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Muy, muy mala idea por Tanis

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Notas del capitulo:

Pero el murciélago no se detuvo y siguió avanzando, mordiéndose los labios y abriendo un botón más la camisa, para dejar aquel torso musculoso al descubierto, perdición de tantos hombres y mujeres. Ahora que lo tenía enfrente, a escasos centímetros, entendía por qué otros habían sucumbido a sus encantos. A su intrincada tela de araña.

Muy, muy mala idea, Hal   (SEGUNDA PARTE)

 

 

Hal se puso la ropa lo más rápido que pudo y salió al oscuro callejón de la puerta de servicio del restaurante, donde un par de ratas lo miraron desafiantes. En esa mierda de ciudad gótica, hasta lo más bajo de la cadena alimenticia se sentía con el derecho a rebelarse. El calor era asfixiante y la humedad hacía que toda la ropa se pegara a la piel. Odiaba esa ciudad, y en esos momentos, a todo el que habitara en ella. Solo quería volver a casa de su hermana, donde se estaba quedando los días de permiso que tenía asignados en la base militar.

 

Recorrió con paso ligero unas tres calles hasta que llegó al aparcamiento subterráneo donde había estacionado su moto. Dejarla en las calles era pasto para los delincuentes. Pagó el tiquet del parking ¡Catorce dólares por apenas una hora de tiempo! Se maldijo a sí mismo por no haber venido volando, mucho más barato, aunque un poco más llamativo. La principal razón por la que no lo había hecho era porque Batman era un “poquito” territorial con los otros héroes que se adentraban en sus dominios, y quería evitar un conflicto que acabó llegando de igual modo. ¡Cómo odio Gotham!

 

Quitó los tres candados que ataban la moto. Toda precaución era poca tratándose de la ciudad gótica por más que estuviera en el barrio rico de la urbe. Levantó su pierna y se sentó en su vieja Harley, metió la llave en el contacto y el rugido sonó perezoso y metálico. Su querida burra ya no era la de antaño.

 

Nadie lo era.

 

Tampoco él.

 

Aceleró un poco y unos cuantos gatos asustadizos huyeron por el clamor del buen motor. Apretó el embrague e intentó meter la primera marcha pero no había manera.

 

-          ¡Vamos, joder! No me hagas esto, preciosa! No, no, no … - Lo intentó de nuevo sin éxito. Estaba demasiado nervioso para darle el cariño que aquella máquina lastimada requería.

-          Ese embrague no suena bien – Dijo una voz salida de entre las sombras.

 

El corazón le saltó dentro del pecho ¿Pero cómo cojones lo hacía? Ese maldito murciélago salía de la nada como si se tratara del gran Houdini, o peor, de un espectro de la noche que volvía para torturarle.

 

“Mierda, solo me faltaba esto para acabar de rematarme el día”, pensó Hal. El jodido Bruce Wayne en persona que venía para acabar el trabajo pero no le daría la satisfacción de  ver que lo había sobresaltado. Intentó actuar como si nada, siguiendo a lo suyo, aunque el subir y bajar de su pecho acelerado era más que evidente.

 

-          El dinero que te he dado pagará la reparación de sobras – Insistió.

-          Púdrete, Wayne, tú y tu dinero – Masculló Hal por lo bajo..El Linterna era orgulloso y altivo, y por supuesto, no había tomado el dinero que el multimillonario desparramó sobre el suelo.

-          Pareces molesto.

-          ¿En serio te lo parece? – Respondió cínicamente. Jordan estaba realmente indignado y empezaba a maltratar a la moto que ronroneaba quejándose cada vez más despacio, hasta que la caló y el motor se apagó - ¡Joder! – Dijo dando un golpe sobre el depósito de gasolina.

-          Si no recuerdo mal fuiste tú quien inició todo lo que pasó ahí dentro.

-          Yo no fui quien masturbó al otro en público – Contestó irritado Hal, lanzando el casco al suelo. Aquel perverso ser estaba apoyado en la columna, impasible, como siempre, como si nada le afectara, como si estuviera por encima de todo, mientras que él, estaba hecho un manojo de nervios.

-          Tú me desabrochaste los pantalones primero – Hal alzó una ceja – Y después colaste tus dedos dentro de mi ropa interior.

 

Ok. Touché. Puede que él hubiera iniciado el juego primero ¿Cómo discutirle eso?

 

-          Sólo estaba jugando, Wayne, tú sabes que yo nunca hubiera llevado eso más lejos, con toda esa gente mirando.

 

Wayne sonrió ¿Sonrió? Con mirada lasciva y libidinosa, como un demonio sonríe conseguir la firma estampada en un contrato, y Hal se sintió así precisamente. Estafado.

 

-          Entonces, te frenó que estuviéramos rodeados de desconocidos… - Retorcía las palabras de Jordan para llevarlas donde más le convenía. Sacó dos batarangs de la nada y los lanzó a las dos cámaras de seguridad que los grababan.  Todo eso apenas sin pestañear – Ahora estamos solos - Avanzó un paso hacia el Linterna, lentamente. Ya no llevaba corbata y con los dedos de una sola mano se desabrochó el primer botón de la camisa negra, mostrando su deseo. Uno negro y oscuro como la noche que les aguardaba afuera – ¿Piensas acabar con lo que empezaste?

 

Hal parpadeó varias veces y tragó saliva intentando solventar la sequedad repentina de su garganta, que por otra parte, tanto distaba de la humedad en su entrepierna. Aquello parecía una insinuación. Lo sabía. Él mismo utilizaba ese juego de seducción con sus amantes, que no eran pocos ni pocas. El policía espacial había pulido su técnica, que tan buenos resultados le había dado, pero aquello que Wayne hacía, no tenía comparación.

 

-          No bromees conmigo, Bruce – Estaba seguro que se trataba de otra de las tretas de su compañero de batallas para dejarlo en el más absoluto de los ridículos.

 

Pero el murciélago no se detuvo y siguió avanzando, mordiéndose los labios y abriendo un botón más la camisa, para dejar aquel torso musculoso al descubierto, perdición de tantos hombres y mujeres. Ahora que lo tenía enfrente, a escasos centímetros, entendía por qué otros habían sucumbido a sus encantos. A su intrincada tela de araña.

 

Casi estaba encima de él.  Bruce se inclinó un poco hacia adelante y su nariz rozó la piel del cuello de Jordan. Eso le provocó un escalofrío  que le recorrió toda la espalda, por un instante, incluso sus piernas temblaron y solo le sostuvo la moto sobre la que se sentaba.

 

Wayne entreabrió los labios y sobre la piel erizada le dijo – Yo nunca bromeo.

 

Hal sintió el aliento cálido y almizclado de su oponente, porque de eso se trataba, lo tenía bien claro. Una batalla por el poder. Por el deseo.

 

Debía huir. Todos sus sentidos de Corp le gritaban que lo hiciera. Giraría la llave del contacto para encender su moto y se esfumaría de allí …

 

-          ¿Dónde está la llave? – Preguntó colérico.

-          Ven a buscarla – Susurró provocativo, Wayne, que se alejó hacia atrás un par de pasos, mostrándosela entre sus dedos, tintineando el llavero con gesto coqueto.

 

Con el tiempo, los instintos de Hal se habían agudizado y lo habían guiado a esquivar los peligros de mil mundos distintos y ciertamente, no había nada más peligroso que Bruce Wayne en miles de kilómetros. A pesar de todo, no siempre se dejaba llevar por la voz de razón, de hecho, acostumbraba a no hacerlo para poder arrepentirse después. Y de esto se iba a arrepentir seguro.

 

-          Dame las llaves, Wayne – Le advirtió bajándose de la moto – Lo único que quiero es largarme de esta ciudad del demonio y salir de tu camino.

-          ¿Estás seguro? – La espalda del multimillonario tocó contra uno de los muros de piedra del aparcamiento y allí dobló una pierna para dejar la suela sobre el muro. Siguió desabrochándose todos los botones de la camisa, uno a uno, hasta que no quedó ninguno libre de la tentación. Se exhibía como mercancía para ser degustada, comprada y saboreada.

 

Jordan miró hacia arriba y hacia abajo varias veces. Aquello le recordó a cuando se subió por primera vez a la montaña rusa en el parque de atracciones. Le gustaba lo que veía pero se sentía mareado, abrumado por las sensaciones, y aún así, volvió a la cola para subirse de nuevo.

 

-          No sé a qué juegas, Wayne, pero te advierto que no me gusta perder – Jordan le agarró de la nuca y se lanzó a devorar los labios del caballero oscuro. Su lengua cálida le sorprendió, sus movimientos suaves le agradaron, el sabor era intenso, como intenso era el momento. Llevó la otra mano al pecho desnudo y tocó aquellas cicatrices que solo había contemplado desde la distancia, preguntándose en silencio sepulcral, quién se las habría hecho.

 

Jordan apretó el ritmo. Era imposible pararlo, no podía ir más despacio. Deseaba a aquel hombre que tan caliente lo había puesto, con su cuerpo esculpido en el Averno, con su voz cincelada por las sirenas. Lo tenía atrapado y él, con gusto se había dejado cazar por el depredador, pero eso no significaba que no disfrutara cada instante en el que sus dedos recorrieron los fuertes pectorales de semejante espécimen. Sus abdominales, las dorsales, todos sus musculos, la extensión completa de su cuello largo y grácil, el sabor de su piel …

 

Wayne siguió besándolo y le subió la camiseta a Hal hasta el cuello, le desabrochó los vaqueros y le bajó la cremallera para colar su mano dentro en un gesto certero y calculado. Le saco el falo totalmente empalmado y Hal  gimió ante el ansiado contacto.

 

¡Joder! Sentía los dedos de Bruce arriba y abajo, masajeándole la polla ¿De verdad esto estaba pasando? Tenía que contenerse o acabaría corriéndose solo con ese contacto experto, como un adolescente con su primera revista pornográfica. La simple idea, el erotismo de la imagen cuando conseguía abrir los ojos, tenerlo allí semidesnudo, era más de lo que la mente de Hal podía soportar.

 

¿De verdad se iba a follar a Batman en aquel aparcamiento?

 

La respuesta no tardó en llegar.

 

No.

 

Se lo iban a follar a él.

 

Todo sucedió demasiado rápido hasta para Hal. Le quitó su propia camiseta y con ella le sujetó las manos con fuerza a su espalda para que no pudiera moverlas, después lo estampó contra el maletero de un lamborghini verde que había aparcado justo al lado y la alarma del coche empezó a resonar estridente por todo el subterráneo.

 

¡Tenía que ser verde!

 

Hal tenía su cara contra la carrocería y no podía mover las manos. ¿Cómo cojones lo había hecho? Killowog se revolvería por meses si supiera que se había dejado atrapar de esa manera, aunque ahora precisamente, la guardia de Hal estaba más baja que nunca, lo contrario que su apetito sexual, que se encontraba en la cúspide.

 

Wayne echó todo su cuerpo encima de la espalda de Hal.

 

-          Tenemos cinco minutos antes de que aparezca el guardia de seguridad –Le susurró Wayne al oído antes de morderle el lóbulo de la oreja - ¿Quieres dejarlo para otro momento? – Aquello era una pregunta retórica y Hal lo sabía.

-          ¡Me tomas el pelo! – Se exasperó el piloto – Acaba lo que has venido a hacer.

 

Wayne rugió sobre su espalda, como el animal en celo que era. Se bajó los pantalones e hizo lo mismo con los de Hal. Bruce le metió dos dedos en la boca y el Linterna los lamió como si fueran el bocado más exquisito que había probado en la vida. Un nuevo veneno al que no podía resistirse. La droga más adictiva. Acabó mordiéndolos demasiado fuerte y Wayne los retiró para agarrar sus cabellos y aplastarle la cara aún más contra el capó del flamante coche.

 

Todas las fieras reaccionan ante el dolor, unas se defienden y otras contraatacan.

 

 Jordan rió por dentro, hasta que sintió entre sus nalgas los dedos de Bruce. Aquello no era delicado.

 

Era lo que era. Un polvo en un aparcamiento público, fruto de un calentamiento momentáneo que sobrepasaba todas las expectativas del Linterna.

 

No había estado tan cachondo desde … desde … nunca.

 

-          Métemela ya, Wayne – Suplicó mientras aquellos dedos tocaban su punto más erógeno. No quería correrse de esa manera, quería tenerlo dentro, aunque no estuviera acostumbrado a recibir, pues solía ser al revés.

 

No tuvo que insistir más.

 

El silencio y las acciones del murciélago le complacieron y de qué manera.

 

No había podido ver su tamaño en aquel oscuro y solitario lugar, pero a juzgar por cómo se abría paso entre sus paredes de carne, se aventuraría a decir que la tenía enorme. Aunque estaba dilatado y cachondo, aquello le dolió, y el que diga que no,  es que nunca se lo han cogido por la espalda sin apenas preliminares.

 

-          Aggghhh – Jordan apretó la mandíbula y dejó escapar un gemido sonoro que no hizo más que complacer al causante de su perdición.

-           

El vaivén acelerado … Adentro y afuera, envistiendo como si fuera un Miura desatado que no ha nacido más que para dejar su marca.

 

La marca del murciélago.

 

Sintió una de sus poderosas manos asiéndole la cadera, para ayudarle a penetrarlo completamente hasta que la punta el glande llegaba al límite de su cuerpo. Mientras, con la otra, le sujetaba la polla masajeándola a ritmo de sus propias estocadas.

 

Una táctica calculada y fulminante, estudiada como todas sus estrategias, porque todo lo que hacía lo hacía condenadamente bien. Porque era el mejor peleando, el mejor planeando, y el mejor follando, para no variar.

 

Jordan sintió perderse en una vorágine de deleite, dolor y necesidad a partes iguales, y no acalló sus gemidos pues nunca lo hacía. Se sintió complacido cuando el orgasmo le sobrevino y fue como una explosión liberadora que no deseaba disimular.

 

-          ¿Hay alguien ahí? – Escuchó a unos pasos. Era el guardia de seguridad, mal pagado y con cara de sueño, enfocando al lamborghini con su linterna.

-          Ehhhh, yo es que … - Balbuceó Jordan cuando al fin pudo liberar sus manos. – Yo es que … se me cayeron las llaves de la moto debajo de este coche – Se subió a toda prisa los pantalones – Y ya nos íbamos.

 

Al menos, cuando el guarda se detuvo delante y lo enfocó con la Linterna, ya estaba vestido, aunque claramente ruborizado y con todo el abdomen pegajoso.

 

-          ¿Nos? – Preguntó el guarda sin extrañarse mucho, al fin y al cabo, Gotham era famosa por sus lunáticos.

-          Sí, yo y … - ¡Maldito Bruce Wayne! ¿Pero cómo desaparecía de esa forma?

-          Ya me voy – Se rindió ante la evidencia de que estaba solo – Cuando encuentre las putas llaves – Empezó a mirar al suelo buscando algo o esperando a que la tierra le tragara de tan vergonzosa situación.

-          Las tiene puestas en la moto, joven – Le aclaró lastimero aquel guarda de pelo canoso.

-          Ohhh, sí, claro – Jordan no sabía dónde meterse – Cómo he podido olvidarlo … en fin … pensé que se me habían caído - Intentó endenderla y su vieja burra se apiadó de él, arrancando a la primera – El Linterna se subió encima y quitó el caballete.

 

El culo le dolía a rabiar, juraría que aún le palpitaba mientras el líquido viscoso que salía de su ano se pegaba a sus vaqueros ajustados. Puso la primera marcha y se fue pitando de allí.

 

 

-*-

 

 

Pasaron tan solo un par de días y todos los miembros de la Liga fueron convocados a una reunión en la Atalaya. ¿Sabéis por quién?

 

Efectivamente, por Batman.

 

Hal no sabía a dónde mirar cuando él hablaba de los detalles de la misión. Después le preguntaría a Barry de qué iba todo aquello porque no había sido capaz de concentrarse más que en el movimiento de su capa y en el subir y bajar de aquellos fornidos y musculosos pectorales que … Por no hablar como se le marcaba la entrepierna con el uniforme.

 

Se llevó las manos a la cabeza. ¡No podía ser! Un polvo de mierda en una noche de mierda y ya había perdido la cabeza por el murciélago. No podía ni mirarle a los ojos sin imaginárselo desnudo y empalmarse con las ideas que cruzaban por su cabeza, todas ellas no aptas para menores.

 

-          ¿Te encuentras bien? – Preguntó Superman.

-          ¿Yo? – Tartamudeó Jordan escurriéndose en su silla de fundador - ¿Por qué, por qué, no no no iba a a a  estarlo – “¡Ohhhh, por Dios, que esto se acabe pronto!” , pensó.

 

Cuando Batman acabó con su disertación sobre los riesgos de no sabía exactamente qué, lo siguió por uno de los interminables pasillos de la Atalaya, tirado por una correa imaginaria que se creó el mismo, el día en el que sus dedos rozaron su piel por vez primera.

Giró una de las esquinas y ya no estaba ¿Dónde se había metido?

El fuerte golpe contra la pared le recordó a quién pretendía sorprender.

-          Auchhhh – se quejó.

-          ¿Qué quieres, Linterna? – Tenía sus manos cerniéndose sobre su cuello, amenazante como solía ser, tal y como esperaba y no esperaba que fuera.

-          ¿Por qué tienes que ser tan arisco, Bruce?

-          Porque aquí yo no soy Bruce, solo soy Batman – Le amenazó a escasos centímetros de su boca apretándole tanto la tráquea que se le hacía difícil respirar – Y tú no eres Hal, eres el Linterna Verde del sector 2814. Lo que hagamos en nuestra vida privada no tiene cabida en estas paredes ¿Lo has entendido?

 

Aquello había sido ... Puff … intenso y más cuando vestía aquel uniforme que cumplía su finalidad intimidatoria con creces. Desde luego, no esperaba un beso de buenos días, pero sí quizás una palabra amable, un buenos días Hal, me encantó metértela hasta el fondo la otra noche o …

 

Batman le dio un papel escrito de su propia mano.

 

Jordan se extrañó pero la curiosidad hizo que lo leyera al instante “Cuidado, él está escuchando”

 

¿Él?

 

Miró al murciélago algo contrariado y le vio trazando con el dedo una “S” sobre su pecho. Lo tuvo que hacer dos veces, la segunda más lentamente porque Hal estaba a punto de entrar en Shock.

 

¿Superman? – Casi se atraganta por no decirlo en voz alta.

 

¡No me jodas!

 

No no no …. Aquello era malo, muy, pero que muy malo.

 

Le puso cara de ¿Pero qué me estás contando? Se llevó las manos a la cabeza. ¡Lo sabía! ¡Sabía que Batman estaba liado con Superman! Su amigo Barry se lo había dicho cientos de veces pero él jamás quiso creérselo. Pues bien, aquí estaba la prueba de que era cierto.

 

Había tenido sexo con el novio de Sups.

 

Si le hubiera salido peor la jugada, hubiera muerto, aunque pensándolo bien, acabaría bajo tierra si el kriptoniano se enteraba.

 

Hubiera podido con cualquier otro. Hal era guapo, sexy y tenía un cuerpo de infarto. El uniforme de piloto le sentaba bien y no hablemos del de Linterna Verde, con ese culito bien apretado que tenía, pero lidiar con el alienígena más poderoso del Universo conocido sobrepasaba todas sus expectativas. ¿Estamos locos?

 

-          ¡Yo te mato! – Ahora era él, el que amenazaba a Batman. Hal se fue de prisa de aquel lugar, con sus esperanzas tiradas por tierra.

 

No es que quisiera una relación con un tipo tan complicado como Bruce, pero esperaba poder tener algún momento de intimidad para hablar sobre lo ocurrido, y quien dice hablar, dice hacerlo en la cama, practicando sexo salvaje, donde se tienen las conversaciones más intranscendentes del mundo. Será porque la sangre deja de concentrarse en el cerebro para pasar a otros órganos menos dados a la inteligencia y  más al deseo carnal.

 

Ahora eso quedaba a años luz.

 

Caminó por aquellos largos pasillos arrepintiéndose de la peor  de las decisiones tomadas ¿Qué le hizo pensar que dejarse follar por Wayne sería una buena idea? Y se reprochó aún más el hecho de que no debía volver a hacerlo si no quería enfrentarse a …

 

-          ¿Superman? – El kriptoniano estaba plantado ante él, escudriñándolo con su mirada de rayos X, intuyendo lo evidente, que a Hal se le iba a salir el corazón por la boca del susto.

 

Para variar, Batman había desaparecido de escena. De veras empezaba a pensar que podía teletransportarse.

 

-          Se te ha caído esto.

 

Lo ojos de Jordan se abrieron como platos al ver el papel en el suelo, se agachó tan rápido que golpeó la cabeza de Superman que había hecho lo mismo.

 

Ya podéis intuir cómo acabo la cosa.

 

Con un profundo dolor en la cabeza de Hal que hizo que incluso se le escapara una lagrimita. Se apresuró a tomar aquel papel entre los dedos del kriptoniano pero fue demasiado tarde.

 

-          Espera … - Dijo Kal–El – Esta es la letra de Bruce.

Oh, oh “Demasiado tarde”

 

El Linterna retrocedió un paso y su rostro se puso blanco como la cera cuando Clark acabó de leer la nota y posó sus ojos incandescentes sobre él.

 

Tendrían que buscar sus restos más allá de la Via Láctea, seguro.

 

-          Puedo explicarlo – Nunca había visto a Superman con esa expresión rabiosa. Ni siquiera cuando apareció Doomsday y destrozó la mitad de Metropolis – Clark, por favor, deja que te explique  … - ¡Dios! “Soy demasiado joven para morir” – No hagas nada de lo que te arrepientas más tarde – Apeló a su educación tradicional como buen Boyscoutt que era.

 

El kriptoniano se acercó a él con paso firme, encolerizado y con los puños cerrados mientras Hal hiperventilaba más allá de lo humanamente posible.

 

Cuando lo tuvo encima se puso a chuparle la cara con fuertes lametones.

 

¿EHHH?

 

¿Lametones? ¿Pero qué clase de novio celoso haría eso?

 

¿Sería una tradición kriptoniana antes de devorarlo? ¿Probar el sabor de la carne para ver si estaba buena? Eso casi le ofendía.

 

Jordan abrió los ojos y vio al enorme Collie de su hermana chupándole toda la cara.

 

¿Qué cojones?

 

-          Tobby ¡Lárgate! – Le gritó al pastor escocés.

 

Intentó situarse ¿Dónde estaba? Aquello era la habitación de invitados de su hermana. Volvió a sacarse el perro de encima – ¡Que te largues, chucho!

 

-          Tío Hal – Su sobrino entró en la habitación y se tiró sobre él, potreando la cama – Venga, que ya ha venido santa Claus. ¡Hay un montón de regalos bajo el árbol!

 

El Linterna se refregó las manos por los ojos intentando situarse.

 

¿Santa Claus?

 

Quiso salir de entre las sábanas pero las tenía pegadas a la entrepierna. Algo que no le pasaba desde que tenía quince años. ¡Genial! Tendría que lavarlas antes de que su hermana se enterara, para no ser crucificado a bromas en la comida navideña de los Jordan.

 

-          Howie, anda y dile a tu madre que ahora mismo bajo, en cuanto me duche.

-          Valeeee – Se quejó el niño a regañadientes – Pero date prisa, quiero abrir ya los regalos.

 

Todo había sido una jodida pesadilla ¡Menos mal!

 

Ahora que lo pensaba mejor, dejando que el agua recorriera su cuerpo bajo la ducha ¿Puede que un sueño?

 

Sonrió pensando las partes que sí le gustaron y se relamió apoyándose en la pared. Pero entonces ¿Por qué seguía doliéndole tanto el culo? ¿Y por qué tenía un chichón en la cabeza?

 

-          -    Tío Jordan – Insistió Jason, su otro sobrino al otro lado de la puerta – Dice mamá esta mañana tenías un regalo fuera aparcado ¡Y que no te dijera que era una moto nueva porque era una sorpresa, aunque luego, no sabemos cómo, se ha incendiado y ahora solo quedan un montón de hierros fundidos!

 

 

---¿FIN? ---

Notas finales:

Notas de la autora:

Iba a ser solo un oneshot, pero ya veis. La insistencia de algunos lectores y mis ganas de seguir escribiendo sobre esta pareja me dejó con ganas de más.

Me quedó algo más divertido de lo habitual, no creen?

Siempre me pasa al ponerme en la piel de Jordan. Adoro su espontaneidad y su falta de prever las consecuencias. Eso lo hace tan refrescante.

 

¿Os gustó?

 

Por favor, dadme vuestras opiniones. Seguro que alguna sonrisa se os escapó con la escena de celos, o al menos, eso espero.

 

PD: Esta historia no tiene nada que ver con el arco argumental de EL DIOS Y EL MORTAL.


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