En cuanto Woo Bin despertó, supo que no sería el día ideal para él. Muchas cosas le salieron mal. Era como si tuviera una nube negra sobre su cabeza, o alguien lo hubiera maldecido.
Lo que más le dolía era el haber terminado con su novia el día anterior. Pensaba que ella era la mujer ideal a la cual le entregaría su vida entera. Estaba listo para proponerle matrimonio en unos días. Sin embargo, ella se adelantó a terminar con él. Simplemente dijo que ya no le gustaba. Se deshizo de él como un pañuelo usado.
Caminó por el parque para, al menos, llenar sus pulmones de un poco de aire fresco. El día estaba realmente soleado, habían muchos niños jugando alrededor suyo. ¿Por qué había escogido un lugar tan ruidoso para despejar su mente?
En una tienda compró una bebida, para luego tomar asiento en una de las bancas de cemento que rodeaban la zona. El sonido del gas siendo liberado inundó sus oídos. El primer sorbo tenía un sabor picante, con el toque de gas aún latiendo. Pero no le importaba. Muchas cosas estaban dejando de importarle.
Quizá la muerte no parecía tan mala idea ahora. Era sólo acabar con todo de una vez por todas. No podría imaginarse viviendo día con día con la carga que llevaba sobre sus hombros. Hasta para sus padres debería beneficiar la decisión. De su bolsillo sacó el anillo con el que haría su esposa a esa chica. Quería arrojarlo lo más lejos posible.
-Señor...
Levantó la cabeza al ver a un chico sonriente, sosteniendo una gran cantidad de globos de helio. De su muñeca, desato una cuerda, poniendola entre los dedos del otro. Era un globo del pingüino Pororo.
-Ánimo, espero le vaya mejor -le sonrió antes de irse.
Woo Bin estaba algo sorprendido. Aunque las palabras no habían sido la gran cosa, sentía como si le dieran una pequeña cantidad de energia. Amarró el anillo al globo, soltándolo.
-¡Oye! -grito persiguiendo al muchacho.
-Oh... hola.
-¿Cómo es tu nombre?
-Lee Jong Suk.
-Vamos a beber en cuanto termines tu turno, ¿vale? Kim Woo Bin a tu servicio -se sentía algo vivo de nuevo.
(Repetición)
En cuanto Woo Bin despertó, supo que no sería el día ideal para él. Muchas cosas le salieron mal. Era como si tuviera una nube negra sobre su cabeza, o alguien lo hubiera maldecido.
Lo que más le dolía era el haber terminado con su novia el día anterior. Pensaba que ella era la mujer ideal a la cual le entregaría su vida entera. Estaba listo para proponerle matrimonio en unos días. Sin embargo, ella se adelantó a terminar con él. Simplemente dijo que ya no le gustaba. Se deshizo de él como un pañuelo usado.
Caminó por el parque para, al menos, llenar sus pulmones de un poco de aire fresco. El día estaba realmente soleado, habían muchos niños jugando alrededor suyo. ¿Por qué había escogido un lugar tan ruidoso para despejar su mente?
En una tienda compró una bebida, para luego tomar asiento en una de las bancas de cemento que rodeaban la zona. El sonido del gas siendo liberado inundó sus oídos. El primer sorbo tenía un sabor picante, con el toque de gas aún latiendo. Pero no le importaba. Muchas cosas estaban dejando de importarle.
Quizá la muerte no parecía tan mala idea ahora. Era sólo acabar con todo de una vez por todas. No podría imaginarse viviendo día con día con la carga que llevaba sobre sus hombros. Hasta para sus padres debería beneficiar la decisión. De su bolsillo sacó el anillo con el que haría su esposa a esa chica. Quería arrojarlo lo más lejos posible.
-Señor...
Levantó la cabeza al ver a un chico sonriente, sosteniendo una gran cantidad de globos de helio. De su muñeca, desato una cuerda, poniendola entre los dedos del otro. Era un globo del pingüino Pororo.
-Ánimo, espero le vaya mejor -le sonrió antes de irse.
Woo Bin estaba algo sorprendido. Aunque las palabras no habían sido la gran cosa, sentía como si le dieran una pequeña cantidad de energia. Amarró el anillo al globo, soltándolo.
-¡Oye! -grito persiguiendo al muchacho.
-Oh... hola.
-¿Cómo es tu nombre?
-Lee Jong Suk.
-Vamos a beber en cuanto termines tu turno, ¿vale? Kim Woo Bin a tu servicio -se sentía algo vivo de nuevo.