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Sweet Life por Nova22

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Notas del fanfic:

Fic hecho como regalo para el cumpleaños de una amiga.


Los personajes de Haikyuu no me pertenecen, pertenecen a Furudate Haruichi.

Role-Play


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Un ligero ruido, casi imperceptible, resonó en lo más profundo de su mente, arrancándolo del tranquilo mundo de sueños en el que se había sumido. Tsukishima se quedó en la cama, observando cada rincón de la habitación, la cual era iluminada por el resplandor de la luna blanca, pero nada, todo permanecía tal y como lo había dejado antes de acostarse, sin embargo sabía que algo andaba mal.


Lo presentía.


Su cama recibió su ausencia con un rechinido de protesta, y se aproximó a cerrar la ventana que, estando entreabierta, permitía que la fresca brisa nocturna apaciguara el insoportable calor del verano, principal motivo por el cual la única prenda que vestía era una vieja camiseta cuatro tallas más grande que su cuerpo y que se deslizaba dejando al descubierto su hombro izquierdo.


El silencio volvió a reinar en la casa, sin embargo no reanudó la calma. Con pies descalzos y pasos silenciosos bajó las escaleras hasta el living y comprobó la puerta; estaba cerrada, pero no tenía seguro. Agudizó el oído y esperó durante unos segundos, pero no escuchó nada...quizá solo fue su imaginación o los vestigios de un vivido sueño.


Dio una rápida inspección a cada habitación de su vivienda y, sintiéndose más tranquilo, volvió a su dormitorio, las bisagras crujieron, pero justo antes de que la puerta se cerrará detrás de él, alguien lo empujó por la espalda y cayó de frente a la cama y aprisionó sus manos.


— ¿¡Quién demonios eres tú!? — exclamó forcejeando contra el hombre que se había montado a horcajadas sobre él, limitando así sus movimientos — ¡Suéltame! — su corazón comenzó a latir a gran velocidad. Era imposible librarse de él, su agarre era tan fuerte como el acero y sus ojos brillaban con el fulgor de un insano y perverso deseo...tenía miedo, mucho miedo.


Con un movimiento que arrancó un quejido de dolor, el extraño movió sus manos hasta dejarlas por sobre su cabeza, sujetándolas con una sola al tiempo que se inclinaba hacia él, aspirando el aroma de su cabello y la otra mano subía por sus muslos hasta atrapar uno de sus glúteos — No estás usando ropa interior...¿Estabas esperando por mí, zorra?


Horrorizado, Tsukishima observó impotente como se lamía los labios y sintió su mano apretar su trasero con más violencia, presionando sus dedos sobre la carne hasta que un quejido de dolor explotó en su garganta. Eso hizo sonreír ampliamente a su atacante, permitiéndole observar una perfecta dentadura nacarada — Váyase ahora o voy a gritar... — dijo mientras se debatía debajo del cuerpo del hombre, que pareció no inmutarse en absoluto.


— ¿Gritar? Eso exactamente lo que quiero que hagas...como una puta en celo — pasó la lengua por su cuello, mientras deslizaba la mano de sus glúteos hasta su vientre y de un brusco tirón alzó sus caderas del colchón apretando sus glúteos contra el caliente bulto entre sus pantalones; él estaba excitado — Eso es lo que vas a hacer ahora, zorra... — su erección se frotó contra su trasero, dura, y su calor traspasó la tela hasta su piel.


Se sintió mareado por el miedo, la habitación comenzó a dar vueltas y le costaba respirar; esto no podía estarle pasando, era imposible...imposible. Entonces, un golpe inesperado en el trasero le hizo reaccionar, aceptando la realidad — ¡Déjame! — gritó e intentó zafarse sin éxito; el dolor atravesaba sus muñecas como cuchillas y el miedo perforaba su corazón.


Otra súbita nalgada hizo que impulsará el trasero hacia atrás, como si estuviera ofreciéndose a él — Estás ansioso ¿Verdad? Estas empapado aquí — dos dedos palparon su entrada, que se contrajo ante su tacto — No debería hacerte esperar más — negó con la cabeza la perversión de su sonrisa y la crueldad de su poderosa mirada, y escuchó horrorizado el sonido de la cremallera de su pantalón bajar lentamente y el sonido de ropa caer al suelo — Sigue peleando, no sabes cómo me excita...


– No...– susurró sin voluntad, no podía hacer nada por detenerlo...su miembro de deslizaba entre sus glúteos, buscando profanarle.


Otra despiadada nalgada arrancó un alarido de su garganta, su trasero volvió a arquearse y entonces la punta entró — ¡Eso! ¡Grita para mí, vamos! — rió él. Kei volvió a gritar horrorizado al notar como se clavaba en él con salvajismo — ¡Voy a partir de en dos! ¡Voy a partirte el culo! — liberó sus muñecas, movió la mano hasta su cuello y presionó su cabeza contra la cama, al tiempo que se empalaba en él hasta la base — Voy a convertirte en mi perra...


Una lágrima se deslizó por su rostro, mordió su labio inferior en un intento por controlar su voz, pero fue imposible. Entonces aquello que había estado conteniendo desde que vio sus ojos escapó de su garganta y estalló en una sonora carcajada que trató de ahogar contra la almohada, pero que de igual forma llegó a oídos del pelinegro.


— ¡Kei! No se supone que debas reírte, se supone que estás asustado — se quejó Kuroo liberando el cuerpo bajo el suyo. — No te estás tomando esto enserio.


El pelinegro infló las mejillas como un niño y le miró con el ceño fruncido, gesto que le hizo recordar a su hijo más joven y que sólo aumento el volumen de sus carcajadas.


— No puedo... — giró sobre su espalda, sintiendo como su entrada se apretaba alrededor del miembro aún erecto en su interior con cada carcajada — No puedo creer que...que tú...me llamarás...no puedo creerlo... — su estómago dolía y finas lágrimas se deslizaban de sus ojos, no podía parar —No puedo...tu cara...tus ojos y...esas palabras...ridículo...


— No es gracioso — Kuroo se sonrojó. Le sujetó suavemente de la cadera y con ínfimo cuidado, salió de él. Su rostro, era el rostro de un niño pequeño haciendo un berrinche.


Era muy gracioso verlo actuar de esa forma y escucharle decir esas palabras sabiendo cómo era en realidad; se estaba esforzando demasiado con esto y hubo un momento en el que creyó que Kuroo desistiría, la expresión de su rostro se lo decía...temía lastimarlo. Era adorable, pero por supuesto jamás le diría algo así.


Pero había algo que si podía decirle, así que se incorporó hasta quedar sentado y acercó la mano a su rostro — Sabes que no tienes que hacer esto ¿Verdad? Porque... — el atrapó su mano, se llevó la palma a su boca y la besó. — Porque te amo.


— Pero si no te mantengo interesado vas a querer déjame — sus dedos de entrelazaron, lentamente, y Tsukishima sintió que estaba sujetando un cable de alta tensión. La inmediata descarga eléctrica fue agradable e incluso excitante; ese detalle no había cambiado, sin importar cuanto pasaran los años.


Su corazón seguía palpitando desbocado y su respiración se entrecortaba solo por él.


— ¿Cuántos años hemos estado casados?


— Doce años.


— ¿Cuántos hijos tenemos?


— Tres...pero tuvimos gemelas.


Tsukishima movió la cabeza de forma afirmativa — No has sido el mejor esposo del mundo, tampoco un padre ejemplar — Kuroo abrió la boca para refutar, pero él rubio alzo un dedo haciéndole cerrarla al instante — Todavía no he olvidado el Halloween de hace tres años, esa broma no fue graciosa...pero sigo aquí ¿No? No tienes que esforzarte para hacer nuestra vida interesante porque...porque ya lo es, a veces creo que demasiado, pero...me gusta tal y como es...y...y...


— También te amo, Kei, te amo mucho — felicidad absoluta, una muy agradable explosión de calor que nació de su pecho y se extendió por todo su cuerpo...ese sentimiento tampoco había cambiado con el pasar los años...y por supuesto Kuroo tampoco lo había hecho.


— Sabes que puedo sentirlo empujarse contra mi muslo ¿Verdad?


—Sí, lo siento...soy un hombre saludable y tú te ves muy sexi con mi camisa puesta.


Sonrió divertido, era reconfortante saber que seguía teniendo la misma vitalidad que cuando eran adolescentes.


— ¿Puedo besarte?


Su voz y el deseo implícito en su tono hicieron que sus piernas se sintieran hechas de gelatina y Tsukishima dio gracias al cielo por estar sentado, porque, de otro modo, ya se habría aferrado al pelinegro para no caer al suelo. Kuroo era un idiota muy listo, sabía cuánto le afectaban sus palabras y sin embargo continuaba diciendo todo lo que quería. Era injusto.


Silenciosamente alzó el rostro y contuvo el aliento a medida que sus labios descendían, sin embargo Kuroo se detuvo a la mitad del camino — Casi lo olvido — murmuró con el ceño fruncido — Necesito que me expliques qué pasó aquí... — ignorando el rostro contrariado y ligeramente sonrojado de Tsukishima, Kuroo le abrazó de la cintura con un brazo, alzó su cuerpo y con su mano libre, trazó un camino hasta su muy sensible entrada. Estaba húmeda y lista para recibirlo — Y ¿Por qué no estabas usando ropa interior? El guion que hice decía que yo debía arrancártela.


— Perdóneme, señor director — ahogó una carcajada al rememorar ese ridículamente detallado guion — Ya que insistes en saber, te lo diré — una sonrisa, perversa, casi diabólica se formó en sus labios, se abrazó al cuello de Kuroo y su cuerpo se pegó al suyo en su totalidad, de modo que su boca quedó sobre su oído y susurró — Estabas tardando demasiado...así que decidí atenderme a mí mismo con el juguete que me regalaste, lo recuerdas ¿Verdad? Me gustó...


Kuroo tragó grueso y Tsukishima se deleitó con la reacción de su cuerpo, era tan honesto — ¡Maldición! Si tan solo me hubiera apresurado...—con el pasar de los años, Tsukishima habría aprendido algunos de las tácticas de su pelinegro esposó y sabía muy bien cómo hacerle perder la cabeza. Sin embargo aún no había calculado el alcance de sus palabras y en algunas ocasiones superaba sus expectativas. — Déjame verte haciéndolo...


— Está bien — Kuroo abrió los ojos emocionado — Pero ¿Podemos dejar los juegos por ahora? Me gusta de la forma en que lo hacemos normalmente.


El ambiente era el idóneo, la atracción mutua era palpable, sus narices se rozaron y antes de que el ansiado contacto ocurriera, Kuroo volvió a detenerse — Espera, dijiste "por ahora" eso quiere decir que no los odiaste del todo ¿Verdad? Por qué si es así deberías decírmelo y yo podría...


Tsukishima frunció el ceño, amaba a Kuroo pero podía llegar a ser la persona más inoportuna del mundo, incluso podía llegar a superar a Bokuto. Gruñendo su impaciencia, él rubio terminó de una maldita vez con la ya poca distancia que los separaba y al fin, esa increíblemente agradable corriente eléctrica atravesó su piel.


— Vas a hablar o a hacerme el amor, elige — gimió en satisfacción al notar la lengua de Kuroo frotarse contra la suya y sus dedos con delicadeza su cuerpo; había pasado un tiempo desde la última vez que disfrutaron del otro de esta forma. La necesidad de sentirse era abrumadora...toda una locura.


Muchas cosas habían sobrevivido al pasar de los años, sin embargo su relación había cambiado...evolucionó, se hizo tan fuerte e inquebrantable que casi parecía imposible que su amor pudiera seguir creciendo, no obstante lo hacía, hasta el punto en el que sabían con total certeza que eran la mitad del otro.


La vida juntos era dulce...muy dulce.  


 

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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