Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sobreviviendo al miedo por desileo

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El nuevo paisaje se abrió ante Dacio y su grupo, reveló unas ruinas élficas que jamás en su vida había visto y dudaba que cualquier clan Dalishiano la conociera, ya que siempre procuraban tener bien localizados ese tipo de lugares.

Después de comenzar el Glorioso Concilio, pasó un incidente que podría provocar una guerra, a pesar de que nada tenían que ver: en los almacenes de alimento del Palacio de Invierno, encontraron el cuerpo de un Qunari.

Sin tener certeza de lo que pudiera haberle pasado o la manera en la que llegó hasta ahí, comenzaron a indagar y se toparon con un rastro de sangre. Como única pista, lo siguieron y llegaron hasta un Eluvian.

Mandó a alguien de su grupo para que avisara a sus consejeros, incluyendo a la Divina, se quitó la ropa formal por su vestimenta de viaje, tomó su bastón y pidiendo a sus compañeros que lo siguieran, se adentró en él.

Después de pasar por la Encrucijada y seguir el rastro de sangre, llegaron hasta las ruinas élficas. Atrás de él, podía escuchar la voz emocionada de Toro por volver a estar todos juntos, mientras que Varric veía todo con fascinación, como si el lugar pudiera revelar todos sus secretos con tan solo verlos.

Lentamente, Dorian se acercó a su lado y comentó.

─No era lo que pensaba con respecto a robarte del Glorioso Concilio, pero al menos estarás lejos de sus garras.

Temiendo por cómo había dejado las cosas, hizo saber a su amante su temor.

─No estoy seguro que haya sido lo más inteligente. Dejar a Josephine sola contra los representantes para intentar convencerlos de dejar la Inquisición tal y como está sea una buena idea.

Recordando amablemente el motivo por el que estaban ahí, respondió.

─Lo sé, pero si no resolvemos esto, tendremos más problemas que unos hombres inconformes por cómo es la Inquisición actualmente. Y por experiencia propia, te digo que no es buena idea tener de enemigo a los Qunari. Por algo, Tevinter no ha logrado vencerlos en todos estos años.

Toro se metió en la conversación y agregó.

─Felicidades, al fin te has dado cuenta de qué tan fuerte somos. Aunque a decir verdad ya no tengo nada que ver con ellos, es bueno escuchar a un Tevinterano reconocerlo.

Irritado por el comentario, el mago contrarrestó.

─Pero el elfo obsesionado con arrancar corazones siempre lo está diciendo. Por no mencionar a Krem.

Sabiendo a quién se refería, para desagrado del Inquisidor, Toro contestó.

─La madre del jefe no cuenta. Era un esclavo, por lo que su punto de vista está fuertemente influenciado por ello y Krem… bueno, él abandonó su tierra natal hace mucho y no tiene real apego a él. Contigo cuenta porque eres un Magister.

Haciendo una pregunta que hasta el momento nadie había tomado en cuenta, Varric preguntó.

─Hablando de él, ¿alguien tuvo la amabilidad de avisar a Broody que nos íbamos?  

Dacio estuvo a punto de responder afirmativamente, pero al repasar toda la escena de los jardines, junto con las órdenes que dio a su gente, pudo ver que en ningún momento pidió que se les avisara a sus padres.

Intentando pensar sensatamente, comentó.

─Espero que alguien haya tenido la amabilidad de decirle. Si no es así, puedo darme por muerto.

--------------------------------------

Cole esperaba tranquilamente a que uno de los soldados de la Inquisición enviados por Leliana saliera de la habitación para poder hablar con Fenris.

Hace bastante tiempo que su poder de que la gente no notara su presencia, u olvidara que habían tenido una conversación con él desapareció, le dejaba como una persona normal a excepción de que podía seguir sintiendo las emociones y el dolor de las personas.

Al principio fue difícil adaptarse a ese cambio; sin embargo, gracias a la ayuda del Inquisidor, Varric y Fenris, pudo adaptarse a su nueva condición. Aunque seguía sintiéndose cohibido al hablar frente a tantas personas.

Una vez que el soldado salió del cuarto, el espíritu tomó una respiración profunda, preparado para ayudar al elfo a su dolor tanto físico como mental y entró.

Encontró al guerrero viendo hacia una pared, pensando en las cosas que podría pasarle a su hijo. En opinión del joven, no había cambiado, sin embargo notó el collar que portaba en la actualidad. Sin dar mucha importancia a ello, comenzó a percibir de su mente los pensamientos que actualmente le estaban acosando.

El temor naciendo de mi pecho, al igual que cuando salía a aquellas misiones para vencer a Corifeus. Esto es tan injusto, se supone que ya no debería de pasar por ello. Sobre todo ahora que la marca en su mano…

Soltando un suspiro, sin apartar la mirada de la pared, comentó.

─Cole, puedo escucharte desde la puerta. Por favor, entra antes de que alguien más te escuche.

Sin discutir la lógica del elfo, Cole entró, viendo alrededor del cuarto, esperando encontrar al Campeón de Kirkwall, ya que era de las pocas personas que lograron tranquilizar al guerrero.

Leyendo sus intenciones, respondió.

─Hawke no está. Fue con Cullen para tener más información de lo que está pasando. ¿Cómo te ha ido ahora que eres más humano?

Pensando que esa era una manera de distraer su mente de las preocupaciones por las que estaba pasando, el espíritu respondió.

─Aún no me acostumbro, pero estoy bien. He podido ayudar a muchas personas incluso en mi estado actual.

Viendo al pícaro por primera vez desde que entró a la habitación, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, continuó con su charla actual.

─He escuchado de Varric que has conseguido una novia. Aunque conociendo lo buen mentiroso que puede ser ese enano, tal vez no sea cierto.

Con una ligera sonrisa en su cara, respondió.

─No mintió con eso. La debes de conocer, ella era el bardo que entretenía a todos en el bar de la Inquisición con su bella música, además…

Su frase quedó a la mitad por el grito de dolor de Fenris, mientras las marcas de su brazo izquierdo se iluminaban. Desconcertado por la escena frente a él, utilizó su poder para averiguar el origen de semejante ataque.

Con sorpresa, descubrió que se originaba en el collar que llevaba puesto el cual desprendía un aura extrañamente antigua, pero doloroso. Pensando que tal vez el guerrero lo había adquirido sin saber que contenía magia instruyó.

─Necesitas quitarte el collar. Es el que está originando eso.

Cole esperó a que el elfo siguiera sus indicaciones, sin embargo, éste respondió cortantemente.

─Ni se te ocurra hacerlo. No lo haré.

Estaba por preguntar el motivo, hasta que la mente de Fenris le dio la respuesta.

Recuerdos de hace años, teñidos con un sentimiento agridulce. Necesito asegurar su felicidad, su vida. El collar lleno de sangre es ofrecido a cambio de su supervivencia. “El collar puede protegerlo y transferir todo el daño que pueda recibir a tu persona”.

Comprendiendo lo que estaba haciendo, respondió a su propia pregunta.

─El collar protege a tu hijo de los efectos de la marca, sin embargo, a cambio recibirás todo el daño. ¿Por qué harías eso?

Disminuyendo la intensidad del brillo, y del dolor, el guerrero respondió.

─Porque soy su madre y deseo lo mejor para él. Incluso si ello conlleva a que yo muera en el proceso.

A lo largo del tiempo que estuvo fuera del Velo, el espíritu había escuchado esa frase, pero los recuerdos del Cole real mostraban una realidad diferente, se le hizo difícil entender los sentimientos de una madre.

Él ayudaba a las personas porque estaba en su naturaleza, pero que una madre diera su vida por su prole se le escapaba. Recordando su reunión con el Inquisidor, y su creciente preocupación por la marca, comentó.

─Así que no fui el único que notó el cambio de su marca. Su esencia ha cambiado, o tal vez intensificado.

Suspirando por las palabras de Cole, preguntó acusadoramente.

─Si también lo notaste, entonces, ¿por qué no dijiste nada?

Como si fuera obvio, el espíritu respondió.

─El Inquisidor no quería preocupar a nadie. Piensa que tal vez pueda encontrar la manera de arreglarlo por sí mismo.

Fenris no pudo evitar sentir con ese comentario que, en vez de que su hijo fuera un hombre maduro, fuera aquel niño que intentaba desesperadamente reparar por su cuenta una figurilla de cerámica que rompió accidentalmente por jugar con ella.

Antes de que pudieran agregar algo más en la conversación, el Campeón de Kirkwall llegó, con un rostro serio hasta que vio a su nuevo visitante. Un poco más relajado, preguntó.

─Cole, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Necesitas algo?

Negando con la cabeza, respondió.

─Solo vine a hacerle compañía a tu pareja, pero ahora que has llegado puedo irme. Si me disculpan.

El espíritu salió del cuarto, dejó a la pareja para que hablaran más cómodamente de lo que se acababan de enterar. A pesar de que sabía que Hawke también estaba sufriendo por la decisión de Fenris, sabía que no podía hacer nada por ellos.

Necesitaban reconfortarse mutuamente de una manera que él no podía. Ahora, debía de buscar a su novia.

Ella le daba buenos consejos.

--------------------------------------

Josephine daba varias respiraciones profundas, intentaba no desmoronarse en el proceso. Necesitaba mantenerse fuerte, no quería dar a los representantes de las dos naciones más puntos para atacarlos.

Entendía la importancia de la misión del Inquisidor de averiguar la manera en la que ése Qunari llegó hasta Palacio de Invierno y lo que podría ayudar a las personas, pero si se tergiversaba podría terminar de hundirlos.

Por no decir que ahora era complicado no hacerlo cuando estaba sola en todo esto.

La ausencia del Inquisidor sin una explicación daba mucho de qué cuestionar, sobre todo porque acordaron no decir nada hasta que pudieran averiguar lo que estaba pasando, para evitar el pánico entre la corte.

Aunque en su humilde parecer, se debía informar a las naciones, para que estuvieran preparados en caso de estallar una guerra.

Sacándola de sus meditaciones, la Divina comentó.

─Será mejor realizar un receso de una hora. Aprovechen para comer algo.

Josephine no pudo evitar suspirar de alivio, ya que dudaba que pudiera mantener las discusiones a su favor por mucho más tiempo. Intentando parecer lo más tranquila posible, caminó lentamente hacia la puerta, detrás de los dos hombres que conformaban el Glorioso Concilio.

Cuando estuvo a punto de salir, una mano en su hombro le detuvo, acompañándola con las siguientes palabras.

─Josie, tenemos que hablar.

Reconociendo la voz de la Divina Victoria, la embajadora de la Inquisición se detuvo, esperaba a que su vieja amiga dijera lo que tenía en su mente.

Amablemente, Leliana comentó.

─Por favor, perdónanos por meterte en un aprieto como éste, pero era necesario. Estoy haciendo todo lo posible por ayudarte sin que sea tan obvio, aunque siento que no sirve de nada.

Negando con la cabeza, Josephine respondió.

─No te preocupes, Leliana, sé que lo haces, sin embargo, cuando salgamos de este aprieto, me lo tendrás que compensar. Y con intereses.

Sabía que mentía, que en realidad sentía que era inútil lo que la Divina estaba haciendo, que la habían dejado abandonada a su suerte.

Pero podría fingir un poco más, al menos hasta que pudieran salir del aprieto.

La Divina le dio una mirada cargada de tristeza, tal vez leyendo los verdaderos pensamientos de la embajadora, por lo que se limitó a sonreír y salir de la habitación, dejó a Josephine con sus oscuros pensamientos: el deseo secreto de que la Inquisición fuera desarticulada.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).