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Sobreviviendo al miedo por desileo

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Sera esperó al Inquisidor, queriendo reportar todo lo que Jenny La Roja le había enviado. Bueno, ayudaba a que una buena parte del grupo se encontrara en el lugar para vigilar el evento.

Y molestar a los nobles pomposos para hacerles recordar que no eran tan poderosos frente a la gente normal.

La sacó de sus pensamientos el Inquisidor, el cual regresaba de aquella cosa antigua de los elfos, con una mirada preocupada; quién no lo estaría, tomando en cuenta que se estaba enfrentando a Qunaris, los cuales eran más grandes que cualquier persona.

Aunque la pícara sospechaba que tenía mucho más que ver con la mano del Inquisidor. La voz se corrió demasiado rápido entre el pequeño círculo de sus amigos, después de esta misión y ver cómo la marca se descontrolaba un par de veces.

Decidiendo que eso era un tema para otro momento, se acercó a Dacio para hablarle del raro comportamiento de los sirvientes del castillo. Por lo general, cada vez que creían que sus señores no les escuchaban, despotricaban contra ellos y se les escapaban secretos.

Pero en el lugar nadie estaba quejándose, como si fueran realmente felices de servirles, lo cual jamás denotaba nada bueno. Por lo general era que servían a alguien más.

Después de una pequeña discusión sobre esos puntos, con una sonrisa, el Inquisidor comentó.

─Lo tomaré en consideración, teniendo en cuenta que todo parece haberse volteado de cabeza desde que encontramos el cuerpo de ese Qunari. ¿Algo más de lo que deba saber?

La arquera dudó contarle lo siguiente en su lista, ya que podría ser un tema delicado, sin embargo, ella jamás tomaba en consideración ese tipo de cosas estúpidas, por lo que rápidamente agregó.

─Mis amigas me dicen que tus padres se están comportando muy extraño, pero puede deberse a que no desean que ningún noble de pacotilla se entere de que el Campeón de Kirkwall está aquí. Eso o están probando nuevas posiciones para tener sexo. No he ido a comprobar, pero si lo deseas, los puedo seguir y probar mi teoría.

Estremeciéndose por las palabras de Sera, preguntó.

–¿A qué se refieren tus amigas con raro?

Sintiéndose algo tonta por no darle ese pedazo de información a su amigo para que entendiera a lo que se refería, respondió.

─Nunca están a la vista del público, siempre están encerrados en su habitación, como si se estuvieran escondiendo de alguien o no quisieran ser vistos. Tu padre es el que de vez en cuando sale, mientras que tu madre se la pasa día y noche ahí. Los únicos que han entrado en ese lugar son Cole y un soldado de la Inquisición.

Viendo fijamente a la pícara, comentó.

─Será mejor que vaya a revisarlos, para asegurarme que madre no esté enfermo.

Con una sonrisa traviesa, Sera aconsejó.

─Sí, es una buena idea. Pero si mi teoría resulta ser cierta… más te vale que toques la puerta antes de abrir.

Dacio volvió a estremecerse con el comentario, provocó una risa a la arquera. Era tan fácil molestar a Dacio con eso, aunque si estuviera en su lugar… puaj, no querría imaginar eso.

Dejó de lado la escena para enfocarse en su diario, pensando que tal vez, la próxima vez que tuvieran que atravesar ese espejo embrujado, ella les acompañaría. Tenía curiosidad por la Encrucijada.

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El escritor estaba por asesinar a su propio ayudante, ya que no le dejaba en paz ni por cinco minutos. ¿Qué había hecho para merecerse eso? Ah, sí. Volverse Vizconde de Kirkwall.

Intentando tener un respiro del asunto, interrumpió.

─Ok, ya entendí. Necesito decirte que voy a salir para que no tengas un ataque de nervios. Ahora, puedes dejar que yo me ocupe de las cosas sin la necesidad de lanzarme toda esta perorata.

Viéndole con reproche, Bran le recordó.

─Tengo que hacerlo si no queremos que los papeles importantes se amontonen y tengamos mucho más trabajo por hacer.

Varric estaba por dar una de sus ingeniosas respuestas, cuando vio a su viejo amigo llegar a su rescate. Sin ocultar ni un ápice su desesperación, comentó.

─Hawke, mi salvador, por favor, llévame a tomar cualquier cosa con tal de alejarme de este hombre que intenta hacerme trabajar.

Garret levantó la vista de su amigo a su asistente, el cual negó con la cabeza y soltó un suspiro estresado, tal vez porque el nuevo Vizconde intentaba huir, nuevamente, de sus deberes.

Pensando en el mejor curso de acción, respondió.

─Muy bien, Varric. Vamos a tomar algo, pero después te pondrás a trabajar en esos papeles. Aveline es capaz de venir hasta aquí para regañarte por no hacer tus deberes y a mí por distraerte.

Molesto por no conseguir completamente lo que quería, pero feliz por asegurar su bebida, el escritor aceptó.

─Está bien. Y mientras lo hacemos, me puedes contar cómo ha sido tu vida viviendo con Broody. Tal vez escriba una novela rosa con ustedes dos como protagonistas, así que necesito todos los detalles.

Sin ocultarlo, Hawke sonrió ante las ocurrencias de su amigo, dando un ligero asentimiento de cabeza al asistente de Varric, el cual lucía entre frustrado y molesto por permitir que el Vizconde evadiera nuevamente sus deberes.

El enano no se molestó en siquiera decirle unas palabras de aliento al hombre, pues fue directamente a la taberna que amablemente la reina Selene instaló en el jardín, yendo a un rincón que les aseguraría privacidad.

Cuando tuvieron sus bebidas en la mano y asegurándose que nadie los interrumpiría, Varric preguntó.

─Dime, ¿la vida con Broody es tal y como la pensabas o es como aquel viejo chiste de la bola y la cadena?

Sin ocultar su sonrisa, respondió.

─En realidad es mucho mejor de lo que esperaba, sobre todo que ha llegado a madurar en el tiempo que no estuvo conmigo, lo cual se lo debo a mi hijo. Aunque si tuviera que decir cuál fue lo más difícil de superar, fue ganarme la confianza de Dacio.

El enano asintió de acuerdo, ya que todavía recordaba aquella escena en el Velo, cuando descubrió que Hawke era su padre. Cada vez que lo recordaba, le daba escalofríos.

Conociendo tanto al Inquisidor como al Campeón de Kirkwall, comentó.

─Pero de seguro no le duró tanto tiempo. Puede llegar a ser tan feroz como Broody, pero sigue teniendo un corazón bondadoso. Si no fuera así, de seguro más de la mitad de la Inquisición estaríamos en una celda o sin vida.

Garret asintió de acuerdo, sintiendo un poco de pena por él puesto que su hijo ostentaba y lo que implicaba. Sacándole un poco de sus pensamientos oscuros, el Vizconde preguntó.

─¿Y cómo les fue con el reencuentro? De seguro que Broody impactó a más de uno y el Inquisidor casi les provoca el paro cardiaco.

Recordando el viaje, con la excusa de supervisar los arreglos de Kirkwall, Hawke se llevó a su familia, incluyendo a Dorian (el cual estaba interesado en conocer el lugar donde comenzó la guerra entre magos y templarios) para reencontrarse con sus amigos.

Su tío Gamlen y Carver casi sufren un paro cardiaco al enterarse de que tenían un nuevo miembro de la familia, que luciera como un elfo y que fuera el Inquisidor, dejando un tanto de lado la llegada de Fenris ya que, a palabras de su hermano, ellos no dudaron de que lo encontraría. Dorian fue afortunado al ser pasado por alto su presencia, ya que tras la muerte de su madre a manos de un nigromante, dudaba mucho que fuera bien recibido por su hermano y su tío.

Isabela y Aveline fueron más sentimentales con Fenris, abrazaron a su miembro perdido, al mismo tiempo que admiraban a Dacio tratándolo como un niño en vez del Inquisidor y hacían sentir incómodo a Dorian con preguntas demasiado personales, los cuales la gran mayoría provenían de la pirata.

Merril recibió calurosamente a los tres, tenía especial curiosidad por Dacio, con el cual tuvo una larga charla en elfo antiguo, además de preguntar por su puesto en el clan y cómo no debía de obsesionarse por el pasado élfico; simplemente respetarlo.

Para asombro de todos, Anders recibió a Fenris con un afectuoso apretón de manos, al mismo tiempo que hacía una burla por tener un hijo mago y hacerle ver que él tenía razón durante todo ese tiempo. Casi como si nunca pasara el tiempo, el guerrero peleó con el mago, intentando defender sus nuevos argumentos.

Sí, había sido una buena visita a sus amigos.

Volviendo a la conversación que mantenía con el escritor, respondió.

─Sí, sobre todo a mi tío y a Carver. Nadie vio venir que Dacio fuera mi hijo, teniendo en cuenta que ambos somos hombres.

Con un tierno recordatorio, Varric comentó.

─Ni siquiera tú podías creerlo cuando te diste cuenta, Hawke. Creo que estabas más preocupado por entender cómo pasó a idear una mejor manera de salir del aprieto en el que te metiste. Fue gracioso.

Queriendo la revancha por la burla, Hawke respondió.

─Pero por lo que sé, tú reaccionaste mucho más cómico que yo al enterarte. Por supuesto no lo vi personalmente, pero Fenris me lo contó todo.

Soltando un bufido incrédulo, contrarrestó.

─Tú sabes que es mera imaginación de Broody, sobre todo teniendo en cuenta que me tenía amenazado de muerte contra la pared. Por cierto, ¿dónde está? Pensé que se nos uniría en la taberna.

Varric esperó la respuesta de su amigo, sin embargo, notó que su rostro cambió a un aspecto más sombrío, por lo que temiendo que algo malo hubiera pasado, preguntó.

─¿Broody se encuentra bien? ¿Necesita que llamemos a algún sanador de la Inquisición?

Garret vio hacia el enano, no sabiendo muy bien explicar su situación actual, por lo que explicó escuetamente.

─Ha habido algunos problemas, Varric, pero esperamos poder solucionarlo con el tiempo. O al menos eso espero.

El Vizconde sospechaba que tenía que ver con cierta marca, por lo que sin rodeos, preguntó.

─¿Y no tendrá nada que ver con cierta marca?

Sabiendo que no podría ocultarlo de Varric (a pesar de la severa advertencia que le dio Fenris al respecto), decidió contárselo, por lo que narró.

─Al parecer, mientras viajaba para encontrar un lugar seguro para él y Dacio, se topó con Flemeth. Le dijo sobre el futuro de nuestro hijo, cómo terminaría siendo el líder de la Inquisición, además de darle un collar para evitar que sufriera daño, aunque sería redirigido hacia él.

El escritor no tuvo que pensar demasiado para llegar a una conclusión, pues había visto con sus propios ojos la manera en la que la marca del Inquisidor perdía el control.

Sin saber qué decir, se limitó a decir lo único que había en su mente.

─Mierda.

Apoyando su pensamiento, Hawke agregó.

─Intenté hacer hasta lo imposible para que no llegara a ese extremo, pero Dacio está cada vez peor y no encontramos ninguna solución que saque vivo a ambos sin terminar cortando el brazo de mi hijo.

Sabiendo que era el tiempo de tranquilizar al Campeón de Kirkwall, Varric animó.

─Bueno, sabes el historial del Inquisidor; siempre encuentra la forma de salir con vida del apuro. Incluso, ahora que estamos visitando los lugares con los espejos, podremos ver si los antiguos elfos tienen algo para revertirlo, por no decir que la antigua maestra espía tendrá gente en búsqueda de una solución.

Garret asintió, queriendo creer las palabras del enano, mas al ver su situación actual y el temor de perder nuevamente a su familia le hacía titubear.

Mientras que Varric oraba al Hacedor que, si había una solución, debían  encontrarla rápido, ya que dudaba que tanto Hawke como Fenris pudieran sobreponerse a tal pérdida.

Cuánto deseaba no haber tomado la oferta de aquella cerveza.

 


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