Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sobreviviendo al miedo por desileo

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Después de una extenuante reunión con los representantes de Ferelden, el Arl Tegan, Orlais y el Duque Cyril, Dacio vio hacia los jardines del Palacio de Invierno, el cual muy amablemente la Emperatriz Selene les había prestado para el glorioso concilio.

Una manera elegante de decir “hablemos de lo que será la Inquisición de ahora en adelante”. A partir de la caída de Corifeus, esperó que pudiera manejar la Inquisición sin presión e intervenir cuando se le necesitara, vigilando la paz desde las sombras.

Pudo cumplir con su deseo por dos años, hasta que las naciones decidieron que era suficiente. Ferelden acusaba que tenía demasiado poder, mucho más que el de cualquier nación, por lo que para que en verdad reinara la paz debía desintegrarse de la Inquisición, mientras que Orlais, sabiendo que, si desaparecía, el apoyo que recibía Selene se iría por la borda, por lo que deseaban poder controlar todos los movimientos de la Inquisición.

Sin embargo, Leliana, antigua maestra espía de la Inquisición y actual Divina, le reveló lo que sospechaba desde un principio, pero no deseaba ver: todo eso era porque tenían miedo de él y el símbolo que representaba.

Negó con la cabeza, decidido a dejar esos pensamientos lúgubres para cuando comenzaran las charlas e iría a hablar con Dorian, el cual no veía desde hace un mes, pues a pesar de su deseo de irse en cuanto terminaran con Corifeus, se quedó a su lado en esos dos años, hasta que fue requerido en su patria.

Actualmente, era el representante de Tevinter en el concilio, como mero espectador, esto les daba a ambos una excusa para estar juntos. Alejando todos los pensamientos negativos de su cabeza, fue a buscarle, ya que era el único que faltaba para hablar, puesto que tuvo una conversación con todos sus compañeros de equipo, excepto Solas, el cual continuaba ilocalizable.

Mientras estuviera con Dorian y su familia, todo estaría bien.

------------------------------------------

Fenris buscó entre su equipaje, no era mucho, ya que cabía perfectamente en una mochila para gran disgusto de su hijo; encontró lo que estaba buscando. Cuidadosamente, sacó el collar que años atrás, incluso antes de que Dacio naciera, había recibido de Flemeth.

Una vez más, ella tenía razón.

Estaba a punto de ponérselo cuando una mano más grande que la suya le detuvo, la reconoció de inmediato. Al encontrarse su mirada, su pareja preguntó.

─¿Estás seguro de lo que estás a punto de hacer?

El elfo vio durante unos momentos al campeón de Kirkwall, pensando en cómo debería decirle lo que casi nadie notó, ni siquiera el estúpido Tevinterano.

A lo largo de esos dos años, Fenris notó que la marca de su hijo que le permitió cerrar la enorme brecha en el cielo y derrotar a Corifeus, actualmente le estaba causando muchos problemas.

Lo estaba ocultando ante todas las miradas, mas al conocer a Dacio desde que estaba en su vientre, supo que algo andaba mal. Sobre todo, en los días antes del maldito Glorioso Concilio.

Sentía que, si esto continuaba como hasta ahora, el cuerpo de su hijo no aguantaría mucho y terminaría… ni siquiera quería pensarlo.

Finalmente, armándose de valor para soltar la bomba hacia Hawke respondió.

─¿Acaso no lo has notado, Garret? La manera en la que toma su brazo cada vez que piensa que nadie lo ve. La máscara que pone para ocultar el dolor que recorre su cuerpo… Dacio no está bien, y temo que si continúa de esa manera, podamos perderlo.

Con rostro preocupado, pero con voz serena, contrarrestó.

─Sin embargo, no es completamente seguro que el collar funcione para lo que Flemeth te ha prometido. Puede que lo haya hecho para aplacarte en ese momento, y si realmente encantó ese collar, no podemos confiar en él. La magia de sangre nunca da buenos resultados.

Se estremeció involuntariamente ante la mención de la magia de sangre, pues había sido testigo de las consecuencias que acarreaba usarla. Intentando convencer a su pareja (y a sí mismo para continuar con el plan) comentó.

─Puede, pero estoy dispuesto a intentarlo por el bienestar de mi hijo, incluso si eso me mata en el proceso. Además, a esa bruja le interesaba demasiado que Dacio permaneciera con vida, por lo que puede que no me mintiera con esto. Lamentablemente, no me ha mentido hasta el momento.

El Campeón de Kirkwall estaba por protestar nuevamente, no agradándole la idea de que Fenris usara ese objeto, cuando una puerta  azotada contra la pared llamó su atención.

Con un movimiento rápido, el guerrero guardó el collar en uno de sus bolsillos, volteando su mirada hacia el origen del ruido, se topó con el Inquisidor. Estaba por preguntar lo que pasaba hasta que éste respondió triste.

─Dorian se irá a Tevinter y tal vez nunca regrese.

Fenris no pudo ocultar su sonrisa ante la noticia, pues era bien sabido por toda la Inquisición que el mago no era de su agrado por ser un Magister de Tevinter, por lo que, ignorándole, Hawke preguntó.

─¿Por qué se irá? Pensé que solamente tenía unos asuntos que atender y regresaría contigo.

Sin ocultar su molestia, Dacio respondió.

─Las cosas se complicaron con su familia, por lo que ahora tiene que hacerse cargo de ella, por no decir que tiene ese complejo de héroe y desea cambiar las cosas en su país. Y lo peor de todo es que comprendo lo que está haciendo.

El guerrero se acercó hacia su hijo, dejando de lado sus sentimientos por Dorian y centrándose en hacer sentir mejor a Dacio. Una vez a su lado, comentó.

─Se irá, pero no terminó contigo, ¿verdad? Entonces podrás seguir viéndolo, aunque no todo el tiempo.

Cambiando su actitud a una más calmada, comentó.

─Él me dijo lo mismo. Algunas veces ustedes dos pueden coincidir en algunos puntos, como cuando ambos casi me asesinan por haber bebido del Pozo de las penas.

El elfo no pudo evitar estremecerse ante ese comentario, tanto por encontrar un parecido con el Tevinterano como por el recuerdo de la imprudencia de su hijo en esa misión.

Interviniendo nuevamente en la conversación, Garret agregó.

─Además, puedes ir con él con la excusa de ser asuntos de la Inquisición. Después de todo, hicieron una alianza con el rey de Tevinter.

El Inquisidor vio hacia sus padres, completamente perdido en lo que debería decirles. Finalmente, confesó.

─Después del Concilio, no sé si la Inquisición siga de pie o si me permitirán seguir con el mando de ella. Los líderes de Ferelden y Orlais me tienen demasiado miedo.

Fenris y Hawke se vieron mutuamente, notaron la realidad de qué tan mal estaban las cosas. Intercambiando unas palabras mudas, el Campeón de Kirkwall comentó.

─Sé que es difícil cuando eso pasa. Mírame a mí. Al principio todo el mundo me admiraba por vencer al Arishock, pero llegaron los momentos difíciles en donde se exigía que escogiera un lado. Y cuando lo hice, fui odiado y temido por la otra parte que no estaba de acuerdo con ello.

Colocando sus manos en los hombros de su hijo, completó.

─Hay solamente un camino para esto y eso tú lo tienes que decidir. Ignora lo que los demás digan o lo que ellos crean lo que es mejor para ellos. Al final, quien tendrá que vivir con las consecuencias eres tú.

Agregando su parte, el guerrero respondió.

─Ellos podrán ladrar todo lo que quieran, el que tiene la última palabra aquí eres tú. La Inquisición ha ayudado a demasiadas personas como para que éstas te den la espalda tan rápido. Si en verdad desean pasar sobre tu opinión, entonces necesitarían reunir la misma cantidad de personas que tú o que pase algo realmente malo.

Un poco más tranquilo, sonrió y les agradeció.

─Gracias. Ahora, si me disculpan, iré a pasar un poco más de tiempo con Dorian antes de que no podamos hacerlo.

Abrazó a cada uno a modo de despedida y se fue. Pensando en voz alta, Fenris comentó.

─No entiendo por qué sigo ayudando a que ellos dos sigan juntos si odio tanto al estúpido mago.

Conociendo la nueva faceta de su amante, Hawke comentó.

─Porque quieres demasiado a tu hijo y sabes que estar a su lado le trae felicidad.

Inconscientemente la mano del elfo fue hacia su bolsillo donde había guardado el collar de Flemeth, para comentar con tono lúgubre.

─Lo sé, y por eso no puedo perderlo.

El Campeón de Kirkwall se sentía en una encrucijada, pues sabía que lo que estaba por hacer Fenris podría llegar a matarlo y, por lo que había podido explicarle, era el único que podía hacerlo.

Sincerándose, confesó.

─Ya he perdido a mi familia una vez… Bethany, madre, y de cierta manera a Carver. Temo demasiado perderlos a cualquiera de los dos. Tiene que haber otra manera, Fenris. Una mejor tanto para Dacio como para ti.

Tocando cariñosamente la mejilla de Garret, respondió.

─No la hay. Así que, por favor, ayúdame a proteger lo que es más preciado para mí.

Con el corazón sangrante por la peor elección de su vida, tomó la mano de su pareja, cuidando de tocar su armadura, y contestó.

─Lo haré.

----------------------------------------

Dorian tenía tantas emociones dentro de su pecho que no sabía que debía de sentir en ese momento, pero si tuviera que escoger, sería la ira contra cierto enano escritor inoportuno.

El maldito Varric se le ocurrió hacerle una fiesta de despedida, pues no regresaría al sur en una larga temporada. Sería un lindo detalle si no fuera porque no le dijo nada a Dacio sobre eso.

Y para su mala suerte, su amante llegó en ese momento, enterándose de la peor manera posible de ello. Sumándole que Dacio no tomaba con calma las noticias cuando las daban de esa manera.

De tan solo recordar la manera en la que reaccionó al enterarse de que el Campeón de Kirkwall era su padre le hacía estremecerse, a pesar de que toda esa furia no estaba dirigida a él.

Ahora, no había tenido un estallido ni de cerca a la de aquélla vez, pero se notaba molesto y un tanto triste, sobre todo triste, cosa que le partía el corazón.

Soltando un suspiro, supuso que tendría que buscarlo y disculparse por no decirle, antes de que su amada suegra se diera cuenta y se lo echara en cara, mientras amenazaba con sacar cualquier órgano fuera de su cavidad.

Estaba por levantarse de su lugar e ir a buscarlo, sin embargo, su pareja venía directamente hasta él, con un rostro un poco más sereno, sin abandonar completamente la tristeza.

Curioso por lo que ello pudiera significar, esperó hasta que Dacio se sentó a su lado y no dijo nada, dedicándose únicamente a ver a las personas pasear por los jardines del castillo.

Pensando que tal vez era el momento de disculparse, el elfo robó la palabra y comentó.

─Lo siento por reaccionar de esa manera. Comprendo tus motivos para irte y la necesidad de ayudar en algo a tu país.

Con una sonrisa de lado, Dorian respondió.

─Sabes, esas deberían ser mis palabras. Debí decírtelo al menos en esa última carta que te mandé y no durante mi “fiesta de despedida”.

Sonriendo tímidamente, el Inquisidor comentó.

─Bueno, ya hemos establecido que ambos lo sentimos, por lo que debemos dejar de lado eso y estar todo el tiempo que podamos juntos. Siempre y cuando el Glorioso Concilio no me solicite pronto.

Colocando un tono de molestia en su voz, adornada con travesura, comentó.

─Que esperen sentados en sus pretenciosos traseros. Pueden esperar a que yo te desocupe, después de todo, soy mucho más importante que cualquiera de ellos.

Negando con la cabeza y con una sonrisa en su rostro, se acercó hasta el mago y lo besó, para callar cualquier comentario modesto de su parte.

Tal vez podría raptar al Inquisidor por el resto del Glorioso Concilio. Josephine podría hacerse cargo del asunto político ella sola.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).