repitiera. No había podido desayunar aquel día así que no pudo contenerse. El chico lucía tan hambriento que optó por pedirle un sándwich tostado también. Le haría bien comer un poco más.

—No puedes decírselo a nadie… —la voz de JungKook no era más que un susurro, pero el moreno lo escuchó; su mirada se tornó dura—. Por favor, nadie puede saberlo… —suplicó, mirándolo a los ojos.

—¿Quién fue? —por primera vez, JungKook fue el silencioso de los dos. TaeHyung apretó sus labios en una fina línea—. Esos golpes…

—Por favor… —el contrario miró a su alrededor para asegurarse de que nadie los estaba escuchando. Su mirada se cruzó con la de su acompañante por un instante pero inmediatamente acabó fija en el vaso de malteada. Ya no tenía hambre.

—Están abusando de… —ante la suplicante mirada de JungKook, acabó por soltar un suspiro. Reposó la mano encima de la mesa con la palma hacia arriba. El menor, confundido, miró aquella mano para luego mirarlo a él—. Quiero que me hagas una promesa.

—¿Qué promesa? —los dedos de TaeHyung se movieron en actitud tan demandante como la que expresaba su voz. Tras un instante de duda, JungKook permitió que sus dedos rozaran los ajenos. El moreno tomó su mano con firmeza.

—Quiero que me prometas que, si me necesitas, me llamarás. Y que me dejarás ayudarte.

—Yo…

—Promételo —los magnéticos ojos de TaeHyung atraparon la mirada de JungKook una vez más.

—Está bien.

—No huyas de mí.

—Está bien.

 

                Entonces, por primera vez desde que lo había conocido, los labios de TaeHyung se curvaron en una leve sonrisa. Una cálida sensación se adueñó de JungKook, quien al fin se permitió relajarse. El sándwich que el moreno había pedido llegó así que éste soltó el agarre y empujó el plato hacia él, sin dejar de mirarlo.

 

—Ahora come, pareces un conejo muerto de hambre.

—Yah, pareces Jin hyung —protestó JungKook.

—Creo que comienzo a ver lo que él vio en ti.

Notas finales:

¡Capítulo III! Espero que les haya gustado. No saben lo que sufrí escribiendo este capítulo, y eso que no hay nada explícito. Creo que lo más difícil para un escritor (al menos que seas George R.R. Martin) es ver sufrir a sus personajes. La mayoría de mis fanfics tienen su pelín de drama y cuando lo tengo que desarrollar, se me hace un nudo en el estómago, pero bueno, cosas con las que uno tiene que lidiar.


Como siempre, muchas gracias por los reviews, me alegra mucho ver que hay lectores que van siguiendo la historia, espero que la estén disfrutando. Aquí entre nos, no puedo con el YoonMin. Quizás, QUIZÁS, haya un poco más de NamJin en el próximo capítulo, solo si se portan bien.


¡Nos vemos la próxima!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).