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Scarlat. por Momino

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! Justo cuando terminaba de escribir uno de los capítulos practicamente más avanzado de este fanfic, me di cuenta que ya habíamos llegado a los 10 reviews y a 400 leídas.

Es por eso que me tienen aquí de nuevo, realmente.

Pasen a leer...

Capítulo 3

 

Cuando los primeros rayos de luz entraron por la ventana, rodé de costado, todavía medio dormido.

Gemí.

Hoy tenía que pasar el día con Sasuke. Y me pasé toda la noche dando vueltas, soñando con un chico con impactantes ojos negros  y un traje de baño tan pequeño que no dejaba nada a la imaginación. Agarrando de mi buró la última novela que estaba leyendo, pasé la mañana recostado en la cama y leyendo, tratando desesperadamente de pensar en otra cosa que no fuera nuestra próxima aventura.

Cuando el sol estuvo casi en lo más alto del cielo, dejé el libro al lado, quité las sábanas y me dirigí a la ducha.

Un par de minutos después, estaba de pie envuelto en una toalla a mi cadera y mirando mis opciones de traje de baño. El horror me embargó. El Uchiha bastardo tenía razón. La idea de estar medio desnudo cerca de él me hacía querer vomitar mis sopas instantáneas de anoche. A pesar de que no lo soportaba, y de hecho creo que podría ser la primera persona que odió, él era... un dios. Quien sabe qué tipos de trajes de baños usan las chicas y donceles con las cuales se rodea.

A pesar de que yo no lo tocaría ni por todo el dinero del mundo, soy lo suficientemente maduro como para admitir que hay una parte de mí que quiere que él me deseé.

Sólo tenía tres trajes de baño que podrían ser considerados aceptables: un short tremendamente ancho y con un largo que me llegaba más abajo de la rodilla. Simple y aburrido. Uno de dos piezas que era una camisa tipo licra y un short estándar, y el tercero era un short naranja de tela ceñida, pero con un largo más arriba de las rodillas.

Podría elegir una tienda de campaña y todavía me sentiría incómodo.

Lanzando al fondo del armario el short larguísimo, tomé los otros dos. Mi reflejo me devolvió la mirada, un traje de baño a cada lado, y me inspeccioné duramente. Mi cabello rubio llegaba con mechones alborotados hasta mi nuca y estaba nervioso de siquiera cortarlo. Mis ojos eran de unos azul claro, simples a mí parecer, no magnéticos o intensos como los de Sai que parecían traspasarte el cuerpo. Mis labios eran llenos, pero no tan expresivos como los de mi mamá.

Eché una mirada al short naranja. Yo era siempre reservado con mi cuerpo, más prudente de lo que mi mamá nunca lo sería. El short naranja no tenía nada de prudente. Era coqueto, incluso sexy. Algo que claramente yo no era y, bueno, eso me molestó. Lo reservado, práctico, aburrido y seguro de Naruto. Ese es quien yo era. Era la razón por la que mi mamá se sentía bien por dejarme solo todo el tiempo, porque nunca hacía algo que lo hiciera parpadear dos veces.

El tipo de chico que Sasuke espera fácilmente poder ordenarle e intimidar. Él probablemente espera que use el traje de la camisa tipo licra y el short estándar. ¿Qué había dicho la primera vez que nos conocimos? ¿Qué parecía un niño de trece años?

Una caliente sensación de ira se esparció dentro de mí.

Al diablo con él.

Quiero ser excitante y audaz. Quizás no es siquiera para demostrárselo al Uchiha, ni para probarle que está equivocado. Sin pensarlo dos veces, tiré el conjunto de dos piezas en una esquina y dejé el naranja en mi pequeño escritorio.

La decisión fue tomada.

Me puse el pequeño  y ceñido trapo en tiempo record, y un par de shorts de mezclilla encima junto a una camisa con un simple estampado de rayas que  escondían mi audacia. Una vez que encontré mis tennis, agarré una toalla y bajé las escaleras.

Mi mamá ya estaba moviéndose en la cocina, tenía una taza de café en la mano. —Te acostaste tarde. ¿Dormiste bien anoche, ttebane? —preguntó expectante.

Algunas veces me preguntó si mamá es una psíquica.

Encogiéndome de hombros, caminé hasta su lado y tomé el jugo de naranja. Me concentré demasiado en preparar unas tostadas mientras ella continuó mirando mi espalda. —Estuve leyendo.

—¿Naruto? —dijo después de lo que pareció una eternidad.

Mi mano temblaba ligeramente mientras untaba mantequilla en mi tostada. —¿Sí?

—¿Esto... todo esto está funcionando para ti? ¿Te gusta estar aquí?

Asentí. —Sí, es bonito, dattebayou.

—Bueno —Tomó una profunda respiración—. ¿Estás emocionado hoy?

Me estómago se revolvió mientras la encaré. Una parte de mí quería estrangularla por ayudar a Sasuke en sus planes, pero ella no sabía lo que hacía. Sabía que le preocupaba que la odiara por alejarme de todo lo que yo quería e insistir en que nos mudáramos aquí. —Sí, supongo que sí—mentí.

—Creo que pasaras un rato agradable, ttebane —dijo ella—. Sólo ten cuidado.

Le lancé una mirada conocedora. —Dudo que nadar me meta en problemas.

—¿A dónde irán?

—No lo sé. No lo dijo. Estoy seguro de que a algún lugar cerca de aquí, dattebayou.

Mi mamá se dirigió a la puerta. —Tú sabes lo que quise decir. Es un chico guapo —Luego ella me dirigió una mirada de me quedaré aquí a esperarte antes de irse.

Dejé escapar un suspiro de alivio, lavé su taza de café. No pensé que pudiera soportar otra charla de las flores y las abejas, especialmente no ahora. La primera ya había sido bastante traumática.

Me estremecí ante el recuerdo.

 

Estaba tratando de no revivir ese horrible recuerdo de unión madre-doncel que salté cuando alguien tocó en la puerta principal. Mi corazón se aceleró mientras miré la hora.

11:46 a.m.

Después de tomar una profunda respiración para relajarme, obligué a mis pies a moverse hasta la puerta. Sasuke estaba allí con una toalla lanzada casualmente sobre su hombro.

—Llego algo temprano.

—Puedo verlo —dije, mi voz plana—. ¿Cambiaste de opinión? Siempre puedes intentar mentir, ttebayou.

Él arqueó una ceja y chasqueó la lengua. —No soy un mentiroso.

Lo miré fijamente. —Sólo dame un segundo para agarrar mis cosas.—No esperé su respuesta. Cerré la puerta en sus narices. Fue infantil, pero me sentí como si hubiera ganado una pequeña victoria. Fui a la cocina y agarré mis tennis, algunas cosas antes de regresar y abrir la puerta. Uchiha Sasuke estaba justo donde lo había dejado.

Una nerviosa excitación revoloteaba en mi vientre mientras cerré la puerta y seguí al pelinegro por la calzada. —De acuerdo, ¿A dónde me llevas?

—¿Qué habría de divertido si lo supieras, dobe? —preguntó—. Luego no te sorprenderías.

—Soy nuevo en la ciudad, ¿Recuerdas? Todo aquí será sorprendente para mí, teme.

—Entonces, ¿Por qué preguntas? —Arqueó una ceja con aire satisfecho.

Rodé los ojos de nuevo. —¿No conduciremos?

Sasuke rió. —No. A donde vamos no podemos llegar conduciendo. No es un lugar muy conocido. La mayoría de los locales no saben ni siquiera sobre ello.

—Oh, entonces soy especial ttebayou.

—¿Sabes lo que pienso, Naruto?

Lo miré y lo pillé observándome con intensa seriedad. Me sonrojé. —Estoy muy seguro de que no quiero saberlo.

—Creo que mi hermano te encuentra muy especial. Estoy comenzando a preguntarme si está en lo cierto.

Sonreí. —Pero aquí hay todo tipo de cosas especiales, Sasuke.

Él pareció sorprendido de escuchar su nombre. Después de que la mirada intensa desapareciera, me dirigió por el camino y cruzamos la carretera principal. Despertó mi curiosidad cuando entramos en la densa línea de árboles al otro lado de la carretera.

—¿Estás intentando meterme dentro del bosque para tenderme una trampa, bastardo? —pregunté, medio en serio.

Me miró por encima de su hombro, las pestañas ocultado sus ojos. —¿Y qué harías si te trajera aquí para eso, Kitsune?

Me estremecí. —Las posibilidades son infinitas, dattebayou.

—¿Lo son? —Se abrió camino fácilmente entre los arbustos y enredaderas en el suelo del bosque.

Estaba teniendo mucha dificultad para no romperme el cuello con las raíces expuestas y las muchas piedras cubiertas de musgo. —¿Podemos pretender que no tenemos que hacer esto?

—Créeme, yo no quiero hacer esto tampoco, usuratonkachi —saltó sobre un árbol caído—. Pero quejarte no hará que el camino sea más fácil —Girándose, me ofreció su mano.

—Siempre dices cosas tan románticas —Consideré ignorarlo, pero coloqué mi mano sobre la suya. La estática pasó de su piel a la mía. Mordí mi labio mientras él me ayudó a subir por el árbol caído antes de soltar mi mano—. Gracias, ttebayou.

Sasuke apartó la mirada y continuó caminando. —¿Estás emocionado por la escuela?

¿Qué? ¿Él estaba emocionado por eso? —No, no es emocionante ser el chico nuevo. Ya sabes, sobresales entre los demás. No es divertido.

—Lo entiendo.

—¿De verdad?

—Sí, lo entiendo. Sólo tenemos que caminar un poco más para llegar.

Quería preguntarle más, ¿Pero para que intentarlo? Él me daría otra respuesta vaga o escueta. —¿Un poco más? ¿Cuánto tiempo hemos estado caminando, ttebayou?

—Unos veinte minutos, quizás un poco más. Te dije que estaba bastante escondido, dobe.

Siguiéndolo sobre otro árbol caído, vi un claro más allí de los árboles.

—Bienvenido a nuestro pequeño pedazo de cielo —Hubo una mueca irónica en sus labios.

Ignorándolo, caminé en el claro. Me quedé sorprendido. —Wau. Este lugar es hermoso. ¡En serio!

—Así es —Estuvo a mi lado, con una mano arriba de sus ojos para evitar el fuerte resplandor del sol rebotando en la superficie lisa del agua.

Noté por la rigidez de sus hombros que este lugar era especial para él. El hecho de saber eso hizo que mi estómago revoloteara. Alargué mi mano y la puse sobre su brazo, y él se giró hacia mí. —Gracias por traerme, ttebayou. — Le sonreí ampliamente, no sé de dónde salió y antes de que Sasuke pudiera abrir su boca y arruinar el momento, dejé caer mi mano y deliberadamente aparté la mirada.

Un arroyó atravesaba el claro, creando un aspecto de un lago natural. Corría una suave brisa. Las rocas surgían del medio, de aspecto planas y lisas. De alguna manera, la tierra en el claro hacía un perfecto círculo alrededor del agua. Grandes áreas de hierba y flores silvestres florecían a pleno sol. Era pacifico.

Fui a la orilla del agua. —Oye teme... ¿Qué tan profundo es?

—Unos tres metros en la mayoría del lago, unos seis al otro lado de las rocas —Estaba justo detrás de mí, caminando espeluznantemente tranquilo—. A Sai le encanta venir aquí. Antes de que llegaras, él pasaba casi todos los días aquí —Para el Uchiha, mi llegada fue el principio del fin. El apocalipsis.

—Sabes, no voy a provocarle problemas a tu hermano, dattebayou.

—Eso ya lo veremos.

—No soy una mala influencia, bastardo —intenté de nuevo. Las cosas serían mucho más fáciles si pudiéramos llevarnos bien—. Nunca me he metido en problemas antes.

Se deslizó a mí alrededor, sus ojos en el agua tranquila. —Él no necesita un amigo como tú.

—No hay nada mal conmigo, ttebayou —espeté ofendido—. ¿Sabes qué? Olvídalo.

Suspiró. —¿Por qué te gusta la jardinería?

Me congelé, mis manos se hicieron puños. —¿Qué?

—¿Por qué la jardinería? —preguntó otra vez, aún mirando hacia el lado—. Mi hermano dijo que tú haces eso para no poder pensar. ¿Qué es lo que evitas pensar?

¿Ahora estaba preocupado y queriendo conocerme? —No es asunto tuyo, Sasuke.

Él se encogió de hombros. —Entonces, vayamos a nadar.

Nadar era la última cosa que quería hacer. ¿Ahogarlo? Quizás. Pero después él comenzó a patear sus tennis y a deshacerse de sus jeans.

Debajo, él tenía su traje de baño. Luego se quitó su camisa en un movimiento rápido. Maldición. He visto chicos sin camisa antes. Vivir en Tokio donde existen playas cercanas, donde cada hombre sentía la necesidad de caminar a medio vestir. Caray, incluso antes he visto a este chico medio desnudo. Esto no debería ser un problema. Esto no debería ser un gran problema.

Pero joder, yo estaba muy equivocado.

Él tenía una construcción grande, no demasiado grande, pero más músculos que cualquier chico de su edad tendría. Sasuke se movió con una fluida gracia hacia el agua, los músculos se flexionaban y estiraban con cada paso.

No estaba seguro de cuánto tiempo me quedé allí mirándolo después de que él finalmente se lanzara al agua. Mis mejillas ardieron.

Exhalé, notando que estuve conteniendo la respiración. Necesitaba controlarme. O quizás conseguir una cámara para memorizar este momento, porque apuesto que podría ganar dinero con un video de él.

Podría hacer una fortuna... Siempre y cuando él no abriera la boca.

El bastardo salió a la superficie a varios metros de distancia desde donde se lanzó, el agua brillaba en su cabello y en las puntas de sus pestañas. Su cabello oscuro estaba peinado hacia atrás, dejando sus intensos pozos negros más llamativos. —¿Vas a entrar, usuratonkachi?

Recordé el pequeño short anaranjado que decidí usar, deseé poder correr lejos. La confianza de antes se había evaporado. Me quité mis zapatos con lentitud, pretendiendo disfrutar de los alrededores mientras mi corazón golpeaba contras mis costillas.

Me observó durante un par de segundos, curioso. —Eres muy tímido, ¿No es así, Kitsune?

Me quedé quieto. —¿Por qué me llamas así?

—Porque hace que tu vello se erice, como un zorro asustadizo —El Uchiha estaba riéndose de mí. Él nadó lejos, el agua chapoteaba en su pecho—. Entonces, ¿vas a entrar?

Buen Dios, él ni siquiera iba a girarse para no verme, ni nada. Y había un reto en su mirada, como si él esperaba que yo fuera una gallina. Quizás esto era lo que él quería... lo que esperaba. No hubo dudas en mi mente de que él era consciente del efecto que tenía en los donceles y chicas.

El práctico y aburrido Uzumaki Naruto hubiera entrado en el lago con la ropa puesta.

No quería ser él. Ese era el propósito del ceñido short naranja. Quería demostrarle que no me dejaba intimidar fácilmente. Estaba decidido a ganar esta ronda.

Sasuke parecía aburrido. —Te daré un minuto para entrar, dobe.

Resistí la tentación de darme la vuelta y respirar hondo. No era como si fuera a quedarme desnudo, no del todo. —¿O qué, ttebayou?

Se movió más cerca de la orilla del lago. —O iré y te meteré.

Le fruncí el ceño. —Me gustaría verte intentándolo, teme.

—Cuarenta segundos —Me observó con intensidad, penetrándome con la mirada mientras se acercaba a la orilla.

Frotando mi mano en mi rostro, suspiré.

—Treinta segundos —Se burló ahora a una distancia más cerca.

—Kamisama —dije, tirando fuera mi camisa. Lo pensé dos veces antes de tirarla fuera de mi cabeza. Corrí para deshacerme de mis shorts de mezclilla cuando él  dijo que el tiempo se había acabado.

Di un paso hacia la orilla con mis manos en mis caderas. —¿Feliz, ttebayou?

Sasuke perdió su sonrisa y me miró. —Nunca estoy feliz a tu alrededor.

—¿Qué dijiste, idiota? —Mis ojos se entrecerraron antes su expresión en blanco. Él no dijo lo que yo creo que dijo.

—Nada. Será mejor que entres antes de que el sonrojo llegue hasta tus pies.

Me sonrojé más bajo su escrutinio, me di la vuelta y caminé hacia la orilla del lago donde la profundidad era menor. El agua se sintió muy bien, alivió el incómodo calor que cosquilleaba en mi piel.

No encontré nada que decir. —Es hermoso aquí afuera.

Me observó por un momento y luego afortunadamente desapareció bajo el agua. El agua caía por su rostro cuando apareció nuevamente.

Necesitando refrescar mi cara, me hundí. El agua fría fue vigorizante, aclaro mis pensamientos. Emergiendo, empujé los mechones de mi revoltoso cabello fuera de mi rostro.

El pelinegro me miró a unos metros de distancia, sus mejillas por encima del borde del agua, y su aliento creaba un grupo de burbujas que de vez en cuando rompían la tensión superficial. Algo en su mirada me decía que me acercara.

—¿Qué, dattebayou? —pregunté después de un rato de silencio.

—¿Por qué no vienes aquí?

No había ninguna posibilidad de que fuera a su lado. Ni siquiera si colocaba una galleta en su mano. Confianza y su nombre no van de la mano. Me di la vuelta, sumergiéndome bajo el agua, dirigiéndome hacia las rocas que había visto en medio del lago.

Llegué en unas pocas brazadas y emergí del agua, sobre una superficie cálida y dura. Comencé a exprimir el agua de mi cabello, sacudiendo la cabeza como un canino. Él seguía donde lo vi por última vez. —Pareces decepcionado, teme.

Él no respondió. Una mirada curiosa, casi confundida cruzó por su rostro. —Bueno... ¿Qué tenemos aquí?

Colgué mis pies en el agua e hice una mueca. —¿De qué estás hablando ahora?

—De nada —Nadó más cerca de mí.

—Dijiste algo.

—¿Lo hice?

—Eres extraño, ttebayou.

—Tú no eres lo que yo esperaba —dijo en voz baja.

—¿Qué significa eso? —Pregunté mientras él agarraba mi pie, y moví mi pierna lejos de sus manos—. ¿No soy lo suficientemente bueno para ser amigo de tu hermano?

—No tienes nada en común con él.

—¿Cómo lo sabes? —Cambié de lugar mientras él trataba de agarrar mi otra pierna.

—Lo sé.

—Tenemos mucho en común. Y él me gusta. Es agradable y divertido —Me eché hacia atrás, afuera completamente de su agarre—. Y tú deberías dejar de ser un imbécil y ahuyentar a sus amigos, ttebayou.

Sasuke estaba quieto, y luego rió. —Realmente no eres como ellos, dobe.

—¿Cómo quiénes?

Pasó otro largo rato. Él agua golpeaba sus hombros, creando pequeñas ondas en su pecho con cada golpe.

Negando con la cabeza, lo observé desaparecer bajo el agua otra vez. Me incliné hacia atrás y cerré mis ojos. La manera en que los rayos del sol caían sobre mi rostro, y la manera en que el calor de la roca se filtraba a través de mi piel me recordaron como era quedarse dormido en la playa.

El agua fría me hacía cosquillas en los pies. Podría quedarme aquí todo el día, disfrutando del sol. Sin Sasuke, esto podría haber sido perfecto.

No tenía idea de lo que él quería decir con la cosa de que yo no era como ellos, o que él no necesitaba un amigo como yo. Tenía que haber algo más en él que un hermano sobreprotector psicópata.

Poniéndome de pie y cuidadoso de la superficie de la roca, examiné el lago, estudiando la superficie en busca de una masa de cabello negro y lacio.

Giré en la roca mientras un malestar burbujeaba en mi estómago.

¿Me estaba jugando una broma? ¿Pero por qué no lo veo?

Esperé, pensando que en cualquier momento él iba a emerger en el agua, con sus pulmones respirando con dificultad, pero los segundos se convirtieron en un minuto, y luego en otro. Seguí buscando en su tranquila superficie en busca de cualquier señal de Sasuke, cada vez más frenético al pasar el tiempo.

Coloqué un mechón de cabello detrás de mis oídos, acunando mi mano contra el fuerte sol. No había manera de que él pudiera contener la respiración por tanto tiempo. De ninguna manera.

Dejé de respirar, y luego la frialdad entró en mi pecho. Esto estaba mal. Me moví a través de las rocas y miré hacia el agua inmóvil.

—¡Sasuke! —grité.

No hubo respuesta.

Cientos de pensamientos cruzaron rápidamente mi mente. ¿Cuánto tiempo había estado abajo? ¿Dónde lo había visto por última vez? ¿Cuánto tiempo me tomaría conseguir ayuda? No me agrada el Uchiha mayor y sí, yo pude haber considerado brevemente la idea ahogarlo, pero no deseaba realmente al chico muerto.

—Oh por Kami —susurré—. Esto no puede estar pasando, ¡en serio!

No podía permitirme pensar más. Tenía que hacer algo. Justo cuando di un pequeño paso para sumergirme en el agua, la superficie se movió y el idiota emergió del agua. Sorpresa y alivio me inundo por dentro, seguido por las intensas ganas de vomitar. Y luego golpearlo.

Él se sujetó la roca, los músculos de sus brazos sobresalían debido al esfuerzo. —¿Estás bien? Luces un poco exaltado.

Recuperándome, sujeté sus resbaladizos hombros en un esfuerzo para asegurarle a mi revuelto estómago que estaba vivo y sin ningún daño cerebral por la falta de oxígeno. —¿Estás bien? ¿Qué pasó?

Entonces le di un golpe en el brazo. Muy fuerte. —¡No vuelvas a hacer eso, dattebayou!

Sasuke levantó sus manos. —Tsk, ¿Cuál es tu problema?

—Estuviste bajo el agua por mucho tiempo. ¡Pensé que te habías ahogado, idiota! ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué me asustaste así? —Me puse de pie, tomando una profunda respiración—. Estuviste bajo el agua toda una eternidad.

Él frunció el ceño —No estuve allí abajo tanto tiempo. Estaba nadando.

—No, Sasuke, estuviste allí mucho tiempo. ¡Fueron por lo menos diez minutos, ttebayou! Te busqué, te llamé. Yo... pensé que estabas muerto ¡de veras!

Se puso de pie. —No pudieron haber sido diez minutos. Eso no es posible. Nadie puede contener la respiración tanto tiempo, dobe.

Tragué. —¡Al parecer tú puedes, teme!

Los ojos negros de Sasuke buscaron los míos. —Estabas realmente preocupado, ¿Verdad?

—¡¿En serio?! ¿Qué parte de “Pensé que te habías ahogado” no en-ti-en-des? —Estaba temblando.

—Naruto, yo salí. No debiste haberme visto. Volví a sumergirme.

Él estaba mintiendo. Lo sabía con cada parte mí ser. ¿Era sólo que era capaz de contener su respiración durante un tiempo muy largo? Pero, si es así, ¿Por qué no lo diría?

—¿Esto sucede muy a menudo?

Mi mirada volvió a encontrarse con la suya. —¿Qué?

—Imaginar cosas. —Agitó su mano—. O tienes un problema horrible con eso de contar el tiempo, usuratonkachi.

—¡No estaba imaginando nada, ttebayou! Y sé cómo contar el tiempo, idiota.

—Entonces no sé qué decirte. —Avanzó, lo cual no estaba muy lejos de la roca—. No soy yo quien imagina que estaba bajo el agua durante diez minutos cuando fueron como dos minutos. ¿Sabes qué?, Tal vez te compre un reloj la próxima vez que esté en la ciudad, cuando tenga mis llaves de vuelta.

Por alguna estúpida razón, una que probablemente nunca sabría, me había olvidado de la razón por la cual estábamos aquí. En algún lugar entre verlo medio desnudo y, luego pensar que estaba muerto, había perdido mi mente.

—Bueno, asegúrate de decirle a Sai que nos divertimos muchísimo para que puedas recuperar tus estúpidas llaves —dije, chocando mi azul mirada con la suya oscura—. Entonces no necesitaremos repetir este día.

Una sonrisa presumida se plasmó en todo su rostro. —Eso depende de ti, Kitsune. Estoy seguro de que él te llamara más tarde y preguntará.

—Tendrás tus llaves. Estoy listo... —Mi pie resbaló sobre la roca mojada. Haciéndome perder el equilibrio, agité mis brazos en el aire.

Moviéndose tan rápido como un relámpago, alargó su mano y agarró la mía, jalándome hacia adelante. La siguiente cosa que supe fue que yo estaba contra su cálido y húmedo pecho y su brazo estaba alrededor de mi cintura.

—Cuidado, Kitsune. Sai se enfurecería conmigo si terminas golpeándote la cabeza y te ahogas.

Comprensible. Él probablemente pensaría que lo hizo a propósito.

Empecé a responder, pero no pude. No había mucho que separara nuestra piel en términos de ropa. Mi sangre bombeaba demasiado rápido. Tenía que ser todo lo del incidente del casi ahogamiento.

Un extraño nerviosismo me había inundado cuando nos miramos, el viento acariciaba la húmeda piel que no estaba presionada contra la del otro.

Ninguno de nosotros habló.

Su pecho se levantó y bajó, el profundo negro de sus ojos cambiando de ángulo. Fue una sensación poderosa, casi eléctrica, que curso a través de mí. ¿Debía responder a ella?

Bueno, eso fue extraño, absurdo e ilógico. Él me odiaba.

Entonces, Sasuke libero mi cintura y dio un paso atrás. Aclaró su garganta, su voz gruesa. —Creo que es hora que volvamos.

Asentí, decepcionado y ni siquiera estaba seguro de porqué eso me ha decepcionado. Sus cambios de humor me hacían sentir como si yo fuera uno de esos apestosos juegos de los parques de diversiones donde giras en círculos encima de una taza, de esos que no terminan de dar vueltas, pero ahí... ahí había algo oculto.

No hablamos mientras nos secábamos y vestíamos. Nos dirigimos a casa en silencio. Parecía que ninguno de los dos tenía algo que decir, lo cual fue realmente agradable. Él me agradaba más cuando perdía la capacidad de hablar.

Pero cuando llegamos a la calzada, maldijo bajo su aliento. Sentí como si una ráfaga de aire ártico hubiera pasado entre nosotros. Seguí su mirada preocupada. Había un coche extraño en su camino, uno de esos Audis caros que cuesta el salario de mi mamá. Me pregunté si serían sus padres y si esto se iba a convertir en la segunda ronda del Naru-Apocalipsis.

La mandíbula de Sasuke se flexionó. —Naruto, yo...

Una puerta se abrió y se cerró, golpeando el lado de la casa. Un hombre entre casi finales de los veinte y principios de los treinta salió al porche. Su cabello entre blanco y gris claro no se parecía al lacio y oscuro de Sasuke y Sai. Quien quiera que fuera, era guapo y vestía muy bien.

Y también lucía molesto.

El hombre bajó los escalones de dos en dos. Ni siquiera me miró. Ni

una vez. —¿Que está pasando aquí?

—Absolutamente nada. —Sasuke cruzó sus brazos—. Dado que mi hermano no está en casa, tengo curiosidad del por qué estás aquí.

Muy bien. Definitivamente no era familiar.

—Me concedí el permiso entrar —contestó—. No me di cuenta de que sería un problema.

—Lo es ahora, Kakashi.

Kakashi. Reconocí el nombre de la llamada telefónica que Sai tuvo que hacer. Finalmente, el hombre dirigió su mirada sobre mí. Sus ojos se ampliaron ligeramente. Eran de  un casi igual  negro  brillante, más no tan profundos como los hermanos Uchiha, sorprendente. Su labio se curvó debajo de esa bufanda que le cubría la mitad del rostro mientras me miraba de arriba a abajo. No de una manera en la que me estuviera considerando, si no como si estuviera evaluándome.

—De todas las personas, creí que tú sabías que es lo mejor, Sasuke.

Oh joder, aquí vamos de nuevo. Comenzaba a preguntarme si estaba ondeando una bandera de fenómeno. El aire estaba plagado de tensiones y todo por mí. No tenía ningún sentido. Ni siquiera conocía a este hombre.

Los ojos de Sasuke se entrecerraron. —Kakashi, si valoras la capacidad de caminar, yo no lo haría.

Llegando al máximo de lo extraño, dio un paso al lado. —Creo que debo irme, ttebayou.

—Creo que Kakashi debe irse —dijo el pelinegro, dando un paso delante de mí—. A menos que tenga otro propósito que no sea meter su nariz donde no pertenece.

Ni siguiera Sasuke podía imitar la repulsión en la mirada del hombre.

—Lo siento —dije, voz titubeante—, pero no sé qué está pasando aquí. Sólo estábamos nadando, dattebayou.

La mirada del peliplata se movió a Sasuke, quien enderezó los hombros. —No es lo que piensas. Dame un poco de crédito. Sai escondió mis llaves, obligándome a salir con él para devolvérmelas.

Me sonrojé. ¿Realmente necesita contarle a ese tipo que tenía una cita por lástima?

Y entonces el hombre se rió. —Este es el pequeño amigo de Sai.

—Ese soy yo, ttebayou —dije, cruzando mis brazos, claramente mosqueado.

—Pensé que tenías esto bajo control. —Me señalo, sonando como si yo fuera una homicida de pie junto al Uchiha—. Qué tú harías que tu hermano lo entendiera.

—Sí, bueno, ¿Por qué no intentas hacerlo entender tú?—replicó chasqueando la lengua—. Hasta ahora, no he tenido mucha suerte.

Los labios de Kakashi formaron una sonrisa sarcástica. —Los dos saben más que eso.

Un estruendo de un trueno me asustó mientras se miraban fijamente el uno al otro. El rayo surcó el cielo, cegándome momentáneamente. Una vez que la luz pasó, oscuras y tumultuosas nubes llegaron en abundancia.

La energía tronaba a mí alrededor, destellando en mi piel.

Luego, el hombre llamado Kakashi se dio la vuelta, lanzando su oscura mirada en mi dirección antes de dirigirse hacia dentro de la casa de los Uchiha. En el momento en que la puerta se cerró de golpe tras él, las nubes se dispersaron. Miré a Sasuke, mi boca colgaba abierta.

—¿Que... que acaba de pasar, ttebayou? —Le pregunté.

Él ya caminaba hacia la casa, la puerta golpeó el marco una vez más, como un disparo de un cañón. Allí me quedé, no muy seguro de que había sucedido. Levanté mi mirada al cielo claro. Ni un rastro de la violenta tormenta. Había visto eso pasar cien veces en Tokio, pero lo que ocurrió se vio mucho más aterrador. Y recordando lo del lago, no estaba seguro de lo que había sucedido, pero supe que Sasuke había estado demasiado tiempo bajo el agua. También sabía que había algo que no era normal en él.

En todos ellos.

Continuará...

 

Notas finales:

Bueno, cada vez salen más personajes nuevos, espérense especialmente en los capítulos 5 y 6, que por obvias razones ya los tengo listos. Pero no se desesperen. 

De todas maneras ya saben el secreto de la actualización rápida.

¿Nos leemos pronto? ¿Tal vez cuando despierten del dia siguiente ya habré actualizado el capítulo 4? ¡Eso depende de ustedes!


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