-Feliz cumpleaños, pequeño Andy, feliz cumpleaños a ti -en la sala se escucharon muchos aplausos de todos los presentes.
El festejado de la sala sonrió y procedió a apagar las velas del pastel mientras una segunda ronda de aplausos se escuchaba.
-Muchas felicidades, pequeño. Mira lo que te traje -Eric le tendió una caja negra. Cuando lo abrió, sacó una cadena de plata.
-Este es el mío -Hye Sung le había dado tres anillos. Dos de plata y uno de oro.
-Espero te guste -Min Woo le tendió una caja con un celular nuevo del último modelo que había salido al mercado.
-Es con mucho cariño -Dong Wan le dio un reproductor de música y unos audífonos de marca.
-Gracias a todos -Andy les sonrió a todos sus amigos.
Se probó la cadena, al igual que los anillos. Configuró su celular y en unos minutos ya estaba poniendo música con el parlante. Los audífonos también habían sido probados, eran de los mejores que jamás había tenido. Su padre le había regalado un auto, y su madre le dio casi que un guardarropa entero nuevo. Esa era la vida que los ricos debían llevar: recibir cosas caras de otra gente adinerada, agradecer, usarlas, y luego regalarles cosas igual de costosas. Desde que había nacido estaba acostumbrado a llevar ese tipo de vida.
Hye Sung retiró las velas del pastel, pasando a cortarlo en cinco rebanadas. Min Woo usaba su cámara para grabar toda la celebración, mas que todo, para tomar fotos del cumpleañero, después de todo, era el consentido de los cuatro.
Andy miro que su teléfono sonó. Se emocionó al ver el nombre en la pantalla. Paró la música, desactivando el Bluetooth para que no escucharan su llamada.
-¿Hola?
-Hola, cariño.
-¡Choong Jae!
-¿Estás muy ocupado?
-No. ¿Quieres que nos veamos?
-Estoy abajo. Te espero aquí, ¿vale?
Andy miró por el balcón de la sala. Abajo estaba Jun Jin, sacudiendo su mano cuando pudieron hacer contacto visual. Le sonrió antes de adentrarse de nuevo en la casa, quitándose tanto la cadena como los anillos. Los guardó en su bolsillo.
-¿A dónde vas, bebé? -Eric miró que iba hacía la puerta.
-¡Ya subo! -dio un portazo. El afán no dejaba que pudiera ir despacio. Corrió escaleras abajo hasta llegar a la entrada. Tras abrir la puerta principal, salió corriendo a los brazos de Jun Jin, quien lo recibió con los brazos abiertos.
-¡Choong Jae! -enrredó sus brazos alrededor de su tronco. Estaba tan feliz de verlo.
-¿Cómo estás Sun Ho?
-Mejor... ¿no tienes frío?
Jun Jin llevaba puesta una camisa manga corta color azul, además de un chaleco de jean algo gastado. Sus pantalones negros estaban rasgados. La verdad, todo él estaba sucio por haber estado en el taller todo el día, arreglando autos.
-No. Caminé todo el camino hasta aquí.
-¿Qué? Pero el taller está muy lejos.
-Lo sé, pero pasé por un lugar para traerte esto.
De sus espaldas sacó una pequeña bolsita de tela, además de una rosa roja envuelta en papel transparente.
-Feliz cumpleaños, mi pequeño Sun Ho.
Andy sonrió. Tomo los dos presentes. El aroma de la rosa todavía estaba fresco. En la tela había un anillo. Al tomarlo entre sus dedos, se dio cuenta que en el interior estaban grabados los nombres de los dos. No era de oro, ni de plata, seguro y era mucho más barato que los que recién había recibido. Era menos valioso que la cadena, que el reproductor y hasta que el celular, pero el valor sentimental que tenía era mucho más especial y precioso.
Sin esperar, se lo colocó. Era de su talla ideal.
-Me encanta -lo miró sonriendo.
-Me alegro que te gustara. Sólo quería verte para darte eso -sonrió. Tomo su mano, haciendo notar a Andy que él también llevaba un anillo igual.
-¿E-es un anillo de pareja?
-Tal vez. No sé -rió.
-¡A veces eres tan cursi! -rió. Se lanzó a abrazarlo de nuevo, dándole un pequeño beso en los labios-. Quédate en la celebración.
Jun Jin miró hacía el balcón.
-No, mejor no.
-¿Por qué no?
-Prefiero irme a casa.
-Eres mi novio. Muy de malas con mis amigos si no les agradas. Ven, vamos.
-No, no es eso Sun Ho -puso su mano sobre el brazo que lo jalaba-. Otro día será, ¿sí? -besó su cabeza. -Descansa, te llamaré más tarde.
Se soltó, comenzando a caminar por la calle nocturna, hacía su casa.
Andy suspiró, mirando todavía el anillo en su dedo, al igual que la rosa. No tendría de otra más que aceptar. Igual, su cumpleaños había sido mucho mejor ahora.