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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Notas del capitulo:

Hola a todos. 

Despues de mucho tiempo traigo actualisacion. Y es un capitulo especialmente largo.

con razon sentia que no terminaba de escribir. fueron mas palabras y acontecimientos de los que pense. Pero queria darle final al relato de Nadeshiko. 

Al final estoy satisfecha con el resusltado. 

Gracias por el apoyo y los comentarios. 

sin mas los dejo con el capitulo.

Capitulo XIX

 

Aquella noche Nadeshiko durmió en el piso de la habitación contigua de su hermano mayor. Este por su lado, no atendió a nadie. Solo se había quedado llorando, ocultándose como si fue algo imperdonable para el mostrar su lamento.

Cuando Tsutsuji despertó en la mañana y no vio a Nadeshiko a su lado se preocupó.

― ¿Nadeshiko? ¿Nadeshiko?

Trato de ponerse de pie, pero aun el dolor de su castigo se lo impido. Cuando el niño escucho como su hermano mayor caía al suelo. Este despertó sobresaltado y salió de la habitación contigua. Sin embargo no dijo nada.

― Allí estas. ¿Por qué no dormiste conmigo ayer? Pero mira nada más como estas. Traes todo el kimono arrugado y el cabello todo despeinado y enmarañado. ―Nadeshiko no contesta. No quiere decirle que fue culpa de Kiku el que terminara de esa manera. Tsutsuji recobra un poco de fuerza y se sienta en su futon con  las piernas extendida. Le sonríe a su hermano pequeño de manera dulce mientras le indica―. Trae la peineta de mi tocador y ven aquí. Te voy a peinar. No puedes dejar que los demás te vean así.

Al principio Nadeshiko se queda en su sitio quieto. Desvía la mira a un lado buscando la peineta en el tocador, pero sus pies no se mueven. Tiene miedo de ser regañado si su hermano descubre todas las heridas que Kiku le había hecho que quedaban cubiertas con el kimono.

― ¿Qué te ocurre? ―pregunta Tsutsuji, su mirada se va a sus pies que estaban vendados. Pensando que esa era la razón por la que su hermano no quería acercarse a él. Le aclara―. No es nada grave. Ayer… tuve un pequeño accidente pero ya no me duele nada. Anda haz lo que te dije. Sabes que me gusta mucho peinarte.

El niño asienta con la cabeza sabiendo que su hermano le dijo una mentira. Va despacio al tocador, toma la peineta y después se acerca a su hermano quien abre las piernas subiéndose el kimono para hacer un espacio para que se siente entre ellas. Nadeshiko se sienta con todo el cuido que puede, para no irritarse aún más las heridas de su cuerpo. Logra sentarse apretando los labios para no soltar un quejido de dolor. Siente las cálidas manos de Tsutsuji desamarrarle el cabello, tomar los mechones desde abajo y comenzar a cepillarlos.

―Tienes un cabello muy bonito. Es muy suave ―huele en la coronilla del niño. Tiene un aroma dulce―. Debes dejártelo largo. Recuerda que el cabello largo es el símbolo de todo wakashu y nuestro orgullo como onnagata.

Besa en la coronilla haciendo que el niño se ruborice.

Para explicar que era un Wakashu debemos de saber primero que era el Nanshoku.

En el Japón antiguo Nanshoku, Wakashudo y Shudo eran palabras que se podrían traducir como “el camino del hombre joven”. Se trata de una disciplina nacida en el seno de los monasterios budistas y sintoístas; que fue seguida y perpetuada por la clase guerrera, es decir, por los samuráis, y que consistía en el mantenimiento de relaciones amorosas y sexuales con hombres jóvenes. Una práctica muy arraigada que llegaron a ejercer de igual manera, los monjes y los actores de kabuki.

Era considerado un camino hacia la consecución de los ideales, y en ocasiones, el ideal en sí. En donde se enseñaba al joven todas las artes marciales, morales y filosóficas a la vez que sostenía con él una relación erótica. Se pensaba que era una práctica muy beneficiosa para los jóvenes ya que se les enseñaba sobre las virtudes, la honestidad y la apreciación de la belleza.

Los componentes del Shudo eran, por un lado, el wakashu y, por otro, el nenja.

Lo que caracterizaba a estas relaciones eran la lealtad y la fidelidad. El nenja, papel desempeñado por el samurái mayor, daba al wakashu tanto protección como trabajo, así mismo lo instruía en la etiqueta del guerrero y el código samurái de honor. Por su parte el wakashu debía dar el primer paso, cortejar y servir con sumisión total a su nenja, tenía que serle fiel y sincero. De este modo, se creaban unos vínculos entre el nenja y el wakashu que durarían hasta la mayoría de edad del joven donde cortaría su cabello largo para ser considerado adulto; incluso después de ello, era habitual que los dos hombres siguiesen manteniendo una relación solo de amistad.

En resumen el Nanshoku era la relación amorosa que tenía un samurái mayor con su protegido menor.

Así, entonces, wakashu fue el nombre que se le dio exclusivamente a los varones entre diez hasta los diecinueve años, en ese intermedio entre niños y adultos que servirían de subordinados, a los cuales se les daban una apariencia andrógina que no se inclinaba hacia ningún género en específico. El ideal de "joven hermoso", un objeto de deseo. Los cuales debían ser siempre los receptivos y ofrecer al nenja atenciones de amor, lealtad y afecto, sobre cualquier deseo sexual.

El Nanshoku solían ser tan apasionado que se tiene registros sobre como algunos Nenja a veces retrasaban la ceremonia de mayoría de edad de sus Wakashu más allá de los límites socialmente aceptables para no perderlos. Lo que causó que se tratara de legislar en 1685 para requerir que todos los wakashu pasaran por la ceremonia de mayoría de edad a no más tardar a los veinticinco años de edad.

Sin embargo, el Wakashudo como camino de perfeccionamiento y crecimiento espiritual, empezó a declinar y a convertirse en algo con fines sólo de sensualidad con la llegada del período Tokugawa, momento en el debilitamiento de la clase samurái y al enriquecimiento de los comerciantes de las ciudades ocurrió.

Okaa-san lo dijo una vez:

“Los hombres ricos, en especial los samuráis están llenos de nostalgia por una época más libre donde tener una relación con un adorable wakashu eran cosa de todos los días. Aun que puede señalarnos como culpables de comercializar con un lazo como el Nanshoku. En esta casa solo ofrecemos una experiencia de ese estilo a cambio de una retribución equiparable”

Tsutsuji abraza fuertemente a Nadeshiko por la espalda y comienza a besarle la nuca. Intentando consolarse de todas las cosas que le habían estado pasando. Sin embargo al instante, el niño tensa el cuerpo, codeando el cuerpo de Tsutsuji lejos de él.

― ¿Que te ocurre? ―pregunta el mayor desconcertado. Nadeshiko nunca había rechazado ninguno de sus avances. El niño no le contesta. Lo mira abrazarse a sí mismo, revelando levente una mancha morada en la base de su cuello― ¿Que tienes? Déjame ver.

Trata de bajarle la parte superior de kimono al menor el cual solo trata de apartarlo, pero el dolor que aún tiene encima es tanto que no logra ocultarlo más. El mayor baja la ropa y mira horrorizado todos los moretones y marcas rojas.

― ¿Quién te hizo esto?

Pregunta enojado. Pero Nadeshiko no contesta en su lugar solo niega con la cabeza, asustado. No quiere decir que fue Kiku. Piensa que su hermano está enfadado con él y no quiere que lo eche de su habitación así como lo hizo con Fuji la noche anterior.

―Fue Ayame ¿verdad? ―Nadeshiko niega con la cabeza rápidamente. Tsutsuji no le cree y reafirma―. No me mientas. Fue él ¿verdad? Le advertí que no se atreviera a tocarte. Me las pagara. Ya vera.

Su hermano curo sus heridas. Gracias a la medicina especial de Sakamichi-sensei no quedarían cicatrices. Aun así esa noche durante la hora del baño no pudo evitar sentir las miradas de todos sobre los moretones de su cuerpo. En especial la de Kiku que lo perseguía a todos lados con su mirada.

Los rumores se esparcieron. Había afirmaciones de algunos que contaban que Ayame, efectivamente había tomado venganza  sobre el cuerpo del pequeño niño eta. Otros, que habían sido actos de Tsutsuji a manera de cobro por lo que le hizo Wakamatsu-sama. Por ello no fue sorpresa que Tsutsuji y Ayame tuvieran su debida disputa por ello y terminara odiándose aún más.

Nadeshiko por su lado, no dijo nada. Se quedó en completo silencio. Dejando que los demás decidieran y digieran lo que querían de él. Al fin y al cabo, no es como si a los demás les interesara reamente su persona. Nadie nunca le hablo o su se juntó con él.

Para sorpresa de Nadeshiko, Kiku no lo asalto de nuevo de inmediato en cuanto tuvo la oportunidad. Oportunidades propiciadas por su propio hermano mayor que alentaba a que siguieran juntos. En esos días que solía dejarlos solos en su habitación supuestamente estudiando.

Esos días, esos primeros días, el niño eta pensó que Kiku le diría algo. Quizás un tipo de disculpa o algún tipo de consuelo que él hubiera aceptado como cierto aunque no lo fuera. Pero eso nunca paso. En su lugar era testigo de cómo el niño de negro practicaba su sonrisa falsa frente a los espejos hasta hacerla parecer perfectamente dulce y tranquilizadora…

Miedo y ansiedad son lo que describiría mejor lo que sentía Nadeshiko en ese momento.

Pasaría un mes antes de que sus heridas se curaran por completo y también para que conociera al culpable de todas las penas que sufría su hermano mayor.

Hiraga–Sama era un joven noble de veintinueve años. Muchos lo consideraban un hombre atractivo a decir verdad. Por no decir que era sumamente rico, se sabía que tenía buenas migas con los consejeros más allegados al Shogun. Por lo cual como cliente era lo más cotizado en todo el barrio del placer que solía visitar dos o tres veces al mes. Al menos el de Yoshiwara, ya que también había rumores de que asistía al de Shimmachi y que allá también tenía sus amantes. Sin embargo, no era secreto para nadie su predilección por el Raikorisu no hata. Así mismo por dos de los jovencitos más solicitados del lugar, es decir Sakura y Tsutsuji.

Nadeshiko recuerda la mirada de su hermano mayor iluminarse cada vez que las sirvientas le decían que él había venido a visitarlo exclusivamente a él. Su sonrisa cuando hablaban, el siempre esta tan animado que parecía una persona completamente diferente. Como si soltara por un instante algo que lo ataba y asfixiaba continuamente. Aun así, jamás vio a su hermano salirse de su papel de Onnagata frente aquel hombre que no le parcia interesante o le llamara la atención de forma especial. Pero para su hermano, debía de serlo porque siempre que llegaba el momento de “ejecutar la primavera”. Su hermano lo sacaba de su habitación y le prohibía estrictamente verlos en sus faenas amorosas. Algo sumamente extraño. Que su hermano justificaría diciéndole simplemente: “Hiraga-sama es diferente”

Ese día no fue la excepción. Después de haber escuchado a aquel hombre júrale a su hermano que todo ese tiempo que no lo había ido a visitar se debía a la dedicación de sus ocupadas obligaciones; pero que estuvo preocupado por el en todo momento. Que al único que amaba era a él y que estaba dejando de ver a sus numerosas amantes dentro del Yukaku solo para estar a su lado. Regalándole como compensación un kimono nuevo que lucía sumamente costoso, algunos dulces para compartir con su nuevo hermanito y prometiéndole que le diera tiempo de nuevo (cosa que contante mente le escucharía decir) para terminar de juntar el dinero para solventar su deuda y sacarlo de ese lugar para llevárselo consigo. Alimentando las fantasías de Tsutsuji de algún día hacer que bailara en los mismos escenarios en los que había bailado su padre bajo su protección.

“― ¿Deuda?”

 Interrumpe Tsubaki un segundo el relato. Nadeshiko le mira, suspira y explica sin mucho ánimo:

“―Kiku no te hablo de ello ¿verdad? “

“―Alguna vez me menciono algo… pero no sé a qué se refiere en realidad… “

“―Era de esperarse de él. Veras, en estos momentos somos nosotros, sus hermanos mayores quienes nos hacemos cargo de sus gastos: comida, ropa, hospedaje. Cualquier cosa que llegaran a necesitar. Sin embargo ya tienes una deuda con Okaa-san al haberte comprado para que vivieras aquí. Incluso la venta de tu Mizuage (virginidad) es para cubrir lo que madre gasto para tenerte y obtener ingresos tanto para la casa como para cubrir tus primeros días trabajando. Después de eso, todo será como un préstamo de Okaa-san hacia ti y comenzara a cóbrate por todo. Lo hará del dinero que ganes trabajando. Por supuesto jamás tendrás una sola moneda en tu mano a menos que tengas clientes que te den algo adicional porque les gustes. Okaa-san se encargara de todo el dinero que ganes. Cada mes tienes que pagar una cuota por vivir en la casa y lo que comas, súmale a eso cualquier cosa que necesites como ropa o peinado o algún  instrumente que ocupes por tus talentos. Inclusive si un cliente se queja mucho de ti por no ser complaciente también se te cobrara como si fuera una especie de multa. Madre igualmente tomara su parte, después de todo esto es un negocio. Si no puedes pagar tu cuota en su totalidad, ella al principio solo lo anotara a tu deuda, si es mucho ella comenzara a tomar cosas de ti. “

“― ¿Tomar cosas?”

“―Ropa, algún regalo que te allá hecho algún cliente… créeme que llegas a acumular cosas muy interesantes con el paso del tiempo. Aun así, si eso no es suficiente… ella puede traspasar tu contrato, es decir, venderte a otro dueño de casa parecida a esta. O en el peor de los casos te echara a la calle. Simplemente no importa cuánto trabajes, siempre terminaras debiéndole dinero a ella. Por muchos motivos, te enfermaras y no podrás trabajar, si no eres popular tampoco ganaras mucho, necesitaras aprender cosas o necesitaras de cosas para entretener a los clientes. Nuestras deudas se acumulan hasta hacerlas impagables. Si quieres dejar este oficio la única forma es haciendo que alguien del exterior pague tu deuda por ti. “

Tsubaki observa al mayor bajar la mirada seriamente. Y se pregunta de cuanto son las deudas de sus hermanos mayores.

Nadeshiko hace una pausa en lo que el niño analiza la situación. Observa a Yuri bastante contento acomodado con la cabeza sobre su regazo. Sabiendo que lo más probable es que su pequeño hermano no haya entendido nada de lo que le dijo al otro. Preocupándose por él.

Continúa entonces su relato:

Tsutsuji no tarda en sacarlo de su habitación en contra de su voluntad, prácticamente empujándolo por la espalda. Nadeshiko al principio se pasea de un lado al otro frente  a la puerta sin saber que debe de hacer. Quizás solo quedarse parado frente a la puerta recargado en la pared y esperar. Pero ese día se sentía incómodo, tenía un mal presentimiento. Después de unos segundos se decide por quedarse en la sala comunal con los demás aunque no le hablen y lo hagan a un lado. Sin embargo, apenas pasar frente a la habitación Fuji siente que alguien lo jala del brazo metiéndolo a la fuerza al cuarto. La acción es tan repentina y brusca que termina golpeándose contra el tatami del suelo dejándolo un instante inconsciente.

Cuando despertó tardo en darse cuenta de la terrible situación en la que estaba envuelto nuevamente.

Se percató primero de que estaba acostado en un futon blanco sin manta. Siente frio en todo el cuerpo y un incómodo dolor en la cabeza con un ligero mareo. Trata de levantarse pero le es imposible. Cuando recobra por completo su conciencia se da cuenta  que se encontraba desnudo, sus muñecas estaban amarradas detrás de su espalda, sus piernas juntas sujetadas desde las pantorrillas hasta los tobillos, ambos por lo que parecía un obi grueso que impediría cualquier intento para zafarse. Por último, su boca había sido cubierta con una mordaza hecha de tela blanca. Mira el techo y trata de averiguar dónde estaba. Voltea su rostro asustado, encontrándose de frente a Kiku sonriéndole amplio, aterrador; mirándolo fijamente con sus ojos negros que parecen un abismo que se tragaba todo.

―Despertaste.

Le dijo. Lo tomo del cabello despeinándolo por completo del recogido que llevaba puesto, jalándolo con dureza para pegar sus rostros lo más que podía. Los ojos de Nadeshiko se llenaron de lágrimas, más por el pavor que por el dolor. Pensó que Kiku no repetiría aquello después de haberlo dejado en paz durante tanto tiempo y no mencionar nada respecto a lo que había pasado aquella vez. Pero era obvio que ese no iba a pasar. Impulsivamente mueve sus muñecas de aun lado al otro, así mismo de sus pies, tratando de escaparse de los amarres. Lo que es imposible provocando únicamente lastimarse en el proceso.

Cuando Kiku lo nota, lo suelta de inmediato dejándolo caer en el futon. Nadeshiko se golpea los codos y la cadera, grita por el dolor, se gira sobre sí mismo. Sabiendo que ya no tiene escapatoria.

Kiku dice en voz baja como si ignorara por completo el dolor del otro:

―Cierto. Tengo que recordar sonreír de la manera en que nos enseñó Tsutsuji Nii-san ―coloca sus manos sobre sus mejillas y comienza a masajear sus cara hasta formar una sonrisa linda. Pregunta― ¿Qué te parece? Es idéntica a la Tsutsuji Nii-san ―su cara es linda y dulce pero sus tono de voz no cambia. Aún sigue siendo fría―. He estado practicando hacerla frente a los mayores y me ha dado buenos resultados. Exceptuando con Fuji. Él ha preferido ignorarme por completo. Como hoy que simplemente salió de la habitación y no me dijo que se iría. Ya lo ha hecho antes, así que sé que no regresara hasta abrir la casa. Como imagine, siempre y cuando no me meta en su camino él me dejara tranquilo. Aunque a veces preferiría que él me hiciera caso debes en cuando. Si lo hiciera, alcanzaría la cima raídamente. Me vería muy beneficiado. Si quisiera, él podría tomar el puesto de Ikebana pero se reúsa por culpa de Tsutsuji Nii-san. No entiendo porque. No, no es eso. Si lo entiendo, pero para mí no tiene sentido. Eso lo mantiene atado a Tsutsuji Nii-san. Depuse de todo, es diferente a lo que tenemos tú y yo. A nosotros nos une algo mas ¿no es cierto? ―su sonrisa se deforma de nuevo. Aun incapaz de mantener su papel de niño bueno por más tiempo. Continúa hablando―. Pude esperar pacientemente todo este tiempo para dejar que se curaran tus heridas. Sabes lo difícil que me era, cuando todos los demás te miraban con esos ojos de lastima a la hora del baño y tu avergonzado de que todos miraran tus marcas. Mi corazón simplemente se aceleraba llenándome de algo que jamás pensé tener por dentro. Soy tan afortunado de haberte conocido.

Nadeshiko abre grandes los ojos, sorprendido por esas declaraciones. ¿Eso era amor acaso? Pero el amor de Kiku le duele, le asusta. No lo quiere y sin embargo, ¿no debería de sentirse agradecido de que alguien fije su mirada en él? En alguien que no tiene derecho a nada en la vida.

Hace unos pocos ruidos en vano, quejándose pero cualquier grito de auxilio seria negado gracias a la mordaza de su boca. Suplica con su mirada caoba mirando a Kiku esperando que se compadezca de él. Sin embargo, en lugar de decirle cualquier cosa solo se limita a propinar un fuerte pisotón en su estómago. Lo que hace que se le acabe el aire repentinamente como si todos los órganos dentro de él fueran a reventar, sus ojos se ahechan para atrás con el cuerpo entiesado de agonía. Quedándose completamente quieto a los pocos segundos. Aún tiene el pie de Kiku en sima.  

Escucha lo que el menor le dice impávido:

―Por cierto. La vez pasada hubo quienes si nos escucharon. No sería sorprendente por tu forma de gritar. Pero también averigüe que la mayoría no pensaría en intervenir. No les importa. Muchos niños de aquí son muy débiles peleando o son unos cobardes. Por supuesto, de igual manera no pensarían en decirle a alguien de los superiores de la casa, si saben que no les convendría en lo mínimo. Aun así sería malo que alguien de repente quisiera ser un héroe, fuera con Okaa-san y nos interrumpiera ―presiona su pie derecho con más fuerza sobre el estómago del otro. Puede sentir como se hunde calentando la planta de su pie por el rápido acumular de la sangre al inflamarse la zona, a la vez que el cuerpo de Nadeshiko parecía relajarse. Se desata el obi de su kimono abriéndolo, enseñando su pecho plano, sus piernas suaves, su vientre firme. Además de su ajustado fundoshi blanco que comenzaba a denotar su despierta erección. Continúa hablando con esa mirada oscura―. Esta vez decidí que una mordaza seria de ayuda. Hay que ser cautelosos.

Desliza su pie sobre el costado del pecho del otro. Puede sentir sus delgadas costillas que parecen frágil, fácil de romper. En la imaginación de Kiku escuchar el crujido le producen un pequeño delirio que lo hace estremecer. Usando su talón muele en aquel sitio con fuerza, sintiendo los huesos flexionarse hacia abajo pero no logra quebrarlos. Nadeshiko siente un terrible dolor que lo hace retorcerse y gritar, llenando la mordaza de espesa saliva que se derrama por los costados.  

Kiku deja caer las capas de su kimono y baja su pie de Nadeshiko. Toca con fuerza su pene sobando con brusquedad.

Se acerca a Nadeshiko y se inclina para quedar a la altura de su oído:

―Me encanta la mirada que tienes ―toma con fuerza el rostro de Nadeshiko entre sus manos clavando sus dedos en las mejillas del otro que escurre en lágrimas―. Quiero me mires solo a mí de esa manera. Quiero que estés para siempre conmigo.

Nadeshiko con la mirada borrosa por sus lágrimas. Niega despacio con la cabeza. No quiere más. No quiere que continúe.

Kiku por su parte lo suelta y se pone de pie a su lado:

―No lo has entendido aun ¿verdad? Yo soy el único que te va a amar de verdad.

Arrastrado por el cosquilleo que comienza a llenar su cuerpo desde sus caderas hasta su cabeza, patea el rostro de Nadeshiko con mucha más fuerza de la que pudo haber deseado. Volteándola por completo al lado opuesto. Nadeshiko gime de dolor sollozando, mordiendo la mordaza. Su nariz escurre sangre comenzado a sentir como se ahoga por la acumulación de fluidos.

―Por cierto ―Kiku se agacha de nuevo a su altura―. Aun que tus gritos me gustan muchos. Debes de recordar que Tsutsuji Nii-san está en la habitación de al lado. Sería malo que se enfadara contigo por interrumpirlo cuando esta con ese hombre que es su favorito. No te lo perdonaría jamás. Tenlo por seguro. Así que hay que mantenernos en el mayor silencio posible. Entendido.

Nadeshiko junta todas sus fuerzas para voltear su rostro lentamente mirando al menor. Asienta lentamente con la cabeza. Aceptando lo que quiere el otro por temor a lo que pueda hacer o a que su hermano mayor lo odie.

Kiku por su parte suspira por la escena encantadora para sus ojos. Sus deseos son escuchados y eso agita la flama dentro de él, avivándola. Con su pulgar quita la sangre de la nariz del otro y la lleva a su boca saboreándola. El sabor metálico lo hace estremecerse de una manera que jamás pensó poder sentir. Ansioso, se subió sobre el cuerpo de Nadeshiko sentándose en su cadera sin cuidado.

Resoplo una y otra vez, pasando sus manos entusiasmadas por todas partes en el cuerpo del mayor. Apretando los costados con las uñas, sin saber controlar sus fuerza. Masajeando con rudeza hasta llegar al cuello del otro rodearlo con ambas manos y quedarse quieto reprimiendo el deseo de querer estrangularlo. Es tan delgado y puede sentir la sangre correr debajo de la piel. Su calidez, vitalidad.

Nadeshiko no hace nada. Su cuerpo tiembla en contra de su voluntad esperando que Kiku le corte el oxígeno hasta desmayarlo. Lo cual sería lo ideal, para no recordar las terribles cosas que no sabe que el otro le ejecutaría en su inconciencia. Derrama lagrimas calientes y queda sorprendido de como Kiku le suelta para agacharse y lamer sus lágrimas. Su lengua es tersa, la desliza con suavidad desde su mejilla hasta la comisura de su ojo izquierdo.

―Sabe bien.

Escucha a Kiku en ensoñación. Como si hubiera encontrado algo que lo satisficiera más que privarlo de aire. De repente siente toda su lengua sobre sus pestañas. Inevitablemente cierra el ojo dejando que el otro recorriera con su lengua su parpado. La sensación es extrañamente relajante, siente un extraño cosquilleo agradable parecido a cuando sus hermano le besaba las mejillas con dulzura mientras comenzaba a acariciarle los pezones. Nadeshiko ruboriza avergonzado de sentir placer por esa acción tan extraña.

―Tu cara esta roja. ¿Te gusta eso?

Pregunta Kiku que procede a lamer el otro lado. Desearía que el castaño no serrara los ojos y le permitiera lamer mucho más que sus parpados. Aprovechando de su posición ventajosa, comenzó a frotar sus caderas contra las de sus acompañante en un intento de obtener el gusto que tuvo la vez anterior. Sus movimientos comienzan a ser más energéticos cuando encuentra el lugar justo que le gusta. Frotando su pene contra el de Nadeshiko que comenzaba a responder con sus deliciosas envestidas. Sus manos por otra parte se aventuran a examinar cada parte de su cuerpo. Los hombros, los bazos hasta los codos, costados, caderas y cintura. Su toque es rudo sin nada de cariño. Propinando a cada tanto pellizcos y estrujones. Hasta que en el ajetreo roso los pezones calientes y erguidos del otro provocándole un respingo.

Kiku al notar esto, aprovecho para excitarlo aún más con su lengua. La meneando de un lado al otro. Lameteando con un animalito ansioso por atención de su amo. Chupo con fuerza como si intentara arrancar esa pequeña parte del pecho del otro.

Los sentidos de Nadeshiko por su parte se abren ante los continuos espasmos de lujuria. No entiende como algo que parecía increíblemente doloroso le despertaba el calor en el cuerpo. Sabe que ese era su punto débil, había quedado demasiado sensible en ese lugar después de la última sesión que tuvo con el niño de cabello negro. Un su mente que comienza a quedar en blanco se da cuenta que parece que el otro está siendo más benevolente con su cuerpo.

Kiku cambia de lado y repite, sin embargo esta vez usa su otra mano para pellizcar el botón rosa que había ensalivado. Jalando hacia arriba, resbaloso ayudando el masaje.

―Algo está molestándome abajo. ―la voz de Kiku es baja depravada, intoxicada―. Tu pene se levantó por completo.

―Gfggh

Nadeshiko hace un ruido extraño, un gemido reprimido de placer. Por fin el otro deja de fastidiar su pecho pero ahora se notaba muy interesado en lo que ocurría bajo su cintura. La sensación de la tierna piel de Kiku deslizando hacia abajo serpenteando hasta llegar a su vientre fue excitante. Aprieta los dedos de los pies, nervioso de lo que pueda continuar. Temeroso del dolor.

Inesperadamente Kiku  se toma su tiempo para desatar los pies de Nadeshiko. El segundo siente un gran alivio sin embargo en su piel, alrededor de la atadura queda enrojecido.

―Abre las piernas

Ordeno Kiku.

Nadeshiko niega con la cabeza, temeroso de que él otro vaya a introducir algo dentro suyo. Se supone que debe de guardar el supuesto único tesoro que tiene.

Kiku intuyendo esto, pone sus manos en sus caderas y con bastante fuerza  presiona con sus pie entre las rodillas del otro. Forzándolas para que las abriera. Consiguiéndolo con toda facilidad y antes de que el otro se atreviera a cerrarlas de nuevo. Llevo su pie todo hacia a arriba y al centro hasta llegar a los rosados testículos del otro presionando amenazadoramente con la punta de sus dedos.

Sobresaltado el castaño abre las piernas, elevando las rodillas, dejando completamente expuesta su rosada entrada.

―Así está mejor.

Kiku le sonríe maliciosamente. Enseguida desliza la punta de su pie hacia abajo. Presionando su pulgar contra la entrada de otro como si intentara penetrarlo.

―Ummmh Umhhh…

Nadeshiko solo grita y mueve la cabeza negando. Apretando detrás suyo los dedos en las palmas de sus manos.

― ¿No crees que es interesante? ―Kiku le habla sonriente―. Con un buen empujón te aria perder la virginidad con mi dedo pulgar. Que cosa tan curiosa ¿no crees?

Nadeshiko sigue rogando. No quiere imaginarse las terribles consecuencias de eso. Su hermano sí que se había encargado de asustarlo para resguardar su virginidad. Por su lado Kiku no tenía la intención de tomar al castaño de esa manera. Sería un desperdicio no hacerlo correctamente. Está más interesado en el sentimiento de satisfacción que tenía al amenazar al otro con hacerlo perder algo que para él no tenía valor alguno. Aunque por otra parte sí que le gustaría  tener “algo” parecido. Algo que se acercara más  a su recién descubierta inclinación al dolor. Una malvada idea se forma en su mente junto a otra oleada de excitación.

Retira su pie de un muy asustado Nadeshiko. El cual al dejar de sentir la presión del otro abre sus ojos temerosos.

―Ya estamos por terminar. Así que deja de temblar ―Kiku le habla y ve como el mayor parece alegrase. Sin embargo Nadeshiko se da cuenta de la mirada fija del menor sobre su erección. Kiku se acerca a él y se arrodilla entre sus piernas tomando la erección del castaño. Nadeshiko hace ruidos de dolor, el agarre es fuerte y sin cuidado. La mano de Kiku es fría, aprieta una y otra vez, para sentir el calor de la sangre recorrerlo palpitante. Curioso de que tan duro podía ponerse. Kiku habla bastante indiscreto―. La punta apenas se asoma por arriba. Es del mismo color rosa de tus pezones… Supongo que el mío es parecido ―alza su mirada y al otro ruborizado avergonzado. Continua―. Pervertido. Actúas como si no te gustara lo que te hago pero tu cuerpo es muy honesto.

―Umhhh Umhhh

Nadeshiko niega con la cabeza. No puede evitar que sea así.

Kiku sonrió amplio de nuevo:

―Dime, ¿conoces cómo saber que una mujer es virgen?

Nadeshiko abre los ojos sorprendidos. Claro que no sabe algo así. Le preocupa que es lo que el otro le está pasando por la cabeza.

Kiku continúa hablando oscuro:

―Ellas tiene una abertura entre las piernas que se llama vagina y allí tiene otro agujero. En ese aguajero tiene algo así como un partecita de piel que lo cubre. Por supuesto jamás he podido ver uno. Pero si sé que cuando lo metes por primera vez dentro de una mujer se rompe y sangran… Me pregunto si aplicaría lo mismo para este cuerito que cubre el pene.

Apenas terminar de hablar. Tira hacia abajo el prepucio que cubría aun el pene de Nadeshiko hasta abajo sin nada de cuidado. Fue tan rápido que Nadeshiko solo atina a gritar y a patear con todas sus fuerzas a Kiku prácticamente hasta el otro lado de la habitación. Al tiempo que se giraba a uno de sus costados encogiéndose en sí mismo. El dolor de la retracción pareció superar sus fuerzas casi desvaneciéndose.

Kiku se golpea fuerte contra el piso. La reacción fue mucho mejor de lo que él pudo haber predicho. No pierde tiempo, va donde Nadeshiko y lo voltea boca arriba corroborando los resultados. El castaño estaba sangrando, unos finos hilos carmesís se deslizaban por el largo de su pequeño miembro que ahora tenía completamente descubierto el rosado glande.

Con la excitación hasta el borde, el menor se inclina a lamer desesperadamente la sangre caliente. Atrapándolo en su boca por completo y comenzar a chupar con furor. Arriba abajo llenando la boca de tan excitante sabor para él. El sabor de unos encantos que arrebato y nadie más iba a poder. Abrió por completo su boca caliente llena de saliva suspirando, encontrándole el sentido a todo aquel valor de la virginidad. Nadeshiko con el cuerpo entiesado y la mente completamente ida, patalea una y otra vez la cara y el pecho del otro. Un golpe certero le da en la cara a Kiku quien comienza a sangrar de la nariz. Sin embargo el chico de cabello negro estaba sonriendo, todas las sensaciones mezcladas. Un infinito bienestar sin sentido alguno que llamo felicidad. Bajo sus manos hasta llevarla entre sus piernas, sacando su propia erección por un lado del fundoshi comenzó a estimularse hasta quedar satisfecho.

Nadeshiko no supo que más paso. Cuando se dio cuenta Kiku lo había desamarrado por completo y le había lanzado su kimono encima. Dejándolo solo en la habitación de Fuji. Estaba cayendo la tarde.

― ¿Qué haces aquí?

Escucha a Fuji sorprendido que entro en su habitación.

Nadeshiko se levanta del suelo revelando las marcas rojas de las ataduras.

Silencio.

El niño solo observa al mayor esquivarle la mirada mientras se vestía lentamente. No cruzaron palabra alguna mientras lo dejaba salir de su habitación.

Nadeshiko aun desconcertado por todo lo ocurrido entra a la habitación principal de su hermano sin avisar.

― ¡¿Pero que pasa aquí?! ¡¿Que no le enseñaste a ese niño a no interrumpir?!

Hiraga-sama grita molesto, medio recostado, desnudo al lado de Tsutsuji en su futon.

―Lo siento. No sé qué paso ―Tsutsuji apenas se cubre con la manta. Hace una señal con sus mano ignorando por completo la mirada vacía del otro, la ropa mal y lo desaliñado.― ¡Nadeshiko vete!

Pero el niño solo se quedó de pie allí frente a los otros dos comenzando a llorar el silencio.

―Creo que será mejor que me valla ―el hombre se levanta del futon y comienza a vestirse.

― ¡No! ¡Espere! ―Tsutsuji trata de detenerlo sujetando por la cintura―. Pensé que te quedarías conmigo hoy hasta tarde. Me lo prometió.

―No creo que sea el momento. Quiero estar solo contigo. Pero no escuchando los lloriqueos de un niño.

El hombre se zafa y termina de vestirse.

En su llanto Nadeshiko no es capaz de escuchar lo que los otros dos discuten acaloradamente. Mira al hombre empujar a su hermano al piso, tomar sus cosas y salir por la puerta mirándolo con suma molestia. Su hermano por su lado no pareció importarle su llanto, salió de la habitación apenas vestirse detrás de Hiraga rogándole que se quedara y no lo abandonara hasta la entrada de la casa.

Cuando su hermano regreso a la habitación dijo molesto:

― ¿Qué ocurre contigo?

El niño no deja de llorar y el mayor se acerca a él, dejando escapar un largo suspiro. Lo abraza para tranquilizarlo. Nadeshiko se mueve adolorido tratando de alejar al mayor pero al hacer eso el chico se da cuenta de las quemaduras de tela en las muñecas. Tsutsuji procede entonces a bajarle el kimono hasta cintura, abre la parte de debajo de par en par. Mira los moretones, las quemaduras de atadura, así mismo pequeñas manchas de sangre en la parte delantera de la tela del fundoshi.

― ¿Pe-pero quien te hizo esto?

Nadeshiko llora aún más fuerte. Sin embargo, a comparación de la vez anterior, dice entre cortado:

―Fu-fue… Ki…Ki… ¡Fue Kiku!

Tsutsuji abrió los ojos sorprendido:

―Sabes que no me gusta que me mientan.

― ¡No es mentira! ¡Él es malo!

El niño gimotea. Tratando de dejar de llorar.

― ¿Quién te dijo que lo culparas a él? Kiku es solitario pero no es un mal chico. Estas hablando igual que Fuji. Escúchame, no quiero que vuelas a decir eso. Él ha sido muy bueno contigo. Debes de apreciar cualquier tipo de amor que te den. Debes de sentirte afortunado de que alguien vea por ti y quiera estar a tu lado.

―Pe-pero…

―Una cosa más. No quiero que vuelvas a interrumpirme cuando este con Hiraga-sama. No quiero tener que castigar arte… quítate la ropa y el fundoshi también. Quiero verte bien. Te he dicho que no hagas ese tipo de cosas con otro que no sea yo. No quiero que nadie dude de tu valor ―mira al niño agachar la cabeza, limpiarse las lágrimas con uno de sus brazos mientras que con la otra mano trataba de aflojar tímidamente el obi. Tsutsuji está muy alterado dándose cuenta de que no quiere la responsabilidad de cuidar de alguien si le costaba estar con su amado. Por el otro lado tenía que mantener la calma por el niño frente suyo. Suspira y le aclara mientras le acaricia el cabello―. Lo digo por tu propio bien. Las cosas son muy difíciles si ya no tienes algo que ofrecer en primer lugar…  si Okaa-san me dejo quedarme en la casa, solo fue por quien fue mi padre. Después de todo tu hermano ya no tenía nada valioso que ofrecer cuando llego a la casa. Por eso lo sé.

“La deuda de Tsutsuji Nii-san era mucho mayor que la de los demás que estaban en ese momento. Al parecer  había tomado muchas decisiones cuestionables para subir rápidamente de rango y ese fue el costo.  Era lógico que dependiera tanto de alguien como Hiraga-sama que le daba dinero adicional para sus gastos y los míos. Mi hermano solo quería cumplir su sueño de bailar de nuevo en los escenarios…”

Nadeshiko no supo que fue peor después de aquello. El terrible bochorno de ser inspeccionado minuciosamente por su hermano mayor que no le creía quien era el culpable de todas sus desdichas. Que Sakamichi-sensei lo regañara por lastimarse, por estar jugueteando con su pene demasiado. Advirtiéndole a su hermano mayor que le vigilara que aún era muy joven para calcular las consecuencias de sus aficiones. Recetándole ungüentos para curar las heridas.

También estaban los comentarios de los demás a la hora del baño:

―Esas son quemaduras de tela ¿verdad?

―No sabía que Tsutsuji Nii-san tuviera esa clase de gustos.

―Escuche alguna vez que antes de llegar aquí dejaba que cualquiera se lo cogiera en la calle por un plato de comida.

―Parece que sus malos hábitos regresaron.

Murmullos y murmullos degradantes hacia su hermano. El cual no decía nada, se quedaba sonriéndole como si no escuchara a los demás. Terminaba de tallarlo y enjuagarlo para meterse ambos a la tina de agua caliente. Los demás se apartaban de ellos o directamente se salían de la tina descontentos.

Se escucha la voz de Sakura en alto con todo el veneno en sus palabras:

―Parece que después de aquella ocasión que atendió a Wakamatsu-sama se le quedaron esas aficiones ¡que desagradable! Por eso Hiraga-sama salió corriendo de la casa la última vez que vino a vernos. ¡JA!

Tsutsuji gruñe con la mirada ensombrecida. Diciendo por lo bajo:

―Él solo vino a verme a mí. No ti.

Como en ese momento estaba peleado, otra vez, con Fuji no tenía a nadie que lo defendiera. Se levanta de la tina de agua y sale del baño rápidamente. Nadeshiko se queda allí encogido queriendo esconderse dentro del agua. Sakura parece satisfecho, riéndose en cuanto ve al otro irse. Por otra parte el pequeño Deiji lucia molesto por los comentarios de su hermano mayor, tanto que dejo de tallarle la espalada y se apartó de él aparentando que se enjuagaría el jabón que tenía encima.

― ¡Hey! ¡Sal de la tina! ―Ayame le habla parado frente a él esperando entrar en la tina―. No sabes lo asqueroso que es meterse en la misma agua en la que está un chiquillo eta, sucio como tú.

Nadeshiko se queda un momento mirado al mayor. Hata que se abre la puerta del baño y aparece por el umbral Fuji que parecía molesto y Kiku quien aún tenía un par de moretones pequeños en la cara y uno golpe rojo en medio del abdomen. Nadeshiko no se había imaginado que lo había golpeado tan fuerte para dejarle esas marcas. Sin embargo a comparación de él, a Kiku le mostraban lastima últimamente. Las sonrisas falsas y las manipulaciones estaban dado sus frutos con los demás. Los cuales ahora murmuraban sobre la forma y carácter estricto de Fuji de castigarlo. Nadeshiko era testigo como lentamente la buena reputación que tenían los mayores en la casa se iba deformando poco a poco a una mala. Una que se extendía lentamente también hacia los clientes. Formándoles problemas a ambos respecto a sus deudas.

― ¡¿Que no escuchas?! ¡Te dije que salgas! ―Ayame repite. Esta vez mas enojado―. Si no te vas. Te sacare yo.

Entonces toma al niño del brazo con todas sus fuerzas levantándolo de la tina. Jalándolo para que saliera. El agua escurre por los bordes mientras el pequeño balbucea cosas poco claras y resistiéndose solo un poco. Logra sacarlo y empieza a empujarlo afuera del baño pero a la mitad del camino Ayame de repente lo suelta. Cuando el niño volta a ver al mayor, nota como este estaba de rodillas en el piso. Se había caído, alcanzado a golpearse la frente contra el suelo mojado.

Rápidamente los demás se acercan deprisa para ver lo que ocurrió. Ayame se toca la frente adolorido sintiendo la sangre escurrir por la mitad de su cara. No mucha en realidad, aun así, asusto a algunos quienes salieron de inmediato a llamar a alguna sirvienta.

― ¿Está bien Ayame Nii-san? ―Kiku, quien estaba al frente de todos los demás. Le sonríe dulce extendiéndole la mano para levantarlo― ¿Debe de ser más cuidadoso? Este lugar es peligroso y no sabe cuándo pueda sufrir un accidente más grave. ¿Que hubiéramos hecho si se hubiera roto el cuello?

Ayame rechaza su ayuda de un manotazo. Estaba seguro que ese niño lo había hecho tropezar. Pero no tenía pruebas de ello.

―Aléjate de mí. ¡No se queden allí mirándome! ¡Vallan por alguien!

Se levanta del suelo, sale del baño sin dejar de apretarse la frente con su mano.

Todos murmuran comenzando a esparcirse en el baño continuando con la rutina. Nadeshiko quien se había quedado desconcertado observa a Kiku sonreírle dulce. Se acerca a él y le susurra en el oído:

―No te preocupes. Hare que él ya no te vuelva a molestar.

Los próximos días Ayame pareció estar rodeado de un aura de mala suerte. Amaneció con aves muertas en su cuarto, uno de sus kimonos favoritos se llenó de tinta negra durante una presentación, aparecían bichos en sus comidas, perdió a un cliente nuevo al ofrecerle sake rancio, etc. Sin embargo todo culmino algunos días después, cuando misteriosamente Ayame sufrió un accidente en las escaleras de la casa. Después de ello fue él mismo quien pidió con desesperación el traspaso de su contrato a Okaa-san para irse de la casa.

Ella se lo concedió sin muchas preguntas. Llevando al poco tiempo a otro niño nuevo a la casa, este fue Hinageshi. Quien fue tomado a su cuidado por Sakura quien había hecho una especie de trato con Okaa-san con lo que obtuvo el nombramiento de Ikebana para envidia de Tsutsuji con quien competía por el puesto.

Tsutsuji deseaba aquel lugar. Ya que con mayor rango era más fácil encontrar alguien que pagara tu deuda en su totalidad. Quizás era también una especie de táctica desesperada para despertar los celos de Hiraga-sama  si veía que obtendría más atención de otros. Después de todo, las visitas de Hiraga habían disminuido bajo el pretexto de sentirse incomodo frente al niño eta que escondía sus moretones. Con el tiempo se enteraría que aquellas ocasiones en las que le decía que solo iba a verlo un par de horas, terminaría yendo a ver a Sakura.

Sakura por su parte ambicionaba mucho más que su libertad. Si, coqueteaba con Hiraga-sama, pero este no sentía ni una pizca de amor hacia él. Lo que quería era dinero y posición social. De todos los clientes que pasaban por el Raikorisu no hata, Hiraga-sama era su mejor opción. Él sabía que era un hombre fácil de engatusar, se dejaba llevar por cosas como el placer y la complacencia. Unas palabras bien acomodadas y tendrías su atención. Para Sakura no fue difícil entrar en la mirada de aquel hombre y manipularlo para conseguir las cosas que quería. A comparación de Tsutsuji que era demasiado dependiente y servil. Era lamentable para Sakura darse cuenta que era esa desesperación lo que divertía a Hiraga-sama al igual que la figura extremadamente femenina que mantenía el chico. Sakura no tenía nada en contra de Tsutsuji, era simplemente que para él,  la vida era como la guerra y no iba a perder su oportunidad de salir de ese lugar por algo tan tonto y ordinario como los sentimientos. Lo lamento por Tsutsuji. Cuando eran más pequeños solían llevarse bien. Aunque jamás pudo congeniar con Fuji, cusa por la que se fueron distanciando con los años. A pesar de ello fue lo suficientemente condescendiente para advertirle que se llevaría una gran decepción si seguía detrás de Hiraga. Le conto lo mentiroso y tramposo que era. Que a él el amor no le interesaba. Que no era más que un entretenimiento. Que jamás cumpliría su promesa. Que dejara de ser un ingenuo. Pero a Tsutsuji no le importo.

A Sakura le ha tomado tiempo y sacrificio lograr tener el prestigio que buscaba. Con dos hermanos uno a cada lado suyo presumía su poder en la casa y en todo el barrio. Así mientras él llamaba más la atención de todos e inclusive la de los extraños que comenzaron a ser atraídos por los placeres ofrecidos por la casa. Tsutsuji perdía clientes y sus deudas se incrementaban.

Nadeshiko no lo tenía mejor. Durante dos años fue arrastrado por Kiku de arriba abajo por la casa. Haciendo todo lo que el menor quería. Había aprendido que si hacia todo lo que le pedían y se quedaba quieto terminarían rápido. Muchas veces fue doloroso e insoportable. Aun así Kiku jamás lo beso, mucho menos lo penetro, por otra parte la situación comenzó a desviarse por otros gustos. Kiku se dio cuenta que le atraía bastante recibir el dolor y dado que no pudo obligar al otro a herirlo por voluntad, su tortura se volvió más selectiva. Lo suficiente para lograr que Nadeshiko lo lastimara aun que se con un solo golpe. Sin embargo eso no fue suficiente. Planeo entonces su siguiente movimiento.  Ahora “casualmente” eran descubiertos por los mayores de la casa y terminaban obligados a complacer a otros. Eren apretados, sobados, chupados, lamidos, rasguñados, abofeteados… a veces golpeados. A Nadeshiko le costó un tiempo en entender que era Kiku quien les decía a otros que podían hacer todo eso con ellos. La mirada del niño de negro perdido en placer era suficiente para darle escalofríos y saber que tan torcido estaba el otro. Había unos chicos que se conformaban con un par de veces y los dejaban en paz. Hubo otros que quisieron pasarse de la raya, pero Kiku no lo permitió, llegando a amenazarlos con hacerles daño. Y dejo pruebas para que nadie más en la casa se atreviera a dudar de ello.

Kiku le enseño a Nadeshiko curar y ocultar sus heridas. Las medicinas que usaban se las daba Sakamichi- sensei a nombre de Fuji. El doctor no es del tipo de hacer preguntas innecesarias o de las que ya fuera consciente de la respuesta. Así que no cuestionaba al niño de negro. Si acaso, le daba algunas recomendaciones discretas de lo debía tener cuidado.  

Todos en la casa pretendían que no sabían lo que pasaba entre esos dos. Pero a veces si ponías la suficiente atención durante las noches de trabajo podías oír a los chicos rumorar sobre las nuevas heridas que se vean en él eta a la hora del baño.

Claro que Tsutsuji lo sabía. Lo sabía, pero no lo sabía. Se creía la versión que a Kiku le convenía que creyera. Esa en la que solo cuidaba los gustos extraños de Nadeshiko, asegurándose de que no se sobrepasara. El mayor ya tenía mucho en la cabeza para creerse o no esa excusa. Sus deudas estaban hasta el tope y había tenido que vender algunas cosas para mantener la fachada de que todo estaba bien. En lo que a él respecta Kiku cuidaba de su hermano pequeño mientras él seguía rogándole a un amor que perdía el interés.

Fuji también lo sabía pero no hizo nada al respecto. Entre querer hacer entrar en razón a Tsutsuji y no caer en las provocaciones de Kiku. Solo bajo la cabeza, apretaba los labios. Dejando que todo transcurriera. Quería que ese niño maldito que tenía por hermano menor se fuera. No. Lo que él quería era irse de allí lo antes posible. Si no lo había hecho era por Tsutsuji nada más.

Nadeshiko aprendió a callar. Jamás volvió a molestar a su hermano con sus penas. Jugando a ignorar lo que les pasaba a ambos. Sin embargo la sensación de frialdad estaba asiéndose evidente. Ahora era Tsutsuji quien levantaba una barrera entre ambos. Al grado incluso de ya no dormir juntos en el mismo futon.

Nadeshiko estaba solo. Tan solo como Tsutsuji al cual juraba escuchar sollozar algunas noches. Viéndolo fingir una sonrisa durante el día.  Aun así, aprendió todo lo que mayor le enseño. Varios estilos de baile, etiqueta y comportamiento propio de un Onnagata. Su relación se basó únicamente en ello.

El tiempo pasó rápidamente. Esas cosas que le enseñaron  a Nadeshiko junto a su floreciente atractivo hicieron subir la apuesta de su Mizuage lo suficiente para que Okaa-san no quisiera deshacerse de él. Después todo, los rumores y platicas con las sirvientas, le daban una clara visión de lo que podría pasar. Además ella estaba más que consiente que los niños que llegaron ese año eran excepcionalmente particulares.

….

Sin embargo un par de días antes de que terminara el periodo de entrenamiento de los Autobureiku. Ocurrió algo que decidiría todo para Nadeshiko.

Una noche hubo una gran fiesta. Su hermano se arregló más vistoso y elegante que de costumbre parecía emocionado. Le dijo que hoy iba a ser una gran noche que Hiraga-sama iba a ser un gran anuncio. Que todo iba a mejorar. Que todo lo que había pasado desde pequeño había valido la pena. Se portó tan cariñosos con él cómo día en que llego a la casa. Entre risas, abrazos. Le dio esperanzas de que si seguía siendo un niño obediente algún día tendría alguien como Hiraga-sama que lo amara y lo sacara de ese lugar.

Bajaron a la fiesta. Todos los chicos de la casa estaban reunidos en las dos salas principales. Se veía a Sakura con sus dos pequeños hermanos más que arreglados. El pequeño Hinageshi con su cabello desordenado tenia cara enojada cada vez que el pequeño Deiji lo abrazaba y sonreía presumiendo a su hermano pequeño a los invitados. Por otro lado se ve a Fuji cansando a lado de Kiku que sonreía dulce a quien lo miraba, sonrojando a uno que otro invitado con sus frases. Por otra parte se ve a un pobre chico confundido, torpe, aun nervioso por su nombramiento como Hana no hace más de un mes. Desataba las risas de los presentes cada vez que tenía un error por culpa de sus nervios.

Ambos salones habían sido adornados bellamente con telas de colores y faroles rojos que hacía ver el lugar lleno de vida. Contrastando con el clima invernal que se aproxima. Música, comida y bebida fina se servían a todos los invitados de Hiraga-sama unas veinte personas aproximadamente. Cuando llego la media noche Okaa-san se acercó a Hiraga el cual conversaba con sus amigos más cercanos. Se murmuran un par de cosas. Entonces la mujer da un par de aplausos, la música cesa y ella llama la atención de todos:

―Nuestro querido benefactor de hoy. El gran Hiraga-sama. Tiene un anuncio especial que hacer. Por favor escuchémoslo.

El hombre dio un trago a su bebida. Se rio contento. Hablo:

―Desde que conocí esta acogedora casa que dirige nuestra bella  Kiyoha Okaa-san. Puedo decir, sin temor alguno que no tiene nada que envidiarle a sus competencias femeninas. Estos muchachos son prueba de que el Wakashudo aún puede existir en la adversidad de esta nueva era. No puedo creer la manera en la que me ha conquistado él bello joven del cual me considero culpable de haberme rendido ante sus encantos...

Mientras  Hiraga-sama seguía en su enrevesado discurso. Nadeshiko observa a su hermano ruborizarse emocionado, conmovido. Por ese breve momento miro su verdadera sonrisa de felicidad y él se sintió feliz por su hermano.

Hiraga no obstante terminaba sus palabras:

―Estoy feliz de dejar que este chico este a mi lado de hoy en adelante para siempre. Ven aquí conmigo… Sakura-Hana.

El muchacho dejo a sus hermanos pequeños y se dirigió al lado de Hiraga-sama. Sakura le sirvió un trago y todas las sirvientas lo imitaron sirviendo a todos los presentes.

― ¡Kanpai!

Brindo Hiraga-sama frente a todos que le siguieron. La música en la habitación vuelve más animosa y la fiesta prosigue mientras todos felicitaban a Sakura por la decisión de Hiraga-sama.

―Tsutsuji Nii-san…

Le llamo Nadeshiko con la voz muy bajita mientras observaba como algo en el interior del mayor se desquebrajaba en miles de pedazos. El muchacho se cubrió la cara con la manga de sus kimono y salió corriendo de la habitación. Fuji fue tras el en vano. Nadeshiko no sabe que hablaron, pero sí que volvieron a enfadarse. Tampoco sabe de qué hablaron Tsutsuji y Sakura esa noche. Cuando todos los invitados se fueron y el primero le pidió explicaciones. Más allá de que llegaron a los golpes con su hermano perdiendo terminando castigado severamente por Okaa-san.

Dos días después Sakura se fue de la casa sin antes dejar ya todo listo para sus pequeños hermanos. Cuyos Mizuage como era de esperarse fueron los dos más caros de ese año.

El día en que Sakura se fue del Yukaku de Yoshiwara todos los niños de la casa fueron a despedirlo. Le desearon lo mejor y lo vieron partir en compañía de Hiraga-sama dentro de un costoso palanquín. Más que nunca todos los demás niños de la casa tuvieron la esperanza de que algún día podrían irse de aquel lugar si sabían jugar sus cartas.

El único en no asistir fue Tsutsuji. Él se había encerrado en su habitación y se negó a salir.

Ya nada fue lo mismo.

Tsutsuji dejo de hablar con quien sea. Ya no se levantó de su futon, dejo de comer poco a poco, dormía casi todo el día cuando no lo arrastraba la tristeza y dejo de trabajar en la noche. Él había perdido algo, algo más que esperanza, amor o felicidad. Algo que nadie más que si mismo podía entender. Decir que estaba roto era poco. Algo se había ido para siempre. No podía dejar de sentirse triste, perdiendo el interés por completo en cualquier cosa. Cansado, vacío. Una sensación hueca en el pecho que no puede ser llenado con nada. El mundo que lo rodeaba se volvió demasiado para él. Se había pasado los últimos años de su vida forzándose a vivir, negando las cosas malas que le pasaban, pero finalmente ese sentimiento lo atrapo y la vida se le vino abajo. Atrapado dentro de sí mismo sin poder salir.

Nada que digiera Nadeshiko pareció animarlo. Al contrario, ahora lo alejaba de él, abecés a empujones  fuera de su espacio. Otras veces ignorándolo por completo. Nadeshiko se sentía mal, estaba herido, preguntándose que había hecho mal.

Nada de lo que hacía Fuji parecía hacer efecto. Los “debes en cuando” se volvieron visitas diarias y sé quedaba con el chico todo la tarde hasta abrir la casa. Al principio fueron reproches al estilo de “te lo dije”. La conversación era difícil. Después vinieron los consuelos y la impotencia. Ahora el chico se la pasaba cuidando todo el día a Tsutsuji. Agotándolo hasta los extremos.

Dado que Tsutsuji había dejado de trabajar las consecuencias llegaron pronto. De repente ya no había un plato de comida para Nadeshiko, ni ropa limpia. Abecés Fuji le daba un poco a escondidas. Pero no era suficiente. Tsutsuji se habían deslindado casi por completo de él.

Una tarde mientras ayudaba a Fuji a llevar a Tsutsuji al ofuro para bañarlo. Escucho al moreno decirle a su hermano.

―Logre conseguir que nos dieran una hora a solas en el baño. Los demás… sabes que están de tu lado ―miente. Nadeshiko sabe que también está mintiendo pero no dice nada. Sabe que tuvo que sobornar a algunas sirvientas para obtener ese tiempo a solas en el baño. Fuji continúo hablando mientras desvestía al chico sin esfuerzo. Tsutsuji parecía un muñeco―. Todos quieren verte bailar de nuevo.

No hay respuesta.

―Nadeshiko. Ve por un cambio de ropa para Tsutsuji. Yo me are cargo de lo demás

―Pero…

―Haz lo que te digo, por favor…

―Si. Si, está bien.

Nadeshiko dejo a los mayores. Fue a su habitación, tomo un cambio de ropa y se fue discretamente al baño sin tardar mucho. Con pasos silenciosos volvió al baño. Se quedó de pie en la puerta corrediza medio abierta. Antes de entrar se asomó y puedo escuchar claramente a Fuji:

―Okaa-san volvió a preguntar cuándo vas a regresar a trabajar. Dijo que había sido suficiente drama de tu parte ―el chico esta hincado en el piso solo con el fundoshi mientras sostenía a Tsutsuji desnudo por la espalda, recargado en la orilla de la bañera con la mirada vacía. Si escuchaba lo que Fuji le decía, pero no estaba allí en esencia. Fuji le lava el cabello continuando preocupado―. Está muy disgustada porque has estado rechazando a los pocos clientes que te quedaban. Yo ya le dije que no se preocupe que me aria cargo de ti. Sabes que yo me quedare a tu lado ―la voz se le quiebra un poco. La verdad es que Okaa-san ya le había avisado que aria el traspaso de su contrato en cuanto fuera la entrega de Kiku. Fuji quería encontrar la forma de llevarse a Tsutsuji consigo o incluso si era posible pagar la deuda de él, a pesar de saber que eso era imposible. Quería aferrarse a esa idea. Enjuaga a Tsutsuji con agua caliente. Se abraza a él por la espalda y le dice―. Yo te quiero. Siempre te he amado. ¿Yo no puedo remplazar a aquel hombre?

Silencio.

Fuji suspira largo. No puede hacer otra cosa que estar allí. Sigue con sus tarea enjabona al chico y lo enjuaga. Fuji se limpia las lágrimas y finge que no está llorando. Dice tratado de hacerse el fuerte:

―Si no vuelves a trabajar en unos días, te van a echar de la casa. Quiero que vuelvas a ser el Tsutsuji de antes. Quiero verte bailar de nuevo, verte sonreír. Aún hay personas que te queremos, que te necesitamos. ¡¿Que no te importa lo que le pase a Nadeshiko?! Aun tienes responsabilidad con él. Él está muy preocupado por ti. ¿Sabes quién es el que tiene la puja más grande por él? Si no haces nada va a terminar en manos de ese sujeto… ¿Qué? ―ve a Tsutsuji mover los labios apenas en un ruido audible. Pregunta de nuevo―. ¿Qué dijiste?

―Todo es culpa de él…

― ¿Que?

― ¡Todo es culpa de él! ―Tsutsuji alza la voz. Las palabras se desbordan de su garganta. Como si todas se hubieran acumulado este tiempo y solo quisiera vomitarlas juntos a sus desilusiones―. Desde que ese niño llego a estar a mi lado mis desgracias comenzaron. Sakura tenía razón ese niño solo me a traído mala suerte. Es su culpa que Hiraga-sama no me amara. Debí de hacerle caso cuando me dijo que me deshiciera de él. Si lo hubiera hecho me hubiera llevado consigo en lugar de Sakura. Quisiera nunca haberme hecho cargo de él… ¡Lo odio!

Fuji lo toma por los hombros y lo sacude sin creer lo que escucha del muchacho:

―No digas esas cosas. Ese niño te quiere mucho. Él se ha esforzado para que le des tu aprobación. ¿Tienes idea por todo lo que estado pasando? Él se ha quedado callado para no molestarte más. ¿Que no puedes ver todo lo que ambos hacemos por ti?

Tsutsuji no contesta. En sus lugar se lanza contra Fuji lo golpea en el pecho con sus manos. El otro no lo detiene y lo deja llorara y desquitarse.

Nadeshiko del otro lado de la puerta suelta la ropa en el pisos y sale corriendo. Se va el pasillo chocando con algunos, huyendo de lo que escucho. Sube a la habitación de Tsutsuji sin embargo es de nuevo interceptado por Kiku que lo mete a la habitación de Fuji sin mucho esfuerzo.

Terminan sentados en el piso. Kiku lo aprisiona en una esquina. El menor lo mira oscuro sonriendo, lagrimas acumuladas en las pestañas de Nadeshiko, pero este era como si estuviera demasiado sorprendido para haberse dado cuenta. Enseguida Kiku lo abraza con todas sus fuerzas procediendo a lamerle las lágrimas. Nadeshiko niega con la cabeza. Pero al otro no le interesa.

Sigue lamiéndole los parpados y cuando termina de saborear el sabor salado, dice:

―Te quiero, Nadeshiko.

El pequeño eta se queda con la mirada perdida en el techo mientras siente las manos del otro metiéndose dentro de su kimono. En su cabeza hay demasiados pensamientos para quejarse o impedir los avances del otro. Nadeshiko piensa en lo que significa ser querido. No lo entiende ¿el amor que se tenían sus padre era diferente al que le ofrecía Fuji a Tsutsuji? ¿Era diferente a lo que Tsutsuji esperaba de Hiraga-sama? ¿Es diferente a lo que Kiku le profesaba mientras le hacía daño?

―Te quiero Nadeshiko.

Escucha de nuevo de la voz de Kiku. Lo tiene acostado boca abajo en el piso con el kimono abierto de par en par. De repente siente una mordida en su hombro. Aprieta sus labios para no gritar. Tensa su cuerpo, apretando los dedos. Duele. El amor duele y no lo entiende…

….

Mira al sol ponerse por la ventana. Kiku por fin lo ha dejado tranquilo. A pesar no parecer completamente calmado. Últimamente el niño de negro había sido más cuidadoso. Ya era raro que lo dejara completamente marcado por los golpes. Aun así se veían un par de magullones por aquí y por allá junto a la marca roja de una mordida cuyos dientes ya no se quedaban impresos en la piel por mucho tiempo. Se comenzó a vestir lentamente. Sin embargo Kiku no lo soltaba en ningún momento lo abrazaba por la cintura como si le perteneciera solamente a él.

Kiku alza su mirada. Dice malsanamente emocionado.

―La próxima vez me gustaría intentar algo nuevo. Sabes, escuche a Okaa-san decirle a Fuji que ya se había decidido quien sería mi primer cliente. En dos días harán mi entrega. Después de ello hagamos muchas cosas. No puedo esperar para sentir como te mueves dentro de mí. Te quiero, te quiero tanto.

Nadeshiko no dijo palabra alguna en su lugar solo coloco su mano en la cabeza del otro y acaricio un poco. Sin querer se había condicionado a responder de esa manera.

El amor de Kiku duele pero es menos feo que el desprecio y rechazo de los demás. Se convenció que al menos él siempre estaría de su parte. Lo protegía de los niños y si estaba de buen humor incluso lo consentía o le daba regalos pequeños, un dulce por aquí, una lisonja por allá. A el que todo el mundo le decía que su existencia era un inconveniente, que Kiku le digiera que lo quería. Que le mostrara algo parecido al cariño. Fue suficiente para condicionarlo. Aunque en lo más profundo de su persona, cuando tenía recuerdos repentinos de sus padre amándose. Sabía que eso estaba mal.

Regresaría al cuarto de su hermano en cuanto la casa abrió. Fuji se había ido ya a trabajar y dejado a Tsutsuji solo. El chico de cabello largo estaba acostado en su futon dando la espalada mirando únicamente la pared frente a él.

Nadeshiko se mueve en silencio y despacio mientras enciende las luces de las lámparas en la habitación antes que se queden a oscuras. Cierra la ventana para que no se escuche la música de los pisos de abajo. Se queda un momento de pie buscando alguna expresión en su hermano mayor. Lo mira vacío. Quiere una explicación de las palabras que escucho. Nadeshiko jamás pensó que escucharía eso de la única persona que parecía no despreciarlo sin que le doliera el corazón. Dudo un momento.

Se hinco frente a su hermano y dijo temblosos:

―Perdóname ―agacha la cabeza avergonzado. Eso era todo lo que había aprendido en este tiempo a sentirse avergonzado de su propia existencia que parecía dejar desgracia a su alrededor―. No quiero que me odios. Yo… yo te quiero. Sé que no puedo entender lo que sentías por Hiraga-sama pero es que él jamás te miro como mi padre miraba a mi madre. Ni como  Fuji Nii-san te mira… ni siquiera de la manera en la que Kiku me mira. ¿Porque? ¿Dime porque? ¿Por qué el amor es tan doloroso? ¿Así se supone que debe de ser? ―comienza a llorar― ¡No quiero que me odies! Quiero que me sonrías de nuevo. Quiero que me enseñes más bailes y muchas otras cosas. ¿Por qué Fuji Nii-san y yo no podemos ser suficiente?

Pero su hermano no dijo nada. En su lugar apretaba sus labios hundiendo su rostro en las sabanas, llorando de igual manera. Hundiéndose más profundamente el barro.

….

Nadeshiko despertó al día siguiente temblando de frio es invierno y sin embargo aún no había nevado. Se levantó tarde, así que no hizo los aseos de la mañana. Se había acostumbrado a que Kiku resolviera ese inconveniente por él. Hace tanto no los hacia que ya había olvidado que era una de sus obligaciones. Se siente decaído, tiene la nariz congestionada y los ojos hinchados por haber llorado tanto la noche anterior. Se levanta y va a la habitación de al lado a ver cómo sigue su hermano esperando verlo acostado. Sin embargo cuando desliza la puerta ve a Tsutsuji, sentado cerca de su ventana mirando el paisaje.

Nadeshiko se sorprende. Tsutsuji se había arreglado  bellamente con un kimono rojo oscuro y recogido su cabello largo en ese peinado tradicional que solía adornar lleno de kanzashi de oro.

Tsutsuji voltea detrás de él percatándose de la presencia del niño. Le sonríe dulce y le dice:

―Tu cabello es un desastre déjame peinarte. Ven siéntate aquí conmigo.

Nadeshiko sonrió. Asiento con la cabeza dirigiéndose a donde estaba su hermano. Se sentó delante de él y dejo que peinara su cabello como lo había hecho cada mañana desde que llego, trenzándolo, amarrándole aquella cinta rosa que le había regalado. Las manos de su hermano lo trataban con tanta gentileza y se siente feliz, feliz como hace mucho no se sentía. Por ello no se cuestionó nada.

Al terminar. Su hermano le dio la vuelta para que lo mirara y lo abrazo fuertemente. Recargo la cabeza de su hermanito en su pecho y lo abrazo envolviéndolo en las mangas de su kimono:

―Perdóname ―le dijo ―perdóname por todas las cosas por las que has de pasar por mi culpa. Tu hermano fallo. Falle en muchas cosas.

―No. No es cierto.

Le niega el niño reforzando el abrazo. Su hermano está muy frio.

Tsutsuji se sonríe triste:

―Nadeshiko promete algo.

― ¿Qué cosa?

―Tienes razón. ―se separan. El mayor sostiene el rostro del menor entre sus manos haciendo que lo mire a los ojos. Hay una especie de resolución en su mirada―.  El amor es doloroso y negado para las personas como nosotros. Nunca te enamores de nadie como yo me enamore de Hiraga-sama. Prométemelo.

El niño no entendía en realidad el porque de esas palabras. Sin embargo contesto:

―Si… lo prometo.

Su hermano le sonríe:

―Tienes hambre ¿cierto?

Nadeshiko baja la mirada apenado por que es cierto.

Su hermano se levanta y busca en su buro un par de monedas de cobre y se las entrega a Nadeshiko:

―Compra todos los panes al vapor que te alcanzan con esto. Sé que son tus favoritos. Si te vas ahora, las sirvientas no se darán cuenta si te vas sin compañía.

―Si.

El niño sonrió alegremente, guardando las monedas en su kimono. Salió de la habitación  rápidamente.

Tsutsuji se quedó solo.

Espero unos minutos de pie. En ese momento llego a su mente el recuerdo de cuando perdió su virginidad a manos de un de los jefes de su madre mientras trabajaban como servidumbre en una casa rica. Como aquel sujeto lo engaño con palabras bonitas para atraerlo a una habitación y violarlo sin remordimiento. Como lloro y suplico mientras lo tenía de pies y manos contra el suelo mientras lo penetraba sin piedad, y que cada vez que miraba al piso veía el tatami manchado de su sangre y sus lágrimas.

―Ah… que cosa más asquerosa para recordar en un momento como este.

Se dijo así mismo en voz baja mientas se quitaba las kanzashi soltándose el cabello. Su madre no le había creído que no había sido culpa suya cuando se lo dijo. Le hecho completamente la culpa a él y a su manera afeminada de ser.

Tsutsuji había vivido su vida aceptando todo bajo el lema de su padre de sonreír hasta el final. No sentía pena de su pasado. No fue culpa de nadie. Su vida no debía ser culpa de nadie. Llego a conocer la soledad de amar a alguien y aprendió sobre la desesperación de que fuera alguien que no le correspondía. Así mismo como ser la causa de esa desesperación para otros.

Desatándose el obi de su kimono. Dejo caer las prendas al suelo. Pasando el obi por la viga del techo. Se dijo a sí mismo:

―Conozco más que sufriente…

 ….

Nadeshiko no debió tardar más de veinte minutos. Incluso regreso a la casa corriendo con la bolsa de papel llena de panes calientitos para compartirlos con su hermano. Estaba seguro de que todo iba ser como antes. Ignoro incluso el regaño de la sirvienta de guardia o las burlas de los otros al subir a la habitación de su hermano. Pero solo deslizo la puerta para encontrarse con el cuerpo de hermano tambaleándose de un lado al otro colgado del cuello de la viga del techo.

Debió de gritar muy fuerte. Por qué lo único que recuerda aparte ese día. Fue a Fuji a su lado hincado en el piso gritando desgarradoramente aún más fuerte que él. Y a Kiku a su lado decir:

―Así que termino haciéndolo.

“Su rostro estaba completamente estoico. No sentía nada. Ni tristeza o remordimiento. Miedo o cualquier emoción. Aunque tuviera a su hermano mayor completamente destrozado frente a él. Aun que me tuviera a su lado horrorizado. Aunque estuviera mirando el cadáver del único chico que fue bueno con él. Kiku no sentía nada. Él es un monstruo”

―Y eso es todo lo que tengo que decirte al respecto.

Nadeshiko termina su relato. Mira a Tsubaki y este está pálido por la impresión.

Silencio.

Tsubaki baja la cabeza, estremecido. No sabe si creer en todo lo que le ha contado. Pensaba que Nadeshiko era malo. Pero ahora estaba confundido. Alza sus mirada un poco y ve en la mirada del otro con tristeza, resignación. Acariciando el pelo blanco de Yuri con mucha delicadeza mientras esta tan tranquilo acostado en su regazo.

Abre su boca pero las palabras no salen en un principio. Hay cosas que quieres saber.

Nadeshiko no obstante parece paciente como si estuviera esperando las interrogantes del otro. O incluso que se levantaran y le gritaran que era un mentiroso. Que algo como eso era imposible. La vida siempre ha sido así para él.

― ¿Qué… que paso después? ¿Qué paso con Fuji Nii-san?

Pregunto por fin el de kimono azul.

―No tardaron en venir todos a la habitación de mi hermano ―Nadeshiko suspira―. Las sirvientas se hicieron cargo del cuerpo de Tsutsuji Nii-san. Okaa-san nos interrogo a los tres pero… no dijimos nada. Al final. Aparentamos que no había pasado nada en la casa. Cuando alguien se suicida en alguna casa se trata de mantener en secreto. Se cree que eso es de mala suerte y que las personas que viven en esas casas están malditas. La gente es tan estúpida y supersticiosa.

Explica. Omitiendo la parte en la que los demás le había echado la culpa. Así mismo que Okaa-san estuvo a punto de echarlo de la casa, por que la persona que habían pujado por él se retiraron  al enterarse de aquel insistente. Con excepción de una…

Nadeshiko continúa explicando―. Fuji Nii-san no pudo más y pidió la trasferencia de su contrato al día siguiente. Me quede solo con Kiku detrás de mí. No fue sino hasta después de mi entrega que un día solamente decidí que me canse y comencé a gritarles a todos para alejarlos de mí.

― ¿Por qué?

―Me di cuenta que si alguien se acerba demasiado a mí. Kiku no lo permitiría. Ya tenía a todos de su lado. Pero eso no evitaba que dejara en claro sus intenciones conmigo. Estoy seguro que él lo hizo… solo porque no pudo ser el primero…

―Hizo qué…

―Estoy seguro que Kiku asesino al que fue mi primer cliente…

Silencio nuevamente.

Tsubaki siente un escalofrío con solo escuchara eso. Que su hermano que siempre estaba sonriente con tanta dulzura y generosidad. Fuera de llegar tan lejos, aún más lejos.

―Quiero que tengas cuidado con él ―advirtió el mayor―. Yo no tengo la menor idea de porque siendo como es decidió tomar un hermano menor.

Se supone que él había decidido hace mucho tiempo que esas cosas ya no deberían de importarle. Gastaba demasiada energía en tratar de mantenerse alejado lo más que pudiera de aquel chico del crisantemo. Sabiendo que era en vano. Después de todo sabía que les pagaba a algunas sirvientas para que le informara sobre cualquier cosa que hiciera. Los chicos de la casa habían cambiado lo suficiente con los años para que los más nuevos respetaran a Kiku sin aparente razón mientras que los más antiguos como ellos, sabían que era mejor no meterse en su camino. Estaba solo. Kiku se había asegurado de encerrarlo en una jaula de oro dentro de otra jaula aún más grande.

―Si te confías demasiado. Te puedes arrepentir como yo.

Tsubaki se pone de pie inmediatamente. Su mira y la de Nadeshiko se quedan fijas un instante. Es como si pudieran leer los pensamientos del otro.

Tsubaki sin decir nada más sale de la habitación en dirección a buscar a su propio hermano mayor.

 

Continuara...

Notas finales:

Tsutsuji (la azalea) en el antiguo lenguaje de las flores: Amor de madre. Expresar buenos deseos. Se entregaban flores de azalea a las personas que debían pasar por una prueba difícil, en dónde la suerte jugaba un papel importante. Por lo cual también se entregaba como ofrenda a Dios para pedir ser favorecido.

Las azaleas rosas son las que llevan el significado tradicional. Es aquella que indica feminidad, alumbramiento, templanza, amor maternal, y fertilidad. Así mismo primer amor, amor puro o compromiso eterno.

Las Azaleas rojas no tiene que ver con un significado del amor o la pasión, sino con el interés de pedir perdón o reivindicarse ante la opinión de un ser querido o alguien importante.

“Amor puro que aún se está desarrollando y es frágil”   “Lo siento”

Sin embargo las azaleas al también ser venenosas tienen un significado secreto.  Hipocresía, envenenamiento, envidia, venganza o celos.

“Nuestro amor no fue más que una mentira”


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