"-Te concederé 3 deseos.
-Que sean 5.
-Cuatro.
-Tres, tómalo o déjalo..."
Reí como retrasada y "Ally" me miró como si estuviera loca.
-No entiendo el sentido del humor de ustedes los humanos.- Negó con la cabeza.
-Cariño ya llegué.- Anunció mi madre y apague la televisión. -¡Oh! No sabía que tenías visitas.- Dijo "amable" pero su mirada reflejaba que no estaba muy contenta y exigía una explicación.
-Ella es... es mi... amiga, eso, sí, mi amiga.- Hablé nerviosa.
-Su rostro me parece familiar, ¿no es una de tus vagas esas?- Me preguntó.
-Jaja que cosas dices mamá.
-¿Cómo te llamas?- Interrogó ahora mirando a mi acompañante.
-Soy A...
-¡Abigail!- Levanté la voz antes de que se le ocurriera hablar de más a mi hada.
Mi mamá me observó extrañada por mi actitud, yo sonreí "inocente".
-Bueno Abigail, ¿te gustaría quedarte a cenar?
-De hecho ella...
-Con mucho gusto.- "Abigail" me interrumpió.
¡Maldita!
Yo pensaba "correrla" sutilmente, pero ella aceptó la invitación de mi mamá.
-Prepararé la cena, ustedes esperen aquí.- Indicó dirigiéndose a la cocina. -Cierto, se me olvidaba. -Regresó a la sala donde nosotras estábamos. -Paola me puedes explicar...- Su tono de voz no es indicio de nada bueno. -¿Por qué hay cinco señoritas acampando afuera de nuestra casa?- Exigió saber.
¿Qué acaba de decir?
-¿Qué? Es una broma ¿verdad?- Espere paciente a que se riera, pero eso no pasó.
-Mira por ti misma.- Señaló la ventana.
Me asomé hacia la calle y comprobé las palabras de mi madre.
¿De dónde sacaron las casas de campaña?
¿Acaso ya venían "preparadas"?
-¡Paola sal, ya estamos tranquilas!- Gritó una de ellas.
-No puede ser...- Murmuré.
-Encárgate de ello antes de que los vecinos vengan a reclamar.- Ordenó mi madre antes de perderse en la cocina.
-Ally ayúdame.- Parpadeé varias veces haciéndole "ojitos".
-Yo no me llamo Ally, soy Abigail, ¿recuerdas?
-No seas m...
-¿Quieres que te ayude o no?
Lo que me faltaba, ahora tengo que suplicarle para obtener "su ayuda", cuando se supone que ese es su trabajo.
-Sí...- Musité en un tono bajo.
-Ok, déjamelo a mí.- Se paró erguida y caminó hacia la ventana. -¡Vayan a sus casas, Paola no las quiere, ella me prefiere a mí!- Sonrió triunfal.
Se escucharon varios murmullos.
-Hice todo lo que podía.- Se encogió de hombros mientras regresaba al sillón.
-Oye, oye, ¿a dónde vas? Sólo empeoraste todo, ahora resuélvelo.- Reclamé.
-Ash, está bien, uno ya no puede hacer una pequeña bromita porque se enojan.- Comentó de mala gana, aplaudió tres veces y me miró sonriente. -Listo, el problema ya está solucionado.- Declaró orgullosa.
Me asomé de nuevo y observe el jardín, estaba vacío.
-¿Cómo lo hiciste?- Pregunté sorprendida.
-Un mago nunca revela sus secretos.- Soltó burlona. -Ya puedes decirlo, soy la mejor.-
Comentó arrogante.
-Ni lo pienses.
-¿Qué? Disculpa, no te escuche, ¿quieres que ellas vuelvan? ¿eso es lo que dijiste?- Fingió demencia.
La miré feo.
-Eres la mejor.- Dije entre dientes.
-Lo sé.- Sonrió con soberbia.
Ella realmente es muy distinta a mi solecito.