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El samurai y el noble por darkwinter

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Meses habían transcurrido desde que Yoh se fue de su hogar y se reencontró con su amado, actualmente ambos vivían en una humilde casa en medio del bosque, al pelicorto no le importaba lo más mínimo si no era la vida con la que se había criado lo tenia a el y eso le bastaba, lo mismo para Amidamaru.

-Saldré por mas leña-aviso el pelicorto tomando su cesto a punto de salir.

-Está bien, cuídate- el samurái se encontraba acomodando unas cosas moviendo su mano en seña de despedida. Yoh se adentró al bosque recogiendo ramas y uno que cuanto hongo para la comida, sin embargo, por alguna razón sentía que no estaba solo en ese momento, por mas que mirara no veía nada, llego el momento de volver, caminaba a paso veloz ya que por una milésima de segundo le pareció ver una sombra, a pesar de ello lo que lo aterrizo fue el llegar a la casa y ver la puerta rota con sangre en ella, apresurado entro buscando a Amidamaru solo encontrado  todo como el escenario de una batalla, un escalofrió recorrido todo su cuerpo, entonces escucho un sonido de metal afuera, apresurado salió descubriendo al samurái mal herido combatiendo contra sujetos vestidos de negro atacándolo en conjunto y esquivando con extrema facilidad los ataques.

-¡AMIDAMARU!-grito soltando el cesto.

-¡YOH, HUYE!- antes de que pudiera reaccionar un golpe detrás de la nuca lo dejo inconsciente escuchando por última vez llamarlo por su nombre. Despertó con los ojos vendados y la boca amordazada, atado de brazos y piernas, sentía que lo llevaban cargando y parecía que iban corriendo, solo en momentos se detenían a descansar, le quitaban la mordaza y lo obligaban a beber agua, después seguían su camino, temía a donde fueran a llevarlo y también temía por la vida de Amidamaru, desconoce cuánto paso desde aquello cuando comenzaron a dejar de correr deteniéndose bajándolo, pensó que nuevamente se detenían a descansar hasta que escucho unos pasos acercarse.

-Su paga esta donde la ultima vez, pueden retirarse- esa voz la reconoció al instante, la venda su removida junto con la mordaza confirmándolo.

-Bienvenido de vuelta hermanito-Hao le sonreía con malicia chasqueando los dedos a lo que los sirvientes desatando solo los pies y llevándolo adentro.

-Durante el tiempo que estuviste afuera los abuelos murieron- le informo siguiéndolos, lo llevaron a bañar, le dieron ropa nueva y al ultimo lo escoltaron a su habitación.

-No esperes volver a ver a ese hombre, les ordene que lo mataran.

-¿Cómo…como puedes ser tan cruel?

-Ay Yoh, todo esto paso porque te enamoraste del equivocado, pero no te preocupes tendrás tiempo suficiente para reflexionar sobre tus acciones.

-Tu….tu..ya no tienes corazón….ya no eres el hermano que conocía.

Hao lo miro con frialdad cerrando las puertas, Yoh una vez solo empezó a llorar tumbándose en el piso.

-Solo saldrá por necesidades básicas, le traerán la comida, solo nuestros padres lo pueden visitar y nunca lo dejen solo, ¿entendido? – los sirvientes asintieron en silencio a lo que el pelilargo se retiró. Así nuevos días de cautiverio comenzaron, para los sirvientes era dura la situación, Yoh siempre los había tratado como si de amigos se trataran y les dolía ver como todo la felicidad del muchacho se desvaneció, Yoh siempre tenía una mirada triste, no comía del todo y no hablaba, solo asentía o negaba, con su hermano desviaba la mirada cabizbaja, sus padres también estaban en una situación similar, desde la muerte de sus abuelos y que Hao contrato a esos asesinos, ellos no podían ir en su contra, sabían y en ocasiones lo notaban los asesinos seguían hay, incluso los sirvientes los habían visto, al parecer ahora Hao mandaba sobre ellos, eran suyos, por lo que cada vez que tenían al pelilargo enfrente sentían miedo, el ambiente en la casa era tenso, la felicidad que alguna vez hubo dejo de existir hace mucho. Ese día Yoh fue visitado por su madre quien intentaba consolar el dolor de su hijo sabiendo que no seria posible, se fue poco después no sin antes besar la frente de Yoh.

-Que cara tan afligida-comento Hao llegando tiempo después de que su madre se fuera, Yoh solo ignoro sin ni siquiera mirarlo.

-Hmm, vas a fingir que no estoy aquí-se adentró a la habitación cerrando la puerta detrás de él.

-Parece que tendré que llamar tu atención-una vez dicho esto empujo a su igual apresándole las manos.

-Déjame ir-dijo volteándose para no mirarlo.

-No pienso hacerlo, antes quiero que gimas igual que lo hacías para aquel hombre- removió el yukata exponiendo las piernas de su hermano, con su mano libre se dispuso a acariciarle la entre pierna a Yoh.

-Para…detente- suplico sonrojándose, Hao con una traviesa sonrisa quito las prendas que le cubrían su miembro, no perdió tiempo empezado a masturbarlo.

-Vamos hermanito, se que lo disfrutas- continúo tallándolo suavemente, Yoh luchaba para no gemir intentado liberarse sin éxito.

-No podrás contener por mucho tiempo-subió la velocidad pellizcando de vez en cuando la punta, al final el pelicorto ya no pudo aguantar más.

-No sabes cuanto deseaba oír gemir-llego el clímax corriéndose salpicándole la mano, el mayor lamio el fluido blanquizco de sus dedos.

-Por favor….detente-volvió a suplicar con los ojos acuosos.

-¿Quieres dejar de llorar?, maldición-molesto se posiciono entre las piernas, Yoh podía sentir el erecto miembro de Hao asustándose.

-Detente…detente- volvía a tratar de escapar pateando sin conseguir acertar.

-Deja de llorar-ordeno tomándolo de la cara tratando de besarlo inútilmente.

-¿Por qué me lastimas?, tan enojado estas conmigo-cuestiono con lagrimas deslizándose por sus mejillas.

-¿Acaso todo el cariño que me mostraste desde que tengo memoria fue falso?

-Yoh…yo..

-¿No te importa hacerme sufrir aun cuando me decías que me querías?

Hao lo soltó alejándose, apenas libre se arrastro hasta chocar con la pared, su cuerpo temblaba, respiraba agitado.

-Yo solo….-no termino de hablar dando media vuelta yéndose, camina de vuelta su habitación encerrándose, debía atender su aun erecto miembro, quería tomarlo, deseaba hacerlo, entonces ¿Por qué paro?, si no era así nunca podría tomarlo, hacerlo suyo, pero al verlo de esa manera algo en su interior lo detuvo, las palabras de Yoh le llegaron.

-Maldicion-por fin se vino, seguía pensado, podría drogarlo para que no pusiera resistencia, al cabo, sus asesinos de aseguro tendrían algo para nublar los sentidos, sin embargo, se sentía inseguro por la idea, podía funcionar, ¿Por qué no tenia deseos de llevarlo a cabo? .Por su parte Yoh seguía pegado a la pared abrazado sus piernas tratando de calmarse, hace un rato uno de los sirvientes le pregunto si se encontraba bien a lo que respondió que sí, no quería preocupar mas a sus padres, ya no quería seguir en esa pesadilla, tenia que escapar, pero podría no conseguirlo, en esos momentos extrañaba con más fuerza a Amidamaru, y lo peor es que nunca lo volvería a ver; o eso el y Hao creían, lo que no sabían era que el samuray logro sobrevivir, casi con un pie en el otro mundo consiguió mantenerse vivo.

 

 


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