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Mi dulce señor por zandaleesol

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Título: Mi dulce señor

Pareja: Harry/Lucius

Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados para divertirme y espero que también para entretener a los lectores, no percibo ningún beneficio económico por este trabajo.

Advertencias: AU. Muerte de personajes. Mpreg. Violación.



Capítulo 10. Una gran amistad


Harry estaba algo triste porque iba a separarse de Sirius, pero ya había decidido que necesitaba ese cambio en su vida. Habían transcurrido cinco días desde que Lucius le hiciera aquel ofrecimiento y él ya tenía su baúl listo para trasladarse a la mansión. Ahora sentado sobre una mesa escribía una carta para Ron y Hermione explicándoles la decisión que había tomado, les pedía que se encontraran con él en Hogsmeade, la tarde del día siguiente, necesita explicarles personalmente porque había tomado aquella decisión, de ir a vivir a casa de Lucius Malfoy. Sus amigos no tardarían en saber la noticia a través de alguien más, podía ser que el mismo Sirius se los contara, pues los veían a diario en la escuela.


Acababa de poner la carta en el sobre cuando las llamas de la chimenea crepitaron y se tornaron de color verde. Era la señal de que Lucius ya venía por él. Le aseguró que no era necesario, que podía llegar sólo a la mansión a través de la red flu, pero Lucius insistió en escoltarlo. La figura del hombre rubio salió de la chimenea y enseguida le sonrió a Harry.


-¿Ya estás listo?

-Sí, sólo debo enviar esta carta a mis amigos para explicarles donde estaré ahora.

-No hay problema si quieres enviarla desde la mansión.

-Prefiero enviarla desde aquí con Hedwig, ella sabrá donde encontrarme después -dijo Harry mientras sacaba a la lechuza de su jaula para atarle la carta a la pata.

-Es realmente hermoso -murmuró Lucius en un susurro mientras observaba a Harry.


El chico escuchó y volvió el rostro.


-Sí, es muy hermosa, es un regalo de Hagrid, me la dio cuando cumplí once años y recién comenzaba Hogwarts.


Lucius asintió con la cabeza, ni siquiera se dio cuenta de lo dicho mientras observaba a Harry. Pero sí puso atención en lo que decía el chico. En aquella época había regresado Voldemort y había comenzado la guerra, justamente con la muerte de los padres del chico que tenía frente. Se acercó un poco más a Harry.


-¿Sirius sabía que vendría por ti a esta hora?

-Sí, lo sabía. Dijo que en la noche me visitaría en tu casa.

-Nuestra casa Harry.


El chico volvió el rostro sorprendido.


-Tu casa Lucius, yo sólo seré un invitado.

-No quiero que te sientas como un invitado, sino como parte de mi familia.


Harry miró al hombre rubio a los ojos por un segundo, pero luego volvió el rostro para poner atención en su tarea de atar la carta a la pata de Hedwig. Sintió algo de tristeza por Lucius, debía sentirse realmente solo como para desear su compañía.


-Gracias Lucius, no creo que me sienta como un invitado después de todo, eres muy… gentil, eres dulce -dijo Harry mientras terminaba con la tarea de atar la carta, luego levantó a la lechuza en su brazo para llevarla a la ventana, y mientras la abría se volvió a mirar a Lucius con una sonrisa -, eres mi dulce señor.


Enseguida Harry volvió el rostro para dejar volar a Hedwig y se la quedó mirando un instante, mientras a su vez era observado por Lucius con una sonrisa en los labios. El mago se repetía la última frase de Harry «eres mi dulce señor». Estuvo seguro de que nadie jamás le había dicho algo tan halagador, una extraña sensación de felicidad le revoloteaba en el estómago, casi había olvidado esa sensación tras pasar tantos años desde que la experimentó por última vez, hacía diecisiete años, cuando Narcisa le dio la noticia de que sería padre por primera vez.

*~*~*~*~*~


Harry miraba por la ventana de su cuarto, el mismo que había ocupado la primera vez que estuvo en la mansión. Nada era diferente a como lo recordaba, sólo que ahora sus cosas personales llenaban la habitación, fotografías de sus padres y Sirius, de sus amigos. También estaban sus libros de la escuela. Su ropa había sido puesta en perfecto orden en un armario. Las túnicas de la escuela y la ropa muggle que aprendió a vestir por causa de su madre y que le resultaba de lo más cómoda.


El cuarto era tan amplio que bien podían caber dos camas más y aún sobraría mucho espacio. El baño era algo digno de mencionar, amplio, piso y paredes de mármol blanco, una bañera de proporciones descomunales, grandes espejos, todo digno de un rey. Harry no podía dejar de preguntarse porque un hombre como Lucius, tan dulce vivía rodeado de semejante lujo. Aunque luego de recordar a Draco y la forma tan arrogante que tenía de ufanarse delante de todos de las riquezas de su familia, posiblemente aquel lujo excesivo se debiera a la madre del chico.


Unos golpes en la puerta le hicieron volver el rostro y vio a Remus que entraba sonriente, le respondió del mismo modo.


-Hola Harry vine a ver como estabas, veo que ya tus cosas están acomodadas -dijo Remus mirando en derredor.

-Sí, Winka las arregló, pensaba hacerlo yo mismo, pero ella insistió en que ese era su trabajo.

-Pues yo sé que no estás acostumbrado a los servicios de una elfina, pero será cosa de tiempo que te acostumbres.

-Sí, todo hay que dejárselo al tiempo -respondió Harry con aire un tanto entristecido.

-Te noto un poco desanimado, espero que no estés arrepentido de venir a vivir aquí, eso pondría a Lucius muy triste -dijo Remus

-No, no se trata de eso, es sólo que me duele un poco haber dejado a Sirius, siento que lo abandoné.

-No digas eso Harry. Sirius es un hombre grande, además tú también lo eres ahora.

-Sí supongo que lo soy.

-Claro que lo eres, has tomado decisiones importantes que afectarán tu futuro y…

-Las decisiones más importantes de mi vida aún no las tomo Remus.

-Supongo que te refieres al bebé.


Harry se apartó de la ventana y se sentó en la cama, aún le costaba asimilar aquella realidad, la mayor parte del tiempo casi prefería olvidar que un bebé estaba creciendo dentro de él.


-Sí hablo de eso.

-Harry, cualquier cosa que decidas con respecto al bebé todos te apoyaremos.


Harry sintió algo de fastidio al oír esas palabras. Se preguntaba de qué tipo podía ser ese apoyo. No creía que eso sirviera de mucho, el dolor que tenía no desaparecería jamás. Le resultaba algo fastidioso que Remus le hablara de ese modo, sabía que lo hacía por el afecto que le tenía como amigo de sus padres, pero realmente no comprendía el alcance de su desgracia.


Remus al parecer tenía la intención de decir algo más, pero los golpes en la puerta lo interrumpieron. Harry sintió alivio por eso. Lucius entró en el cuarto con una sonrisa.


-¿Cómo estás Harry? Espero que cómodo -dijo el hombre rubio.

-Sí, estoy muy cómodo, gracias.

-Yo venía a hacerte una invitación -dijo Lucius.


Harry lo miró sonriente.


-¿Y a dónde? -preguntó con evidente curiosidad.


Los ojos de Remus mostraron un extraño brillo, aunque la sonrisa no abandonó sus labios.


-Pues al jardín, creo que debemos aprovechar esta cálida tarde y tomar el té en el jardín, ¿qué dices?

-Sí gracias, eso será muy agradable -dijo Harry mirando a Remus.

-Después podemos dar un paseo para que conozcas la propiedad estoy seguro que te gustará -dijo Lucius con entusiasmo.


Mientras se dirigían hacia el jardín intercambiando comentarios diversos, Remus que les seguía se prometió que no permitiría que Lucius lo excluyera de ese paseo por el jardín. Harry acababa de llegar a instalarse, pero tal parecía que se convertiría en un rival de peligro.

*~*~*~*~*~




Por la noche un poco antes de la cena Sirius se presentó cumpliendo la promesa hecha a Harry. El chico de ojos esmeraldas sintiéndose un tanto culpable por haberlo dejado solo por primera vez, luego de su secuestro, abrazó al hombre que se sintió feliz, ante ese gesto tan espontáneo de su ahijado.


-Gracias por venir Sirius -dijo Harry aprovechando que estaban solos en la sala aún.

-Te prometí que vendría, además quiero asegurarme de que estés en excelentes condiciones.


Harry le sonrió sinceramente por primera vez en semanas.


-¿Es que no has observado esto? Nada más mira este lugar, difícilmente alguien podría no sentirse cómodo.

-Harry más que comodidad yo sólo deseo que estés bien.

-Eso lo sé -dijo Harry.

-Voy a sentirme solo sin ti, pero estaré tranquilo sabiendo que aquí además de estar muy bien cuidado te sentirás bien.

-Me siento bien estando aquí Sirius, y no es porque este lugar sea lujoso… me siento bien estando con Lucius -dijo Harry.


Sirius le miró sorprendido por un segundo.


-¿Te agrada mucho verdad?

-Sí -dijo Harry sinceramente.

-Harry -dijo Sirius dando una mirada hacia la entrada al salón -¿Tú sabes que Lucius y Remus tienen una relación? Quiero decir que son… algo más que amigos.


Harry sonrió.


-¿Piensas que no lo había sospechado? Lo comprendí desde ese día que vinimos aquí desde San Mungo. Remus tiene una habitación junto a la de Lucius. Estoy casi seguro de que esas habitaciones se comunican por dentro.

-Era imposible que no te dieras cuenta, eres demasiado inteligente.

-Sólo hay ver la forma en que Remus mira a Lucius para comprender. Se nota que lo adora.


En ese preciso momento entraban a la sala Lucius y Remus. El hombre de ojos dorados fue directo a abrazar a Sirius, le alegraba verlo con mejor cara que la vez anterior.


-Me alegra que vinieras, ¿te quedarás a cenar? -preguntó Remus.

-Me encantaría -dijo Sirius.


Lucius se adelantó a saludar a Sirius, le tendió la mano con una sonrisa, la conversación entre ellos había sido tensa la última vez, esta vez Sirius se mostró mucho más cordial.

*~*~*~*~*~


Sirius regresó a la casa después de cenar en la mansión a eso de las 9:30. La sensación de soledad que le embargaba era muy grande, extrañaba a Harry más de lo que pudo imaginar. Mientras Harry había estado en la escuela él prácticamente no habitaba aquella casa, nada más que durante las vacaciones y los fines de semana cuando era posible. Después de terminada la guerra y cuando Harry decidió no volver a la escuela, regresaba todas las noches y traía la cena para ambos. Esta rutina no había durado mucho tiempo, apenas un mes, pero se había acostumbrado a ella. Ahora volvía sentirse muy solo.


Decidido que necesitaba compañía. Ahora que su ahijado no estaba con él y que la guerra ya no ocupaba casi todo su tiempo, no sabía qué hacer con las horas que le sobraban luego de terminar su horario en Hogwarts. Necesitaba matar las horas de algún modo. Se fue a su habitación y se cambió la túnica de mago, vistió la ropa muggle que guardaba en un baúl para ocasiones especiales. Esta ocasión lo era, había decidido ir al Londres muggle, no era tan tarde y tal vez pudiera encontrar una compañía agradable en alguno de esos locales que frecuentaba a veces para escapar de sus preocupaciones. Durante los siete años que duró la guerra el mundo muggle seguía con su vida, ignorando los desastres que sacudían a ese mundo mágico cuya existencia ellos ignoraban.


Aunque ya estaban casi en verano el clima era bastante frío así que igual se puso un suéter. Salió de la casa y se apareció en el callejón donde lo hacía siempre. Caminó unas cuadras hasta que llegó a un barrio donde había muchos locales nocturnos, en un principio su intención sólo era tomar una cerveza y luego regresar a su casa, pero pronto cambió de opinión al ver el letrero luminoso de un lugar donde anunciaban show de chicos «strippers». Luego de dudarlo un minuto pensó que tal vez le vendría bien mirar a un par de chicos guapos bailar en cueros, al menos eso le sacaría de sus pensamientos deprimentes por un buen rato.


Entró al local y enseguida la música lo animó. Luego de dar una larga mirada en derredor buscó un sitio donde sentarse, el lugar no estaba del todo abarrotado así que no tuvo dificultad en encontrar uno disponible. Apenas se había sentado cuando al instante se le acercó un muchacho alto y un poco moreno con una gran sonrisa que le ofreció compañía a cambio de un trago. No era la primera vez que asistía a un sitio como aquel, por lo tanto estaba informado sobre el hecho de que el muchacho que le pedía que le invitara un trago trabajaba para el local, haciendo que los clientes bebieran y compraran los tragos más caros. Pero eso no le importaba, estaba dispuesto a pagar por compañía esa noche. Y si ese muchacho le ofrecía algo más no iba a negarse tampoco.


Por su sangre mágica poco era el efecto que hacía en Sirius el alcohol de origen muggle. Un whisky de fuego sin duda le hubiese causado mucho efecto, pero el simple whisky muggle no le afectaba en lo absoluto. Esto provocó gran admiración en el muchacho llamado Joe que le acompañaba a beber. Naturalmente que la conversación no fue de un nivel elevado. Sirius en todo caso no mostró ningún desagrado, buscaba solo distracción. Aunque en el mundo mágico también existían unos discretísimos sitios como ese muggle, siempre cabía la posibilidad de encontrarse con algún conocido, como profesor de Hogwarts no le resultaba muy conveniente, por eso prefería venir al Londres muggle. Era imposible encontrarse con alguien conocido.


Justo cuando el reloj marcaba las 11 la música cambió y las luces de un pequeño escenario se encendieron. Un hombre de baja estatura vistiendo un traje negro con el que pretendía aparentar elegancia con un micrófono en mano pidió la atención de todos, pues comenzaría el show de los “stripers”. Sirius conocía esa costumbre de los muggles de que tanto mujeres como hombres bailaran en un escenario con escasa ropa y muchas veces quedaban totalmente desnudos. Pese a que le resultaba una diversión algo extraña, no dejaría de apreciarla y recrear un poco la vista, de seguro eso le dejaría más a tono para luego tener un fogoso encuentro sexual con aquel muchacho que le acompañaba en la mesa.


La música comenzó a sonar con una melodía que a Sirius le resultó muy agradable, en el escenario un muchacho que llevaba una máscara había comenzado a bailar con movimientos llenos de sensualidad, provocando aplausos espontáneos en los asistentes.


El muchacho que acompañaba a Sirius en la mesa le dijo que el bailarín era nuevo, pero que en cosa de una semana se había convertido en el favorito de todos, cuando el muchacho bailaba era cuando más se llenaba el local. Sirius lo miró con mucha atención, tenía un cuerpo realmente atractivo y sabía moverse con bastante sensualidad, pero sobre todo con elegancia.


-¿Podrías conseguirme una cita con ese muchacho? -preguntó Sirius sin apartar sus ojos del cuerpo del bailarín.


El muchacho que lo acompañaba en la mesa lo miró algo ofendido, pero Sirius ni se percató de eso.


-Él sólo baila… no se involucra con los clientes.

-Estás mintiendo, no es la primera vez que vengo a este club -respondió Sirius con una sonrisa ladina.

-No te miento, llegó hace poco, apenas va a cumplir un mes aquí y nunca ha aceptado la invitación de ningún cliente.

-No te ofendas, pero me gustaría que le dijeras que le invito una copa después que termine de bailar.

-Si buscas diversión estoy disponible -dijo el muchacho con voz sensual.

-Gracias, pero será en otra ocasión.

-Tú te lo pierdes -dijo el muchacho mientras se levantaba de la mesa y se iba en busca de otro cliente mejor dispuesto.


A Sirius no le importó perder a su acompañante, estaba demasiado interesado en el bailarín. Bebió el último sorbo de su trago y abandonó la mesa para acercarse al escenario. Desde esa distancia pudo apreciar mejor el cuerpo del muchacho. Le llamó la atención la blancura de su piel; de pronto el bailarín movió el brazo izquierdo dejando a la vista una marca, tenue, pero muy visible aún. Sirius conocía esa marca, por años quienes la llevaban, causaron terror en la comunidad mágica. Para esos muggles que la observaban sólo era un tatuaje, para él era la marca de un asesino, un mortífago. Draco Malfoy no necesitaba quitarse la máscara, su identidad no era una incógnita para Sirius.


La música fue apagándose finalmente y el espectáculo terminó. Draco se levantó del piso y el sitio se llenó de aplausos, las luces se encendieron. Draco sonrió con suficiencia al ver el efecto que provocaba. Sirius estaba a medio metro de él, pero el muchacho rubio aún no lo había visto, de pronto su mirada se detuvo en Sirius y la sonrisa se le petrificó. Por un segundo se quedó estático, pero luego reaccionó y bajó del escenario, Sirius trató de ir tras él, pero el muchacho se escabulló con prisa y desapareció por una puerta, Sirius quiso seguirlo, pero un sujeto de gran estatura se lo impidió.

Sirius le dijo al hombre que debía hablar con ese muchacho que acababa de bailar, pero este le dijo que no podía entrar al lugar donde se preparaban los bailarines, si quería hablar con el rubio debía esperar hasta que cerraba el club y el muchacho se marchara.

*~*~*~*~*~


Harry estaba ya acostado, pero aún no tenía sueño, se sentía mucho más tranquilo después de que Sirius venido a cenar. Lo notó más relajado y alegre, a pesar de ello igual sentía algo de culpa por separarse de su padrino. Pero también estaba muy consciente de que Sirius, desde la muerte de sus padres sólo se dedicó a él. Ya era hora de que pensara en su propia vida y buscara un compañero, con sus problemas aquello no sucedería nunca, estaba seguro de que hizo bien en alejarse, por lo menos hasta que tuviera claro como resolvería su vida.


Unos suaves golpes en la puerta hicieron que el chico se incorporara en la cama, la puerta se abrió suavemente, era Lucius.


-Sólo quería darte las buenas noches -explicó el hombre con una sonrisa.

-No tengo sueño todavía…

-¿Quieres que conversemos un rato?

-Sí.


Lucius cerró la puerta con suavidad y fue a sentarse a la cama junto a Harry. Luego de un breve silencio Harry habló.


-Me pareció que Sirius estaba de mejor humor esta noche, ¿tú qué opinas?

-Sí también lo noté, yo creo que sólo desea que tú estés bien y sabe que aquí lo estarás.


Harry se quedó pensativo por un instante.


-¿Puedo saber qué es lo que te preocupa Harry?

-Mi futuro Lucius -respondió el muchacho levantando la vista hacia el hombre rubio.


El hombre movió la cabeza afirmativamente.


-Es lógico que te preocupes, pero creo que las dudas y los miedos poco a poco se irán despejando.

-Todos los días me pregunto qué será de mi vida, qué pasará cuando nazca el bebé… ¿Lucius que voy a hacer con él? No lo quiero, no puedo sentir amor por este bebé y eso me hace sentir como un miserable porque sé que él no tiene la culpa de nada, es totalmente inocente.


Lucius miró al muchacho fijamente a los ojos y luego su mano cálida le acarició el rostro.


-Harry, es cierto que ese bebé no tiene la culpa de nada, pero tú tampoco la tienes y no debes condenarte por eso, no eres perfecto, eres un ser humano que puede sentir dolor, odio, rabia, pero también estoy seguro que no has perdido tu capacidad de amar, no digo que vaya a suceder, pero podría ser que con el tiempo llegues a querer a ese bebé que está creciendo dentro de ti.

-No creo que pueda Lucius.

-Harry deja que las cosas sigan su curso, no te angusties pensando en mañana, sólo vive un día a la vez. Con el tiempo las cosas se irán aclarando y tu corazón te dará las respuestas en el momento preciso.


Harry se quedó en silencio meditando esas palabras.


-Lucius dices cosas con tanto sentido, con tanta sabiduría.


El hombre sonrió cálidamente.


-Bueno te llevó bastantes años de ventaja, es lógico que sepa un poco más de la vida ¿no te parece?


Harry sonrió, sentía unos incontrolables deseos de abrazar al rubio y lo hizo. Por su parte Lucius lo recibió en sus brazos y lo estrechó con calidez. Le resultaba tan agradable sentirlo así de cerca, sabiéndose apreciado por un chico que tanta admiración le despertaba.

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