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Sobreviviendo al miedo por desileo

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Pensaba que sus consejeros lo asesinarían, muy lentamente, una vez que les dijera lo que habían encontrado en el segundo eluvian de la encrucijada. Sobre todo Josephine, la cual se enfurecería una vez que se enterara.


La noticia no era fácil de digerir, ya que,aparentemente, los Qunari habían encontrado la manera de colocar bombas en los puntos principales del continente de Thedas, los cuales, si fueran destruidos, causarían un caos similar a lo ocurrido con la destrucción del cónclave: caos y la pérdida de los principales gobernantes.


Sumando más a las cosas, tal parecía que Sera tenía razón con respecto a los sirvientes, porque uno de los guardas de la Inquisición lo había encontrado colocando una de esas bombas en el Palacio de Invierno.


Ahora todos los mandatarios sabían de su problema con los Qunari, les restregaba en la cara los motivos por los que la Inquisición ya no debería existir o pasar a manos más “habilidosas”.


Antes de poder adentrarse un poco más en sus pensamientos, un dolor paralizante atacó su mano, más fuerte que la vez anterior. Una vez pasó, Dacio soltó el aire que estaba conteniendo, preocupado por lo que pudiera indicar ese dolor.


Se recompuso rápidamente cuando Dorian se acercó hasta él junto a Cassandra, ambos luciendo preocupados por todo lo que había pasado en tan pocos días.


La primera en hablar fue la Buscadora, comenzando con palabras que esperaban ser tranquilizadoras.


─Dacio, he escuchado lo que pasó con los Qunari y las bombas. Fuimos afortunados al enterarnos de ello, así que ignora lo que esos estúpidos te han dicho. Ellos jamás han peleado en su vida o tomado decisiones de esa índole.


Riendo por la falta de tacto de la mujer, además de su dificultad para expresar lo que deseaba, el Tevinterano tradujo.


─Lo que Cassandra quiere decir es que solo debemos enfocarnos en lo que está pasando y no en el Glorioso concilio. Una vez que salvemos sus estúpidos traseros, ellos estarán muy agradecidos.


La guerrera volteó hacia Dorian, molesta por el comentario, lo que el otro respondió encogiéndose de hombros.


─Para ser una mujer que le gustan las novelas rosas, a veces te es difícil hablar con los sentimientos ajenos a la irritación.


El Inquisidor vio hacia el par, pensando que, a pesar de esas palabras, ambos se llevaban muy bien. Tal vez por el parecido con sus familias o por la clásica complicidad entre hombres como ellos y las mujeres.


Evitando que cualquiera de ellos tuviera la oportunidad de pelear, Dacio agradeció.


─Muchas gracias, aunque pienso que a Josephine no le ha hecho nada de gracia que se enteraran de esa manera. Después de todo, está en una guerra diplomática y siente que la está perdiendo.


Estando en un terreno conocido para ella, Cassandra explicó.


─Ella llega a sentirse frustrada si los contratos no salen tal y como los planeó, pero encontrará la manera de salir de eso. Lo ha hecho demasiadas veces en su vida y en peores situaciones.


Quería replicar y preguntar si en verdad ella lo sentía de esa manera ya que no había tenido tiempo de hablar con ella en persona, sin embargo, decidió que confiaría en su palabra, pues le conocía mucho mejor que él.


Dorian dejó de lado el tema y preguntó tentativamente.


─¿Cómo está la marca? Últimamente he notado que está un tanto… inestable.


Ante la pregunta del Tevinterano, la buscadora agregó.


─He leído alguno de los informes sobre ello. ¿Estás bien?


El Inquisidor vio hacia su mano, analizaba lo que pudiera contarles. Era cierto que recientemente la marca estaba muy inestable, pero durante los dos años que transcurrieron la había notado cada vez peor.


Sin embargo, el dolor no era tan intenso como antaño a pesar de lo vistoso que resultaba más a la vista. Era realmente extraño, pues pareciera como si el dolor y el daño se fueran hacia otra parte.


Teniendo una idea de lo que pudiera contarle a su pareja y amiga, respondió.


─Ha estado mucho más inestable, e incluso doloroso, pero tolerable. A pesar de lo espectacular que se pueda ver.


Varios pares de ojos le vieron escépticos, tal vez porque pensaban que estaba intentando ocultar el dolor para evitar preocuparles; sin embargo, esta vez lo decía en serio, por lo que agregó.


─Es en serio, si desconfían demasiado de mi palabra, pueden acompañarme en la siguiente misión. Necesitamos averiguar cómo lograron llegar hasta esos lugares sin ser detectados. Y les prometo que serán los primeros en saber si la marca empieza a doler demasiado.


Cassandra y Dorian cruzaron miradas, evaluando qué tan en serio estaba hablando, pero finalmente asintieron, estando de acuerdo con el Inquisidor. Zanjado el problema, la buscadora añadió.


─Inquisidor, ¿has visto a tu madre? Leliana me ha informado que se encuentra enfermo y se niega a recibir tratamiento de los sanadores de la Inquisición.


Tanto el Tevinterano como el Inquisidor le vieron asombrados, no sabiendo ese pedazo de información. Preocupado, Dacio respondió.


─De hecho, antes de irme a la última misión, fui a verlo porque Sera me dijo algo similar. Pero se dedicó a decirme que era un simple resfrío y que no debía preocuparme por ello y mejor me enfocara en la misión. No sabía nada de eso.


Intentando tranquilizar a los presentes, Dorian opinó.


─No puedo creer que un salvaje como él pueda enfermarse, siempre parece tan fuerte, pero no es de dudarse que se niegue a ver a un sanador, ya que implica que usen magia en él. No creo que deberíamos preocuparnos tanto por él, mejorará solo.


El Inquisidor pensó en varias opciones pues sabía que su madre se negaría a recibir tratamiento, porque debían estarle revisando más de cerca. Era consciente que su padre le estaba cuidando, pero una ayuda extra nunca estaba de más.


Estaba por preguntar las opiniones de Cassandra y Dorian cuando un tercero se unió a la conversación.


─Hey, ¿qué es todo este alboroto? ¿Una nueva fiesta para despedir a Dorian?


Los presentes voltearon para ver al recién llegado, acompañado por su fiel segundo al mando. Sin inmutarse por la presencia de los otros, el Tevinterano explicó.


─Nada de eso, Toro, con una vez la humillación me doy por bien servido. Estamos intentando encontrar la solución al problema con mi amada suegra que cayó enfermo y no desea que nadie lo vea.


El Qunari entendió el problema con tan solo escuchar que se trataba de la madre del jefe, sin embargo, Krem preguntó.


─¿No puede visitar a uno de los sanadores de por aquí? Escuché que eran buenos.


Toro le dio un pequeño golpe en la cabeza de su segundo al mando, como si no hubiera captado el movimiento que intentaba enseñarle, para después agregar.


─Tienes que poner atención a más cosas que los Batalladores. La madre del jefe tiene tatuajes de Lyrium por lo que al entrar en contacto con la magia se activan, por lo que dudo muchísimo que el hombre desee visitar alguno.


Decidiendo que ese era el mejor momento para revelar sus planes, comentó.


─Así es, por ello, si no va a visitar un sanador, al menos uno de ustedes que pueda ayudarme a revisarlo en mi ausencia. Ya sé que mi padre va a estar con él, sin embargo, mi madre puede llegar a ser un paciente realmente difícil, así que no está de más ayudarle.


Para sorpresa de los presentes, Toro se ofreció.


─Ya que tengo que ayudar a Leliana a descifrar esos aburridos mensajes de los Qunari, estaría muy bien echarle un ojo a tu madre. Sobre todo, porque tengo entendido que conoce las costumbres y el lenguaje de mi gente.


Dacio todavía recordaba ese momento, cuando Toro estaba deprimido por convertirse en un Tal-Vashot, su madre fue hasta él y comenzó a hablar en su lenguaje nativo, por lo cual la conversación que tuvieron era un misterio para el resto del grupo; pero animó al Qunari, por lo que decidieron que era mejor que se quedara así.


Bromeando, Krem opinó.


─Jefe, si te ofreces así de la nada y con tan poca información, pareciera que te gusta la madre del Inquisidor.


Toro vio severamente con su único ojo a su segundo al mando, al mismo tiempo que decía.


─Yo no me meto con personas ya tomadas, Krem. Sin mencionar que sería una enorme falta de respeto al jefe.


Agregando su propia opinión, Cassandra comentó.


─Por no decir que su pareja es el Campeón de Kirkwall, hombre conocido por derrotar al Arishock.


Soltando un bufido, el Qunari respondió.


─Esa historia parece más un golpe de suerte que otra cosa, sumando que ya no estaba en sus cabales cuando decidió atacar la ciudad. Sin ofender. Aunque tomando en cuenta la fuerza mágica del jefe, puede que sea un mago fuerte.


Dacio intervino en la conversación, queriendo asegurar que Toro estaría ahí para ayudar a su padre al cuidado de su madre.


─Ya está hecho. Por favor, cuídalo bien y procura no pelear con mi padre. Por favor.


A pesar de que Hawke era conocido por ser paciente y no juzgar a las personas por su origen, tenía cierto prejuicio contra los Qunari, gracias a la invasión que Kirkwall sufrió.


Dorian se acercó hasta Toro y le dio el único consejo que tenía para salvarse de su suegra.


─Como única recomendación que tengo para ti es evitar cualquier afrenta contra el salvaje y tal vez logres salir vivo de la experiencia. Lo tendrás más fácil que yo, pues el Campeón de Kirkwall estará contigo en todo momento, por lo que podrá controlarlo si la situación se pone fea.


Al Inquisidor le molestaba que hablara así de su madre, pero sabía que esa era la manera más civilizada en la que los dos podían tratarse, ya que a lo largo de los años su madre seguía llamándolo estúpido Tevinterano.


Remarcando su seguridad, el Qunari comentó.


─No te preocupes, simplemente tengo que recordar todo lo que hiciste para no hacerlo. Con la ventaja de que no soy siquiera un humano.


Interviniendo antes de que cualquiera de los dos empezara una discusión más seria, anunció.


─Muy bien. Cassandra, Dorian, es momento de prepararnos para nuestra siguiente misión. Toro, te encargo a mi madre.


Todos los presentes asintieron, mientras seguían las órdenes de su Inquisidor. Toro y Krem se quedaron atrás, observando a los otros tres irse para la siguiente misión, lo cual aprovechó el segundo al mando de los Batalladores para preguntar.


─Jefe, ¿estás seguro de hacerlo? Siempre puedo pedirle a alguien más del equipo para que lo haga.


Restándole importancia, el Qunari respondió.


─Puedo hacer algo así de simple, Krem. Además, se lo he prometido al Inquisidor, así que debo cumplir con mi palabra.


Bromeando con su líder, el segundo respondió.


─No puedo decir lo mismo de la madre del Inquisidor. Tratar con tu pesado trasero mientras está enfermo debe de ser una tarea difícil.


Aprovechando de que se encontraban solos, y las personas en el jardín parecían más interesados en sus propios asuntos que en su conversación, Toro reveló.


─No creo que esté enfermo, pero algo malo le está pasando.


Sorprendido por ese pedazo de información revelada, preguntó,


─¿En realidad qué le está pasando?


Analizando la poca información que tenía al respecto gracias a los chismes, los soldados de la Inquisición y Sera, respondió.


─No lo sé con certeza, mas debe ser realmente malo si ni siquiera le ha dicho algo a su propio hijo. Por lo que debo llegar al fondo de esto antes de que venga y muerda en el trasero del Inquisidor. Ya tiene demasiada mierda con la que tratar.


Pensando que su jefe ya tenía todo planeado fríamente, Krem se encaminó hacia el bar, anunciando.


─Estaré con el resto del grupo por si necesitas apoyo en algo.


Toro se dedicó a verlo partir, para su encuentro con la madre del jefe.


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