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La felicidad a través del sol en tus ojos por desileo

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Fenris cayó pesadamente en la cama, mientras gruñía en voz baja por el dolor en todo su cuerpo. A pesar de que eran dos personas limpiando el almacén, tardaron en hacerlo hasta la noche, sobre todo porque pudo comprobar las habilidades de Hawke para limpiar.


El hombre era un desastre, levantaba demasiado polvo al sacudir las cosas, por no decir que los lugares que supuestamente había limpiado estaban a medias y ni qué mencionar de su aspecto al terminar, estaba peor que la propia habitación.


Afortunadamente el elfo se las arregló para tener todo el lugar limpio en un solo día y, con un ayudante que no le apoyaba mucho, resultó completamente cansado.


Tenía demasiada pereza levantarse de su lugar, viéndose realmente tentado a dormirse con la ropa puesta, pero sabía que no sería cómodo dormir con ésta, por lo que reticentemente se levantó y se dispuso a cambiarse, sin embargo, un extraño brillo por su ventana captó su atención.


Se asomó por ella curioso de lo que pudiera ser, encontrando que la extraña luz provenía del jardín trasero de la casa. Se debatió por largos minutos si debía ir ahí, pues todavía estaba fresco en su mente el encuentro con aquel extraño fantasma.


Finalmente Fenris decidió ir hasta el jardín, ya que algo dentro de él le indicaba que tenía que ir. Cruzó rápidamente la estancia y salió por la puerta conectada al comedor, lo recibió un agradable viento primaveral que llevaba el aroma del jardín.


El lugar estaba lleno de flores variopintas, daba un aspecto mágico al lugar, sobre todo por la luna que las iluminaba. El elfo quería ver mucho más de cerca el sitio pero todo quedó en el olvido, incluido el motivo por el que había ido a ese lugar a esas horas de la noche cuando vio una figura sentada en una de las bancas, con la cabeza gacha.


De inmediato la identificó, e hizo surgir en él una enorme duda: ¿qué era lo que estaba haciendo?


Se acercó lentamente, intentando no asustarlo sospechando lo que hacía, hasta que llegó a su lado y llamó suavemente.


─¿Helios?


Hawke levantó la vista rápidamente ante su nombre, confirmando lo que Fenris pensaba. Su rostro era surcado por las lágrimas, su dueño las sacó mientras devolvía la pregunta.


─Fenris, ¿qué haces aquí?


Sabiendo que decía lo obvio, esperando que su respuesta fuera el motivo, el elfo preguntó.


─¿Estabas llorando?


Su rostro enrojeció de inmediato, volteando rápidamente hacia el cielo respondiendo.


─Por supuesto que no. Estaba viendo a la luna.


Fenris lo vio fijamente, sin tragarse ese cambio de tema provocando que ambos cayeran en un silencio incómodo. Finalmente decidió que, así como Helios no le presionaba para que recordara quién era, él haría lo mismo, por lo que recordando lo acontecido en la mañana, cuestionó.


─¿Por qué  Nephrite? Un apellido más común habría funcionado.


La cara de Hawke se llenó de agradecimiento ante el cambio del tema, respondiendo sinceramente.


─No tenía mucho en la cabeza cuando Meredith preguntó. Realmente se me ocurrió al ver tus ojos. Mi madre tenía un collar con esa piedra, realmente era hipnotizante el color verde de esa joya, al igual que tus ojos.


Apoyando su punto, observó los ojos del elfo directamente, provocando que éste le devolviera la mirada intrigado, pues por primera vez se daba cuenta de lo que llamaba su atención hacia los ojos de Helios.


Iluminados por la luz de la luna parecían dorados, tanto así que a Fenris le recordaban al sol. Sin poder detenerse, se acercó hasta Hawke, le tomó la barbilla y la elevó para que la luna los irradiara y confirmar su teoría.


Pudo ver por el rabillo del ojo que el hombre estaba completamente confundido, por lo que a manera de explicación, comentó.


─La primera vez que desperté en tu cuarto, no sabía qué era lo que me llamaba de tus ojos, pero ahora lo comprendo. Cada vez que la luz cae en ellos, pareciera como si tuvieras el sol en tu mirada.


Helios hizo eco de su aseveración, como si eso le ayudara a comprender lo que el elfo acababa de decir. Con una sonrisa nostálgica, respondió.


─Ya veo, así que era eso… padre… gracias.


Cuando terminó de decir esas palabras, Hawke bajó la mirada, reflexionando sobre algo que el elfo sentía que se estaba perdiendo. Hizo una seña a Fenris para que se sentara a su lado y en el momento en que obedeció, con una mirada triste, contó.


─Hay algo que me gustaría compartirte. Hace unos meses…perdí a mi hermano, Carver, y a mi padre en un accidente. Carver era el mellizo de Bethany, aunque era mucho más díscolo incluso llegábamos a bromear que él era el gemelo malvado. Mi padre fue quien creó el taller… era bastante excéntrico, tanto así que convenció a mi madre de llamarme Helios. Helios es un dios de alguna antigua cultura que representaba al sol.


Escuchando todo eso, comprendió la reticencia de los hermanos al hablar de sus nuevos puestos en el taller, posiblemente sintiendo que estaban ocupando el lugar de las personas a las que amaban. Intentando no ir por ese camino, el elfo preguntó.


─Entonces, ¿tu padre te llamó Helios por el efecto de tus ojos?


Con una media sonrisa, Hawke respondió.


─Es lo que pienso... aunque últimamente me siento extraño. Tengo pensamientos sobre lo que mi padre hubiera deseado, las historias que contaba, la manera en que molestaba a Carver, las pocas cosas que le apasionaban. Estoy tan atrapado en los recuerdos que no logro tener nuevas ideas para crear juguetes…cuando antes tan solo necesitaba ver un nuevo paisaje o conocer a alguien nuevo para crearlos.


Con eso, levantó un pequeño trozo de madera mal tallado, tanto así que al elfo le costó trabajo averiguar qué se trataba de un nuevo juguete. Intentando hacer su mejor esfuerzo, adivinó lo que era la madera.


─No está tan mal, es un perro extraño pero nada que no se pueda arreglar.


Bajando los hombros derrotado, corrigió.


─Es un soldado de madera.


Ante esa declaración, Fenris no pudo evitar pensar que su caso era bastante severo, por lo que simplemente siguió escuchando la historia de Helios.


─Debido a la muerte de mi padre, y ser el mayor, heredé la compañía. Todo el mundo me dice que debo construir  “juguetes que vendan” pero simplemente no puedo… así que no sé qué hacer.


El elfo lo vio por unos momentos, pensando en la mejor manera de consolarlo, pues pareciera que la presión de mantener a flote el taller sumado al duelo por la pérdida de su padre y hermano lo estaba aplastando. Pensando en lo poco que le conocía y lo que había averiguado en ese tiempo, propuso.


─Helios, ¿quieres salir a algún lado? Podemos pedir permiso en el taller, aunque siendo el dueño no creo que haya tanta dificultad para conseguirlo, además de que cada vez que buscabas inspiración salías a alguna parte, por lo que no se les hará extraño que quieras distraerte un poco.


Hawke le miró confundido, como si no entendiera ni un poco lo que le intentaba decir. Explayándose un poco más, continuó.


─Algunas veces las personas necesitan despejarse para que nuevas ideas lleguen, sin embargo, si intentas desesperadamente que éstas lleguen a ti, temo decirte que jamás lo harán.


Y para darle mucha más importancia, agregó.


─Recuerda que todavía tengo que recordar quién soy y cómo terminé aquí, así que puede que salir de la rutina me ayude un poco.


Helios cambió su humor a uno más animado, por lo que con una leve sonrisa, respondió.


─Puedes desbordar mucha vitalidad cuando lo deseas. Bien, saldremos tú, Bethany y yo a la ciudad. Mañana hacen el festival de las flores, seguro que puedes recordar algo con ellas si la raíz élfica nos da una pista.


A pesar de que no le agradaba la idea de estar rodeado de gente, se recordó a sí mismo que no lo hacía para su memoria, sino para que Hawke pudiera ser feliz una vez más y ayudarlo a encontrar la inspiración, por lo que con una sonrisa, contestó.


─Entonces está decidido. Mañana iremos al festival de las flores.


Hawke asintió, tomando levemente la mano de Fenris, viéndole directamente a los ojos respondió.


─Ya que es mi culpa que te hayas desvelado, y realmente sé que estás muerto de cansancio, te acompañaré hasta tu cuarto.


Sabiendo que era inútil rechistar contra él, el elfo se dejó guiar mansamente hasta la puerta de su cuarto, en donde con un leve adiós Helios le dejó descansar. A pesar de estar cansado, su mente vagó un rato sobre lo que había ocurrido recién.


A simple vista, Hawke podría ser tomado como una persona fuerte, llena de vitalidad y bondad, pero hasta él tenía un límite y en ese momento lo estaba alcanzando peligrosamente, llegaba a  bloquear toda su imaginación.


Su mente era grandiosa, si lo dicho por Bethany era verdad y todos los juguetes que vio en la tienda fueron diseñados y hechos por Helios, pero a veces necesitaba un descanso.


El elfo pensó por unos minutos más antes de que el sueño le alcanzara, esperando que al día siguiente fuera provechoso para Hawke.


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Despertó unas horas después, completamente desorientado y temblando, como la vez que hizo un episodio en el estudio de Helios.


Estaba casi seguro que su sueño había tratado de algún fragmento de su pasado, sin embargo, por algún motivo, su mente se empeñaba enérgicamente en olvidar los pocos retazos que lograba recuperar.


Se sintió frustrado por eso ya que, a pesar de que le agradaba la compañía de los Hawke, tenía que saber quién era él y si había alguna familia a la que regresar, informar de su bienestar o al menos saber si tenía a alguien más a quién recurrir.


No lo quería admitir, mas una parte de él sentía que su mente le protegía de algo, como si realmente su pasado no fuera del todo feliz y lo mejor sería que jamás lo supiera.


Frustrado, intentó nuevamente conciliar el sueño, lo evadió hasta que amaneció, le dejó sin más opción que levantarse para preparar todo para su partida.


Al menos debía de asegurarse de que fuera un día feliz para Helios.


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