Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Verdad Pasajera por cravatnaitospain

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

Nos quedamos petrificados. No sabíamos cómo reaccionar ante lo que estaba sucediendo. Detrás de la puerta se encontraba la persona que había desestabilizado la vida de Neil y le había hecho sufrir durante casi tres semanas: su propia madre.

Volvió a picar al timbre, esta vez con más insistencia.

- ¡Ábreme, John! –dijo gritando y golpeando la puerta. – ¡He visto que has entrado en casa!

El padre de Neil nos indicó con gestos que nos quedáramos alejados de la puerta y que no dijéramos nada.

- No pienso abrirte. – le dijo él totalmente tranquilo.

- ¡Es mi casa! ¡Tengo derecho a entrar! – dijo su madre, con un tono alterado. – Además, ¡Fuiste tú quien se fue de casa ayer!

- ¡Sabes perfectamente porqué!

Desde el comedor, Neil y yo escuchábamos toda la conversación. Estábamos impresionados, pero a la vez asustados. Neil debía estarlo más que yo, ya que era la primera vez que veía a sus padres discutir de esa forma. Me agarró la mano. Nos miramos, preocupados, y seguimos oyendo la conversación.

- ¡No es la primera vez que me haces esto! –Siguió diciendo el padre de Neil a su esposa – ¡La última fue hace más de 15 años! ¿O es que no lo recuerdas?

¿15 años?

- ¡Eso no es verdad! ¡Hace 15 años no sabía lo que hacía, y lo de hace unas semanas fue una cosa puntual! ¡Yo jamás le haría esto a nuestra familia!

- Helen… por favor no me mientas. Ambos sabemos a cuál de los dos le importa más Neil. Y hace 15 años, demostraste perfectamente quien eres en realidad.

Espera un momento… ¿Qué tiene que ver Neil con lo que pasó hace 15 años? Miré a Neil, él tampoco entendía nada.

- ¿Pero de qué vas? ¿Intentas darme lecciones sobre cómo ser una buena madre, cuando tú no has hecho nada para ser un buen padre?

- ¡Venga ya! ¡Yo fui el que decidió quedarse en esta familia después de descubrir que Neil no es mi hijo!

Aquellas palabras resonaron en mis oídos como dos tambores. … ¿Qué era lo que acababa de oír? Inconscientemente, miré a Neil. No sé si alguna vez podré describir con exactitud lo que vi en su mirada, pero pude ver tristeza, rabia, decepción e indignación en sus ojos. Creo… que jamás lo había visto así.

- Neil…

El padre de Neil zanjó la conversación con un grito. Entró en el comedor y abrazó a su hijo. Seguramente le dolía haber dicho lo que dijo delante de Neil.

- hijo… Yo siempre te he querido. Aunque no fueras mi hijo. Jamás en ningún momento se me ocurrió abandonarte. Si me quedé junto a tu madre… fue por ti.

Neil se apartó de su padre con suavidad.

- Papá… déjalo. Tú no tienes la culpa.

Le sonrió. No sé si era mi impresión o no, pero hubo algo en esa sonrisa que me dio mala espina.

- Además, no estoy enfadado contigo.

El padre de Neil suspiró. Miró el reloj.

- Tengo que irme. El abogado me estará esperando… ¿Creéis que ya se habrá ido?

Me encogí de hombros.

- Bueno. – dijo cogiendo la chaqueta del perchero. – Me arriesgaré.

Hice una mueca, preocupado. El padre de Neil siempre había sido muy amable con los dos y, en parte, me preocupaba su seguridad. Aun así, nos dio dos besos antes de abrir la puerta.

- Cuida de Neil – me dijo susurrando en la oreja. – No permitas que le pase nada.

Asentí ante aquella promesa. Pensaba cumplirla pasara lo que pasara.

- Bien, me marcho.

Se despidió de nosotros y se marchó. En cuanto se cerró la puerta, miré a Neil.

- Hey. – le dije, acariciando su mejilla con la mano. - ¿Estas… bien?

Se encogió de hombros.

- No lo sé… Es decir, ¿Cómo se tiene que reaccionar en estas situaciones?

- No tengo ni idea. – suspiré. – No creo que haya un protocolo para eso.

Sonrió un poco.

- Tienes razón.

Se sentó en el sofá. Me senté a su lado y esperé a que me diera conversación.

- ¿has oído lo que ha dicho mi padre? – dijo de repente. – Dijo que me quería a pesar de que no soy hijo suyo… ¿Es eso posible? Es decir, ¿Puedes querer a alguien a pesar de no ser de tu sangre?

- La gente que adopta a sus hijos sí.

Suspira.

- Es verdad… Es solo que… me cuesta entenderlo.

- Es normal que te cueste entenderlo. – le dije, acariciándole la mejilla. – Lo que estás pasando es muy complicado de soportar. Por eso… - le cogí de las manos y le ayude a levantarse. – Vente a mi casa. Hoy dormirás allí.

- ¿Eh? Pero…

- No te preocupes por nada. Antes, cuando ha llamado mi madre, le he preguntado si podías venir a casa a dormir unos días, y me ha dicho que sí que puedes.

- ¿Enserio?

- Bueno, me ha costado convencerla, pero sí.

- Bueno… - dijo él. – Si te ha dado permiso…

Sonreí.

- Pues no se hable más. Coge tus cosas y nos vamos.

*****

Después de una abundante cena, nos fuimos a dormir. Nos estiramos los dos en la misma cama (como era habitual en nosotros). Una vez que estábamos los dos solos, nos miramos a los ojos.

- ¿Qué ocurre? – le dije. - ¿Por qué me miras tanto?

- Porque te admiro.

- ¿Me admiras?

- Si. Tienes un gran corazón, y no te importa saltarte clase o perjudicarte a ti mismo con tal de estar al lado de las personas que te importa.

- Te equivocas, solo lo hago contigo.

- ¿Y eso por qué?

- Porque eres la única persona que me importa.

Se quedó callado. No creo que se esperara una respuesta como esa. Suspiró.

- ¿Es por eso por lo que hoy has estado todo el día junto a mí, a pesar de que te has perdido clase?

- Por supuesto.

Nos volvimos a quedar callados. Aun que, entre nosotros, estos momentos de silencio decían más que cualquier otra conversación que hubiéramos tenido anteriormente.

- Si hoy hubiera sido un día normal, no estarías tan lejos de mí.

- ¿A qué te refieres?

- Acércate más.

Al ver que no se acercó lo hice yo. Rocé mis labios con los suyos, tentándole a besarme.

- ¿No quieres… besarme?

- No… ahora no. Siempre nos están interrumpiendo.

Me reí. Lo que decía era verdad. Teníamos tan mala suerte…

- ¿Y si te digo que te quiero? ¿Lo harías?

- ¡¿Q-que?!

- Que te quiero. Eso es lo que estoy diciendo.

Se reincorporó un poco.

- ¿Qué es lo que has dicho?

Pero no podía justificar por lo que había dicho. El día había sido demasiado largo y demasiado cargado de emociones, por lo que mis ojos se cerraron involuntariamente. Mientras me iba quedando dormido podía oír la incesante voz de Neil rogándome que repitiera lo que acababa de decir.

Creo que tardaré bastante en volver a repetirlo.

*****

Me desperté con un dolor muy fuerte de cabeza. Intenté reincorporarme pero todo me daba vueltas. Me volví a tumbar y miré a Neil.

- Neil… despierta, por favor.

Él estaba dormido como un tronco. Lo zarandeé un poco hasta que pude despertarlo.

- ¿Ngh?... ¿Qué pasa? – dijo, medio dormido.

- No me encuentro nada bien… me duele muchísimo la cabeza y estoy muy mareado.

- ¿Eh? ¿En serio? – me dijo, algo preocupado. – Voy a avisar a tu madre. No te muevas.

- No… si tampoco puedo. – le dije mientras él se levantaba y se marchaba.

Volvió enseguida acompañado de mi madre.

- Espero que esto no sea una excusa para volver a saltarte clase. – me dijo mientras me ponía una mano en la frente. – Ya te permití saltártela ayer, ¡y da gracias!

Suspiré. No tenía ganas de contestarle, me encontraba demasiado mal.

- Parece que tienes fiebre. – dijo, algo preocupada.

- Por favor, mamá, déjame descansar hoy. – le supliqué. – Me encuentro fatal.

No era ninguna mentira. Realmente quería quedarme en casa.

- Lo siento. – me dijo. – pero deberías ir. Aunque sea solo la primera hora.

- ¿Pero porque?

- Porque ayer, cuando me llamó tu directora tuve que inventarme una excusa para que no se diera cuenta de que yo no sabía nada. Y le dije que hoy asistirías a clase.

Suspiré.

- Vaaale. Ya voy.

Al final, me vi obligado a ir. No quería, pero tuve que hacerlo.

- No te preocupes. – me dijo Neil. – yo estaré pendiente de ti por si empeoras.

Sonreí.

- Gracias. Es un detalle.

Me llevé una mano a la frente. La cabeza me dolía cada vez más.

- Buenos días a todos. – dijo el profesor.

A medida que pasaban las horas, el dolor de mi cabeza se iba acrecentando aún más, como si tuviera una taladradora dentro de mi cabeza. Poco a poco, pude notar como su voz se iba haciendo cada vez más lejana, mientras el dolor me invadía aún más, y todo se volvía más oscuro a medida que pasaba el tiempo. Pronto, noté como mis ojos se cerraban y me caía al suelo. No llegué a oír el golpe.

 

Creo… que me desmayé.











Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).