Min Hyun por fin había logrado mudarse de la casa de sus padres. Había estado esperando por ello desde que tenía 17 años y estaba por salir del instituto. La vida solo le llamaba la atención (ignorando el hecho de todas las cosas que tendría que empezar a hacer por su cuenta).
La primera vez que había entrado, sabía que era el indicado. No tuvo que pensarlo más de dos veces. Al ver cada habitación, su encanto por el lugar fue creciendo. En su cabeza ya tenía la idea de cómo podía acomodar los muebles. Hasta se imaginó en la sala, con los pies sobre un cojín mientras veía alguna maratón. El precio del arriendo tampoco estaba mal. Fue un trato rápido de hacer.
Sin embargo, no reparó en el detalle que el dueño arrendaba los cuartos, no el apartamento completo. En poco, llegó otro chico, muy sonriente.
-¡Seremos compañeros! -le sonrió, sacudiendo su mano.
Min Hyun no estaba muy convencido de la idea, pero no se iría solo porque él llegara.
Aaron, como se hacía llamar su compañero, le pareció tranquilo, en una primera impresión. Fue con el paso del tiempo que vio lo poco organizado que podía ser. A veces no podía encontrar sus cosas a causa de que el otro las tomaba sin antes avisar. Eso era lo que más lo exasperaba. Si le pidiera permiso, no habría lío, ¡pero no lo hacía!
Ya había pasado tres meses y estaba por volverse loco. Estaba dispuesto a usar métodos poco ortodoxos.
Compró un rollo de cinta de enmascarar, con un marcador, escribió su nombre varias veces. Al terminar, cortó los pedazos, colocándolos por todos lados. Marcó cada cosa que utilizaba, desde su taza del desayuno, hasta las almohadas de su cama. ¡Tuvo que poner marcas en su ropa también!
-Oye, ¿qué es todo esto? -Aaron llegó. Lo primero que hizo fue soltar una carcajada.
-Estoy cansado de que tomes mis cosas. No puedo dividir el apartamento en tu lado y el mío, así que solo marqué las cosas importantes.
-Pero no tenías que llegar a estos extremos.
-¡Quién crees que me hizo hacer tanto! -gritó molesto, provocando una risa en el otro.
-Perdón. Prometo que no volveré a tomar tus cosas.
-Sólo pidemelo. No me molestaré por eso. De todas formas, dejaré las cintas donde están.
Aaron se acercó a él.
-¿Me puedes prestar un poco de eso? -señalo el rollo junto al marcador-. Creo que también debo marcar ciertas cosas.
-Hmm... bueno.
Aaron escribió su nombre en uno de los pedazos. Min Hyun lo siguió con la mirada, algo curioso por qué objeto marcaría.
-¿Q-qué haces? -tartamudeo, retrocedió un poco cuando vio que iba hacía él. Fue detenido por la pared, lo que hizo que el otro pudiera acercarse y colocarle la cinta sobre el pecho.
-Ahora eres mío -sonrió guiñandole el ojo. Luego se echó a reír a carcajadas por la expresión de Min Hyun.
-¡Estas loco! -el menor no pudo contenerse antes de arrancar la cinta de su camisa. Con la cara roja, persiguió a Aaron por todo el apartamento.