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Los villanos también merecen un final feliz... por Kate Lawliet

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-Bien ¿A dónde te gustaría ir?

-Mmmm no lo sé ¿Y si vamos a un lugar tranquilo?

-Jajajaja está bien conozco uno donde además sirven una comida muy buena- sonrió el pelirrojo y tomo la mano del contrario.

El trayecto fue agradable y rápido, resulto que el lugar no se encontraba tan lejos como el menos esperaba.

-Es aquí- señalo una antigua construcción rodeada de un pequeño bosque, se podría decir que estaba en medio de un parque pero era mucho más bonito, más personal y sin toda la gente que llega a ser molesta cuando estás buscando algo relajado, había varias bancas por el lugar, flores y pájaros por todas partes, varias pinturas y esculturas adornaban el exterior, todo en aquel lugar encajaba maravillosamente, se veía tan artístico y exacto, el rubio se quedo admirando todo mientras que el mayor admiraba cada una de sus expresiones, se veía tan tierno, como un niño entrando por primera vez a una pastelería- ¿Te gusta?

-Es… hermoso- susurro el menor, como si temiera romper aquel ambiente con su voz.

-Lo es- acaricio la mano que aun sostiene y con lentitud para que admirara todo lo guio al interior.

-¡Bienvenidos mis amigos!- Un hombre muy amigable con sombrero de chef salió a su encuentro- pero miren si es el pequeño petirrojo- rio y abrazo con energía a Nathaniel.

-H-hola Dan- respondió con la voz entrecortada por la falta de aire.

-Oh vaya y traes a un amigo- lo soltó de golpe para pasar a asfixiar de la misma forma a Adrien.

-M-mucho gusto- intento saludar.

-Nunca traes a nadie así que este muchacho tiene que ser especial ¿No?- finalmente lo soltó y se alejó un poco- Entonces permíteme que les de la mejor mesa del lugar- y sin dejarlos tan siquiera defenderse los tomo por los hombros y los arrastro hasta el segundo piso para finalmente dejarlos sentados en una de las mesas más alejadas pero que sin embargo tenia la mejor vista de todas hacia el horizonte, el chef no dijo nada más, solo les dejo el menú a ambos y se retiro dando pequeños saltos de alegría.

-Pfff perdona, Dan siempre a sido muy alegre y emocional- se disculpó abochornado el pelirrojo.

-No te disculpes, es muy agradable y el lugar es realmente increíble.

-Y eso que no has probado la comida- rio alegre.

Se pasaron ese buen rato entre charla y bromas, poco a poco conocieron la historia del contrario; cuando llego la comida la charla continuó, aunque fueron más halagos de parte del rubio sobre lo deliciosa que era la comida que otra cosa.

-Quería agradecerte- soltó de repente el rubio.

- ¿Por qué? - el mayor le presto total atención.

-Por el dibujo fue, bueno, m-me gusto mucho, eres realmente bueno dibujando y e-escribiendo- sus mejillas se pintaron con un hermoso tono carmín mientras decía atropelladamente aquellas palabras, esto hizo sonreír a Nathaniel.

-No tienes por qué agradecer- susurro- en todo caso yo debo agradecerte por ser mi musa- sonrió de lado mientras que se preguntaba en su mente de donde demonios había sacado el valor para hacer todo lo que hasta ahora había logrado.

Adrien iba a responder sumamente avergonzado, pero Dan llego en ese momento con dos trozos de pastel de crema y fresas- La casa invita- los dejo frente a ellos y antes de marcharse le giño un ojo a Nathaniel, este solo asintió.

Terminaron de comer en silencio, con una extraña atmosfera alrededor.

-Quiero que vayamos a otro lugar juntos ¿Te parece bien? - pregunto algo temeroso el mayor

-Claro- con una sonrisa hermosa en respuesta logro disipar todos sus titubeos.

Una vez con la afirmación Nath pidió la cuenta y bajaron tranquilamente, cuando llegaron a la puerta fueron interceptados nuevamente por el chef quien con lagrimas en los ojos los abrazo y se despidió de ellos como si nunca fueran a volver.

-Vuelve pronto petirrojo y trae a amado cuando quieras- ¿Cuándo saco un pañuelo? Esperen… Acaso dijo ¿Amado? Luego de procesar un poco la oración de despedida de Dan los colores se les subieron al rostro a ambos, intentaron ocultarlo pero siendo sinceros la idea no les funciono en lo absoluto.

Aun era temprano cuando salieron del restaurante, las aves seguían cantando felizmente de aquí para allá y las personas pues, ellas también iban y venían de aquí para allá.

- ¿A dónde vamos? - Tenia curiosidad de saber a que nuevo lugar seria guiado.

-A uno de mis lugares favoritos ya lo veras, pero si queremos llegar a tiempo para el espectáculo será mejor darnos prisa- nuevamente tomo la mano del rubio y comenzó a correr por el laberinto de calles que parís podía llegar a ser.

Corrieron hasta llegar a una de las entradas de las catacumbas, allí el pelirrojo se detuvo para recuperar un poco el aliento, se giro para ver si su compañero estaba bien y le sonrió al ver que era así, luego lo atrajo hacia si para pegarlo a su pecho y poder verlo mejor.

-Vamos ya falta poco- lo abrazo por los hombros para después introducirse en los viejos pasadizos de la hermosa Paris.

Al rubio nunca le habían gustado los lugares así, un miedo extraño le erizo la piel cuando divisaron las primeras paredes de huesos, pronto estaban completamente rodeados por los silenciosos observadores, se pegó aún más, al contrario, quien en algún momento había sacado una linterna.

- ¿Qué pasa?

-Es solo que no me gustan los lugares así…

-Tranquilo nada te pasará, te prometo que el final valdrá la pena- para darle un poco de seguridad según él, deposito un suave beso en su cabeza y el resto del camino fue un poco menos tortuoso.

Llegaron a una parte aparentemente bloqueada, pero Nathaniel le señalo un pequeño pasadizo oculto tras varios huesos, entendiendo la indirecta se arrodillo y comenzó a gatear a través de la estrecha cueva (Cosa que fue un espectáculo agradable para el pelirrojo) hasta llegar a lo que parecía un jardín enorme, con un pequeño palacio al que el tiempo no le había tenido clemencia pero que a pesar de eso seguía siendo igual de esplendido como cuando fue construido.

-Maravilloso ¿No? - Fue levantado por el mayor con un abrazo- Llegamos justo a tiempo, mira- señalo el cielo de la cueva y allí había miles de puntos brillantes simulando estrellas, una por una iban apareciendo, dando la bienvenida a sus espectadores, dejando maravillados a los mortales que en ese momento se quedaron observando su danza como si de la cosa más espectacular se tratara.

Aún seguían abrazados o bueno, Nath aun lo tenía sujeto en sus brazos, aprovecho que Adrien estaba distraído y con lentitud lo hizo caminar mas cerca del pequeño palacio, luego se sentó en la escalinata y lo atrajo hacia si haciendo que este quedara sentado entre sus piernas, luego lo abrazo mas fuerte logrando captar así toda su atención.

- ¿Q-que haces? -  Sus nervios podrían haberse notado hasta China.

-Solo… disfruto el mejor momento de mi vida- se acurruco un poco mas y Adrien lo hizo igual.

Se quedaron allí por un largo rato, disfrutando del contacto del otro, su calidez y su compañía.

-Nathaniel- susurro casi dormido el menor

- ¿Sí?

- ¿Por qué Dan te llamo petirrojo?

-…- Esa pregunta no la vio venir- Bueno emmm… mi madre solía decirme así y bueno- suspiro- Dan es mi tío- sentencio al fin- es por eso que me llama así- murmuro con cierta tristeza.

-…Perdona no debí preguntar- entrelazo sus dedos con los de el y beso su mejilla en disculpa.

-N-no tienes por qué disculparte- se sonrojo.

Adrien rio y sus miradas se cruzaron, por un breve instante los centímetros que los separaban les parecieron una distancia que querían cortar con suma necesidad, lamentablemente el teléfono del rubio sonó interrumpiendo sus intenciones, era un mensaje de Natalie, le decía que en unos minutos irían a recogerlo y quería su ubicación, escribió una respuesta con parsimonia y un poco de tristeza.

Salieron de aquel paramo despacio, en verdad no querían despedirse, pero el momento había llegado y claro que no sería la última vez que se verían, pero igual, a todos nos cuesta alejarnos aunque sea por poco tiempo de la persona que amamos, y este era su caso.

Pronto llegaron a la superficie, allí estaba el chofer del rubio esperando con su típica expresión de: “intenta hacerle algo y te asesino” y ¿cómo culparlo? El también quería al chico como a un hijo.

-Bueno minino- con un galante gesto se inclino y beso el dorso de su mano con suavidad- Nos vemos mañana.

-S-si h-hasta mañana- se soltó más rápido de lo que hubiese querido, Nath lo vio alejarse un poco y luego se dio media vuelta dispuesto a irse- ¡N-Nathaniel!- giro sobre sus talones acudiendo al llamado y en ese momento agradeció tener buenos reflejos o no hubiera podido corresponder y atrapar al rubio cuando este se lanzo en sus brazos- Gracias- Murmuro una ultima vez y luego se fue corriendo, el gorila se le quedo viendo un momento para después dedicarle una pequeña sonrisa de satisfacción y aprobación.

El auto se alejó rápidamente por las calles de la romántica ciudad, Nath alzo la vista hacia el cielo, ya era de noche, una noche fría, resultaba perfectamente refrescante para sus acaloradas mejillas, se permite sonreír una ultima vez recordando lo que había sucedido, y con esa felicidad incrustada en su pecho emprendió el camino de vuelta a su hogar…


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