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Una Eva y tres patanes por Charly D

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Notas del capitulo:

Estamos cerca del final de temporada...

¡Gracias por su lectura!

 

 

Siento que estoy haciendo algo que no debo, pero ni modo, es mi manera de ayudar, en sí es la forma en la que yo hago las cosas, se supone que ya salí de trabajar entonces no tendré problemas a menos que él se entere, Evan, si algún día alguien te dice que soy un chismoso, pues sí, sí lo soy y no me arrepiento, bueno a veces sí porque me he metido en cada problema, aún no olvido lo del incidente de la veterinaria, y lo que pasó fue que…

 

-- ¡Fíjate idiota! – me pitan y un tipo con cara de perro apaleado me hace una seña obscena desde la ventanilla de su auto.

-- ¡La tuya! – pos este, ha de creer que no se me defender, en fin, mejor me apresuro porque el señor este me está esperando y no debo hacer esperar a la gente, mi educación, mis costumbres y mis buenos valores me lo impiden, en verdad me tengo que aguantar la carcajada que siento está a punto de salirme.

 

 

Llegué, según la dirección este es el lugar al que debía llegar. Me siento un poco intranquilo, no sé exactamente que vaya a pasar, me adentro, es un edificio bastante opulento, se le nota la clase hasta en la pintura de las paredes, mucha gente se mueve por acá, todos de traje y muy estirados, me siento fuera de lugar, digo, mis pantalones informales y mi camisa arremangada hasta los codos no ayudan mucho. Subo al piso que debo y llego a donde me fue indicado.

 

-- Hola amiga, vengo buscando al abogado Adán Gregorio – saludo cordialmente a la chica que tiene una montaña de papeles en el escritorio, ella un poco aturdida me mira.

-- ¿Eh? – por atenderme casi tira sus documentos.

-- Que vengo a ver al abogado Adán Gregorio – le digo y ella espabila.

-- Disculpe, enseguida lo anuncio, ¿Cuál es su nombre?

-- Soy Joseph Cisniega, él me está esperando.

-- Permítame un momento – se levanta de su lugar y acude al despacho, segundos después sale y me indica que puedo pasar.

 

Si afuera es elegante, acá adentro es otro mundo, este señor está forrado en billetes, su oficina nada tiene que ver con la cueva de Sylvia, es todo lo contrario, aquí se ve que si hay dinero, este señor no tiene oficina, tiene un palacio.

 

-- Buena tarde Joseph, me alegra que pudiera venir, ¿le ofrezco un café o un refresco? – me saluda de mano y me ofrece algo de tomar.

-- Bueno, una refresquito no estaría mal, hace calor allá afuera, y si no es confianzudo de mi parte, me voy a sentar en este bonito silloncito – desde que entré fue lo primero a lo que le eché el ojo. Ojalá en la agencia tuviéramos uno así para echar lavadero a gusto, eso me recuerda que no le conté a Evan lo que le tenía que contar, ya ni modo, otro día le diré que anda muy solicitado y que ciertos tipos lo siguen como abeja a la flor.

 

Luego de un rato, en el que estoy cómodo cabe aclarar, el abogado se sienta frente a mí. Nos miramos y yo doy un sorbo a mi lata de refresco, noto que desea decirme algo pero no se atreve, así que, Joseph, es momento de entrar en acción.

 

-- Supongo que no me tiene aquí para verme el físico ¿verdad? – le digo y el serio como siempre entrecierra los ojos.

-- Supone bien, quise citarlo para hablar de algo importante.

-- Supongo entonces, nuevamente ando de supositorio, que ese algo tiene nombre raro y un carácter algo feo a veces ¿cierto? – le digo sonriendo y vuelvo a beber de mi lata.

-- En efecto, y disculpe mi atrevimiento por esto, pero sé que usted me podría desvelar algunos detalles de él.

-- Claro que puedo, pero eso no significa que lo vaya a hacer – le advierto – Es cierto que soy un chismoso, ventajoso, problemático y tragón, pero si hay algo que respeto es la amistad, y de ninguna manera le fallaría a mi amigo.

-- Lo sé, es justamente de eso que quiero hablar con usted, Joseph, ¿qué relación real tiene con Evan? - ¡Auch! A eso le llamo ser directo, al grano, no por nada es abogado.

-- Bueno, pues la relación que Evan y yo tenemos es una llena de amor – le digo directamente a lo que él se tensa, me divierte esto – De amor, de regaños, de cocotazos, llena de cosas, somos los mejores amigos, y repito eso: amigos – no quiero que sufra tanto, de inmediato se relaja, obviamente sigue con su seriedad de siempre pero se nota que está más tranquilo.

-- ¿Puede decirme algo sobre Evan? ¿Quién es? ¿Tiene familia? ¿Por qué es como es? Puedo inferir que él tiene algo que esconde o guarda con mucho celo, tanto que lo ha marcado para ser como es hoy día, y me gustaría saber un poco de su vida, de él.

-- Me pide mucho, demasiado diría yo, tendría que preguntarle muchas cosas a él, pero, le contaré lo que pueda ¿Está listo?

-- Claro que sí, lo escucho – entrelaza sus manos, se nota que realmente quiere escuchar lo que le contaré.

 

Evan es un muchacho que nació en un lugar cercano a la sierra, es hijo de una señora maravillosa, hace el mejor pan de elote que se pueda comer en este mundo. Es el único hijo de doña María. Él nació en un hogar muy humilde, demasiado pobre pero fue un niño rodeado de mucho amor. Su papá, don Ismael murió en un accidente de caballo cuando mi amigo tenía tres años, así que su mamá y él quedaron solos, eso sí, con mucha gente que los apreciaba. Evan era un niño muy risueño, se la pasaba jugueteando mientras correteaba a las gallinas de las vecinas, se subía a los árboles de manzana y sin lavarlas se las comía mientras se sentaba en alguna rama y miraba el paisaje, jugaba con sus vecinitos y se metía a las milpas para robarse algunos elotes para que su mamá hiciera ese fabuloso pan que le encantaba.

Él creció en aquel lugar campirano lleno de naturaleza, con hectáreas completas de árboles, pinos o cualquier árbol que pudieras imaginarte, era muy feliz, aunque todo cambió cuando él cumplió trece años, su vida dio un giro inesperado.

A doña María le detectaron esclerosis múltiple, si de por sí ya eran pobres, esto les vino a dar con todo, Evan quiso dejar de estudiar y ponerse a trabajar, pero su mamá no lo dejó, dijo que no quería que su hijo fuera un burro y por eso lo obligó a terminar la secundaria. Sin embargo un problema era que en el ranchito donde vivían no había preparatorias, y por eso, con ayuda de los vecinos y con mucho esfuerzo lo mandaron para la ciudad, él vino para acá y fue donde lo conocí. Él y yo no nos llevábamos al principio, y notaba como los demás lo hacían menos, tal vez sabían que era un muchacho pobre, con el pasar de los años me enteraba que a veces no tenía ni para comer en el receso, mejor se ponía a leer y guardaba cada peso que le caí en las manos, él ahorraba para las medicinas y tratamiento de su mamá, prefería morirse de hambre todos los días antes que gastar de más.

A él le rentaban un cuartito medio feo, pero un lugar para dormir lo tenía, vivía solo durante la semana y sábados y domingos se iba a su casa para atender a su mamá. Por más que quiso doña María no dejó que mi amigo dejara la prepa. Por eso él se esforzaba en sacar buenas calificaciones y dar los menos problemas posibles.

Un día su mamá tuvo una crisis y él no se enteró hasta el fin de semana que fue, dejó de asistir una semana entera a la escuela por quedarse a cuidarla. Durante esos días se dedicó a trabajar en el ranchito para poder sacar un poco de dinero y no ser una carga para su mamacita. Pero la señora le dijo que se debía ir a estudiar y a regañadientes se regresó.

Ya casi acabábamos la prepa cuando alguien lo miró, dejó de ser invisible pero para mal, a ese muchacho que se desvivía por su madre, que mal comía, que estaba solo mucho tiempo, a ese muchacho le destrozaron la vida unas malas personas, le arrebataron la poca alegría que le quedaba y le hicieron añicos la autoestima, es resumidas cuentas, lo mataron en vida.

 

Ya no estudió una carrera, se dedicó a trabajar, en lo que fuera, lo que pagaran, lo importante era juntar dinero para las consultas, las terapias y la medicina de su mamá. Él se ha visto en aprietos muchas veces, no le alcanza para la renta, no tiene para unos zapatos nuevos, a veces noto como mira los aparadores queriendo comprarse una camisa, pero ese gasto implica que no le dé dinero a su mamá y por eso lo evita. Cuando entramos a trabajar a ‘Expresiones’ el encontró un trabajo estable, pero también mal recompensado, lo regañan, lo castigan, a veces le descuentan, hay veces que los clientes lo intentan sobajar o humillar, pero no lo permite, el pasado lo tiene tan marcado que no es posible que permita una humillación más.

 

Es el muchacho más trabajador que he conocido, casi todo su dinero se va para su mamá, por eso está bien bruja, prefiere no comer para que su mamá tenga la atención necesaria, por eso trabaja como loco y trata de hacerlo bien, ese es Evan, del que muchas veces ser burlan, del que a veces se aprovechan, ese es mi amigo, un buen hombre que ha sufrido las de Caín toda su vida.

 

Termino de contarle, siento bien feo, solo imagino las veces que mi amigo se tuvo que amarrar la tripa sin decirle a nadie y me da cosa. Miro al abogado y este no tiene su cara de seriedad de siempre, se nota raro, su mirada se ve como conmovida.

 

-- La ha pasado mal – me dice con su tono de costumbre.

-- Como no tiene una idea, detrás de ese muchacho complicado hay una historia, y bastante dura.

-- ¿Cómo sabe todo esto?

-- Su propia mamá le lo ha contado, me lo ha dicho con lágrimas en los ojos, sabe del sacrificio de su hijo y le duele, como a cualquier mamá.

-- Ese suceso de la preparatoria tiene mucho que ver con lo que es actualmente ¿cierto? – me pregunta, sigue con su cara rara.

-- Sí señor, no le diré qué pasó, pero esa ha sido la crueldad más grande que le han hecho a un ser humano como Evan, no se valió lo que le hicieron – lo recuerdo perfectamente, recuerdo a mi amigo llorando destrozado, ese día lo mataron por dentro – Se ensañaron con él de una forma cruel.

-- ¿Fueron varias personas? – preguntó con cierta molestia.

-- El grupo popular de la escuela, fueron unos desgraciados por lo que le hicieron.

-- Malditos – dijo en voz baja pero pude entender a la perfección lo que comentó.

-- No le contaré más señor abogado, porque hacerlo sería traicionar la intimidad de mi amigo.

-- No se preocupe Joseph, no pensaba preguntar más, con esto fue más que suficiente.

-- ¡Qué bueno! pues no pensaba decir más – con cuidado me limpié la cochina lágrima que se me estaba saliendo.

-- Gracias por esto Joseph – me decía con mucha tranquilidad.

-- De nada, pero este muñeco ya se tiene que ir – me levanté, me soné la nariz, quería chillar, cada que recuerdo la historia de mi amigo me da sentimiento, pues yo la he vivido con él, no por nada somos los mejores amigos, ¿o es que creen que voy a su casa y reviso su refri solo por gandalla? No, lo hago porque él es muy capaz de no comer y no decirme nada con tal de no dar problemas, pues se queda sin dinero para su despensa, y por eso bajita la mano siempre le ayudo con lo que puedo.

-- Joseph – antes de que salga me detiene, me giro y lo veo – Nadie se va a volver a meter con Evan, nadie lo va a volver a humillar y él no va a volver a pasar nunca más un día sin comer – lo miro con sorpresa.

-- Pero…

-- Él me tiene a mí, y por si no lo había notado, estoy enamorado de su amigo – así de franco y seco me lo dijo.

-- Gracias – le muestro mi pulgar en señal de apoyo.

-- Gracias a usted – me dice, este hombre es bueno, tal vez él sea capaz de borrar ese recuerdo que atormenta a Evan, tal vez este señor abogado pueda acabar con la sombra que Alan Bernardi dejó…

 

 

 

 

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En una casa de la zona céntrica, un sitio bastante exclusivo y elegante. Dentro de su recamara, decorada con posters de famosos jugadores de futbol, logos de su equipo favorito y un jersey colgado detrás de la puerta, un jovencito miraba una fotografía en su celular, acababa de marcar un número telefónico.

 

-- Hablas como si estuvieras enojado – le decía al retrato que tenía en el móvil.

-- Hijo – una mujer entró y el jovencito dejó el teléfono de inmediato – ¿Qué haces? – la fémina le preguntó.

-- Nada má – sonrió disimulando su nerviosismo.

-- Anda, vamos a cenar, ya es tarde – lo ayudó a levantarse de la cama.

-- ¿Qué hiciste hoy?

-- Lo que sea te lo comerás Josué, así que no repeles.

-- Sí mamá, lo que tú digas – el jovencito fue tras ella. Por llevárselo la mujer no pudo ver el celular que se quedó en la cama y el cual tenía la imagen de un jovencito con uniforme escolar, era una foto vieja, pues ese chico ya era un hombre, un hombre que sabía bailar bastante bien…

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

¡Gracias!

 

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