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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Notas del capitulo:

Por fin. Creo que este es de los capítulos más largos que escribí hasta ahora... aunque puede ser solo mi percepción...

Aun así. Me alegra poder traérselos al fin. Espero que les guste. Me tome mi tiempo para encontrar la manera de describir los actos presentados. Las piezas de música y baile.

Aun que si ven la versión de esta historia en Wattpad. Si cuenta con los apoyos multimedia adecuados.

Pero bueno. Espero que quedara bien u.uU aun así…

No sé qué más decir. Estoy un poco en blanco.

Disfruten el capítulo…

 

Capitulo XXX

 

A partir de las siete de la noche los invitados comenzaron a llegar, ya sea a pie o en costosos Kago. Uno por uno. Vestidos con sus ropas más caras escogidas especialmente para este día. Mostrando la ostentosidad con la que aseguraban vivir.  Comerciantes, samurái, Daimyo, artistas, actores, músicos e incluso algunos monjes de rango alto. Se habían congregado esa noche. Aunque de diferentes castas, las fricciones que podían tener entre ellos, eran olvidadas dentro del Raikorisu no hata por la pación en común que era compartida por estos hombres hacia los jovencitos.

Hoy observarían entusiasmados, taimados y fascinados. Los nuevos manjares que la casa tenia, para ofrecerles y que algún afortunado tendría el privilegio de probar primero. Estos hombres esperaban un aire inocente alrededor de los Autobureiku. A los cuales veían como personas juguetonas que vivían aun protegidos como los niños que eran y que sin embargo en el aire a sus alrededor se podía oler aquel aroma de incienso y primavera tan particular de los barrios rojos.    

La dueña y Okaa-san de la casa se encargaría de recibir a todos los invitados en la puerta. Con un firmal saludo y una correcta reverencia. Sin importar de quien se retrase.

― ¡Bienvenido sea, Inamori-Sama! ¡Bienvenido sea, Mansaku-hoshie! Adelante disfruten la velada. Una de nuestras sirvientas los guiara adentro. Disfruten de la compañía de esta noche. 

El evento era completamente de carácter privado con previa invitación y confirmación. Esa noche, tendrían el placer de conocer a los niños nuevos más detalladamente, hablar con ellos y entreteniéndose con sus talento. Esta exclusividad había tenido un costo nada despreciable de cincuenta monedas de oro por cabeza. Un total de ciento cincuenta hombres atestiguarían esta noche.

En cuanto los invitados cruzaban el umbral de la casa. Una de las ancianas sirvientas los reverenciaría de nueva cuenta, acompañándolos dentro de una de las halas principales de la casa. En eventos especiales como este, las puertas de la planta baja serian abiertas por completo. Permitiendo absoluta accesibilidad a cualquiera hala y la vista completa del patio trasero donde estaba situado el escenario. Este último había sido un escenario elevado de madera de diez metro de largo, con una peculiar escenografía de fondo con un sauce congelado en un rio nevado.

Por todo el patio se habían colgado lámparas rojas de papel encendidas. Los árboles, balcones y marquesinas de la casa estaban decoradas con ellas. Asegurando una buena iluminación del lugar.

― ¡Nishikage-san Bienvenido sea! Fue una grata sorpresa su confirmación a nuestro evento especial.

Kiyoha reverencia al recién llegado sonriendo pretenciosa. Sabía que algún día ese sujeto sedería a los encantos de su casa.

Tetsunosuke Nishikage. Es un hombre de cuarenta y cinco años. De cuerpo macizo, silueta regordeta y unos rasgos masculinos muy marcados. Lo que lo había hecho dedicarse al mundo del kabuki desde joven especializándose en los papeles Arogoto. Papeles de héroes salvajes pero heroicos. Consiguiendo reconocimiento rápidamente, fama y dinero. Por lo cual no fue extraño cuando heredo la casa de kabuki que lo vio surgir. Sin embargo, la particularidad más grande de este hombre es la relación que tenía con Nadeshiko o mejor dicho, la relación que tuvo con Tsutsuji. Ya que el teatro kabuki que le pertenecía a Nishikage había sido el mismo donde el padre de Tsutsuji había vivido y bailado.

Hace unos años. Nishikage había sido arrastrado por un patrocinador a Yoshiwara atraído por algunos rumores. En ese momento no supo cual fue su sorpresa más grande. Haber encontrado una casa de Kagema legal y lujosa, lejos de la visión previa que tenia de estos lugares como decadentes. O el haberse encontrado con el hijo del chico que había interpretado a su amante en los escenarios tantas veces que llego a amarlo de una forma platónica, a pesar de saber que tenía una esposa e hijo. Recordada a Tsutsuji cuando era pequeño y lo vio dar sus primeros pasos tambaleantes sobre el escenario, como le enseñaron a bailar apenas aprendió a caminar, siendo educado para tomar el lugar de su padre como actor onnagata. Ese mismo niñito inocente se encontraba en ese momento insinuándose a su patrocinador llevándolo a las habitaciones de arriba por algo de diversión.

Las circunstancias hicieron que se encontraran una y otra vez durante un tiempo. Tsutsuji no oculto para nada los pocos recuerdos que tenia de él cuando vivía en el teatro. Así como sus intenciones de convencerlo de comprar su contrato. Cosa que nunca iba ocurrir por varios motivos. Desde que al teatro no estaba muy bien financieramente con las nuevas prohibiciones shogunales, hasta las propias conflictos internos de Nishikage. Tsutsuji era idéntico a su padre en el exterior pero por dentro era demasiado necesitado como su madre.

El tiempo pasó. De repente un día lo invito a ver la presentación de Nadeshiko, su hermano pequeño. Admitirá que Tsutsuji había educado muy bien a ese niño. Tenía los modales correctos de un onnagata. Cosa extraña. Ya que era muy común ver muchos Kagema jugar a ser onnagata. Vestían con kimonos femeninos, se maquillaban para atraer a sus clientes. Pero que no se acercaban si quiera al concepto de aquel ideal. Nadeshiko, sin embargo le hacía honor a su nombre. Era grácil y delicado igual a la flor de otoño. Más que ello, era dulce como néctar pero venenoso. Eso lo supo cuando lo vio bailar en el escenario. Tenía talento. Sin embargo, Tsutsuji había cometido un error con él, el cual era no haberlo dejado desarrollar un su propio estilo. Nadeshiko era una copia exacta de Tsutsuji al bailar y ese detalle que podía parecer tan insignificante para otros fue suficiente para matar cualquier interés que pudiera tener Nishikage en el pequeño Nadeshiko.

Después de que Tsutsuji muriera, no volvió a poner un pie en Raikorisu no hata. No tenía razón para ello. Sin embargo, debes en cuando, recibía una carta de Nadeshiko. No eran cartas románticas, ni mucho menos. Nunca intento seducirlo si quiera. Siempre eran cartas profesionales. Cartas donde le pedía facilidades para la utilería o escenografía cuando bailaba. Que le rentara a sus Kuroko cuando necesitaba asistencia durante presentaciones importantes. Cosas a las que siempre ha excedido a cambio de un pago monetario, uno menor del que realmente debería ser.

Un día. Madarame-sama, quien también elaboraba los vestuarios de su teatro, le conto como el chico había dejado de bailar.  Tan bien fue el sastre quien le dijo que el chico se había conseguido un lindo hermanito al cual estaba educando debidamente. Eso llamo su atención. Que alguien tan obsesionado como Madarame-sama lo asegurara. Eso provocó su curiosidad y termino siendo él quien le enviara una carta al Onnagata ofreciéndole las mismas facilidades que en años anteriores. Nadeshiko acepto. Quería el préstamo de un par de Kuroko. Nishikage se los concedió, unos jóvenes, novatos pero nada torpes. Una vez, le pregunto a ese par de jóvenes como era Yuri. A lo que ellos no tuvieron una respuesta clara. A uno le provocaba mucha inquietud, era extraño, un youkai; hasta aseguro que le incomodaba el color de sus ojos. El otro sin embargo, le aseguro que jamás en su vida había visto a alguien así. Era fascinante, tierno como el capullo de una flor. Confesándole incluso que a veces se descuidaba porque no podía dejar de verlo. Todo eso lo había traído a esta noche. Exigiéndole incluso a la dueña una invitación.

― ¿Mis muchachos ya están adentro preparándose? ―Nishikage le pregunta a la dueña―. Espero que no le causaran muchos problemas.

―No debe de preocuparse por eso ―Kiyoha le responde―. Se han portado muy bien. Acaso ellos le han comentado algo sobre la estancia en nuestra casa.

―No al contrario. Ni siquiera ellos me han querido decir si quiera la obra que presentara el pequeño que sé, esta al cuidado de Nadeshiko-Hana.

― ¿Interesado en conocerlo?

―Tal vez. Todos los que lo conozcan, saben que Madarame-sama no sabe guardara su locura. Debería de ver la manera en la que se expresa de aquel pequeño.

―Me lo puedo imaginar ―Okaa-san sonríe indiscreta―. Adelante. Adelante. Una sirvienta lo guiara dentro.

Así fue hecho. La vieja sirvienta llevo al hombre al interior de la casa. A donde sea que mirara había hombres acompañados de niños y jovencitos. Sentados uno a lados de los otros, sirviendo sake  y platicando animadamente con ellos. Todos estaban alineados en dos grandes hileras que iban por todo el largo de ambas halas en la casa. Habiendo un pasillo en medio donde los invitados caminaban por si necesitaban salir.

― ¡Oye, Nishikage! ¡Por aquí!

Escucha que de repente le llaman. Era Madarame-sama que extendía el tokkuri en su mano derecha para que el lindo  y femenino jovencito le sirviera un trago.

La sirvienta para su desgracia tomo eso como una señal sentándolo a lado izquierdo del sastre.   

― ¿Pensé que esta clase de cosas no eran de tu agrado? ―pregunto Madarame antes de beberse todo el sake de un trago.

―Preste a un par de mis chicos para ayudar durante uno de los actos.

Se justifica el hombre mientras aquel jovencito que vestía un kimono turquesa con bordados de olas marinas; con el cabello negro mal amarrado en un chongo con mechones salidos adornado con kanzashi de gemas azules. Corre al lado del actor para servirle sake.

―Este lindo chico se llama Asagao. ¿No es hermoso? Tiene un aire conservador, pero te aseguro que cuando quiere puede ser tan impredecible como las olas del mar.

―Me está avergonzando, Madarame-sama ―Asagao muestra falsa modestia sirviendo a ambos hombres un trago más.

―Tonterías ―el viejo de nariz grande ríe tonto―. Este sujeto a estado rodeado de jovencitos como tu toda la vida. Es un actor de kabuki muy prolifero y un director dueño de casa. Sabes lo que dicen que hacen los tachiyaku con los onnagata en privado ¿verdad? No solo eso, también los Kuroko tienen que convencer con su cuerpo a sus directores para que les den papeles dentro de las obras para no solo ser sombras ayudantes. No debes de mostrarte avergonzado frente a él.

Nishikage sin embargo, gruñe mientras toma todo el sake lentamente. Le molestan los comentarios del sastre. Él jamás había usado su influencia para conseguir favores sexuales de sus actores. Eso iba en contra de sus principios y de sus exigencias. Toda una rareza en su ramo, sin duda. Consecuencia de sus no tan gratos recuerdos de niñez y juventud cuan el escalaba dentro del teatro.

Mira al niño reírse con aparente discreción ocultando su risa detrás de la manga de su kimono. El actor puede notar como ese niño es uno más de esos jovencitos que solo jugaban a ser onnagata sin entender realmente su papel. Solo por eso lo desaprueba.

El sastre sigue parloteando:

―Es una verdadera lástima que esta noche no laboren. Después de ver a los nuevos, a uno siempre le hierve la sangre.

―Madarame-sama conoce las reglas. Aquí nadie estaría de acuerdo en robarse una noche que no es suya. Tenemos que apoyarnos como los hermanos que somos. Pero sabe que mañana, lo estaré esperando gustosamente.

El niño ríe como si todo aquello fuera tan gracioso.

Nishikage recuerda que su maestro le dijo alguna vez que la actuación también es deber de cualquier prostituta aprender a la perfección. Parece ser cierto.

― ¿Cuándo comenzaremos? Estoy impaciente ―el sastre palmea sus piernas con el abanico blanco que siempre llevaba consigo ―. Ya quiero que empiece.

―Sea paciente ―Asagao contesta―. En cuanto lleguen todos los invitados y Okaa-san entre por aquella puerta comenzara el espectáculo.

El último invitado no tardó en llegar. No fue sino otro que Sakamichi-sensei. Asistiendo como doctor encargando de certificar la pureza de los niños. Solo una formalidad. Sabía que Kiyoha se había encargado ella misma de revisar a sus niños recién llegaron a su casa. Él solo iba a firmar unos papeles y respondería preguntas para aquellos que se acercaran a él dudosos. Más importante, tenia pase libre sin pagar cuota de admisión para estos eventos que siempre le resultaban tan divertidos.

―Por favor acompáñeme, Sakamichi-sensei. Okaa-san preparo un asiento especial para usted junto a ella y el ikebana.

―Igual que siempre ―responde el doctor siguiendo a la sirvienta por todo el pasillo hasta el fondo de la habitación secundaria. Lugar que podía ser observado por todos en el lugar. Pregunta nada discreto― ¿cómo siempre los niños nuevos estarán sentados en el patio?

―Así es ―responde la sirvienta―. Se les mando a poner un lugar especial. Podrán ser vistos por todos en las habitaciones.

―Entiendo.

Apartado a un metro de los invitados. Se encontraba una tela roja delimitando el área donde las personas con más poder en la casa se encontrarían. Sakamichi se sentó en la parte izquierda. El doctor siempre se ha preguntado en eventos como estos, cuánto era que Kiyoha gastaba en aceite para iluminar por completo el patio. Observa el escenario de madera perfectamente donde está. Al otro extremo a uno dos metros de la casa, en el patio una manta roja en el suelo adornada con cuatro sombrillas rojas con ilustraciones de flores de camelias blancas, girasoles amarillos, lirios blancos, orquídeas moradas y madreselvas rosadas. Representación de cada uno de los niños presentados. En cada esquina de la manta se encontraban enormes lámparas de papel que aseguraban iluminaran el lugar. Al igual que todas las farolas en el patio, estas eran de color rojas. Meciéndose suavemente por un ráfaga de viento frio.

― ¡Atención! ¡Atención!

Una sirvienta desde la entrada principal llama a todos en el salón que comenzaron aguardar silencio. El espectáculo estaba por comenzar.

Kiyoha aparece sonriendo benévola. Con toda paciencia se sienta en el piso y ofrece una reverencia elegante a todos sus invitados.

―Es un gusto tenerlos de vuelta mis apreciados señores. Les doy la bienvenida a este que es nuestro evento más importante. Hoy tendrán el gusto de conocer formalmente a las nuevas flores que adornaran nuestra casa y alegrara sus vidas. Además, al finalizar dos años algún afortunado tendrá el invaluable honor de hacer florecer a algunos de estos hermosos y tiernos capullos. Así que afortunados caballeros. Pueden echar un vistazo a cada uno de ellos, pueden mirar todo lo que quieran. Pero ya saben, nada de tocar y aun que hablen con ellos no les responderán. Ese placer también será reservado para los afortunados que ofrezcan más.

― ¡¿y cómo sabemos que la pureza de estos niños sigue intacta?!      

Se escucha el grito de un hombre  a lo largo de la habitación. Nunca faltaba el sujeto que saque a relucir esta cuestión.

Kiyoha se ríe superior y dice con toda confianza:

― ¿Acaso yo les he mentido alguna vez? Adelante, si tiene  dudas tenemos un médico aquí que con todo gusto contestara todas sus dudas. Por favor, Sakamichi-sensei.

El doctor al haber sido nombrado se levante de su asiento y con toda la seriedad posible. Declara:

―Así es queridos colegas. Yo ya pude comprobar la pureza de estos hermosos niños que están por conocer.

― ¡¿La reputación que tiene usted no nos hablaría sobre lo contrario?! ¡¿No es usted el libertino más grande de Yoshiwara?

Se escucha a otro hombre protestar.

―Ja jajá ―el anciano se ríe divertido―. Así es joven. Antes de que usted conociera el dulce fruto de una mujer o de un wakashu. Yo ya había saboreado mucho de ellos.  De todas las texturas y gustos que apenas pueda imaginarse. Por eso nadie mejor que yo, que he visto y experimentado todo tipo de placer. Puedo asegurar con solo un vistazo. Que estas dulces flores que conocerán siguen cerradas e inmaculadas. ¡No deben de dudar de ello! No sean desconfiados y pierdan una gran oportunidad. Si ustedes no lo la toman, entonces yo lo haré ―bromea.

El doctor miente como siempre. Para él todo el asunto del Mizuage es innecesaria. Por qué el mejor que nadie sabe que una prueba de supuesta pureza puede ser fácilmente falsificada. Porque para él, la virginidad es un concepto vago y sin sentido que vuelve aburrido lo que más gratificante que le ha traído en la vida. Aun así, está en la obligada necesidad de jugar en aquella ilusión confabulada por todos en el barrio rojo. Haciendo creer a los clientes que son lo suficientemente importantes para cambiar la condición  y el cuerpo de alguien más. Para sacarles dinero.

― ¡Ya lo escucharon, señores! ―Kiyoha se levanta― ¡Satisfacción garantizada!

Asegura la mujer mientras los invitados se muestran ansiosos de ver a los niños.

Desde el otro lado de la puerta los pequeños pueden oír todo.

― Recuerda primero pasaremos los mayores ―Kiku le dice a Tsubaki a un lado suyo―. Diremos unas cuantas palabras y luego reverencias, te levantas despacio. Caminas a lo largo del pasillo como practicamos y te sientas delante de mí al final del pasillo.

―Si. Está bien.

Tsubaki contesta con aparente tranquilidad. Observa a los demás en la habitación. Himawari va a ser el primero en pasar. Después siguen Suikazura y Ran. Continua él y al final Yuri. Sin embargo, no había señal del albino. Tanto Nadeshiko como Yuri aún no habían bajado. Mandando a decir con una sirvienta que empezaran sin ellos.

―Recuerda pasos cortos, espalda derecha ― Deiji le indica a Ran que luce muy incómodo.

―Sonríe un poco, solo un poco ―mientras Hinageshi convencía a Suika de dejar su expresión seria.

Mientras tanto. Himawari tomaban grandes suspiros. Sentado en el umbral de la puerta cerrada, apretaba la tela de las mangas de su kimono. Esperando a ser llamado.

De repente se escucha la voz de Okaa-san empezar su presentación mientras pasea por el largo del corredor:

―Nacido y criado en el mundo flotante. El valioso fruto de mi vientre. Su presencia trae la alegría con su sonrisa. Cura para la mente confundida, un alma cansada y un corazón quebrantado. Aunque llueva a fuera, dentro siempre lleva el sol consigo. Igual que un girasol (Himawari), siempre observándolos con cariño.

Apenas terminar, una sirvienta abre las puertas mostrando al pequeño de coleta de samurái saludar a los invitados con una reverencia y una sonrisa. Se levanta y comienza su desfilar de manera lenta asegurándose que todos invitados lo observaran. Himawari rebosa de felicidad. Esto quizás sea lo más cercano que tenga a realizar su sueño de protagonizar un Oiran Dochu.

Mientras el niño camina los adultos comentan por lo bajo.

― ¿Es enserio lo que dijo? ¿Ese niño en realidad es su hijo?

―No es tan raro que ocurran esas cosas. Es mejor así. Los mejores siempre son así.

―Tiene linda sonrisa y ojos brillantes.

―Escuche algunas cosas de él…

―Estuve esperando este momento por tanto tiempo…

El niño termina su recorrido y se sienta frente a su madre que tiene una sonrisa confiada. Ya puede ver la mirada de los hombres tentados a ofertar casi en el acto.

Continúan las presentaciones.

La sirvienta abre la puerta de nuevo. Esta vez son Deiji y Hinageshi quienes saludan con formalidad. Se levantan en perfecta coordinación y mientras la sirvienta cierra la puerta, ellos avanzan juntos.

Hinageshi declama:

―Traídos de lejanas tierras. Pero unidos aquí por el destino. Tan diferentes y sin embargo se complementan.

Deiji continúa:

―Luz y sombra. Gentileza y rudeza. Conocimiento e instinto. Elegancia y gallardía. Pero no se dejen engañar. ¿Acaso serán capaces de descubrir quién es quién?

―Como madreselva (Suikazura) Resistente y desafiante. Un laberinto que busca su alma gemela. Difícil de conquistar, sin duda alguna. Pero una vez entrelazados entre sus brazos, la dulce miel de su corazón, los volverá adicto a él.

―Igual que las orquídeas (Ran)  con la sensualidad exótica de sus formas. Evoca ideas que jamás imaginarían tener. Apasionado e intenso. Ardua delicia, música inmóvil, amor viril genuino. Nunca se arrepentirán de conocerlo.

E inmediatamente la sirvienta abre la puerta mostrando a los dueños de tales atributos. Ambos reverencian con toda formalidad. Siendo Suika el primero en levantarse para comenzar el recorrido. Lo hace despacio, estoico. Parece alguien proveniente de la realeza con su particular andar. Como si derramara orgullo y dignidad. El pequeño echando por momentos su mirada a un lado y al otro observando a todos los hombres a sus alrededor, en un gesto que parece timidez mesclado con soberbia. No puede forzarse a sonreír como Hinageshi le dijo. Comienza a tararear en su cabeza la pieza de Koto que interpretara en unas horas para tratar de relajarse.

Justo detrás de el por tres pasos, Ran lo sigue sigiloso. Frunce el ceño al ver como todos miran a Suikazura sonriendo con lujuria. Sin darse cuenta que no solo era al niño de flequillo largo a quien miraban así. Aun en su necedad de pensar que se veía ridículo. Pero estaba lejos de eso. Ran poseía un tipo de belleza rara de encontrar, una que se inclinaba más hacia lo masculino. Con su porte fuerte, sus expresiones rudas y actitud bribona. Verlo ataviado con ropas femeninas despertaba los deseos de más de uno en esa habitación.    

―Es como ver a Ushiwaka acompañado por su fiel sirviente Benkei.

Se escuchó entre la multitud. Hay quienes incluso en la distancia se dan cuenta de la relación que tienen ellos. Avivando sus fantasías.

―El pequeño de kimono de incienso luce como un príncipe noble. Su piel luce tan blanca y fresca. No hay nada más divertido que doblegarlos hasta hacerlos decir tu nombre.

―El de kimono de temari parece caprichoso. Esa expresión ruda en su rostro es muy invitante.  Ya es muy extraño encontrar alguien así hoy en día.

Ambos niños se sientan frente a sus hermanos mayores. Y solo fue hasta ese momento que Suikazura se atrevió a hacer una mueca parecida a una sonrisa tímida que llama la atención de los presentes.

El próximo fue Kiku que apareciendo tras el umbral con su sonrisa. En su presentación dicto con toda confianza y serenidad:

―Estima, gratitud y adoración. Como flor de camelia (Tsubaki) Da color al más helado corazón. Delicado pero resistente. Provocador de pensamientos de pasión, deseo y refinamiento. Deseos profundos de un corazón puro. Belleza perfecta. Sacrificio joven que se entrega sin arrepentimientos. ¿Quién será digno de tomar la inocente flor de su tallo?

Y apenas decir aquello abrió la puerta mostrando a Tsubaki.

El niño siguió al pie de la letra las indicaciones que le había dado su hermano mayor antes de salir. Saludo con nobleza, desfilo despacio, tomando un espacio de cada cinco pasos para detenerse e inclinarse con dignidad hacia los invitados de un lado al otro en el largo pasillo. Teniendo especial cuidado en saludar como si se fijara en cada uno de los invitados. Hasta llegar a su lugar.

Los invitados por su parte parecieron sorprenderse por aquel acto tan cuidadosamente planeado.

―Cuanta elegancia y diligencia.

―Postura perfecta, hermoso rostro, figura esplendorosa.

Se escucharon de los clientes más pudientes del lugar.

Por último, era el turno de Nadeshiko de dar su presentación. Pero no había señales de él o de Yuri.

―Una disculpa. Parece que el último Autobureiku de este año es un poco tímido. Pido su paciencia señores.

Anuncio Okaa-san. E inmediatamente mando a una sirvienta a apresurar a ambos.

Los invitados por su parte no tardaron en hacer hincapié en la descortesía de la que eran víctimas.

― ¿Pero que se han creído?

― ¿Se puede saber quién es el que falta?

―Es Nadeshiko-Hana. ¿Sabes lo que se dice de él? ha estado perdiendo muchos clientes últimamente.

―Escuche que lo castigaron y por ello no ha estado en servicio.

―No es de sorprenderse. Siempre ha sido muy arisco con los clientes en general.

Murmullos desagradables comenzaron por el largo del pasillo. Nishikage frunce el ceño con solo esto. Pero es el comentario de Madarame lo que realmente lo ha sorprendido.

―Montón de idiotas. No saben lo que dicen ―el sastre narigón maldice por lo bajo―. Solo ver a Nadeshiko-Hana es un privilegio.

La sirvienta regresa apresurada. Susurrándole al oído a su ama, le indica que los onnagata están listos para salir.   

Okaa-san. Aplaudió un par de veces para llamar la atención de los invitados:

― ¡Caballeros! ¡Caballeros! ¡Orden, orden!  Al parecer el último Hana está listo para presentar a su hermano pequeño  ¡Pido sus atención!

Pese a los seños fruncidos de varios de los invitados se guarda silencio.

Enseguida la puerta fue abierta por la sirvienta presentando a Nadeshiko elegante y formidable, con sus kimono lila y su peinado alto lleno de adornos de oro. Saluda con orgullo. Se levanta y recorre el pasillo  con entereza:

―Los lirios blancos (Yuri) son flores tímidas y frágiles que siempre miran hacia abajo. La tierra donde crecen son lugares donde el sol no alumbra… lugares estériles donde incluso los animales se alejan. Los lirios son hermosos pero también son venenosos. Porque todo aquel que los mira queda fascinado.

Y sin decir una palabra más se sentó a lado de los demás. Que le se le quedan mirando un segundo sorprendidos. Notando la particular presentación y la manera en que había declamado esas palabras con profunda creencia.

La sirvienta sin esperar mucho. Vuelve a abrir la puerta para mostrar a Yuri. En cuanto los invitados observaron al albino, la habitación se llenó de murmullos. El pequeño desfila con un atuendo particular. Un kimono completamente blanco sin bordados pero con algunos adornos rojos en las orillas de la falda y las manga, amarrado con un obi negro. Complementado su vestuario con un llamativo gorro redondo y velo que le cubre por completo el rostro. Yuri usaba un shiromuku, un vestido tradicional de bodas. Parecía una pequeña novia caminando sumisamente al altar lentamente, sin mirar a nadie.

Esto dejo a los asistentes confundidos e incluso ofendidos.

― ¿Que osadía es esta? ¿Por qué es que esta vestido así?

―Ni siquiera se puede ver su rostro.

―Nadie nunca ha visto al hermano menor de Nadeshiko-Hana ¿verdad?

―Escuche que siempre lo tiene escondido en su habitación. ¿Acaso le dará tanta vergüenza mostrarlo?

―Montón de incultos.

Madarame-sama susurra por lo bajo mientras sonríe zorruno. Era de los pocos afortunados que sabía cómo lucia Yuri. No solo eso, sabía perfectamente porque iba vestido de esa forma. Definitivamente ese kimono blanco que le hizo es uno de sus mejores trabajos. Después de todo, no se trata de un shiromuku cualquiera.

Nishikage también noto la particularidad de aquel kimono. Ya que se trataba de una prenda para realizar una técnica especial en el kabuki, llamada hikinuki que consistía en un cambio rápido de vestuario a través de dos prendas sujetadas por hilos una encisma de otra. Caminar con un vestuario así no es fácil para cualquiera, sin romper la ilusión de que se trata de una sola prenda. A demás de eso ya sabe cuál es la obra que el pequeño va a realizar.

“Así que este niñito está tratando de interpretar su papel incluso fuera del escenario” Pensó el actor “Pero saber llevar el vestuario no es suficiente”

No puede creer que Nadeshiko se arriesgue a tanto. ¿Pero en que estaba pensando?

Yuri se sienta en compañía de los otros con sumo cuidado y de nuevo saluda en silencio. Como una novia que es presentada a su prometido.

Los menores se quedan mirando desconcertados. Mientras los mayores se muestran sorprendidos. Con excepción de Nadeshiko que sabía había conseguido su primer objetivo.

Sin embargo, Okaa-san. Se mostró descontenta. Nadeshiko parece querer desafiarla. A pesar de Tener en cuanta su previa advertencia de trasferir sus contrato si arruinaba esta noche. Imagino que no aria nada osado. En su lugar, había causado un gran alboroto entre los clientes.

―Muy bien ―indica ella conservando la calma. Da otro para de aplausos para llamar la atención―. Antes de comenzar esta noche de celebración. Debemos de darle la bienvenida a la más exótica de nuestras flores. El más preciado tesoro de esta casa. Me refiero, claro, a nuestro Ikebana, quien le dedicara unas cuantas palabras a los Autobureiku. ¡Adelante, Suisen- Ikebana!

Tsubaki sufrió un pequeño sobresalto. Al escuchar esto último. Aun que era obvio que el Ikebana iba a estar en un acto tan importante. No había tenido la oportunidad de verlo en todo este tiempo desde la vez del festival.  Fija su mirada en la puerta esperando ver cómo es la persona a la que su hermano le cedió el puesto de Ikebana.

La sirvienta abre la puerta y revela un jovencito pequeño de dieciséis años. Tenía el cabello negro suelto en un estilo Hime hasta el suelo, igual que las princesas. Con un pequeño moño Chonmage donde se veía clavado una corona de oro con varias kanzashi de flores adornadas con perlas rojas y blancas. Vestía con un kimono exuberante, amarillo más brillante que el oro con grabados de lotos plateados; amarrado con un obi color salmón  con bordados blancos de avecillas. En su mano derecha sostenía un abanico blanco con el cual cubre su mirada, mostrando únicamente su sonrisa.

Tsubaki nota como todos en la habitación guardan silencio con mucho respeto. Sin ser criticado por tapar su rostro a diferencia de Yuri. Pareciéndole extraño, echa un vistazo a Himawari en busca de respuestas. Observando a este rodar los ojos y decir en voz muy bajita

―Aquí viene. Va a hacerlo.

Tsubaki sin entender a lo que se refiere. Mira al ikebana que cierra y aparta el abanico de su rostro en un movimiento. Abre lentamente sus parpados mostrando unos hermosos ojos azules.

Tsubaki queda mudo. Jamás había visto un color de ojos así. Un color prohibido. Un color de ojos claramente perteneciente a un extranjero.

El habiente cambia. Los clientes lucen muy complacidos, alagan al recién llegado. Maravillados como si lo que vieran fuera lo más hermoso. Ignorando por completo la implicación de que él tenga ese peculiar color de ojos. Pero por otra parte, Tsubaki también se percata de inmediato del accionar de los demás chicos de la casa. Mostrándose veleidosos, apartando miradas o frunciendo seños.

Tsubaki entendió la razón de esto. Cuanto el ikebana hablo frente a los presentes mientras caminaba hacia los pequeños.

―Esta noche. Estamos ante la presencia de un nuevo comienzo. Estos niños, mis… pequeños hermanitos ―se nota la pretensión en su voz―. Aunque los miren ahora como uno brotes inmaduros, escasos de belleza, sin gracia, elegancia o encanto ―golpea la palma de su mano con el abanico cerrado tratando de lucir superior ante los Autobureiku que mira con desdén a cada uno al decir esas palabras ―. Las primeras apariencias engañan ¿no es verdad?... ―guarda silencio al notar la peculiar manera en la que va vestido Yuri, lo que hace que frunza el señor y apriete el mango del abanico. Sin embargo reanuda casi de inmediato―. Deben de recordar. Amados invitados nuestros, que estas semillas están siendo cultivadas en suelo privilegiado. Sé que seremos testigos de grandes sorpresas esta noche ―voltea hacia los invitados sonriendo amable extendiendo los brazos―Así que… ¡Mírenlos bien! ¡Estas son las nuevas hermosas flores de la casa! ¡Disfruten de su compañía esta noche! Sé que los complacerán como a mí me enorgullecerán como hermano mayor.

Okaa-san aplaude una vez más. Esta vez las sirvientas aparecen de una en una por la puerta principal cargando platos de un gran banquete. Anuncia:

― ¡Que comience la fiesta!

El ikebana se sentó en su puesto sonriente. Tsubaki lo observo un momento. No le agrado la manera en la que los miro o las palabras con las que se refirió a ellos. Sin embargo, llego a la conclusión de que tenía ese extraño sentido de orgullo jactancioso que parecía tener los altos rangos. Sin embargo, lo que más llama su atención son sus ojos zafiro. Basto una mirada del ikebana hacia a él para provocarle un escalofrió.

La fiesta comenzó. Con músicos entrando en las halas para comenzar a tocar animados a la vez que las sirvientas servían el festín a los invitados.

La comilona constaba de exquisitos platillos de pulpos con pepinos o calamares con brotes de bambú bañados en vinagre dulce, sashimi de carpas, salmones, truchas hasta tiburón. Arroz blanco, sopas con algas y tofu o se fideos soba con caldo de bonito; gran variedad de hortalizas salteadas. Anguilas, erizos de mar y gambas servidos con salsa de soya o bañadas en sakes dulces. Para los más osados y menos prejuicios había jabalí, venado o faisanes rostizados o cocidos a fuego lento sazonados y condimentados en jengibre y ajo que los hacia especialmente jugosos acompañados de tempera de verduras. Y como postre potajes o wagashi (dulces) hechos a base de harina de arroz, nísperos, caquis, castañas y piñones. Y por supuestos litros y litros de sake.

Los invitados comían mientras los demás chicos de la casa, los acompañaban platicando con ellos sobre sus primeras impresiones de los recién presentados. Aprovechando de preguntar sobre el comportamiento de los pequeños o que tan bien se llevaban con ellos. Muy honestos los demás niños contestarían.

“Suikazura y Ran siempre están juntos. Ran cuida mucho a Suikazura ¡ah! por cierto, el ultimo es muy talentoso”

“Se nota que Ran se sabe defender solo. Si tuviera un duelo o algo parecido pediría su ayuda sin duda”

“Suikazura es muy callado”

“No es callado. Es muy educado. Dicen que antes vivía en una casa rica. Tiene los modales de todo un príncipe”

“Himawari es muy hablador. Es un tonto”

“Siempre quiere hacerse el gracioso”

“Si. Pero es bastante ingenioso. Como decirlo… es muy creativo”

“Tiene mucha imaginación”   

“¿Tsubaki? Parece que él se toma muy enserio todo”

“Parece una persona muy confiable”

“Siempre esta cuidado de Yuri. ¿He? ¿Yuri? él… bueno… es raro…”

“No habla muy bien”

“Es espeluznante”

“Nadeshiko Nii-san no lo deja estar mucho con los demás”

“Youkai…”

“Tonto, eso es solo un rumor. Eso no existe ¿verdad?”

A la media hora. Cuando madre está segura que todos los invitados han comido, bebido y platicado suficiente con los demás chicos. Inicio el primer acercamiento. Se levantó y camino en dirección a los clientes. En seguida sin que le digieran algo, Himawari se levantó y fue a lado de su madre en completo silencio. Cuando llegaron a un grupo de gente. Los niños que los acompañaban se retiraron en silencio y dejaron a la dueña y a Himawari frente a aquellos primeros cinco hombres.

―Espero que la comida sea de su agrado.

Dijo ella sonriendo sentándose tranquilamente. Enseguida Himawari la imitaría en silencio.

―Himawari ¿cierto? –uno de los hombres no tardo en preguntar―. Me han dicho que eres un niño muy travieso.

Pero Himawari no contesta. Esta prohibido. Ninguno de los presentados puede hablar en particular con algún cliente. Tienen que dar la ilusión de ser inalcanzables pero que al mismo tiempo, todos pueden tener la misma  oportunidad con ellos. Es por eso que en su lugar el niño solo sonríe amplio.

El siguiente fue Kiku en compañía de Tsubaki ellos fueron del lado opuesto. A los diez minutos fueron Deiji y Ran, seguidos de Hinageshi y Suika. Al final Nadeshiko y Yuri que fueron de inmediato donde Nishikage-sama, Madarame-sama y otros tres hombres más ya los esperaban.

― ¿Qué es esto? ―Pregunto unos de los hombres― ¿no se supondría que el pequeño tendría que usar un kimono rojo? Muy osado en presentarlo así ¿a quién convenció de hacer un shiromuku para alguien que jamás podrá convertirse en esposa?

― ¡Tenga más respeto, jovencito! ―regaña Madarame de inmediato―. Yo mismo elabore ese kimono. Y es de mis mejores trabajos. Además le aseguro que está usando un kimono rojo. Que seas un inculto y no reconozcas lo que tienes delante, no es culpa del pequeño. No es cualquier novia. ¿No puedes reconocerle?

― ¿De qué habla, viejo? ―el otro hombre se muestra muy insultado.

El más joven en el grupo pregunta a Yuri curioso:

― ¿Nos revelaras tu cara en algún momento de la noche o será un secreto para todos hasta el día de tu entrega?

―Señor ―Nadeshiko contesto por el niño calmadamente―. No debe de ser tan ansioso. Claro que él mostrara su cara esta noche. Lo ara durante su acto.

― Ya veo. ¿Qué es lo que mostrara como talento?

― Representaras la obra de la dama garza ¿verdad? ―interrumpe Nishikage muy serio.

Yuri solo asienta ligeramente con la cabeza como si fuera una niña tímida frente a su prometido.

―Oh! Así que presentara una obra de kabuki. Ya entiendo. Desde un inicio trata de envolvernos en la atmosfera adecuada ¿cierto?

Afirma el otro hombre que no había dicho nada hasta ese momento. Yuri solo asienta de nuevo con la cabeza inclinada hacia abajo sin revelar su rostro.

― ¡Haberlo dicho antes!

Dice animosos el hombre quien discutía con Madarame-sama hace apenas unos minutos.

 Tsubaki que está cerca de ellos pero siendo presentado en un grupo diferente. Parece relajarse al escuchar eso. Y ver que los clientes no están repudiando al albino.

― ¿Eres devoto de Inari?  

Escucha que le pregunta un hombre.

Son tantos invitados que Tsubaki no cree que pueda recordar el rostro o nombre de alguno. A pesar de eso sigue el consejo de su hermano de hacer contacto visual y sonreír a la vez que toca ligeramente la máscara en el costado de su cabeza. Como si aceptara la conjetura del cliente. Por supuesto él no es devoto de Inari. Nunca se había puesto a pensar en cosas como la religió. Pero el concejo general de los mayores hacia a los menores era asentir positivamente a todo lo que le preguntara el cliente con un simple movimiento de cabeza. Si había una pregunta que ellos no pudieran responder, sus hermanos tendrían que intervenir y contestar algo que sabría mantendría calmados o complacidos a los clientes.

Tsubaki oye como los hombres de ese grupo parecen alagarlo pero no los está escuchando realmente. Está observando a los demás Autobureiku como se desenvuelven en el entorno. Himawari muy propio parece estar en su elemento, riendo acomedido con lo que le dicen los invitados, como si los conociera de toda de la vida. Otros como Suikazura se manejan con estoicismo, saludaba, asentaba con la cabeza, pero rara vez sonreía. Ran por su parte acepta todas las afirmaciones de los clientes con una mueca extraña con el ceño fruncido y una sonrisa forzada.

En un vistazo rápido hacia un de sus costados, se da cuenta de algo curioso. Le parece ver a uno de los hombres entregar discretamente aun papel doblado a una de las sirvientas deslizándola discretamente por el suelo al momento de que esta le sirve un plato nuevo. La sirvienta lo toma la nota, guardándola dentro de su kimono muy seria.

― ¡Oh! Vaya, vaya ―uno de los hombres en su grupo exclama―. Es un gusto ver que los wakashu de esta generación sean tan agraciados.

Eso lo hace voltear a sus clientes y sofreír por reflejo. Justo a tiempo, uno de los hombres en su grupo levanta su ochoko esperando que el mayor le sirviera un trago. Sin embargo, como si fuera un instinto Tsubaki tomo el tokkuri, sujetando con la mano derecha, mientras toca la parte inferior con la izquierda de la manera educada. Sirviendo hasta el tope, sin derramar ni una gota.

― ¡Oh! Se nota lo bien educado que esta el pequeño.

Los demás hombres levantan de igualmente su copa para que el niño les sirviera. Lo hizo de forma rápida y precisa sin derramar nada en el suelo.

―Ser servido por un devoto de Inari debe de ser señal de buena fortuna ―expreso el compañero del hombre a su lado y bebió de un solo movimiento. ―. Elixir divino. El mejor sake que he tomado en mi vida. Proveniente de unas manos que se notan muy generosas.

El niño solo sonríe sintiendo una pesadez en el estómago. Las miradas que le están dando son demasiado intimidantes. Pero debe de tragarse todo eso y continuar.

En total la cena duro alrededor de una hora y media. Donde los Autobureiku conocieron a todos los invitados. A unos más que a otros menos. Rotándose entre ellos y los demás chicos de la casa que aprovechaban sus intervención para desaparecer un momento fuera de la habitación y tomar un descansos. Las sirvientas de igual manera rotaban constantemente hasta que la comida se terminó. Avisando a su señora con una señal.

La mujer aplaudió de nuevo un par de veces y anuncio que el acto principal. La muestra de talento de los Autobureiku seria en breves diez minutos.

A continuación. Los niños fueron guiados por sus hermanos al patio. Al bajar el engawa de la casa, fueron ayudados por una sirvienta que ofreció un par de sandalias y sus hombros para ayudarlos a ir a su lugar designado. La noche ya había entrado y la temperatura bajado. Sin embargo, los niños no se percataron de esto. Tenían más en mente el no cometer  ningún error durante sus respectivos actos.

Cada uno se sentó en la manta del patio bajo el wagasa que tenía el dibujo de la flor que correspondía a su nombre. Detrás de ellos sus hermanos mayores parecían vigilarlos y darles ánimos de manera discreta. La acepción de esto es Himawari que se encontraba solo. Su madre se había quedado dentro de la casa organizando a los invitados ayudada por las sirvientas. Acomodo a los adultos en tres hileras perfectamente alineadas cerca del engawa de ambas halas. Mientras que Sakamichi-sensei y Suisen-ikebana se sentarían hasta el frente en una esquina donde presenciarían el espectáculo. Por otra parte tanto los niños de la casa como la mayoría de las sirvientas que no serían usadas de apoyo, subirían al piso de arriba acomodándose para ver todo desde los balcones.

Los músicos de igual forma suben a los escenarios acomodándose en una de las orillas del costado inverso al de los invitados.

De esta manera todos los presentes podían ver lo que sucedería.

En cuanto todos se encontraron en su lugar. Kiyoha subió al escenario y anuncio en voz alta:

― ¡Amado caballeros! A continuación los pequeños Autobureiku los conquistaran con sus talentos. Talentos que aún se encuentran en desarrollo...  ¡Disfruten de las presentaciones!  El primero será Himawari. Interpretando Otemoyan en el shamisen.

Ella bajo del escenario. Y se sentó en su lugar en medio de Sakamichi-sensei y Suisen.

Por su parte. Himawari se pone de pie sonriendo con seguridad. Mira a Tsubaki y a Yuri:

―Bien. Estoy listo. Deséenme suerte.

De verdad la necesitara. Ya que está a punto de desobedecer a su madre. Se colocó sus sandalias, se dirigió al escenario guiado por una sirvienta. Al estar al pie, frente al escenario otra sirvienta diferente lo recibe con un shamisen que le entrega en mano. Sube despacio las escaleras. Pero en lugar de ir inmediatamente al centro. Saluda a los músicos con formalidad aprovechando para acercarse lo suficiente, cuchicheando con ellos que parecen dudar de las peticiones del infante. Pero dado el hecho de que se trataba del hijo de la dueña aceptaron las propuestas del niño.

Inmediatamente Himawari se sienta en su lugar acomodando el instrumento sobre su regazo. Sin embargo, en lugar de tocar el primer acorde. Tomo aire y comenzó a relatar taimado en voz alta:

― ¡Otemoyan! ¡Otemoyan! Déjenme contarles una historia que nadie más conoce sobre esta canción.

Kiyoha inmediatamente al escuchar a Himawari decir aquello se dispuso a ponerse de pie. Eso no era parte de lo que habían aplaneado. Sin embargo, antes de que hiciera un movimiento. Sakamichi-sensei la detuvo sujetándola de su muñeca, indicándole en voz baja:

―No hagas nada precipitado. Deja que Himawari lo haga a su manera. Si lo interrumpes ahora, llamara demasiado la atención de mala manera.

La mujer apretó la tela de la falda de su kimono sin decir nada. Pero dedicándole una fuerte mirada al niño que se percata desde el escenario lo furiosa que esta su madre. El pequeño disimulo el escalofrió de su cuerpo, carraspea. Continúo su relato metido completamente en su papel de narrador:

―Cuentan que hace mucho tiempo en la provincia de Higo. Vivía una hermosa joven de unos quince años llamada Tominaga. Ella era hermosa como flor de durazno, fresca y candoroso. Cuando ella paseaba por el pueblo para vender las sandalias que hacía a mano. Los jóvenes solo podían suspirara por ella. Miraban sus pies pequeños blancos y suaves como sabrosos tofú; sus caderas grandes mecerse de un lado al otro mientras risueña tararea una canción local; su rostro bonito que bien podría pertenecerle aun princesa y su cabello de un hermoso negro azabache. Ella había protagonizado más de una vez  los sueños primaverales de los jóvenes del pueblo. Así, cuando la época de Yobai empezó más de uno fue a conquistarla a su residencia. Sin embrago, incontables fueron los rechazos de Tominaga hacia ellos que solo podían imaginar el maravilloso tesoro dentro de la “caja” que ella tenía entre sus pierna.

Todos los jóvenes del pueblo se encontraban frustrados. Ninguno había pasado más allá de una noche de conversación con Tominaga, sin importar el regalo que ellos prometieran que le darían a cambio de disfrutar del encanto de la primavera con ella.

Cuando de repente un día de la nada. En el pueblo se anunció una noticia que parecía imposible. Tominaga se había casado en una ceremonia privada con un joven del mismo pueblo. ¿Pero quién había sido el infeliz que había conquistado a Tominaga? ¿Quién es el maldito que le ha arrebatado a su princesa inmaculada? El culpable no es otro que el desdichado de Kenzo, el grotesco aprendiz de herrero del pueblo.

― ¿Porque Tominaga lo habrá escogido a él?

―Es tan horrible como un sapo. Dicen que cuando era niño sobrevivió a la viruela. Es un demonio.

―No puedo creer que tuviera el valor de visitarla con ese rostro lleno de cicatrices.

―Pobre Tominaga.

Se escuchaba de los jóvenes en el pueblo decir con desagrado.

Tontamente pensaron que ella se aburriría de la espantosa apariencia de su marido. Pero por más propuestas que recibía Tominaga de ellos, ella jamás faltaba a sus votos. Recalcando lo mucho que amaba a su esposo.

Kenzo no era ajeno a los rumores que circulaban. Escuchaba todo cuando paseaba con sus bella esposa por el pueblo, ella sonriente y el avergonzado cubriéndose su desdichado rostro bajo una máscara Hyottoko. 

Un día durante la procesión de Yojomon la pareja se enfrentaría a un terrible dilema. Por la apariencia extraña de Kenzo serían rechazados de todos hostales en los que tratarían de hospedarse. Encontrando ya muy caída la tarde una pequeña choza abandonada en medio del bosque donde pasarían la noche.

―Mi querida Tominaga, lo siento tanto―. Se disculpó Kenzo cuando mira a su joven esposa quitarse las sandalias para descansar del largo viaje―. Por mi culpa siempre estas sufriendo. Es por esta espantosa apariencia, que todas las mujeres del pueblo se burlan de ti. Hablando de las cosas atroces que yo debo de hacerte cada noche. Por culpa de esta desdichada apariencia mía, es que pasas tus días intranquila siendo molestada por los demás hombres. Y ahora se nos han negado alojamiento, cuando solamente vamos al templo de nuestra región a rezarles a los dioses porque nunca nos falte el trabajo. No sé qué es lo que he hecho para ganarme una mujer tan digna y fiel como tú. Cualquier otra ya hubiera yacido con otro hombre ―se lamentó amargamente.

Mi amado esposo ―respondió Tominaga con voz dulce―. Es un secreto para otros pero no para mí, la generosidad de tu corazón y el valor de tu alma. Aún recuerdo, cuando en mis preciados días de infancia, como al perderme al ir al rio a lavar la ropa. Fui asaltada por un lobo salvaje que pretendía comerme. Y cuando me hallaba sola y prediciendo mi fatídico final. Un joven aprendiz de herrero vino en mi ayuda, enfrentando al feroz animal y salvando mi vida. Desde entonces en mi mente y corazón no hubo otro que no fueras tú. Yo soy la que debería de avergonzarse por desafiar la tradición de nuestro pueblo y meterme a escondidas en tu habitación durante la época de Yobai. Pero como tú no venias a mí, yo tuve que ir a ti. Así que nunca lo lamentes por mí, querido esposo. Que yo soy feliz a tu lado como ninguna otra mujer. Así que ven, quítate esa mascara y hazme tuya como en aquella primera noche.

― ¡Tominaga!

El herrero tiro su máscara y se lanzó contra su joven esposa. La abrazo firmemente, a la par que ella cruzaba sus delgadas piernas sobre el dorso de Kenzo. Ella permaneció acostada sin cerrar los ojos en ningún momento. Su kimono se encontraba abierto y sus juban alzado. Revelando un vientre blanco y firme, cuya parte baja estaba cubierta por una gran mata de pelo negro. Más abajo entre sus muslos su kakushi doroko (lugar escondido) una concha rosada de deliciosa grieta, ligeramente entre abierto esperando el romo pero siempre dispuesto mara de Kenzo en sus interior. Recostados,  el introdujo todo dentro de la lujuriosa vaina de ella. Tominaga se retorcía de gusto ante la sensación maravillosa que Kenzo le proporcionaba. Ardiendo en deseo.

Kenzo de un movimiento despoja a Tominaga de la parte superior de su kimono revelando. Sus divinos pechos pequeños, pero firmes y redondos. Los estrujo, beso, tomo con sus pezones entre sus labios y atrajo así él, hasta estar en el fondo de ella. Iniciando sacudidas y contorciones que imprimían en sus cuerpo satisfacción mutua…

Himawari prosiguió concentrado en su relato. Miraba hacia en frete en un punto perdido en el cielo nocturno. Ignorando por completo las expresiones en la cara de los invitados. Los cuales, había, desde los que se habían colorado hasta las orejas, hasta los que trataban de aguantarse la risa. No esperaban nada de una historia que se inclinaba a la cursilería de un narrador inexperto.  Pero ante todo, no estaba tan mal para tratarse del cuento desvergonzado de un niño de diez años.

Kiyoha por su parte, no podía dejar de sentirse avergonzada. La expresión de su rostro con la boca abierta sin saber que decir. Siendo el único pensamiento en sus mente el que va a castigar a ese niño. Se supone que Himawari se limitaría a tocar el shamisen. Ya le ha dicho que no puede inventando esta clase de historias de nada y mucho menos contralas en voz alta. Mira a Sakamichi–sensei sonreír divertido. El doctor sabía perfectamente lo que Himawari quería mostrar como acto. Sin embargo fue una sorpresa  hasta para él que se animara a relatar algo con más color. Nunca negara que el niño de coleta de samurái tenía talento y creatividad. Siempre le han parecido rasgos encantadores en el niño. También cree que el niño tiene derecho a demostrar de que esta hecho a pesar de lo estricta que puede ser Kiyoha. Para ser pequeño Himawari tiene la suficiente astucia para crear historias de la nada, aunque el estilo que el escogió en esta ocasión le podía jugar mal. Porque si bien la mayoría de los clientes eran unos pervertidos que disfrutan ampliamente de estas historias por mas simplonas que sean estando en la comodidad de la intimidad. También es cierto que son unos mojigatos en público que no reconocerán el talento del niño en voz alta. Al menos no frente a los demás.

De lo que está seguro es que Himawari no arruino su presentación. Ha visto muchas que habían sido verdaderos desastres. Quizás esta se quede como una anécdota curiosa que como un fallo.

Por su lado, Tsubaki forzaba una sonrisa. Sabía que Himawari iba a contar una de sus historias. Pero no sabía qué clase de historia presentaría. Lo único que le había contado era aquel poema sobre la hierba y las piernas de las mujeres. Así que tal vez, no deba de sorprenderse tanto. Esto le  demuestra que Himawari es más valiente de lo que creyó… o solo más tonto. Porque él no sería capaz de contar semejantes cosas en voz alta frente a un público tan importante. Aunque admite que la primera parte le pareció bonita…

Mira a Yuri a su lado. El albino agachara la cabeza como si también se sintiera avergonzado, aunque no está seguro si es eso, o el albino está muy metido en su papel de novia virginal. Después de todo, lo ve mover sus rodillas inquieto, como si tuviera mucho interés en lo que esta escuchando. A comparación de Nadeshiko que aparta la mirada ruborizado o de Kiku que sigue en su papel de buen hermano sonriendo afable como siempre. Mientras que Hinageshi se aguanta lo más que puedo la risa mientras Deiji lo codea para que se comportara. A la vez que Suikazura se ve evidentemente ruborizado, abochornado y a Ran rodar los ojos molestos.

Por ultimo Himawari estaba por terminar su relato. Cuando empezó a narrar tenía en mente otro tipo de historia. Una más chusca. Pero en cuanto vio la mirada de su madre, la mayor parte de sus ideas se borraron de su cabeza. A pesar de que esta improvisando logro enlazar las ideas principales en las que se había basado. Eso lo hace tener confianza en las palabras que dice. A pesar de que sus palabras están subidas de tono, no se siente avergonzando. Un verdadero profesional no debe de estarlo. Sea haciendo historias o laborando en la profesión familiar. Porque  lo que a él le importa, es demostrar que tiene talento, algo suyo, algo que puedan decir la gente no es gracias a la herencia de su madre.

―Así fue como al terminar la procesión.  La pareja de esposos regreso a su hogar sin tener duda alguna del amor del otro. Fin.

Termino e inmediatamente sujeto el shamisen con fuerza y tras una pequeña exclamación que saco de sus transe a los músicos que estaban igual de sorprendidos que los clientes. Acompañaron al pequeño en su canción.

“Señorita Otemo. Se casó hace poco ¿no es verdad?

De hecho así es.

Sin embargo como la cara de mi marido esta picada por la viruela.

No hemos tenido una boda adecuada.

Nuestro pueblo está lleno de entrometidos.

Esa gente se entera de todo.

Así que no te preocupes.

Vayamos a caminar por el centro de Kawabata.

Los chicos parecen calabazas maduras.

Todos me miran como si fuera un montón de flores abiertas en el campo.

Piichiku Paachiku las alondras cantan.

No me gustan los chicos que parecen berenjenas mostrando sus espinas.

 

Juntos pasamos por una montaña. Pasamos por otra montaña, por esa montaña también.

Estoy tan perdidamente enamorada de ti. Aunque no puedo confesarlo.

A medida que se acerca la fiesta del equinoccio, los jóvenes se reúnen en multitud.

En la peregrinación de Yojomon en Kumamoto les hablare sobre mis problemas.

No fue tu apariencia lo que me encanto. Si no que vi la manera en la que fumabas tu pipa.

 Y el resto es historia.

¡Akachaka Becchaka Chaka chaka cha! “

      

Himawari termina, se levanta. Agradece con una reverencia y baja del escenario tembloroso. Los nervios por fin lo traicionan. Esperando que a los invitados les haya gustado, corrió donde estaban los demás. Se sentó en su lugar.

― ¿Qué tal estuvo? ―le pregunto a Tsubaki temblando.

―Fue… interesante ―contesto Tsubaki bajito forzando una sonrisa. No sabe que decir exactamente.

―Que vulgar.

Suelta Ran sin más. A lo que Deiji le chita por lo bajo acompañado de un codazo discreto.

Himawari frunce el ceño haciendo una mueca. En el fondo teme haberse equivocado pero no se lo hará notar al otro tan fácil.

―A  mí me gusto.

Se escuchó apenas la leve voz de Yuri quien se cubría la boca con las mangas de kimono. Nadeshiko carraspeo por el comentario de su hermano pequeño. Sin embargo eso fue suficiente para que Himawari se sonría levemente.

A su vez los comentarios dentro de la casa no se hicieron esperar:

―Resulto multifacético el pequeñín ―se reían los mas jóvenes. 

―Que atrevido ―critican timoratos los aristócratas y más ancianos

―Tiene una voz hermosa pero una lengua muy sucia.

 ―Nació en Yoshiwara ¿Qué esperaban? ―los comerciantes alagaban―. En lo personal supero mis expectativas.

―Hasta para decir vulgaridades debes de tener talento. Vamos que la historia fue curiosa. Podríamos estar frente al próximo  Saikaku Ihara.

Kiyoha suspira fingiendo que no escucha nada. Sube al escenario una vez más mientras las sirvientas se encargan de arreglar todo para el siguiente acto.

La dueña anuncia:

―Después de esta presentación tan particular… tenemos el gusto de mostrar algo más clásico. Algo especial para los amantes de la música. A continuación Suikazura nos deleitara con su interpretación de Midare  Rinzetsu en el Koto.

― ¿Midare? Eso es poco usual. La mayoría apostaría más por una melodía con más formalidad como Rokudan no shirabe.

― ¿En serio el pequeño va a tratar de interpretar una melodía con esas características?

Suika se prepara. Tras una un susurro de Ran deseándole suerte. Se pone de pie y camina hasta el escenario. El de kimono de incienso no está nervioso. Esto no es nuevo para él. Al contrario, tocar frente a un público fue para lo que vino a este mundo. Sin embargo, felicidad no es lo que siente precisamente.

Se sienta frente al instrumento, cierra los ojos, se coloca las tsume. Suspira colocando una sus manos sobre el instrumento. Comienza lento.

La melodía es perfecta como siempre. Pero a oídos de Suika suena lenta e insegura. Al final no termina de comprender porque le hizo caso a Ran y decidió tocar algo que el deseara. Aunque también se podría decir que no se apartó mucho de su idea original. Después de todo Midare es la canción hermana de Rokudan. Pero con una marcada diferencia, mientras que la segunda es conocida por su composición tradicional  y su forma de seis secciones de 52 tiempos de 1/2 conteo el cual se va acelerando. Manteniendo una forma simple, permitiéndole mostrar colores de tonos sutiles de manera más efectiva. También es una de las piezas más difíciles de tocar, ya que no es una melodía descriptiva, ni simbólica, sino más bien una que se sustenta de técnica para ejecutarla. Mientras que Midare exige una interpretación libre y sin restricciones. A diferencia de Rokudan donde cada paso tiene el mismo número de tiempos, el número de tiempos en Midare no es fijo y la forma en que se dividen los pasos difiere. Dando como resultado una melodía irregular  con cambios de tempo más libres y variados, de donde proviene el nombre Midare que significaría “desordenado”, por lo cual ninguna interpretación de Midare es igual entre sí. Demostrando no solo técnica, si no también habilidad de parte de su interprete. En la actualidad tanto Midare como Rokudan son dos obras indispensables para el estudio de Koto ya que estas marcarían los parámetros para las piezas que siguen interpretándose incluso en nuestros días.

Suika tiene en la mente lo que Ran le dijo cuándo lo escucho tocar esa canción por primera vez.

“Es como nieve en el bosque arrastrada por el viento”

Se lo dijo sonriente y consentidor como siempre. Y de repente ese pensamiento se vuelve absoluto. Solo tiene a Ran en su mente. Lo que de repente es una imagen de él sonriéndole se vuelven imágenes de ellos ocultándose en las habitaciones vacías de la casa. Besándose, tocándose. Acelera la melodía negándose a los repentinos deseos que tiene. Admite que cuando está al lado del moreno todo en su cabeza se vuelve un desorden. Uno que solo Ran es capaz de controlar hasta que las olas de su interior se calmen. Sabe que Ran siempre estará a su lado sin importar lo que le haga. ¿Pero él realmente que es lo que busca sacar al permanecer al lado de Ran? ¿Compañía? ¿Cariño? ¿Amistad? No. Lo único que él quiere es…

Se niega a aceptarlo. Aun así las imágenes de él mismo atrapado, disfrutando de su indecente intimidad lo azotan con fuerza. El calor, la desconexión de sí mismo, el descontrol.  Acelera aún más sus manos sobre las cuerdas. Tratando de tapar el ruido de su mente con el incesante sonido del Koto repicando. Repitiéndose una y otra vez dentro de su cabeza su mantra “Debes de ser elegante, ocultar tus emociones y mantener la calma. O de lo contrario no podrás tocar con dignidad”.

No puede permitirse dejarse caer en debilidad por culpa de Ran… aunque eso es lo que más anhela en el fondo…

Termina la pieza con lo que parece calma. Pero en realidad esta turbado. Se muerde la punta de la  lengua discretamente para evitar ruborizarse. Esperando que nadie se percatara del caos en su mente.

La audiencia sin embargo, es ignorante de este hecho. La interpretación fue de tan alto nivel que los clientes quedaron encantados boquiabiertos. Alagando por lo bajo, comentado entre todos ellos la joya que era el niño de flequillo largo.

― ¿Puedes ver eso? ―Hinageshi le comenta a Ran por lo bajo indicando con sus mirada que viera dentro de la casa como un hombre en una de las esquinas más próximas a ellos. Deslizaba una nota de papel doblado discretamente a una sirvienta cercana que guarda el papel entre su ropa―. Eso fue una puja.

Ran por su parte baja la mirada apretando la tela de sus kimono. Entiende que significa eso. Él también tiene que demostrar lo que ha aprendido. Si no quiere que Suika lo deje atrás.

Okaa-san sube al escenario mostrándose satisfecha.

― ¡Queridos caballeros! Espero que hayan disfrutado de la música. Como sabrán. Hinageshi-Hana y Deiji-Hana son hermanos que siempre han sido muy cercanos. Los pequeños Suikazura y Ran no son diferentes de ellos. En el próximo acto Ran será acompañado por Suikazura y por su hermano mayor Deiji. Los fascinaran con algo especial. Una composición del pequeño y talentoso Suikazura. Un trio de Koto y Shakuhachi. Les presentamos Kyo no warabeuta. 

― ¿Warabeuta? ¿Cómo una canción para niños? ―Se escucha una risa entre los asistentes.

― ¿No es extraño que su hermano mayor y el otro pequeño ayuden al de kimono de temari con su presentación?

―No mucho. Si el hermano mayor así lo desea es válido.

―No sabía que Deiji-Hana tocara el Koto. Sera la primera vez que lo vea usar uno.

―Me parece una desventaja para el pequeño de temari. Es obvio que el niño de incienso tiene más talento. Tal vez lo use para tapar sus errores al tocar.

Ran frunce el ceño. Sabe que nadie espera nada de él. Aun así sube orgulloso al escenario por detrás de Deiji. Al llegar, se colocan en su lugar. Deiji al lado derecho de Suika mientras Ran está del lado izquierdo formando un triángulo. Asegurándose de no estar tan alejados uno del otros. Ran se percata de la mirada de soslayo que le dedica Suika. Una muy severa como si estuviera disgustado con él. Ran piensa que es una mirada que le dicta que no debe de equivocarse en lo absoluto. A comparación de lo que pensaran los otros Suika, jamás cubriría sus errores al tocar. Si se equivoca, Suika lo dejara atrás sin dudar. De la misma manera que sabe que Deiji no está allí del todo para ayudarlo, si no para presumir su nuevo talento. A pesar de todo, Ran se prepara para tocar. Tomando el largo instrumento con ambas manos y colocándolo cerca de su boca. Espera la señal de Suika para empezar la melodía. Los primero acordes lo da Suikazura seguido de Deiji. El tono es perfecto y armónico. Eso le da a tiempo a Ran de concentrarse. Cierra los ojos, toma aire soplando sutilmente la flauta al ritmo de los otros dos, logrando un sonido melancólico y  hermoso...

A pesar del tono muy marcado del Koto durante la melodía es muy evidente que el shakuhachi es el elemento principal y protagónico. Ran siente que el corazón se le saldrá por la garganta en cualquier momento. No quiere decepcionar a Suika. Sabe que esta pieza es muy valiosa para él. Por ello le puso una única condición secreta entre ambos cuando ofreció dársela.

La condición fue. Que le dijera que era lo que miraba cuando interpretaban esa melodía.

A lo que contesto tímidamente que lo veía eran montañas. Un bosque dentro de montañas. Un viaje y las estaciones del año. Suika actuó un poco extraño ante esa respuesta. Pero tras decirle que lo aceptaba se la ofreció sin problemas. Después cuando no paraba de cometer errores en la interpretación, Suika  le preguntaría ¿Cuál creía que era su papel en todo ello? ¿Que representaba el en esa historia? Le tomo tiempo entender que ahora que tocar,  no solo vería lo que representa lo que otros tocan, sino lo también su parte en las melodías. ¿Qué es él dentro de aquella pieza?  Él es el  protagonista. Es una avecilla que juega y vive en aquel bosque dentro de las montañas sobreviviendo a las estaciones hasta el final de su vida. Puedo verlo claramente en su cabeza y por lo tanto el sonido que produce está lleno de emoción, carácter y profundidad. Demostrando el verdadero sonido de su corazón. Uno levemente agridulce.

Ran termina la melodía con temblando pero el cuerpo cálido. Reverencian una vez más y sin querer mirara al público. Baja del escenario seguido de Suika y Deiji.

―Lo hiciste muy bien. Estoy muy orgulloso de ti.

Deiji le dice a Ran por lo bajo con una sonrisa. Pero la única opinión que le importa en ese momento a Ran es la Suika. Sin embargo, Suikazura continúa mirándolo de soslayo con lo que parece incomodidad.

― ¿Qué te pareció? ―susurra Ran por lo bajo al de flequillo largo―. Seguí todos los consejos que me diste.

Pero Suikazura no contesto. No sabía que decir. La respuesta que estaba buscando al ceder aquella melodía no puede encontrarla. A si como ya no es capaz de preguntárselo al autor original de ella.

Los espectadores por su parte estaban encantados.

― ¡Qué talento! ¡Que intuición!

―Eso se escuchó muy parecido al estilo que maneja en la escuela Ikuto ¿no es verdad?

―Hay algunos rumores interesantes sobre eso.

― ¿Quién lo diría? A pesar de esa apariencia el pequeño de temari resulto muy… interesante.

―El de Incienso se llevara la puja más alta de esta generación seguramente. Suikazura, ese es su nombre. El parece el favorito de este año.

Kiyoha subió al escenario una vez más:

―Ahora presentaremos un acto para aquellos más familiarizados con las artes budistas ―las sirvientas retiran los instrumentos musicales del escenario, al igual que los músicos se bajan. Las ancianas no tardan en traer un enorme lienzo en blanco que cubre gran parte del escenario. Algunos espectadores se emocionan con pequeñas exclamaciones―. ¡Queridos caballeros! Me han pedido que les recuerde que esta arte necesita mucha concentración. Así que les pedimos mucho silencio para su mayor disfrute. Observen todos a Tsubaki y su arte shodo.

El pequeño se pone de pie en cuanto es cucha su nombre. Camina hacia el escenario. Antes de subir deja que las sirvientes le aten el kimono en forma de tasuki, atándole las mangas con un himo, una cinta de dos metros por cuatro de ancho hecha de algodón color negro. Pasan la cinta enrollándolo en cada hombro cruzándolo por la espalda. Así la parte inferior de las mangas se meten por el lazo sujetándolas. Dejando los brazos descubiertos. Así mismo, abrieron un poco la parte inferior de la falda del kimono descubriéndolo hasta las rodillas de manera discreta.

Ya en el escenario miro por un segundo a todos los presentes y su cuerpo tembló levemente. Retrocedió algunos pasos sentándose detrás de su lienzo. Una hoja de cuatro metros de largo por seis metros de anchos, aun lado suyo, con una cubeta de madera llena de tinta negra y un pincel enorme que le llegaba al pecho.

Se agita nervioso mientras suda frio. De repente todos los nervios lo agobiaron. Cerró los ojos inhalo profundo uno, dos, tres veces. “No pienses en nada. No pienses en nada” Se repite en su cabeza. Suelta un resoplido que se vuelve jadeo. Toca la máscara de zorro en el costado de su cabeza y de la nada la bella sonrisa de su madre, ofreciéndole un abrazo aparece en su mente llenándolo de calma.

Reverencia y se coloca de pie a un lado del bote de tinta, toma el pincel levantándolo con ambas manos, mirándolo de arriba hacia abajo como si lo inspeccionara. Hundiéndolo de un movimiento lo baña en tinta, levantándolo, escurriendo un chorro continuo que no deja de observar, absortándose por completo. Repitiendo un par de veces más, hasta que sus pensamientos están completamente en blanco. Entonces de un movimiento rápido el pincel toca el papel. Da uno, dos tres pasos largos mientras pinta sobre el papel. Moviéndose activamente como si fuera un baile. Deslizándose a lo largo en trazos dinámicos. Tomando leves descansos en donde suelta el aliento asemejando a suspiros llenos de algo parecido a placer. Algunos clientes se percatan de esto y se quedan hipnotizados. Miran la manera en la que el niño toma el pincel y algunos movimientos extraños que ejecuta con las caderas al inclinarse abriendo las piernas para marcar con la tinta, salpicando sus pies con la misma mientras termina los dos primeros kanji “Año” “luna” que juntos se leen como “tiempo”.

Tsubaki se queda quieto con el rostro agachado. El interior de su cuerpo esta caliente vibrante. Siente como su conciencia se pierde en los trazos negros. Suelta otro tentador suspiro, levanta su mirada que parece querer llenarse de lágrimas. Antes de correr de puntillas hasta el otro lado de la hoja. Con un movimiento brusco escribiendo el kanji “persona” .Camina hasta el tintero y hunde el pincel múltiples veces sin perder la vista en los chorros de tinta.

“Madre, estas mirándome ¿cierto?” piensa “aun puedes reconocerme ¿verdad?”

 Escribe por última vez. Sus movimientos ahora lucen más toscos, intranquilos, llenos de fuerza al escribir “no espera” .Así, tras una estocada de condena termina con el kanji  “ahora”.

Rodea el papel con pasos lentos. Suelta el pincel dentro de la cubeta con tinta completamente absorto. Mira al cielo buscando una respuesta. Que nunca llega. Mira hacia enfrente y como si recordara el lugar donde estaba. Recita en voz alta:

―La vida de un hombre son cincuenta años. ¿En el universo que es no sueño e ilusión? ¿Hay alguien que no haya nacido y no muera?

Se retira del escenario mientras un par de sirvientas levanta el lienzo donde se puede leer:

“El tiempo no espera a nadie”

Hay un profundo silencio mientras Tsubaki regresa a su lugar. Al pasar al lado de Ran el moreno pregunta impertinente mientras mira al otro desconcertado.

―No entiendo ¿eso fue entretenido?

―Ese fue un verso del himno del guerrero Atsumori que le gustaba a Oda Nobunaga ―responde Suikazura con incredulidad agachando su mirada. Tsubaki lo había impresionado, sintió toda sus fuerza emanar mientras escribía.

― ¿El himno del guerrero? ¿Atsumori? ―se pregunta Ran.

―Resumido. La canción dice que la vida de un hombre son simples cincuenta años ―explica Deiji en susurros―. Quiere decir que vivas tu vida, corta pero intensa.

―Aunque la razón por la que Nobunaga canto eso antes de salir a la batalla de Okehazama es porque pensó que si al fin y al cabo iba solamente a vivir cincuenta años. Mejor se lo jugaría todo en esa única batalla y moriría si fuera necesario.

Aclaro Hinageshi mirando a Kiku pensando que había sido demasiado estatuto. Sabía perfectamente a qué clase de gente le atrae ese tipo de cosas.

Los comentarios emocionados de los clientes no se hicieron esperar.

―Increíble. Fue como si su cuerpo y mente fueran parte de obra.

―Como caer en un maravilloso estado de ensoñación.

―Extremadamente intenso. El pequeño exhibió una entusiasta sensación de fuerza espiritual. Sentí como si me hubiera transportado a una dichosa alegoría parecida a un trance.

Okaa-san subió al escenario por última vez. Sonriendo astuta dijo con picardía:

―Les recuerdo queridos caballeros. Que estos son talentos en pleno desarrollo ¿Qué es lo que les espera en unos años a tan prometedores niños? Solo los afortunados lo averiguaran. Y recuerden el lienzo que acaba de realizar el pequeño Tsubaki también estará en subasta. Sienta libres de ofertar por él ―dijo mientras señalaba el lienzo que las sirvientas tenían sumo cuidado en bajar del escenario―. Ahora. Tenemos un último acto. Quizás el más elaborado de esta noche, con la mayor duración. Así como la particularidad de nuestro escenario. ―mientras la mujer habla, Nadeshiko se pone de pie y discretamente entra a la casa desapareciendo. Al mismo tiempo dos jóvenes Kuroko vestidos con sus hakama negras salen de la casa y se acercan a las espaldas de Yuri. Uno sostiene un wagasa rojo mientras el otro parece acomodar la ropa del pequeño.

Himawari y Tsubaki inevitable miran a los dos jóvenes de negro.

―No los miren.

Kiku indica a ambos niños quienes se enderezan en su lugar mirando hacia enfrente. El papel de los Kuroko es ser invisibles. Un simple apoyo en el escenario.

Mientras los músicos suben al escenario. Okaa-san sigue su discurso paseando por lo largo:

―La siguiente es una historia de amor y traición. Una doncella consumida por la pasión se combina con la figura triste de una garza blanca. Esta enigmática pieza transmite una variedad de emociones, desde la quietud hasta la alegría, pero en general está imbuida de una sensación de tristeza. Una obra de kabuki que solo se ha presentado en los grandes teatros de la ciudad. Hoy es traída a ustedes en esta ocasión especial para entretenerlos. El ultimo de nuestros Autobureiku y el más joven de ellos, Yuri. Presenta esta noche Sagi Musume.

Los murmullos no se hicieron esperar. ¿En serio alguien se atrevería a presentar semejante obra tan compleja? No es un papel que cualquier onnagata pueda ejecutar en escena. Sin embargo, en cuanto el pequeño Yuri se levantó de su lugar llamo la atención de todos.

Se guardó absoluto silencio. Uno de los Kuroko abrió la sombrilla cubriendo al niño que desfilo despacio en semejanza a una marcha nupcial. Ocultándose detrás del escenario, donde los invitados no podían verlo. Los Kuroko enseguida subieron al escenario colocando biombos de papel blanco cubriendo parte del escenario tapando la vista de los espectadores y rápidamente desaparecieron dejando listo la escenografía.

Nadeshiko quien también se había escondido detrás del escenario da la indicación a los músicos que comenzaran a tocar.

Se escucha el llamado de atención de los músicos con golpes de tambores y a continuación el primer acorde del shamisen, acompañado de una voz que recita.

“En esta noche brumosa. Nublada por el apego a este mundo, mi corazón, perdido en el amor, soporta el dolor del anhelo. En el monte Shinobu. Las semillas de la discordia soplan en los vientos del amor”

El sonido melancólico de la flauta anuncia la aparición del actor. Los Kuroko tras retirar los biombos de manera rápida. Revelan a Yuri, parecido a una joven con un kimono blanco que elegantemente posa moviéndose despacio, jugando con el wagasa mientras la canción compara las emociones de la jovencita con la nieve que se acumula sobre su paraguas, hablando de su amor como delicados copos de nieve que se derriten inexorablemente. Cantando tristemente sobre un amor no correspondido.

―Yuri se ve tan elegante… ―Himawari comenta  boquiabierto.

Ran por su lado se muestra incomodo no logra entender del todo lo que ve representado en el escenario. Deiji le comenta discreto:

― ¿Has escuchado el cuento de la grulla blanca? Es muy parecido a esta obra. Observa como mueve sus brazos y sus pies. Indican que la verdadera identidad de la joven es una garza.

― ¿Es Komachi? ―pregunta Ran confundido. Hasta un niño de la calle como el conoce esa historia tan famosa que era contado por los mayores del gueto.

―Así es. Pero esta versión es diferente ―Hinageshi le explica―. En esta jamás será correspondida.

Tsubaki escucha todo lo que conversan los otros. Si, él también se sabe el cuento de la dama grulla. Aquella ave que se transforma en chica para casarse con el hombre que la rescato herida. Al que le dio todo, sacrificando sus plumas y sangre tejiéndolas en una hermosa tela que hizo que Kotaro, su esposo, ganara fama y fortuna. Solo para ser traicionada por él al final y salir volando, perdiéndose en la ventisca.

―Shhhh… Shhhh… aquí viene. Aquí viene… ―indico Himawari desesperado para que guardaran silencio.  Ve a los Kuroko subir al escenario, acomodando la ropa del albino―. Se va a transformar. Pongan atención ―indica emocionado.

Con un par de movimientos, los hombres de negro retiran el kimono blanco como si fuera magia.  Revelando a Yuri con un preciso kimono rojo con bordados de garzas blancas con obi negro bordado con flores doradas.

El público se queda sin aliento. Observan anonadados el color de su piel, sus bellos ojos rojos y su suave cabello de seda blanca adornada con una kanzashi de flores rojas. Nadie podía creer semejante belleza que se había estado ocultando debajo de esas telas durante toda la noche. Algunos incluso se arrepintieron de no prestarle más atención al pequeño.

Nadie aparto la mirada del escenario. Era imposible hacerlo. Los movimientos del albino los tenía en cantados.

Yuri ahora representa a una joven elegante. Que coqueta se mueve sonriendo a su público. A continuación, utiliza una toalla de mano como expresión coqueta de sus emociones juveniles. Esto se llama kudoki, una descripción de sus sentimientos, que incluyen la frustración por su amor no correspondido y su tímida felicidad ante el recuerdo de su primer encuentro con su amante. Los pasos de Yuri son suaves, llenos de tristeza. Sus poses son bellas como si fueran sacadas de una pintura. Sus expresiones dicen más que mil palabras.

Tras una pequeña marcha sale del escenario dando pie al intermedio.

Mientras los músicos continúan su melodía.  Yuri, detrás del escenario es cambiado de vestuario por Nadeshiko y ambos Kuroko.

―Lo estás haciendo bien ―Nadeshiko felicitaba mientras desamarraba el obi―. Continúa así.

Pero Yuri no lo escucha. Piensa en su papel. Él lo que debió de sentir Komachi al ver a Kotaro aceptar sus regalos y sin embargo irse con otros. La soledad de ver a la persona que amas irse con otra…

Mientras esto pasaba detrás de los escenarios. Los clientes dan sus primeras impresiones:

 ―Ese color de ojos y cabello no pueden ser verdad. Jamás vi un color de piel tan blanca.

― ¡Pues créanlo! ―Madarame se levanta moviendo su abanico blanco a todos lados―. Les puedo dar fe de que es tan real como yo mismo. Se los dice quien tuvo el honor de confeccionarle esos bellos kimono.

―Quien lo diría. Nadeshiko-Hana se lo tenía bien escondido por algo.

―Definitivamente. Si lo hubiera visto antes. En un descuido me lo hubiera llevado.

―Sus expresiones son exactas a lo que siempre he imaginado. Una Komachi juguetona e inocente.

―Que buena postura. Es increíble que sea un novato.

―Por eso mismo. Su calidad actoral se medirá cuando sea la “danza del paraguas”

Al escuchar eso Nishikage alza una ceja. Como siempre el promedio solo piensa en la parte bonita de una danza. No piensan en lo difícil que debió ser para ese niño aprender a mantener esas posturas. Además de que su actuación ha sido buena. Puede ver el potencial en el cómo onnagata.  Pero el verdadero reto de Sagi musume es su final.  Es más fácil fingir alegría que desesperación y dolor.

El intermedio termina. Yuri reaparece con un kimono diferente, purpura con bordados blancos de flores invernales. Todos guardan silencio, manteniendo su atención en el pequeño.

El albino baila sin accesorios una canción popular. El narrador canta que es más difícil ganarse el corazón de su interés amoroso que tratar de sumergirse en las aguas saladas de los mares en Suma. El baile es energético al ritmo de la música, lamentando la dificultad de ganarse el corazón de un hombre. Hay diversos juegos de manos, así mismo con las mangas del kimono.

Los Kuroku se acercan una vez más para realizar otro cambio de vestuario que sucede detrás de una wagasa. Después de un breve interludio de música ligera de tambores, revelar al menor con un kimono rosado con bordados de flores de cerezo mientras posa con el wagasa. Esta vez baila con él, girándolo y balanceándolo de un lado al otro. La letra incluye muchos juegos de palabras divertidos con "paraguas". Esta sección rítmica se desvía de la historia principal y avanza con un ritmo brillante. Mostrando la esperanza de la joven al pensar que su amado le ha hecho caso. Correspondiendo sus sentimientos.  Juega rodándolo el paraguas. Lanza y o volviendo a atrapar. Abriéndolo y cerrándolo. Los espectadores están impresionados por su destreza.

La música acelera y Yuri ocultándose tras el wagasa sale de escena.

El tono musical cambia acelerándose. La dama garza es traicionada por su amado al encontrarlo con otra mujer en el lecho. Herida corre a los campos nevados donde Kotaro la había rescatado.

Yuri aparece en escena con un Kimono rojo intenso y el wagasa cerrado en mano. Como si lo arrastrara un viento gélido. Cae al piso lamentándose, enloquecido de resentimiento de unos celos inentendibles. Abrazándose así mismo, agitándose. Negándose a lo que ha visto.

“Sin ser realmente marido y mujer, somos tomados por la cruel espada del destino. Incluso en este mundo, me encuentro con la tristeza y dolor del infierno en el monte Tsurugi”

Hace otro cambio rápido de vestuario para revelar su verdadero yo, como una garza blanca. Representada con un holgado kimono de seda blanca lleno de bordados de plumas. Baila moviendo sus mangas como si batiera lo que parecen alas. Girando como si una corriente de aire le tomara, arrastrándolo a la tristeza.

Los espectadores están con el corazón en el borde las expresiones del albino están llenas de sentimiento. Su Sagi musume está llena de una Tristeza inocente. La tristeza de alguien que no entiende por qué debe de ser condenado por sus sentimientos.

Como si el viento gélido de una tormenta que comienza a arreciar. Yuri se arrodilla en el suelo, extendiendo ambas manos, arquea su cuerpo hacia atrás magistralmente hasta que su cabeza parece que tocara la planta de sus pies. Un perfecto ebizori, una representación de sumisión y de tormento.

“Estoy condenada a uno de los infiernos”

Los espectadores quedan turbados. Incluso Nishikage  no puede evitar soltar algo parecido a un suspiro cortado. Los niños exclaman sorprendidos, las sirvientas se quedan sin aliento. Tsubaki y Himawari no pueden evitar tomarse discretos de la mano llenos de un escalofrió indescriptible. Por todo la emoción que trasmite Yuri.

“Es como si la barra de hierro de Emma me condenara  a un infierno mortal perpetuamente. Infierno de muerte perpetúa. Infierno de las bestias. Infierno del mundo humano. Infierno de la espera. Infierno de los lamentos. Los agresivos tambores de shura suenan cada vez más.”

La música se acelera. La garza sufre los tormentos del infierno por haberse enamorado en lo que parece una fuerte nevada. En una secuencia de giros y saltos, se arrodilla múltiples veces como si le rogara al rey del inframundo detenerse. El sonido de la flauta anuncia la tempestad. Sucediendo algo que nadie esperaba. Justo en ese momento comienza a nevar.

Pero Yuri no parece ponerle atención a ese hecho. Completamente sumido en su papel. Mueve sus manos como si tratara de elevarse una vez más al cielo tratando de ser rescatada. Lleva su baile hasta la orilla del escenario donde los espectadores pueden verlo en todo su esplender. Sus movimientos gráciles de sufrimiento y suplica. La expresión de sus ojos rubíes que parecen aguantar sus lágrimas, mientras la música describe el infierno y sus tormentos. Es como ver una alma inocente que fue condenado por otro. La nevada se intensifica, el escenario comienza a cubrirse de copos blancos.  El pequeño gira por todo el escenario moviendo desesperadamente sus alas en un lastimero intento por sobrevivir. Entre giros y aleteos Yuri improvisa un hermoso baile. Que parece el último aliento de felicidad de una joven pensando en el ser amado antes de detenerse abruptamente.

“Siente lastima por este ser miserable. Incluso mientras cuento mi historia, mis lágrimas fluyen.”

La garza, respira por última vez. Su mirada se clava en el suelo perdiendo las fuerzas, sucumbiendo lentamente se recuesta en el piso, donde por fin muere congelada.

Yuri se encuentra agitado puede ver el calor de su aliento a cada exhalación que suelta. Sus ojos se humedecieron con lágrimas lamentándose por Komachi. Pensando en lo injusto que es la historia. Esperando a ver transmitido sus últimos pensamientos. Su kimono comienza asentirse mojado por la nieve que comienza a cubrirlo pero no siente ni un ápice de frio, sus cuerpo aun esta en catarsis. No escucha los halagos de los clientes que incluso hay quienes se levantaron de su lugar gritando emocionados. Así como tampoco se da cuenta cuando Nadeshiko subió al escenario para levantarlo y llevárselo consigo mientras los Kuroko los cubrían a ambos con una sombrilla.

A partir de ese día. Sucederían una serie de coincidencias alrededor de Yuri que volvería su paso por Yoshiwara una leyenda.

La presentación llego a su fin.

Los invitados se despidieron de los niños entre sonrisas, halagos e incluso algunos ya demostraban devoción. Los niños a cambio sonrieron y con una última reverencia agradecieron su visita.

Los hombres salieron de la casa de par en pares. Esperando que un Kago los recogiera. O uno de sus sirvientes venir con sombrillas para cubrirlos de la leve nevada que no se había detenido.

―Fue un verdadero espectáculo como siempre, Kiyoha Okaa-san.

Se despedían con un ligero apretón de manos con la dueña que solo era una forma de aprovechar de entregarle su oferta de manera más personal.

―Velada excepcional como siempre, Kiyoha Okaa-san. Estos nuevos niños traerán alegría a la casa.

―Se nota que esta generación está llena de talento ―comento Sakamichi-sensei al ser el último en marcharse―. Si necesitas algo ya sabes dónde encontrarme.

En la primera hala los niños protagonista de esta noche esperaron a que Okaa-san regresara. De igual forma uno que otro curioso se quedó en el piso de abajo esperando cualquier curiosidad que les beneficiaran algunos clientes que no podían darse el lujo de pagar la cuota de entrada al evento. Les habían ofrecido dinero extra para que les contaran los detalles sobre esta.

La mujer aparace frente a los pequeños mientras una sirvienta le entregaba su pipa.

―Vaya que han superado por mucho mis expectativas. Sin embargo recuerden que la próxima vez deben de mostrarse aún más superiores. El próximo año presentaran otro acto que debe de ser mejor que este. El público cada vez será más pequeño hasta que solo queden los señores que tengan la puja más cara por ustedes. Así que prepárense serán dos años muy ocupados para ustedes. Mañana sabrán el resultado de su esfuerzo. ¡Ahora a dormir!

Ordena con lo que los pequeños se van en compañía de sus hermanos mayores. Sin embargo, la mujer detiene a Nadeshiko antes de que pueda subir las escaleras.

―Te salvaste por poco. Te quedaras aun conmigo por un tiempo. Educa bien a ese niño. Estoy segura de que tendrá muchas peticiones.

 ―Si…

―Por cierto. Te aviso de una vez que Goda-sama envió una petición de cita contigo. Parece que llamaste mucho su atención. Así que vendrá en unos días a visitarte de nuevo. No debo de recordarte que seas amable y que no puedes rechazarlo. Tu cuota de este mes aún no está resuelta.

―Lo sé. Dígale a Goda-sama que lo estaré esperando ansioso.

Responde el chico sin querer darle la cara a Okaa-san pero Yuri puede ver la expresión en la cara de su hermano que ruboriza ligeramente.

―Vamos hay que cambiarte esa ropa húmeda ―dijo su hermano mientras lo conducía arriba.

Entonces Himawari se quedó solo con su madre.

El niño guardo silencio. Esperando que su madre le dijera algo respecto a la presentación. Quería escucharla decir que había hecho un buen trabajo. O por el contrario, si lo iba a castigar por desobedecerla. Pero la mujer solo se limitó a decirle:

―Tengo que contar las propuestas que recibieron. Quédate aquí hasta que te mande a llamar.

Ella se fue a su habitación. Pero no mando a llamar a Himawari en toda la noche.

El niño durmió esa noche en una de las habitaciones vacías del segundo piso cuando una de las sirvientas lo corrió del hala principal mientras las de más ancianas limpiaban y recogían.

En la oscuridad de la habitación se preguntó si había cometido un error tan grande.

Al día siguiente.

Todos los chicos de la casa se amontonaron en el pasillo de la entrada. Allí, escrito sobre un cartel se encontraban el nombre de los Autobureiku junto al nombre de la persona que había pujado más, la noche anterior al igual que la suma. Los últimos dos datos cambiarían mucho en los próximos dos años.

― ¡Lo sabía!

― ¡Gane la apuesta!

Se escuchaban de algunos de los chicos al ver los resultados de la noche.

― ¿Aun con el mal habitó de apostar quien fue el que se robó la noche? ―La voz de Kiku se abre paso entre la multitud sonriente.

―No. es que… adelante.

Tsubaki solo ve a los otros niños sin poder justificarse pero dejando el paso a Kiku y a él para ver los resultados de la noche sin hacer un gran alboroto.

Allí estaba su nombre. En el tercer puesto con una puja de treinta monedas de plata por un tal Haitani Soichirou. Quien no sabe quién es.

―Felicidades ―le dijo Kiku―. Quedaste en un muy buen puesto para ser la primera actuación. Claro, sería difícil superar lo que hicieron esos dos.

Tsubaki mira los nombres que están en la tabla sobre el suyo.

El segundo lugar lo tenía Suikazura con una puja de setenta monedas de plata. Por alguien llamado Minokichi Taira.

Tsubaki se sintió decaído al ver que esa suma era lo doble que la suya. Pero quien estaba en el primer lugar había arrasado por completo.

En el primer puesto se encontraba Yuri con una puja de veinte monedas de oro de parte de Madarame-sama.

―No puedo creer que se haya atrevido a pujar.

Nadeshiko aparece por detrás. A pesar de decir aquello sonríe al ver como Yuri se encontraba en primer lugar.

―La próxima vez quedaras en primer lugar estoy seguro.

En otra esquina Ran trata de animar a Suika.

―Preocúpate por ti.

Le responde el de flequillo largo de manera cortante. No esperaba que fuera superado por tanto por alguien que apenas sabía hablar. Aprieta sus puños y sale apresurado del lugar. Antes de que alguien se atreviera a decirle algo.

―Suika. ¡Espérame!

El moreno corre detrás él.

―Está molesto de verdad ―suspira Hinageshi que no quiere tratar con ese carácter tan difícil. Le pregunta a Deiji a sus lado―. No te vas a poner a gritar ¿cierto?

―No. Tú sabes que esa primera cifra no significa nada. Sé que Ran la mejorara.

―Cuanta confianza.

Sonríe el moreno de lado, al ver el nombre de Ran en el cuarto puesto con una puja de veinticinco monedas de plata por parte de Wakaba Akutami.

―No está ―Tsubaki se da cuenta de algo preocupante― Himawari no está. Su nombre no está.

Continuara...


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