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Mi dulce señor por zandaleesol

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Título: Mi dulce señor

Pareja: Harry/Lucius

Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados para divertirme y espero que también para entretener a los lectores, no percibo ningún beneficio económico por este trabajo.

Advertencias: AU. Mpreg. Violación.



Capítulo 3. Sueños de libertad


Harry caminaba a través de los estrechos pasillos tras Neville y los chicos que seguían a Malfoy. Lo hacía con dificultad. Le resultaba doloroso cada paso, sentía como si tuviese la piel en carne viva, la humedad que corría a través sus piernas era el indicativo de que sangraba. Nott le hizo muchísimo daño, pero no había tiempo para curaciones, podía ser que aquel sangramiento no lo dejase llegar demasiado lejos. Tener que caminar parecía que aumentaba el tamaño de la herida, deseaba morir desangrado, de esa forma no tendría que vivir con la vergüenza de haber sido violado por un mortífago.


No dejaba de pensar en sus amigos. Ron Weasley le preguntaría porque no se había defendido, quizá pensara que debió preferir la muerte antes que ser vejado de ese modo. Sin duda, de haber tenido oportunidad hubiese preferido morir, sin embargo, pese a sus deseos de encontrarse con la muerte, deseaba que su amigo Neville y los chicos se salvaran. Su amigo se había obstinado en que no se movería de ese lugar si no iba con ellos. No tuvo opción, sin embargo, si era necesario dar su vida para que los demás vivieran lo haría feliz, no por heroísmo, sino para librarse del peso de su mayor desgracia.


Draco eligió un pasillo abandonado que llevaba fuera del edificio. Una antigua construcción que en tiempos inmemoriales sirvió como monasterio. Ese era el último refugio mortífago. En aquellos siete años de guerra, a los menos cuatro lugares diferentes habían albergado al Señor Tenebroso y seguidores, sin embargo desde que él se unió a ellos hacía poco más de un año, estaban en ese lugar, pero también en los últimos días su señor no lo consideraba seguro y estaba pensando en buscar otro refugio. Tal vez después de que ayudara a escapar a sus antiguos compañeros de escuela, él mismo buscara la forma de hacerle saber al Ministerio donde se emplazaba aquel lugar, aunque por lo que sabía ninguno de ellos podía revelar el sitio, el que lo intentara moriría antes de pronunciar una palabra. Si Potter y Longbottom se salvaban podrían dar las señas para que todo acabara de una vez.


Según los cálculos de Draco, aún faltaba un buen trecho para alcanzar la salida a un sector que estaba en ruinas. Desde ahí les sería más fácil escapar. Sin embargo, el rubio comenzaba a alarmarse por algo en lo que no había pensado, sólo él podía atravesar las barreras de seguridad. La Marca se lo permitía, pero cuando Potter y los demás cruzarán la barrera se activaría la alarma y de seguro tendrían al instante a un montón de sus amables compañeros rodeándolos. Tal vez aquel intento de fuga era lo más descabellado que se le había ocurrido, quizá sólo los estaba conduciendo hacia una muerte más rápida.


Pero sabía que ya era tarde para volver atrás, no podía acobardarse en ese momento. La decisión la había tomado cuando sacó a los muchachos de sus celdas. Debía hacer lo posible para ponerlos a salvo antes de que alguien se diera cuenta. Quería decirles que debían apurar el paso, pero sólo él conocía las condiciones en las que estaba Potter. Con toda seguridad apenas caminaba, sentía dolor de estómago al recordar lo que había visto. Finalmente llegaban a la primera salida, aquella los llevaría a la parte posterior del monasterio, empujó una puerta desvencijada y por primera vez en varios días los prisioneros sintieron que una brisa les azotaba el rostro.


-Gracias a Merlín, estamos fuera -susurró Neville.

-Aún no cantes victoria Longbottom, recién cuando pasen las barreras estarán a salvo.

-¿Vendrás también con nosotros? -preguntó Harry.

-Por supuesto que no. No puedo, si me atrapan iré directo a Azkaban y no tengo ganas de eso.

-Pero nos estas ayudando, eso debe servir de algo -dijo Neville.

-No sirve de nada Longbottom, esto no compensa las cosas que he hecho desde que me uní al Señor Tenebroso-dijo reconoció Draco con tono frío.


Neville calló al igual que Harry. No era tan difícil imaginar las cosas que había hecho Malfoy en su calidad de mortífago, todos eran asesinos sin corazón y totalmente despiadados.


Finalmente cruzaron una especie de campo, Malfoy les indicó que debían traspasar la cruz de piedra que se erigía sobre la parte derruida de lo que parecía haber sido una capilla. Aquel era el límite de los hechizos que protegían el lugar, en cuanto atravesaran debían usar la Aparición, pues llegarían sus compañeros por docenas.


Harry se detuvo para tomar aire, estaba más cansado que Neville y los dos pequeños. Daba gracias por la oscuridad que no les permitía ver ni siquiera sus manos, pues la humedad no dejaba de escurrir por sus piernas, tal parecía que con la caminata el sangramiento había aumentado peligrosamente. Lo cierto era que se sentía algo débil, pero estaba seguro de que eso tenía más que ver con lo emocional que lo físico, a momentos sentía que las náuseas volvían y también el deseo de morir en ese mismo instante.


Neville que caminaba unos pasos más adelante se volvió a mirar a Harry y se dio cuenta de que se había detenido, volvió tras sus pasos para ver que le sucedía.


-Harry, no te detengas… falta poco.


Draco se percató de que Neville se había retrasado y los apremió.


-¡Maldición! Longbottom sigue caminando no te detengas.

-Harry no está bien…

-Sigue caminando yo ayudaré a Potter -apremió Draco mientras se acercaba a Harry.

-No te preocupes Neville, date prisa debes cruzar con los chicos -dijo Harry.


Neville pasó delante de Draco y apuró a los pequeños para que caminaran más rápido.


-Ya casi no puedes caminar Potter, déjame ayudarte… apóyate en mí -ordenó Draco mientras intentaba tomar a Harry del brazo.

-¡No! no me toques Malfoy… aléjate de mí -susurró Harry en tono casi de pánico.


Draco tuvo dos segundos de perplejidad, pero luego comprendió, que tal reacción era producto de lo que había pasado con su compañero Nott. El chico rubio experimentó otra vez una sensación similar a la piedad, pero se abstuvo de manifestarlo, aquello no ayudaría a Potter.


-Haz un esfuerzo, el último, estamos por llegar -pidió Draco en tono imperativo.


Harry sintió rabia al oír aquel tono, no podía evitar odiar a Malfoy, tanto como odiaba a Nott. Para él eran lo mismo, el que Malfoy estuviera ayudándolos no templaba la repugnancia que le inspiraba el muchacho rubio.


-Sigue caminando no te preocupes por mí -dijo Harry.


Draco se dio la vuelta y apuró el paso para alcanzar a Neville y a los dos chicos que ya casi llegaban a la cruz de piedra. Cuando finalmente los alcanzó sacó la varita preparándose para lo que sucedería en cuanto hiciera que los dos más pequeños cruzaran la barrera. Miró hacia atrás para ver si Harry había seguido caminando, tras un segundo se volteó a mirar a Neville otra vez.


-Cruza ya Longbottom.


Neville tomó a los dos chicos de las manos y cruzaron por la parte más baja del muro de piedra. La oscuridad era absoluta, debía desaparecer de inmediato para ponerse a salvo. Pero no pudo evitar detenerse y voltearse a mirar si Harry había cruzado con Malfoy, sólo fueron unos segundos, vio por fin a su amigo, pero al instante también aparecieron mortífagos rodeándolos, estaban perdidos, todo terminaba más rápido de lo previsto, muchas varitas apuntándolos y ellos sin las suyas para defenderse.


-¿Quién lo diría? Resultaste un gran traidor mi querido Draco -dijo el hombre de cicatrices en el rostro llamado Rockwood.


Draco tembló, todo había sido inútil, ahí estaban más de media docena de sus compañeros, tras él escuchó gemidos de terror de parte de los dos niños más pequeños, mientras a su lado Potter incapaz de mantenerse en pie había caído de rodillas.


-Debería matarte aquí mismo, pero no lo haré, el Señor Tenebroso tendrá un gran placer en hacerlo.


Draco comprendía que era inútil intentar siquiera defenderse, su vida estaba acabada, lamentó no haber logrado que uno sólo de los cuatro rehenes pudiera escapar.


-Tienes toda la razón Rockwood -dijo la voz de Voldemort tras los mortífagos que aún tenían sus varitas levantadas apuntándoles -. Matar traidores me resulta especialmente placentero.


Harry levantó la vista y vio avanzar hacia ellos la figura del mago tenebroso, tan suavemente que parecía que no tocaba el suelo.


-¿Cuál es el castigo de los traidores Draco? -preguntó Voldemort.

-La muerte-contestó el rubio.

-Efectivamente, pero antes conocerás el dolor -dijo Voldemort -¡Crucio!


El grito que lanzó el chico desgarró la noche. Harry sintió que todo se removía dentro al oírlo, pese a que él mismo había vivido ya una situación horrorosa por causa de Nott, aún tenía la capacidad de sentir piedad, lamentaba sinceramente que la vida del rubio debiera terminar en medio de ese doloroso tormento.


-Esto será una gran lección para cualquiera que intente traicionarme -susurró Voldemort, levantando la varita para lanzar otro hechizo al muchacho que aún se retorcía por efecto del primero.


El mago tenebroso tras estas breves palabras se dispuso a lanzar una segunda maldición, sin embargo el hechizo pese a su potencia no dio en su víctima. Tardó un segundo en comprender qué sucedía. Sólo un mago en el mundo mágico podía contra un hechizo suyo, sólo un hombre era capaz enfrentarse a él. Volvió la cabeza bruscamente y vio a Dumbledore avanzando con paso seguro. El miedo se dibujó en los rostros de casi todos los mortífagos, en lo único que pensaron fue en ponerse a salvo, pero pronto se vieron rodeados por los miembros de la Orden del Fénix y de los aurores. La última batalla por la sobrevivencia había comenzado.


~**~


Draco creyó que su final era inminente, en apenas un par de segundos vio que aún su final no llegaría. Tirado en el suelo, sintiendo aún los efectos de aquel crucio, apenas respiraba, en derredor los hechizos se desparramaban por doquier. Apenas podía creerlo, habían descubierto el escondite y ahora eran atacados por la gente del Ministerio. Su padre debía estar encabezando ese ataque junto con Dumbledore, que era en definitiva el único capaz de enfrentarse con su amo. No tenía varita y de todos modos para que la necesitaba, había traicionado a los de su bando al ayudar a Potter y a los otros. Lo más inteligente que podía hacer era intentar ponerse a salvo, quizá pudiera escapar.


Harry aún estaba medio aturdido, pero en su estado no influía solamente el hecho de tener una herida y haber sangrado mucho, sino que también no poder creer que hacía sólo unos segundos sabía que moriría de manera inapelable, pero ahora los duelos que veía en derredor suyo le hacían pensar que tal vez sobreviviera después de todo. La posibilidad no le animó, todo lo contrario, pensó que podía ser que tuviera suficiente suerte y un hechizo lo golpeara accidentalmente, sin duda sería lo mejor. Enfocó la vista en busca de su amigo. Neville se arrastraba por el suelo intentando acercarse a la pared que podía darle protección, con él los dos chicos que aún estaban vivos, sin embargo los hechizos que pasaban demasiado cerca ponían en serio riesgo ese intento de sobrevivir.


Como pudo continuó arrastrándose por el suelo para intentar llegar donde Neville. El caos era total. Las luces de las varitas iluminaban con sus destellos, en medio de eso poco distinguía quien peleaba con quien, aunque la mayoría de los mortifagos llevaban túnicas negras, pero también había otros que no eran mortifagos y vestían de negro, ese era el caso del jefe de los aurores, que se enfrentaba con Rockwood, el hombre de confianza de Voldemort.


Miró a otro lugar y entonces pudo ver a su padrino. Sirius luchaba sin darle tregua a Crabbe padre, mientras que Remus Lupin lo hacía con el hijo. Harry apretó los ojos, quería luchar, deseaba ayudar, esa podía ser su oportunidad de matar al miserable de Nott y que lo dicho no quedará sólo en una vana amenaza. Pero no tenía varita, sin ella no podía hacer nada, por otra parte apenas soportaba el dolor, ya comenzaba a sentirse mareado por causa del sangramiento que no se había detenido ni un instante. Todo parecía indicar que moriría desangrado, moriría de la forma más indigna que podía existir, al menos los demás lo harían luchando. Él lo haría con la vergüenza a cuesta y la indignación de no poder terminar con la vida de quien lo había ultrajado.


En el centro de toda esa vorágine de combatientes, estaba Dumbledore enfrentando a Voldemort, la habilidad de ellos era notable, si no se encontrasen en medio de una batalla tan cruenta, de seguro quienes les rodeaban tomarían posiciones de simple espectadores mientras los dos magos más poderosos de los últimos años se enfrentaban sin darse tregua. Para Dumbledore era vital acabar con su enemigo, no le permitiría conservar la vida, para que cumpliera pena en Azkaban, tal vez con sus seguidores, pero no con quien era el ideólogo de aquella guerra. No le importaba si moría siempre y cuando Voldemort también lo hiciera. Debía librar al mundo mágico de la amenaza de una vez y para siempre, era su responsabilidad, nadie más podía con esa tarea.


En derredor de los dos combatientes más poderosos se sucedían los enfrentamientos individuales con los que los aurores y la gente de la Orden pretendían mermar las fuerzas de Voldemort. La idea era dejarlo pronto sin sus aliados. Aunque la muerte de su gente no iba a causarle tristeza, pero al menos dejarle solo de algún modo ayudaría.


Harry finalmente consiguió llegar hasta donde estaba Neville y, el muchacho notó la sangre que manchaba la ropa de Harry, aunque éste intentó convencerlo de que estaba bien, Neville pensó que lo había herido un hechizo accidental. Comprendió que de alguna forma debía alejar a Harry de ese lugar, pero era difícil, pues los hechizos les pasaban rozando y casi no podían levantar la cabeza sin correr el peligro. De pronto Harry vio que Sirius le enviaba un certero hechizo al mortífago con el que luchaba y lanzando hechizos protectores se había acercado hasta ellos.


-¡Harry! ¿Estás herido? Tu ropa esta manchada -dijo Sirius con voz agitada.

-Sirius, estoy bien… por favor ten cuidado.

-No te preocupes por mí, deben alejarse de aquí -dijo Sirius mientras un hechizo pasaba muy cerca de ellos.


Los diferentes duelos continuaban por toda la vieja construcción. Los hechizos más potentes sin duda eran los que salían de las varitas de Voldemort y Dumbledore. Muchos de esos dieron en parte de la construcción en la que estuvo el refugio del mago tenebroso y provocando un incendio, que en pocos minutos se había convertido en un gran siniestro. Aquello parecía indicar más claramente que el tiempo de la oscuridad estaba llegando a su fin.


Cuando Lucius finalmente le envió un certero hechizo a Rockdwood, el hombre sorprendido por esta acción, dejó caer su varita que accidentalmente lanzó un hechizo que pegó de lleno en una de las piernas de Lucius. Esto le hizo caer al suelo, el dolor era insoportable, intentó levantarse, pero tal parecía que el daño era serio, sin embargo, hizo un esfuerzo, no podía dejarse caer, era junto a Dumbledore el líder de aquella batalla, debía mantenerse firme hasta el último aliento. Ignorando el dolor de su destrozada pierna, se fue en ayuda de Remus que ese instante luchaba con Nott hijo.


Lucius no volvió a ver a Draco, no tenía claro si luchaba junto a sus compañeros mortifagos. Cuando ya estaba cerca de los dos combatientes, con gran temor vio como Remus salía despedido por los aires, rogó a todo lo existente de que no hubiese muerto. Sin retroceder, tomó el lugar de Remus. Le resultaba casi inverosímil estar ahí luchando con ese muchacho que tantas veces recibió en su casa, al que vio crecer como compañero de juegos junto a su hijo.


Sirius no quería regresar a la batalla sin antes poner a salvo a Harry, que estaba prácticamente desmayado. Neville logró finalmente poner a resguardo de los combates a los dos niños pequeños y con gran dificultad había regresado junto a Harry en el momento que Sirius intentaba arrastrarlo para protegerlo.


-¡Neville! Ayúdame tengo que sacar a Harry de aquí.


El chico sólo movió afirmativamente la cabeza. Otro hechizo desviado les había rosado, Sirius sabía que debía regresar a la lucha, miró desesperado a Neville, finalmente tomó a Harry que era su prioridad, de pronto escuchó una voz tras ellos.


-Terminaré lo que empecé… los sacaré de aquí -dijo la voz de Draco, que ya estaba más recuperado de los Crucios que había recibido antes.


Sirius lo miró y movió la cabeza afirmativamente, luego corrió para unirse a la lucha otra vez.


~**~


Lo imposible por fin había sucedido, después de esquivar lo que parecía un certero Avada de Voldemort, el director de la escuela, giró de forma asombrosa, con una agilidad digna de alguien con menos años. Finalmente prevaleció la destreza de quien era reconocido como el mago más poderoso de los últimos años. Voldemort había salido despedido por los aires, empujado por una fuerza ciclónica, similar a la que utilizó para pisotear a la comunidad mágica inglesa durante siete largos años. Tiempo en el que jamás tuvo valor de enfrentar a Dumbledore, quizá presintiendo cuál sería su final.


Muchos de los mortífagos que aún seguían presentado batalla no se percataron de inmediato de lo sucedido, pero cuando se fijaron que Dumbledore, aún con su varita levantada se quedaba estático observando algo que volaba por los aires y caía a distancia muy lejana, comprendieron que era el final. Muerto Voldemort ya no había nada que hacer, era un estupidez seguir luchando, todo terminaba.


La mayoría de los duelos cesaron, los gritos, los destellos luminosos de las varitas se fueron apagando, mientras el incendio que aniquilaba el último vestigio del poderío de Voldemort se hacía más grande. Los mortifagos que lograron sobrevivir, simplemente se rindieron, nunca habían tenido demasiadas esperanzas de ganar, ahora sólo debían resignarse a pagar el precio de estar en el bando perdedor.


Lucius se había derrumbado en el suelo luego de desarmar a Nott, que había intentado auto eliminarse luego de comprender que su amo estaba muerto, ahora yacía de rodillas en el suelo. Dumbledore se acercó a Lucius para comprobar su estado en cuanto lo había visto caer.


-¿Lucius, puedes oírme? -preguntó el mago.


Otros se habían acercado, entre ellos Arthur.


-¿Es grave?

-Al parecer tiene la pierna destrozada -dijo Dumbledore mientras convocaba una camilla.


Arthur se levantó y miró en derredor angustiado, todos los sobrevivientes que aún se mantenían en pie habían imitado la acción de Dumbledore y muchas camillas se convocaron para quienes estaban heridos de gravedad, también para los muertos. Arthur se alejó del lado de Dumbledore para ir junto a Kingsley que ponía en una camilla a Remus.


-¿Está vivo? -preguntó con el corazón apretado.

-Sí, está vivo -respondió el mago que tenía la cara cubierta de sangre -, Ojoloco no sobrevivió.


Arthur sólo se limitó a asentir con la cabeza.


-¿Tus hijos están bien? -preguntó el Kingsley.

-Sí, Charly tiene la cabeza rota, Bill está intacto.

-Me alegro, ¿cómo está Lucius?

-Está vivo, pero tiene la pierna destrozada -explicó Arthur.

-También vive, eso es lo que importa.


Draco había alejado a Harry de la batalla. Desde ese sitio se veía lejos el enorme incendio que iluminaba el cielo nocturno. Hacía rato que todo ruido había cesado, una tensa calma se palpaba en medio de la frialdad de la noche. Draco, a pesar de no saber con certeza qué lado había triunfado pese a que lo intuía, en ningún momento pensó en huir para escapar de la prisión que le esperaba en forma segura.


-¿Qué crees que haya sucedido? -preguntó Neville en un susurro.

-Tú lado ganó Longbottom, eso es seguro.

-¿Vas a huir?

-¿Para qué?

-Pues para salvarte de Azkaban, aún puedes desaparecerte.

-¿Qué te hace pensar que deseo salvarme?

-Bueno… todos deseamos vivir y…

-Yo estoy acabado Longbottom… desde hace mucho.

-Tal vez cuente el hecho de que trataste de salvarnos -dijo Neville, mirando a los chicos y a Harry que estaba inconsciente.

-Yo no importo Longbottom, busca ayuda para Potter… ha perdido sangre…

-¿Sabes qué le sucedió? Parecía que ya estaba herido desde antes de que nos descubrieran escapando.

-No lo sé… no sé nada… busca a Sirius… si es que aún vive… date prisa -ordenó Draco.


Neville asintió y después de una mirada a los muchachos que estaban junto a él, corrió en dirección del incendio que no mermaba, mientras que el cielo comenzaba a teñirse de palidez indecisa y en la lejanía las estrellas comenzaban poco a poco a desaparecer.

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