Blaise estaba mirando fijamente a ese animalillo que lo había llevado hasta la casa de Draco.
Pansy y Theo lo adoraban, y la verdad es que él no le encontraba mucho chiste. Era un gato negro como cualquier otro. Llevaba horas durmiendo, por él genial, casa y comida gratis durante tres semanas.
Pero aquello se estaba convirtiendo en algo realmente aburrido, cuando iba a marcharse el animal se despertaba y le ponía cara de puchero, ¿un gato podía hacer eso?
Solo pensaba en la bronca que le iba a poder caer de Potter porque le había causado una depresión al consentido minino y le entraba dolor de cabeza.
Además el puñetero había encontrado una cama en su regazo, ¿no había sitios mullidos donde dormir?
El retumbar de las llamas en la chimenea le avisaba que alguien estaba por llegar.
Cuando una mata de pelo naranja apareció se acordó de que el Weasley amargado tenía que pasarse por allí y él tenía como misión molestarlo. Pero casi se alegró de ver a alguien que no fuera ese saco de pelo negro dormilón.
—Zabini—saludó Ron cuando salió completamente.
—Por fin, quítame este bicho de encima—dijo Blaise—se ha creído que soy su cama.
Gatito había saltado de su regazo para ir a frotarse contra las piernas de Ron, este bajó para tomarlo en sus brazos.
—No sé cómo se han atrevido a dejarte a ti al cuidado de Gatito, se ve que no es lo tuyo—dijo acariciando al animalito mientras este ronroneaba y maullaba como quejándose de los malos tratos recibidos por el moreno.
Gato ingrato, no lo había dejado ni a sol ni a sombra y ahora se hacía el ofendido con Ron como un niño chivato.
Blaise se sacudió los pelos que regaban su ropa, encima eso, iba forrado de pelo negro.
Cuando alzó la mirada, vio algo que no había podido creer ni aunque se lo hubiera contado su mejor amigo.
El amargado tenía una linda sonrisa mientras le decía bobadas al gato que se frotaba contra su cara. Era lindo, sí.
Se quedó mirándolo con cara de sorna, ya tenía claro cómo iba a molestarlo. Cuando este lo miró su expresión cambió a la de amargado que tenía patentada.
—¿Qué?—le bufó.
—Linda sonrisa, gatito—le dijo coqueto, la cara de Ron pasó de la sorpresa, al sonrojo para finalmente acabar en una de enfado realmente chistosa.
—Vete a la mierda—dijo llevándose al animal en brazos, dejando el salón de la casa.
Blaise se rió, aquello podría ser divertido después de todo.
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