Cuando regresó Bakura ya se había cepillado los dientes y acostado en su posición habitual, Ryou sacó su pijama del armario (que consistía en un buso gris igual al de Bakura, un poco entubado, y una camisa de tirantes azul oscuro y se fue a cambiar al baño de su cuarto, cuando regresó apagó la luz y se acostó junto a su oscuro, quien parecía estar ya quedándose dormido, pero esto no parecía ser tan cierto, pues Bakura volteó su cabeza hacia su dirección sin abrir los ojos y estiró un brazo que quedó casi en su cintura y de ahí no se movió más. Ryou por su lado, comenzó a acariciar el cabello de Bakura y le dio las buenas noches, siendo lo último que Bakura escuchó, antes de que, por las caricias, se quedara profundamente dormido.
Ryou comenzó a despertar, pero sin abrir los ojos sintiéndose sumamente descansado como no se había sentido en mucho tiempo, pero no fue lo único que sintió al despertar, pues se dio cuenta de que había algo pesado sobre él, algo MUY pesado para él. Los ojos esmeralda se dejaron ver, para que después extrañados, voltearan a ver hacia abajo “descubriendo” que era ese extraño peso que sentía el peliblanco.
Bakura dormía más que profundo con sus brazos, hombros, parte de su pecho y cara sobre el pecho de Ryou, mientras que el resto de su cuerpo estaba en alguna de espacie de diagonal que cubría el resto de la cama y dejaba sus pies al descubierto fuera de los límites de la sabana y cama.
¿En qué momento durante la noche se había movido tanto? Se preguntaba Ryou, pero de todas formas debía quitárselo de encima, pues tenía que preparar el desayuno y almuerzo de ambos (aunque ya faltaban 5 minutos para la 1 de la tarde) e ir a buscar alguna medicina para Bakura.
Ryou trató de mover a al mayor un poco al lado, pero ni siquiera eso podía, apenas si podía levantar ambos brazos del mayor, pero no se movía ni un centímetro. Tal vez Bakura estaba en buena forma, pero sus músculos hacían que pesara como si no lo estuviera y su pequeño logro de mover los brazos de Bakura había quedado en el olvido, pues con tantos movimientos este se abrazó a Ryou como niño a su peluche y no soltó.
Ryou realmente no quería despertarlo, pero no le quedaba otra opción, pues Bakura podía todo un día si quería y Ryou no estaba dispuesto a servir de almohada todo el día.
-Kura… -Llamó suavemente el oji esmeralda al mayor, pero nada; – Oye Kura despierta – No parecía estar funcionando en lo absoluto, así que Ryou comenzó a sacudirlo un poco mientras le hablaba un poco más alto; - Kura enserio, despierta, necesito levantarme – En su sueño, Bakura frunció el ceño, “tal vez ya está despertando” pensó Ryou, más el mayor resistía a despertar abrazándose más fuerte a su hikari y este ya estaba comenzando tener dificultades para respirar adecuadamente; -Bakura despierta por favor, estas muy pesado y no te puedo mover – el aludido comenzó a abrir los ojos lentamente hasta enfocar a Ryou; - Lamento despertarte pero ¿Podrías soltarme? No me puedo mover y necesito ir a buscar medicinas para ti, además de que ese monstruo tuyo va a comenzar a rugir dentro de poco – Ryou sabía qué si no fuera porque estaba afónico, Bakura estaría bufando al dejar su comodidad, pero aun así soltó al menor y se acostó en el lugar donde realmente debió haber estado durmiendo en primer lugar; - Gracias, volveré dentro de poco, así que te recomiendo disfrutar los últimos minutos de sueño que te quedan bella durmiente - A Bakura no le hacía gracia el apodo que usaba Ryou para molestarlo cuando dormía mucho y él lo sabía, por lo que al no poder hablar, no le quedó de otra más que mirar de manera “asesina” al oji esmeralda, quien rio un poco al haber conseguido su objetivo.
Ryou fue a su armario, sacó su ropa y se fue a bañar, mientras que Bakura tomaba su consejo, haciéndoselo saber Ryou cuando este salió del baño y lo vio de nuevo profundamente dormido. El menor rodó los ojos y salió de la habitación con rumbo ala la cocina donde preparó el desayuno y de ambos y puso solo el de Bakura en el microondas, ya que él comió el suyo y dejó parte del almuerzo haciéndose mientras iba a comprar las medicinas de Bakura y otras cosas, ya que de todas formas no tardaría mucho.
Y así fue, Ryou volvió con todo lo necesario y como había planeado, la comida estaba casi lista, por lo que subió a tratar de despertar al oso que estaba invernado en su cuarto.
Por más que intentó ignorar a Ryou, Bakura no tuvo de otra más que despertar y levantarse a comer, cuando terminó, notó que Ryou había ido a hacer las compras, aprovechando para ver que el almuerzo ya estaba casi listo, viendo que por fin iba a comer carne después de (a lo que a él le pareció) una eternidad. Y como Ryou ya suponía, Bakura quiso comer justo después de haber desayunado. Todo iba normal, hasta que Bakura probó el jugo de color parecido al vino, el mayor nunca había visto nada igual (excepto el vino en Egipto y dudaba que Ryou trajera vino a la casa, en especial porque a él no le gustaba el alcohol y menor de edad, por lo que no podría comprarlo de todas formas) así que lo probó lentamente y de inmediato se enamoró del sabor.
- ¿Te gustó? Yo mismo lo preparé – Bakura asintió rápidamente, para después hacer un gesto que preguntaba que era; - Es jugo de mora, uno de mis favoritos, supuse que también te gustaría – Bakura estaba 100% de acuerdo en que estaba delicioso y lo mejor era que Ryou lo había hecho; - Cuando termines sube a mi habitación para darte tus medicinas – De nuevo, Bakura solo asintió.
Ryou estaba con su teléfono, cuando Bakura entró en la habitación para recibir sus medicamentos; - Ten, me dieron una caja de Bucometasana, debes tomarlas cada 3 horas, bueno, tomarlas no, más bien solo debes hacer que se deshaga en tu boca sin masticarla o tragarlas hasta que esté bien desecha, pero no puedes tomar más de 7 al día – N/A: http://www.farmaciallado. com
/dolor-de-garganta-y-afonia/289-bucometasana-30-comprimidos.html
Lo puse separado para ver si los de fanfiction pueden ver los links así xD porque hay veces en las quedo como una imbécil diciendo: “Aquí les dejo el link” o algo así y en fanfiction no sale.
Bakura agarró el cuaderno y el lapicero y preguntó: - ¿Y debo tomarlas con agua? – y esta vez fue Ryou quien solo negó con la cabeza, por lo que Bakura “tomó” su pastilla allí mismo.
Más tarde, Bakura estuvo un rato discutiendo con Ryou, ya que este no lo dejaba hacer sus ejercicios porque decía que le haría mal a la garganta, pero Bakura insistía en decir que nada le pasaría y que no le haría mal, más Ryou dijo la última palabra y se acabó. Bakura se bañó y al no tener nada por hacer se encerró en su habitación o tal vez estaba haciendo berrinche, la verdad Ryou no estaba muy seguro.
Cinco días más tarde
Bakura se le había un poco la garganta, ahora podía hablar más fuerte y claro, pero al hacerlo aún le seguía doliendo, por lo que todavía tenía que usar un cuaderno para hablar, pero como ya se le estaba gastando, Ryou recordó que antes de que el mayor llegara a la casa, había guardado 4 cuadernos en el escritorio del cuarto que ahora le pertenecía al oji carmesí. Ryou fue a buscar uno de los cuadernos para entregárselo a Bakura, quien estaba en la sala de estar viendo quien sabe que en la televisión. Ryou entró en la habitación y se sentó en la silla del escritorio y se inclinó un poco hasta el último cajón y lo abrió, viendo que efectivamente allí estaban los cuadernos, agarró el que estaba de primero y lo abrió, quedando sorprendido por lo que vio, algo que jamás imaginó ver y estuvo viendo durante varios minutos de página en página, más su sorpresa se vio interrumpida cuando Bakura entró en la habitación, pues se extrañó de Ryou hubiera tardado tanto, quedando también boquiabierto y un poco avergonzado al ver que Ryou “descubrió su secreto”.