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La felicidad a través del sol en tus ojos por desileo

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Fenris no sabía qué responder ante tal pedido de Hawke pues le estaba pidiendo matrimonio; ya no para fingir y poder darle asilo o evitar que Meredith le siguiera mandando candidatas sino porque sus sentimientos eran recíprocos, amándolo a él a pesar de no conocerse por mucho tiempo y desconocer por completo quién era él.

 

Sus sentimientos estaban completamente divididos: la parte egoísta le gritaba que aceptara para que en definitiva no quedara ningún cabo suelto en ese mundo, pero la parte sentimental le suplicó que no lo hiciera, que lastimaría a Helios por ello pues no podía quedarse a su lado como él lo deseaba.

 

Sabiendo que debía decirle la verdad, el elfo respondió.

 

─Yo también te amo, pero yo…

 

Hawke no le dejó terminar, pensaba que con esa confesión de amor estaba aceptando, por lo que lentamente retiró su guante para colocar el anillo, sin embargo cuando reveló su mano, dejó al descubierto lo que Fenris con tanto ahínco le intentó ocultar.

 

Su mano estaba completamente traslúcida, dejaba ver apenas los contornos de la misma. Helios quedó anonadado, en un silencio incómodo.

 

En pánico, el elfo lo apartó bruscamente,  esto atrajo la atención de las personas cercanas a ellos; intentando ocultarse a los demás (y alejarse de Hawke), Fenris salió de la mansión, sin importarle los llamados del hombre que le robó el corazón.

 

Cuando salió de la mansión y el frío de la noche lo recibió, el elfo sintió su fuerza menguar lentamente con cada paso que daba, sabía que no importaba el esfuerzo que hiciera, no llegaría muy lejos.

 

Con ello en mente, decidió pasar los últimos momentos de su existencia en el lugar donde él consideraba como su hogar y  en donde había pasado los instantes más felices en ese mundo.

 

Conforme se fue acercando a la mansión de los Hawke la fuerza lo iba abandonando, lo que provocó que solamente pudiera llegar al jardín en donde él y Helios habían tenido aquella charla tan íntima. Cayó rendido al suelo.

 

No necesitó ver hacia sus piernas para saber que casi habían desaparecido, por lo que resignado se sentó en el suelo y esperó el amargo final. Vio a su alrededor, contemplando por última vez ese jardín tan hermoso, el cual daba un aire triste gracias a la iluminación de la luna creciente, pero eso tal vez se debiera al estado de ánimo del elfo.

 

Pensó tristemente que todo tenía un final, tanto la vida como los momentos felices y su momento había llegado, que al menos pudo convivir con su creador y cumplir su objetivo: hacerle feliz.

 

Sintiendo su final acercarse cerró fuertemente los ojos, para así evitar que cualquier lágrima fugitiva saliera de sus ojos, mas una voz rompió con el silencio del jardín.

 

─Sabía que te encontraría aquí. Te estuve buscando.

 

Abrió asombrado nuevamente sus ojos, volteando hacia el origen de esa voz tan querida y amada. Lo primero que pudo ver fue el sol en la mirada del hombre, reconociendo el resto de sus facciones al instante.

 

Helios, malinterpretando toda la escena anterior se disculpó.

 

─Perdón por lo de antes. Fue muy repentino… tal vez fue muy desagradable para ti.

 

Suspirando, Fenris aclaró las cosas con Hawke no queriendo que éste tuviera una idea equivocada sobre el asunto.

 

─Te equivocas. No huía porque negara tu propuesta.

 

Perdido por esa declaración, Helios preguntó apremiante.

 

─¿Entonces por qué?

 

No queriendo revelar quién era realmente, el elfo respondió misteriosamente.

 

─Ya no soy capaz de estar a tu lado… mis recuerdos volvieron y tengo que ir a casa.

 

Con tranquilidad, Hawke respondió sinceramente.

 

─No me importas quién eres. Me gustas y la única casa a la que puedes volver está aquí.

 

Sin entender la última declaración del hombre, Fenris le vio por unos segundos antes de que comprendiera lo que decía; de alguna manera, Helios sabía que él era el personaje que dibujó por largos años.

 

Con una sonrisa traviesa, Hawke confesó.

 

─Era imposible que no me diera cuenta. Estás tal y como te describí la primera vez que recree tu historia, Fenris.

 

El elfo lo vio por un largo momento, pensando en lo poco probable que una persona normal creyera tan disparatada historia; pero al tratarse de Helios, aquél que dibujó su nueva historia y se dedicaba a trabajar gracias a su imaginación, era lógico que llegara a tan extraña conclusión.

 

Aunque con ello, podría explicar por qué le había acogido en su hogar desde el primer día que le vio fuera del libro de dibujo.

 

Sabiendo todo eso, Fenris se armó de valor y se quitó el otro guante para después levantar ambas manos y mostrarlas a Hawke, para que así comprendiera lo que estaba pasando.

 

No tuvo que esperar mucho tiempo para ver su reacción, la cual estaba llena de asombro e inseguridad.

 

─¡Tus manos! Entonces, lo de hace rato no fue mi imaginación… son realmente transparentes.

 

Siendo sincero, y dándole la opción a Helios de no escuchar toda la explicación que tenía que dar, anunció.

 

─Yo… desapareceré.

 

Apoyando sus palabras, su cara empezó con el mismo proceso, al mismo tiempo que sus piernas iban perdiendo sensibilidad y le sustituía un enorme frío que poco a poco subía por su cuerpo.

 

Asustado, Helios preguntó.

 

─¡¿Por qué?! ¡¿Es porque has recordado quién eres?! ¿¡O es porque yo sé lo que eres?!

 

Negando levemente con la cabeza, el elfo reveló.

 

─Yo tenía un objetivo… sin embargo éste ya se ha cumplido, por eso…

Hawke no le dejó terminar y en su lugar se acercó rápidamente hasta la cara de Fenris, besándolo bruscamente en los labios dejando en completo shock al segundo, no sabiendo muy bien cómo debía reaccionar, para finalmente corresponder el gesto.

 

Pronto pudo ver que Helios estaba llorando, lanzando sollozos entre sus labios, mientras murmuraba.

 

─No quiero que te vayas… por favor, quédate.

 

El elfo pudo sentir cómo nuevamente unía sus labios para besarlo con desesperación, llorando amargamente y dejando caer sus lágrimas en las mejillas de Fenris, mezclándolas con las que éste derramaba.

 

Desde hace días se había resignado a desaparecer, pero ahora con todos sus sentimientos a flor de piel, deseó poder quedarse al lado de Helios, pues la felicidad que tanto le desearon estaba en los ojos de su creador, los cuales brillaban tan intensamente como un sol.

 

Por unos segundos tuvo la loca idea de que, si Hawke lo deseaba y lo necesitaba, podría quedarse por el resto de su vida a su lado.

 

Casi en cuanto terminó ese pensamiento, el cuerpo del elfo cambió radicalmente: la sensación de frío que antes le embargaba desapareció por completo, la calidez de Helios lo sustituía. Las sensaciones antes casi imperceptibles para él las recuperó en un abrir y cerrar de ojos y por último, rompiendo el beso vio hacia sus manos y comprobó que éstas volvían a ser de carne y hueso.

 

Notando lo último, con una sonrisa en sus labios, Hawke abrazó fuertemente a Fenris, murmurando un agradecimiento a la nada, aunque el elfo seguía confundido, por lo que comentó.

 

─No lo entiendo, se supone que debería desaparecer en cuanto cumpliera mi objetivo.

 

Curioso, Helios preguntó.

 

─¿Y cuál era ese objetivo?

 

Adquiriendo una tonalidad roja imposible de ocultar, Fenris respondió apenadamente.

 

─Devolverte tu brillo. Aparecí frente a ti porque quería apoyarte, ya que te sentías solo. Sin embargo, he cumplido con ello, por lo que…

Tranquilamente, Hawke corrigió.

 

─Te equivocas, tu objetivo no ha llegado a su fin. Fenris, tu objetivo es ser feliz. Escribí tu historia para que fueses feliz; te dije que dibujaría tu felicidad. Me gustas, por eso, quiero que me permitas hacerte feliz.

 

Se separó lo suficiente del cuerpo del elfo para sacar nuevamente la sortija de compromiso, mientras que éste lo observaba con asombro, puesto que pensó que desistiría de la idea.

 

Estirando su mano derecha, preguntó delicadamente.

 

─¿Podrías aceptar esta única petición? Cásate conmigo, por favor, Fenris Nephrite.

 

Contagiado por la sonrisa de Helios, Fenris respondió.

 

─Por supuesto, Helios Hawke.

 

Acompañando esas palabras el elfo extendió su mano izquierda, posándola en la de Hawke, el cual colocó el anillo de compromiso, terminando así el engaño hacia los demás para convertirlo en realidad.

 

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El elfo estaba por asesinar a su esposo ya que nuevamente estaba leyendo el libro de dibujo, en la página agregada por el primero en un arrebato de desesperación hace casi un año.

 

A modo de disculpa, Helios explicó.

 

─Lo siento, pero sin importar cuántas veces lo lea me sigue causando gracia. Ni siquiera cuando era niño dibujaba tan mal.

 

Fenris intentó quitárselo, sin embargo, Hawke lo colocó a una altura en la que no podía alcanzarlo, justo encima del armario del cuarto que ahora compartían.

 

Desde hace varios días, había comenzado a escribir una secuela de su historia con la ayuda de Varric, el cual también sabía la verdad sobre su origen y negaba completamente enseñárselo hasta que terminaran.

 

Cuando le preguntó al enano cómo lo averiguó, lo único que hizo fue guiñar un ojo y responder crípticamente que “difícilmente olvidaba los encargos que hacía”.

 

Molesto por la constante burla del hombre, el elfo respondió.

 

─No te burles tanto, dibujar no es mi punto fuerte, y en ese momento estaba desesperado así que deja de bromear.

 

No estaba apenado por su desastroso intento de retrato de Helios, pero tampoco era muy grato verlo, así que esperó hasta que su esposo dejara el tema de lado y le abrazara a modo de disculpa, el cual no se hizo esperar.

 

Con curiosidad, Hawke preguntó.

 

─¿Ya no te da frío al ver las velas?

 

Reflexionando un poco sobre la pregunta, Fenris respondió sinceramente.

 

─Desde aquel día, ya no pasa eso.

 

Con un rostro aliviado Helios suspiró, tenía la certeza de que el elfo ya era completamente de este mundo, a pesar de sus recuerdos. Hawke lo tomó de la mano y lo llevó hasta la cama, dispuesto a dormir para tener una mañana bastante divertida al día siguiente.

 

Fenris lo siguió, pues tenía la certeza de que la felicidad que todo ser viviente deseaba, estaba en los ojos de la persona acostada a su lado.

 

FIN

 


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