-Buenos días. Buenos días.
Se Hun sonrió. Vio a los estudiantes pasando al lado suyo, saludandolo también. Detuvo a algunos que tenían el uniforme mal puesto. No podía permitir que entraran como Pedro por su casa. El colegio era un gran templo del saber el cual también tenía reglas que debían cumplirse.
-Vayan rápido -los mandó a todos a sus salones. Vio el reloj que llevaba en la muñeca, en unos minutos daría inicio la primera hora. Debería alistarse, ir a la sala de profesores por sus cosas y dirigirse a su primera clase del día.
Estaba por girarse cuando vio a un chico, caminando con una bolsa de ropa, hacía el interior de la escuela. Llevaba ropa de calle, iba tranquilo, con unos cuantos aires de superioridad, dejando que su cabello se meciera con el viento.
-¡Oye, estudiante!
No se giró a verlo. Siguió su camino.
Se Hun fue tras él. No había escuchado nada de algún estudiante transferido. Fuera de que estaba llegando tarde y sin el uniforme correspondiente, lo ignoraba. Ese chiquillo iba a estar en aprietos.
-Usted, hagame caso -tomó su brazo para detenerlo.
-¿Me estaba hablando a mí? -preguntó, estupefacto.
Se Hun soltó una risa irónica, mirando al cielo. Luego miro de frente al muchacho.
-Sí, a usted le estaba hablando. ¿Qué piensa entrando de esa forma a la escuela, estudiante? Por si no sabía, exiten reglas de vestimenta. Debes usar el uniforme y...
-Espere... espere, ¿cree que estudio aquí?
Se Hun abrió los ojos como platos al escuchar al muchacho reírse a carcajadas, agarrándose el estómago. Era demasiado escandaloso. Por más que quería detenerse, no podía detener su risa.
-¿Qué es tan gracioso?
El chico sacó de su bolsillo su billetera, y de ahí su identificación.
-Lea con atención.
El maestro, algo inquieto, tomo la tarjeta. Así que Xiao Lu Han. Edad... ¡¿Qué?!
-Ya ve. Yo no soy ningún colegial. Hasta podría apostar que soy mayor que usted. Vine a entregarle esto a mi hermanito, así que -hizo un reverencia, con una ligera sonrisa, antes de seguir caminando.
Se Hun todavía estaba en shock, viendo como Lu Han caminaba, contoneando sus caderas, con aire orgulloso. Estaba realmente sin palabras. Sus ojos parecían el metal siendo atraído por el imán de su cuerpo. Por más que quisiera ver a otro lado, no lo hizo.
Parecía que tendría que ver quién era el hermanito de aquella belleza.
(Repetición)
-Buenos días. Buenos días.
Se Hun sonrió. Vio a los estudiantes pasando al lado suyo, saludandolo también. Detuvo a algunos que tenían el uniforme mal puesto. No podía permitir que entraran como Pedro por su casa. El colegio era un gran templo del saber el cual también tenía reglas que debían cumplirse.
-Vayan rápido -los mandó a todos a sus salones. Vio el reloj que llevaba en la muñeca, en unos minutos daría inicio la primera hora. Debería alistarse, ir a la sala de profesores por sus cosas y dirigirse a su primera clase del día.
Estaba por girarse cuando vio a un chico, caminando con una bolsa de ropa, hacía el interior de la escuela. Llevaba ropa de calle, iba tranquilo, con unos cuantos aires de superioridad, dejando que su cabello se meciera con el viento.
-¡Oye, estudiante!
No se giró a verlo. Siguió su camino.
Se Hun fue tras él. No había escuchado nada de algún estudiante transferido. Fuera de que estaba llegando tarde y sin el uniforme correspondiente, lo ignoraba. Ese chiquillo iba a estar en aprietos.
-Usted, hagame caso -tomó su brazo para detenerlo.
-¿Me estaba hablando a mí? -preguntó, estupefacto.
Se Hun soltó una risa irónica, mirando al cielo. Luego miro de frente al muchacho.
-Sí, a usted le estaba hablando. ¿Qué piensa entrando de esa forma a la escuela, estudiante? Por si no sabía, exiten reglas de vestimenta. Debes usar el uniforme y...
-Espere... espere, ¿cree que estudio aquí?
Se Hun abrió los ojos como platos al escuchar al muchacho reírse a carcajadas, agarrándose el estómago. Era demasiado escandaloso. Por más que quería detenerse, no podía detener su risa.
-¿Qué es tan gracioso?
El chico sacó de su bolsillo su billetera, y de ahí su identificación.
-Lea con atención.
El maestro, algo inquieto, tomo la tarjeta. Así que Xiao Lu Han. Edad... ¡¿Qué?!
-Ya ve. Yo no soy ningún colegial. Hasta podría apostar que soy mayor que usted. Vine a entregarle esto a mi hermanito, así que -hizo un reverencia, con una ligera sonrisa, antes de seguir caminando.
Se Hun todavía estaba en shock, viendo como Lu Han caminaba, contoneando sus caderas, con aire orgulloso. Estaba realmente sin palabras. Sus ojos parecían el metal siendo atraído por el imán de su cuerpo. Por más que quisiera ver a otro lado, no lo hizo.
Parecía que tendría que ver quién era el hermanito de aquella belleza.