Se suponía que Dean era una persona de la mañana, pero fue Castiel quien se levantó mas temprano ese sábado para ir a la panadería y preparar el desayuno. A su vuelta y dejando las compras en la cocina, Cas puso más leña en la chimenea para calentar el ambiente y ahuyentar el frío.
Se mantuvo unos segundos difrutando del calor cuando fue a verificar si Dean todavía seguía durmiendo. Al entrar a la habitación, Cas notó la cama distendida y vacía. Enseguida escuchó el sonido de la ducha corriendo y un zumbido melodioso que le era muy familiar.
Cas se aproximó al cuarto de baño y efectivamente era Dean cantando en la ducha.
"No quiero mucho para Navidad.
Sólo hay una cosa que necesito.
No me interesan los regalos debajo del àrbol de Navidad.
No necesito colgar mi calcetin, allí sobre la chimenea.
Santa Claus no me hará feliz con un juguete en esta Navidad.
Sólo te quiero para mí..."
Cas poseía una sonrisa en su cara mientras abría la puerta despacio y entraba. Detrás de las cortinas pudo ver la silueta de Dean.
"A ti, cariño.
No pedire mucho esta Navidad.
Ni siquiera desearé nieve.
Sólo voy a quedarme esperando debajo del muerdago.
No haré una lista para enviar al polo norte para Santa Claus.
Ni siquiera me quedaré despierto para escuchar el chasquido de los renos mágicos..."
Dean entonaba(a su estilo) una de las tantas canciones populares que se oía en Diciembre para las fiestas.
"¿Qué mas puedo hacer?
Cariño, todo lo que quiero esta Navidad es a ti..."
No pasó mucho tiempo para que el agua se apagara. El vapor era la única evidencia que quedaba de un buen baño caliente. Sin darse cuenta de la presencia de Cas, Dean corrió las cortinas mientras envolvía una toalla en su cintura.
—Buenos días, Dean.
Dean pegó un grito de sorpresa y Cas reprimió una risa.
—¡Whoa, baby! No te tenía como el tipo voyeurista—dijo una vez repuesto.
Cas no apartó la vista de Dean mientras se acercaba a él.
—Y yo no te tenía cantando como todo un profesional.
Dean se ruborizó y sacudió su cabeza.
—Si, claro... búrlate...
Cas llevó una mano a la cadera de Dean y jugó con el nudo que ajustaba la tela de algodón.
—¿Puedes decirme algo, Dean?
—Lo que quieras, Cas—contestó con un guiño coqueto.
Cas le sonrió y besó sus labios antes de continuar.
—¿Qué es lo que necesitas para esta Navidad?
Sin cortar el contacto visual, Dean le respondió con un brillo especial en sus ojos.
—Todo lo que quiero para Navidad es a ti, cariño.