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Por Siempre Jamás (AOKISE) por Akai-chan

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Notas del fanfic:

Este es un One-shot que he creado para un evento navideño de la página Aokise Lovers.

 

Los personajes de este fanfic no me pertenecen, son de su autor Tadatoshi Fujimaki , del anime Kuroko no Basket. 

 

La pareja de esta historia son Aomine Daiki y Kise Ryouta, y el contenido es del género yaoi soft.

 

Es muy posible que las personalidades y actitudes de los personajes no sean activamente idénticas a los personajes originales. 

POR SIEMPRE JAMÁS~

 

Kuroko ese año, había pensado que una fiesta navideña con todos sería un plan de lo más divertido. Es por ello, que había organizado una especie de cena con todos juntos en un restaurante familiar de la zona centro de la ciudad. Según aquel pequeño joven, todos iban a ir y claro, Kise no pudo más que vaciar su apretada agenda para sacar tiempo y acudir a la fiesta.

Estaba completamente con los nervios en punta, ya que habían pasado varios días desde que no se había encontrado con Aomine debido a su escaso tiempo libre. A pesar de ello, había logrado arrancar de debajo de las piedras un par de horas para dedicarse a ir de tiendas y comprarle un regalo al moreno.  Pidió que se lo envolvieran en un bonito papel de regalo color azul celeste, con un precioso y cuidado lazo alrededor en color plateado. El joven miraba el regalo como si se tratase del objeto más preciado en el mundo mundial, mientras se preguntaba si le gustaría.

 

Finalmente, Kise se presentó en el restaurante que le habían dicho, a la hora acordada. Cuando llegó allí, observó todo a su alrededor hasta que se encontró con todos los chicos sentados en una gran mesa rectangular. El primero que le saludó fue Kuroko con una sonrisa, seguidamente los demás también le saludaron zarandeando la mano a la vez que gritaban un sonoro y alegre ¡Feliz Navidad!

 

— Hey, Kise. Has llegado el último para no variar — Escuchó la voz Midorima, quien permanecía sentado tranquilamente en una de las esquinas.—

 

— Sí, sí, he estado ocupado. Gracias. — comenta el rubio con desgana entre que Kagami se acerca a él y le pasa un brazo por detrás de los hombros

 

— Oh vamos, no te preocupes. Más vale tarde que nunca. Al menos has llegado, que es lo importante — Bromeó el pelirrojo sonriente, entre que echaba un vistazo a Kuroko para corroborar sus palabras —

 

Kise enseguida se dio cuenta que aquellas palabras guardaban un significado oculto. Miró a su alrededor por unos instantes, contando a todos los chicos que estaban ya sentados, Kurokocchi, Akashicchi, Murasakibaracchi, Midorimacchi, Kagamicchi…  hasta caer en que no estaban todos.

 

— ¿Aominecchi no ha llegado aún? ¿Acaso no era yo el último? — preguntó confuso de principio a fin, casi llegando a percatarse de la respuesta al ver la cara de Kuroko —

 

— Dijo que no vendría. Al parecer tenía otros planes. Pensaba que siendo tú, lo sabrías. — miró a Kise por unos breves instantes hasta que por inercia apartó la vista —

 

El rubio desvió igualmente la vista a pesar de que todos le miraban fijamente.

— No. No me dijo nada al respecto.

 

Aquello no debía de sorprenderle, ya que a menudo hacía esa clase de cosas. Hacía tiempo que las cosas no eran como antes, pero aun así, después de que ambos habían empezado a tener una relación mucho más cercana, esperaba que pudiesen contar el uno para el otro para hablar esa clase de cosas.

Incluso, se había molestado en llevar consigo a la fiesta, el regalo de navidad que había tenido preparado durante meses. Esperaba dárselo esa misma noche, fuese a como diese lugar ¡y eso es lo que  pensaba hacer!

 

Apartó el brazo de Kagami con cuidado, esbozando una leve sonrisa a todos los chicos que estaban reunidos.

 

— Lo siento chicos pero… ¿podríais disculparme por un rato? Tengo algo que hacer.

“Como ir a buscar a ese maldito de Aomine Daiki” pensó para sí mismo al tiempo que les despedía y salía rápidamente del restaurante. Tras ponerse el abrigo y enrollarse la bufanda alrededor del cuello, tomó rumbo a la dirección de Aomine, esperando al menos, que estuviese allí.

 

Nada más encontrarse frente a frente con la puerta del edificio, llamó al timbre y esperó unos breves instantes para volver a llamar. Por supuesto nadie respondió ni le  abrió la puerta. Pero eso no era problema, considerando que tenía en su poder, una copia de la llave.

 

Abrió la puerta usando la llave, y entró con sigilo para evitar alertar al huésped. Las luces estaban encendidas, así que simplemente no tuve más que seguir el rastro hasta que se dio de narices con Aomine.

— ¿Kise? ¿Qué haces aquí? — preguntó en un falso tono de sorpresa, ya que eso era algo que  esperaba que sucediese

 

La vista del rubio se quedó fija en el contrario que acaba de salir de la ducha y tan sólo llevaba puestos unos pantalones deportivos oscuros. Enseguida se gritó a sí mismo un “despierta” para volver en sí.

 

— Así que, estos eran tus otros planes ¿eh? Ao-mi-nec-chi  — desmenuzó cada sílaba con una sonrisa forzada dibujada en el rostro

 

— No he dicho en ningún momento cuales eran mis planes. No es como si hubiese mentido a alguien. — se excusó pasando de largo por el lado del contrario —

 

— ¡¿Por qué no me habías dicho nada?! Yo esperaba encontrarte allí, ¿sabes? — el rubio no permitió que lo ignorase y simplemente le siguió los pasos a lo largo del pasillo en dirección a un amplio salón con grandes ventanales—

 

El moreno se tumbó pesadamente sobre el sofá, extendiendo uno de los brazos a lo largo del cabecero del sofá. Kise sólo lo observó con detenimiento con el ceño ligeramente fruncido.

 

— Si has venido a convencerme de que vaya a esa fiesta, no te molestes. — gruñó Daiki sin dar su brazo a torcer—

 

El rubio continuó con la misma expresión por unos momentos, pero al ver que no conseguiría nada así, decidió cambiar de estrategia. Se quitó la bufanda y el abrigo para dejarlos en el respaldo de una de las sillas del salón, y enseguida volvió en dirección al sofá para tomar asiento al lado de Aomine.

 

— Eso no es importante. Pero… es cierto que estaba contando las horas y los minutos para verte y bueno… ha sido un poco decepcionante llegar y no verte allí. — admitió Kise en un tono más bajo al habitual —

 

— Woah, eso me ha dado escalofríos… — bromeó haciendo una mueca —

 

— ¡Oye, eso es muy rudo por tu parte! ¡Encima que estaba siendo sincero! — Ryouta volvió a fruncir el ceño, y a los segundos ya estaba levantándose del sofá — ¡No dije nada, me voy a casa!

 

Aomine observó los gestos del rubio por el rabillo del ojo y rápidamente, sorprendió al contrario agarrándole del brazo más cercano a su posición. De un fuerte tirón, logró hacerle perder  el equilibrio y caer sobre el mayor, quedando completamente sobre él. Ryouta estaba a punto de gritarle un “¿Qué narices estás haciendo?”, justo antes de que un brazo se deslizase por detrás de su nuca y le empujase hasta quedar atrapado por los labios ajenos  en un ardiente beso.

Las manos del rubio, se posaban sobre el pecho desnudo de Aomine, tratando de empujarle con una fuerza inexistente mientras se veía sometido por el calor de su cuerpo siendo arrastrado al límite.

 

Finalmente consiguió separarse cuando el mayor liberó su cuello, con los labios humedecidos  y entreabiertos por el beso, y las mejillas acaloradas de la excitación. El moreno se relamió los labios ante aquella erótica expresión del rubio, mientras se ocupaba de deslizar su dedo pulgar por el labio inferior del contrario con un delicado gesto.

 

— Ahora mismo te ves muy erótico, Kise — susurró contra los labios del muchacho, sintiendo que la respiración de ambos se entrecortaba y se mezclaba con el escaso aire que quedaba entre ellos —

 

— ¿Q-qué estás diciendo…? — en esos momentos su pecho se agitaba nervioso, y su mente permanecía en blanco.

 

— Yo también puedo ser sincero cuando la situación lo requiere — dejó escapar una breve risita — Y ya que has venido… ¿qué te parece pasar la nochebuena juntos?

 

Los labios del mayor besaron el cuello de Kise, haciéndolo estremecerse con cada roce. En esos momentos sus reacciones se habían vuelto lentas y torpes, y sólo podía responder con frases cortas entre jadeo y suspiro.

 

— ¿Qué dices?... tú nunca eres honesto… — susurró risueño entrelazando sus brazos por detrás del cuello ajeno — Yo quería pasar la navidad contigo, Aominecchi.

 

Ambos se miraron fijamente por unos escasos segundos que para el mayor parecieron eones,  y como reacción retardada, giró ligeramente la cabeza, cambiando la vista a un punto fijo del suelo.

 

— No me hagas decir cosas vergonzosas… — Susurró el moreno en voz baja, y Kise sólo pudo sonreír divertido—

 

— ¡Ah, es cierto! — se exaltó el rubio a la vez que se apartaba del contrario y se ponía en pie—

 

Aomine volvió la vista hacia él observando sus pasos que se dirigían hacia la silla que sostenía su abrigo en el respaldo. Sus dedos acariciaban varias zonas de la tela, rebuscando entre los bolsillos hasta que consiguió sacar de ahí algo que enseguida ocultó en su espalda para que el contrario no lo viese.

Rápidamente, éste mismo, regresó donde estaba su pareja, quedándose frente a frente con él. Guardó silencio, observándolo con los nervios a flor de piel mientras mantenía algo escondido tras de él.

 

Manteniendo una postura un tanto rígida logró retomar asiento en el lado vacío del sofá, su rostro quemaba. Tímidamente, observó el rostro ajeno mientras se mordía inconscientemente el labio inferior. Oh por dios si supiera las enormes ganas que tenía el moreno de volver a besarlos hasta desgastarlos, pero  se contuvo a sabiendas de que quería saber de qué se trataba todo aquello.

 

— Sé que tal vez es un poco pronto para esto, pero… otro motivo por el que quería quedar contigo en navidad, era este… — susurró conforme sacaba de detrás de su espalda el regalo que había tenido preparado para él, y se lo acercaba—

 

Los ojos de Aomine se abrieron como platos, observando el regalo y a Kise de forma intercalada por un par de veces, hasta que se lanzó a tomar el presente. Con un cuidado impropio de él, deshizo el bonito lazo y rompió el papel por una esquina. De nuevo volvió a quedarse a mirar de forma intercalada a ambos al encontrarse con una cajita de color negro. La abrió y podía verse el interior forrado de un bonito papel azul oscuro de terciopelo, que resaltaba con el brillo de una alianza sencilla.

Al verse en aquella situación, el moreno no sabía cómo reaccionar y menos aún donde podía meterse. Dejó la cajita abierta a un lado del sofá y se puso una de las manos en el rostro, mientras que la otra simplemente la puso como una barrera entre él y el contrario. 

 

— Esto no es bueno…. — susurró el joven con un hilo de voz, sin atreverse a mirar al rubio a la cara—

 

— ¿Eh? ¿Aominecchi? — se movió en su asiento tratando de verle la cara, pero desde esa posición y distancia, era imposible — Ya sé que nosotros no… podemos hacer cosas como casarnos ni nada de eso pero… Esta navidad es especial y quería…

 

— Pero querías regalarme… algo que demuestre  que estamos juntos, ¿verdad? — le cortó antes de que continuara—

 

El chico con el color carmín adornando sus mejillas, asintió sutilmente aún sorprendido por aquella respuesta tan certera como acertada, como si ambos hubieran estado sincronizados.  

 

Enseguida, Aomine se puso en pie y se dirigió a un armario-librería  del salón, y del interior de un cajón, sacó una caja blanca que al contrario que Kise, no trató de esconder de él. Se apresuró a volver al sofá, donde tomó asiento y sin decir nada, le extendió la caja.

 

— Siento que no tenga un bonito envoltorio, pero… dicen que lo bonito es el interior ¿no? — bromeó tratando de relajar el ambiente. Su rostro aún tenía algún que otro rubor como matiz que no pudo esconder por más que lo intentó —

 

Kise miró aquello fijamente, sintiéndose confundido. ¿De verdad le había comprado un regalo? No lo podía creer. Tomó con cuidado el presente, tocando por un solo instante, los dedos ajenos en el proceso. Cuando abrió la caja, se encontró otra cajita más pequeña en color plateado, de más o menos el mismo tamaño que la que le había regalado a Aomine. Esto le hizo comenzar a ponerse nervioso. Antes de abrirlo, ya parecía que el corazón se le saldría del pecho.

 

— ¿No vas a abrirlo? — preguntó el moreno en un tono de lo más afectuoso y apacible

 

No hizo más que decir aquellas palabras y como si se tratase de un acto reflejo, Ryouta abrió la cajita y se encontró en los zapatos de Aomine. Era justo lo que se imaginaba. El interior forrado de un bonito papel de terciopelo blanco y en el medio, una alianza sencilla.

 

— Esto no puede ser real… — consiguió susurrar Kise aún demasiado sorprendido para poder reaccionar—

 

Aomine le arrebató la caja y tomó el anillo del interior. Alcanzó la mano izquierda del contrario y se apresuró a bajarse del sofá para colocarse con una rodilla apoyada en el suelo mientras miraba fijamente el rostro ahora más sonrojado que nunca del rubio. Sólo de verlo arrodillado delante de él, ya sabía que diría algo vergonzoso hasta morir.

 

— Se también que no podemos hacer cosas como otras parejas como… casarnos, tener niños… o incluso salir de la mano sin que nos miren como un par de tipos raros, pero… — apoyó su frente sobre el dorso de la mano del chico por unos instantes para después volver a mirarlo — eres la persona que más amo en el mundo y quiero pasar mi vida entera contigo. ¿Me harías el honor de acompañarme?

 

Definitivamente, hizo lo más vergonzoso que jamás hubiera imaginado en su vida. Y lo mejor de todo, era como se había lanzado a decir aquello con tanta seguridad. Era la misma imagen que daba cuando aparecía en uno de sus partidos. La seguridad de que sería el ganador.

Kise se colocó la mano libre sobre el rostro, como si con aquello pudiese  tapar su vergüenza que ya se había extendido hasta la punta de sus orejas. Sin siquiera dudarlo, asintió efusivo ante aquella pregunta. Y aun con el rostro tapado por el brazo, sintió como cuidadosamente el metal del anillo acariciaba su dedo anular, hasta encajar a la perfección.

Sin siquiera atreverse a mirar cómo le quedaba el anillo por temor a que el contrario descubriese la expresión de su rostro, se levantó del sofá y se dejó caer sobre el moreno, abrazándolo con fuerza al caer. Por su parte, Aomine sostuvo con fuerza el cuerpo del contrario para evitar que ambos cayesen por el peso, correspondiendo al abrazo.

 

— Tonto… claro que quiero. ¿Cómo has tardado tanto en preguntarlo? Aho-minecchi…  

 

Con cuidado, el mayor lo apartó lo suficiente para poder encontrarse finalmente con el rostro de Kise, con los ojos empañados y las mejillas ardiendo. Tenía una imagen de lo más adorable.  Ambos se quedaron mirándose por unos instantes hasta que uno de ellos rompió el silencio.

 

— ¿No vas a besarme?  Es lo mínimo después de pedirme eso…

 

— ¿Y dónde está mi confesión? — preguntó acariciando el contorno del rostro ajeno con los dedos—

 

— Te… Amo… — Susurró el menor demasiado avergonzado para decirlo sin apartar la mirada

 

El mayor comenzó a reírse ante aquellas expresiones, haciendo que Kise se sintiera aún más avergonzado por sus palabras. Dejándose de juegos, simplemente se inclinó hasta rozar los labios contrarios con los suyos para robarle un casto beso.

 

— Feliz Navidad — susurró el moreno pegando su frente contra la del contrario—

 

— Feliz… Navidad… — respondió con una sutil voz

 

El rostro de Aomine se acercó al  suyo, retomando el beso por donde lo habían dejado. Se emborrachó de felicidad y pasión, y tan sólo pudo corresponder con torpeza a sus besos y caricias, mientras sus manos, se aferraban con fuerza al cuerpo de su amante.

 

THE END

Notas finales:

Espero que os haya gustado tanto como me ha gustado a mi. Los reviews que me enviais con comentarios de lo que os ha gustado y lo que puedo cambiar me ayuda infinitamente a crear más bellas historias como esta o a mejorar  mi forma de escribir. Para leer más historias como esta, aconsejo que sigais mi perfil o mi wattpad:

@LaurielByrne

 

Muchas gracias por leer y espero sus preciosos Reviews.

 


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