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La felicidad a través del sol en tus ojos por desileo

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Llegaron justo a tiempo para ver el discurso inaugural del vizconde. Veían alrededor del Torreón que estaba adornado con todo tipo de flores de tan brillantes colores y la gente iba y venía alegres por la festividad.


Bethany corría felizmente a su alrededor, bajo la atenta mirada de su hermano, mientras esperaban a que el discurso finalizara.


Fenris se sintió incómodo por la cantidad de gente, sobre todo porque sus tatuajes llamaban la atención de todo el mundo, tanto humanos, elfos y enanos detenían su andar para verlo más de cerca.


Ocultando su incomodidad, alzó la voz para que Helios lo escuchara y preguntó.


─¿Cuánta gente hay aquí?


Con una sonrisa en su rostro, respondió con el mismo volumen que el elfo.


─Por lo general, todas las personas que viven en Kirkwall, aunque puede que alguno que otro turista. Esta festividad es la más popular y esperada aquí.


Fenris deseó no haber preguntado, pues ahora sentía que había sido una pésima idea ir a ese lugar. Soltando un suspiro, esperó a que Hawke le indicara el camino para mostrarle todo lo que deseara; pero en su lugar, le extendió un papel que contenía el mapa de la ciudad y viéndolo fijamente, preguntó.


─¿Dónde deseas ir?


El elfo vio por unos segundos el mapa, sin tener la más remota idea de cuál lugar debería ser mejor para comenzar, por lo que escogiendo al azar, respondió.


─Creo que deberíamos comenzar por el puerto, pareciera que es el lugar donde tienen más cantidad de cosas por ver.


Mostrándose de acuerdo, Helios llamó a Bethany y tomó a ambos de las manos diciendo un vago:


─Es lo mejor para que no se pierdan de vista. Entre este mar de gente, es muy fácil desorientarse.


Fenris estuvo a punto de replicar que él era mayor para perderse, sin embargo, la calidez de la mano de Hawke provocó en él una sensación extraña para nada desagradable, por lo que calló y los siguió.


Después de caminar un rato, llegaron hasta el puerto, donde pudieron ver con admiración cómo todos los barcos estaban adornados con todo tipo de flores, les daban un aspecto de carroza alegórica, sumado a que todos los puestos comerciales y algunas casas de la cercanía tenían flores por todo el frente.


Antes de que Fenris pudiera preguntar, Bethany le informó rápidamente.


─Muchos dueños de barcos hacen pedidos de flores para este día y junto con su tripulación arreglan todo para que luzcan así, aunque hay algunos más fanáticos que cultivan todo esto, así que ya te imaginarás la locura que es si lo comparamos con los puestos.


Completando lo que su hermana decía, Helios terminó.


─Y como muestra de buena voluntad, puedes tomar algunas flores, siempre y cuando sea para otra persona.


Mostrando lo dicho, se acercó a uno de los puestos y tomó dos flores que por la distancia, el elfo no pudo apreciar. Cuando llegó nuevamente con ellos, colocó una Fresia en el cabello de Bethany, haciendo lo mismo en Fenris con un narciso.


Viendo a ambos con satisfacción, comentó.


─Así es como veo a ambos.


Bethany rió alegremente, mientras que Fenris intentaba recordar el lenguaje de las flores pues estaba seguro que algo ocultaba el suyo, pero por más que intentó recordar, solamente llegaba a su mente el de la niña que básicamente era “inocencia”.


Sin entender del todo el regalo de Hawke, preguntó.


─¿Y por qué debes regalarlo a otras personas?


Bethany salió de su ensoñación para explicar.


─Es el motivo principal de la festividad. Las personas de esta ciudad, vagan por todas las calles para encontrar la flor ideal para sus personas especiales para demostrar su aprecio por ellas, las cuales pueden ser tu familia, amigos o pareja y como yo soy su hermana y tú su prometido, entonces está más que justificado.


Entendiendo el concepto, el elfo buscó con la mirada algo que pudiera quedar bien con ambos Hawke, y lo encontró en uno de los puestos a escasos metros de él.


Sin pensarlo mucho fue ahí, tomó un girasol y un amarilis colocando en la mano de Helios el girasol y en el de Bethany el amarilis. Como era de esperar, la niña agradeció efusivamente el presente, mientras que Hawke lo vio detenidamente, preguntándose tal vez lo que quería decir.


Con una leve sonrisa en su cara, respondió a la pregunta muda del hombre.


─Así como tú me ves como un narciso, yo te veo como un girasol.


Helios se limitó a sonreír, viendo hacia la flor en su mano. Bethany insistió en ir a ver todos los barcos pasar, por lo que haló a ambos para que la acompañaran a admirarlos.


Tanto el elfo como su hermano la siguieron mansamente, tenían la misma curiosidad que ella en ver cómo habían quedado todos los barcos. Y así comenzaron su largo recorrido para ver todo el festival.


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Habían caminado muchísimo, al menos a lo que Fenris refería, sintió alivio cuando Hawke anunció.


─Será mejor que regresemos ya a casa.


Casi al instante, Bethany replicó.


─Pero todavía falta ver…


Sin dejar terminar a su hermana, Helios insistió.


─Lo sé, pero es mejor dejar descansar a Fenris. Creo que lo hemos sobrecargado demasiado el día de hoy.


Bethany solamente dio un pequeño quejido, siguiendo a su hermano obedientemente, dándole la razón. Tomó la mano del elfo y comenzaron su camino a casa.


Por unos instantes, Fenris sintió a Helios tenso, como si deseara llegar rápidamente para evitar algo. Estaba tan centrado en los sentimientos de éste que no se dio cuenta cuando su mano soltó la de Hawke,  le perdió de vista a través de la multitud.


Teniendo la esperanza de que ambos hermanos no estarían lejos, caminó por las calles; pero no encontraba al par y, aunado a la oscuridad que empezaba a formarse por la llegada de la noche, a que no conocía la ciudad y ésta abarrotada de gente, el elfo se perdió.


La realidad le golpeó en la cara: no iba a poder regresar hasta la mansión si no encontraba a Helios, por lo que sin saber qué hacer, comenzó a observar por toda la calle.


A su lado, pasó una pareja con su hijo, el cual exclamaba feliz.


─¡Miren, han comenzado a repartir las linternas de papel! ¡Hay que darnos prisa!


Recordando que Bethany había mencionado un último evento, tuvo la esperanza de encontrarlos ahí, entonces siguió a la familia que momentos antes estaban a su lado.


Sin embargo, en cuanto comenzó a ver a las personas caminar desde el puesto que repartía las linternas de papel en forma de lila, fijando ineludiblemente su vista en la llama que desprendía, su corazón comenzó a latir dolorosamente.


Quería resistir el dolor y seguir adelante, pero con cada paso que daba, se hacía más opresivo y el frío envolvía a su cuerpo lentamente, como si en cualquier momento fuera a nevar.


Comenzó a frotarse vigorosamente los brazos en busca de calor, mas pareciera que solo empeoraba ya que incluso le estaba costando respirar. No queriendo hacer una escena ante personas extrañas, con la poca fuerza que le quedaba caminó hasta uno de los callejones en donde se aseguró no hubiera nadie para terminar arrodillado en el suelo.


Peleando para recuperarse, pudo escuchar dentro de su mente una pequeña voz infantil.


Tengo miedo, tengo miedo… ¿de qué tengo miedo?


Como si estuviera ahí con él, Fenris respondió.


─Las lámparas… me dan miedo las pequeñas llamas de las lámparas, que se sacuden con el viento…


Detrás de él, una voz misteriosamente familiar preguntó preocupado.


─¿Se encuentra bien?


El elfo quiso voltear a ver a la persona recién llegada para intentar reconocerlo y despedirlo mintiendo sobre su estado, sin embargo, su campo de visión se volvió borrosa, imposibilitando ver cualquier cosa a su alrededor.


Dándose cuenta de su estado, la persona comentó.


─Estás muy pálido, de seguro que te sientes mal. Ven, te acostaré en aquel banco.


Fenris no pudo replicar, pues antes de proferir cualquier palabra la persona colocó cuidadosamente su brazo alrededor de sus hombros, ayudándolo a levantarse, mientras daba leves indicaciones para caminar.


Poco a poco, el elfo pudo darse cuenta de que se alejaban de las luces de las personas, esto le hizo sentirse un poco mejor. Lentamente, fue recostado en el banco, por lo que en cuanto pudo acomodarse y sin mucha energía, Fenris comentó.


─Muchas gracias.


Se quedó así durante unos minutos, hasta que lentamente se recobró, por lo que sin muchos ánimos de que su salvador perdiera más tiempo con él y levantándose de su posición, anunció.


─Ya me siento mucho mejor. Si lo deseas puedes irte, a partir de aquí puedo ocuparme por mi cuenta.


Intentó nuevamente verlo, mas la oscuridad de la noche le impidió hacerlo. El hombre lo vio fijamente y preguntó.


─Entonces, ¿ya te sientes bien, joven prometido de Helios Hawke?


Fenris intentó verlo con mucho más ahínco, pues pareciera que el hombre conocía la pequeña mentira que habían contado, por lo que confuso, devolvió la pregunta.


─¿Cómo lo sabes?


A pesar de la oscuridad, pudo ver su encogimiento de hombros. Cuando estuvo a punto de preguntar nuevamente, la voz de Hawke se hizo escuchar por todo el lugar. A modo de despedida, el hombre comentó.


─Parece que el príncipe vino a buscarte. Lo que quiere decir que debo irme. Hasta luego, elfo.


El hombre desapareció entre las sombras, dejó ver un destello dorado de su cabellera, esto hizo que el elfo tuviera un pequeño déjà vu.


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