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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Notas del capitulo:

Regreso con mas de esta historia. en estos tiempos tan dificiles. Esperando que se puedan entretener un rato en estas letras.

Aun que soy lenta me alegra ver que hay gente que espera tranquilamente una actualisacion. Asiendome especialmente feliz si me dejan un comentario, porque bueno eso me ayuda a saber si les esta gustando, o su punto de vista o lo que piensan.

...

Por cierto que este capitulo quedo especialmente largo y como que no cupo todo. al menos la primera vez que lo subi se comio los ultimos parrafos asi que al final decidi partir el capitulo a la mitad. 

...

Esperando que les guste los dejos con los capitulos.

 

Capitulo X

Los recuerdos más importantes de Himawari también han sido las veces en que se atrevió a desobedecer a Okaa-san. En ese entonces tenía una sirvienta que lo cuidaba en todo momento, además de que tenía prohibido salir de la habitación que compartía con Okaa-san la cual al igual que hoy en día se encargaba de su educación personalmente y podre de él si no había aprendido bien sus lecciones, Okaa-san solía castigarlo asiendo estar de pie por mucho tiempo o asiéndole cargar libros sobre su cabeza a pesar de ser un niño muy muy pequeño. Ella siempre le había repetido que tenía que ser callado y aprender correctamente para que pudiera hacerse cargo de todo cuando fuera más grande. Claro que Himawari siempre había sido un niño muy inquieto y curioso que no hacía mucho caso a las palabras de Okaa-san o mejor dicho no entendía a lo que ella se refería con “hacerse cargo de las cosas”. Para él en ese entonces lo más importante era jugar. Por eso su primer recuerdo importante fue cuando conoció a sus hermanos mayores.

 Algo que había llamado su atención con el tiempo es que escuchaba muchos ruidos venir de abajo, risas de otros niños y sirvientas viejas que siempre parecían estar ocupadas en sus quehaceres como para prestarle atención. Saber que era lo que había en los pisos de abajo se convirtió en el primer objetivo de su vida haciendo que escaparse de su cuidadora se volviera su juego favorito. Muchos intentos fracasados y regaños hasta que su persistencia logro frutos y logro escaparse de esta entre gritos y risas hasta lograr su cometido en los pisos inferiores encontrándose de frente con varios niños mayores que él que lo miraba con curiosidad mientras desayunaban. Okaa-san lo regaño mucho por su desobediencia ese día sin embargo tras un gran silencio de parte de ella decidió que era momento que conociera y pasara el tiempo con aquellos que eran sus hermanos. Himawari estaba feliz, por fin tendría alguien con quien jugar que no fueran esas viejas y cansadas sirvientas. Sin embargo pronto descubrió que sus hermanos no eran muy amable con él, lo miraban feo y él no sabía porque. No le hablaban, ni jugaban con él “No tenemos tiempo para esas niñerías” decían y lo dejaban solo.

La segunda vez que desobedeció a Okaa-san fue la noche que averiguo los misterios de la casa. Después de conocer a sus hermanos se dio cuenta que en cuanto se ocultaba el sol Okaa-san insistía en encerrarlo en su habitación. Tenía que irse a dormir y no salir por ningún motivo. Veía a Okaa-san usar sus mejores galas y salir de la habitación mientras se quedaba a cargo de una sirvienta. También cuando le preguntaba a sus hermanos mayores que era lo que hacían cada noche estos no contestaban y si alguien aunque sea en tono de broma tenía la intención de responder esa duda lo demás le recordaban lo mal que lo iban a pasar con Okaa-san se enteraba. Por ello decidió averiguarlo el solo. Una noche se aseguró de cansar a la sirvienta que lo cuidaba y tratar de aguantar despierto hasta que la anciana se quedara dormida. Okaa-san ya había bajado desde hace mucho como lo hacía cada noche. Así que era cuestión de salir con cuidado de la habitación sin hacer ruido, convencido de que algo interesante pasaba abajo.

¿Cuantos años habría tenido en ese entonces? ¿Seis? ¿Cinco? o quizás…. ¿era más pequeño que eso? No logra recordarlo bien. Lo que si recuerda es lo que paso aquella noche. Los pasillos estaban muy oscuros y había ruidos extraños en cuanto comenzaba a acercarse a las habitaciones de los más grandes. Entonces miro  la sombra de una de las sirvientas subir las escaleras acompañada de otra persona. Rápidamente logro ocultarse detrás de una columna de madera y escucho lo que conversaban.

―Dentro de poco subirá ―le indica la anciana hincándose en el suelo abriendo despacio la puerta de la habitación frente a ella―. ¿Desea algo más, Mitsuruji-dono?

―Mhmm… no… no tarde…

Responde un hombre joven, delgaducho, encorvando y con ojeras. Luce un kimono morado muy costoso y elegante contrastante con su rostro que solo proyecta desaire. Entonces es cuando Himawari se percata que está mirándolo de soslayo, hay algo en su mirada un brillo que contrasta por completo con la apariencia cansada de aquel hombre su mirada lo hace temblar, este le sonríe con particularidad y el pequeño se sobresalta y trata de ocultarse aún más en la columna de madera.

―No se preocupe. Me asegurare que suba en seguida.  

Le asegura ella y él pasa a la habitación levemente iluminada. La sirvienta cierra la puerta y va escaleras abajo.

Himawari suspira aliviado de que la anciana no lo viera sin embargo sus piernas tiemblan un poco tiene miedo de pasar por aquella habitación y que lo descubran. No sabe que hacer ahora que ha llegado a ese punto. Es cuando escucha la puerta abrirse con cuidado.

―Sé que sigues en ese lugar. Anda, sal de allí. No tengas miedo.

El joven le llama despacio aparentemente amable.

En ese entonces Himawari aún era un niño muy ingenuo digno de su corta edad. Salió despacio de la columna y se quedó de pie mirando a aquel hombre que continuaba diciéndole suavemente:

― ¿Por qué no vienes aquí? ¿No te da miedo quedarte en ese pasillo tan oscuro? Mira, ven aquí dentro conmigo quiero que veas algo que estoy seguro no has visto aun.

El pequeño se acercó lentamente intrigado por aquello que le mostrarían y cuando aquel hombre tuvo a Himawari lo suficientemente cercas lo jalo del brazo adentro de la habitación,  serró la puerta detrás de sí y lo recargo contra una pared cercana atrapándolo.

―Bueno pequeño. Eres nuevo aquí ¿verdad? ―dijo el hombre que había cambiado a un semblante enérgicamente delirante abriéndose rápidamente la parte baja del kimono le mostro una enorme erección que comenzó a masturbar― dime ¿alguna vez has visto algo parecido?

―S-señor s-su pene es demasiado grande ―apenas contesta el infante más que impactado por lo que sus inocentes ojos observan.

―Todos los adultos lo tienen de este tamaño.

― ¿Eh? ¿De ese tamaño?

―Anda ayúdame un poco. Ayúdame a expulsar la semilla con la que todos hemos sido creados. Ya se lo he mostrado a todos los demás niños que viven en esta casa. Vamos ven, dame una mano, ayúdame un poco;  quiero derramarla sobre tu cara. Eso es lo único que me apasiona en el mundo precioso mío y tú estas a punto de verlo…

Y casi al instante Himawari se sintió bañado completamente de un chorro blanco que lo empapo de los pies a la cabeza incluso algunas gotas llegaron a caer en sus ojos ya que su cabeza llegaba a la altura del miembro de aquel muchacho. Himawari se quedó mudo y pasmado sin embargo con gran sorpresa observo como aquel hombre una vez calmada sus ansias su cara cambio de nuevo a la de una de aburrimiento, se acomodó la ropa y metió bruscamente un par de monedas de oro en el obi de su kimono y salió prácticamente corriendo de ese lugar chocando con la sirvienta de hace un momento que le traía al niño que había comprado esa noche. Ella con un mal presentimiento subió rápido las escaleras entrando a la habitación encontrándonos con la escena del pequeño mancillado aun sin comprender lo que había pasado. Llamo de inmediato a la dueña de la casa.

Himawari recuerda que ella lo tomo fuertemente de la mano y lo condujo de nuevo a su habitación abrió la puerta de golpe espantando a la sirvienta encargado de cuidarlo y le grito tan fuerte y colérica:

― ¡¿Puedo saber qué significa esto?! ―lo pone con brusquedad en frente de ella y comienza sacudirlo a cada palabra― ¡¿no pudiste  cumplir una tarea tan simple como vigilarlo?!

―M-mi señora yo no…

― ¡No! ¡No digas nada! ¡No quiero escusas! ¡Si dentro de esa pequeña cabeza tuya cabe algo de sentido común  te alejaras de mi vista! ¡Largo de aquí!

Jamás había visto a Okaa-san gritar tan furiosa ni a una sirvienta tan aterrada salir corriendo a tropezones.

―Mi señora…

La sirvienta que había ido a avisarle de su hallazgo hablo temblorosa detrás de ella. Temía por su vida de igual manera.

― ¿Quién fue? ―la dueña pregunta después de un momento su rostro se oscureció y su voz se llenó de frialdad― ¿Quién fue el que se atrevió a tocarlo?

―Fue Mitsuruji-dono.

Contesto la anciana  tragando saliva.

―Ese desgraciado subnormal no se va a salirse con la suya ―dice con tanto veneno apretando la mano del pequeño entre la suya que este siente el dolor pero no es capaz de llorar todo está pasando tan rápido. Okaa-san sigue hablando se nota que trata de controlarse, de no abandonar su figura autoritaria como propietaria―. Escúchame bien. Primero baña y cambia a Himawari que se vaya a dormir, asegúrate de que se quede en el cuarto esta vez ―mira al niño―.Ya hablare contigo mañana.

Le entrego al infante que no entendía la gravedad de las cosas. Okaa-san salió rápidamente de la habitación. La sirvienta no dijo nada y se limitó a obedecerla sin embargo esta sabia a donde iba su ama con tanta urgencia. Y ella no estaba equivocada Okaa-san se dirigió enseguida a la casa de Sakamichi- sensei conociéndolo ese viejo debería de estar en su casa follando una prostituta que logro convencer durante el día a que se escapara de sus obligaciones para estar con él. Poco le importo entrar a la casa y subir a la segunda planta.

― ¡Largo!

Le dijo a la joven mujer que estaba moviéndose sobre el viejo doctor. Pero esta solo le dirigió una mirada veleidosa y siguió en lo suyo mientras el doctor se quedó mirando como Okaa-san levantaba con toda facilidad a la otra mujer le aventaba su ropa y la arrojaba fuera de la habitación mientras cerraba la puerta fuertemente.

― ¿Qué ocurre contigo? ―le pregunta Sakamichi descontento con toda la ropa abierta se sienta en el futon con fastidio. ―Dudo que le haya pasado algo a uno de los niños. Si fuera así hubieras mandado a alguien en lugar de venir.

―Aun estas en contacto con Kojirou del clan Hatori ¿verdad?

El viejo alza una ceja expectante:

―Si aún lo veo de vez en cuando. ¿Para qué quieres contactar con un asesino? No es como si realmente me importara.

Contesta él. Kojirou era una shinobi especializado en asesinato y envenenamiento. Una vieja amistada que había hecho dúrate sus veintes en una de sus sibaritas aventuras. Una amistad que seguía hasta hoy en día cuando solían reunirse para pasar un buen rato entre sake, relatos y un encuentro pasional entre ambos.

Okaa-san le miro con suma rigidez y le conto de manera rápida sus motivos.

Daigo frota su corta barba:

―Así que fue eso. Mitsuruji es uno de los mayores comerciantes de telas. ¿No crees que si lo matas las otras dueñas te reñirán por perder a tan buen patrocinador?

―No el padre. Me refiero al hijo,  al segundo para ser exacto. Ese chico extraño que siempre esta encorvado y ojeroso.

― Ah… él… si no mal recuerdo hace unos años hizo un gran escándalo cuando lo echaron de la casa Hanabira por querer meterse con una Kamuro de la casa. Que estúpido fue, querer meterse con una niña aprendiz y ser descubierto. Todos saben que cuando alguien se mete con alguna chica que aún no está en servicio o se considera una amante las Kamuro y las Yuujo tienen el derecho de castigar a esa persona como deseen. A él le arrojaron cubetas de agua fría mientras lo agarraron a palazos entre todas. No pensé que con esos antecedentes consideraras aceptarlo como cliente.

―Que puedo decirte su padre vino personalmente a hablar conmigo después de que lo sorprendieron queriendo hacer lo mismo con un niño sirviente de la casa de uno de sus clientes importantes. Me pidió avergonzado y de rodillas aceptarlo como cliente sin decirle a nadie cuales eran los gustos de su hijo pensando que así lo mantendría controlado. Pagaba bien teniendo en cuenta que ese subnormal nunca requería el servicio completo. Es una vergüenza total .Pero se atrevió a meter con el niño equivocado esta vez.

―No  ha pasado tanto tiempo desde el incidente. ¿No es más fácil que les digas a algunos guardias lo que paso y que ellos se encargaran de él?

―Eso jamás. No dejare que nadie se entere de lo que le paso esta noche a Himawari. Tú sabes como suelen  ser los rumores aquí. Si se comienza a saber, las reglas del barrio dictan que tendría que ponerlo en servicio inmediatamente.

― ¿No crees que esto paso porque estas sobreprotegiendo a ese niño? ―el viejo doctor se levanta de su futon comenzando a vestirse―. Tarde o temprano iba a enterarse de lo que hacen los demás en la casa para sobrevivir y sabes mejor que nadie  que tarde o temprano él tendría que entrar en este mundo esas fueron las condiciones para que te dejaran tenerlo ¿no?

― ¡Tonterías! El aún es muy pequeño para atender a los clientes.

― ¿Qué fue eso? ―se ríe el doctor ― ¿Acaso estas demostrando tener algo de corazón debajo de esos enormes senos que cargas?

Se acerca por detrás de ella e intenta tocar su pecho con suavidad. Por supuesto la atractiva mujer lo sujeto de la muñeca con fuerza hasta que el anciano quejándose de dolor desiste de su tocamiento.

―Dile que estoy dispuesta a pagar lo que quiera. Pero lo quiero muerto antes de que termine el mes.

Fue la sentencia de ella. Dos semanas después Takeo Mitsuruji apareció muerto en su casa colgado del techo se declaró por parte de la familia que la causa de la muerte había sido suicidio a pesar de haber encontrado una nota junto a una flor de licores que indicaba lo contario. También por esas fechas se encontró una sirvienta anciana flotando muerta en el rio cercano al Yukaku de Yoshiwara.

Después de eso Himawari supo un poco de la verdad.

“Eso es en lo que trabajan tus hermanos mayores para sobrevivir. Algún día tú también lo harás es tu obligación por el linaje que has heredado”

Le dijo Okaa-san estoica después de haberlo reprendido por su fuga de la noche anterior.

.

Solo un par de días después de aquel incidente con aquel joven. Himawari no volvió a ver a la sirvienta que cuidaba de él, ahora la encargada era la sirvienta que siempre estaba al lado de Okaa-san. Sus días de encierro en su habitación parecieron iniciar de nuevo. Para ese momento Himawari ya se formulaba muchas preguntas en su pequeña cabeza respecto a todo lo que aquel joven le había mostrado. Sin embargo no se atrevía a preguntarle a Okaa-san respecto a ello seguramente se enfadaría de nuevo. Pasaba lo mismo con la sirvienta encargada de cuidarlo y que decir de sus hermanos mayores que ahora solo se secreteaban a escondidas, riéndose irónicos y burlones cada que lo miraban después de que Okaa-san dictaminara que termino su castigo y podía volver a bajo con los demás; ellos tampoco responderían sus dudas definitivamente. Los únicos con los que podía llevarse bien era con los Autobureiku de esa época y quien sabe, si el pequeño Himawari se hubiera dado la oportunidad de preguntarles sus dudas estos le hubieran respondido aun con inocencia y pena. Pero la oportunidad no pudo darse ante el favoritismo de querer jugar con alguien.

Aquel día de otoño fue la tercera vez que desobedeció a Okaa-san. Ese día por estar de travieso corriendo en el patio con los Autobureiku termino resbalando en el puente que conectaba las halas principales y callo al estanque debajo de este copleándose la cabeza y perdiendo el conocimiento. Cuando despertó estaba en un lugar que no conocía.

― ¿Okaa-san? 

Llamo levantándose lentamente. Estaba acostado sobre un futon blanco enorme le dolía la cabeza y tenía un montón de vendas alrededor de ella además de eso, solo estaba vestido con el fondo delgado blanco de su kimono. Se tocó el costado izquierdo de su frente percatándose de la lesión.

―Si sigues tocándote la herida te la abrirás de nuevo ―escucho al viejo doctor entrar por la puerta abierta ―Te caíste en el estanque de tu casa. Uno de tus hermanos mayores te saco del agua y tu Okaa-san decidió que era mejor que te atendiera en mi consultorio que allá.

Himawari ya conocía en ese entonces a Sakamichi-sensei lo había visto ir un par de veces a la casa cuando solía enfermarse. Al principio pensaba que era un hombre aterrador por su cara que siempre parecía seria y enojada. Pero después se dio cuenta que era muy divertido, era capaz de hacer enojar a Okaa-san y hacer que esta no lo regañara, se reía con los demás niños de la casa y estaba seguro que había oído reír a más de una de las sirvientas con sus comentarios. Aunque él no entendía de que se reía cuando conversaban. Su vieja cuidadora una vez le conto que ese viejo doctor era algo así como un “buen amigo” de Okaa-san desde hace mucho tiempo y quizás era así porque a comparación de las otras dueñas de casas en el Yukaku, la dueña del Raikorisu no hata era con la que mejor hablaba o lograban entenderse. Y por supuesto Daigo la consideraba especial en el sentido que después de una sola vez no había conseguido acostarse de nuevo con ella y eso solo paso en la época en que ella ejercía la profesión. Fuerte y recia como consideraba que es una verdadera mujer seductora.

― ¿Dónde está Okaa-san?

Pregunta mientras el doctor se acerca a él y le arregla las vendas de la cabeza y lo inspeccionaba cuidadosamente.

―Fue a arreglar unos asuntos pendientes en la casa. Te quedaras aquí hasta que ella llegue.

Contesto el doctor. Sabía que la mujer fue a castigar a los responsables de este accidente. Tanto a los Autobureiku como a sus Hana responsables de ellos por lo mismo había dejado allí a Himawari para que no fuera testigo aun de uno de los castigos severos que era capaz de dar ella.

―Sakamichi-sensei…

El pequeñito alcanzo a agarrar al mayor del pantalón de su hakama blanco  para que no se fuera. El hombre se detuvo y se dio la vuelta lentamente.

―Voy al piso de abajo por si viene alguien más ― toma la mano del infante logrando zafarse. Pudo sentir su calidez y suavidad trago saliva en cuanto su mirada se cruza con los adorables ojos inocentes de Himawari. Tenía que irse allí antes de callera en la perversa idea que ya maquilaba su mente a consecuencia de saber la experiencia previa que había tenido el pequeño antes―. Acuéstate otro rato y duérmete.

Es tan débil cuando de esta clase de cosas se trataban sabe que allí hay una oportunidad para hacer algo. Sacude su cabeza negando, sabe que a veces tiene ideas muy malas y sería terrible involucra a alguien tan joven en ellas ¿Cuántos años tenía Himawari? ¿Cinco? ¿Por qué no pone atención cuando Okaa-san le cuenta ese tipo de cosas? ¡Ese niño es tan pequeño! ¡su piel debe de estar increíblemente suave a esa edad! ¡Apuesta a que si la frota un poco entre sus muslos rellenitos se correrá a choros! El sería el más joven con quien estaría en su vida. Una sonrisa pervertida se asoma de sus labios.

― ¡Sakamichi-sensei, Sakamichi-sensei! ―llama una y otra vez Himawari inflando las mejillas disgustado― No tengo sueño. Quiero saber algo.

El doctor carraspea tiene que dejar esas ideas aun lado. Sabe que es malvado pero no un criminal... aunque eso también es una mentira. Como sea, contestara la pregunta del niño y bajara a su consultorio. Ya después se conseguirá una o quizás dos prostitutas para desahogarse.

―Umhhh… ¿a ver qué?

Además ¿Qué es lo peor que podía salir de la boca de un niño tan pequeño que probablemente  no hace mucho había aprendido ir al baño solo?

Himawari inflo sus mejillas algo enojado por la actitud del adulto. Pero sabía que si podía preguntarle algo a alguien esa era el doctor que parecía menos regañón que los demás adultos. Con voz curiosa y un ruborcito en su carita pregunto:

― ¿Tu pene también se pone grande?

― ¿HE?

El doctor sonrió nervioso ¿Ese niño lo estaba provocando acaso?

―El otro día un chico grande más grande que mis hermanos me mostro su pene. Era tan grande, hizo una cosa rara con su mano y también me mojo con una cosa blanca que no era pipi y… y…

El pequeño hablaba tan rápido que abrumaba al mayor. ¡Maldición! Siente la necesidad de educar adecuadamente a ese niño… aun que si su madre se enteraba el terminaría muerto pero Himawari es tan encantador e inocente que siente que no puede resistirse.

― ¡Muéstramelo Sakamichi-sensei!

Pide el niño con decisión hincándose en el futon y  palpando los pantalones del otro buscando el lugar correcto.

― ¡Espera! ¡Espera! ―el adulto parece que trata de detenerlo solo con palabras porque no se quita del lugar ni detiene las manos del otro. Le cuesta trabajo conservar la compostura, su lujuria siempre esta persistente en su persona que la blandura  de las pequeñas manos que exploraban sobre sus partes íntimas (aunque sabe que aún lo hacía con la inocencia de un niño) despertaba la efervescencia de su sangre un perentorio deseo que intenta reprimir  por todos los medios― ¿Acaso tu Okaa-san no te ha enseñado nada de estas cosas? ¿De lo que tienes que hacer en esta clase de situaciones?

―Ella dijo que es lo que hacen los demás. Que yo también lo aria alguna vez… Pero no sé qué es exactamente  lo que hacen los demás. ¿Solo hacen eso raro con su mano? ¿Eso es bueno? Ese chico dijo que eso era lo único que le apasionaba en la vida y parecía muy feliz cuando lo hizo. No sé nunca le hecho por eso usted me va a enseñar ¿verdad?

― ¡Pequeño y malvado diablito! ¿Con esas palabras como crees que pueda resistirme?―el doctor cubre su rostro con su mano. No tiene ni una pizca de resistencia.

―No soy un diablito

Contesta caprichoso el niño alzando su cara y mira el rostro del doctor ruborizar a la par que una enorme torre se erige de sus pantalones. El pequeño quita sus manos a la vez que suelta un pequeño grito de sorpresa:

― ¡Hiii! ¡Es muy grande! ¡La de usted es muy grande!

El doctor no puede creer el enorme bochorno que sentía en ese momento, él no era esa clase de persona. Su trabajo era avergonzar no sentirse avergonzado. Esta seguro que se ha ruborizado como un niño y no se atreve a hablar. Himawari por otra parte luce muy atento, murmura muy interesado:

―Quisiera ver su enorme cosa. Nunca le diré a nadie  si me dice el secreto. Necesito verlo y tentarlo.

―Recuerda bien lo que me has dicho esto lo estuviste buscando tú y no yo. Te lo enseñare siempre y cuando cumplas tu parte y no le digas a nadie.  

― ¡Si! ¡Enséñeme!

Y con esas palabras el hombro no demoro en abrirse los pantalones sacando su miembro hinchando y robusto. A los ojos de Himawari es tremendo y amenazante, la cabeza rojo encendido le apunta con una gota de líquido trasparente. Es más impresionante que la de aquel muchacho y sin embrago la curiosidad de lo que experimentaría es más fuerte que cualquier otro pensamiento que pudiera tener.

Sakamichi espera cualquier reacción negativa por parte del niño sin embargo este parece embobado por completo estirado sus manitas  con timidez para tocarlo.

―Es caliente y realmente duro... pero la punta es muy suave ciento como late ¡que gracioso! ―ríe el pequeño que apenas podía rodear el miembro con sus pequeñas manos.

―Vaya, vaya contigo ―el doctor se pasa una mano por sus cabellos blancos. Le da gracia el comportamiento del niño, cualquiera a esa edad ya hubiera gritado por ayuda, escapado o se hubiera paralizado con una cara de espanto. Y sin embargo allí estaba Himawari con los ojos brillantes, ansioso de aprender cuanto pudiera. Confiesa ―. Cuando tenía tu edad yo también era así de curioso e impaciente.

― ¿Umhhh?

―Yo también comencé a hacer estas cosas  como a tu edad. La primera vez fue con la nodriza que cuidaba de mí pero sin duda mi mejor experiencia de la infancia se la debo a uno de mis maestros. Me pregunto si mi profesor sintió la misma deprava excitación que yo siento en este momento por tener a semejante niño tan inocente y ansioso tocándome. Ahora, adelante te enseñare como hacerlo correctamente. Are que mi primera lección hacia ti se vuelva completamente inolvidable ―oriento las manos del niño par que le impartiera fricciones rápidas― Hazlo así, tan rápido como puedas. Si quieres ver aquello interesante que te mostro el otro chico.

El doctor toma la ventaja con cuidado tomo de los hombros al niño bajando el fondo blanco descubriendo hasta la cintura―. Tan hermoso como imagine que serias. Apuesto que cuando crezcas serás completamente irresistible.

― ¿porque hace eso?

―Solo me recreo la pupila. Quieres que termine pronto para mostrarte lo interesante ¿no es cierto?

― ¿Le gustan los niños Sakamichi-sensei?

― ¿De dónde sacas eso? Y no dejes de mover las manos, si, así más rápido. Sujétalo fuerte de la base con una y con la otra sigue frotándolo.

―Mis hermanos mayores suelen decir mucho eso de usted y se ríen.

―Ja ja ja No exactamente pequeño. Yo fui bendecido con el gusto por todo y por todos. No puedo cambiar los apetitos que la naturaleza me ha dado. Por lo mismo tú no debes de sentirte culpable por las tuyas cuando las encuentras. Quizás le podrás tener lastima a aquello que tienen apetitos extraños pero nunca debes de insultarlos.

―Está bien.  Vamos ya me estoy cansando― el pequeño sigue su intenso juego de manos. Es interesante no lo negara. Desde hace un momento se siente con un particular calorcito en la cara y en la parte baja de su vientre― suelte esa cosa blanca esta vez lo veré claramente―pide impaciente.

El adulto sonríe para sí mismo:

­―Ja jaja que inquieto. Qué tal si lo ayudas y le das un beso.

― ¿Beso?

―Si en la punta. Le gusta que le besen y lo laman en la punta. ¿Arias eso por mí?

―Ummmhh… no sabe feo ¿verdad?

―No. Claro que no. En lo absoluto.

―… está bien.

Himawari sin dudarlo casi de inmediato acerco su boca directo al ingobernable miembro erguido y beso la aterciopelada y roja cabeza sorbiendo de paso todo el jugo trasparente acumulado. Se dedicó alegremente a su tarea, se puso a maniobrar con un vigor tan grande, que casi de inmediato el viejo doctor no pudo evitar descargar sus indecorosos líquidos.

―Cof cof… ―tose el pequeño al sentir todo derramarse en su boca ― ¡ah! ¡Tramposo! ―grita molesto mientras es bañado de blanco ―es mucho y esta espeso. No sabe tan bien como pensé… ¡puag!

Y apenas exponer sus quejas de un solo movimiento el mayor lo tiro sobre el futon subiendo sobre él atacando su cuello, estrujando sus hombros. Al hombre se le dificultaba el no perder la cabeza y dejarle el cuerpo marcado a moretones. Retira el resto del fondo blanco y logra abrirle las piernas al niño sin mucho esfuerzo. Himawari patalea un poco por la sorpresa esta ruborizado pero no enojado.

―Sakamichi-sensei ¿Qué hace? Siento raro.

―Calama. ¡Cálmate Sakamichi! ―Se detiene en seco habla en voz alta―. Sé más decente que cualquiera de tus congéneres que se dejan llevar por tener un agujero virgen a su disposición.

― ¡¿Sakamichi?! ¡¿Sakamichi-sensei?! ―le llama el niño dejando de patalear. No entiende bien lo que dice pero no le gusta que no le ponga la atención debida. Su cuerpo se pone extraño―. Sakamichi-sensei… mi pene se siente caliente…

― ¡Ah! ―Daigo suspira mientras baja su mirada y comprueba el estado del otro. El pequeño pene de ese niño se pone juguetón y todo debido a el―. Hay que tomar las cosas con calma y no ser tan impulsivos ―dice en voz alta más para él que para el niño―. Es un juego muy peligroso para una persona tan joven como tú. Te devolveré el favor y te despertare el fuego del placer en tu cuerpo pero nada más. No querrás meter en problemas a un pobre hombre como yo ¿verdad?

―Claro que no… ―niega Himawari removiéndose un poco siente mucho calor venir del doctor y le agrada. Quiere hacer más cosas― mi corazón… siento que se va a salir… no sé qué va a hacer pero quiero que continúe…

―De verdad eres muy parecido a mi cuando tenía tu edad, Hi-chan.

― ¿Hi-chan…?

Pregunta el pequeño una de las manos del mayor comienza a recorrerle en uno de sus costados hay un cosquilleo agradable en esa acción tan simple.

―Tu nombre es Himawari ¿verdad? ¿Pero acaso no se escucha más bonito Hi-chan? Desde este momento ya eres alguien especial para mí. Así que déjame llamarte así. Solo a mí.

Besa de inmediato al niño en su frente y en ambas mejillas sin esperar su respuesta. Acaricia su dorso con su mano, su cintura es tan pequeña todavía que podía jurar que era como la un jarrón fino. Lame sus hombros y olfatea ese aroma a infante tan característico a leche. Frota sus muslos rellenitos y suaves pasa su mano sobre el sexo del niño sin tocarlo directamente aun la tela del fundoshi se interponía.

―Pero mira qué curioso para ser tan pequeño esto de aquí se pone duro.

Himawari se mueve un poco y solito se baja el fundoshi que ya está flojito por haberse movido tanto:

― ¿He? Mi pene se puso duro ―el peño sonríe―. Cuando lo toco últimamente se pone duro ¿no es grandioso igual que a los mayores? Aunque la mía no es tan grande como la suya Sakamichi-sensei.

― ¡Oh! Eso es porque aun eres un niño pequeño ya verás que con el tiempo esa parte de ti también crecerá con el resto de tu cuerpo. Dime ¿Puedo tocarlo un poco? No, no solo eso, lo justo sería que te hiciera sentir  bien de la misma manera en la que tú hiciste conmigo.

―Pues tengo cosquillas desde hace un rato. Si quiero que me toque igual.

Pide el niño sin ninguna vergüenza y el corazón del adulto da un vuelco. Si, definitivamente su profesor debió sentirse igual que el cuándo le dijo lo mismo a esa misma tierna edad igual a la de Himawari. Para incitarlo frota el pequeño miembro con la palma de su mano es suave y cálido, observa al niño encoger sus manos en su pecho, ruborizarse de inmediato, resoplar y soltar algo parecido a un gemido. Mas el niño no lo aleja por el contrario cuando se da la suficiente confianza le rodea la cabeza al mayor con ambos brazos y la baja a su pecho quizás solo para acomodarlo mejor y poder respirar pero ese lugar es el indicado para el otro para dar su siguiente ataque chupando los dulces pezones.

Himawari gime sin poder controlarse

“¿Qué son esos ruidos raros que salen de mi boca?” piensa el pequeñín  con un escalofrió por todo la espalda “No sé, pero se siente bien lo que hace”

El doctor huele a hierbas medicinales y su barba pica un poco en sus cuerpo pero a Himawari no le cabía duda que lo estaba gozaba.

― ¡Qué lindo se siente su lengua ahí! Ja ja ja

El niño se retuerce riéndose con una sonrisa revolviendo los cabellos blancos del doctor.

El doctor se sintió satisfecho al saber que el niño disfrutaba de la experiencia se limitó a recorrer con su boca el pequeño cuerpo que se le ofrecía por temor a que su pación le arrastrara a violarlo en el acto. Ni el sería capaz de tanta crueldad. Hizo un pequeño esfuerzo para cambiar la postura. Termino con la cabeza entre las piernas blancas y regordetas conduciendo el pequeño fruto de la pasión del niño a su boca lamiéndolo y chupándolo.

― ¡Ahhh! ― Himawari suelta un quejido especialmente sonoro y pervertido. Empezaba a sentirse tan bien como un cosquilleo que gradualmente lo hacía sentirse más y más caliente de tal manera que lo hace vibrar ― ¡Ah! ¡Se siente muy bien!

Sufre un delicioso espasmo al mismo tiempo que le falta el aliento. ¿Esto era lo que sus hermanos hacían todas las noches? Se sentía muy bueno. Su cabeza da vueltas, su boca completamente abierta tratando de recuperar algo de aire que se le escapa.

―Parece que estas teniendo un orgasmo. Nada más hay que mirar como tu pequeño pene está temblando mientras ases esa cara tan pervertida.

― ¡Más, quiero más! ―ruega con los ojos brillando de excitación y la boca abierta.

―Solo aremos una cosa más tu cuerpo es tan delicioso.

Dijo el doctor prosiguiendo a sujetar al niño de los muslos levantarlo ligeramente y aprisionar su miembro en medio de ellos mientras se frotaba ferozmente.

―Que niño tan perverso. ¿Sabes? mis mejores vivencias han sido con esa clase de personas.

Siguieron así unos deliciosos minutos entregándose solo a besuqueos y cosquilleos, hasta que Daigo se corrió abundantemente sobre el cuerpo desnudo de Himawari quien exhausto apenas podía mantenerse despierto.

―Hay mucho de su cosa blanca sobre mi… no es justo a mí no me sale nada…

Dice agitado tocando los fluidos esparciéndolo sin querer con sus dedos.

―Eso es obvio. Aun eres muy pequeño. Esa cosa blanca como le dices tiene nombre, se llaman semen. Ya veras,  cuando crezcas también te saldrá y cuando comience salirte te sentirás aún mucho mejor de lo que te sientes ahora.

―Eso es genial…  ―Himawari se sonríe mientras se queda dormido.

Daigo-sensei se cubre el rostro con su mano. ¿Cómo era posible que ese niño le despertara su casi carente vergüenza? Se volvió a ruborizar como un jovenzuelo. Se aseguró de limpiar al niño meticulosamente para no dejar ni un rastro de evidencia. Consiguió cambiarlo con algo de ropa vieja que ni el recuerda porque la tenía y bajo a su consultorio como si nada.

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Un par de horas más tardes Okaa-san fue a recoger a Himawari, cuando entro al consultorio de Sakamichi-sensei no estaba. Comenzó a maldecirlo por lo bajo al atreverse a dejar solo al niño cuando escucho unos ruidos venir de la habitación contigua, se adelantó rápidamente temiendo por la seguridad de Himawari se adentró sin anunciarse pero lo único que encontró fue al doctor y dos mujeres desnudos retozando como animales.

― ¡Sácalas de aquí inmediatamente!

Grito Okaa-san eufórica tomando prendas de ropa del suelo y aventándoselas a aquellas mujeres las cuales solo gritan asustadas y salen corriendo de la habitación.

―Sabes que por cosas como esas dicen el en barrio que tú y yo tenemos amoríos.

Daigo le comenta medio molesto. Esas chicas llegaron como un regalo de los dioses para controlar sus apetitos surgidos de los juegos que tuvo con el niño. Aunque estas no fueran lo suficiente para saciarlo.

― ¡Patrañas! ―ella se cruza de brazos y lo mira con frialdad―. Aún más importante ¿cómo te atreves a hacer esta clase de cosas con Himawari arriba? ¿Qué pasa si te veía? ¿He? Con la poca vergüenza que te cargas ni siquiera eres capaz de vestirte ante la presencia de alguien más.

―Yo no tengo nada de qué avergonzarme. No tienes que preocuparte el niño está dormido. Es más fácil que tú lo despiertes con tus gritos. Además tenía que hacer algo para entretenerme. Solo se te ocurre a ti dejarme solo con alguien como Himawari.

― ¿AH? ¿Eso qué significa? ¿No te atreviste a hacerle algo o sí?

― ¿Para qué crees que estaban esas mujeres aquí? Ellas son una mejor distracción que un niño tan pequeño. No creas que yo cometería un crimen tan grave ―miente―. Lo he dejado dormido todo este rato. Ni siquiera lo he tocado y como doctor que soy hasta te puedo certificar con papeles lo virgen que continua siendo. Pero mira, tú no tendrías estas preocupaciones si hablaras honestamente con él ―repela el hombre recargándose como si nada sobre su mesa de preparaciones medicinales―. Ya es tiempo que lo eduques para que  sepa que hacer en ciertas situaciones y aún más importante para tome tu lugar algún día.

―No te pedí tu opinión, ni tus sugerencias.

― ¿Es eso o es que acaso no quieres involucrar a ese niño en el negocio solo por ser el hijo de esa persona que amaste tanto?

¡¡Plazzz!! Se escucha un fuerte golpe. Okaa-san había golpeado su puño contra el marco de la puerta. Sakamichi parece no inmutarse sin querer había cruzado el límite de lo que podía decirle. Ella no dijo nada más, dio la espalda y subió en donde estaba el niño comprobando que se encontraba pacíficamente dormido. Lo cargo en brazos llevándoselo de vuelta al Raikorisu no hata.

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Himawari cumplió su palabra y no dijo nada sobre la experiencia que había tenido con el viejo doctor.

Al día siguiente de su primera experiencia por fin Okaa-san decidió hablarle con la verdad, sobre lo que ocurre en esa casa y sobre sus responsabilidades futuras como heredero del Raikorisu no hata, sobre los cuidados que debía tener de ahora en adelante, básicamente le dijo que no dejara que nadie se le acercara de nuevo de la misma manera que aquel muchacho ojeroso.  

Y aunque aún era pequeño para ser considerado un Autobureiku su entrenamiento como el mismo empezaría inmediatamente.

“Aprende absolutamente todo lo que puedas para eso están tus hermanos mayores”

Ordeno Okaa-san.

Las cosas cambiaron absolutamente para Himawari después de ello.

Para ese momento ya todo el mundo sabía dentro de la casa sobre su incidente con Mitsuruji-dono. Recibió reproches y risas  de parte de los mayores resentidos por el castigo que habían recibido por su culpa, los Autobureiku de ese entonces dejaron de jugar con él. Sin embargo ya no le ocultaron  las cosas, quizás la suavizaban de vez en cuando pero ya no había secretos solo explicaciones sencillas de cómo se regía ahora el  mundo. El cliente era lo primero, ganar dinero es el objetivo y sentirse bien era lo mejor que había en el mundo o almenas lo suficiente para aguantar los caprichos de los clientes. Himawari mezclo todo eso con lo que le había y le sigue enseñado Okaa-san; protocolos, reglas y responsabilidades. Todo en una visión simplificada que pudiera comprender. Cuando creciera sería entregado a aquel mundo oscuro de placer de compra y venta. Sin embargo a comparación de otros que trabajarían en sus mismas condiciones su destino tenía el obligado porvenir de heredar la casa cuando fuera mayor. Ese era su deber y el acepto. Aprender todo lo que pueda del Yukaku y su mundo para enorgullecer a Okaa- san.

Esa noche en la que Himawari y Tsubaki vieron el Oiran Dochu juntos por primera vez, el mayor le dijo una verdad que todos conocían en el barrio.

“Pero yo nunca he estado afuera.  ¿Por qué sabes? Yo nací aquí. Okaa-san es mi verdadera madre”

 

Continuara...


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