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Una Eva y tres patanes por Charly D

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Y luego de un mal trago y malos recuerdos aquí estamos, durante todo el trayecto de venida no me dijo absolutamente nada que no fueran cosas obscenas y asquerosas, a mí qué me importa que un lubricante sabor uva sea mejor que uno sin olor, Adán Edilberto es un puerco, sin embargo todo se vio recompensado al estar aquí, hacía tiempo que no venía al cine, es más, ni siquiera sabía que este cinema existía.

 

– ¿Y qué te gusta más? – lo miré para responderle.

– Pues, me gustan las palomitas con caramelo – inocentemente le dije, pero era mucho pedir que solo fuera algo decente.

– No, me refiero a si te gusta más acostado o de pie – es un cerdo, un cerdo, no sé ni por qué estoy aquí con él.

– ¿Es enserio que me preguntas eso? – lo iba a matar si seguía con sus obscenidades.

– ¡Deberías ver tu cara! – soltó una carcajada que provocó que los demás nos miraran con extrañeza, aprieto mi puño, estoy a punto de golpear a alguien.

– ¿Dejarías de hacer esto? Me estás poniendo en ridículo – comenté entredientes, iba a sacarle el cerebro a punta de golpes.

– Ya, está bien, pero queda pendiente esa pregunta – niego con la cabeza, es imposible hablar con este tipo.

 

 

Luego de estar formado durante un buen rato en la dulcería, porque había un mar de gente queriendo ver la película del antihéroe este, yo pensé que me la perdería, es más, a un amigo de Joseph le iba a pedir que me la consiguiera en pirata para poder verla en mi casa, digo, no es lo mismo pero al final de cuentas es igual, noto que varias chicas nos miran, de repente me sentí algo inquieto, ya luego entendí, a mi lado está un tipo lleno de bolas que es stripper y tiene un cuerpo bien cuidado, obvio no me miran a mí ¿cierto?

 

En fin, yo seguiré esperando y procuraré que este puerco no me enfade, no quiero echarme a perder el buen momento que me espera.

 

– ¿A ti como te gusta? – me pregunta, es todo, mi paciencia se acabó, ¡Se acabó!

– ¡Deja de estar de cerdo! ¡Si me gusta acostado o parado es mi maldito problema! ¡A ti qué diablos te importa eso! – le grité frente a la cajera de la dulcería del cine, no pude más, este tipo es un pervertido.

– Eh, pues… el señor se refería a sus palomitas, si las quería con mantequilla, con caramelo o combinadas – lo miro y se intenta aguantar la risa, la gente detrás de nosotros nos mira con pena ajena y la cajera se nota muy, pero muy incómoda.

– Ah, bueno… ¡Las palomitas! ¡Claro! Claro – no sabía dónde esconder la cara, en verdad si se hubiera abierto la tierra me habría arrojado sin pensarlo para evitar esta vergüenza que estoy pasando.

– ¿Mantequilla o caramelo? – se nota a leguas que este infeliz se quiere burlar de mí.

– Caramelo – digo forzadamente,  juro que después de aquella vez en la que me quedé encerrado en un baño público, esta es la ocasión más vergonzosa que he pasado.

– Caramelo, guapa – le guiña el ojo a la chica y ella sonriente se va a traer nuestra orden, ¿en qué momento se me ocurrió acompañar a este sujeto? Y sobre todo ¿por qué sigo aquí?

 

 

Luego de esa terrible experiencia Adán tomó la charola con los refrescos, palomitas y unos dulces confitados que se me antojaron, como él invitó yo me hice ojo de hormiga, el que invita paga, a parte que yo ya me quedé sin quincena, las deudas son las deudas y apenas me alcanza para pagar, así que si él invita y me hace quedar en ridículo, que él pague, idiota.

 

– ¿Cuáles son nuestros lugares? No veo – al entrar a la sala me tuve que andar a tientas, no podía ver, si acaso en los escalones forrados con alfombra hay unas mini lamparitas led, pero están mal, ¿Quién puede ver donde pisa con esas lucecitas tan tenues?

– Revisa los boletos, yo no puedo porque tengo la charola en las manos – este torpe.

– ¿Dónde están?

– En mi bolsillo – no puedo verle la cara porque todo está a oscuras, no supe qué bolsillo señaló.

– ¿En cuál? – le pregunté de nueva cuenta.

– En el bolsillo trasero derecho – ¡No es cierto!

– ¿Bromeas, verdad?

– ¿De qué?

– No pensarás que voy a trasegar en tu bolsillo trasero ¿o sí? – mi cara de rechazo lo decía todo.

– Si quieres sentarte en cualquier lugar y cuando entre el que lo pagó te quite a patadas entonces no revises nada, yo estoy cargando la charola así que no puedo – me dijo muy quitado de la pena.

– Entonces dámela y yo la cargo mientras tú te revisas – la idea más inteligente.

– No seas tonto, capaz y tiras todo, solo saca los boletos y ya.

– No, porque estoy seguro que si lo hago vas a salir con alguna cosa pervertida y estúpida – mientras nos peleamos ya hay unas personas detrás de nosotros esperando a que les demos el paso.

– Joven, si se quita, queremos pasar, luego se pelea con su novio, déjenos pasar por favor – ¿Qué? ¿Pasar? ¿Novio?

– Señora este sujeto y yo no…

– Ya escuchaste cariño, deja pasar a la señora, que nuestras peleas de novios no afecten a los demás.

– ¿Qué? – Pregunto con horror – ¡No señor! Tú y yo no…

– Ya escuchó a su novio, con permiso – agitando su cadera la señora y sus cuatro acompañantes se abrieron paso entre nosotros.

– Adelante, disculpe las molestias que mi novio le causó – dijo con sorna y luego se rio.

– ¡No es cierto! ¡Señora él y yo no! – iba a seguir alegando pero una rechifla con insultos varios me silenció.

– ¡Ve a gritar al hotel, cállate que estamos viendo la película! – un tipo que no sé quién fue me gritó.

– ¡Majaderos! – les grité, bola de igualados – ¡Trae acá! – sin pensarlo más saqué de su bolsillo trasero los boletos.

– ¡Tranquilo! Para eso son pero relájate, tenemos toda la película para tocarnos – ¡Lo sabía! Sabía que iba a salir con sus cosas puercas.

– Adán, eres un sucio y maldito puerco – como puedo muevo los boletos para poder ver en aquella semioscuridad y logro identificar nuestros lugares – Son los G9 y G10, muévete, y pobre de ti como tires mis palomitas – completamente indignado me dirigí a mi asiento, solo a mí se me ocurre venir al cine con este sujeto, solo a mí.

 

 

Pensé que durante la función iba a estar hablando o haciendo sus cosas perversas, pero no, se mantuvo en su lugar comiendo palomitas con mantequilla y riendo por las cosas que pasaban en la película, he de decir que está muy buena.

 

Las casi dos horas que duró fueron entre risas y uno que otro tosido porque al tonto de Adán se le atoraban las rosetas en la garganta. Sin embargo casi al final hubo una escena que fue por demás triste, un diálogo entre los protagonistas de la cinta. Fue algo tan emotivo, tan triste que no pude evitar pensar en las despedidas que tanto odio, ojalá y aquella historia mía hubiera tenido un final más o menos parecido, ojalá yo hubiera tenido un cierre cuando menos como ese en mi relación con Alan, el cruel Alan Bernardi. Lo que menos deseaba es que Adán Edilberto me viera llorar, miré hacia el lado contrario de donde él estaba para que no me mirara y para disimular quise tomar las últimas palomitas que quedaban, sin embargo mi acompañante y yo hicimos lo mismo a la par y nuestras manos se rozaron, pronto sentí como suavemente uno de sus dedos se abría espacio entre los míos, iba a decirle algo pero lo que vi cuando me giré para regañarlo me dejó mudo.

 

– Ad… – ni siquiera pude terminar su nombre, él miraba fijamente la gran pantalla, sus ojos estaban igual de llorosos que los míos, hasta pareciera que quería llorar también, su semblante no era el del pervertido, se notaba triste, podría decirse que se notaba más dolido que yo. ¿Qué le ocurrirá? ¿Por qué tiene esa cara? No pude ser tan miserable como para portarme mal cuando él me ayudó luego de aquel incidente en su negocio, con mucho respeto, enlacé su mano con la mía, era un modo de decirle que lo apoyaba aunque no supiera en qué. Suspiró y miró hacia otro lado, quería llorar, ese tipo tan macho y lleno de bolas quería llorar, acabo de descubrir que él también tiene algo que arrastra, no sé qué sea, pero puedo inferir que es algo demasiado triste.

Todos, por muchas máscaras que nos pongamos en el alma, tenemos algo que nos lastima, que nos hiere y que no nos dejará en paz hasta que lo hayamos sanado completamente.

 

 

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Como pocas veces, puesto que el trabajo no me deja mucho tiempo libre, acudí a cenar con una persona muy especial para mí, es una señora en toda la extensión de la palabra, mucho de lo que yo he hecho ha sido por mi esfuerzo y dedicación, por lo aferrado que soy, pero sin ella me hubiera costado el triple de trabajo.

 

– Me alegra que esta vez si hayas aceptado venir a cenar conmigo – me decía mi madrina, ella es como de mi familia, siempre me ha apoyado en todo lo que he querido emprender, incluso cuando le dije a mi padre que no quería ser arquitecto como él.

– Le agradezco la invitación, discúlpeme por apenas venir, pero ya sabe que el negocio no me deja mucho espacio.

– Lo sé Alejandro, lo sé, y por cierto ¿cómo va tu tienda? – me preguntó luego de dar un sorbo a su té.

– Va levantando cada vez más, de hecho me estoy dando a conocer en la ciudad, ahora entiendo muchas cosas, eh – la miré directamente y le sonreí.

– No te podía dejar solo – ella me devolvió el gesto y con su suave mano apretó la mía.

– Por eso me recomendó esa agencia ¿verdad?

– No te lo puedo negar, tú necesitabas un empujón y como sabía que no aceptarías algo gratis decidí darte un buen precio.

– ¿Por qué nunca me dijo que usted y mi padrino eran los dueños de ‘Expresiones’?

– Porque no pensé que fuera necesario decírtelo, pero desde ese día que me viste por allá estaba segura que no tardarías en preguntarme por ello.

– ¿Me vio? – me sorprende, yo creí que ni había reparado en mi presencia.

– ¡Claro que te vi! Para mí tu nunca pasas desapercibido, eres como mi hijo, el más pequeño – me sonrió y me alcanzó una rebanada del pastel de zarzamora que tanto me gusta.

– Usted es muy buena conmigo, incluso más que mi propia mamá – le comenté con cierta tristeza, era cierto, desde que renuncié a seguir los pasos de mi abuelo y mi papá, mamá ha sido distante conmigo, ninguno de mis papás apoyó mi decisión, simplemente se hicieron a un lado.

– Yo solo entiendo que tú quieres ir por tu propio camino, y eso no es malo, al contrario es lo más saludable que hay, al menos yo me siento muy orgullosa de todo lo que has logrado tu solo – me seguía mirando, mi madrina Mercedes desde que yo recuerdo ha sido para mí como una segunda mamá.

– De hecho, hay algo que quisiera decirle, bueno, contarle, es usted la única persona en la que confío a tal grado.

– A ver, esto se ve serio, dime, hijo – dejó de lado su taza de té y me miró expectante.

– Estoy enamorado – le dije directamente, sin rodeos ni preámbulos.

– ¡Qué gusto mi amor! – Me contestó con mucha alegría – ¿Y de quién? Solo por favor no me digas que regresaste con la Aylín esa, eh – ella sabe de mi historia con mi ex y la detesta desde entonces.

– No madrina, ella es parte del pasado, estoy enamorado de otra persona, de alguien que es tan genial, que tiene mucha bondad en su alma, es estupendo – de inmediato vino a mi mente Eva con N al final, su sonrisa, sus gestos cuando se enoja, su transparencia.

– ¿Dijiste estupendo? – me preguntó con cierta duda.

– Sí

– No estamos hablando de una mujer ¿verdad? – agaché mi cara y negué con la cabeza, era la primera persona a la que se lo confesaba,

– No madrina, no es una mujer.

– Es un muchacho entonces – me afirmó y solo pude asentir. Escuché el rechinido de su silla cuando se levantó, fue hasta mi lado y con su delicada mano me levantó la cara tomándome de la barbilla – ¿Y cuál es el problema? – sus ojos compasivos me miraban con mucha ternura.

– Que tal vez no es lo que todos esperan de mí, que quizás mis padres se van a decepcionar todavía más, y aunque quiero aparentar que no me importa, sí, si me importa porque al final del día ellos son mi familia y me duele que no quieran apoyarme, que no quieran estar conmigo, que renieguen cada vez más de mí – mis ojos se nublaron, mi labio inferior me temblaba, deseaba llorar.

– Ellos tuvieron la fortuna de tener un hijo como tú, uno que lucha por sus ilusiones y sueños, y aunque no lo comprenden del todo, saben que eres bueno, no creo que renieguen de ti, solo les cuesta aceptar que eres diferente, que simplemente tu alma y espíritu son tan libres que por ello has decidido seguir tu rumbo aparte, es solo eso.

– ¿Y con respecto a Evan?, cuando se enteren ¿qué dirán?, seguro me odiarán – traté de agachar mi cara pero mi madrina seguía sosteniéndome.

– ¿Y si no les gusta la idea vas a dejar de sentir lo que sientes?

– No, de ninguna manera.

– Entonces eso es lo importante, que tú seas feliz, ellos ya hicieron lo que desearon y vivieron su vida, ahora te toca a ti, si es hombre o mujer quien te gusta eso es indistinto, sigues siendo el mismo Adán Alejandro, el chico bueno y trabajador que es mi ahijado.

– ¿Usted lo ve con buenos ojos? – pregunté esperanzado.

– ¡Claro que lo veo así! Lo único que me importa es que mis hijos sean felices, si tú lo eres está bien, así como mi hijo mayor, él ha hecho lo que ha deseado, desde niño fue así, hoy se está divorciando y lo único que me importa es que sea feliz, así que una vez más tú cuentas con todo mi apoyo, ¿de acuerdo?

– De acuerdo, gracias madrina – dejé que se escapara esa lagrima que desde hacía rato quería salir de mi ojo.

– Solo tengo una pregunta.

– Dígame.

– Dijiste el nombre de Evan ¿será acaso ese muchacho que trabaja en la agencia?

– ¿Usted conoce a Evan? – le pregunté sorprendido, digo, ella tiene tantas amistades, conocidos, personas que trabajan en los negocios de mi padrino y de ella que se me hace increíble que haya reparado en la presencia de Eva con N al final.

– Claro que sí, y acá entre nos te contaré algo, él es una gran opción, conozco un poco de la historia de ese muchacho y puedo entender el por qué te fijaste en él, tiene un carácter estoico, es educado, honesto, un buen elemento, es de nobles sentimientos, desde la primera vez que lo vi en la agencia me transmitió esa calidez humana que solo personas como él pueden poseer, por esa razón es que me acuerdo de él, y de su forma de ser tan peculiar – soltó una ligera carcajada, lo sé, sé cómo es él.

– Sí, es él.

– Yo te apoyo, y en lo que pueda ayudarlos lo haré con mucho gusto, así que adelante, conquístalo, porque una persona como él no creo que esté toda la vida solo.

– Claro que lo conquistaré, me lo ganaré a la buena – me levanté de mi lugar y la abracé – Gracias por todo, madrina – ella me acarició el cabello, ahora me siento más motivado para ir por Eva con N al final, ojalá algún día él también se enamore de mí, al menos la lucha la haré, porque lo quiero y deseo que esté a mi lado, mi Eva con N al final…

 

 

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

¡Gracias por tu lectura! Estamos próximos al final de temporada...

 

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