Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Manzana Prohibida (Destiel AU Omegaverse) por Babaau

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-Repíteme una vez más, ¿por qué no quieres que anuncie a Dean su compromiso contigo, Fergus? -John inquirió poco convencido, mientras compartía con el duque una de sus usuales reuniones sobre la administración del reino. El aludido carraspeó antes de pasar a explicarse.

-¿Cuántas veces debo suplicarle, Majestad? Llámeme Crowley.

-De acuerdo, Crowley. -El rey convino, poniendo los ojos en blanco. -Dean es un joven muy tempestuoso, no creo que llevarlo a la rastra hacia el altar sea la mejor táctica que puedas emplear con él.

-Claro que no, mi señor, no pretendo semejante cosa. Pero hasta que no esté todo listo para la boda... quizá sea mejor no alertar al muchacho con tanta anticipación. Podría resistirse, o peor.

-Un omega sólo se resiste si su alfa es débil... -Una voz desganada sentenció tras ellos, y Crowley se crispó.

-Lucifer, viejo amigo. -El rey le dio la bienvenida a su consejero de mayor confianza y éste le respondió con una mueca que pretendía ser una sonrisa. Crowley suspiró.

-Buenos días, Lucifer. -Dijo entre dientes. -Gracias por tu oportuna observación. Es cierto, un alfa puede doblegar a su omega... ¿Pero debería ser ese el comienzo de mi matrimonio?

-Si te apena ponerle correa a tu perrito, no llores cuando te muerda la mano luego. -Soltó el recién llegado arrastrando las palabras mientras tomaba asiento. El duque no tardó en contestar.

-La obediencia es más fácil de alcanzar con inteligencia que con fuerza... especialmente si hablamos del futuro del joven príncipe y su bienestar.

John asintió mientras repasaba algunos papeles, murmurando algo sobre mantener a su hijo lo suficientemente conforme para que no le trayese más dolores de cabeza, y Crowley sonrió a Lucifer, pedante. Éste sin embargo no pareció en lo más mínimo desanimado.

-Así que intentarás ser el perfecto maridito para Dean. Vaya, y yo que creí que tu sugerencia de consorte para Sam sería la peor de tus ideas... -Siseó, mordaz.

-Me temo que tú eres el único al que no le gustó mi sugerencia. -Se defendió el duque- El futuro rey parece más que complacido con su prometido, si sabes a qué me refiero.

-¿Acaso no apruebas mi elección del joven Gabriel para desposar a Sam? -El rey intervino de pronto, fijando su atención en Lucifer. El aludido se encogió de hombros con pereza.

-No digo que esté mal, mi primito es bastante entretenido, sin dudas. Sin embargo, siendo un omega tan persuasivo... me pregunto quién será el que verdaderamente gobierne el día de mañana.

-¿No es irrespetuoso de tu parte sugerir que Su Joven Alteza no va a poder controlar a su esposo, Lucifer? -Crowley acotó, intencionalmente reprobatorio.

-Sólo digo que un alfa tan... afable, como es el príncipe, quizá hubiese necesitado alguien más transparente a su lado. Gabriel es demasiado escurridizo para ser del todo confiable. Créanme, lo conozco.

-Más transparente, dices... ¿Alguien como tú, quizá? -Crowley murmuró, sagaz. No era novedad para él que Lucifer sintiese cierta inusual e inadecuada predilección por el joven príncipe, pero bajo ningún concepto tal unión podría ser aceptada. Ni por las leyes, ni por el propio Sam.

-En todo caso -Lucifer repuso, imperturbable- Si eso fuese factible, yo no sería una peor alternativa para Sam que la que tú eres para Dean, querido Fergus.

-Caballeros -La voz del rey los obligó a terminar su duelo verbal de inmediato -Saben cuánto valoro que se preocupen por mis hijos, pero Sam y Dean ya están ambos debidamente comprometidos, y creo que hay asuntos más importantes que atender de momento. Por empezar, el torneo de primavera... creo que deberíamos aumentar la taza de impuestos para costear los preparativos...

Continuó su plática respecto a los distintos problemas que atañían a la corona totalmente ignorante del tenso ambiente que se había formado a su alrededor. Mientras tanto, a ambos lados de él, sus dos consejeros aprovecharon su distracción el siguiente rato para echarse miradas asesinas de reojo, mientras fantaseaban para sus adentros cuál sería una buena forma de deshacerse el uno del otro.

° ° °

-Así que... ¿paseando por el mercado una vez más? -Cas inquirió, procurando alejar su mente de cualquier pensamiento relativo a los seductores labios de Dean, y al erótico sueño que había estado teniendo con ellos como protagonistas. El muchacho asintió, apoyándose contra el mostrador de la pastelería.

-Nada como disfrutar un poco de aire fresco, para variar. -Dijo con una sonrisa relajada, aunque por dentro se sintiese todo menos eso. ¿Cómo había terminado de nuevo en la panadería si se había dicho a si mismo que iba a evitarla?, ¿por qué Castiel le hacía las cosas tan difíciles mirándolo de esa manera? y ¿cuándo se había vuelto tan débil ante sus impulsos?

Con la mente hecha un torbellino, el príncipe decidió concentrarse en el alfa frente a él, más específicamente en la conversación que estaban entablando. "Una conversación amistosa, totalmente casual y sin segundas intenciones", se dijo con firmeza, aunque el omega en su interior estuviese casi lloriqueando por atención.

-No recuerdo haberte visto antes -Castiel dijo mientras comenzaba a preparar los ingredientes para hacer la siguiente tanda de pies. -¿Eres nuevo por aquí?

-¿Cómo podrías recordar todos los rostros que ves? -Dean repuso con una sonrisa, elusivo. No se sentía cómodo con la idea de admitir que era un maldito príncipe encarcelado la mayor parte del tiempo. El alfa esbozó una pequeña sonrisa de lado.

-Créeme. Te recordaría. -Le dijo en un murmullo que hizo que el vello en los brazos de Dean se erizase. Tuvo que agradecer que Castiel no hubiese formulado semejante respuesta mirándolo a los ojos directamente o no habría podido contener un quejido.

-Y--Yo... -Comenzó, inusualmente azorado -No salgo mucho. Bueno, nada, de hecho. Hace años no venía al mercado.

-¿Y por qué el cambio? -Inquirió el alfa. No le había pasado desapercibido el cambio de vestimenta del joven desde su visita anterior. La primera vez había estado usando ropajes dignos de la nobleza, en cambio ahora vestía harapos comunes. ¿Por qué querría disimular su evidente estatus?

-Bueno... ¿a quién puede gustarle el cautiverio? -Dean se encogió de hombros. De pronto se le ocurrió que un alfa, como él estaba fingiendo ser, difícilmente aceptaría que le prohibiesen salir, y comenzó a arrepentirse de no haber dicho que se había mudado hacía poco. Hubiese sido una mentira más sencilla. Castiel asintió.

-Entiendo. Te había sido impuesto, ¿verdad? -Aventuró. El omega se removió incómodo en su lugar.

-Bueno... sí. Suena absurdo, lo sé, pero--

-No te preocupes -Castiel lo interrumpió -Sé lo que es tener padres absurdamente estrictos. Qué bueno que hayan cambiado de parecer.

-Sí, bueno... mi padre no tuvo mucha más opción que aceptarlo. -Dean mintió, intentando sonar despreocupado.

-Claro...

Castiel sonrió para sí mismo. El muchacho estaba mintiendo, y no era muy bueno en ello; al menos no con su lenguaje corporal. Sus mejillas habían ganado color, tamborileaba sus dedos en la mesada, evitaba todo contacto visual...

Estaba por acotar algo al respecto cuando los pasitos de Jack se oyeron en el local, acercándose. 

-¡Listo! -El pequeño exclamó, jadeante- Ya dejé el saco en el depósito. No me costó nada.

-Otro pequeño mentiroso -Pensó el alfa, divertido. -¡Buen trabajo, Jack! ¿Tienes hambre?

-El buen señor me convidó una fruta -El niño dijo señalando con la cabeza a Dean. Castiel volteó hacia él, intrigado.

-¿Fruta? ¿Buen señor, lograste que Jack coma una fruta? -Dijo, incrédulo.

-Una ciruela, de hecho. Y... -Se agachó junto al pequeño y le tendió una mano -Mi nombre es Dean. Puedes llamarme así, si quieres.

Jack abrió grandes sus ojos azules y estrechó con exagerado ímpetu la mano del omega. Éste sonrió al ver lo diminuta que resultaba la palma del niño junto a la suya.

-¿Así está bien, cierto? -El pequeño inquirió en un murmullo para que sólo Dean pudiese oírlo.

-Estupendamente. Pero debes decirme tu nombre para que la presentación esté completa.

-¡Oh! Mi nombre es Jack. -Exclamó con fuerza- Jack Novak-Kline.

-¿Novak-Kline, eh? -Dean dijo, mientras volvía a ponerse de pie- Jamás había oído ese apellido. Es un placer conocerte, Jack.

-Son los apellidos de mi papá Castiel y mi mamá juntos. -Explicó el pequeño- ¡Mucho gusto Señor Dean!

A Dean no le pasaron desapercibidas ni la mención de la madre del pequeño, sobre la cual hasta el momento no se había preguntado, ni la aclaración sobre su "papá Castiel", como si pudiese haber sido algún otro. De inmediato sintió una enorme incomodidad, culpa y algo más que sólo podía categorizarse como celos, comprimiendo su estómago en un asfixiante nudo. ¿Acaso estaba teniendo todos esos pensamientos indecorosos acerca de un hombre de familia? ¿Y dónde estaba la mujer de ser así?

Sintiéndose innegablemente sucio y avergonzado, echó una mirada inquisitiva a Castiel. Éste sonrió mientras se sacudía la harina de las manos, y caminó hasta colocarse detrás de su hijo, quien de inmediato estiró sus brazos para que lo alzase.

-¿Por qué no le cuentas a Dean sobre tu madre, Jack? -Le dijo con suavidad al pequeño, quien rodeó el cuello del alfa con sus bracitos y asintió.

-Realmente preferiría que no lo hiciera... -Pensó Dean, sintiendo como las fuerzas lo abandonaban rápidamente. ¿Acaso pensaban presentarle a la madre del niño?

-Mi mami está en el cielo con los ángeles. -Jack sentenció con una triste sonrisa, y el corazón del omega dio un vuelco. Oh dios, eso era incluso peor...

-Y--Yo no lo sabía... -Dijo con un hilo de voz. No sabía si sentirse peor por aquella familia rota o porque una parte de él estuviese notablemente aliviada de pronto, lo que lo hacía sentir un monstruo.

-Pero está bien -El pequeño continuó con su tierna vocecita -Porque papi me dijo que allí está bien acompañada, y ya no sufre. ¿Verdad? -Agregó hacia el alfa, quien le depositó un beso en la frente antes de hablar.

-Claro que sí, no podría estar en mejores manos. Y, cuando volvamos a verla, podrás pedirle que te cuente todo lo que hizo mientras nos esperó.

El niño le sonrió ampliamente y asintió, confiando por completo en sus palabras. Castiel le devolvió el gesto con patente adoración, y el corazón de Dean pareció duplicar su tamaño dentro de su pecho: Aquella mujer había sido endemoniadamente afortunada de tenerlos a ambos en su vida, por breve que ésta hubiese sido.

Conmovido y sin saber aún qué decir, se limitó a observar a aquel afectuoso dúo mientras el pequeño pedía permiso a su padre para ir a jugar a su cuarto, y éste se lo concedía. Cuando Jack finalmente se hubo marchado, suspiró apesadumbrado y se dirigió a Castiel.

-Lamento mucho tu pérdida... -Le dijo con suavidad, y lo decía en serio. Pensar que alguna vez padre e hijo habrían formado parte de una hermosa familia lo hacía sentir genuinamente acongojado. El alfa, sin embargo, volvió a esbozar una sonrisa amable y negó con su cabeza.

-Su pérdida. -Lo corrigió, y Dean frunció el ceño.

-¿Disculpa?

-Kelly y yo jamás tuvimos ese tipo de relación. -Se explicó. -Fuimos amigos algún tiempo, podría decirse, pero nunca sentimos nada por el otro que no fuese simple aprecio... Cuando la conocí estaba involucrada con un alfa mayor que ella, del cual estaba perdidamente enamorada. Un hombre de ascendencia noble pero sin ningún escrúpulo. Jack es el resultado de esa relación ilícita.

-¿Y cómo es que tú llegaste a hacerte cargo del niño? ¿Ese noble le negó el sustento? -Dean inquirió, horrorizado.

-Ese noble reclamó a Kelly como su omega aunque no pensase formalizar la relación, la embarazó y desapareció en cuanto ella le informó de su estado. Quise advertirle que no se dejase marcar por él, pero estaba demasiado encariñada para oírme, y fue muy tarde.

-¿Y qué ocurrió...? -Dean creía saber la respuesta, pero aún así le dio temor preguntar. Castiel suspiró antes de hablar nuevamente.

-La distancia y el rechazo hicieron que enfermase en poco tiempo. Murió dando a luz a Jack.

Dean sintió como si le hubiesen echado un baldazo de agua fría. ¿Cómo podía la naturaleza haber sido tan cruel con los omegas, hacerlos tan dependientes? Asqueado, negó con la cabeza e hizo la última pregunta que rondaba su mente sobre aquel asunto.

-¿Y qué hay del padre?

El rostro de Castiel se ensombreció, y su boca se convirtió en una fina línea. El príncipe casi pudo sentir la furia que exudaban cada uno de sus poros al hablar.

-Supe que se enteró de la muerte de ella, pero no preguntó por el niño. Y aunque lo hubiese hecho, da igual. La última voluntad de Kelly fue que yo cuidase de Jack, y mantuve mi promesa a partir de ese momento. Jamás permitiría que ese monstruo se lo llevase.

Dean observó las facciones endurecidas en el apuesto rostro del alfa, sus ojos azules destelleantes de ira, y no pudo sino sentir admiración. Castiel se había hecho cargo del hijo de aquella muchacha a pesar de no tener obligación alguna con ella más que lealtad, o moral. Había cuidado de él desde el primer momento; lo había alimentado y resguardado bajo su techo por años; Le había cedido su apellido, por humilde que éste fuera.

Para el omega se hizo evidente de pronto que aquel alfa no sólo cuidaba a Jack por honrar su promesa. Su instinto protector se hacía palpable en su voz, en su mirada, en toda su presencia al hablar de resguardar al pequeño de su verdadero padre.

Castiel amaba a ese niño. Quizá hasta moriría por él de ser necesario.

Ignorando una vez más todo decoro, Dean acortó la distancia entre ambos y le dio al alfa un afectuoso apretón en el hombro. Éste volteó hacia él y por un momento sus miradas se fundieron con una intensa calidez.

-Jack es un niño con suerte. -El omega dijo en un murmullo sincero. El rostro de Castiel reflejó de pronto una patente confusión.

-¿Por no haber conocido a su madre? -Inquirió, extrañado.

-Porque te tiene a ti para cuidarlo. -Lo corrigió Dean, y los ojos del alfa brillaron conmovidos.

-Gracias... Pero en verdad no tuve opción...

-Yo creo que sí la tuviste, y optaste por la más noble de todas. Eres un buen hombre, Castiel. Kelly estaría orgullosa.

Al ver que el otro no respondía, y consciente de pronto de la bochornosa familiaridad de aquel gesto, Dean deslizó su mano hacia abajo, lejos del hombro del alfa. Sin embargo, notó sorprendido, el cuerpo de Castiel pareció mecerse instintivamente hacia delante, como si no quisiese perder el contacto aún.

-Gracias por tus palabras, Dean. -La voz del alfa sonó ligeramente quebrada al hablar, y el omega dentro del príncipe gimió embelesado. ¿Acaso podía Castiel ser otra excepción a la generalizada idiotez de su raza...?

-Gracias a ti, por compartir conmigo algo tan... íntimo. -Repuso, cuestionándose de inmediato su elección de palabras.

Castiel lo miró fijo y a Dean le pareció ver un asomo de sonrisa en sus labios, pero no del mismo tipo que las que le había visto esbozar antes. Esa sonrisa parecía más... sugerente. ¿Acaso también le habría resultado llamativo el término que había empleado?

El alfa abrió la boca como si fuese a decir algo, pero pareció arrepentirse antes de llegar al hacerlo. Acrecentando su sonrisa entonces, miró el suelo un momento y luego volvió a fijar sus ojos azules en Dean. El anterior brillo atrevido en su mirada se había evaporado.

-Bien... creo que debería continuar con lo que estaba haciendo... -Dijo, señalando con un gesto de la cabeza su mesa de trabajo. El omega tuvo que hacer un esfuerzo por disimular su decepción al contestar.

-Oh, seguro, no te robaré más tiempo, yo...

-No te estoy echando, Dean. -Castiel murmuró, divertido, y el omega se frenó en seco.

-Pensé...

-De hecho -El alfa lo interrumpió mientras espolvoreaba harina en la mesada-  Estoy por hacer pie de manzana, pero no sé si la receta está bien proporcionada. ¿Conoces a alguien que haya probado uno recientemente? ¿Que pueda, quizá, darme su opinión...?

Dean supo que más tarde se sentiría como un idiota por ello, pero que Castiel lo estuviese invitando a pasar más tiempo con él hacía que su corazón bailase entre sus costillas, y su omega interior ronronease, complacido. Malditas hormonas.

Fingiendo pensar la respuesta, se acercó también a la mesa donde el alfa trabajaba y le dijo:

-¿Quieres una opinión sobre el pie? Hmm, la verdad es que no quiero afectar tu ego, pero... -Castiel arqueó una ceja, expectante, y Dean sonrió- Es el mejor pie que haya probado en mi vida. Absolutamente incomparable.

El alfa le devolvió la sonrisa con indisimulable orgullo, formándosele dos profundos hoyuelos en las mejillas al hacerlo, y el joven príncipe pensó que se veía más arrebatador que nunca de ser posible.

-¿Qué dices, entonces? -Agregó Castiel, invitando a Dean a acercarse con un gesto de su cabeza y un guiño- ¿Quisieras ayudarme a prepararlo?

El omega asintió sin siquiera pensarlo, acercándose al alfa como si se encontrase bajo alguna especie de poderoso hechizo de sumisión. Tal vez fuese muy poco digno de él obedecer de esa forma, pero... ¿cómo negarse a aquella sonrisa?

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).