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Scarlat. por Momino

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo, tampoco es como si haya pasado mucho tiempo desde que actualicé la última vez, pero como he visto que este fic está teniendo la aceptación deseada, me convencí en darles este hermoso regalo, actualización.

De antemano les agradezco a la personas que tomaron el tiempo de entrar y leer esta loquísima historia, pero agradezco mucho más a las personas que dejaron sus cometarios. 

Ahora ya saben el secreto para una actualización rápida.

Sin más les dejo leer.

Capítulo 2

El día que mi conexión a internet estuvo configurada fue mejor que tener a un chico sexy mirando mi trasero y pidiendo mi número telefónico. Dado que era miércoles, escribí una rápida entrada de “Waiting On Wednesday” en mi blog sobre un libro con temática adulta con un chico caliente que poseía un toque mortal—esa era la trama— me disculpé por mi larga usencia, respondí los comentarios, y visité algunos otros blogs que me encantan. Era como volver a casa.

—¿Naruto? —gritó mamá subiendo las escaleras—. Tu amigo Sai está aquí.

—¡Voy! —grité de regreso y cerré la tapa de mi portátil.

Bajé saltando los escalones de la escalera, y Sai y yo nos dirigimos a la tienda de herramientas, la cual no estaba cerca del supermercado como Sasuke había dicho. Tenían todo lo necesario para quitar las horrorosas flores del patio.

De regreso a casa, cada uno agarró un lado de una bolsa y la sacamos del maletero. Las bolsas eran ridículamente pesadas y para cuando las sacamos del coche, el sudor nos empapaba.

—¿Quieres algo de beber antes de comenzar con el verdadero trabajo? —ofrecí riendo, con mis brazos adoloridos.

Él se secó sus manos una contra la otra y asintió. —Necesito hacer ejercicio. Mover estas cosas me agotó.

Nos dirigimos al interior y tomamos té helado. —Recuérdame unirme al gimnasio local —bromeé, enseñándole mis enclenques brazos.

Sai rió y apartó su cabello empapado de sudor de su cuello. Todavía se veía apuesto, incluso con la cara roja y cansada. Estoy seguro de que yo parecía un asesino en serie. Al menos ahora sabíamos que yo era demasiado débil para hacer un daño real. —Umm. Nuestra idea de hacer ejercicio será arrastrar el bote de basura hacia el final del camino o limpiar la casa, dattebayou. —bromeé sobre mi poco genial vida pueblerina.

Únicamente estuvimos dentro por diez minutos, pero cuando volvimos a salir, todas las bolsas de tierra y abono estaban apiladas junto al pórtico.

Lo miré, sorprendido. —¿Cómo llegaron aquí?

Cayendo de rodillas, él comenzó a arrancar las malas hierbas. —Probablemente fue mi hermano.

—¿Sasuke?

Asintió. —Siempre es un héroe maleducado.

—Héroe maleducado —murmuré. No me gustó. Prefiero creer que las bolsas levitaron por aquí por cuenta propia.

Sai y yo atacamos las malas hierbas con más energía de la que pensé que teníamos. Siempre he pensado que arrancar hierbas era una manera de desahogarme, y si los movimientos bruscos de Sai eran una indicación, él tenía mucha frustración dentro. Teniendo un hermano como Sasuke, no estaba para nada sorprendido.

Después, Sai miró sus delgadas y finas manos manchadas. —Bueno, hola a los callos.

Sonreí. —Te lo dije, debiste haber usado guantes, ttebayou.

—Pero tú no estás usando nada —señaló.

Levanté mis manos sucias. Mis palmas estaban generalmente más duras que antes. —Sí, pero estoy acostumbrado.

Sai se encogió de hombros, se levantó y agarró un rastrillo. Parecía gracioso con su pantalón negro de vestir igual al de la vez pasada, haciendo juego con sus zapatos, anteriormente  pulidos y ahora manchados por la tierra. Él insistió que era un uniforme de jardinería, comenzando a rastrillar sobre la tierra. —Esto es divertido.

—¿Mejor que ir de compras, dattebayou? —bromeé.

Él pareció considerarlo seriamente, arrugando la nariz. —Sí, es más... relajante.

—Así es. No pienso en nada cuando hago esto.

—Funciona bien —comenzó a rastrillar el abono, esparciéndolo por el jardín—. ¿Lo haces para no pensar?

Echándome hacia atrás, desgarré la otra bolsa de abono. No estaba seguro de cómo responder a esa pregunta. —Mi padre... Él amaba hacer cosas como esta. Tenía el don para las plantas. En nuestro viejo departamento no teníamos un jardín o algo parecido, pero teníamos un balcón. Juntos hicimos un jardín allí.

—¿Qué pasó con tu papá? ¿Tus padres son divorciados?

Apreté mis labios. Hablar de él no era algo que hacía a menudo. Nunca. Él fue un buen hombre... un grandioso padre. No merecía lo que sucedió.

Sai se detuvo. —Lo siento. No es de mi incumbencia.

—No. Está bien, ttebayou —Me levanté, sacudiendo la suciedad de mi camisa.

Cuando levanté la mirada, él apoyaba el rastrillo contra el pórtico. Su brazo izquierdo parecía borroso. Pude ver la barandilla blanca a través de él. Parpadeé. Su brazo era solido de nuevo.

—¿Naruto? ¿Estás bien?

Mi corazón latía con fuerza, posé mis ojos en su rostro y después de regreso a su brazo. Estaba entero. Perfecto. Negué con la cabeza. —Sí, estoy bien. Umm... mi papá, él estaba enfermo. Cáncer. Era terminal... en el cerebro. Estuvo teniendo dolores de cabeza, viendo cosas —tragué saliva, apartando la mirada. ¿Entenderá lo que quiero decir? —, Pero aparte de eso, él estaba bien hasta el diagnóstico. Inició la quimio y radiación, pero todo... se fue a la mierda tan rápido. Murió dos meses después.

—Oh, por Kami, Naruto, lo siento. —su rostro era más pálido, su voz suave—. Es terrible.

—No te preocupes, ttebayou —Forcé una sonrisa que no sentía—. Eso fue hace tres años. Es por eso que mi mamá quiso mudarse. Un nuevo comienzo y todas esas cosas.

Con la luz del sol, sus ojos brillaron. —Puedo entenderte. La pérdida no se vuelve más fácil con el tiempo, ¿no?

—No —Por la manera en que sonó, él sabía lo que yo sentía, pero antes de que pudiera preguntarle, la puerta de su casa se abrió. Un nudo se formó en mi estómago—. Oh, no —susurré.

Sai se dio la vuelta, dejando escapar un suspiro. —Mira quien ha salido.

Ya pasaba la una de la tarde, y Sasuke parecía como si acabara de salir de la cama. Sus jeans arrugados, su cabello revuelto, pero que a pesar de estar despeinado, seguía teniendo ese aire elegante y arrogante.

Estaba al teléfono, hablando con alguien mientras pasaba su mano sobre su mandíbula.

Y no vestía camisa.

—¿No tiene camisas, dattebayou? —pregunté, agarrando una pala.

—Desafortunadamente, creo que no. Ni siquiera las usa en invierno. Siempre está a medio vestir —gimió—. Es molesto tener que verlo tan... desnudo. Qué asco.

Asco para él. Y una jodida maldición para mí. Empecé a cavar varios agujeros en lugares estratégicos. Sentía mi garganta seca. Hermoso rostro. Hermoso cuerpo. Horrible actitud. Era la santa trinidad de los chicos sexys.

Sasuke estuvo al teléfono durante unos treinta minutos, y su presencia tenía efecto en mí. No pude ignorarlo, ni siquiera cuando estaba de espaldas a él, podía sentirlo observando. Mis hombros se estremecieron bajo su pesada mirada. La única vez que miré hacia atrás fue para comprobar que él se marchó, pero regresó segundos más tarde con la camisa puesta. Maldición. Fue una lástima.

Estaba de rodillas en el suelo cuando Sasuke llegó, dejando caer su pesado brazo sobre el hombro de su hermano menor. Él trató de liberarse, pero el mayor lo aferro más. —Hey, copia barata.

Él rodó sus ojos, pero sonreía. Una mirada de admiración llenó sus ojos mientras lo veía. —Gracias por mover las bolsas.

—No fui yo.

Sai rodó sus ojos. —Como sea, pedazo de bastardo.

—No me hables así —Él lo acercó, sonriendo, realmente sonriendo, y le hizo verse más atractivo. Debería tratar de hacerlo más seguido.

Entonces, me miró y sus ojos se entrecerraron, como si apenas notara que yo estaba aquí, en mi jardín. La sonrisa desapareció por completo.

—¿Qué estás haciendo?

Me miré a mí mismo. Parecía bastante obvio teniendo en cuenta que estaba cubierto de tierra y había varias plantas dispersas alrededor de mí. —Estoy...

—No estaba preguntándote a ti —se giró hacia la cara colorada de su hermano—. ¿Qué estás haciendo tú?

No iba a dejar que él me molestara de nuevo. Me encogí de hombros y recogí una planta en su maceta. Saqué la planta de su maceta y arranqué algunas raíces.

—Estoy ayudándolo con el jardín. Sé bueno —Sai lo golpeó en el estómago antes de liberarse de él—. Mira lo que hemos hecho. Creo que tengo un talento escondido.

Sasuke llevó sus ojos a mi obra de arte en el jardín. Si tuviera que escoger un trabajo ideal ahora mismo, estaría trabajando al aire libre y haciendo arreglos florales. Sí, me llenaba el cuerpo de tierra, pero me sentía mejor con mis manos hundidas en la tierra. Me encanta todo sobre ella. La sensación relajante que esto me traía, la manera en que olía a tierra y humedad, y cómo con un poco de agua y tierra fresca podría regresarle la vida a algo que se estaba terminando y muriendo. Y era bueno en eso. He visto todos los programas sobre las plantas. Sabía dónde colocar plantas que necesitan más sol y las que prosperan en las sombras. Como podarlas, como hacerlas crecer más rápido, más altas y con las hojas verdes, y como decorar jardines. Todo lo que tenías que hacer era darme algo de tierra ¡Y listo!

Sasuke arqueó una ceja.

Mis entrañas se revolvieron. —¿Qué?

Él se encogió de hombros. —Es lindo. Supongo.

—¿Lindo? —Sai sonó tan ofendido como yo me sentí—. Es mejor que lindo. Quedo increíble. Bueno, Naruto lo hizo increíble. Yo sólo le entregaba las cosas.

—¿Esto es lo que haces con tu tiempo libre? —me preguntó, ignorando a su hermano.

—¿Qué...? ¿Estás decidido a hablarme ahora, ttebayou? —sonreí forzadamente, agarré un puñado de abono y lo tiré. Repetí el proceso—.Sí, es un tipo de pasatiempo. ¿Cuáles son los tuyos? ¿Patear cachorros?

—No estoy seguro de sí debería decirlo en frente de mi hermano menor —contestó, su expresión se volvió malvada.

—Qué asco —Sai hizo una mala cara.

Las imágenes que vinieron a mi mente no eran aptas para menores de edad, y pude saber por su expresión que él lo sabía. Agarré más abono.

—Pero no es tan ñoño como el tuyo —agregó.

Me congelé. Las ramas del cedro rojo se quebraron en mis dedos. —¿Por qué es ñoño?

Su mirada decía, ¿Realmente tengo que explicártelo? Y sí, la jardinería no era algo impresionante. Ya lo sabía. Pero no era ñoño.

Porque me agradaba Sai, cerré mi boca y comencé a esparcir el abono.

El pelinegro menor empujó a su hermano, pero él no se movió. —No seas un idiota. ¿Por favor?

—No estoy siendo un idiota —negó él.

Arqueé mis cejas.

—¿Qué pasa? —dijo Sasuke—. ¿Tienes algo que decir, Kitsune?

—¿Aparte de que me gustaría que nunca me llames Kitsune? No —terminé de esparcir el abono, luego me levanté, admirando nuestro trabajo. Eché una mirada a Sai, sonriendo—. Creo que lo hicimos bien.

—Sí —empujó a su hermano una vez más, en dirección a su casa. Él todavía no se movió—. Lo hicimos bien, no es soso ni nada de eso. ¿Y sabes qué? Creo que soy un ñoño.

Sasuke miró fijamente las flores recién plantadas, casi como si fuera un experimento científico.

—Y creo que necesitamos esparcir nuestra ñoñez en el jardín de nuestra casa —continuó, sus ojos estaban llenos de emoción—. Podemos ir a la tienda, conseguir las cosas y puedes...

—Él no es bienvenido a nuestra casa —espetó Sasuke, girándose a su hermano menor—. En serio.

Sorprendido por el veneno de sus palabras, di un paso atrás.

Sai, sin embargo, no lo hizo. Sus delicadas manos se cerraron en puños. —Estaba pensando que podríamos trabajar en el lecho de flores, el cual estaba afuera —no dentro— la última vez que lo vi...

—No me importa. No lo quiero allí.

—Sasuke, no hagas esto —susurró Sai, sus ojos llenos de lágrimas de puro coraje— Por favor. Él me agrada.

Algo notable ocurrió. Su rostro se suavizó. —Hermano...

—¿Por favor? —pidió él de nuevo, sonriendo ampliamente como un niño pidiendo un juguete nuevo, fue extraño dado que él era bastante parecido al  mayor.

Quería patear a Sasuke por convertir a su hermano en un doncel claramente hambriento de amistades.

Él maldijo en voz baja, cruzando sus brazos. —Idiota, tienes amigos.

—No es lo mismo, y tú lo sabes —él imitó sus movimientos—. Esto es diferente.

Sasuke me miró, sus labios curveados. Si todavía sostuviera la pala probablemente se la hubiera lanzado a la cabeza.

—Son nuestros amigos. Son como tú. No necesitas ser amigo de alguien... alguien como él —Me quedé en silencio porque no sabía si debía inmiscuirme y no quería decir algo que pudiera molestar a Sai. Ese imbécil era su hermano, después de todo, pero esto, esto era pasarse de la raya.

—¿Qué quiere decir, alguien como yo, ttebayou?

Él inclinó su cabeza hacia un lado y dejó escapar un largo suspiro.

Los ojos de su hermano se movieron entre nosotros con nerviosismo mal disimulado.

—Él no lo dijo en serio.

—Pura basura.

Ahora mis manos estaban hechas puños. —¿Cuál es tu jodido problema, teme?

Sasuke me encaró. Había una extraña mirada en su rostro. —Tú.

—¿Yo soy tu problema? —Di un paso hacia adelante—. Ni siquiera te conozco. ¡Y no me conoces, dattebayou!

—Ustedes son todos iguales —Un músculo apareció en su mandíbula—. No es necesario llegar a conocerte. Y no lo quiero.

Levanté mis manos, frustrado. —Eso es perfecto para mí, bastardo, porque yo no quiero conocerte tampoco.

—¡Sasuke!—dijo Sai, agarrándolo del brazo—. Detente.

Él sonrió mientras me miraba. —No quiero que seas amigo de mi hermano.

Dije lo primero que me vino a la mente. Probablemente no lo más inteligente, y normalmente no soy del tipo de personas que habla sin pensar, pero este chico me molestaba tanto que me hacía ver todo rojo.

—¡Y a mí me importa una mierda lo que tú quieras, ttebayou! —Un segundo él estaba al lado de Sai y al siguiente justo enfrente de mí. Y quiero decir, justo enfrente de mí. Él no podía moverse tan rápido. Eso era imposible. Pero él estaba allí, casi encima de mí y bajando la mirada.

—¿Cómo... cómo te moviste tan...? —Di un paso atrás, las palabras me fallaban. La intensidad en sus ojos envió escalofríos a mis brazos.

Mierda...

—Escucha con atención, dobe —dijo, dando un paso adelante. Di uno hacia atrás, y él emparejó mis pasos hasta que mi espalda estuvo pegada a uno de los altos árboles. Sasuke inclinó su cabeza hacia mí, sus negros ojos innaturales tomaron posesión de mi mundo. El calor salía de su cuerpo— Únicamente voy a decírtelo una vez. Si algo le ocurre a mi hermano yo... —se detuvo, tomando una profunda respiración mientras su mirada caía a mis labios entreabiertos. Contuve mi respiración. Algo rojo brilló en sus ojos, pero se entrecerraron de regreso, ocultando lo que había estado en ellos.

Las imágenes regresaron. Nosotros dos. Calientes y sudorosos. Mordí mi labio y traté de que mi expresión estuviera en blanco, pero mientras trataba de ocultar lo que estaba pensando su expresión se volvió de molesta a arrogante. Más allá de arrogante.

—Eres un poco sucio, Kitsune.

Parpadeé. No puede ser. No puede ser. No puede ser. —¿Que has dicho, ttebayou?

—Sucio —repitió, su voz tan baja que sabía que Sai no pudo escucharlo—. Estás cubierto de suciedad. ¿Qué pensaste que significaba?

—Nada —dije, deseando que él se fuera de una maldita vez. Sasuke estaba tan cerca que no estaba precisamente cómodo—. Estaba plantando flores. Te ensucias cuando haces eso.

Sus labios temblaron. —Hay maneras más divertidas para... ensuciarte. No es que yo vaya a mostrarte como.

Tuve la sensación de que él me conocía de manera íntima. Un sonrojo se esparció desde mis mejillas hasta mi garganta. —Prefiero rodar entre el estiércol que dormir contigo, idiota.

Sasuke arqueó una ceja y luego se dio la vuelta. —Tienes que llamar a Kakashi —dijo a su hermano—. Justo ahora y no dentro de cinco minutos.

Me quedé apoyado contra el árbol, con los ojos muy abiertos y sin moverme hasta que él desapareció dentro de su casa, la puerta cerrándose detrás de él. Tragué saliva, mirando a un angustiado Sai.

—Bueno —dije—. Eso fue intenso, ttebayou.

El pelinegro se dejó caer en los escalones, sus manos cubrieron sus cienes. — Realmente lo quiero, de verdad. Es mi hermano, mi único hermano —Hizo una pausa, levantando su rostro—. Pero es un imbécil. Sé que lo es. No siempre fue así.

Sin habla, lo miré. Mi corazón estaba corriendo, mi pulso estaba acelerado. No estaba seguro de si era el miedo o la adrenalina lo que me estaba haciendo marearme, pero finalmente me aparté del árbol y me acerqué a él. Y si yo tenía miedo, me preguntó si debería tenerlo.

—Es difícil tener amigos con él cerca —murmuró, mirando sus manos—. Aleja a todos.

—Vaya, me preguntó por qué —Realmente me lo preguntaba. Su posesividad parecía un poco fuera de lo normal. Mis manos estaban temblando, y aunque él se había ido, todavía podía sentirlo el calor que él emanaba. Había sido... emocionante. Tristemente.

—Lo lamento tanto, tanto —Saltó desde los escalones, juntando y separando sus manos—. Es algo sobreprotector.

—Entiendo que lo sea, pero no es como si yo fuera un varón tratando de aprovecharme de ti o algo así, ttebayou.

Una sonrisa se asomó en sus labios. —Lo sé, pero se preocupa mucho. Sé que él... se calmara, una vez que te conozca.

Lo dudo.

—Por favor, dime que él no te ha asustado, también —se puso enfrente de mí, con el ceño fruncido—. Sé que probablemente piensas que pasar el rato conmigo no vale la pena...

—No. Está bien —Pasé una mano por mi frente y le regalé una sonrisa—. Él no me ha asustado... no lo hará.

Pareció tan aliviado que pensé que se desmayaría. —Bien. Me tengo que ir, pero arreglaré esto. Lo prometo.

Me encogí de hombros. —No hay nada que arreglar. Él no es tu problema, ¡en serio!

Una expresión extraña cruzó en su rostro. —Pero no está bien como se comportó. Te veré más tarde, ¿De acuerdo?

Asentí, lo observé dirigirse de regreso a su casa. Agarré las bolsas vacías. ¿Qué demonios había sido todo esto? Nunca en mi vida alguien me había disgustado tanto. Negando con la cabeza, tiré las bolsas en la basura.

Sasuke era sexy, pero era un idiota. Y un patán. Y fue en serio lo que le dije a Sai. Él no iba a asustarme para no ser amigo de su hermano menor.

Tendría que lidiar con eso. Llegué aquí para quedarme.

 

Me salté la habitual publicación del lunes en mi blog, principalmente porque se trataba del tema, “¿Qué estás leyendo?” y yo no estaba leyendo nada nuevo en este momento.

En cambio, decidí que mi pobre auto necesitaba una lavada. Mamá se sentiría orgullosa cuando lo supiera, vería que estuve afuera durante el verano y no encadenado a mi portátil. Aparte de mi temporada ocasional de jardinería, normalmente estaba en línea.

El cielo estaba despejado y el aire traía un olor almizclado de luz con pino. Poco después de que comenzara a limpiar el interior de mi auto, me sorprendió la cantidad de bolígrafos y vasos vacíos de sopa instantánea que encontré.

Ver mi mochila en el asiento trasero me provocó un escalofrió. En un par de semanas comenzaría en una nueva escuela, y sabía que Sai estaría rodeado de amigos—amigos que Sasuke probablemente aprobaría, lo cual no era mi caso, porque él obviamente pensaba que yo era un vendedor de drogas.

Luego, saqué una cubeta y una manguera y enjaboné la mayor parte del coche, pero cuando llegué a la cima del techo, terminé totalmente mojándome a mí mismo y remojé la esponja una docena de veces. No importaba de qué lado tratara de limpiar el techo, no podía limpiarlo por completo. Maldiciendo, quité un puñado de suciedad y de hierba de la esponja. Quería lanzarla en el bosque más cercano. Frustrado, terminé arrojando la esponja en la cubeta.

—Parece que necesitas un poco de ayuda.

Salté. Sasuke estaba a unos metros de mí, con las manos en los bolsillos de sus jeans negros  y  desgastados. Sus ojos brillaban con la luz del sol.

Su repentina aparición me había sorprendido. Ni siquiera lo había escuchado. ¿Cómo alguien podría moverse tan malditamente silencioso, especialmente cuando eres tan alto como él? Y bueno, traía una camisa puesta. No estaba seguro de sí debería sentirme agradecido o decepcionado. Si abría la boca, se me caería la baba. Me alejé, preparándome para la inevitable pelea verbal.

Él no sonreía, pero al menos no parecía como si me quisiera matar en este momento. En todo caso, su expresión adquirió una máscara de educación a regañadientes, probablemente como yo me vería cuando leo un ansiado libro y descubro que no llenó mis expectativas.

—Te vi mientras lanzaste esto otra vez —Con el brazo señaló hacia la esponja flotando en la cima de la espuma—. Pensé en hacer mi buena acción del día e intervenir antes que todas las esponjas inocentes pierdan la vida.

Aparté un mechón de mi rubio cabello fuera de mis ojos, no muy seguro de que decir.

Sasuke se inclinó rápidamente y apretó la esponja, exprimiéndola del exceso de agua. —Parecía como si estuvieras haciendo algo más que lavar un auto. Nunca pensé que lavar un coche podría ser tan difícil, pero después de observarte por estos últimos quince minutos, estoy convencido de que debería ser un deporte olímpico.

—¿Has estado observándome, ttebayou? —Que escalofriante. Que halagador.

¡No! No es halagador.

Se encogió de hombros. —Podrías haber llevado el auto a un lavado automático. Sería mucho más fácil, dobe.

—Los lavados de autos son un desperdicio de dinero, teme.

—Es cierto —dijo lentamente. Se arrodilló y comenzó a limpiar una mancha que no había notado en la defensa, cerca de una llanta, antes de concentrarse en el techo del auto—. Necesitas neumáticos nuevos. Estos son lisos y el invierno es una locura aquí.

No me importaban mis neumáticos. No podía entender porque estaba aquí, hablando conmigo, cuando la última vez que hablamos él actuó como si yo fuera el anticristo, y prácticamente me acorraló contra un árbol, hablando de la manera en que él se podía ensuciar. ¿Y porque no cepillé mi cabello está mañana?

—De todos modos, me alegro de que estés aquí —terminó de limpiar el techo en un tiempo récord, y cogió la manguera. Esbozó una pequeña sonrisa hacia mí y comenzó a rociar con agua el carro, la espuma corría por todos lados como un vaso desbordándose—. Creo que debería disculparme.

—¿Crees que deberías, dattebayou?

Sasuke me encaró, sus ojos estaban entrecerrados para protegerse del brillante sol, y yo apenas esquivé un chorro de agua mientras él rociaba el lado opuesto del auto. —Sí, de acuerdo con Sai tengo que traer mi trasero hasta aquí y ser amable.

Murmuró algo sobre que asesinó sus oportunidades de tener un amigo “normal.”

—¿Un amigo normal? ¿Qué clase de amigos tiene, ttebayou?

—No normales —contestó.

¿Prefería llamar a los amigos de su hermano menor “no normales”?

—Bueno, disculparte y no sentirlo arruinan tu plan de pedir disculpas, teme.

Asintió. —Es verdad.

Lo miré. —¿Hablas en serio?

—Sí —arrastró la palabra, trabajando alrededor del auto mientras seguía enjuagando la espuma del jabón—. En serio, no tuve elección. Tengo que ser amable.

—No pareces una persona que hace algo que no quiera hacer, ttebayou.

—Normalmente no —se movió alrededor de la parte trasera del coche—. Pero mi tonto hermano tomó las llaves de mi auto y hasta que sea amable contigo no las tendré de regreso. Estoy tan malditamente molesto por no tener repuestos.

Traté de evitarlo, pero reí. —¿Tomó tus llaves?

Frunció el ceño, regresando a mi lado. —No es divertido, dobe.

—Tienes razón —reí—. Esta para morirse de risa.

Sasuke me lanzó una mala mirada.

Crucé mis brazos. —Bien, lo siento. No acepto tu no-tan-sinceras-disculpas.

—¿Ni siquiera cuando estoy limpiando tu auto?

—No —sonreí mientras él entrecerraba sus ojos—. Nunca verás esas llaves otra vez, dattebayou.

—Bueno, maldita sea, mi plan no funcionó —Una sonrisa curvaba tenuemente las comisuras de su boca—. Pensé que si realmente me portaba bien, entonces al menos estaría perdonado.

Una parte de mi estaba molesto, pero había una parte de mí que le hacía gracia verlo esforzarse a regañadientes. —¿Eres normalmente así de cálido y encantador?

Pasó a mi lado y cerró el agua. —Siempre. ¿Normalmente te quedas mirando fijamente a los chicos que les pides direcciones?

—¿¡Siempre abres la puerta medio desnudo, dattebayou!?

—Siempre. Y no respondiste mi pregunta, usuratonkachi. ¿Siempre te quedas mirándolos?

El calor se esparció por mis mejillas. —No estaba mirándote fijamente, ttebayou.

—¿De verdad? —preguntó. Esa media sonrisa estaba allí otra vez, haciendo alusión a sus hoyuelos—. De todos modos, me despertaste. No soy una persona mañanera.

—No era mañana. —señalé.

—Estaba durmiendo. Es verano, ya lo sabes. ¿No duermes hasta tarde?

Aparté el flequillo dorado que picaba mis pestañas—No. Siempre me despierto temprano.

Gimió. —Suenas igual que mi hermano. No me extraña que él ya te ame tanto.

—Sai tiene buen gusto... a diferencia de otros —dije sonriendo victorioso. Sus labios temblaron—. Y él es grandioso. Realmente me agrada, así que si estás aquí en plan del gran y malvado hermano mayor, olvídalo, ttebayou.

—No, no es por eso que estoy aquí, dobe. —Él levantó la cubeta y varios productos de limpieza. Probablemente debería ayudarle con algunas cosas, pero era fascinante verlo tomar las riendas de mi pequeño proyecto de limpieza. Aunque él me seguía lanzando esa extraña media sonrisa, me di cuenta de que este intercambió era incómodo para él. Qué bien.

—Entonces, ¿Por qué estás aquí, además de tu porquería de disculpa? —No podía dejar de mirar su boca cuando hablaba. Apuesto a que él sabe cómo besar. Besos perfectos, no esos que son babosos y asquerosos, del tipo que hace que se enrosquen los dedos de tus pies.

Necesitaba dejarlo de mirar.

Sasuke colocó todos los suministros en los escalones del pórtico y se enderezó. Estirando sus brazos sobre su cabeza, su camisa se levantó, revelando un poco de sus músculos. Su mirada se detuvo en mi rostro, y el calor se esparció en mi vientre. —Quizás sólo estoy curioso de porque él te quiera tanto. No se lleva bien con extraños. Ninguno de nosotros lo hace.

—Una vez tuve un perro que tampoco se llevaba bien con los extraños, dattebayou.

Sasuke me miró un momento, luego rió. Fue un sonido profundo y retumbante. Lindo. Sexy. Oh, Kami, debo alejarme. Él era el tipo de chico que rompía corazones y dejaba atrás una larga fila de corazones destrozados. Era un problema. Quizás del tipo de problema que podría ser divertido, pero era un idiota, también. Y no me gustan los idiotas. No es que me gustara alguien.

Aclaré mi garganta. —Bueno, gracias por lo del auto, teme.

Repentinamente, él estuvo justo en frente de mí. Tan cerca que sus pies casi tocaban los míos. Contuve fuertemente el aliento, queriendo dar un paso atrás. Él tenía que dejar de hacer esto.

—¿Cómo te mueves tan rápido?

Ignoró la pregunta. —A mi pequeño hermano pareces gustarle —dijo, como si no entendiera el por qué.

Me ericé y eché la cabeza hacia atrás, pero centré mi mirada sobre su hombro. —¿Pequeño? Son casi de la misma edad.

—Nací un año antes que él —se jactó, sus ojos se encontraron con los míos—. Técnicamente, él es mi hermano menor.

Mi garganta se sentía seca. —¿Es el bebé en la familia?

—Si, por lo tanto, yo soy el hambriento de atención, dobe.

—Supongo que eso explica tu pésima actitud, entonces, bastardo —repliqué.

—Quizás, pero las personas me encuentran encantador.

Iba a responder, pero cometí el error de mirar sus ojos. Inmediatamente estuve atrapado por ese innatural color, me recordaba las partes más profundas del espacio exterior. —Encuentro... difícil creer eso, ttebayou...

Sus labios se curvaron. —No deberías, Naruto —tomó un mechón revuelto de mi cabello que se había caído a mi frente, lo giró alrededor de su dedo—. ¿Qué tipo de color es este? No es un rubio natural, ¿o sí?

Mis mejillas ardían, respondí ofendido. —No me pinto el cabello, dattebayou.

—Hmm —dijo, asintiendo—. Tú y yo tenemos planes que hacer, usuratonkachi.

—¡¿Qué?! —Me aleje de su gran cuerpo, tomando una profunda respiración mientras adquiría algo de distancia. Mi corazón latía con fuerza—. No tenemos planes.

Sasuke se sentó en los escalones, extendiendo sus largas piernas y apoyándose sobre sus codos.

—¿Cómodo? —Espeté.

—Mucho —Levantó la mirada hacía mí—. Sobre esos planes...

Me quedé a unos metros de él. —¿De qué estás hablando?

—Recuerdas eso de “traer mi trasero hasta aquí y ser amable”, ¿No? ¿Eso que involucra las llaves de mi auto? —Cruzó sus tobillos mientras su mirada se deslizaba hacia los árboles—. Esos planes involucran tener mis llaves de regreso.

—Necesitas darme algo más de explicación que eso, ttebayou.

—Claro —suspiró—. Sai escondió las llaves. Es bueno para esconder cosas, también. Ya he buscado por toda la casa, y no puedo encontrarlas.

—Entonces, oblígalo a decirte dónde están —Rodé mis ojos azules. Gracias a Kamisama por no tener hermanos.

—Oh, lo haría si él estuviera aquí, dobe. Pero dejó la ciudad y no regresará hasta el domingo.

—¿Qué? —Nunca mencionó tener que salir de la ciudad. O tener familiares cercas—. No lo sabía.

—Fue algo de último minuto —Descruzó sus tobillos y tamborileó un pie rítmicamente—. Y la única manera de que él me diga dónde están ocultas las llaves son con puntos. Mira, mi hermano tiene un sistema de puntos desde el jardín de niños.

Comencé a sonreír. —¿Y...?

—Tengo que ganar puntos para tener mis llaves de regreso —explicó—. La única manera en que puedo ganar esos puntos es haciendo algo bueno por ti.

Me eché a reír de nuevo. La expresión en su cara era asombrosa. —Lo siento, pero esto es muy gracioso, teme.

Sasuke respiró hondo, disgustado. —Sí, muy gracioso.

Mi risa se desvaneció. —¿Que vas a hacer, dattebayou?

—Se supone que debo llevarte a nadar mañana. Si hago eso, entonces él me dirá dónde están escondidas mis llaves... y yo tengo que ser bueno.

Tenía que estar bromeando, pero cuando más lo miraba, noté que él hablaba en serio. Mi boca se abrió. —¿Así que la única manera de recuperar tus llaves es llevándome a nadar y siendo amable conmigo?

—Wau. Eres muy inteligente, usuratonkachi.

Reí otra vez. —Sí, bueno, puedes dale un beso de despedida a tus llaves.

La sorpresa estuvo reflejada en su rostro. —¿Por qué?

—Por qué no iré a ninguna parte contigo, ttebayou —Le dije con una sonrisa decidida.

—No tenemos opción.

—No. Tú no tienes opción, pero yo sí. —Miré la puerta cerrada detrás de él, preguntándome si mamá estaba en algún lugar tratando de escuchar—. Yo no soy quien tiene las llaves perdidas.

Sasuke me observó por un momento, y luego sonrió. —¿No quieres pasar el rato conmigo?

—Uh, no.

—¿Por qué no?

Rodé mis ojos celestes con cansancio. —Para empezar, eres un idiota bastardo.

Asintió. —Puede ser.

—Y no pasaré tiempo con un chico que está siendo obligado a hacerlo por su hermano. No estoy desesperado.

—¿Seguro de que no lo estás?

La ira llegó de golpe, y di un paso adelante. —¡Largo de mi porche, idiota!

Él pareció considerarlo. —No.

—¿Qué? —escupí—. ¿Qué quieres decir con no?

—No me iré hasta que aceptes ir a nadar conmigo.

Estoy seguro de que salía vapor de mis orejas. —Bien. Quédate sentado allí, ¡porque prefiero comer vidrio antes de salir contigo, ttebayou!

Rió. —Eso suena drástico, dobe.

—No tanto —repliqué, subiendo las escaleras.

El estúpido pelinegro se giró, atrapando mi tobillo. Su agarre era flojo, su mano increíblemente cálida. Bajé la mirada hasta él, y me sonrió, tan inocente como un ángel. —Me sentaré aquí todo el día y toda la noche. Acamparé en tu porche. Y no me iré. Tenemos toda una semana, Kitsune. O bien acabamos de una vez mañana y sales conmigo, o estaré justo aquí hasta que aceptes. No podrás salir de la casa.

Lo miré boquiabierto. —No puedes hablar enserio.

—Oh, claro que sí.

—Sólo dile que salimos y que la pasé muy bien —Traté de liberar mis pies, pero él se aferró más—. Miente, ttebayou.

—Sabrá si estoy mintiendo. Somos hermanos. Sabemos esas cosas —Se detuvo—. ¿O eres demasiado tímido para nadar conmigo? ¿La idea de estar casi desnudo cerca de mi te incómoda?

Agarré la barandilla y tiré de mi pie. El pedazo de bastardo sólo me sostenía ligeramente, pero mi pie no se movía. —Vengo de Tokio, idiota. Pasé la mitad de mi vida en un traje de baño, dattebayou.

—Tsk... ¿Cuál es el problema, entonces?

—Yo no te gusto —Dejé de tirar y me quedé allí. Su mano parecía hormiguear en mi piel. Era la misma extraña sensación de siempre—. ¡Suelta mi tobillo!

Muy lentamente, levantó cada dedo mientras sostenía mi mirada. —No me iré, Kitsune. Vas a hacer esto.

Mi boca se abrió al mismo tiempo que la puerta detrás de nosotros.

Mi estómago se revolvió, me di la vuelta para ver a mamá allí en toda su gloria con su pijama de conejos. Oh, por el amor a Kamisama.

Sus ojos iban de mí a Sasuke, malinterpretando todo. La alegría en sus ojos me daba ganas de vomitar sobre la cabeza del bastardo. —¿Eres el vecino?

Sasuke le sonrió. Tenía dientes perfectamente blancos y rectos. —Me llamo Sasuke... Uchiha Sasuke.

Mamá sonrió. —Uzumaki Kushina. Un gusto en conocerte —me miró—. Puedes entrar si quieres. No tienes que sentarte afuera con este calor, ttebane.

—Es muy amable de su parte, señora Kushina —Él se puso de pie y me codeó, no muy suavemente—. Quizás deberíamos entrar y terminar de hablar sobre nuestros planes.

—No, ttebayou —dije, mirándolo fijamente—. No va a ser necesario.

—¿Qué planes? —preguntó mamá, sonriendo—. ¡Yo apoyo los planes, ttebane!

—Estoy tratando de convencer a su encantador hijo de ir a nadar conmigo mañana, pero creo que le preocupaba que a usted no le guste esa idea —Él me jaló del brazo y casi me caí en la barandilla—. Y creo que él es tímido.

—¿Qué? ¿Naruto tímido? —Mamá negó con la cabeza—. No tengo ningún problema en que vaya a nadar contigo. Creo que es una gran idea. He estado diciéndole que tiene que salir. Pasar el rato con tu hermano es muy bueno, pero...

—Mamá —Le entrecerré los ojos—. No es cierto... dattebayou.

—Le estaba diciendo a Naruto la misma cosa —Uchiha dejó caer su brazo sobre mis hombros—. Mi hermano menor salió de la ciudad y llegará hasta la próxima semana. Pensé que podría salir con Naruto.

Mi mamá sonrió, complacida. —¡Es tan dulce de tu parte, ttebane!

Envolví mi brazo alrededor de su estrecha cintura, enterrando mis dedos en su costado. —Sí, eso es dulce de tu parte, Sasuke...

Él contuvo la respiración y la dejó salir lentamente. —Sabes lo que dicen sobre los chicos de al lado...

—Bueno, sé que Naruto no tiene planes para mañana —Me miró, y pude prácticamente verla imaginando a Sasuke y a mi con futuros hijos. Mi mamá no era normal—. Es libre de ir a nadar, ttebane.

Bajé mi brazo y me aparté del bastardo —Mamá...

—Está bien, cariño —Comenzó a entrar, dándole a Sasuke un guiño—. Fue un placer conocerte finalmente, Sasuke.

Él sonrió. —Lo mismo pienso, señora Uzumaki.

En el momento en que mi mamá cerró la puerta detrás de ella, me di la vuelta y empujé al idiota, pero él era como una pared de ladrillos. —Teme bastardo.

Sonriendo, bajó de regreso los escalones. —Te veré al mediodía, dobe.

—Te odio —siseé.

—El sentimiento es mutuo —Miró sobre su hombro—2000 yenes a que te metes a nadar con camisa.

Era insoportable.

Continuará...

Notas finales:

En este capítulo aclaro que mi personaje favorito fue Kushina. No sé qué ustedes pensarán, ya saben que estaré ansiosa esperando sus comentarios.

También tengo entendido que pueden seguir especialmente este fanfic, solo picándole en "seguir fanfic" y les avisará cuando haya actualizado, al menos eso me han dicho. 

¿Nos leeremos pronto? 


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