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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Notas del capitulo:

¡hola a todos!

Continuamos con este qpequeño relato de Nadeshiko hacia Tsubaki. 

Por suerte puede actualisar antes de lo que tenia esperado. Eso e agrada. Aun que sigo ocupada con las actividades diarias y el trabajo. se viene los meces pesados. Me doy mi tiempo para continuar esta historia...

Tambien ultimamente he estado pensando en que voy a tener que cambiar, no mejor dicho, agregar algunas advertencias mas al fic...

pero ya lo vere co el tiempo.

sin mas los dejo por el momento con el capitulo. 

Capitulo XVIII

 

Un día Tsutsuji Nii-san había invitado a Kiku a pasar la tarde en su habitación. Esto era debido a que este sentía pena por el niño de pelo negro. Fuji era demasiado frio con él. Se preguntaba si acaso le estaba enseñando bien. Para su sorpresa el niño ya sabía leer a la perfección y escribir caracteres muy avanzados para su edad. Quizás se preocupaba demasiado por nada. Es decir la presentación de Kiku fue todo un éxito al haber declamado los seis primeros pasajes de los cuentos de Ise sin equivocación de memoria. No solo eso su expresión corporal al hacerlo fue lo que había llamado la atención de los presentes ese día.  Aun así, Fuji le había asegurado que eso no era para nada lo que había preparado esa noche para presentar al niño. Asiendo que el mayor se enojara con el de nuevo por desobedecerlo, sin embargo, como fue elogiado por Okaa-san no lo había castigado.

Tsutsuji pensaba que Kiku se veía demasiado solitario. No comía cerca de los otros niños y jamás lo había visto interactuar con otros que no fuera Fuji. Por eso cuando noto que siempre estaba detrás de Nadeshiko pensó que lo mejor sería invitarlo a estar con él. No parecía una mala idea para nada. En ese momento podía ver a Kiku detrás de Nadeshiko guiar su mano delicadamente mientras le enseñaba la manera correcta de trazar unos caracteres.

“Eso es lindo” “es lindo que lo ayude y se hayan vuelto cercanos” Pensaba. “Eso también le hará bien a Nadeshiko”

―No tienes por qué apretara tan fuerte el pincel. O el trazo se verá desagradable.

Escucha a Kiku mientras aprieta la mano de Nadeshiko con fuerza. El otro se queja y afloja su mano adolorido.

―Es suficiente ―Tsutsuji da un aplauso para interrumpirlos. La acción le pareció un poco brusca. Quizás era que Kiku había tenido un pasado difícil lleno de golpes que le impedía saber controlar su fuerza y por ende a llevarse bien con los demás y por ello ni siquiera Fuji sabe cómo tratarlo. Continuo―. La lección de hoy ya termino, dentro de poco será la hora del baño. ¿Fuji no se molestara si no vas a verlo?

―Está bien. Dijo que podía quedare todo el tiempo que quisiera con Nadeshiko.

― ¿Él dijo eso?

―Si.

Kiku contesta serio sin siquiera mirara al mayor.

Tsutsuji duda un poco:

―Tal vez deba de preguntarle si está de acuerdo que estés aquí.

―Él no quiere que lo moleste. Soy un estorbo para él.

Kiku contesta sin dudar un poco a pesar de que eso no era cierto. Sin embargo el mayor le creyó. Se acercó a él con lastima y lo abrazo cálidamente.

―No te preocupes. No eres un estorbo. Te puedes quedar aquí todo el tiempo que quieras. Nadeshiko también está de acuerdo ¿verdad?

―S-sí.

Contesta el niño Eta nervioso. No es que le desagradara la idea por completo, pero si le incomodaba un poco. Últimamente Kiku lo había estado siguiendo a todas partes vigilándolo todo el tiempo. Sin embargo su desconocimiento sobre tener amigos había hecho que no le dijera sus preocupaciones a nadie, creyendo que solo eran exageraciones y pensar que debería de estar agradecido porque alguien quisiera estar a su lado.

El mayor se separa del niño de cabello negro, se inca para quedar a su altura y mirándolo a la cara. Tiene esa expresión serie, carente de emociones. Sus ojos negros parecen abismos que se tragan su reflejo. Tsutsuji no niega que eso lo hacer sentirse terriblemente incómodo. Fuerza una sonrisa y le dice al mismo tiempo que pone sus manos en las mejillas de Kiku:

―Esa expresión tuya da mucho miedo así que ¿porque no sonríes?―masajea sus mejillas hasta formar algo parecido a una sonrisa―. Recuerda que siempre tienes que sonreír ya sea en plena floración o en dispersión. Mantente con una sonrisa orgullosa hasta el final.

― ¿Por qué sonreír? ―cuestiono el pequeño que no detenía al mayor de que apachurrara sus mejillas y las estirara.

― ¿Cómo que porque? ―Tsutsuji sonríe dulce―. Todo siempre es más fácil si estas sonriendo. Lo bueno, lo malo. Todo es más fácil con una sonrisa.

―Más fácil… ―Kiku parece meditarlo―. Así es como consigue todo lo que quiera ¿verdad?

― ¿He? B-bueno yo no diría eso… pero se puede decir que es un secreto profesional ―contesto Tsutsuji soltándolo.  Explicando lo que alguna vez su padre le dijo sobre sus principios como onnagata―. Sean como la flor de sakura que siempre provoca una sensación de paz interna y admiración por su belleza. Que vive con orgullo y pación  hasta el final cuando estas mueren cayendo delicadamente. Ahora mismo ustedes dos son como pequeños capullo que esperan florecer para mostrar su belleza y fortaleza oculta, cuando llegue el momento siéntanse orgullosos de eso.

Kiku no hace ninguna expresión, había entendido de una manera particular lo que Tsutsuji había compartido con ellos. Nadeshiko por su parte estaba encantado, sus mejillas se ruborizaron un poco  ante la idea de que podía tener algo así. Era maravilloso para alguien como él, que se supone solo podía llevar la muerte consigo.

―Entiendo.

Contesta Kiku seco comenzando el mismo a masajear su cara tratando de formar esa sonrisa que el mayor alentaba.

―Y-yo también.

Nadeshiko intenta imitar de igual manera sin tener mucho éxito.

―Dejen eso por el momento. Es hora del baño.

― ¡Si!

Nadeshiko contesto poniéndose de pie rápidamente yendo por las cosas que ocupaban.

―Puedes acompañarnos si no quieres molestar a Fuji ―comento Tsutsuji.

―Está bien.

Contesta el niño que parece sonreírle de igual manera que él lo hace. Provocándole una impresión al mayor, el cual no pudo evitar un sobresalto en cuando la expresión del niño cambia de nuevo y este se sujetaba el rostro tratando de volver a sonreír.

Por un breve momento Tsutsuji se sintió tan perturbado como Fuji le aseguraba que lo hacía sentir ese niño.

La presentación de Nadeshiko vino unos días después de ese incidente. Ese día Tsutsuji lo había arreglado tan bonito a Nadeshiko con un kimono morado lleno de bordados de glicinias y su pelo amarrado un chongo clásico como el de las mujeres con una kanzashi dorada de flores adornándolo, que nadie hubiera sospechado que era Eta. Ese día solo se presentaría él, asiéndolo sentir más que nervioso con tanta atención recibida al momento de conversar con los asistentes los cuales no habían sido muchos, si acaso una cuarta parte de los que asistían regularmente a una presentación. Al menos eso era lo que Tsutsuji le aseguro. Sobra decir que él no hablo ya que estaba prohibido. Sin embrago todos conversaban con él como si presupusieran sus palabras.

Para el acto principal. Presento la obra “Fuji musume”. La cual no era nada sencilla, ni corta. Después de todo constaba de cinco bailes diferentes, tres aparatos y cuatro cambios de kimono. En el que él interpretaría el papel de la Doncella glicina (Wisteria) en un hermoso escenario de madera con un fondo de racimos de flores de glicinia malva y púrpura que había mandado Okaa-san a hacer en medio del patio solo para esta ocasión.

Tsutsuji le había enseñado este baile a Nadeshiko prácticamente desde que el menor le pidió que le enseñara a bailar. Lo hizo sentado en su futon mientras se recuperaba. La postura, el movimiento de las manos, las miradas que debía de hacer. Explicándole que el placer de aquella danza provenía de los rápidos cambios de vestuario que se realizan en el escenario detrás del tronco del árbol de glicinia y las miradas encantadoras y cautivadoras de la doncella mientras expresa sentimientos de amor.

La obra representa al espíritu de la glicinia como una chica joven extravagantemente vestida con kimono de larga manga y Obi con un patrón distintivo de glicinia. También porta una rama de Wisteria con la cual posa cuando comienza el baile. La danza es de complejos pasos creando una serie de imágenes sugerentes. Hacen referencias sensuales a la proximidad de la glicinia y el pino que la soporta, tallos entrelazados comparando dos amantes durmiendo juntos. La danza se mueve a través de distintas secciones, con el bailarín imitando la alegría de una chica enamorada, luego la angustia de los celos y más tarde la decepción.

La presentación de Nadeshiko fue buena. Después de los nervios iniciales, logro concentrarse lo suficiente para recordar todos los pasos a la perfección. Ir a cambiarse en los tiempos indicados. Incluso supero con creces la parte en la que debía bailar imitando la ebriedad que era la parte que más le costó realizar. En verdad se había esforzado mucho, a pesar del dolor que tenía en el cuerpo por las posturas poco convencionales y las ampollas en los pies que apenas sanaban. Estaba a punto de terminar el baile. Solo tenía que regresar a la parte de atrás del escenario agacharse, tomar la rama de Wisteria y posar para finalizar. Lastimosamente al momento de agacharse a recoger la rama de flores purpura cometió el error de pisarse la parte delantera del kimono y caerse frente a todos. Si se lo hubiera tomado como un simple descuido, levantado y terminado. No hubiera pasado nada, pero él no es así. Y hasta hoy en día lamente ese error. Nadeshiko se quedó estático frente a su público, debieron ser un buen par de minutos porque todos comenzaron a murmurar o se reían burlones por su error. No pudo retomar su acto. Lo inundo el pánico, tomo la parte de debajo de su kimono y se bajó del escenario prácticamente de un salto y salió corriendo rodeando las salas principales.

Se metió a la cocina por la puerta de la servidumbre y se escondió en una esquina de la alacena en la oscuridad.

Apenas sentarse en el suelo se llenó de angustia. En cualquier momento Okaa-san aparecería para arrastrarlo de nuevo al patio para castigarlo. ¿Su hermano mayor que estará haciendo? ¿Estará decepcionado de él por arruinar tanto trabajo? Pensó que saldría corriendo detrás de sí pero no fue así. Pasaron un par de minutos cuando escucho como alguien entraba a la cocina y encendía una lámpara para alumbrar. Se asomó levente por el costado de la alacena mirando a Kiku para su sorpresa.

―Allí estas.

Dijo acercándose con la lámpara en la mano. Nadeshiko solo escondió su penosa cara entre sus rodillas.

―Estuvo horrible. Lo arruine al final ―dijo queriendo llorar.

―Si lo fue ―contesta Kiku con una extraña emoción haciendo que Nadeshiko alce el rostro rápidamente. Lo observo, estaba hincado frente a él… sonriendo. Una extraña mueca que parece una sonrisa malvada. El pequeño de pelo negro sigue hablando con algo que se fue convirtiendo en obsesión―. Todos estaban mirándote. Murmurando lo lindo que eras al igual que una chica. Admirando lo perfecto que lo hacías hasta que te equivocaste. Tu cara tan patética en ese momento llenándose de desesperación fue simplemente perfecta. Es lo más hermoso que he visto.

Se lanza contra él y lo abraza con toda sus fuerzas. Como si Kiku no supiera en realidad qué hacer con toda esa emoción que le provocó verlo fracasar tremendamente.

Nadeshiko por su parte se encontró confundido por las palabras del que creyó su amigo. Lo escucha decirle mientras clava sus dedos en su cuerpo tan fuerte que le duele.

―Para todos fuiste un fracaso pero para mí fue perfecto.

“Que tonto fui… un verdadero tonto. Pero yo no sabía que los amigos de verdad nunca te dirían esas cosas… quizás si me hubiera alejado de él en ese momento. No habría pasado por tanto. O quizás… solo habría adelantado lo inevitable”

― ¡¿Qué están haciendo?! ―de repente escuchan la agitada voz de Fuji venir de la puerta abierta de la cocina. En cuanto ve a los niños se acerca a ellos rápidamente y los separa sin tacto jalándolos. Se refiere a Nadeshiko―. Tienes que regresar allá. Tsutsuji está disculpándose por ti con todos.―toma a los niños de las muñecas uno de cada lado llevándoselos a fuera consigo. Voltea a mirar al pobre niño en kimono de Wisteria lucir avergonzado. Trata de animarlo―. Vamos, no fue tan malo. Me sorprende que pudieras aprender todo la obra en tan poco tiempo. Además nuestros clientes están tan locos que pensaran que fue adorable que salieras corriendo de esa manera tan tímida.

―Entonces si hay clientes a los que les gusta verte fracasar.

―Guarda silencio. Nadie te pregunto ―regaño Fuji a su hermano menor mientras le sacudía―Ya te he dicho que no tienes que decir todo lo que estés pensando. Modérate o un día de estos te darán un golpiza por eso.

Kiku se quedó callado. Fuji se calmó pensando que por fin ese niño había entendido de una vez por todas, ese regaño que siempre le daba. Sin embargo Kiku no se había quedado callado por eso, en su lugar analizaba la probabilidad de que ocurriera y que quizás no sería tan desagradable para él que le pasara eso. Se sonríe de nuevo de esa manera macabra. Nadeshiko nota eso y tiembla un poco. Desde que Tsutsuji le enseño que debería sonreír, ese era resultado que Kiku mostraba, esa era su verdadera sonrisa de alegría. Y él no podía entender porque esta era de esa manera tan aterradora.

Esa noche termino la presentación mejor de lo que se hubieran esperado. Termino pidiendo disculpas frente a todos los invitados, arrodillándose, inclinado su cabeza hasta suelo. Sintiéndose avergonzado y profundamente mal. Recuerda cuando tuvo que hacer lo mismo con su padre por aquella carne seca. Escucho comentarios de todo tipo, quienes con desagrado lo condenaban al fracaso así mismo quienes se reían con la ingenuidad del niño nuevo. Cuando los invitados se fueron, Okaa-san lo miro fijamente para a continuación jalarlo del cabello deshaciendo el recogido que su hermano le había hecho. Sin que nadie hiciera nada solo escucharon como le grito al pobre niño por sus errores.

Cuando termino ordeno a los demás:

― ¡Váyanse todos a dormir! ―soltó al niño tirándolo al suelo y marchándose―. Tengo muchas cosas que hacer esta noche para desperdiciarlas castigando a ese niño.

Ella desaparece por el pasillo oscuro. Poco a poco todos comienzan a dispersarse. Tsutsuji por su parte corre hacia Nadeshiko para abrazarlo tratando de consolarlo.

―Está bien. Está bien. No pasó nada

Dice mientras el niño gimotea. Lo carga en brazos dispuesto a subir las escaleras cuando otro de los chicos mayores le dice nada amable interponiéndose en su camino:

―No sé porque llora. Eso le pasa por semejante demostración ―era el cuarto y último Hana de aquella generación. Su nombre era Ayame. Tenía quince años de cabello y ojos castaños con una pile banco crema que realzaba su kimono amarillo con flores plateadas―. Sakura tiene razón. Ese niño solo es un estorbo en esta casa. Solo trae mala suerte

― ¡Claro que no! ¡No lo es! ―defiende Tsutsuji.

― ¡Cómo puedes decir eso después de cómo te dejaron hace unos meses por culpa de ese mocoso Eta!

Le grita frente a todos los pequeño que quedaron rezagados esperando subir las escaleras a sus cuartos. Murmuran.

― ¿En serio? Que desagradable.

―Es asqueroso. Eso explica sus formas raras de hacer las cosas.

―Que no se le ocurra acercarse.

La mayoría de los niños que estaban en esa casa habían sido pobres, sí. Pero en su mayoría eran hijos de campesinos caídos en desgracia. Inculcados con los prejuicios hacia los Eta y desconocidos de su status de Hinin fuera del Yukaku.

Tsutsuji frunce el ceño. Él no le había dicho a nadie aparte de Fuji que su hermanito era Eta. Sabe que no fue Fuji porque él jamás le haría eso. De seguro fue el imbécil de Sakura que trata de nueva cuenta en dejarlo en ridículo. Este había sido de los primeros en marcharse y era lo mejor porque seguramente le gritaría sus verdades frente a los que estaban allí en ese momento.

― ¡Más les vale dejar en paz a Nadeshiko! ―advierte el mayor―. Si me entero de que le hacen algo me las pagaran.

―Ni quien te tuviera miedo  ―contesto Ayame―. Desde cuando te crees hombre para amenazarme, si te la pasas actuando como si fueras una mujer todo el tiempo ―lo empuja levemente provocándolo.

― ¡Soy un onnagata al igual que mi padre! ¡No espero que un campesino bruto como tú lo entienda! ¡Lo mío es un arte!―Tsutsuji lo encara y regresa el empujón.

― ¡Oh cierto! Lo olvide. No todos pudieron tener un padre famoso como el tuyo. Un padre que se suicidó cuando se quedó en la pobreza.

― ¡¿Qué dijiste?! ¡No sabes nada! ¡Eso es solo un rumor de los que tenían celos de él! ¡Él era el mejor bailarín de la ciudad!

Tsutsuji se dispuso a defenderse a golpes si era necesario.

Es entonces cuando Fuji se pone entre ambos molesto:

―Ya me cansaste ¿qué tal si peleas conmigo si te crees tan hombre?

― ¡No te metas Fuji! …me largo de aquí. Solo no hagas que ese niño se acerque a mí.

Dijo Ayame marchándose escaleras arriba. Sabía que no era capaz de ganarle en una pelea a Fuji. Además no quería ser castigado, Okaa-san no estaba de humor para soportar esos desplantes y seguramente vertería su furia con quien se atreviera a faltar a las reglas en ese momento.

Al día siguiente cuando todos se reunieron para el desayuno. Nadeshiko pudo darse cuenta que ya todos sabían de su herencia familiar. Los habían aislado en una de las esquinas de la habitación y dejado un buen espacio entre su hermano mayor y él, del resto de chicos. Ahora que son tan pocos chicos se notaba demasiado. Los únicos que se habían sentado a su lado eran Fuji y Kiku.

―No te fijes en esas pequeñeces. No tienes nada de que sentirte avergonzado. Estoy seguro que después del desayuno, cuando Okaa-san muestre los resultados de tu presentación de ayer todo estará bien.

Le sonrió gentilmente procediendo a desayunar. Pero eso no hizo mucho por mejorar los ánimos de Nadeshiko que bajo más la mirada mientras se llevaba un bocado de arroz a la boca con los palillos. Aun no puede creer lo delicioso que es. Antes de llegar a la casa, jamás había probado arroz. Su herencia de eta se lo había impedido ya que en aquel entonces el arroz al ser considerado un tipo de moneda, era valioso y negado para alguien de su clase.

El desayuno pareció ir sin más contratiempo hasta que…

― ¡Haaa!

De repente se escucha un fuerte grito en la habitación. Era Ayame que había gritado adolorido. Tiro sus platos a  un lado suyo, escupiendo su comida en el tatami. Entre los rastros de arroz masticado mezclado con manchas de sangre sobresalía una aguja de cocer.

― ¡¿Quién lo hizo?! ―grito de inmediato, se veía la sangre en sus dientes. Se lleva la mano a la mejilla pensando que está sangrando también por fuera como lo estaba por dentro. Estaba tan enojado que no tenía más que un dolor incomodo en la boca. Voltea hacia todas partes preguntando de nuevo―. ¿Quién se atrevió a hacerlo? ¡Díganme!

Su mirada se posa con ira sobre Nadeshiko y Tsutsuji que están en la orilla opuesta frente a él. Se levanta rápidamente  dirigiéndose a ellos. Toma al menor por el cuello del kimono.

― ¿Trataste de matarme verdad? esa aguja la pusiste allí ¿cierto?  ―lo sacude.

Nadeshiko está asustado apunto del llanto. Tsutsuji toma la muñeca de Ayame tratando de hacer que lo suelte.

―No digas tonterías. Como pudo hacer eso sí ha estado toda este tiempo conmigo.

― ¡Entonces fuiste tú!

Grita Ayame empujando a Tsutsuji con todas sus fuerzas. Este cae de sentón. El pequeño Eta se acerca a su hermano preocupado y lo abraza. Fuji por su parte se coloca delante de ellos para defenderlo.

―Si no fue él ¿quién fue? ―cuestiono Ayame.

―A mí no me importa. Te calmas o lo are yo a golpes ―advierte Fuji.

Las sirvientas que estaban en el lugar sirviendo el desayuno no tardaron en actuar. Tres sujetaron a Ayame por la cintura y la espalda. Dos más sujetaron a Fuji.

―Suéltenme ―gritaba Ayame  resistiéndose―. Me las pagaran. Me las pagaras Tsutsuji.

―Debe de calmarse Ayame-Hana

Las sirvientas tratan de persuadirlo.

―Tenemos que revisarlo. Aún continúa sangrando.

Lo arrastran lejos del chico de kimono rosa y lo hacen sentarse en el suelo. Ayame más calmado se toca la mejilla derecha, el dolor comienza a hacerse más intenso, así mismo el sabor metálico de la sangre dentro de su boca. Las sirvientas lo atendieron.

Del lado de Fuji. Al ver las sirvientas que este no iba a continuar peleando con el otro muchacho lo soltaron. Nadeshiko pensó al verlo asecharse hacia ellos, que correría a ayudar a Tsutsuji a levantarse pero en su lugar. Solo lo mira como, él se queda impactado, mirando algo detrás de ellos que lo ha descolocado por completo. Se toma unos segundos antes de correr detrás de ellos y salir de la habitación con Kiku bajo su brazo.

― ¡¿F-Fuji?!

Lo llama Tsutsuji aun en el suelo apenas levantándose. Asustado de que este no le contestara e incluso de que lo ignorara. Se levantó y salió corriendo a perseguirlos en compañía de Nadeshiko. Tardaron en subir ya que fueron interceptados por una sirvienta que insistió en que debería quedarse abajo para recibir los resultados de la presentación de Nadeshiko. Sin embargo este se negó y subió a la habitación de Fuji. Sin embargo cuando se encontraron frente a su puerta el moreno sale cubriéndose el rostro lamentándose.

― ¿Qué ocurre Fuji? ¿Fuji? ¡Espérame! ―Tsutsuji lo llama pero no hay contestación. Mira dentro de la habitación que se había quedado con la puerta abierta. Esta Kiku en el suelo de rodillas apretando los extremos de su kimono negro. Se dirige hacia Nadeshiko―. Espérame aquí. Tengo que ver qué ocurre.

Va detrás del muchacho. Dejando a los niños solos.

Nadeshiko se quedó en el marco de la puerta observando a Kiku que no se mueve en lo absoluto. Tiene la mejilla roja y hace un ruido como si estuviera sollozando. Jamás había visto al niño de pelo negro llorar. Así que Nadeshiko entro a la habitación. Cerró la puerta detrás de él.

― ¿Kiku? ―llama. Pero no hay contestación. Se acerca lentamente al menor―. ¿Kiku? ¿Estás bien?

Cuanto se encuentra frente a él. Se arrodilla para quedar a su altura:

― ¿Kiku?

Cuando de repente… ¡Bamm!

Está en el suelo boca arriba con Kiku sobre él. Lo sujeta de cada una de las muñecas fuertemente impidiendo que se levante. Kiku respira agitado, ruborizado con los ojos llenos de deseo desenfrenado. Estaba verdaderamente excitado por primera vez en su vida.

― ¿Qué te pasa? ¡Suéltame!

Pide Nadeshiko sintiéndose indefenso. Tenía una idea de lo que iba a pasarle si no lograba salir de la habitación a tiempo.

Kiku sonrió de esa manera escalofriante que solo él sabe. Su hermano por fin había hecho algo más que darle de una bofetada. Descubriendo al fin esa sensación irrefrenable de calor llenarlo a oleadas.

―Es la primera vez que me siento así ―confiesa. Aprieta con más fuerza las muñecas del mayor haciéndolo soltar un quejido―. Nunca pensé que me podría sentir así. Están… están… ¡es tan maravilloso!―aprieta aún más fuerte. Nadeshiko se queja retorciéndose del dolor. Kiku sin embargo esta fuera de control. Se declara sin freno― ¡Me gustas! ―el mayor lo mira sorprendido. El de cabello negro continua―.  ¡Tu mirada! ¡Si! ¡Si, esa es la que me gusta! ¡Me gustas mucho Nadeshiko! ¡Solo tú! ¡Eres el único que me hace sentir algo!

No se guarda nada en su declaración que parece más una confesión de absoluta obsesión.

― ¡¿Qué estás diciendo?!

―Me di cuenta desde hace un tiempo que solo puedo pensar en ti en todo momento. Te duele ¿cierto? A mí nunca me duele nada, así que conocer a alguien que siente dolor todo el tiempo debe de ser el destino. ¡Nuestro destino! ¡Los dos estamos hundidos en una oscuridad de la cual no podemos salir! Lo sé. Me doy cuenta. ¿Acaso eso no es maravilloso? Los dos compartiremos estos sentimientos.

 ― ¡Suéltame! ¡No sé de qué estás hablando!

Nadeshiko se bate con todas su fuerzas para ser soltado.  Jamás pensó ver al inexpresivo Kiku hablándole con tanta emoción. Esta aterrado.

― ¿Sientes esto verdad? ―pregunta el menor mientras fuerza al otro a meter su mano por debajo de su kimono y frotar con su palma en la entrepierna. Nadeshiko enrojece soltando un chillido al sentir la caliente erección del otro. Kiku continúa sin dejar de apretar su muñeca con todas sus fuerzas―. Es la primera vez que se pone de esta manera por hacer algo sucio. Y solo lo compartiré contigo.

― ¡Es suficiente! No deberíamos de hacer esto. Lo sabes.

―Pero que dices. Si yo sé que los demás asen estas cosas entre ellos. Inclusive que son nuestros hermanos mayores los que deberían enseñarnos sobre ellas. Seguramente ya los has hecho muchas veces con Tsutsuji Nii-san. Por eso es que te ruborizaste en cuanto me tocaste.

― ¡N- no es verdad! ―niega Nadeshiko avergonzándose haciendo su sonrojo aún más grande. Si, ya lo había hecho varias veces con Tsutsuji, pero lo que Kiku quiere hacer con él se sentía completamente diferente.

―Es lindo cuando niegas lo que sientes. ¡Me gusta mucho!

Kiku intenta besarlo pero Nadeshiko solo mueve su cabeza a todas partes esquivándolo con la mirada llena de lágrimas. Aun que sea, eso es lo único que Nadeshiko no quiere cederle con facilidad. El niño de kimono negro no obstante no forzó ese beso. Él quería algo más antes que la efervescencia de su sangre se marchara.

Se inclina hasta su oído y le susurra tentadoramente:

―Nadeshiko hagamos eso que nuestros hermanos mayores hacen todo el tiempo.

El niño Eta abre los ojos sorprendido. En verdad Kiku iba enserio con él. Lo sabe por qué comienza a ejercer presión con su rodilla entre sus piernas para poder abrirlas. Se alarma mientras lucha por desprenderse del agarre del otro niño, que usando su fuerza lo abraza pegando todo lo que podía sus cuerpo.

―Tranquilo. Ya sé que es lo que no podemos hacer. Pero no por eso, no lo disfrutaremos juntos.

―No quiero. Suéltame Kiku.

Ruega una vez más Nadeshiko. Sin embargo esta vez lo único que recibió como contestación fue una fuerte mordida en su hombro por parte de Kiku. Grita con fuerza mientras el otro ruboriza y tiembla de deseo. El pequeño Eta que en realidad jamás en su vida había peleado a golpes, no sabe qué hacer, la impotencia lo inunda. Se mueve a todos lados logrando encestar algo parecido a una bofetada en el rostro de Kiku, a lo que este solo atrapa su mano en aire y se mete los dedos a la boca lamiéndolos deliciosamente, llenándolos de saliva que escurre de sus labios solo para morderlos.

Nadeshiko grita aún más fuerte alcanzando a retirar sus dedos lastimados de la boca del otro. Solo son cortadas menores parecidas a rasguños pero le arden demasiado. Kiku por su parte lo vuelve a agarrar de las muñecas, haciendo presión, golpeándolo contra el suelo. Se relame los dientes, sabe levemente a sangre. Le tiemblan los muslos enardeciendo en el deseo de aquella pasión recientemente descubierta. Suelta un gemido bastante sonoro.

Para el castaño el dolor es demasiado sus ojos se llenan de lágrimas. No quiere darse por vencido aun pero está lleno del terror de lo que le ara Kiku más allá de asaltarlo.

Entonces el otro valiéndose de toda su fuerzas arranca rápidamente el obi del kimono apartándola tela, dejándolo solo con el fundoshi blanco. El cuerpo de Nadeshiko es pequeño, delgado. Con un vientre planito y unos pequeños pezones tímidos rosaditos. 

―Ya... por favor… ―Nadeshiko ruega sometido. Duele. Todo duele―… déjame…

Aún más excitado por este espectáculo. Kiku se sonrió. Suelta un golpe en el abdomen de su víctima. Dejándolo indefenso, sin aire. La cabeza de Kiku se nubla por la excitación y sin poder controlarse ni un poco más comienza su tortura para satisfacerse. Unas veces mordía los hombros y brazos de Nadeshiko, otras le pellizcaba las nalgas, luego le golpeaba el pecho con su barbilla, enseguida le rasguñaba el vientre, pero su lujuria no parecía calmarse con nada. Entre más se agitaba y se debatía Nadeshiko en su martirio, Kiku parecía más complacido.

Ya casi afónico por los gritos. Nadeshiko perdió la noción del tiempo y dejo de preguntarse ¿si es que acaso nadie los estaban escuchando? ¿En dónde estaban los demás? ¿Por qué nadie lo había ido a rescatar? No. Alguien como él no merecía ser rescato. Jamás había aparecido alguien para rescatarlo. Ese era el destino que le deparaba a alguien como él que llevaba el repugnante olor a muerte consigo.

Kiku por su lado sigue sus perversos juegos. Él que siempre ha sabido que es diferente por dentro. Corrompido y hueco. El que nunca había experimentado nada parecido a la felicidad o la excitación en su vida. Ver a Nadeshiko tan diferente por dentro a si mismo fue lo que llamo su atención. El compartir con él, el momento de su descubrimiento y de su despertar sexual; algo que pensó que nunca tendría. Estar con Nadeshiko, en ese momento, es lo más anhelado que pudo tener…

Cuando el abdomen de Nadeshiko ya estaba tan colorido por los golpes y los arañazos. Cuando sintió su cuerpo ceder, no pudo evitar un temblor en todo el cuerpo al sentir la proximidad de su destino.

Kiku por su parte centro su ataque contra el pecho del pobre niño eta. Frotaba con los dedos la circunferencia, estrecha con rudeza, pellizcaba los pezones, finalmente, en un último arranque, abrió todo lo que podía su boca y mordió alrededor de su pezón izquierdo. Los alaridos de Nadeshiko inundaron el lugar mientras Kiku alzaba el rostro lleno de placer. El menor se despojó rápidamente su kimono negro, revelando una palpitante erección atrapada en el fundoshi. Inexperto en cualquier tipo de caricia generosa o satisfacción sexual convencional, solo atino a lanzarse sobre el cuerpo debajo suyo y frotarse descontroladamente, vigoro y entusiasta. Al darse cuenta que Nadeshiko, se reprimía de seguirlo en aquellas ondulaciones, tomo las caderas del otro y comenzó a menearlas a ritmo de sus propios movimientos como si intentara saquear el interior de su estoma por fuera.

Tambaleándose, jadeando, frotándose hasta que las últimas fuerzas de su cuerpo se escaparan. Kiku tuvo una explosión de algo que supo de inmediato que era placer. Caliente y embriagante. Un fulgor resplandeciente inundó por unos segundos la perpetua oscuridad de su interior. Finalmente callo sobre el cuerpo de Nadeshiko, quien agotado solo terminaba de derramar las últimas lagrimas que le quedaba ese día.

―Muchas gracias ―Kiku le habla apaciguado sintiendo como su interior se congela de nuevo―. Te quiero…

“Se atrevió a decime eso después de haberme dejado de esa manare. Siempre me decía eso después de que me obligaba a estar con él... ¿Qué pasa? ¿Tú tampoco me crees?”

“N-no es eso…”

“Oh, eres el primero en decirme eso. Solo deja de mirarme así, quieres. No me gusta la lastima”

“Lo siento”

“Uhmm… te dije que no me gusta la lastima”

Tsubaki niega con la cabeza mientras mira hacia al piso:

“Por la mordida que te di”

“Eso… ya no preocupes por eso… ”

Tsubaki solamente podía ver la resignación en la mirada de Nadeshiko. La mirada de alguien que ya había aceptado que su vida estaría llena de infortunios y desgracia.

El mayor acaricia los suaves cabellos de Yuri quien estaba acostado cómodamente en su regazo. Suspiro y continúo con su relato:

Kiku se quedó dormido, semi-desnudo se hizo un ovillo al lado de Nadeshiko que no podía moverse. El dolor de todas las heridas que le habían hecho le calaban el cuerpo impidiendo que sus movimientos fueran rápidos. Sin embargo cuando logro acumular la suficiente fuerza se levantó del piso, se acomodó el kimono lo mejor que podía, ocultándose todas las marcas que continuaban ardiendo, el rose de la ropa era casi insoportable. A pasos lentos, sosteniéndose el estómago, aguantándose cualquier quejido que quisiera salir de su garganta, salió de la habitación.

Se metió a la habitación contigua de Tsutsuji, se dejó caer al piso de rodillas sin terminar de procesar todo lo que le habían hecho. Se suponía que Kiku era su amigo, pero…

Se recuesta en el piso lentamente. Ya no tiene lágrimas para derramar, se queda callado mientras su mente se llena de pensamientos malos hasta que el agotamiento y el dolor lo hacen dormitar.

….

Si su hermano mayor no lo había rescato había sido porque los mayores también había tenido sus problemas.

Después de que Tsutsuji había salido corriendo detrás de Fuji. Se habían quedado dentro de una de las habitaciones del segundo piso. El mayor negándose a confesar todo lo repugnante que era su hermanito hasta el borde de cruzar la línea de lo inofensivo. Solo se puso a gritar sin sentidos sobre cómo había fracasado como hermano mayor de nuevo, yendo de un lado al otro en la habitación. Tsutsuji intentó calmarlo sin éxito alguno solo dejándolo hablar. Tsutsuji conocía mejor que nadie las motivaciones de Fuji para ser un hermano mayor. Lo importante que era para él. Sin embargo todo lo que este le decía, le parecía una especia de fantasía paranoica descontrolada.

Una sirvienta vino después buscando a Tsutsuji. Okaa-san lo había mandado a llamar a la sala comunal respecto a los resultados de la presentación de Nadeshiko. Pero este se negó a bajar hasta que Fuji se calmara. La sirvienta le dejo entrever de las consecuencias de lo que podía pasar si hacia eso. Pero Tsutsuji no hizo caso, simplemente porque no había visto a Fuji tan mal desde que eran pequeños.

Las consecuencias vinieron después. Pues madre no tardo en venir ella misma por el chico de kimono rosado. Lo tomo de sus largo cabello y lo arrastro hasta el sótano de la casa donde se castigaba a los chicos que consideraba habían ido demasiado lejos o se habían tomado demasiadas libertades. Fuji por más que los persiguió mientras era detenido por un manojo de sirvientas, este no pudo intervenir en cuando la mujer cerró la puerta. Madre podría ser muy sádica a veces, sabía que era lo que más le dolía a cada uno de sus niños. Y se aprovechaba de ello para torturarlos. Nadeshiko no supo hasta mucho, mucho después lo que Okaa-san le había hecho a su hermano mayor como castigo por no solo haber desobedecido, sino también por ser acusado esa misma mañana por Ayame de querer matarlo con la aguja escondida en su desayuno. Agregando a su lista de delitos el hecho que desde que Nadeshiko había llegado a la casa, el mayor había estado cambiando. Algo más rebelde de lo que le gustan que sean sus niños. La prueba de esto era el incidente de Wakamatsu-sama, el cual no hubiera sucedido antes. Ella le procuro un castigo doloroso, acorde de lo que era acusado. Ella no tuvo ni un ápice de compasión cuando lo amarro en aquella enorme mesa de madera y procedió a  tomar una aguja de coser pinchando las plantas de los pies del chico hasta sangrarlo. Recordándole en todo el momento que no dejara de ser un buen chico.

Madre se aseguraba de que las sirvientas se encargaran de curar a los castigados, lo que ella menos quería era tener al viejo Sakamichi-sensei sermoneándola y cuestionando su estilo de disciplina. Además ella jamás proporcionaría un castigo que invalidara o no pueda ser curada a uno de sus niños.

Desamarro al muchacho diciéndole los resultados de la presentación de Nadeshiko los cuales habían sido un tanto mediocres, unas cantidades algo escuetas de los interesados que pujaron por la virginidad del niño nuevo de la casa.

Lo dejo al cargo de las sirvientas quienes limpiaron y vendaron los pies del chico.  

Ella salió del sótano encontrándose con Fuji. Le dedico una mirada severa y cruel ya que ese chico tampoco lo tenía nada contenta, pero sabía que si controlaba a uno, controlaría al otro.

―Es mejor que le dejes en claro que debe de comportarse si no quiere que vuelva a castigarlo. Jamás pensé que fuera tan estúpido como para tratar de atentar contra otro de los chicos de la casa.

Fuji baja la mirada. No es capaz de ir a la defensiva y decir el nombre del culpable de todo. Porque él sabía perfectamente quien había puesto la aguja en el arroz de Ayame. Solo pudo asentar con la cabeza.

Madre se retiró y él corrió donde Tsutsuji.

….

Tiempo después cuando comenzó a atardecer Nadeshiko despertó al escucha la puerta contigua abrirse. Se sienta en el suelo con el dolor más profundo. Entrecierra los ojos, apretando los labios para no dejar escapar un quejido. Se acerca a la puerta corrediza que dividía la habitación en dos. Abriéndola un poco para asomarse.

Fuji entro cargando en brazos a Tsutsuji.  

―No es necesario que hagas esto ―Tsutsuji se ve terriblemente agotado, pálido. Los pies los tiene vendados. Recarga su cabeza en el pecho del otro chico buscando confort―. Ya casi es hora de abrir la casa. Te vas a meter en problemas si no bajas.

―No puedes ni siquiera ponerte en pie. No iba a dejarte en el sótano. Okaa-san se pasó con el castigo que te dio esta vez ―Fuji lo baja despacio acostándolo en el futon teniendo cuidado de no lastimar los pies del chico del kimono rosa―. Deja que me quede aquí un rato ―pide sentándose en el futon al lado de Tsutsuji mientras acaricia su mejilla con cariño―. No tengo ganas de regresar a mi habitación o de estar con los otros.

―Te meterás en problemas.

―No me importa.                                                

Contesta el moreno acercándose a Tsutsuji. Continua con las leves caricias en el rostro del otro y por un breve instante escomo si se perdieran en la mirada del otro. Sube sobre el cuerpo de su acompañante lentamente besando cuello y deslizando su mano por el costado de la ceñida cintura de Tsutsuji quien simplemente se deja consentir. Ambos desean tanto el consuelo.  

Sin embargo cuando el mayor está apunto de besar a Tsutsuji este le esquiva el rostro impidiéndolo.

―Vamos Tsutsuji. Déjame hacerlo. Solo una vez. Eso es todo.

Fuji susurra en el oído del chico de kimono rosa haciendo que se estremezca pero este se resiste y niega:

―No. Ya sabes porque. Yo solo quiero…

― ¡Por favor! ―Fuji se levanta molesto―. ¿En verdad crees que a él le importas un poco? Ni siquiera vino a verte cuando estabas herido por lo que te hizo Wakamatsu-sama. Pero yo siempre estoy aquí contigo.

―Es diferente― Tsutsuji se sienta en su futon igualmente molesto―. Hiraga–Sama es un hombre demasiado ocupado. A lo mejor fui una molestia por enviarle aquellas cartas avisándole de mis heridas. Porque… ¿le enviaste las cartas que te pedí?

Silencio.

―Si. Lo hice ―Fuji contesta con la verdad. Baja la mirada más que molesto. Si, él había enviado esas cartas, aunque también admite que cuando las tuvo en sus mano tenía ganas de hacerlas trisas―. Y aun así. Él no ha venido a verte ni una sola vez. Ni siquiera te ha respondido alguna de las cartas. Tsutsuji, él no te ama.

― ¡Claro que lo hace! ―le grita el de kimono rosa interrumpiéndolo―. Tú no sabes nada.

―Sé que prefiere a Sakura.

― ¡Eso no es cierto! ―niega Tsutsuji con todas sus fuerzas.

―No vale la pena que compitas con él por alguien así ―Fuji se levanta y le dice las cosas claras―. Mira nada más como has terminado por culpa de la ridícula competencia que tienes con Sakura. ¿Qué no te das cuenta? Te ha estado tendiendo trampas. La cena con Wakamatsu-sama fue idea suya y seguramente fue él, quien le dijo a Ayame que te acusara por lo de esta mañana. Él jamás hubiera hecho algo así antes.

―Ayame ya no es el mismo desde que su hermano menor murió por la fiebre cerebral hace unos meces. No tiene nada que ver con los asuntos entre  Sakura y yo ―justifica Tsutsuji―. Lo de Wakamatsu-sama fue un desafortunado incidente. Además… fuiste tú el que me mando a llamar esa noche.

―No. Estas equivocado. Yo jamás haría algo para lastimarte. Te he cuidado desde que somos pequeños. Y sabes por qué lo hago. Porque te amo.

―No digas eso. Yo ya tengo a alguien a quien amo.

― ¡Él no te ama! ¡Entiéndelo!

― ¡Fuera de mi habitación!  ―grita Tsutsuji con todas sus fueras― ¡Lárgate! ¡Lárgate!

Y le avienta la almona de su futon la cual el mayor esquiva. Fuji chilla la boca, se da la vuelta y sale de la habitación cerrándola con fuerza.

Tsutsuji se tira en su futon dejando escapar un enorme suspiro. Se cubre el rostro con su brazo susurrando cosas que Nadeshiko no puede escuchar como si el mayor intentara no sucumbir a la tristeza. Es la primera vez que lo oye gritar así y eso lo asusta.

―Nadeshiko ¿estas allí? ―lo llama pero el niño no contesta. En su lugar el pequeño Eta se tapa la boca con ambas manos. No quiere que su hermano mayor le mire en el estado tan lamentable en el que se encuentra, ni molestarlo más. Tsutsuji voltea hacia la puerta y llama de nuevo―. Nadeshiko ¿estas allí? No esta. Claro que no, si no ya hubiera comenzado a llorar por el escándalo que me hizo hacer Fuji. Ese idiota no sabe nada. Claro que Hiraga–Sama… me ama a mí y no a Sakura. Él me prometió que me llevaría consigo algún día fuera de este lugar. Él no pudo mentirme.

Se rueda boca abajo en el futon. En completo silencio comenzó a sollozar.

Por su parte Nadeshiko se recluyo en el rincón opuesto de la habitación haciéndose bolita. Ocultando su cara en sus rodillas solo deseando que todo terminara.

 

Continuara...


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