Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bajo llave por thery

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Vincent se levanta cada día a las seis de la mañana. Se baña y se viste, tomándose todo el tiempo del mundo debido a que es una persona cautelosa y muy preocupada por su apariencia.

Casi todos los días despiertas durante esa hora y lo escuchas tararear diferentes melodías, ya sea desde tu cuarto o desde el suyo en donde te quedas cuando no puedes conciliar el sueño.

Su voz es armoniosa, no es aguda ni demasiado grave; está hecha perfectamente para arrullarte. Luego de escucharlo susurrar un "hasta pronto" cierras tus ojos atesorando el calor de un tibio beso que se desvanece en tu mejilla.

La habitación principal es espaciosa, la decoración te parece sencilla: gruesas cortinas negras que contrastan con las blancas paredes, una amplia cama matrimonial en medio de dos veladores con pequeñas lamparas de esfera sobre estos. Un enorme closet junto a un espejo de pie. Hay varios cuadros con ángeles repartidos por el cuarto, pinturas de nombres complejos que no puedes pronunciar correctamente. Arcángeles y pequeños querubines entregando mensajes o tocando algún instrumento. Aquel toque le daba al cuarto la serenidad que tienen las iglesias ¿Tendrían algún significado para Vincent? Quizás era un hombre religioso o podría ser un simple admirador de ese tipo de arte.

Ese mismo día te levantas con ánimos. Observas por un momento a través de la ventana del salón comedor, viendo un mundo que se estremece al borde del invierno. El ambiente luce oscuro afuera, el viento gélido agita los moribundos arbustos y las descuidadas flores, arranca de paso las hojas de un viejo alerce haciéndolas volar, como trozos de papeles antiguos. Te estremeces al pensar qué sería de ti yaciendo bajo los fríos abrazos del invierno. Es un verdadero alivio el que te encuentres al interior de la casa en donde la temperatura es acogedora y puedes andar ligero de ropa, puesto que tu salud va mejorando notablemente desde ese día en que visitaste la clínica y aquella doctora le entregó un montón de prescripciones a Vincent.

Este último tiempo has aprendido que a Vincent le encanta la moda. Algunas veces cuando tiene días libres, te ayuda a vestirte, a combinar los colores de toda la ropa que ahora llena tu armario. Estás agradecido por la variedad, y porque respete que algunos días te agrada vestir ropa femenina. A Vincent no le molesta en absoluto, incluso te llena de cumplidos.

En la casa es fundamental lucir ordenado, no es que sea una especie de norma, tan sólo es una insignificante costumbre de Vincent que has aceptado como propia; es obvio puesto que ahora compartes un hogar con él.

Tu rutina es simple: desayunas lo que te han dejado sobre la mesa de la cocina, luego vuelves a tu habitación, enciendes el televisor y colocas dibujos animados. Te recuestas sobre la cama, olvidándote de las voces chillonas que te acompañan. Pierdes tu mirada en el techo blanquecino, entre recuerdos demasiado lejanos para ser reales. De todos modos, los alejas de inmediato, no les das cabida en tu nuevo mundo, junto a alguien que en verdad se preocupa por ti, no deseas darle espacio a los malos recuerdos que te abruman. Necesitas crear nuevos. Que valgan la pena.

En ocasiones como la de hoy, te sientes tan bien como para desear salir al exterior para así lucir tu ropa nueva, tu salud en mejora, tu estilo de vida totalmente renovado.

Sólo que hay un pequeño inconveniente.

Vincent no te lo permite.

Pero está bien, puesto que él es quien ha hecho de ti esta persona diferente, con este estilo de vida tan confortable. Quieres yacer en tu cama esperando, aguardando a que llegue.

Estás tan agradecido.

Te sientes feliz.

 

 

 

Despiertas en la sala de estar alrededor de las seis y treinta de la tarde. Abres tus ojos con pesadez intentando recordar cómo te dormiste sobre el sofá sin darte cuenta.

Escuchas un fuerte sonido, como si alguien estuviera pateando una puerta ¿Vincent? Imposible, jamás llega antes de las seis, inclusive suele tardar una o dos horas más cuando tiene demasiado trabajo o el tráfico de la ciudad lo retiene. Entonces... ¿qué podría ser?

No había vecinos que llamaran a la puerta. Él más cercano posiblemente vivía a más de medio kilómetro de distancia a través de un extenso sendero. Eso es todo lo que conocías del lugar, cuando llegaste estabas medio dormido y la segunda vez que saliste, tu visión borrosa no conseguía observar nada con mucha claridad.

Crees que su enorme casa se ubica en las afueras de la ciudad, en un sector rural.

Te mantienes inmóvil por un instante, decidiendo que hacer.

¡Ahí estaba de nuevo el mismo sonido! Provenía del segundo piso.

Pero… tienes que optar por lo más razonable, te dices. Vincent te dijo cuándo te trajo que no le gustaba dar órdenes, sin embargo, si vivirías con él, debías seguir una simple regla; no subir al segundo piso. Por ningún motivo. Claramente no deseas traicionar la confianza que puso en ti.

Todo estará bien si obedeces.

Perfectamente bien.

 

 

Alrededor de las siete y media de la tarde llega Vincent. Lo sabes porque escuchas su automóvil estacionarse. Intentas lucir calmado, pero quizás tus ojos acaben por delatar tu entusiasmo al verlo.

La primera cosa que hace es saludarte, preguntar cómo te has sentido y luego revuelve tus cabellos oscuros con una de sus manos.

—Y… uhm… ¿cómo te fue en el trabajo? —. No estás acostumbrado a hablar y te avergüenzas cada vez que oyes tu propia voz, pero lo estás intentando. Es un avance.

—El trabajo ha estado normal, como siempre.

Asientes con la cabeza, expectante de escucharlo hablar.

—Está lloviendo afuera—comentó—, dime Oliver, ¿te gusta el invierno?

—Me gusta ver la lluvia mojando los árboles, pero me asusta pensar en que puedo enfermarme de nuevo.

Un recuerdo de tu vida anterior te hace estremecer.

Cuando eras muy pequeño no podías salir demasiado porque te la pasabas enfermo, demasiado débil para ponerte en pie. Todo lo que podías hacer era envidiar a los otros niños desde tu ventana.

En la soledad, eran sólo tu y tu enfermedad.  

—¡¿Escuchaste eso?! —dices sobresaltado. Sin notarlo tu mano se aferró al traje de Vincent.

—¿Te asustan los truenos?

—Un poco—. Te sobresaltas una vez más, al oírlos nuevamente.

Vincent se ríe en voz baja.

—¿Te parece si vemos una película para distraerte de los truenos?

—Me encantaría—aceptas sonriendo.

 

Después de casi media hora de película, notas que Vincent no está observando la pantalla, sino que tiene sus ojos centrados en ti. Sus grandes manos acarician tu cabello con suaves movimientos, y comienzas a sentir que te dormirás pronto. Vincent rodea tu espalda con uno de sus brazos para atraerte hacia sí. Casi naturalmente te apegas a su cuerpo en busca de calor. Crees que Vincent te llama por tu nombre, aunque sólo alcanzas a soltar un débil murmuro, antes de cerrar los ojos. Él suelta un suspiro y es lo último que sabes antes de caer profundamente dormido.

En la distancia la voz melodiosa de la protagonista canta sobre lo precioso que es al fin ser libre.

 

 

Esa misma noche caes en una pesadilla lúcida, de esas que parecen tan reales que no puedes si quiera imaginar que estás dentro de un sueño.

En ella corres en un bosque oscuro y frío, tus pies descalzos pisotean ramas, barro, y hojas húmedas, en tanto comienzas a oír los sonidos de los animales nocturnos correteando en la negrura. Un sudor helado corre a través de tu frente, el aire comienza a escasear, y sientes una brutal presión en tus sienes, como si fueran a estallar ¿De qué escapabas de nuevo? No puedes recordar, pero el miedo asfixia tu garganta.

Al final del pasaje de hierbas, das con una cabaña de madera, a la que te aproximas para golpear la puerta con fuerza. La desesperación de ser descubierto te hace temblar. Al ser abierta, Vincent te recibe en el umbral de la cabaña con su típica sonrisa, sin embargo, alguien que desconoces te atrapa por la espalda. Intentas forcejear, pero su fuerza te supera, entonces haces el esfuerzo por reconocer el rostro del sujeto. Lo único que consigues es escuchar su grave y escalofriante voz; "Te has portado muy mal, y aquí no permitimos ese tipo de comportamiento."

¿Permitimos?

Das un vistazo rápido en dirección a Vincent quién te mira expectante desde la puerta.

Entonces sientes las náuseas arrematar en tu estómago. Lo que ves en frente de ti es repugnante, sangre regada por todo el piso, sangre cubriendo el rostro de alguien. Puedes oler el metálico hedor, llena tus fosas nasales, el terror te ahoga, te inunda la visión de espeso carmesí.

¿Qué va a pasar contigo ahora?

Gritas tan fuerte que sientes que tus cuerdas vocales van a desgarrarse. Forcejeas con las sábanas, sin conseguir calmarte para intentar recordar en dónde estás, en tu mente todavía te encuentras siendo aprisionado por Vincent y el extraño en esa cabaña en medio del oscuro bosque.   

—Oliver, ¿qué ocurre? —Te llama Vincent encendiendo una tenue luz a un lado del velador.

—¡Déjame, déjame! —. Exclamas todavía asustado. Con la voz ahogada, luchas con personas inexistentes, contra el peligro invisible que amenaza tu vida.

—Oye tranquilo. Estás en mi cuarto, ha sido sólo un mal sueño—. Murmura con voz calma, sujetándote por los hombros con cuidado de no lastimarte. Abres los ojos fijándolos en los de él.

Jadeas, haciendo lo posible por no ahogarte en una crisis de pánico. Todavía con los temblores recorriéndote el cuerpo, te aferras a Vincent, rechazando las imágenes de esa horrible pesadilla. Te niegas a creer que el Vincent del sueño es el mismo hombre amable que te cuida en la realidad. Eso no es posible, es sólo un truco de tu mente.

—Ya paso, todo está bien ahora—. Te asegura, pasando sus manos a través de tu cabello.

—Vincent... Uh... tengo miedo de dormir. Por favor, no me dejes solo, no apagues la luz.

—No lo haré —responde depositando un beso en tu frente.

Suspiras.

Tras unos minutos de hacer lo posible por regresar a la normalidad, comienzas a notar que te encuentras en el cuarto de Vincent, vistiendo uno de tus pijamas. No recuerdas el cómo llegaste hasta allí, ni cuando cambió tus ropas, pero es una suerte tenerlo a tu lado para calmar tu ansiedad.

No sabrías que harías si él no hubiera llegado a tu vida.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).