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Mi dulce señor por zandaleesol

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Título: Mi dulce señor

Pareja: Harry/Lucius

Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados para divertirme y espero que también para entretener a los lectores, no percibo ningún beneficio económico por este trabajo.

Advertencias: AU. Mpreg. Violación.



Capitulo 12. Vida en riesgo


Harry llegó a su habitación y al cerrar la puerta dejó escapar un inesperado suspiro. Había ignorado por completo a Lucius, por vez primera sus miradas no se conectaron como lo hacían siempre y eso se debía sólo a su actitud fría. Sabía que se estaba comportando de forma inadecuada y quizá hasta grosera con Lucius que era siempre tan atento. Pero no podía dejar de recordar una y otra vez que el rubio la noche anterior se marchó con Remus sin darle las buenas noches.


Se acercó a la cama y comenzó a desabotonar la túnica, de pronto apareció Winka a pesar de que él no la llamó.


-Buenas noches joven Harry -saludó la elfina.

-Hola Winka.

-He venido a ayudar al joven Harry con su baño.

-Gracias Winka, realmente lo necesito.


La elfina de inmediato comenzó a preparar todo para el chico de ojos esmeraldas que siguió quitándose la túnica. Después de unos minutos regresó anunciando que todo estaba listo, Harry le dio las gracias nuevamente y la elfina desapareció.


Harry se metió en la bañera hasta el tope de agua tibia y la espuma. Estuvo mucho rato sólo sin moverse, cuando sintió que ya se había relajado lo suficiente tomó la suave esponja y comenzó a pasarla por su cuerpo, luego se lavó el cabello. Cuando hubo terminado el agua de la bañera sin que él hiciera nada se transformó en agua tibia lista para enjuagar su cuerpo y cabello, aquellos hechizos tan útiles eran la especialidad de Winka.


Salió de la bañera y se envolvió en la bata y salió del cuarto. Con su varita que había dejado sobre la mesa de noche se secó el cabello y el resto del cuerpo, se puso el pijama que la elfina había dejado doblado a los pies de la cama. Buscó el libro que leía por las noches y se introdujo entre las sábanas agradablemente temperadas, otra de las cosas que hacía Winka. Le hubiese gustado poder darle un regalo, pero no estaba muy seguro de que podía regalarle a una elfina doméstica sin ofenderla, pues los elfos no podían aceptar obsequios de quienes servían.


El libro que leía lo entretuvo un rato, de pronto miró el reloj de la pared y pensó en que faltaba mucho para que fuesen las diez, que era la hora en que venía Lucius a darle las buenas noches, pero luego volvió a pensar en lo frío que había actuado con el hombre hacía un rato. Ya comenzaba a sentir vergüenza por su actitud tan infantil, era probable que Lucius no viniera otra vez. Cuando ya había perdido la esperanza de verlo llegar, escuchó el clic que hizo la cerradura de la puerta, sin siquiera pensarlo cerró los ojos al instante. Si Lucius lo creía dormido se marcharía enseguida.


En un primer momento le extrañó que Harry ya estuviera dormido, pero luego pensó que debía ser consecuencia del paseo con Sirius. Pensaba marcharse enseguida, pero observó desde la puerta que el chico se había dormido con le libro encima. Se acercó sigiloso y lo apartó con cuidado para no despertarle. Lo puso sobre la mesa de noche y luego dirigió otra mirada a Harry. Se acercó un poco y le acomodó la ropa de cama, con la cercanía percibió el aroma a limón que desprendía el cabello del muchacho, se acercó un poco más y sin pensarlo le besó suavemente la frente, rozando apenas la piel.


-Te quiero… Harry -susurró el rubio con voz queda.


Por unos segundos escudriñó el rostro del chico desde el mentón hasta los cabellos negros y revueltos. Sin saber porque detuvo su mirada en la boca, experimentó un ferviente deseo de dibujar el contorno de esa boca con sus dedos, pero refrenó su impulso. Sigiloso se levantó y caminó hacia la puerta, luego de darle otra mirada a Harry salió de la habitación.


Harry abrió los ojos tras escuchar que la puerta se cerraba. Había percibido el aroma de Lucius tan cerca que estuvo a punto de delatarse con un suspiro, pero se contuvo a tiempo. Una sensación maravillosa le llenaba el corazón. Lucius había dicho que le quería, sintió culpa por haberse comportado de aquella forma tan fría, el rubio no lo merecía, cerró los ojos para dormir mientras su cerebro se repetía una y otra vez esa frase: «Te quiero Harry».


*~*~*~*~*~*


El sol brillaba esplendoroso en consonancia con lo alegre que se sentía su corazón. No estaba muy seguro, pero Harry creía que aquello se debía a que la noche anterior Lucius al creerlo dormido había dicho que lo quería luego de besarlo en la frente. Ese gesto era tan importante para Harry que se avergonzaba un poco de sentir aquello, se suponía que era el afecto de su padrino el que más debía apreciar. Y lo apreciaba. Como también apreciaba el afecto de Remus, de sus amigos, de la familia Weasley, pero era Lucius quien lo hacía sentir feliz y emocionado, aunque aún no entendía la razón.


Se levantó por fin de la cama, era muy temprano y tenía tiempo antes de que los demás habitantes de la casa lo hicieran también. Se daría un baño y estaría inmaculado para cuando Lucius y Remus bajaran a desayunar al comedor.


*~*~*~*~*~*


Lucius se removió despacio en la cama, no quería despertar a Remus. Había dormido en la cama de éste esa noche. Se desentendió con suavidad de los brazos de su pareja y dejó el lecho, tomó la bata y luego de darle una mirada a su compañero abandonó el cuarto. Se fue al suyo y después de darse una ducha y vestirse de forma impecable decidió bajar a desayunar, aunque debiera hacerlo solo, pues el día domingo, Remus no se levantaba antes del mediodía, aprovecharía ese tiempo para dar una paseo por el jardín, ese día había amanecido especialmente soleado y brillante.


Cuando llegó al comedor se detuvo en la entrada sorprendido de ver a Harry desayunando antes que nadie, en ese momento Winka le servía otro vaso de jugo. Recordó la frialdad del chico en la noche anterior y eso lo mantuvo por unos segundos indeciso en la entrada, pero de pronto Winka notó su llegada, se acercó y le hizo una reverencia, saludó a la elfina y luego miró a Harry temiendo que recibiera su saludo con frialdad. Pero para su alegría el chico lo recibió con la mirada más radiante que podía existir.


-Buenos días Lucius, me alegra que vinieras a desayunar temprano, pensé que debería hacerlo solo -dijo Harry desde su puesto.


Lucius se aproximó a la mesa y tomó su lugar en la cabecera.


-Pues yo tuve la misma idea… Remus no saldrá de la cama hasta el mediodía y no pensé que te levantarías tan temprano en un día domingo.


-Vi el sol brillando tan radiante que no pude resistirme. Iré a dar una vuelta por el jardín después, ¿te gustaría venir conmigo?

-Claro que sí, me encantaría -respondió el rubio.


A diferencia de la noche anterior Lucius percibió a Harry mucho más predispuesto a la conversación y eso le agradó mucho. Le preocupó la indiferencia que le había manifestado, pero ahora al verlo tan sonriente y conversador atribuyó la actitud del chico en la pasada noche al cansancio después de pasar todo el día fuera de la mansión. Le alegró saber que no tenía nada de qué preocuparse, Harry era el mismo de siempre.


Después de concluir el desayuno dejaron el comedor y salieron al jardín a dar un paseo. Harry le contó a Lucius todas las cosas que habían hecho Sirius y él la tarde anterior. Caminaron lentamente y se alejaron tanto, que llegaron sin darse cuenta a los límites de la propiedad, la gran e imponente mansión se veía como un punto pequeño desde donde estaban.


-No imaginé que nos habíamos alejado tanto -dijo Lucius mirando hacia la lejanía.

-Yo tampoco -respondió Harry con una sonrisa.


Un extraño silencio los rodeó de pronto. Lucius iba a proponer que emprendieran el camino de regreso, acababa de recordar a Remus, seguramente que ya se había levantado y estaría preguntándose dónde estarían Harry y él.


Harry se había quedó observando a unas aves que cruzaban el cielo, luego se volvió hacia Lucius y le sonrió.


-Creo que deberíamos regresar. Remus podría estar preocupado por nuestra tardanza -dijo Harry, caminó unos pasos, pero se detuvo. El hombre rubio al notarlo se volteó a mirarlo, Harry había perdido el color rosado de sus mejillas ahora estaba excesivamente pálido.


-Harry, ¿qué sucede?


El muchacho no respondió simplemente cerró los ojos y Lucius alcanzó a correr a su lado para evitar que cayese al suelo, se desmayó en sus brazos.


Lucius de inmediato pensó que era consecuencia de la caminata, se censuró por el descuido, debió prever aquello, Harry no estaba en condiciones de hacer tanto esfuerzo físico. Acodó al chico en su brazos y se Apareció con él justo en la sala, llamó a Remus.


Remus que estaba en su despacho al oír el llamado salió corriendo en dirección a la sala y cuando vio al rubio recostando a Harry sobre el sofá, se asustó mucho.


-¿Lucius qué sucedió? -preguntó Remus acercándose con precipitación.

-No lo sé… fuimos a caminar, estaba perfectamente, ya veníamos de regreso cuando de pronto se desmayó.

-¿Caminaron mucho? -preguntó Remus mientras palpaba la frente y las mejillas de Harry.

-La verdad sí, creo que demasiado… debió ser el esfuerzo.


En ese momento Winka apareció en la sala y miró asustada a Harry.


-Winka trae aquella poción que ayuda a reanimar el desmayo, está el primer cajón del tocador del baño de mi habitación -ordenó Remus.


La elfina desapareció al instante y regresó a los pocos segundos con el frasco que le había encargado Remus.


-No te preocupes -dijo Remus al rubio que no le soltaba la mano a Harry -, en su estado estas cosas son normales… con está poción despertará en unos segundos.


Remus abrió el frasco y dejó caer tres gotas en la boca de Harry, aquella poción era infalible para aliviar el desvanecimiento.


Lucius miraba al chico expectante esperando que abriera los ojos. Pero Harry tras unos cuantos minutos no abrió los ojos como se suponía que debía ocurrir. Remus miró el frasco, no podía ser que la poción estuviera defectuosa, la había comprado apenas unas semanas atrás en el callejón Diagon.


Los minutos pasaron y Harry no despertaba. Primero diez, luego veinte cuando ya se cumplía media hora con Harry en ese estado, Remus mostró el primer atisbo de temor.


-Esto no está bien, un desmayo no puede durar tanto, a lo menos unos minutos… ya cumplió media hora así. Lucius hay que llevarlo a San Mungo.


Lucius estaba nervioso y preocupado, cuando esto sucedía no hablaba, así que se limitó a mover la cabeza afirmativamente.


-Creo que tú deberías llevarlo a San Mungo, yo le avisaré a Sirius -dijo Remus.


Lucius tomó con cuidado a Harry en sus brazos y caminó hacia la chimenea, Remus ya había lanzado polvos flu para conectarla a la red.


*~*~*~*~*~*


En la Urgencia Mágica de San Mungo, no había mucha gente. Harry fue ingresado de inmediato sin que Lucius tuviera que dar explicaciones de ningún tipo. Aquel día domingo el sanador de Harry estaba de turno en el hospital así que fue llamado a la urgencia por alta voz.


En apenas unos minutos llegaron Remus y Sirius, éste último visiblemente pálido, de inmediato interrogó a Lucius.


-¿Qué le sucedió a Harry?

-Se desmayó de pronto, quizá fue la fatiga debido a la caminata -respondió Lucius con la preocupación patente en la mirada.

-¿Quién lo está atendiendo? -volvió a preguntar Sirius.

-Llamaron a un sanador… Florian…

-Ah… entonces estaba aquí en el hospital, conoce a Harry desde pequeño -explicó Sirius.

-Es una suerte, conoce toda la situación de Harry -terció Remus.


Luego de estas palabras los tres hombres guardaron silencio, no quedaba más opción que esperar para saber qué sucedía con el muchacho de ojos esmeraldas.


La espera fue relativamente corta, a lo menos eso le pareció a Sirius, quiso pensar que era indicativo de que nada malo sucedía con Harry. Se acercó sin que el sanador debiera llamarlo, Remus y Lucius se quedaron a una distancia prudente.


-Florian, ¿cómo está Harry? ¿Ya despertó? -preguntó Sirius.

-En este momento está bien, le di una poción y ya se encuentra despierto.


Sirius asintió con alivio, mientras Remus y Lucius hacían lo mismo.


-Sirius, debo hablar de algo importante con Harry y necesito que estés presente.


El tono del sanador era serio y eso activó las alarmas de Sirius.


-¿Sucede algo malo?


El sanador evitó responder, sólo insistió en que Sirius le acompañara hasta la habitación donde tenían a Harry.


Lucius sintió que algo se revolvía en su estómago, hubiese deseado tener el derecho a estar junto al chico, pero no lo tenía. Remus y él silenciosos se sentaron a esperar el regreso de Sirius.


*~*~*~*~*~*


Harry miraba en derredor, estar en San Mungo otra vez le traía recuerdos dolorosos y que aún estaban muy vívidos en su mente. Pero la entrada de Florian seguido de Sirius lo distrajo y se alegró de ver a su padrino.


-¡Sirius! Estás aquí… lo lamento no quise preocuparte.


El mago sonrió.


-Nada de lamentarlo, soy tu padrino y es mi deber.

-Me siento bien, ¿ya puedo irme? -preguntó el chico de ojos esmeraldas.

-Antes de que te marches debemos hablar Harry, quise que estuviera presente Sirius porque esto es importante.


Tanto Harry como Sirius al oír al sanador se preocuparon.


-¿Qué sucede? -preguntó el muchacho.

-Se trata de tu embarazo.


Harry y su padrino intercambiaron una mirada.


-¿Me pasa algo malo?

-Harry, hay algunas cosas que debí explicarte desde el inicio, pero no me pareció apropiado el momento, estabas muy afectado entonces, pero ahora debo hacerlo.

-¿De qué se trata? -intervino Sirius.

-Harry, en un embarazo mágico deben cumplirse ciertas condiciones para que éste llegué a término de forma apropiada para el bebé.


Harry asintió con la cabeza.


-Tú ya estás casi en los tres meses, el bebé está comenzando a crecer y al hacerlo se alimenta de tu magia, eso lo ayuda a desarrollarse con normalidad, pero hay algo que hace falta para que esa magia no se debilite.

-¿Qué pasa si se debilita? -se apresuró a preguntar Harry.

-La vida del bebé correría peligro -respondió Florian.

-¿Y qué debo hacer para que eso no suceda?

-Hace falta más magia… la de otro mago.

-¿Por qué, acaso mi magia es débil?

-No lo es, simplemente se necesita la magia de dos para sostener este embarazo. Generalmente esa magia la aporta… el otro padre.

-¿Qué quieres decir con eso? Harry necesita la magia de ese…

-Usualmente es como sucede. El otro padre aporta su magia, pero este caso es diferente, debido a que el embarazo no se produjo en un acto consentido. Aunque fuese posible que el otro padre aportara su magia no serviría de nada, la empatía mágica es imprescindible y en este caso no la habría -explicó Florian.

-Eso quiere decir que no hay nada que hacer -repuso Harry -, el bebé que espero va a morir inevitablemente, mi magia no basta para sostenerlo.

-Harry eso no es totalmente cierto. Hay una solución.

-¿Cuál? -preguntó el muchacho ansioso.

-Si existiera alguien que estuviera dispuesto a aportar su magia, podría ser que el bebé no la rechazara, pero eso dependería mucho de que tan fuerte sean esos sentimientos, que deben ser mutuos, además.

-No entiendo.


Florian guardó silencio por unos segundos. Esta era la parte más difícil de explicarle al muchacho.


Sirius por su parte ya se había hecho una leve idea con respecto a lo que diría Florian y sintió un terrible peso en el estómago.


-Harry, será necesario que tú mantengas relaciones íntimas con algún mago con el que tengas afinidad. Sólo de esa forma será posible que tu bebé reciba la magia que le está faltando.


Harry arrugó el ceño sin comprender el real alcance de lo que acababa de explicar Florian.


-Relaciones íntimas -repitió el muchacho -, pero eso no es tan difícil de hacer, tengo relaciones de intimidad con muchos magos, Sirius es uno de ellos.


El sanador y Sirius intercambiaron una mirada.


-Harry, cuando hablo de relaciones íntimas, estoy hablando de relaciones de tipo sexual -explicó el sanador con tono profesional.


Un color pálido se apoderó de las mejillas del muchacho.


-No, eso no puede ser-susurró Harry.


Se hizo un breve silencio en que el muchacho no se atrevía a levantar la mirada.


-En el caso de los magos Harry, cuando uno resulta fértil de modo natural, el aporte de la pareja es fundamental, porque se trata de un embarazo mágico.

-Entonces no hay nada que hacer, yo no tengo pareja… no hay modo de que este embarazo llegue a término -dijo Harry, haciendo un esfuerzo porque sus ojos no se llenaran de lágrimas.


Sirius ni se atrevía a mirar al muchacho, nada de lo que estaba ocurriendo era justo para Harry, después de lo mucho que costó que aceptase a ese bebé, resultaba que no había posibilidad de que naciera.


-No todo está perdido Harry -dijo el sanador.

-¿Cómo qué no?

-Aún hay algo que se puede hacer, no es fácil, pero tampoco imposible.

-¿Qué es? Estoy dispuesto a hacer lo que sea.

-Si encontraras a un mago que estuviese dispuesto a entregarle su magia a tu bebé, pero debes tener claro que solo existe un modo de hacerlo, manteniendo relaciones sexuales con dicho mago.


Harry se quedó en silencio. No podía creer que la vida le estuviese poniendo otra vez en una posición tan espantosa. El miedo lo atenazó con fuerza. Era el precio que tendría que estar dispuesto a pagar para que el bebé pudiera nacer. Pero dónde encontraría a alguien dispuesto a llevar a cabo semejante tarea. Sin pensarlo demasiado miró a Sirius y luego al sanador.


-¿Podría ser Sirius el mago que aportara su magia para mi bebé?-preguntó a continuación.


El hombre de ojos negros había temido escuchar esa pregunta.


-¿Sirius? -preguntó un tanto descolocado Florian, luego le dio una mirada de soslayo al hombre a su lado que no levantaba la vista del piso -. No Harry, el es tu padrino… no puede ser él.


Sirius jamás había experimentado tanto alivio como al oír aquello y Harry lo percibió. Se sintió culpable por preguntarlo siquiera, Sirius era como un padre o un hermano mayor, no había lazos de sangre directa entre ellos, pero comprendió que por mucho que Sirius lo amara, no sería capaz de sacrificarse a ese punto.


-¿Podría ser algún amigo… alguien como Remus?


Florian volvió a quedarse sin palabras, le dio una mirada a Sirius.


-Sí… podría ser él.


Harry asintió en silencio. Luego hizo otra pregunta.


-¿Cuánto tiempo tengo antes de que el bebé… sufra algún daño por falta de magia?

-Por desgracia no mucho Harry… como máximo un mes, debes encontrar a alguien antes de eso, luego de ese tiempo la vida del bebé podría correr peligro.


Harry se tomó la cabeza.


-¿Por qué no me lo advertiste desde el primer día? -preguntó Harry despacio.


Florian emitió un hondo suspiro.


-Harry… confieso que no actué de forma profesional, omití esa información en forma deliberada, estaba seguro de que sí te explicaba con exactitud todo el procedimiento, no querrías conservar al bebé. Sé que no tenía derecho hacerlo, debí ponerte en conocimiento. Lo lamento, no quería que tomaras una decisión precipitada que afectaría tu existencia.


Harry a pesar de todos los sentimientos que se agitaban dentro de él comprendía al sanador. El bebé no era producto de una relación amorosa, sino una violación, aunque él no se había percatado de lo sucedido. Tal vez si en ese momento Florian le hubiese dicho que necesitaría tener sexo con alguien para llevar el embarazo a término hubiese decidido no conservar al bebé.


Pero el bebé crecía dentro suyo, era un ser vivo, tenía derecho a nacer y hacerlo de forma saludable, no tenía la culpa de que las circunstancias de su concepción fuesen tan traumáticas para su padre. Esa fue la primera vez que Harry pensaba en el lazo de padre e hijo que tenía con ese ser que crecía dentro de él.


-Harry -llamó Florian.

-No te sientas culpable Florian, tomaste la decisión correcta, si en ese momento hubiese sabido esto el bebé no estaría creciendo dentro de mí ahora, yo no lo quería. Te confieso que hasta este instante evitaba pensar en él, a veces hasta he fingido que no existe, yo también estoy avergonzado… no lo he querido lo suficiente -dijo Harry levantando la mirada y mostrando a los dos hombres frente a él sin pudor sus lágrimas.


-Harry no tienes por qué sentir culpa -dijo Sirius.

-Es inevitable Sirius -respondió el muchacho.


El hombre guardó silencio otra vez.


-Sirius, tú conoces a Remus de toda la vida ¿crees que él aceptaría entregarle a mi bebé la magia que necesita para vivir? -preguntó Harry mirando directamente a su padrino a los ojos.


Sirius no sabía que responder. Pero estaba seguro que a Remus el solo pensarlo le erizaría la piel de espanto, pues conocía a Harry desde siempre, lo había tenido en sus brazos siendo un bebé. Le vio crecer. Conocía la nobleza de Remus, conocía su espíritu recto. Remus no sería capaz de mantener relaciones sexuales con Harry ni siquiera por una razón tan poderosa como que de ese acto dependía que un bebé llegara a nacer. Sin embargo, no quiso o pudo en realidad derrumbar de un golpe las esperanzas de Harry.


-Harry… esa pregunta sólo puede respondértela Remus.


Harry asintió en silencio y volvió sus ojos hacia la ventana hechizada que mostraba un sol brillante y luminoso.


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