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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Capitulo XXIV

Desde aquella noche que Tsubaki había pasado en compañía de Nadeshiko Nii-san y Yuri, ya había pasado una semana y desde entonces no había vuelto a hablar con ninguno de los dos.

En gran medida era debido a que con la presentación de los nuevos tan cercana. Los Autobureiku de la casa se estaban concentrando únicamente en perfeccionar el acto que exhibirían en tan solo dos semanas. Inclusive los aseos de la casa se les perdonaban siempre y cuando sus hermanos mayores avisaran que estaban practicando.

Tsubaki no era la acepción a esto. Habiendo encarado a su hermano mayor, le pidió que le enseñara una presentación buena. Algo que llamara la atención más que solo declamar unos cuantos poemas como era el plan original de Kiku. El mayor no se opuso a esto, a pesar de sus declaraciones de que no esperaba mucho para un niño como él, que apenas sabia escribir o leer y no tenía talento más allá de tener un buen instinto en la intimidad.

Tsubaki sabe que su hermano se tomó enserio su petición de dejar de fingir su verdadero yo. Lo sabe porque es más directo con sus palabras, al grado de ser hirientes. A pesar de eso, se dio cuenta que no había quitado sus filtros verbales por completo. Por lo mismo, Kiku seguía sonriéndole como siempre, al parecer es algo a lo que el mayor se ha condicionado, al menos eso piensa Tsubaki. Es eso o quizás…  Kiku trata de no ser tan aterrador para que puedan seguir fingiendo ser buenos hermanos.

Kiku no obstante le ha hecho algunas aclaraciones pertinentes que siempre debe de tener en cuanta en todo momento. La primera es que el miente mucho en su propio beneficio, si ha llegado a mentir por otros es por algo que le beneficiara a largo plazo, que  no confié que lo hace por alguna clase de buena acción. Segundo, si llega a decir que “siente algo” es más una formalidad para darse a entender. No es que realmente sienta algo, pero sabe que para las demás personas a su alrededor, no sería fácil entenderlo si él no pone sus asuntos en términos de “sentimientos”. Por lo mismo, Tsubaki se percató de que su hermano vive de manera muy consiente, por ejemplo, pensando antes de hablar. Es muy difícil ver a Kiku soltando todo lo que pensaba en realidad. Tsubaki llego a la conclusión que esto era por lo que implicaba para Kiku, estar pensando constantemente en qué haría una persona normal. Por otra parte, esto no era tan perfecto como se creería,  a veces su hermano se equivocaba al “sustraer la respuesta empática esperada”, mal entendiendo ciertas situación. Claro que Kiku al darse cuenta de estos errores los corregía de inmediato y tan magistralmente, que logra despistar a los demás, en especial a los clientes comunes. El ser Hana le ha daba mucha libertad de hacer esto. Ya que es el cliente el que suele sentirse ignorante o avergonzado por contradecir a alguien tan importante en la casa como lo era chico del crisantemo.

Después de ese día en que le pidió que dejara de fingir con él. También dejaron de dormir juntos. Ahora duerme en la habitación contigua en su propio futon que Kiku no tuvo problemas de conseguir. Las comidas siguen siendo en silencio pero sin permitirse alejarse de él en ningún momento. Mientras que las cenas con los clientes no han cambiado mucho. Se queda callado sonriendo mientras su hermano habla con el cliente. Aunque admite que ahora si presta más atención a las conversaciones. Por otra parte su tiempo a solas con Kiku se había vuelto un debate  entre sus creencias inocentes y los fríos argumentos de su hermano. Aun que rara vez le debate. Ya que no sabe cómo hacerlo. Le da miedo tocar algún punto sensible. Más para él, que para Kiku y quedar aterrado o desconsolado.

Sin embargo, a veces Tsubaki se armaba de suficiente valor durante sus lecciones para preguntarle cosas a Kiku que parecían indiscreciones.

― ¿Qué si mataría a alguien de nuevo? ―Kiku le pregunta sonriente ladeando su cabeza―. ¿Te preocupa que te inculpe de algo así? o ¿Estas preocupado por mí? Pensé haberte dejado en claro que yo estaba muy consciente de lo que hice, así mismo como que fue algo drástico. No me atrevería a hacerlo de nuevo, fue muy complicado. Como te conté, fue un proceso largo y que necesitó de mucha preparación. La razón por la que asesine a Wakamatsu-sama, fue porque tuve  la certeza de hacerlo sabiendo que no habría consecuencias y que me daría beneficio. La única diferencia entre yo y otros. Es que si algo está entre yo y lo que sea que quiera, no tendría ningún problema en hacer lo necesario para eliminar el problema. Fuera de ello yo no disfruto matar. Mucho menos te forzaría a ti a hacer algo así. ¡Oh! Pero no me mires así con tanto… ¿horror? Pregúntate ahora mismo. Si pudieras matar a alguien por algo que te hizo, te molesto o incomodo mucho en tu vida de alguna manera y salirte con la tuya sin tener ninguna consecuencia por hacerlo ¿no lo harías? O quizás la pregunta tenga más lógica si en lugar de ser a ti, fuera a alguien a quien apreciaras. Por ejemplo a tu madre. Si hubieras podido matar a tu padre para salvar a tu madre. Sabiendo que nadie te podría culpar ¿no lo hubieras hecho también? Quizás ella así seguiría aun hoy con vida. Esto te lo digo como alguien que nació en un lugar por demás privilegiado y que hizo todo lo que debe para mantener el estilo de vida que siempre ha conocido. Es completamente innecesario planear un asesinato, cuando se está rodeado únicamente de aduladores y estúpidos que jamás osarían ofenderte, que son fácilmente manipulables a voluntad y que son felices con que se les brinde unas cuantas lisonjas y migajas por aquí y por allá. Pero tú que tuviste la mala suerte de nacer en la pobreza, despreciado y dominado por débil. No puedes darte el lujo de quedarte con tu inocencia y moral. Debes de mentir, conspirara. Tuviste la fortuna de llegar a una casa en donde nadie cuestiona esas cosas o te detendrá en tus ambiciones siempre y cuando entregues únicamente tu cuerpo. Ya no tendrás las necesidades de alguien que siempre se quedara en la pobreza, teniendo que robar y matar o de lo contrario ser arrastrado por la marea de la desesperación. Se astuto y no tengas miedo de hacer lo que sea necesario para obtener lo que deseas.

Esa mañana una vez más falto a los aseos.

La habitación secundaria de Kiku era un verdadero desastre gracias a él. Por todas partes se miraban hojas de papel con manchones y líneas gruesas de tinta negra. Repetidas una y otra vez.

El arte que Kiku había decidido que Tsubaki mostraría durante la presentación. No se trataría de otra cosa que la que Fuji intento que el presentara en su momento, el Shodo.

Shodo (camino de la escritura) es el nombre de la disciplina que conocemos ahora como caligrafía.

Esta es considerada un de las artes budista. Que originalmente estaban encaminadas para conseguir el autoconocimiento y apertura al mundo espiritual de quien lo practique. Aunque importando de China por monjes budistas zen. Fue en Japón donde experimentó una gran especialización en el dominio de las técnicas y estilos que se practican incluso en la actualmente. Siendo los más destacados el estilo Kaisho, Sōsho y el Gyosho.

El estilo Kaisho (escritura ortodoxa o correcta) es el estilo de caligrafía que más respeta los espacios y las formas reales de cada uno de los símbolos de los alfabetos japoneses.  Es por ello, que es un paso obligado para quien desee iniciarse en el arte de la caligrafía. La persona irá adquiriendo las habilidades elementales y principios primordiales necesarios para desarrollar posteriormente otros estilos. Entre las habilidades adquiridas al iniciarse con este estilo, se encuentran las de encontrar el equilibrio entre derecha, izquierda, arriba y abajo. También la presión ejercida del pincel sobre el papel, la cual debe ser la justa. La lectura de una caligrafía en estilo Kaisho, debe resultar muy fácil y legible.

Se dice que para prestar una atención máxima a los trazos que se realizan, la persona que lo practica tienen que evadirse y desconectarse por completo del mundo para lograrlo.

―Ya te lo dije. Es importante que procures levantar el fude (pincel) en cada trazo, y no arrastrar el trazo hacia el siguiente. Vuelve a hacerlo.

Lo que es difícil para Tsubaki escuchando a su hermano reprenderlo debes en cuando mientras siente su intensa mirada desde el marco de la puerta de la habitación contigua.

Tsubaki se limpia el sudor de su frente con la manga del juban blanco con manchones de tinta en las mangas y en el regazo. De todas las cosas que puede aprender, su hermano le impone la que más siente que se le dificultaba. Escucha en su cabeza la voz de Himawari decirle que solo sabe hacer garabatos en papel. Y después maldice a su padre entre dientes por nunca haberle permitido ir al templo de la región con los otros niños del pueblo a aprender a leer y escribir. Pagando ahora las consecuencias de ello.

No suelta el fude lleno de tinta que se derrama, se incorpora solo para tomar aire, darle la vuelta a la hoja y volver a inclinarse en el suelo y dibujar con líneas gruesas lo que parece una curva que continua otra.

Escucha la voz de Kiku de nuevo:

―Debes usar menos tinta. Si no puedes escribir los pocos caracteres que te enseñe de manera correcta. No podremos avanzar a lo siguiente y no estarás listo para el día de la prestación.

El muchacho en realidad le dice todo con calma. Entre un leve regaño y comprensión. Lo hace para darle confianza e impulso al niño. Pero no da un buen resultado. Dado que Tsubaki tiene la guardia en alto, no sabe si confiar en que Kiku le esté enseñando esto para su bien o es un castigo.

―Estoy cansado ― Tsubaki suspira agitado limpiándose de nuevo el sudor de su frente manchándose de paso la nariz con tinta del pincel―. Además. Ya no tengo más papel.

―Descansa. Recoge todo.

Indica el mayor con tranquilidad. Esto provoca que el niño se tire en el suelo estirando las piernas, que ya estaban muy cansadas al estar sentado sobre sus rodillas. Suelta un enorme resoplido echando la cabeza hacia atrás. Está completamente estresado que le duelen los hombros y el cuello.

Kiku continúa diciéndole:

―Hare que las sirvientas traigan más papel y tinta para que sigas practicando antes de que lleguen Mitsuruji-sama y Madarame-sama.  Hoy vendrán para tomarles medidas y escoger las telas para sus nuevos kimonos. Los que usaran en la presentación. A sí que recuerda cambiarte el juban cuando bajes. Ellos llegaran una hora antes del baño. ¿De acuerdo?

Kiku sonríe dulce.

Tsubaki ahora comprende porque Nadeshiko suele sentirse tan desesperado cuando ve a Kiku sonreír. El saber porque lo hace es incómodo. Ahora solo puede tratar de ignorarlo, asiente con la cabeza.

Por otra parte, dejando de lado sus asuntos con Kiku.  Piensa que la toma de medidas es una buena oportunidad para ver de nuevo a Yuri. Al cual solo le había podido dar unos cuantos vistazos a la hora del desayuno sentado en el piso del pasillo junto a Nadeshiko que sigue enseñándole como debe de comer correctamente, así como modales. El mayor sin embargo, parece haber cambiado un poco con el pequeño. Al menos, Tsubaki piensa que es así, porque aunque sigue regañando al albino cuando se equivoca, ya no parece molestarse tanto como antes. Mientras que Yuri luce cada día más contento. Tiene muchos deseos de hablar de nuevo con él.  Sin querer una sonrisa se le escapa.

―Vaya. Estas muy contento ¿verdad? Acaso ¿estás pensando en cosas picaras que hiciste el día que escapaste de la habitación de tu hermano mayor? ―Kiku pregunta sonando falsamente amable.

―Pensaba en Yuri ―responde el niño desviando la mirada―. Esa noche dormimos juntos en la habitación secundaria de Nadeshiko. Eso es todo.

Miente. Ha notado que Kiku trata que le diga que fue lo que paso esa noche. Siempre que lo niega solo puede ver esa mirada extraña en su hermano mayor. Como si estuviera enojado con él por eso, guardándoselo. Ese brillo que solía ver en los ojos de su padre cuando el abría de más la boca, guardándose el golpe y soltarlo en la cara de su madre en cuanto la mirara. Hace una mueca de desagrado al recordarlo y se dice a si mismo que si su hermano puede mentir en su beneficio entonces el mentira en beneficio de otros. Piensa que si solo dice la verdad a medias de lo que paso aquella noche. No meterá en problemas a Nadeshiko y su hermano dejara morir el asunto. Después de todo él hizo con Nadeshiko, lo que su hermano no ha logrado consumar en años. Sabe que Kiku es capaz de leerle sus expresiones faciales. Así que al menos dirá la parte que imagina que Kiku hará que no tome represarías.

Kiku por su lado mira atento las expresiones del niño. Efectivamente, había estado esperando que al otro se le saliera cualquier información que pudiera usar en su favor. Sorpresivamente, si su hermanito  le confesaba que había tenido emociones primaverales y una que otra interacción sexual con Nadeshiko. El no tomaría represarías, al contrario. Quisiera saber hasta el más ínfimo detalle. Tal vez no obligaría a Tsubaki a matar a alguien, pero si a que le mostrara como complacía al otro en contra de su voluntad y la de Nadeshiko. De solo imaginar algo así. No puede contener su sonrisa. Se cubre la boca con las manos de su kimono.

― ¿Se quedaron solos? ―pregunto―. Por el castigo que Okaa-san le dio a Nadeshiko este no bajo a trabajar esa noche.

―Él estaba molesto ―Tsubaki frunce el ceño por el desagradable gesto de su hermano. Miente. Tiene que parecer que el aun odia a Nadeshiko―. Se quedó en la otra habitación mientras Yuri y yo nos tuvimos que dormir en un montón de cojines en el suelo, ni siquiera se dignó a vernos o darnos una manta. Estoy preocupado por Yuri, solo veo como lo regaña.

―Ya veo ―el mayor se descubre el rostro, calmándose, volviendo a sonreír normalmente―. Con una situación tan penosa esa noche ¿aprovecharon para consolarse entre ustedes dos?

―Ta-tal vez… un poquito.

Tsubaki  contesta avergonzado, agacha la cabeza.

―Está bien. Mantén a Yuri a tu lado. Cuida bien de él. Sin embargo no se dejen llevar demasiado y rompan las reglas. Nada de jugar como los adultos.

― ¡No! ¡No hacemos eso! ―Tsubaki grita avergonzado.

La verdad es que si le gustaría hacer eso con Yuri, así como lo hizo con Nadeshiko Nii-san. No se puede negar a si mismo que experimentar el sexo real fue muy placentero. No se compara en lo absoluto con solo tocarse y frotarse. Sin embargo es consiente que mucho de eso es gracias a la experiencia de Nadeshiko y su paciencia con él. Sin embargo, cuando llegue el momento. ¿Cómo será? Ahora tiene mucha curiosidad de saber que se sentirá estar del lado opuesto.

―Kiku Nii-san.

Lo llama un poco más serio. Kiku lo mira. Es como si tratara de descifrarlo. Así que pregunta directo sabiendo que el otro le contara con honestidad:

― ¿Cómo fue la noche de tu Mizuage? ¿Es doloroso?

―Sí, claro que lo es ―contesta el mayor tranquilamente recogiendo algunas hojas del suelo revisándolas―. Claro no es el tipo de dolor que yo encontraría excitante. Si es lo que te preocupa ―el mayor nota al niño hacer una mueca y él se sienta a su lado―. Debes entender que los clientes más fieles a sus creencias y su casta. En especial los samuráis esperan “sacrificio” de nuestra parte. Quieren una entrega completa sobre nuestros deseos y placeres. Eso incluye dolor. Para ellos es disfrutar de una prueba de amor incondicional. Se supone que como wakashu no podemos disfrutarlo. No porque los hombres se esfuercen en lastimarnos ni nada, sino por la sabiduría convencional que indica saber para que se usa ese lugar habitualmente. Así que creen que el que recibe debe de hacerlo solo por deber, cariño o en nuestro caso dinero. Recuerdo haber escuchado alguna vez, aun samurái mayor decir que no había nada más vergonzoso para un Wakashu que tener una erección en plena primavera, como si solo eso fuera prueba suficiente de que lo estaba disfrutando. La realidad es que ese tipo de situaciones son meramente biológicas. Te lo dice alguien que también educo su cuerpo para tener las respuestas físicas esperaras ante esa situación, que no encuentro nada especial o placentera. Nosotros con los adultos siempre debemos ser los receptivos, esa es la ley. No puede ser de ninguna otra manera. Aun que entre wakashu está bien tener esa libertad de intercambiar el papel. Por eso es que al experimentar con otros te darás cuenta que si existe el placer en ello. No solo el físico, es por eso que muchos chicos en la casa lo hacen entre ellos. Incluso parece hacerse costumbre. Dicen que es relajante.   A muchos otros les gusta. Es como una especie de liberación. Les sirve para borrar las guardias de la noche anterior. Si quieres vivir en paz no lo podrás evitar. Sin embargo, también te puedo contar sobre el otro lado de la moneda.  Es bastante curioso a mi parecer. Como en sitios como este, con cada vez menos samuráis verdaderos, estos han comenzado a relajar o hasta olvidar esos preceptos de sacrificio. Tratando de salvar un sentimiento de nostalgia que tuvieron cuando estaban en nuestra posición y tratan de ser mejores que los Nenja que los cuidaron. He tenido clientes normales que de verdad se esfuerzan en darte placer. El que mi manera de obtener placer sea diferente a la de los demás, no significa que no me dé cuenta de que las cosas que hacen son a favor de complacer a su compañero. Por supuesto. No pienses que son muchos, son muy pocos los que están allí afuera deseando complacer y no solo ser satisfechos. Emocionándose por ver una reacción o un tono en especial tu voz. Como decirlo, es como ser una planta en una maceta.

― ¿Planta en una maceta?

―Si. Por el vigilo. En la manera constante que tratan de llevar el flujo de las cosas. Cuidando que recibamos todo de manera adecuada. Es igual a la manera en la que los ancianos revisan sus plantas observando cuando necesitan agua o una poda para realzar su belleza.

―Heee

Tsubaki exclama un tanto fascinado. Al principio aquello del sacrificio le asusto. Pero escuchar lo del cuidado y flujo es más parecido a lo que experimento en brazos de Nadeshiko Nii-san. Definitivamente si vuelve a tener la oportunidad de estar con él de esa manera será más cuidadoso, se asegurara de hacerle sentir mejor.

Kiku termina de narrarle:

―La noche del Mizuage, para mí no significo nada. Se sentía extraño estar allí tendido boca abajo. Queriendo quedarme tendido de esa manera, esperando un tipo de dolor diferente que nunca había experimentado. A uno muy diferente al que yo anhelaba sentir y que no fue hasta mucho después que Sakamoto-sama me dio el privilegio de tener. A pesar de que nuestros cuerpos están siendo preparados desde temprano para la primavera… no, incluso cuando la tengas, puede que no sientes lo que realmente es. A pesar de que yo ya lo había hecho cientos de veces antes. Fue con Sakamoto-sama con quien yo descubrí el verdadero placer del sexo. Así que se puede decir, que no fue sino hasta con él, que yo perdí esa cosita que lucen ver como vergonzosa que llaman virginidad ―Sonríe dulce―. Espero que eso te sirva ―se levanta―. Bien. Tengo unos cuantos asuntos que resolver fuera de la casa. Así que te quedaras solo un rato. Practica tus trazos y baja a tiempo a hacerte las medidas. Tratare de llegar para escoger yo mismo las telas.

―Si. Si lo hare.

A veces Tsubaki no sabe que pensar respecto a su hermano mayor.

Por otra parte él no era el único que se volvía más cercano a su Nii-san.

― ¡Espalda derecha!―Nadeshiko indica mientras maraca el ritmo de una canción con la palma de sus manos― ¡Una vuelta! Ton ton ton ―golpea el suelo con la manos en sucesión sin perder el ritmo observando como Yuri sigue las indicación bailando desnudo, practicando los primeros pasos que su hermano ya le había enseñado―. ¡Salto! Arriba, arriba. Siéntate en tres pasos. Uno, dos, tres. La cabeza de un lado al otro. ―sigue aplaudiendo― tokoton ton ton. Tokoton ton ton. ¡Aplauso! Ahora arriba, estírate con cuidado. Recuerda que el hecho de que no traigas el vestuario en este momento no significa que debas de descuidar las manos. Has como si las cubrieras con las mangas del kimono. ¡Espalda recta! ¡Cuida tus rodillas! ¡Con elegancia!

Nadeshiko puede decir que Yuri lo hace muy bien ahora teniendo algunos conocimientos técnicos. Sin embargo parte de que lo tenga practicando desnudo, es para vigilar su postura y su cuerpo en todo momento, estando en la oscuridad de la habitación con la poca luz que puede tener dentro con las lámparas.

Yuri se cae al piso agotado. Trata de levantarse de inmediato pero no puede. El mayor debe encontrar la manera de quitarle ese mal hábito de no saber cuándo parar.

― ¡Maldición te he dicho que cuando ya estés cansado me digas! ―Nadeshiko se levanta acercándose al pequeño. Regaña ―. Te he dicho que es muy peligroso si te sobre esfuerzas podrías lesionar tu cuerpo. ¿Qué no lo entiendes?

―No cansado… estoy… bien.

―Deja me ver ―Nadeshiko apenas tocar una de las pantorrillas de Yuri este se estremece, soltando un chillido―. Ves, tienes un calambre. Es suficiente baile por hoy.

―Mas…

Pide el albino.

―No. Dije que ya es suficiente ―el mayor frunce el ceño. No sabe si el niño es terco o no sabe medir sus límites ―. Voy a estirarte de nuevo…

―Pe... ro…

―Ya sé que te estiraste antes de empezar. Pero si te estiras después te sentirás menos adolorido. No creas que no me he dado cuenta que apenas y te puedes sentar bien durante el desayuno. No te dolerá. Quédate quieto. Solo debes decirme algo si te duele mucho ¿está bien? me enojare enserio si no lo ases. Te lo advierto.

―Si. Si. Bien.

El niño responde. Después de aquella noche que pasaron en compañía de Tsubaki, Yuri había notado como su hermano mayor se comportaba con más amabilidad con él. ¿Con paciencia? ¿Así se le decía? Yuri no sabe explicarse. Pero el mayor ahora lo dejaba dormir todas las noches con él, lo dejaba a abrazarlo por la espalda, se daba el tiempo de enseñarle a hablar y le contaba cosas interesantes sobre cualquier cosa en la que pareciera tener interés. Además si se equivoca en algo ya no lo regañaba tanto. Esta nueva fase de su hermano le hace estremecer el corazón. Se sonríe tímido. Mientras Nadeshiko se coloca a sus espaldas, colocando sus manos  en su cuerpo, comienza a masajearlo con algo de fuerza que lo hace sentir alivio en el cuerpo.

―Estira las piernas. Júntalas. También tus brazos al frente. Ahora voy a empujar lo más que puedas hasta abajo.

Así lo hacen. Yuri ya era capaz de pegar su pecho a sus rodillas sin esfuerzo. Aun que el objetivo era hacerlo con las piernas abiertas hasta que su pecho diera con el suelo.

 ―Se… siente bien...

Expresa Yuri con un ligero rubor en sus mejillas y una expresión placentera en la cara.

―Todo tu cuerpo está cubierto de sudor debido al ejercicio. Qué bueno que le pedí a una sirvienta que pusiera una tina con agua y un paño dentro de mi mueble. Te limpiare un poco antes de que me valla abajo a trabajar. Ya sabes que quiero que te quedes aquí, en mi habitación secundaria, porque tengo que abrir las ventanas de la habitación de al lado por si viene un cliente.

―Si. Si.

Ahora Nadeshiko masajea los brazos de Yuri con un movimiento circular. Al mayor aun le sorprende la textura que tiene el cuerpo del albino, era como tocar manju. Tan suaves.

―Conseguiré un aceite especial para tu cuerpo. Eso ara que se relajen aún más tus músculos y te vuelvas aún más flexible.

―Si. Si.

Contesta el albino. Le encanta cuando su hermano lo toca de diferentes maneras sin causarle dolor a pesar de hacerlo con aparente rudeza.

―Supongo que es buen momento para que repasemos algunas cuantas cosas ―Nadeshiko sigue hablando. Se supone que él debió enseñarle estas cosas a Yuri apenas llegara a la casa, pero no había tenido la voluntad de hacerlo. Pensándolo bien. Es mejor que hable con Yuri de todo lo que pueda para que tenga con que defenderse después―. Veamos... No debes de ser tan caprichoso cuando estés frente a los clientes. Tienes que tratar de llevarte bien con ellos. Ya que no puedes rechazar a ningún cliente cuando aún eres de rango bajo. Amenos que sea un familiar... Ese no es reglamento de las casa si no del Bakufu (policía).

―Ba… ku… fu…

―Si. Los guardias que están afueran de las casas, vigilando en las puertas durante la noche. Ellos también vendrán a verte a veces. También es importante que recuerdes que la casa se quedara con el cincuenta por ciento de lo que ganes. Del otro cincuenta por ciento lo tomaran para pagar, maquillaje, ropa, comida, manutención. Así que no vayas a gastar demasiado en tonterías. Ni a emocionarte comparando todo lo que quieras. Ahora dame el otro brazo para que te masajee. Si, así está bien. Recuerda que si un cliente te da un extra es aparte. Eso es tuyo. No se lo entregues a nadie. Escóndelo en un lugar seguro. Ahorra lo más que puedas para una emergencia. Aunque la casa tenga una tarifa por cada servicio solo es una función simbólica depende de lo que abecés diga el cliente de ti. Si no fuiste complaciente Okaa-san le cobrara menos a él pero a ti te quitara el dinero completo del servicio como castigo… en los servicios especiales se cobra un extra.

― ¿Ser… vici…o espe… cia… al…?

―Así es. ―Nadeshiko se coloca delante del niño, lo acuesta, alzando sus rodillas para masajear sus muslos. Sigue explicado―. Es… como lo que te hice la última vez con la boca. Eso no es muy usual. La gente cree que es una práctica muy sucia y por ello se niegan a aceptar que la disfrutan. Tú sabes que no es sucios porque yo te lo hice a ti y se sintió bien ¿verdad? ―el albino asienta con la cabeza. El mayor sigue explicando―. Sin embargo, por lo mismo la mayoría de las mujeres en el barrio ni siquiera lo practican. Incluso aquí en la casa somos menos de cinco chicos lo que lo hacemos también que cobramos mucho por ello. A esa tipo de práctica se le llama Shakuhachi. No te confundas, ese también es el nombre de un instrumento musical. Quizás lo has visto, es la flauta larga de madera que tocan algunos. ―Yuri le asienta con la cabeza. Nadeshiko le aclara―. Es poco común que alguien en el barrio lo sepa tocar, ya que es algo más propio de los monjes komusō, esos que llevan cestas de paja sobre sus cabezas.  ― ve al niño confundido e intenta explicarse―. Veras, a los adultos de clase alta, a los samuráis, a los monjes y a las personas educadas no le gusta pedir las cosas por su nombre. Así que usan otras palabras para decir lo que quieren, pero suena  a algo completamente diferente, a eso se le llama eufemismo. Es… bueno es una expresión utilizada para sustituir una palabra que socialmente se considera ofensiva o de mal gusto. Pueden sustituir términos de diversos tipos, por ejemplo palabras que pueden resultar groseras, escatológicas u obscenas.

― ¿Heee? ―Yuri se queda pensando.

― Por ejemplo, en lugar de decir “chúpame el pene” que no se escucha bonito, te dirán “hazme Shakuhachi” o “tócame el shakuhachi”

El mayor explica sin dejar de aplicar el masaje. Ahora es en el pecho de arriba hacia abajo hasta las caderas una y otra vez.

Yuri por su parte se queda pensando, imaginando las cosas. Si, él sabe cómo luce un Shakuhachi, en su caravana alguien que se vestía de monje komusō y tocaba uno de esos; es largo, grande, muy duro y hace sonidos. Toca con su mano su pequeño pene, el suyo no luce así en lo absoluto. Pero si lo piensa bien, el de su hermano mayor si se parece. ¡Claro, ya lo entiende! ¡Es como meterse una flauta en la boca!

― ¡Ohh!  ―se entusiasma ante su descubrimiento. Sus ojos brillan y pide insistente―. Más… más… <<parabas>>

― ¿Mas? Déjame pensar. Supongo que también debo de enseñarte “Sukebei banashi” (lenguaje pervertido que se usaba para aumentar la excitación)  Veamos. Por ejemplo no decimos estar excitado. Decimos “emoción primaveral” “sentir la primavera” (Shunjo).  No decimos tener sexo. Decimos “tener primavera”  “hacer primavera” (Shun -escrito con kanji-)  Eso es porque en primavera es cuando florecen los cerezos y crecen las cosechas en lo alto. Un momento de belleza absoluta que trae con sigo calor, emoción y es efímero. ¿Has visto los cerezos caer en primavera?

―No.

Yuri luce triste. Su jaula de madera siempre estaba cubierta con la manta y los lugares donde hacían sus presentaciones no había arboles de cerezo. Pero sabía que la primavera había llegado, por que dejaba de enterrarse hasta el fondo en la paja de su celda por el calor, y cuando miraba al suelo mientras tiraban de su carreta, ya no había nieve pero si  pétalos rosas sucios y marchitos.

―Ya. Cuando llegue la primavera el próximo año. Te prometo que te llevare a verlos a la calle principal del barrio ―el mayor acaricia el cabello blanco del niño consolándolo―. Claro solo si te portas bien hasta entonces.

―Si. Si ―Yuri ruboriza encantadoramente. Pide llevando la mano de Nadeshiko al costado de su rostro―. Mas... en… se… ña… me…

―Bien ―Nadeshiko le sonríe discreto. Procede a masajear los pies de su hermanito estirando sus piernas y flexionándolas―. Tampoco decimos masturbarnos, decimos Jitoku (autosatisfacción). Las cositas redondas que tienes entre las piernas, no les decimos testículos, les decimos Tama (esfera). Y al agujerito que tienes por detrás no le decimos ano. Algunos le dirán nabe u okama (olla). Los más refinados dirán Kikumon (emblema de crisantemo), esa me da gracia. Supongo que sí parece uno visto desde arriba. ¡Oh, cierto! Algunos clientes en lugar de decir shakuhachi, también te pueden decir Kyukei (chupar el tallo).

― ¿Tallo?

―Si. La gente tiene muchos nombres para referirse a esa cosita pequeña que tienes entre las piernas.

― ¡Chichito!

Responde Yuri riéndose. Hasta ese momento esa era la única palabra que conocía para referirse a esa parte de su cuerpo. Por supuesto lo había malinterpretado. De aquella ocasión cuando Himawari le dijo que tenía un pene “chiquito”.

― ¿chichito? He escuchado que le dicen de muchas maneras pero nunca chichito. Su nombre correcto es pene (chinko) Pero también le dicen lanza extraña (chinpoko), Espada reconfortante (chin-hoko), Raíz de hombre (dankon). Los muy vulgares suelen decirle palo de carne (nikubou) o Raíz de bardana (gobou), que no se te ocurra decírselo a algún samurái o monje o a alguien muy importante, se molestarían mucho contigo por grosero. Los samurái, los monjes y la gente de la clase Shi, le dicen Mara.

― ¿Mara?

― ¿Por qué será? ¿Será por la leyenda de Kanamara? ―el mayor responde sin estar tan completamente seguro de su conjetura―. Anda voltéate. Acuéstate boca abajo. Vas a querer que te la cuenta historia ¿verdad? ―Yuri asienta con la cabeza se da la vuelta y se acuesta sobre el tatami. Nadeshiko sigue amasando los muslos hasta los glúteos de sus hermanito con fuerza mientras le cuenta―. Hace muchos, muchos años en Edo vivía la hija de un hospedero. Un día un demonio de enormes dientes afilados se enamoró de ella por su belleza. La intento cortejar en repetidas ocasiones, pero fue en vano, ella lo rechazaba una y otra vez conservándose pura. Un día el demonio supo que estaba comprometida y que se casaría al día siguiente. Así que esa noche, el demonio se infiltró en su casa y celoso se metió dentro de la vagina de ella.

― ¿Va…gina…?

―Si. Ese es el nombre de la apertura que tiene las mujeres entre las piernas. La que dices que parece una boca. Los adultos también tienen muchos nombres para ella. Hako (caja), Kai (concha). También se le dicen Takaragai (concha enjoyada) pero esa palabra solo se usa al referirse a la de las mujeres que viven en el barrio. Oh, nunca uses la palabra Inmon (puerta secreta) frente a una mujer, es muy vulgar para ellas y se enfadarían contigo. En fin. Regresando a la historia. La mujer, asustada no quiso decírselo a nadie y la ceremonia de bodas se llevó a cabo al día siguiente. En la noche después de la boda, cuando el esposo estaba a punto de consumar su amor con ella y comenzó a introducir su pene, el demonio lo mordió y se lo arranco.

― ¡Hiii!

Yuri se sienta del susto cubriéndose su pequeño miembro como si lo protegiera de aquel terrible demonio.

Nadeshiko se sorprende. Su intención no era aterrorizar al pequeño:

―Ya. Ven siéntate sobre mi regazo. No pasa nada ―toma al niño de la cadera y lo sienta sobre sus piernas. Aparta sus manitas acariciándole el pubis suavemente para calmarlo. Cuando siente el cuerpo de Yuri relajarse casi de inmediato. Sigue contando―. Después de ello, la mujer tuvo que volver a contraer matrimonio con otro hombre, pero los resultados fueron los mismos. Sin embargo, no todo estaba perdido. La mujer resuelta a conseguir liberarse, acudió a un herrero quien tuvo la idea de utilizar un Kanamara (pene de hierro) cual forjo. Al introducirlo en la mujer, el demonio mordió el aparato rompiendo todos sus dientes obligándolo salir y huir del lugar dejando por fin a la nueva pareja. Así el herrero contrajo matrimonio con la mujer y vivieron felices. Así que no debes de tener miedo, el demonio ya no tiene dientes, así que no te pasara nada. Dejará tu mara en paz ―Señala el pequeño pene del niño quien parece más tranquilo―. Por cierto, dicen que si vas al santuario de Kanayama podrás ver el pene de metal que le rompió los dientes al demonio. Incluso se dice que si le rezas, te puede curar de cualquier enfermedad relacionada con esta profesión. Supongo que fue por eso que la gente comenzó a decirle así.

Concluye el chico.

Sin embargo el origen de la palabra Mara como eufemismo del pene es más complicada que eso. Ya que en realidad cuenta con un significado religioso. Proviniendo de la palabra Kanamara que significaba originalmente “obstáculo para la práctica budista” asociada con la muerte, el renacimiento y el deseo; siendo descrito como Mara "la personificación de las fuerzas antagónicas a la iluminación". Guardián de la pasión y el catalizador de la lujuria, la vacilación y el miedo; el que obstruye la meditación entre los budistas. Una historia que tenía más que ver con Monjes libidinosos, sus jóvenes pupilos, Chigo, que no eran más que niños y trucos perversos para desobedecer el voto de celibato. “Un Mara (pene) que protesta, necesita ser frotado para ser contenido y alcanzar la iluminación” les decían. Aun que esa historia no la conocerá Yuri hasta un tiempo después, cuando conozca a su excelencia Monzaemon- hōshi. Un monje muy alabado de la región.

Nadeshiko procede a lavar el cuerpo de su hermano pequeño con un paño húmedo antes de bajar al trabajo. Mientras limpia con cuidado sus genitales le sigue dando más recomendaciones.

―Algunos chicos tienen sus rituales antes de hacerlo con los clientes. La limpieza es lo básico. Puedes llevarlo a un lado, cerca de tu bandeja de agua, tomas su pene con las manos, así y se lo lavas, lo frotas hasta que se le vea la cabeza y lo dejas bien limpio, debes de quitar esa cosa blanca que se te acumula cuando no lo lavas bien, así de esta manera. Tú también debes de hacerlo, siempre, ten bien limpio este lugar. Pero recuérdalo y que nunca se te vaya a olvidar, si notas que el cliente tiene manchas, cortadas, ampollas o le sale algo de un color que no sea transparente o blanco que huela feo a penas y se la tocas. No te acuestes con él o te enfermaras. Y a esas enfermedades debes de tenerle más miedo que al demonio de los grandes dientes de la historia. Cuando un cliente así aparezca, embriágalo y háblales a las sirvientas. Ellas se encargaran de ese tipo.  Bueno, ya estas limpio de nuevo. Descansa. Te dejare unos ejercicios de escritura antes de que me valla a trabajar. ¿Qué palabras debería dejarte para que practiques escribirlas?

Se pregunta el chico en voz alta.

Sin embargo el albino sabe que palabras quiere. Lindo y entusiasmado con ojos brillantes propone:

―Chinko… chinpoko… chin-hoko… dankon… nikubou… gobou… mara.

―Cómo es posible que esas palabras si puedas decirlas pero no otras. ―el mayor suspira avergonzado tratando de no gritar enojado―. Solo no bayas por allí diciéndolas tan a la ligera. No quiero que la gente piense que eres un pequeño pervertido.

Yuri solo se ríe.

Mientras tanto en la habitación de Deiji.

Ran trataba de no perder la cabeza ante las exigencias tontas de su hermano mayor.

―Tienes que caminar con los dedos inclinados un poco hacia dentro. Tres pasos horizontales y seis verticales por tatami pero sin pisar los bordes.

― ¿Qué? ¿Cómo es eso?

Ran pregunta sin evitar hacer una mueca. ¿A quién rayos le va a importar como camina? No quiere estar  contoneándose como chica.

―Vamos, vamos hasta yo sé hacer algo así de sencillo ―escucha la voz de Hinageshi burlarse a un lado suyo. Este estaba recostado de lado sobre su brazo con una pierna flexionada, abriéndole toda la parte de abajo del kimono hasta cintura enseñando todo el fundoshi, de la misma manera traía toda la parte de arriba abierta mostrando las ajustadas vendas de su pecho. Llevaba consigo una licorera pequeña, se sirve un trago en un tokkuri blanco y bebe un poco―. Si no lo haces al menos una vez bien, Deiji jamás te  dejara en paz. Si yo lo he saber bien.

Al lado de él estaba Suikazura, bien sentadito observando a Deiji y a Ran estar desacuerdo en cuestiones demasiado básicas sobre etiqueta.

― ¡Debería de estar practicando para la presentación! ¡No enfocándome en estas tonterías!

― ¡No permitiré que entres a escena caminado tan vulgar como siempre!

― ¡Yo camino normal! ―repela el niño de Kimono amarillo mientras abre exageradamente las pernas para abrirse apropósito la parte de abajo del kimono hasta la línea media de sus rodillas ―si abro el kimono así puedo caminar bien sin tropezarme.

―Eso no es nada elegante. ¡Ciérrate el kimono! ¡Ningún hermano mío caminara como un vulgar callejero! Si te lo permití hasta ahora, fue en lo que te adaptabas a traer kimono largo, pero ya es tiempo de corregir esa falta de respeto.

― ¿Cómo que falta de respeto? Si ese siempre está enseñando todo ―Ran señala a Hinageshi―. Y a él nunca he visto que alguien le diga algo.

―Ja ja ja ―se ríe Hinageshi tomando el resto del trago―. Mal contestado niño. Yo ya soy Hana puedo hacer lo que quiera…  ¡uhgg!

Todo el aire se le escapa. Deiji fue y le dio una fuerte pata en el estómago. Dice más que molesto cruzando los brazos muy digno:

―Cierra las piernas si quiera. ¿Qué ejemplo les das a los pequeños? Además ya te he dicho que no me gusta que bebas estando en mi habitación ―va a abrir su ventana oreándola con un paño que tenía a la mano―. Vas a dejar ese horrible olor a alcohol impregnado. No sé cómo tus clientes pueden tolerar ese asqueroso aroma.

―No seas delicadito. Además yo soy él que no entiende cómo es que a tus clientes no les gusta beber aunque sea un poco para despertarles la pasión. O aguantar tus suplicios.

―Claro que no lo permito. Es una de mis reglas. Ellos saben que jamás administro una sesión si están alcoholizados. Así que es más fácil para ello si no beben ni una gota cuando están en mi compañía. Además, ya te explique, que para ellos eso no es un suplicio, si no todo contrario ― abre la otra ventana a pocos metros― ¡Ah! Como quisiera tener una habitación con balcón. Le doy mucho dinero a la casa no sé porque Okaa-san no me la da, si se la he pedido tanto.

― ¿De verdad lo preguntas? ―Ran se sienta cruzando las piernas y rascándose detrás de la cabeza haciendo tintinar los brazaletes que siempre trae consigo―. Tiene miedo  que alguno de tus clientes se le valla por completo la cabeza y terminen tirándose del balcón en eso que tu llamas “entrar en paraíso” ―dice en tono burlón. Gira los ojos―. O peor que tú pierdas la cabeza y los cuelgues desde allí arriba.

― ¡¿Ahh?! ¿Qué tonterías son esas? Jamás aria algo así. Además no se dice colgar, es suspender. Nunca lo haría desde un balcón. Si he suspendido gente, pero solo bajo riguroso cuidado. La barandilla de un balcón no aguantaría el peso de una persona. Solo a un idiota se le ocurriría hacer algo así. Por eso solo uso las vigas más gruesas del techo ―comenta el de mechones largos veleidoso―. Ya se lo he explicado a Okaa-san y tampoco me entiende.

Mientras los mayores discutían Suikazura aprovecho para acercarse a Ran. Le acomodo el kimono como era bien debido de la parte de abajo y le dijo viéndolo desde abajo. Apenas asomando sus ojos de entre su largo flequillo:

―Tienes que caminar de la manera en la que te indico Deiji. Esa es la forma correcta. Yo camino así todo el tiempo. Mira.

Indico. Efectivamente camino con los dedos de los pies inclinados hacia adentro y dio seis pequeños pasos que abarcaban el largo del tatami. Era tan perfecto sus andar que parecía que se deslizaba suavemente en el suelo. Ni siquiera se contoneaba. Ran se queda con la boca abierta como tonto. Si se había dado cuenta que Suika parecía ir más despacio al caminar a su lado, pero no se había percatado de la manera en la que caminaba.

― ¿De verdad lo haces así todo el tiempo?

Pregunta sintiendo culpa. El camina bastante rápido a donde sea que baya. Por lo regular el terminaba por delante Suika, pero últimamente había notado que este trataba de ir a su paso, pero que lucía cansando. No sabía que era porque caminaba de esa manera tan rara.

Suikazura asienta con la cabeza. Explica:

― Cuando caminas adoptando la posición uchimata vistiendo un kimono de manga larga (furisode) es mucho más fácil avanzar. Entre más lo hagas se te hará costumbre y después lo aras naturalmente.

―Ya veo… está bien…

Ran acepta avergonzado con un ligero rubor en sus mejillas. Camina apenas un par de paso tratando de imitar la manera de andar del otro. Aun con dificultan. No puede diferenciarlo de caminar de puntillas.

Los hermanos mayores que para ese punto se tenían bien agarrados en su discusión. Hinageshi estirando de las mejillas a Deiji mientras este le jalaba de un lado del cabello. Se quedaron quietos mirando el torpe andar del niño.

―Ves que no fue tan difícil ―Deiji suelta al moreno y lo habiente aun lado con la mano―. Ahora dobla tu pierna derecha para inclinarte bien. Recoge el kimono que queda bien estirado y siéntate.

― ¿Qué? ¿Qué quieres que me siente?

―De esta manera, Ran. Como lo hemos practicado antes.

Suika le muestra lentamente el proceso y termina sentado en Kiza (actualmente conocido como seiza) con la espalda bien derecha. Ran lo imita con mucha facilidad. Ya que habían practicado sentarse así para tocar el Koto. Sin embargo, aún se le dificulta mucho la parte de sentarse sobre sus rodilla, le duele. Esta tan acostumbrado a sentarse con las piernas cruzadas que el cambiarlo hace que le tiemble todo el cuerpo sin poder erguirse.

―Endereza la espalada.

Dice Deiji seriamente.

―No puedo… me duele…

Ran contesta. No sabe cómo es posible que Suika aguante tanto tiempo sentado así mientras toca. Él se ve tan tranquilo. Con Razón es tan impresionante.

Por su parte Hinageshi ríe divertido de nuevo. Viendo la tortura por la que pasa el otro:

―Vamos no es difícil.

Procede a sentarse en seiza de igual forma. Y logra que se vea bien… solo unos minutos antes de que comenzara a encorvarse también.

― ¿No me digas que ya te olvido como sentarse correctamente? ―regaña Deiji de inmediato.

―No es eso, es que no me acomode bien ―se escusa el moreno.

―Si vas a dar el ejemplo hazlo bien―Deiji haciendo un puchero―.  Mejor pónganse todos de pie.

Hinageshi solo se acomoda estirando las piernas soltando un gran sonido de alivio en el proceso.

Suika mira por un segundo a Ran y solo le dice estoico:

―Esta es considera la forma respetuosa de sentarse en presencia de los superiores o ancianos, a menos que se permita otra cosa. No solo es para tocar el Koto. Debes lograr sentarte así. También entre más lo hagas se te hará costumbre ―se pone de pie lentamente mostrándole a Ran como debe de hacerlo―. Recuerda que debes de estírate lentamente para no pisar el dobladillo del kimono cuando te pongas de pie.

Ran lo intenta pero su incomodad es tanta que se pisa la parte de abajo del kimono y cae de cara al piso.

― ¿Estas bien, Ran? ―Deiji parecía muy preocupado.

Hinageshi se reía de nuevo entre dientes y Suikazura solo soltaba un largo suspiro.

― ¡Prefiero que practiquemos la canción para la presentación!

Ran exclama en un grito frustrado. Se sienta con las piernas cruzadas en el suelo mientras se soba la cara con ambas manos.

―Supongo que es buena idea ―Deiji le da por su lado. No quiere que Ran se enoje y termine escapando de la práctica como en otras ocasiones―. Después practicaremos de nuevo los modales básicos.

―Debes de practicar más sentarte en Kiza ―Suika le aconseja a Ran quien se soba las piernas―. Al menos ponerte derecho. Si no lo haces no podrás alcanzar todos los acordes del Koto y lo harás sonar desastrosamente.

―Ya lo sé ―le responde Ran ―. Te juro que si lo he hecho. Pero es muy difícil. ¿A ti no se te duermen las piernas?

―…No.

―Oye di que Deiji te deja descansar ―comenta Hinageshi ayudando a Deiji a traer y acomodar los instrumentos en la habitación―. Cuando llegue a la casa ya sabía sentarme en Kiza pero como era muy rebelde con mi hermano mayor. Yo pretendía que no sabía. El maldito siempre me golpeaba con una vara en los hombros o me ponía libros en la cabeza durante horas.

―Es que tú también ―Deiji interviene―. Eras muy grosero con Sakura Nii-san.  

― ¿Yo grosero? Él era el que me odiaba.

―Él no te odiaba.

―Claro que sí. Lo hacía ―Hinageshi se pone muy serio de repente―. Y tú también lo sabes. 

Deiji hace una mueca, como si se fuera a morder la lengua dijera lo que fuera para defender a quien había sido el hermano mayor de ambos.

―Suficiente ―aplaude despejando el ambiente pesado―. Es mejor que practiquemos. A Ran aún le falta mucho por mejorar.

Los menores al darse cuenta de la situación incómoda, no repelan o hacen preguntas. Al parecer tocar el tema de su hermano mayor es muy difícil si ambos estaban en la misma habitación. Mejor siguen el plan del chico de mechones largos y se preparan para tocar.

A estas alturas Ran había aceptado la oferta del niño de kimono amarillo de aprender a tocar el Koto. Para él, aprovechando la oportunidad de pasar tanto tiempo como pudiera con Suika. Sin embargo, las cosas no eran tan fáciles, hasta el momento no ha podido tocar de nuevo el Koto. Dado a que Suika le estaba enseñando con bastante propiedad y eso incluía los aburridos preparativos, desde sentarse correctamente o la manera de recordar los acordes. Ran aprendió solo en dos días a contar hasta cincuenta solo para ese propósito y poder leer la partitura. También estaba aprendiendo a leer muy despacio, mas no había escrito nada en papel todavía. A él le interesa más aprender a tocar, quiere tocar al lado de Suikazura. Debido a esto a Deiji se le ocurrió algo muy ingenioso. El que aún no pudiera tocar el Koto, no era impedimento para que le hiciera compañía a Suikazura en la música. Convenciendo a Ran de que aprendiera a tocar un instrumento más sencillo para su presentación. Así, Ran había aprendido durante este tiempo a tocar el shakuhachi.

El shakuhachi es una flauta japonesa, con orígenes en China introducida en el país en el siglo VI. Está hecha tradicionalmente de bambú, mide cincuentaicinco centímetro aproximadamente, cuenta con cinco orificios para la digitación, con los cuales se producen muchos de los sonidos utilizados en la música de este instrumento. Se toca soplando el aire como si fuera el extremo del cuello de una botella, pero en su otro extremo, el shakuhachi termina en un borde afilado, que permite al intérprete un control sustancial sobre el tono que se consiguen mediante sutiles variaciones en la respiración y en la embocadura.

Durante el periodo Edo, el shakuhachi solo fue tocado por los monjes mendicantes komusō. Por lo tanto su música se consideraba solo para la meditación. Así un espectáculo con Shakuhachi era más que raro. Visto dentro de los muros rojos como algo exótico, algo que rompía las estrictas reglas de la religión gobernante. Corrompiendo algo con fines espirituales solo para el entretenimiento. Quizás este también fue el motivo por el cual se volvió un eufemismo hacia la ejecución del sexo oral  en los hombres.

Aun así, era raro que alguien en el barrio supiera tocar este instrumento, ya sea por sus límites morales o simplemente por seguridad. En ese entonces se sabía que el shogun había metido a varios agentes para espiar al estado, disfrazados de estos monjes que conocían como tocar este instrumento. El que alguien fuera de los Komusō supiera tocara shakuhachi era muy sospechoso.

A Deiji sin embargo, esto no le importaba. Él lo había aprendido de uno de estos espías disfrazado de monje hace muchos años, cuando aún vivía con su dueño. Sabía que si Ran lograba dominar el instrumento, sería un atractivo añadido que tendría. Podría cobrar mucho por un espectáculo. Sin necesidad de acostarse con alguien. Además el ser un niño lo libraba casi por completo de las sospechas de ser un espía.

― ¡Maldición! ―se escucha a Ran gritar moviendo los dedos sobre los agujeros del instrumento musical una y otra vez con desesperación― ¡Aun no puedo hacerlo bien!

―Necesitas tomar más aire antes de soplar o te quedaras sin el al final y el instrumento se escuchara mal.

Deiji indica sentado detrás de un Koto. Ran lo mira enojado. Sabe que el niño esta disgustado con él y muy frustrado. Con una buena razón. Ya que le revelo su peculiaridad, esa que le hizo llegar a ser Hana de manera muy rápida. La cuál era su prodigiosa memoria y buen oído. Así era como podía tocar el Koto a un buen nivel con tan solo haber visto a Suikazura tocar un par de veces. Cuando su pequeño hermano se enteró de esto le dijo tramposo y que era injusto. Así que cada vez que le hace una observación de ese estilo, suele mirarlo con esos ojos asesinos.  Al igual que Suikazura lo miraba con una desconfianza que jamás pensó que un niño de esa edad pudiera proyectar. Sabía que no estaría contento en cuanto le mostrado lo que había aprendido de él sin que le hubiera dado indicaciones previas. Sin embargo, jamás ha hecho menos el talento del niño de flequillo largo. Cosa que es rara en él, ya que le gusta llamar la atención, aun que eso signifique hacer quedar mal a otros a veces. Incluso esta impresiono por la manera en la que compuso y adapto una canción para tocar a dos Koto y un shakuhachi para que Ran tuviera algo que llamara la atención para la presentación.

―Ran necesita practicar por su cuenta ―comenta Suika detrás de su propio Koto―. Yo también quisiera practicar mi pieza en solitario, si no es una molestia.

―El niño tiene razón, Deiji. Deberíamos dejarlos practicara por su lado. Con una semana más estoy seguro que Ran aprenderá su propia pieza. Pero Suikazura está aprendiendo dos al mismo tiempo. No es demasiado ―Hinageshi habla. El solo estaba allí para dar apoya en apariencia, ya que en realidad es quien moderaba las cosas entre todos. Los calmaba o los intentaba hacer reír con sus comentarios. Tener al delicadito de Deiji, al serio de Suikazura y al amargado de Ran en un cuarto podía llegar a ser peligroso. Trata de organizar unos buenos horarios para que todos puedan practicar, enseñarle a Ran lo básico y beber su tan amado sake sin que nada se salga de control. Comenta a Suika que parece no apartara la vista del Koto y piensa en lo que le dijo el pequeño la vez pasada, respecto que incluso practicaba mentalmente todo el tiempo―. ¿Aun quieres tocar Rokudan no shirabe?

―Si. ¿Porque me pregunta de nuevo eso? ―contesta Suikazura secamente.

 ―Ya te dije, que me parece una pieza muy aburrida ―Hinageshi le suelta a la ligera. Aunque en realidad ese no es el motivo de su pregunta―. Deberías de tocar algo más animado.

―A los adultos les gustan mucho Rokudan no shirabe. Piensan que es muy elegante porque transmite mucha tranquilidad y emoción en la misma pieza.

― ¡Así es! Cuando Suika la toca, puedo ver pétalos de cerezo cayendo lentamente hasta volverse una tormenta de pétalos en plena primavera. ¡Es impresionante!―defiende Ran.

Los tres restantes se quedan impresionados por las aseveraciones del niño de kimono amarillo. Sabían que tenía una forma peculiar de interpretar la música. Pero abecés sus descripciones son muy curiosas.

―Hinageshi ―reprocha Deiji poniendo sus manos en las caderas y haciendo un puchero―. No sabes nada de música. Si la melodía no es de tu estilo no significa que a otros no les gustara.

―No lo digo por eso ―niega el chico molesto. Que se tome las cosas con calma no significa que sea un estúpido que no entienda de estas cosas. Aclara más serio―. Solo me preocupa el hecho de que Suikazura no parece muy cómodo tocando esa canción ¿o me equivoco?

― ¿Qué tiene ver si estoy o no cómodo tocando una canción en específico? Cuando aprendo canciones nuevas no importa eso. Solo que la interprete correctamente y que las personas que estén escuchándome estén satisfechas.

Los mayores cruzaron miradas preocupados. No les gusta nada esa respuesta. Ambos desearían que el niño de flequillo largo soltara un poco más sus emociones y dejara de querer ser tan complaciente. Hinageshi está por decirle algo cuando Ran se adelanta:

―Si no luces cómodo cuando tocas, las personas que te escuchan se darán cuenta y también se sentirán incomodas.

Suika abre los ojos incluso su mirada se nota entre su flequillo. Murmura:

―Claro que no lo hacen. No es a mí al que miran cuando toco. Solo escuchan el sonido que produzco.

Hinageshi mira a Deiji incomodo esperando que él, le diga algo a Suikazura. Hinageshi será su hermano mayor pero siente que para estas cosas Deiji es mejor.

El chico de mechones largo entiende la indirecta. Carraspea para llamar la atención:

―Mira Suikazura, los clientes si te miran cuando tocas. Aquí no solo puedes llamar la atención con tu talento. Tienes que verte bien. Tener confianza en uno mismo, ser lindo. Aquí la belleza y la elegancia lo es todo, es parte de ser profesional.

―Por lo mismo ninguno de los dos, debería de avergonzarse de ser como son realmente y mostrase ante los clientes con sus verdaderas personalidades ―Hinageshi complementa calmado―. Si fingen siempre, con el paso del tiempo eso les pasara factura y pueden terminar mal. Algunos chicos les dirán que lo mejor sería crearse una personalidad diferente cuando están trabajando para facilitarse las cosas, pero eso no siempre funciona.

―Hay algunos que no lo soportan y… ―Deiji hace una mueca desagradable recordando lo que había pasado con Tsutsuji Nii-san hace años. Dice lamentándose― terminan rompiéndose. Yo opino igual que Hinageshi. Lo mejor es que sean ustedes mismos todo el tiempo. El que sigan las reglas no signifique que tiene que dejar de actuar como son realmente.

A Suika sin embargo esas palabras lo molestan mucho. A él toda la vida le habían dicho todo lo contrario hasta el grado de volverlo un mantra interno. ¿Ser como realmente es? ¿Con esos pensamientos tan repugnantes y pervertidos que sabe que siempre ha tenido? No. No lo puede permitir de lo contrario siente que perderá su talento.

Ran nota como el niño de café aprieta sus puños sobre su regazo. Se preocupa de la manera en la que lo hace, tan fuerte que parece que clavara sus uñas en las palmas de sus manos solo para controlarse. Interrumpe:

― ¡Suika es así! ¡Él siempre es calmado y maduro!

El pequeño de amarillo no obstante solo se pone de pie de repente y sale de la habitación tan rápido como puede, sin decir palabra alguna. Cierra la puerta de tras de él queriendo esconderse.

― ¡Suika espera! ―Ran va detrás él preocupado. Sale igual de la habitación.

― ¡Ustedes dos esperen! ¿A dónde creen que van?

Hinageshi les grita tratando de alcanzarlos, pero Deiji lo detiene tomándolo de la muñeca.        

― ¡Espera! Es mejor que los dejemos solo.

―Pero… aghh…

―No te preocupes. Sabes que estarán de regreso a tiempo para que les tomen las medidas. Siempre aparecen a tiempo antes de la hora del baño.

―Si. Ya sé. Solamente me gustaría que Suikazura no se portara así ―el moreno se toca la frente molesto―. No le dijimos nada que no fuera la verdad para que se marchara así.

Deiji por su parte suelta lentamente a su acompañante. Contesta bajando la mirada:

―Si tienes razón y Suikazura venia de una buena casa antes de llegar aquí. Le costara mucho trabajo deshacerse de sus viejos hábitos conservadores. No dudo que pueda arreglárselas para llamar la atención de los clientes pero si es tan frio con ellos, nunca lograra subir de rango sin importar su talento. No pensé que me preocuparía más por él que por Ran.

―Sin duda. Ese chiquillo de Ran podrá ser un impertinente con sus mayores, pero hasta yo puedo darme cuenta de su talento oculto. Y no solo me refiero a que este aprendiendo rápido a tocar o cosas así. Si no también a que es capaz de llevarse bien con la gente si quiere. La prueba de ello es que parce ser al único  que Suikazura escucha. Hasta lo deja llamarle de esa manera tan cariñosa.

―Tú también te diste cuenta ¿verdad? Que esos dos…

―Claro ―contesta Hinageshi mostrando una pequeña sonrisa―. Esos dos tienen una relación. Son como nosotros cuando éramos niños.

―Lo dices así de simple. Me molestare contigo, hermanito ―se burla Deiji riendo.

―Ya te dije que no me digas hermanito. Ya estamos grandes para eso. Además soy mucho más alto que tú. Sabes lo raro que se escucha eso.

―No tiene nada de malo. Siempre serás mi hermano pequeño. Aunque ya tenga a Ran. Yo siempre estoy al pendiente de ti también.

― ¿Heee? suena a que te pones celoso cuando observas que alguien más cuida de mí.

Pone su mano sobre la cabeza de Deiji quien se ruboriza.

―Tonto. Yo solo… no importa.  

―Claro. Lo que tú digas ―Hinageshi alborota los cabellos de Deiji despeinándolo un poco. Suelta sonriendo taimado tratando de sacarle una sonrisa―. Sabes. Puedo apostar que esos dos se irán a esconder a alguna habitación  vacía para practicar el otro shakuhachi.

― ¡Pervertido! ―le grita Deiji ruborizado.

….

Regresando con Nadeshiko. Este se encuentra sentado en una esquina de la habitación de exposición. Rodeado de unos seis niños más jóvenes que él. Sentaditos en grupo en la parte delantera. Riendo, platicando despreocupados a pesar de que todos en ese lugar trataban de cubrir el turno de la mañana, consiguiendo un cliente que tenga ganas de divertirse, sin que el manto de la oscuridad o el ambiente festivo del lugar influenciaran. Para ellos como Kagema era raro tener un cliente diurno. La mayoría de los hombres preferían irse con alguna mujer bonita dentro del barrio ya que a esa hora había muchas que cobraban menos. Aunque algo que también influenciaba esta situación es un hecho ajeno a ellos. Ya que de día muchos hombres preferirían ir los kagemachaya ilegales alrededor de los teatros de kabuki por comodidad al estar mucho más cercas de las ciudades.  

Si acaso de uno a tres sujetos se atrevían a entrar al Raikorisu no hata durante el día. Así que prácticamente cubrir el turno diurno, era más una manera de tratar de reunir lo que les hacía falta para su cuota del mes o para intentar volverse más popular que los demás. Abecés funciona y otras veces no. El turno de la mañana se llevaba a cabo desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde. Después de ello se cerraba la casa por una hora para tener todo preparado para el turno fuerte que era el de noche donde más de trecientas personas por noche podía pasar.

Nadeshiko suspira alejado de sus compañeros. Hacía años que no ejercía el turno diurno. Francamente estaba aburrido, ya que no había mucho que hacer que esperar a que los clientes se acercaran. Aun que allí, él que tenía la desventaja era por supuesto él. La mayoría de los clientes diurnos eran residentes del Yukaku, dueños que habían pasado a visitar su casa y querido divertirse en otra, dueños de pequeñas tiendas, guardias, ronin, campesinos o personas de bajos recursos. Así que tenía una alta probabilidad de no ser solicitado simplemente por su rango. Ya que debería de tener su agenda llena como lo demás, a tal grado de darse el lujo de rechazar a los clientes como lo hacían muy seguido Deiji y Hinageshi. O ser solicitado fuera de la casa como Kiku, Momo o Hachisu. Pero él no. La triste verdad es que con diecisiete años próximos a cumplir se consideraba que él ya estaba perdiendo su encanto de wakashu, de carne joven. Los onnagata de su edad ya debería estar el Yami no Tasogare con el resto de chicos que son considerados demasiados grandes para estar con los niños. La única razón por la que Okaa-san no trasfiere su contrato, muy probablemente se deba a las represarías que pueda tomar Kiku. Así que ella solo está dejando que se hunda lentamente, para tener una excusa para echarlo. Sin embargo, esa no es la razón de porque tomo a Yuri como hermano menor. Aun que todos en la casa hagan insinuaciones sobre ello. La realidad que él está aceptando de porque tomo a un hermano menor, es porque Yuri le recuerda así mismo cuando apenas bajo de la montaña. Ingenuo, bueno, inocente. Blanco como los lirios que se bañan en sangre para sobrevivir. Él no puede convertirse en esos lirios. Pero tal vez si pueda convertir a Yuri en aquello que él no puede para mantenerlo a salvo.

Mira a los otros niños  frente a él. Están reunidos en una bolita. Uno de ellos le en voz alta para los demás con ilusión, de un libro que trae consigo:

―Separando la hierba vieron un brote de capullos de flores caídas en el suelo. Recogiéndolo Jorou dijo… Mira Gorou… una flor adulta se aferra a la planta pero un capullo cae. La muerte no se fija en las edades…

― ¡Hay! ¿Pero eso que significa?

Se queja otro chico haciendo muecas.

―Pues que las flores se quedan en la planta y los capullos se caen…

Dice un tercero burlándose como si tuviera toda la razón.

―Claro que no ―un cuarto chico le da un golpe en la cabeza al otro―. Significa que el joven muere antes que el viejo.

―Así es ―contesta el chico con el libro en mano y lee―. Si muriéramos mientras nuestra anciana madre aún vive… semejaría ¿no lo crees?

― ¿Semejaría?

― Que parecería. Ahora cállate y escucha ¿quieres? ―el chico con el libro frunce el ceño.

―Yo sé que significa eso. Solo que no creo que sea necesario tanta palabra complicada. ¿Por qué no dicen las cosas como son y ya? Ni que fuera tan difícil.

―Por pensar así es que no dejas de hacer el turno diurno.

― ¿Ah? ¡Cállate que tú estás igual!

Nadeshiko solo rueda los ojos. Así que están leyendo el cuento de los hermanos Soga. Talvez sería buena idea comprar algunos libros para que Yuri comience a leer. Suspira de nuevo. Como piensa pagara eso, si no tiene dinero ni para pagar su cuota. Ni siquiera sabe cómo pagara las ropas que necesita el pequeño para la presentación. Tendrá que hacer un par de trampas para esto. Gruñe muy molesto de solo pensarlo.

Los otros niños se percatan y solo le dan la espalda creyendo que el otro está despreciándolos por ser de rango bajo y haciendo el turno diurno, ya que se tenía la creencia en la casa, que los chicos que hacían ese turno no eran muy lindos, talentosos y que eran bastante tontos. Culpa de que sus hermanos de turno que los descuidaron.

 Sin embargo, Nadeshiko les tenía mucha envidia en ese momento. Él jamás tuvo amigos en la casa, siempre se preocupó de lo que podía pasarle a alguien por culpa de las obsesiones de Kiku. Nunca tuvo a alguien con quien pelear de esa manera amistosa  para después reírse como idiota y terminar hablando de otra cosa.

― ¿No sé para qué lees ese libro tan aburrido?

Escucha de nuevo la conversación de sus compañeros que lo ignoran.

―Es porque se lo regalo ese monje pervertido que lo vino a visitar la otra noche.

El quinto niño hablo revela el secreto, sonrojando al dueño del libro que se justifica avergonzado.

―No tiene nada de malo. Qué tal si me pregunta algo después. Sería malo si no le respondo… además sería muy descortés no leer el libro ¿no?

Todos los demás niños ponen sonrisas cómplices y picaras burlándose de su compañero.

― ¿Estas esperando que el venga a verte de nuevo? Lindo ja ja ja

―Los monjes son los peores ―el sexto niño dijo―.  Son unos depravados. Qué horror.

―Siempre que viene piden cosas bien raras. Y te dicen cosas sin sentido como que “están más cerca de la iluminación” “Que pueden sentir como se están purificando” cuando te lo están haciendo.

― ¿Qué? ¿De verdad? Jamás me ha tocado un monje. Dicen que pagan bien, pero ya no quiero.

―Pero si pagan bien. Siempre te dejan un extra. Aunque sea cobre.

―Así es ―el niño del libro se pone a la defensiva―. Por eso debo de atraparlo primero si nadie lo quiere.

―Si pero recuerda dejarlo solo en negocios. No cometas el estúpido error de enamorarte. Quieres terminar mal… ya sabes…

Hecha una mirada detrás de ellos hacia Nadeshiko. No es secreto lo que hizo su hermano mayor hace años por su amor no correspondido.

―Ya sé eso ―el niño del libro lo cierra abrazando a su pecho―. Es como reza la canción que cantan las mujeres en el barrio. “Haz que los clientes se la pasen bien y no te involucres. Si se enamoran, tú no.

―Y asegúrate que te paguen bien tara-tara tata.

―Has una bola con tus mentiras y amásala con lágrimas para conquistar al cliente tara-tara tarara.

Terminan cantando los niños entre risas en la habitación.

Nadeshiko por su lado. Se siente tan fuera de lugar entre tanto compañerismo y alegría que no van con él. Se pone de pie dispuesto a ir sin ni siquiera haber pasado la mitad del turno. Sin embargo, antes de que abriera la puerta corrediza detrás de él escucha desde el exterior.

― ¡Oye tú! ¡Eres tú! No me puedo equivocar. Eres tú.

Nadeshiko reconoce la voz casi de inmediato. Tiembla en su lugar pensando que no podía ser peor. Tragando saliva, voltea sonriendo para la vista sorprendida de todos los demás niños. Ese tipo, ese tipo lo había ido a buscar ¿Por qué? Aquel sujeto al que le grito en plena calle, en aquella ocasión en la que Yuri salió de la casa con la cobija de su futon a escondidas. ¿Acaso vino a quejarse con Okaa-san por su comportamiento?

―Por fin te encontré.

 

Continuara...


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