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La Manzana Prohibida (Destiel AU Omegaverse) por Babaau

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Dean sintió los brazos de Castiel rodeándolo con firmeza mientras éste saqueaba lentamente su boca, y por su acalorada mente pasó un inesperado y cursi pensamiento: Se sentía seguro allí


Sorprendido por su descubrimiento, decidió disfrutar de dicha sensación sin restricciones. Después de todo, ese era el fin de sus paseos fuera del castillo, ¿cierto? Disfrutar la vida.


El alfa retrocedió sin dejar en ningún momento de besar a Dean, hasta quedar apoyado contra el mostrador del local, y separando las piernas acunó cómodamente al omega entre ellas para poder apresarlo entre sus brazos y así saborearlo a sus anchas. Recorrió con sus manos la curva de la espalda del joven, arrancándole un quedo gemido al hacerlo, y cuando se hubo asegurado de eliminar cualquier espacio restante entre ambos, lo aferró con fuerza por la cintura y lo inmovilizó allí. Pegado a él.


El príncipe sintió como el omega en su interior vibraba, dócil y predispuesto, y aunque siempre había estado en desacuerdo con aquella parte de su persona, esta vez no pudo sino perderse en aquellas sensaciones él también. Castiel era increíblemente irresistible; sus labios persuasivos; su aroma el más exquisito que hubiese sentido jamás. Podía saborear la dulzura de su lengua y sentir el intenso calor que su cuerpo despedía, y besándose como lo estaban haciendo... Dean no necesitaba nada más.


Mientras permanecía totalmente embriagado por las placenteras sensaciones que el alfa le generaba, un diminuto llamado se coló en su mente como si viniese de kilómetros de distancia, y sólo cuando el otro se separó a regañadientes de sus labios comprendió de dónde provenía.


-¿Papi...? -Se oyó nuevamente la suave voz, llamando desde otra habitación. Castiel sonrió, con aquella sonrisa que aflojaba las rodillas del omega, y tras darle un último y breve beso se incorporó en el lugar.


-Dije cinco minutos, ¿cierto? -Murmuró encogiéndose de hombros, y se marchó rápidamente a atender al pequeño en sus demandas.


Dean se apoyó en el mostrador como Cas había estado haciendo momentos atrás y se pasó las manos por el rostro, intentando despertar a su cerebro para que bajase de la nube en que estaba flotando. Se sentía ligero y entusiasmado, y un intenso calor lo inundaba por dentro, comenzando en su vientre y subiendo hasta su pecho, donde ardía como una llama.


¿Cómo había llegado a meterse en semejante embrollo? Y lo que era más, ¿por qué no le importaba en lo más mínimo la imprudencia de sus acciones? Divertido, el príncipe decidió ignorar la catarata de reproches que sabía lo esperarían si algún día su padre descubriese lo que estaba haciendo, y con un acceso de adrenalina se dijo que valía la pena el riesgo. Cas lo valía.


Estaba distraído sintiendo aún sus labios cosquillear luego de ser tan bien besados, cuando oyó pasos acercarse, seguidos de la suave voz del pequeño alfa.


-¿Quién está, papi? ¡Ya dime!


-Lo verás por ti mismo en un segundo -Repuso su padre con una calidez en su tono que hizo que Dean suspirase involuntariamente.


El pequeño apareció en el local, despeinado y soñoliento, cómodamente sujeto en brazos de su padre. Al ver al omega, sin embargo, sus ojos celestes se abrieron muy grandes y en su rostro sonrosado apareció una enorme sonrisa.


-¡Dean! -Exclamó deslizándose hasta el piso y corriendo hacia él. El príncipe rió cuando el pequeño impactó contra su pierna en un fuerte abrazo.


-¡Niño! -Repuso agachándose a su altura y revolviéndole el cabello con cariño. -¿Cómo estás?


-¡Bien! Papi me dijo que teníamos visitas, ¡estoy contento de que seas tú! ¿Viniste por el pie?


-Vine a visitarlos -Se explicó con una sonrisa que Jack correspondió- Claro que, si quieres convidarme un poco... no me quejaré.


-¡Claro! Ayer le pedí a papá que guardásemos una porción, es para ti.


Castiel vio a su hijo hablar tan entusiasmado con Dean, y una sonrisa se formó involuntariamente en su rostro. Aquel joven sacaba a relucir el aspecto más adorable de su hijo a la luz, pensó, y apreciaba enormemente eso...


De pronto la cálida mirada del muchacho se cruzó por un momento con la suya, y el alfa en lo más hondo de su ser gruñó determinado: Quería reclamar a ese omega para él.


Algo alarmado por sus primitivos pensamientos, Cas carraspeó y se alejó en busca del restante pie para compartir.


°


Pasaron las siguientes horas comiendo pastel (el que Dean había cocinado era por lejos mucho menos sabroso que los que el alfa hacía), hablando de pequeños sinsentidos y riendo ante las dulces ocurrencias de Jack para con su amigo el conejo Nougat.


Dean se sentía a gusto compartiendo su tiempo con aquella diminuta familia, y a juzgar por la forma en que los otros dos lo estaban tratando, suponía que ellos se sentían igual respecto a él. Era casi como si se conociesen de toda la vida.


Estaba tan absorto en sus pensamientos que no notó cuando Jack se marchó a su cuarto en busca de una capa para vestir a Nougat, y Castiel se le acercó.


-No sé qué haría ese niño sin su conejo... -Murmuró negando con la cabeza mientras posaba una de sus cálidas manos en el hombro de Dean, quien se sobresaltó- ¿Estás bien? Luces algo pensativo.


-Estoy bien. Sólo... pensaba en ustedes.


-¿En nosotros? Vaya, y ¿a qué conclusión arribaste? -El rostro del alfa se iluminó con una sonrisa afable.


-Bueno, me preguntaba cómo es que dos personas como ustedes están tan... -Se contuvo de finalizar su pensamiento en voz alta, pero Castiel pareció comprender lo que diría.


-¿...solos? -Completó con suavidad, y Dean se ruborizó.


-No es que quiera inmiscuírme, en verdad sólo... -Balbuceó algo apenado por su pregunta.


-Es mi culpa -El alfa se explicó obviando la incomodidad del príncipe. -Estoy demasiado ocupado con mi trabajo y eso no me deja tiempo para interacciones sociales de ningún tipo. Si fuese por Jack, en cambio, estaríamos rodeados de personas todo el tiempo. Adora hacer amigos.


-Entiendo -Dean repuso, asintiendo pensativo. Comprendía las razones de Castiel, pero las mismas no explicaban aún así que ningún omega hubiese intentado seducir a un tipo tan agradable... o que él mismo no necesitase compañía. 


Percatándose de la evidente inconformidad del omega ante su respuesta, el alfa lo tomó por la barbilla y con suavidad lo obligó a levantar el rostro para mirarlo a los ojos. Al hacerlo, Dean tragó saliva: La intensidad de su mirada color zafiro lo hacía sentir desnudo.


-Si lo que en verdad te preguntas es por qué no he buscado una madre para jack... -Murmuró sin poder evitar acariciar la suave mejilla del muchacho mientras lo hacía -Supongo que la respuesta es que no sentí la necesidad de hacerlo hasta ahora.


El príncipe sintió por un momento que sus pulmones perdieron la capacidad de respirar y sus labios se abrieron pero, aunque lo intentó, ningún sonido salió de ellos. Si lo que Castiel estaba sugiriendo era que veía a Dean como una posible "madre" para su hijo... 


-Oigan... ¿me ayudan a anudar la capa de Nougat? -Jack inquirió volviendo con ellos e interrumpiendo el extraño silencio que se había apoderado del ambiente. Dean parpadeó como saliendo de un hechizo, y agachándose junto al niño se encargó de acomodar la ropa del muñeco de felpa.


Castiel suspiró, fastidiado consigo mismo. ¿Por qué había dicho eso? Y aún más, ¿qué había significado la mirada pasmada en el rostro del omega al oírlo...?


-Bien hecho, Castiel. -Pensó con reproche -Hablarle a un omega que apenas estás conociendo sobre ser la madre de tu hijo. Muy sutil.


-¿...Tú tienes hermanos, Dean? -La vocecita inquisitiva de Jack se coló en los oídos de su padre, devolviéndolo a la realidad de pronto.


-Eh, s--sí. De hecho tengo un hermano menor. -El príncipe repuso, visiblemente incómodo para sorpresa del alfa. 


 -¿Y cómo se llama?


-Sammy. S--Se llama Sammy. -Dean intentó no sonar nervioso, pero hablar de su familia no era precisamente algo que tuviese en mente alrededor de Castiel. Considerando lo renuente que se había mostrado al enterarse de sus salidas clandestinas, si terminaba por deducir que era un miembro de la familia real, todo se iría al tacho para ellos. 


-¿Y te llevas bien con él...? -El pequeño continuó con su interrogatorio.


-De hecho sí, mucho.


Jack tomó entonces a su conejo de manos del omega, y con una pequeña sonrisa triste suspiró.


-Nougat no tiene hermanos... -Dijo en un quedo murmullo- Me gustaría que los tuviese, así podría jugar con ellos... pero está solo.


Dean sintió a su estómago anudarse al oír las dulces palabras del pequeño alfa, lo cual le recordó lo que su padre acababa de declarar sólo momentos atrás... Ese tierno niño en verdad necesitaba una familia completa, con madre, hermanos y todo. ¿Sería capaz de negarse a dárselos si se lo pidiesen...?


Abrumado por sus pensamientos, y adjudicando el inmenso calor que se había instalado en su interior a sus hasta entonces adormecidos instintos maternos de omega, (o quizá el pánico de sentirlos) el príncipe decidió desviar la charla hacia rumbos más seguros.


-Bueno -Dijo con una sonrisa- Quizá Nougat no tenga hermanos conejos, pero podrías crearle algunos amigos para jugar mientras tanto, ¿no crees? Si quieres yo puedo ayudarte.


El pequeño esbozó una enorme sonrisa y asintió.


-¿Harías eso por mí...? ¡Gracias Dean! -Exclamó con ojitos brillantes, mientras volvía a aferrarse a su pierna en un gran abrazo.


El omega sonrió enternecido. Aquel pequeño tenía el espeluznante poder de conmoverlo hasta lo más profundo. Quizá sólo fuese que en el castillo no habían niños, pero... Dean presentía que había algo más. Jack era genuinamente adorable, al igual que su padre.


Pasó el siguiente rato conversando con el pequeño alfa sobre cómo quería que fuesen los amigos de su conejo de felpa, y tras prometerle conseguir telas para confeccionarlos, se despidió de él. Ya era hora de volver a su aburrida vida noble.


-Te agradezco mucho el gesto, Dean -Castiel le dijo con suavidad una vez que su hijo hubo partido nuevamente a su cuarto, para "contarle a Nougat que iba a tener amigos". El omega esbozó una sonrisa nerviosa en respuesta: La solemnidad en las palabras del alfa lo hacía sentir incómodo.


-Descuida, no es nada. El niño se lo merece. -Dijo evitando hacer contacto visual con él, por alguna razón que prefería no cuestionarse. 


-Créeme que es "algo". No veía a Jack tan entusiasmado desde su cumpleaños. -Castiel insistió, y no lo decía por cortesía. Su hijo lucía mucho más alegre que lo usual desde que Dean había aparecido en sus vidas, apenas días atrás. ¿Cómo podría agradecérselo...?


-Bueno... -El príncipe interrumpió sus pensamientos, tamborileando ansioso sobre el mostrador -Yo... debería irme ya. Al menos si quiero poder volver otro día para traerle a Jack las telas que le prometí.


-Claro, sí. No quisiera retenerte de más. -El alfa murmuró, y al verlo por fin a los ojos Dean supo que mentía. Pero eso no era lo más grave: Lo peor era que el omega en su interior rogaba ser retenido otro poco.


Caminó a paso dudoso rumbo a la puerta, sintiendo como en su interior un torbellino de indescifrables emociones lo acosaba, pero entonces la fuerte mano de Castiel lo aferró por la muñeca, y una parte de Dean suspiró con alivio. Odiaría irse sin volver a sentir antes el cálido tacto de su piel.


-Comprendo que... tu presencia aquí es cuestión de suerte. Y nada querría menos que meterte en problemas. -El alfa dijo en un grave murmullo, de pie junto al príncipe. -Pero aún así, realmente deseo que puedas seguir deleitándonos con tu compañía en el futuro.


El corazón de Dean bombeó con fuerza, mientras un escalofrío lo recorría de pies a cabeza, poniéndole la piel de gallina. Maldito fuese Castiel con su irresistible solemnidad...


Giró su rostro para poder verlo de frente, y el profundo anhelo reflejado en los ojos del alfa hizo que sus rodillas se sintiesen como de gelatina. No comprendía qué sentía en esos momentos, o por qué, pero una extraña certeza se apoderó de él en ese instante: Lo siguiente que hiciera definiría de alguna forma su destino.


Incapaz de expresar lo que estaba pasando por su mente, Dean optó entonces por permitir que sus instintos hablasen en su nombre. Dio un paso hacia el alfa, y dejando que en su mirada se reflejase lo mucho que lo habían afectado sus palabras, depositó un sentido beso en sus labios como respuesta. 


-Te prometo que lo haré. Cueste lo que cueste. -Murmuró contra su boca apasionadamente, olvidando por un momento cualquier vestigio de duda o temor que pudiese estar recorriéndolo, y dejándose llevar por las asombrosas sensaciones que Castiel le producía. 


El alfa dejó escapar un grave gruñido al oír su respuesta y volvió a besarlo con mayor intensidad, aferrándose al omega sin querer dejarlo ir, pero obligando a su cerebro más racional a soltarlo luego de algunos momentos. Dean gimió al perder el contacto de sus abrasadores labios, y aferrándose de la chaqueta de Cas balbuceó, sin aliento:


-R--Realmente debo irme...


Asintiendo en silencio y con la respiración agitada a causa de la excitación, el alfa dejó entonces de aferrarlo y sólo señaló la puerta con un gesto de su cabeza. El esfuerzo de dejarlo marchar era demasiado grande para esbozar palabra alguna. 


-Hasta mañana. -Dean dijo alejándose de él lentamente, perdido en su mirada, pero antes de que sus instintos lo traicionasen, se marchó a paso rápido de la tienda.


Caminó por el pueblo de regreso al castillo, intentando recuperar el aliento mientras en su interior el omega gemía quejumbroso, pero tan solo optó por ignorarlo. Después de todo, si de él dependiese no volvería a marcharse de al lado de Castiel, y eso estaba fuera de los límites incluso para él.


Sería mejor tomárselo con calma mientras aún pudiese.


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