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Una Eva y tres patanes por Charly D

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Después de un rato en el que íbamos todos en silencio, por fin llegamos al lugar en el que comeríamos, miro en mi teléfono la hora, es temprano, tengo el pendiente de mi cita de la noche, no es que esté muy animado, de hecho si pudiera zafarme de ese compromiso lo haría, pero el señor abogado se ha portado tan bien que sería una completa grosería que lo dejara plantado, por lo que comeré lo más rápido que pueda, saldré, iré al primer cajero que me encuentre, de mi banco claro está porque de otro me cobran comisión y con ese recargo me quedo más pobre de lo que por sí ya soy, llegaré a casa, me cambiaré y estaré listo para la noche.

 

Escucho que abren sus puertas, mis acompañantes se bajan, yo intento abrir mi puerta pero no puedo, segundos después cierran esos tipos, ponen la alarma y se van… ¡Me dejaron encerrado en la camioneta! Estoy comenzado a ponerme rojo de la ira.

 

-- ¡Espera, lo dejamos adentro! – Mat exclama y se regresa apresurado, noto que el otro solo se sonríe, ese barbaján lo hizo a propósito.

-- Muchas gracias – digo forzadamente al hombre que me abrió la portezuela y camino rumbo al otro tipo lleno de bolas, el cual me mira con sorna, trataré de ser muy sutil para no evidenciar que estoy molesto – ¿Qué te pasa? ¿Por qué me dejas encerrado? ¿Tienes problemas mentales o qué? ¿Eh? ¿Eh? – lo encaro.

-- Olvidé que venías con nosotros – se encogió de hombros se adentró al lugar, que ahora que lo veo se ve muy pintoresco, es un sitio con rasgos muy típicos del país, paredes de ladrillos, bien pintados y acabados elaborados, mesas de madera y sillas del mismo material, sombreros colgados en cada esquina como elementos de ornato, y pequeños cactus como centros de mesa, me han traído a un restaurante de comida mexicana. Dejando de lado el lugar, maldito Adán, lo odio más que cuando lo conocí, me encerró a propósito, estoy seguro.

-- Discúlpalo, anda un poco distraído – su asistente o amigo, quién sabe qué es me dice por la espalda y yo siento cosquillitas, no me gusta que me lleguen por detrás.

-- Sí, claro, me remuevo incómodo y me pongo a su lado. Me da el paso y con toda la incomodidad empiezo a andar, no sé por qué accedí a venir con este patán mentecato.

 

 

Estamos entrando, y vemos que el Adán ese ya está sentado y hablando cómodamente con una muchacha, ésta lleva uniforme por lo que entiendo que es mesera de lugar, la chica se ve encantada con ese tipo, pobrecita, no sabe que ese sujeto es un pesado, horrible, barbaján y patán, de seguro solo está pensando en cochinadas, será mejor que ella escape antes de que ese boludo le haga perder su honra, bueno, si es que no la ha perdido.

 

-- ¿Y a qué hora sales? – cuando llegamos podemos escuchar que eso le pregunta, pero que bárbaro, ni un cafecito le invita antes, que horrible es.

-- No le hagas caso – Mat se sienta, yo igual y no duda en hablarle a aquella muchacha – Mejor háblale a tu compañero, aquel que está cerca de la barra, gracias – la despide y nos quedamos unos momentitos callados mientras la chica, confundida, se marcha – Ni la burla perdonas, quizás y esa niña es menor de edad y tú ahí buscando problemas – reprende al boludo, yo miro todo en completo silencio.

-- Para eso te tengo a ti, para que me resuelvas los problemas – suelta una carcajada y el otro niega con la cabeza, ese Adán es de lo peor – Este es un lugar bueno eh, te va a gustar – se dirige a mí, lo miro con indiferencia y lo ignoro, debe saber que no me cae bien, igualado.

 

Momentos después llega un jovencito delgado con tres menús en las manos.

-- Buenas tardes caballeros, mi nombre es Josué y hoy los voy a atender – noto por unos momentos que Adán Edilberto se le queda mirando, pero ya no se ve tan relajado como antes, pareciera como si se quedara pensando en algo, su ceño se frunce y su sonrisa burlona de antes se esfuma.

-- Gracias, puedes dejarlos y te llamamos – hasta pareciera un ser humano decente, se dirige con propiedad al muchacho y lo despacha, quién lo dijera, este sujeto es extraño, a ratos está feliz, a ratos se pone serios, cuando llegó a la oficina estaba molestándome, cuando salimos parecía enojado, debe tener muchos problemas mentales y por eso está así de loco – Josué, siempre me ha gustado ese nombre – dice sin dejar de mirar al frente, no lo conozco pero su mirada pareciera nostálgica.

-- Lo sé amigo, lo sé – Mat le contesta y luego de ello el boludo vuelve a su estado original: un patán.

-- Y Eva… n – cierro el puño, lo hace a propósito - ¿Qué te parece si ordenas algo rico para comer? – me dice con una cara tan lujuriosa que hace sentirme incómodo, esa mirada me está poniendo muy enojado.

-- Comeré lo que yo quiera – le digo entredientes.

-- Dicen que el chorizo de este lugar es uno de los mejores, deberías probarlo – por supuesto que le entiendo, méndigo boludo cara de depravado.

-- No gracias prefiero la sopa de tortilla – contesto mirándolo fijamente.

-- También puedes optar por unas picaditas de huevo, tal vez te gusten más – lo miro sorprendido, este sujeto cree que me va a ganar.

-- No gracias, no consumo productos de GALLINA – recalco la última palabra. El patán se ríe, lo hace de mí, estoy seguro.

-- Eres muy listo, pero no olvides que los huevos son parte de una alimentación saludable – es todo, me voy, bueno mejor no, debo firmar el contrato antes de largarme, mejor me quedo.

-- Ya déjenme en paz el chorizo y los huevos, ordenemos de comer ya por favor – comenta seriamente Mat, Adán suelta una carcajada y yo lo miro con horror, ese tipo nos acaba de burlar, lo dicho, son unos cerdos y patanes, ahora me refiero a los dos, pelados.

 

 

Terminamos por ordenas consomé de pechuga y carne asada, mastico con ganas y rapidez, hemos perdido mucho tiempo, mi día no ha salido para nada como yo lo esperaba, a decir verdad, nunca me sale como yo espero, en fin, lo único que hago es comer, al final de cuentas es lo que me gusta, comer y gratis, porque ni piensen que voy a cooperar, ellos me sacaron de mi oficina, ellos me trajeron hasta aquí, ellos que paguen por zoquetes.

 

-- Y dime una cosa, Evan, ¿andas con alguien? – tengo mi taco a punto de morder y me quedo mirando al boludo.

-- ¿Es enserio? ¿Me preguntas por mi vida íntima cuando estoy comiendo? – le cuestiono con indignación.

-- O sea que estás soltero ¿Cierto? – pone otra vez esa cara, miro de un lado para otro y opto por darle la espalda para poder morder mi taco en paz, no me veo muy educado, pero tengo hambre y si ese tipo me mira y me pregunta tonterías no puedo degustar mi carnita a gusto.

-- Ya déjalo comer tranquilo – interviene Mat, lo cual agradezco.

-- Solo quería ser amigable, eso es todo – como es costumbre suelta la carcajada y se burla de mí, idiota, yo lo ignoro y sigo comiendo, su burla se detiene porque su teléfono suena, lo mira y contesta, no tarda mucho en bajarlo y volverlo a guardar en sus apretados pantalones, nunca he entendido como hay hombres que andan con los jeans tan ajustados, la verdad yo una vez me puse uno y bien que sentí como uno se me iba de un lado y el otro de otro, sentí como si me hubieran violado, nunca más use esas porquerías.

-- Número equivocado – dice y vuelve al ataque - ¿Y cuándo me lo vas a dar Eva… n? – me pregunta y siento como se me atora mi bocado, tanto que estoy tosiendo.

-- ¿Cuándo te voy a dar qué? – termino de tragar para contestar y tomo mi cuchillo, con el que corté la carne, estoy seguro que voy a cortar gargantas el día de hoy, lo miro con seriedad.

-- Ya sabes, quiero que me pases tu ese – usa ese desagradable tono, aprieto el arma, lo voy a matar, lo voy a matar.

-- ¡Maldito Adán! ¡Eres un puerco, un degenerado, un cochino y desviado sexual! – él lanza una carcajada mientras yo le arrojo mi carpeta con documentos.

-- No era necesario que le aventaras la carpeta, él solo te pedía el contrato para firmarlo – me quedo helado luego de escuchar a Mat ¿El patán me pedía el contrato? Miro a mi alrededor y la gente cercana me observa, lentamente me vuelvo a sentar y componerme el cuello de la camisa.

-- Por eso decía, que revisaras el contrato y lo firmaras - ¡Trágame tierra! ¡Trágame bien tragado! Siento que la gente a partir de este momento me verán como bicho raro y me van boletinar como un sujeto peligro y no grato. ¡Maldito Adán! Éste solo se burla de mí, ¡Ya me quiero ir!

 

 

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Ya es de noche y aquí sentado solo puedo pensar, ¿A quién llamaré? Claro, solo a una persona le puedo llamar, al único amigo que he tenido desde hace muchos años, y por único me refiero a que me ha acompañado en las buenas y las no tanto, recuerdo que yo lo conocí mucho antes de que nos empezáramos a llevar bien, aquella noche cuando lo ayudé, fue que Evan y yo nos hicimos los mejores amigos, ambos sufrimos cosas parecidas por lo cual aprendimos a convivir juntos y a sanar nuestras heridas. Para quien lo llega a conocer sabe que es de esos que se pueden quitar la camisa con tal de dársela a un amigo, Evan saber ser así.

 

 

 

 

 

Era la tardeada final de la preparatoria, el baile iba a ser en el salón de usos múltiples, no era muy grande pero cabíamos ahí. Daban las casi seis de la tarde, la música estaba a un volumen alto, los alumnos iban estrenando la ropa que por culpa del uniforme no podíamos usar a diario. Yo estaba en una de las bancas que pusieron en el lugar, no tenía con quién platicar, a decir verdad me arriesgué a ir solo para ver cómo se ponía el ambiente, pero no era de caerle muy bien las personas, es más, creo que les caía mal, o eso entendía porque me apodaban ‘Joseph el choto’ o dibujaban penes en mi banca, para cuando me sentara se burlaran de mí diciendo que me ‘sentaba en mi comida’ y cosas así, en fin esperaba a ver qué me deparaba esa noche, si aburrirme o caerle por fin bien a alguien.

 

Desde hacía rato y desde mi lugar miraba a un chico, su nombre era Evan, todos se burlaban de él diciéndole Eva y éste se ponía como energúmeno cada vez que le decían así, pero desde hacía días noté que dejó de ser un marginal como yo y otros tantos para pasar a ser amigo de cierto grupito de compañeros, la crema y nada de la escuela, se había hecho muy amigo de Alan Bernardi, él y los suyos lo habían aceptado como uno más del grupo, me daba curiosidad saber cómo lo había logrado, varias veces quise preguntarle cómo logró subir tan alto en tan poco tiempo, pero no me atrevía, por ello observaba cualquier detalle que me diera la respuesta para dejar de ser como yo y parecerme a él.

 

Esa noche escuchaba que Patricia, Lorena, Gustavo y Elías, los otros miembros del grupito de Alan, divulgaban que habría una sorpresa esa noche, todos estaban muy ansiosos por saber qué habían preparado para esa noche, los chicos eran de dinero, tal vez y era una sorpresa genial, por eso mismo no me fui temprano deseaba que me tocara algo de aquello que prepararon aquellos chicos.

 

Ya había oscurecido, tenía muchas ganas de irme, pero más era mi curiosidad para saber de qué iba la sorpresa. Por fin, cerca de los ocho de la noche, Paty, como le decían a esa chica, se subió a una mesa y con un micrófono comenzó a hablar.

 

-- Esta noche, por primera vez en la historia de esta escuela tendremos un reinado, ¡Esta tardeada será recordada por siempre como la primera en la que hubo una reina del baile! – jubilosos los demás compañeros gritaban, ¿Esa era la sorpresa? Genial, perdí mi tiempo a la tonto, pero en fin, ya me había quedado, ya qué más daba, a lo mejor al final hasta dulces repartían, me quedaría solo por chismoso.

-- ¡Con ustedes, Eva primera! ¡La reina del baile! – ahora el micrófono lo había tomado Lorena, la cual gritó y en automático aparecieron Gustavo y Elías arrastrando a ese chico, a Evan, lo llevaron al centro del salón de usos múltiples, él iba llorando, su cara estaba llena de maquillaje y pintalabios mal aplicado, lo rayaron a propósito, pareciera que antes lo habían revolcado en el pasto porque en su boca se podía ver un poco de lodo y ese vestido que llevaba encima, lleno de encajes, de muy mal gusto y mal puesto, también tenía grandes manchas de tierra. Me quedé sin palabras, lo estaban humillando frente a todos, Evan no paraba de llorar, cuando esos dos tipos lo soltaron el cayó de rodillas y seguía derramando lágrimas.

-- ¡Saluda a tus súbditos Eva, eres la atracción y la reina de la noche! – Paty volvía a hablar con burla, muchos se reían de él, otros aprovecharon para arrojarle vasos con refresco mientras él seguía en el piso, llorando desconsoladamente.

 

Había varios compañeros indignados, pero nadie se atrevía a hacer nada, yo realmente no pude resistir más, aquello era inhumano, atentaban contra su dignidad como persona, y hasta donde recuerdo él jamás había sido grosero con nadie, al contrario pese a no tener amigos y que se burlaran de él por su nombre, siempre era amigable, era un chico común, que no se metía en problemas y ningún daño le hacía a nadie, era tan injusto lo que le estaban haciendo esos sujetos, sin medir consecuencias o sentir miedo, me levanté rápidamente y fui donde él, me encuclillé y le comencé a hablar.

 

-- ¿Te puedes poner de pie? – Le pregunté pero no me contestaba, seguía llorando, humillado, sucio, mojado por los refrescos, no hablaba – Vamos, te ayudo – intenté levantarlo, pero no podía, yo solo.

-- ¿A dónde crees que llevas a la reina? – Gustavo se acercó a mí, se notaba molesto, seguramente me hubiera dado un puñete de no ser por otros compañeros que se enfrentaron a él.

-- Esto es pasarse de la raya, cabrones – un compañero le dijo y era corpulento, por lo que aquel cobarde prefirió no meterse en problemas. Como pude levanté a Evan y apoyé sobre mí, aún no hablaba, lloraba desconsoladamente, había sido sobajado de una manera muy atroz, caminamos rumbo a la salida, y en la puerta lo vi, ahí estaba Alan, tenía una cara que no supe descifrar.

-- Evan – dijo, e iba a acercarse, pero se lo impedí.

-- ¡Ni se te ocurra! Tú y los tuyos no son buenos, nunca lo han sido, regresa con ellos y espero que algún día se arrepientan de lo que acaban de hacer.

 

Me lo llevé de ahí y no supe que pasó después, solo sé que a partir de esa noche, Evan no volvió a ser el mismo, una parte de su vida había quedado fracturada y seguramente iba a tardar gran parte de su existencia en repararla, esa noche lo acompañé, lo vi llorar, y sin poder evitarlo lloré con él, pude sentir su dolor, su pena, el sufrimiento y la decepción que había sufrido, por eso Evan se volvió desconfiado y poco tolerante, a él le robaron esa parte de su inocencia esa noche en la que le despedazaron la autoestima de una manera brutal.

 

 

 

 

 

No hablamos del tema, esa parte de nuestras vidas, el cómo empezamos nuestra amistad quedó prohibida para ambos, nunca volvimos a mencionar a Patricia, Lorena, Gustavo, Elías o a Alan, el peor de todos. Nos hicimos amigos, y continuamos siéndolo hasta la fecha, estamos el uno con el otro siempre que lo necesitamos, y nadie va a cambiar eso.

 

-- José Guadalupe Cisniega, haga su llamada – me dicen ¡Al fin! Me sé su número de memoria, entiendo que es noche, pero él nunca apaga su celular. Marqué y por fin me contestó.

-- Hola – le dije feliz de la vida.

-- ¿Qué pasa Joseph? Estoy cenando – me contesta en voz baja.

-- ¿Apenas? Sí que eres tardado hasta para eso – le dije con mi tono de siempre.

-- ¿Solo para eso me llamas? ¿En verdad? – me dice con fastidio.

-- Sí, bueno y para otra cosita – sonrío como si me estuviera viendo.

-- ¿Qué?

-- Pues que estoy en la delegación, detenido y solo te puedo decir que tres gatos y un conejo estuvieron involucrados – le solté de golpe.

-- ¿Qué demonios? – preguntó y pude escuchar un quejido, al parecer se pegó con algo.

-- Estoy en la delegación norte, ven por mí, sácame antes de que me lleven a los separos y me violen tres negros, ¡Adiós! – le colgué, ni loco me quedo en línea, me va a dar el sermón de mi vida, lo sé, es en este momento que pienso en dónde estaré mejor, si en la cárcel o fuera y que sea Evan quien venga por mí, estoy en problemas, en serios problemas…

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

Notas finales:

¡Gracias por tu lectura!

 

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