Las cortinas cerradas no dejaban entrar mucha luz, sin embargo, ese no era un obstáculo para poder leer. Podía ver las letras claramente. Ji Yong pasó la hoja, concentrado. Sin embargo, su vista periférica lo traicionó, viendo hacía el hombre que descansaba a su lado.
Cerro el libro, marcando la página en la que iba con su pulgar. Se quitó las gafas para descansar los ojos y ver a Jae Jin todavía sumido en su sueño. Su mano recorrió su cabello. No podía creer que ya eran 20 años a su lado.
Apenas lo conoció pensó que no podía haber alguien tan anormal. Parecía serio y culto, pero de un momento a otro, se transformaba en alguien anormal y extraño. Sus imitaciones eran ruidosas, igual que su risa. Sus acciones no eran cotidianas. Salía tan bien en las fotos. En algún momento, dejo de ser un extraterrestre a alguien fascinante.
Era una persona admirable y un gran amigo. Ayudaba a quienes lo necesitaran. Daba buenos consejos también. El estar a su lado lo hizo sentir extraño. Su vida dio un vuelco total.
Un día, simplemente, se le confesó. Lo llevó a una galería de arte y había conseguido el permiso para ocupar un hueco en la pared y colocar una pintura con su propuesta. El mayor de los dos estaba realmente sorprendido. Lo aceptó casi de inmediato, abrazándolo con fuerza.
Jae Jin se levantó de golpe.
-¿Estás bien, amor? -dejó el libro a un lado. Se había asustado por el repentino movimiento. Lo atrajo a sus brazos, acomodandolo en su pecho. Con su mano le acomodó el cabello.
-Sí, estoy bien...
-¿Tuviste una pesadilla?
Negó, llevándose las manos al rostro.
-Sólo... me sobresalté. Estoy bien -le sonrió.
-¿Estás seguro? Me sorprendiste. Estas exaltado.
-No tienes por qué preocuparte -besó su mejilla delicadamente. Se levantó al baño para poder lavarse.
Ji Yong suspiro y sonrió. Por más que quisiera, nunca sabría qué pasaba por la mente de Lee Jae Jin. Pero le encantaba.
(Repetición)
Las cortinas cerradas no dejaban entrar mucha luz, sin embargo, ese no era un obstáculo para poder leer. Podía ver las letras claramente. Ji Yong pasó la hoja, concentrado. Sin embargo, su vista periférica lo traicionó, viendo hacía el hombre que descansaba a su lado.
Cerro el libro, marcando la página en la que iba con su pulgar. Se quitó las gafas para descansar los ojos y ver a Jae Jin todavía sumido en su sueño. Su mano recorrió su cabello. No podía creer que ya eran 20 años a su lado.
Apenas lo conoció pensó que no podía haber alguien tan anormal. Parecía serio y culto, pero de un momento a otro, se transformaba en alguien anormal y extraño. Sus imitaciones eran ruidosas, igual que su risa. Sus acciones no eran cotidianas. Salía tan bien en las fotos. En algún momento, dejo de ser un extraterrestre a alguien fascinante.
Era una persona admirable y un gran amigo. Ayudaba a quienes lo necesitaran. Daba buenos consejos también. El estar a su lado lo hizo sentir extraño. Su vida dio un vuelco total.
Un día, simplemente, se le confesó. Lo llevó a una galería de arte y había conseguido el permiso para ocupar un hueco en la pared y colocar una pintura con su propuesta. El mayor de los dos estaba realmente sorprendido. Lo aceptó casi de inmediato, abrazándolo con fuerza.
Jae Jin se levantó de golpe.
-¿Estás bien, amor? -dejó el libro a un lado. Se había asustado por el repentino movimiento. Lo atrajo a sus brazos, acomodandolo en su pecho. Con su mano le acomodó el cabello.
-Sí, estoy bien...
-¿Tuviste una pesadilla?
Negó, llevándose las manos al rostro.
-Sólo... me sobresalté. Estoy bien -le sonrió.
-¿Estás seguro? Me sorprendiste. Estas exaltado.
-No tienes por qué preocuparte -besó su mejilla delicadamente. Se levantó al baño para poder lavarse.
Ji Yong suspiro y sonrió. Por más que quisiera, nunca sabría qué pasaba por la mente de Lee Jae Jin. Pero le encantaba.