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REFUGIO por __cherryblossom__

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Capítulo 3

 

 

Seung observó que Jiyong estaba muy callado cuando Teddy le explicó que se iban a mudar y que sus cosas ya estaban listas. No hubo ninguna palabra cuando se metió en la parte trasera de la camioneta mientras se mordía la uña y daba golpecitos con el pie. Seung decidió ambientar un poco con música, porque incluso el hablador de Teddy no tenía nada qué decir.

 

Seung se preguntó por qué Jiyong no revisó sus pertenencias antes de irse, y la mayoría de las respuestas que se dio fueron desgarradoras.

 

Al entrar a la casa, Jiyong olió un exquisito ambiente de vainilla caliente, probablemente de alguna vela o quizás Seung realmente horneó algo antes de salir.

 

—Les mostraré a ambos sus habitaciones.

 

Teddy se desenvolvió como quiso en su cama y su ropa todavía sucia, ya que era dueño de su nuevo espacio, así que nadie le dijo nada.

 

—Vamos, Ji. —Dijo Seung, llevándose al menor.

 

La habitación era mucho más espaciosa que la que tenía, y mil veces más limpia, con una cama con cabecera, sábanas y almohadas. Incluso había muebles y la ventana tenía persiana, algo que solo en televisión veía.

 

—¿Puedo lavar mis cosas? —Preguntó, no quería que sus cosas ensuciaran la habitación.

 

—Ahora es tu casa, Ji, por supuesto que puedes.

 

Seung sonrió a Jiyong, este solo bajó la mirada.

 

Teddy se acercó a ellos cuando Jiyong comenzó a sentirse aún más nervioso y fuera de lugar.

 

—El jefe llamó y quiere que vaya a reemplazar a algún tipo que enfermó, mariposita. —Se aclaró la garganta. —Jiyong —se corrigió —, volveré tarde, pero estoy seguro que Seung puede hacerse cargo.

 

Cuando se fue, Jiyong se volvió hacia Seung.

 

—Debería tomar una ducha.

 

Seung asintió y lo dirigió al lugar. Había jabón, champú e incluso algunas fragancias para cuando quiera relajarse un poco dentro de la tina, según había dicho el mayor.

 

—Llámame cuando hayas terminado, así te vendré a ayudar para curar esa espalda.

 

Jiyong se estremeció un poco, casi se había olvidado de su espalda. La mención hizo que el ardor se sintiera otra vez. Asintió en silencio.

 

Al entrar abrió un poco de jabón líquido, cerró los ojos con deleite, el maravilloso olor a limpio y primavera a la vez evadió su nariz. En casa en realidad sí había jabón, pero estaba gastado y sucio, era lo único a lo que había podido aspirar. Se enjabonó el torso y las piernas mientras era empapado con el calor del agua caliente, un lujo. El jabón olía a Seunghyun, en realidad era como si él estuviese ahí, envolviendo sus grandes manos firmes alrededor de su cintura… Jiyong tragó mientras tocaba su endurecido miembro. Estaba mal, muy mal. Giró el agua al frío y dejó que su calentura bajara.

 

Seung no lo veía de esa manera y él no podía faltarle el respeto a su hogar haciendo eso después de todo lo que estaba haciendo por él y su hermano.

 

Se quedó mirando la mancha roja de la ducha blanca de Seung antes de irse por el desagüe. Cuando terminó, no sabía cómo secarse para no ensuciar con su sangre, las toallas eran gruesas y blancas. Decidió hacerlo por partes evitando su espalda. Cuando estaba secándose las piernas, la espesa voz de Seunghyun se hizo presente de sorpresa, lo que le hizo estirarse y envolver la toalla alrededor de su cintura.

 

—Ji, compré un poco de desinfectante y vendas.

 

Jiyong se miró al espejo, viendo ahora sus despiertos ojos almendrados y cabello limpio, se mordió la uña en nerviosismo. Seung no podía ver su espalda, no de nuevo.

 

—Jiyong —exclamó Seung abriendo lentamente la puerta.

 

No queriendo que pasara, Jiyong extendió su mano sosteniendo la puerta, deteniéndola más bien.

 

—Está bien, yo lo hago. —Dijo, intentando que sonara firme.

 

—Ji, honestamente no puedes pensar que podrías curarte solo, no alcanzarás a sanar como se debe, no tienes ojos en la espalda.

 

Y en realidad no podía, pero pensando en las manos de Seung en su espalda al mismo tiempo que viera los años de daño que tenía, no tenía exactamente sólo heridas recientes. Eso pudo con su mente.

 

—Puedo arreglármelas. —Respondió, completamente seguro. Seung se asomó un poco más en el espacio que había de la puerta entreabierta y lo miró a los ojos. —¿Crees que no he lidiado con una mierda peor? Solo dame la bolsa, Seunghyun.

 

El adolescente podía volverse bastante duro y agresivo cuando se sintiera amenazado. Y por una parte eso era bueno, pero no cuando lo hacía contra Seung.

 

—Déjame ayudarte, Ji.

 

Jiyong tomó aire. Quería patear la puerta, gritar y maldecir todo a su alrededor, pero no sabía cómo demostrar su enojo en ese momento, sobre todo con Seung. Así que solo abrió la puerta.

 

Seung vio al menor ponerse tenso en su presencia, negándose a mirarlo a los ojos luego se dio la vuelta. En realidad, los azotes no se veían tan mal como antes, pero la reciente humedad del baño hacía que pareciera más grave de lo que era. Las manos de Jiyong estaban hechas puño en cada lado de su cuerpo. Seung tuvo que aclararse la garganta y fingir voz de indiferencia.

 

—Siéntate en la bañera —ordenó.

 

Jiyong lo hizo, sentándose en el borde con nada más que la toalla blanca que lo tapaba.

 

Seung decidió rozar las heridas con una pequeña toalla para absorber la humedad sobrante, al primer toque hizo que Jiyong se encogiera y se retorciera levemente.

 

—Está bien, Ji.

 

Los siguientes toques no fueron tan malos, pero Jiyong no pudo evitar hacer su comentario.

 

—Estoy arruinando tu toalla.

 

Seung puso su cálida mano en el huesudo hombro del menor y frotó suavemente el lugar para tranquilizarlo.

 

—Es solo una toalla.

 

Mientras evaluaba la piel rasguñada, observó también otras ya convertidas en cicatrices, algunas parecían cosidas en casa y otras parecían quemaduras de cigarrillo. Seung apretó su mandíbula de impotencia.

 

No hablaron mientras vertía desinfectante y aplicaba ungüento, por último, terminó de vendarlo. Seung no podía dejar de pensar en la herida que se veía peor, era como si el metal del cinturón se hubiera abierto.

 

Jiyong permaneció inmóvil cuando se apartó y echó un vistazo a su trabajo.

 

—Ji…

 

—Solo necesito un minuto. —Dijo, con una voz temblorosa mientras se inclinaba más. Seung sabía que no podía ser cómodo.

 

Jiyong sintió que estaba a punto de quebrarse. Las lágrimas eran algo de lo que no se había dotado en años, porque le hacía sentir débil, y él era fuerte. Seung vio su espalda demasiado, podía sentirlo detrás de él, inmóvil. El olor a especias y cuero con un rastro hondo de cigarrillos llenó su nariz. Se estremeció cuando las grandes manos rozaron su cuello.

 

—Está todo bien ahora, Ji.

 

La otra mano recorrió su cabello mojado. Pero Jiyong no lo entendía, ¿cómo podía este hombre ser tan bueno con una basura como él? La gran mano en su cabello viajó hasta debajo de su brazo y luego fue abrazado por detrás.

 

Jiyong se sentía flotando, no recordaba, de hecho, la última vez donde alguien lo sostuvo así. Entonces no pudo contenerse más, no pudo dejar dentro sus lágrimas. Lloró fuerte y desgarrador.

 

—Aquí estaré, cariño. —Dijo Seung, y eso hizo llorar más fuerte a Jiyong. Al mayor no pareció importarle.

 

—¡Pero estoy ensuciando tu bañera, tomando tu comida! —Gritó, tratando de hacerle entender a Seung la realidad y darle sentido a cómo terminó ahí.

 

—Shhh, Ji, no es nada.

 

Pero para Jiyong lo era todo, era lo que siempre había querido.

 

Observó un pequeño charco que había dejado su cabello mojado en el suelo e inhaló profundamente mientras esas manos fuertes y seguras no tenían intención de soltarle. Se quedó un rato más con ese placer.

 

Cuando Jiyong se sintió finalmente un poco mejor, apartó las manos de Seung suavemente.

 

—Necesito descansar.

 

Seung sabía que era buena idea.

 

—Ji…

 

—Estoy bien, Seung, solo un poco cansado. —Y el cansancio era evidente en su voz.

 

—Sí, está bien. Pero si necesitas algo estoy aquí, a cualquier hora.

 

Asintió solamente, sin mirar a él, mientras salía del baño y se dirigía a su nueva habitación.

 

Había tantas cosas a su alrededor ahora que no podía creer, como las limpias sábanas que lo abrazaban y mantenían cálido en ese momento, el refrigerador lleno que yacía en la misma casa donde él estaba ahora, y Seung, un hombre que era más como un superhéroe, tan perfecto que estaba salvando al pequeño e indefenso humano que encontró en un basural, parecía ficción, mentira. Y tal como las mentiras, sentía que todo eso no iba a durar mucho tiempo. Algún día Seung se cansaría de ellos.

 

De él.

 


 

El dolor atravesó la espalda de Jiyong haciéndole pegar un salto sobre la cama, pensando que su padre lo había azotado nuevamente. Siempre tuvo que lidiar con el dolor antes, pero se preguntó si había algo que pudiera tomar para aliviarlo. Gruñó ante el latido de aquel punzante latigazo en particular, donde el broche del cinturón de su papá lo golpeó tantas veces.

 

Abrió la puerta y presionó la cabeza contra el marco. Cuando él nombró a Seung, este fue de inmediato.

 

—¿Podrías traer mi ropa, por favor?

 

—Oh, están en la lavadora, pero te conseguiré algo.

 

Seung no demoró en pasarle unos pantalones de buzo y una camiseta blanca. Le quedaban grandes, obviamente. Inhaló profundamente el olor a Seunghyun que ahora se adhería a su cuerpo.

 

Acostarse de nuevo y volver a dormir sonaba bien, pero sería bastante grosero para Seung, y un dolor en la espalda lo hizo quejarse. Cuando abrió la puerta, Seung hizo un movimiento tan rápido y obvio, había sido evidente que estaba mirando por la grieta de su puerta. Ahora tenía las manos en los bolsillos de su pantalón y solo se apoyó sobre la pared, sonrió.

 

—¡Hoy será tú día! ¿Qué quieres hacer? —Preguntó, sonaba nervioso.

 

Jiyong se encogió de hombros.

 

—Podríamos ver una película, supongo. Todavía me siento algo cansado.

 

Seung asintió, sonriente.

 

Jiyong escogió una película de acción y comedia, y aunque había mucho espacio ahora, se sentó junto a Seung. En algún momento de la película comenzaron a rozar sus muslos muy evidentemente, Jiyong fácilmente podría sentarse en su regazo, Seung no se dio cuenta de eso hasta mucho después, pero no se apartó. La pierna de Jiyong le rozaba en un movimiento de arriba hacia abajo, cuando Seung lo miró, este se estaba mordiendo el pulgar. El mayor tragó grueso.

 

—¿Seung?

 

Seung pausó la película.

 

—¿Sí?

 

El silencio hizo tensar a Jiyong, así que frotó ambas palmas sobre sus piernas, nervioso.

 

—Em… ¿Hay algo que pueda tomar para mi espalda?

 

Seung se molestó por no pensar en eso antes, y odiaba que Jiyong sonara tan tímido con él.

 

—Sí, claro.

 

Cuando se puso de pie, Jiyong lo siguió hasta la cocina, le dio agua embotellada y le tendió las pastillas de ibuprofeno.

 

—Comienza con una, si no ayuda puedes tomarte otra, pero no más que eso. —Jiyong asintió, le costó un poco pasar la pastilla, la verdad es que nunca había tomado una. —¿Tienes hambre?

 

Jiyong asintió.

 

—Sí, no quiero que me duela el estómago.

 

Seunghyun quería abrazarlo otra vez y decirle que todo estaba bien, le picaban las manos por hacerlo, pero no podía así como así, le dolía que el adolescente ni siquiera había vivido su niñez con una vida medianamente decente.

 

—Terminemos de ver Kick-Ass. —Dijo, esperando recuperar el estado de ánimo de Jiyong. El menor sonrió y se dejó caer en medio del sofá. Seung volvió a reproducirla desde donde la había pausado y se puso cómodo. —Ji, ¿estás bien? Si quieres hablar soy todo oídos.

 

Jiyong suspiró y se recostó suavemente en el respaldo del sofá para no presionar mucho su herida.

 

—Es que… todo esto es mucho. Pero estaré bien, no te preocupes. —Seung esperaba que en realidad fuese así. Se alarmó cuando Jiyong comenzó a reír de la nada. —La pastilla en realidad me está ayudando. —Dijo, seguido de acurrucarse más en el sofá.

 

Seung se alegró de saber que no le dolía la espalda ahora. No pasó mucho tiempo para que comenzara a sentir una respiración cerca de su oreja, cuando volteó vio muy cerca a Jiyong de su propio rostro, durmiendo. Cuando el adolescente se dejó caer sobre su hombro, Seung solamente se quedó quieto.

 

Veinte minutos después llegó Teddy tambaleándose. Seung llevó los dedos a sus labios para que hiciera silencio, luego salió suavemente y recostó a Jiyong cubriéndolo con una manta. Ambos se sentaron afuera. Seung se alegró de que Teddy sacara un jugo para tomar, él había tenido que tirar su propia cerveza para colaborar en la recuperación y mantener a raya la tentación.

 

—Jiyong siempre ha sido dulce y educado, aunque nadie le enseñó verdaderos modales. Mamá era amable, la más cercana a él en nuestra familia, pero igual podía ser ruda. Ella siempre trataba a Jiyong como una flor delicada y lo amaba más. Y no hablo de celoso, de hecho, me cortaría la mano derecha si eso hiciera ahorrarle toda la mierda que ha tenido que ver y soportar. Y tú… —dijo, apuntando la botella de jugo a Seung. —Estás tratando de ayudar ahora. Él está lastimado, Seung, hace mucho tiempo y no sé cómo ayudarlo. Podemos darle comida y un buen lugar, pero no lo puedo sanar. Lo llamo mariposita todo el tiempo, pero él nunca ha llorado por eso. Incluso yo lo hice cuando a su edad papá me golpeaba. A veces solo quiero eso, que llore y se desahogue.

 

Seung tenía un nudo en la garganta tan grande, que ni siquiera pudo corregir a Teddy. El hombre estaba preocupado de su hermano, así que lo iba a escuchar.


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