Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos. Lamento la tardanza estos ultimos meces han sido dificiles para mi emocionalmente. Otras tantas veces simplemente estoy tan estresada por el trabajo que no puedo dedicarme como me gustaria a escribir.

Este capituo quedo un poco mas largo de lo que tenia contemplado. De hecho creo que los capitulos se iran haciendo cada vez mas largos mietras avanzamos en esta historia, asi que por eso pueden que tambien se retracen un poco.

Bueno, solo puedo pedirles su paciencia como siempre.

Disfruten el capitulo n.n

Capítulo V

Su mirada le desespera bastante. Esos ojos rojos que no para de seguirlo con atención mientras camina de un lado al otro en la habitación.

—Ese mocoso de Himawari siempre se mete en donde no lo llaman.  Y claro, ahora yo tengo que pagar las medicinas que ocupaste. ¡Tú, di algo! Lo que sea no te quedes callado, maldición. ¿No pudiste decirle que no?

Nadeshiko grita desesperado. Ese niño solo lo mira y no dice nada. Sabe que andaba algo mal en él desde la noche anterior.

Durante su iniciación se quedo sentado en su lugar sin hacer nada, estoico, mirando de principio a fin como se entregaba a la lujuria del cliente. Al principio decidió que le daría las gracias por no arruinarle nada. De una manera amarga y condescendiente para que no se tomara tantas confianzas con él. Pero cuando termino  y su cliente se marchó. Nadeshiko al abrí la puerta de la habitación contigua se encontró de frente a Yuri que simplemente agacho la mirada e inmediatamente se arrastró con paciencia  hacia los cojines del suelo, le dio la espalda y se dispuso a dormir sin más. Nadeshiko se sintió ofendido por esa actitud. Lo normal hubiera sido que Yuri se pusiera a llorar o quisiera escaparse o le gritara negando su evidente futuro. Sin embargo ese niño actuaba como si lo que hubiera visto fuera de  lo más normal. No pudo evitar gritarle:

—¿¡¿Qué crees que haces?! ¡¿Qué crees que fue lo que viste?! Mi actuación fue perfecta —Inmediatamente Yuri se levanta y mira a su hermano, este se pasea y le dice condescendiente—. Ah, ya se, lo que pasa es que no sabes que fue lo viste. —El niño albino no contesta—. Vamos, responde lo que te pregunte.

—Si… sé.

—Así. Entonces vamos, dime.

Le miro con superioridad. Esperando humillar al chiquillo sin no le daba una respuesta o comenzaba a balbucear sin sentido o avergonzado.

Pero en su lugar el menor lo miro fijamente  y contesto:

—Eso… es follar…. Y se <> bien.

Lo dijo con tal naturalidad que dejo a Nadeshiko con la boca abierta. Tardando unos segundos en cuestionarle:

—¡¿Cómo sabes eso?!

—Lo vi antes… líder hacerlo mucho…

Yuri le relato sobre la caravana errante donde vivía antes. Como en las noches durante sus fiestas se emborrachaban. Que de vez en cuando el jefe se llevaba a una de las mujeres lejos de los demás, muy cercas  de donde ponían su celda. Al principio solo los escuchaba ruidos fuertes de jadeos y gritos, especialmente de ellas.

Hasta que una noche sin poder dormir por los ruidos se acercó gateando despacio y decidió alzar un poco la manta que cubría su celda y ver todo lo que hacia los adultos. Fueron varias veces las que los vio curioso. Había algo ahí, en las expresiones de su líder, en los rojos de los rostros de las mujeres, en los movimientos de los cuerpos sudorosos. Que le llamaba la atención y que impedía que alejara la mirada. Más nunca pregunto que era o que hacían. Ya en ese entonces el líder de la caravana le había dado a entender que el que hablara era un estorbo. Y no vio razón de hacerlo.

Hasta que una noche el líder de la caravana lo descubrió a mitad de proeza. Yuri solo observo como se sonreía y arremetía con más fuerza contra el cuerpo de la mujer que estaba debajo de él con la parte de arriba del kimono bajado y la parte inferir abierta.

Cuando los adultos terminaron bajo rápidamente la manta y se fue ala orilla contraía de su celda a dormir. Escucho a la mujer irse y al líder acercarse hasta el, caer sentado y recargarse en la carreta a un costado de su reja.

—¡Oye! —escucha que le habla. Se escucha torpe y que bebe algo de una cantinflora de baro— ¡Te estoy hablando! —Golpea la reja con su puño bastante fuerza, se escucha el crujir de la madera— ¡¿lo viste todo?!

El niño se sobresalta y responde bajito:

—Si…

El líder se ríe sin razón toma otro trago de alcohol, se limpia la boca con su brazo:

—¿Sabes qué es eso? Eso es follar.  No hay nada mejor en la vida que follar. Se siente bien. ¡Infeliz! —Toma otro trago—. Algo como tú no lo entenderá. Nadie en el mundo querrá tocar a un monstruo como tú. ¡¿Entiendes?! Tu que vas a entender.

Se levanta torpe y se marcha tambaleante.

.

Termino de contarle Yuri a Nadeshiko junto a otros detalles, como su problema con la luz del sol. Nadeshiko ese momento se dio cuenta del que el menor no podía hablar bien, no solo eso. Si no que sus expresiones, la manera en la que le contaba todo aquello era diferente a lo que acostumbraba. Realmente el aspecto de Yuri no es amenazador. Si no más bien amable. Quizás insignificante. Yuri era solo un  niño de aspecto humilde envuelto en ropa bonita, le recordaba a una muñeca. Nadeshiko se dice a si mismo que ni siquiera debería de pensar en eso. Pero había algo más. No sabe porque, pero tiene miedo, un temor tan vago como lo era la percepción de Yuri sobre lo que rodeaba. Quizás no era miedo, sino inquietud. Un sentimiento de que las cosas van mal. Algo impreciso e indefinido  al igual que ese niño que no para de mirarlo atentamente con sus ojos rojos.

Es un inconveniente. Concluyo rápidamente el mayor. Cuidar de un niño que no sabe absolutamente nada del mundo. Era un inconveniente.

.

Regresamos a la mañana siguiente. El castaño seguía regañando a Yuri, porque en realidad no sabía que más hacer con él. Yuri por su lado piensa que se lo merece, está acostumbrado que le griten por cualquier cosa y no hacer nada al respecto, porque no sabe que puede defenderse. Para él, el hecho de que alguien lo escogiera para cuidarlo es más que suficiente.

—Sabes. Vete —el mayor toma fuertemente al niño del brazo hasta levantarlo y conducirlo fuera de fuera de la habitación— no quiero verte. Dame un respiro y vete. No quiero que estés causando más problemas.  Solo…  no estés aceptando cosas de los demás.

Nadeshiko cierra la puerta fuertemente.  Suspira cansado, hastiado.  Se hecha sobre su enorme futon en blanco boca abajo. Ahora, qué se supone que va a hacer con él.

Yuri por su lado se quedó parado afuera de la puerta esperando, solo esperando.

.

Mientras tanto Tsubaki había salido de la casa en compañía de  Himawari. Caminaron despacio. Himawari por delante sin preocupaciones con los brazos detrás la cabeza y mirando el azul del cielo y lo blanco de las nubes. Tsubaki por su parte caminaba despacio aun con la sensación enrarecida de traer sandalias de paja. Antes, como campesino y hasta que conoció a la buscona, estaba descalzo todo el tiempo.  Se  menea el obi un poco tratando de acomodarlo, el tenerlo atado por el frente le incomoda. También, no puede evitar voltear a todos lado, observando las casas y una que otra tienda que comenzaba abrir sus puertas.

—Aún es muy temprano —dijo Himawari bostezando. Tsubaki no contesta, se muestra esquivo aun no confía del todo en el niño de coleta samurái. El último siguió hablando—. Las cosas se ponen buenas hasta la tarde. ¿Qué estás enojado?

—No —contesta pareciendo lo contrario— ¿Tú estás enojado? —Tsubaki pregunta desconfiado.

—¿Enojado? ¿De qué o qué? Yo nunca me enojo de nada —contesta Himawari sin despegar su vista del cielo.

—Por Yuri. Parecías bastante molesto porque solo lo ayude a él.

—¿Qué? No —el niño con cola de caballo niega. Se detiene y voltea a ver a Tsubaki. Toma una pausa tuerce los labios y por fin pregunta—¿como esta? Me refiero a la yuki-onna  ¿Le siguen doliendo las ampollas?

—No. En el desayuno dijo que no. Que solo le picaban un poco las manos. Que en la noche estará mejor.

—¡Qué bueno! —Himawari sarrio amplio, se dio la vuelta y siguieron caminando—. Sería malo que no pudiera estar presente en la noche para el trabajo. De por si Nadeshiko Nii-san es bastante neurótico y competitivo, no me sorprendería que no lo dejara bajar como para que no pueda hacerlo por su enfermedad.

—Ese chico no me agrada.

—¿Te refieres a  Nadeshiko Nii-san?

—Si —Tsubaki frunce el ceño—. Cuando fue el desayuno se lo llevo y le grito mucho.

—¿Por qué le grito? ¿Sabes? —por un segundo la voz de Himawari se escuchó más seria.

—Por las medicinas. Le dijo que era mejor que se fuera de la casa.

—¡Ah! Ya veo. Veré que hacer después —susurro Himawari serio. Hubo un silencio y reanudo la conversación sonriendo de nuevo—. Es un exagerado. No se tiene que preocupar por eso. Tacaño.

—¿Tacaño?

—Claro como a ti te escogió Kiku Nii-san no te debes de preocupar por nada.

—¿Preocuparme porque? —Tsubaki pregunta y adelanta el paso para estar a la par de Himawari. El que le preocupaba más en ese momento era Yuri.

—De pasarla mal —Respondió Himawari con soltura como si fuera obvio—.  ¿Quién crees que pagara todo lo que comas o vistas? Igual si te enfermas. Es tu hermano quien paga todo con su dinero del trabajo. Vamos, por eso te digo que no preocupes. Kiku Nii-san es muy bueno.

Tsubaki baja la mirada. Se siente como una carga. No quiere ser una carga para alguien nunca más.

—¡Hey, Himawari! Dime… ¿Cómo puedo ser un buen hermano para Kiku Nii-san. No quiero causarle problemas —se siente avergonzado de preguntar.

—Bueno eso es muy fácil —Himawari se gira sobre sus talones hacia Tsubaki y le sonríe—. Solo tienes que hacer lo que te digan. Aprender rápido todo lo que te enseñen. Sonreírles a los clientes. En un mes será nuestra presentación oficial como Autobureiku. Así que toca hacer alguna presentación espectacular. Eso habla muy bien de tu hermano. Que te enseño bien y de su estatus. Yo voy a contar un cuento. Me gusta inventar historias y decírselas a los demás. Hare la oratoria mi especialidad fuera de la alcoba.

Himawari lo dice tan decidido y convencido que Tsubaki no tiene problema en créele. Tsubaki no se da cuenta que la actitud alegre y optimista de Himawari hace que sea fácil de habla con él. Y que sea imposible que a alguien le cayera mal, incluyéndolo. Solo era que Himawari es demasiado animoso, irradiaba felicidad como el sol de verano. Aunque eso sí. Himawari no sabía cuándo callarse. Pero está bien, Tsubaki que no quiere sentir incomodidad por no saber hablar bien con los demás.

—Hey, Hey ¿Quieres que te cuente una de mis historias? Tengo que practicar —los ojitos cafés de Himawari destellan emocionados.

—Las cartas —Tsubaki le menciona  metiendo su mano dentro del kimono azul y sacando las dos que le había dado el mayor.

—¡Así, verdad! Haber, dámelas —prácticamente se las arrebato a Tsubaki de las manos y las leyó para ver a donde tenía que dejarlas. Cuando miro los remitentes no se sorprendió por que había mandado a Tsubaki  a dejarlas. Kiku Nii-san era bastante astuto ya se estaba asegurando del futuro de su pupilo desde mucho antes de su presentación—. Vámonos, es por aquí.

Lo toma de la mano y lo jala rápidamente.

—¿Sabes leer?

—¿He? Si aprendí hace mucho. Y tú también deberías de aprender rápido. Así podrás salir en compañía de otros. Me pregunto cómo le ara la yuki-onna si no puede salir ¿cómo ara sus recados?

—¿Son muy importantes?

—Pues sí. La mayoría de las veces los mandan con mensajeros a los lugares que quedan lejos. Donde los clientes tienen sus tierras. Pero cuando te mandan a que lo hagas tu es porque la persona esta dentro del Yukaku. Es más personal. A los clientes les gusta que sea personal. Los hace sentir como si fueran especiales. Y eso es más dinero.

—¿Dinero?

—Claro todo trata sobre dinero y sentirse bien.

—¿Sentirse bien?

—A que te sentiste emocionado cuando viste a Kiku Nii-san ayer en la noche.

—No me gusta ver. ¿En verdad eso se siente bien? Se ve muy… no sé. No me gusta.

Contesta Tsubaki retraído mientras intenta no caerse por lo rápido que camina Himawari.

—No es malo. Es bueno. No lo pienses mucho.

Contesta Himawari dejando a un más confundido a Tsubaki.

—Pero…

—Dijiste que no querías causarle molestias a Kiku Nii-san ¿no? Entonces no lo pienses —se detienen en seco haciendo que Tsubaki choque contra la espalda de Himawari que seguía hablando—. Mira ya vamos a llegar.  ¿Ves?  Ahí están.

El niño de kimono azul se percata que están en las cercanías de la puerta principal y que le señalan a un grupo de guardias. Tsubaki no sabe contar, así que solo ve muchas personas en ese lugar. Hablan y se ríen.

—La carta es para el jefe. Es el alto con la naginata en la mano. Esta vez te voy a acompañar. Observa como lo hago. Solo sonríe y no digas nada. Tú confía en mí.

Tsubaki asienta con la cabeza. Está nervioso. No quiere acercarse a nadie. No le gusta. No sabe qué hacer.

Himawari de repente lo toma de la mano, siente su apretón cálido y lleno de seguridad y caminaron lentamente hasta el grupo de hombres.

—Pero miren que tenemos aquí —uno de los hombres se acerca a ellos y se inclina un poco para mirar mejor a los niños—. ¿Himawari vienes a verme tan temprano hoy?

—Hoy no —Himawari contesta. Tsubaki lo nota más moderado en su forma de expresarse como si se estuviera conteniendo—. Hoy vengo a buscar al  capitán Honda.

—Él es un hombre muy ocupado no tiene tiempo para ver a alguien como tú.

El hombre lleva su mano a los cabellos de Himawari que desordena. En seguida el niño toma la mano del mayor lo hace con lentitud y cuidado. La desliza por un costado de su rostro recargándola un segundo para que el adulto note la textura suave. Continúa bajándola por el largo de su cuello lentamente hasta su clavícula haciéndolo descubrir discretamente su hombro izquierdo.

—¿No hay manera entonces? Usted siempre ha sido muy bueno conmigo —sube la mira y sonríe con dulzor—. Se lo agradeceré mucho después.

Tsubaki por su parte no puede despegar la mirada de Himawari. No sabe cómo ha conseguido la atención absoluta de aquel hombre que nota nervioso, con las mejillas coloradas y las manos temblorosas. Nunca imagino que vería a un adulto comportándose así. Tampoco ha entendido como Himawari sigue tan tranquilo dado el hecho que no para de apretarle la mano por lo nervioso que esta.

El soldado carraspea apenado, aparta sus manos de Himawari y finge acomodarse el sombrero de paja sobre su cabeza. Con voz temblorosa y hasta consentidora, responde:

—Veré que puedo hacer pero no te aseguro nada Himawari-kun.

“¿Kun?” pensó Tsubaki que miro al adulto irse.

—Aprietas fuerte. Me duele ― Himawari sacude la mano que tiene unida a la de Tsubaki para que la aflojara un poco sin soltarlo. Murmura por lo bajo mientras se acomoda el kimono―. No va a tardar en venir el capitán Honda. No te pongas nervioso. Dale la carta y déjame hablar.

A Tsubaki no le da tiempo de contestar. En seguida Himawari le da la carta en la mano y mira al adulo acercarse.

El capitán Honda vestía Hakama de pantalón negro y la parte superior era de color azul oscuro, un sombrero de paja en la cabeza. Una katana en el lado izquierdo con empuñadura dorada en vuelta en una cuerda roja que lo distinguía en rango de los demás. En a mano derecha la naginata cuya hoja brillaba con el sol. El hombre tendría alrededor de treinta años. Su rostro bronceado estaba fruncido, creando profundas arrugas, su cabello negro lucia bien peinado

―Mira a quien tenemos por aquí. ¿Cómo siempre de mensajero, Himawari? ―hizo una pausa en cuanto se dio cuenta que el otro niño a su lado también usaba el obi del kimono por delante. Su mirada cambio a un brillo lujurioso que repasaba de arriba hacia abajo al niño de kimono azul―. ¿Quién es tu amiguito?

Tsubaki sintió sus piernas tiritar y un nudo en el estómago. Le da escalofríos la manera en la que el adulto lo está inspeccionando. Clava su mirada en el suelo para no verle a los ojos.

Himawari por su parte sonríe ignorando el dolor en su mano. Le dijo que no lo apretara tan fuerte. Hablo:

―Tenga un buen día capitán. Este es Tsubaki es el Otouto de Kiku-Hana. Discúlpelo, está nervioso. Recién llego ayer

―Así que ya es esa época ―el capitán se sonríe―. Vaya, vaya.

―Kiku-Hana lo mando especialmente para usted. Tiene algo que darle.

Himawari termina dándole un codazo a Tsubaki para que reaccionara. Y este aprieta aún más fuerte la mano de su acompáñate a la vez que torpemente alza enfrente suyo la carta.

―Gracias Tsubaki ―el capitán toma la mano del niño―.Tienes un nombre muy bonito ¿lo escogiste tú?

Tsubaki niega con la cabeza sin alzar la mirada. No le gusta el calor de la mano rasposa de hombre sobre la suya―. Entonces fue Kiku. Él siempre tiene un gusto muy refinado― toma al niño por el mentón y alza su rostro suavemente―. Voy a atesorar esta carta. No solo porque es de tu hermano mayor sino porque me la trajiste tú personalmente.

Lo suelta tomando la carta metiéndola dentro de su Hakama.

―Bueno. Tenemos que irnos ―Himawari anuncia―. Aún tenemos otros encargos que hacer. Esperamos verlo esta noche. Adiós.

Se despide y se lleva a Tsubaki jalándolo. Cuando el niño en kimono verde se sabe lo suficientemente lejos de los guardias. Suelta la mano de Tsubaki, se limpia el sudor restregando su mano en el kimono y le dice suelto:

―Te dije que no me apretaras tanto. Duele. Y la próxima vez sonríe o asienta con la cabeza cuando te hablen, si no lo haces es descortés.

―¿C-como haces eso? ―Tsubaki pregunta tímido mientras camina al lado de Himawari.

―¿Hacer qué?

―Eso. Cuando el guardia te toco. No sentiste feo.

―Pues no. Estoy acostumbrado. Ven, date prisa. La otra carta será más fácil de entregar, por suerte yo también tengo que hacer algunos encargos allá. El viejo Sakamichi-sensei es muy agradable. Que no te engañe su cara seria. Él es nativo del barrio. Así que no hay que ser tan formal con él.

El pensamiento de Tsubaki respecto a que Himawari ya tenía experiencia con los adultos de la misma manera que su Nii-san atravesó su mente. Y le pareció inconcebible.

―¿Cuántos años tienes? ―pregunto por impulso.

―¿Qué?¿Eso? ―contesto Himawari mientras se daban la vuelta por un callejón―. Tengo diez. Creo que soy mayor que tú.

Tsubaki se tomó su tiempo para preguntar. Quería saberlo antes de llegar a su segundo destino.

―¿Tú ya lo has hecho?

―¿Hacer qué?

―Eso… el… s-sexo. ―Se sintió ruborizar. Ahora que sabe cómo se llama no puede evitar avergonzarse.

Himawari se detiene, voltea hacia Tsubaki torciendo la nariz caprichoso dudando de responderle:

―Pues... No todavía como los mayores. Okaa-san no me deja, dice que aún estoy muy chico, que necesito más entrenamiento y esas cosas. ¡Pero eso no evita que sea el superior de ti y de los otros! ―reafirma.

Tsubaki no sabe que contestar a eso y solo sigue al otro. Se meten a otro callejón y salen por una calle pequeña en donde se nota que hay muchas tiendas. En el camino se da cuenta de cómo algunos dueños saludan a Himawari con una sonrisa que este devuelve sin  problemas a la vez que los invitaba a darse una vuelta por el Raikorisu no hata en la noche.

Llegaron a un establecimiento pequeño. Parece una casa de dos pisos pero Tsubaki sabe que es un establecimiento por las banderas rojas en la marquesina de madera con letras blancas y negras en grande, a pesar de no poder leer lo que dice el letrero. 

Himawari se acerca despreocupadamente, abre la puerta exclamando emocionado:

―¡Sakamichi-sensei! …a lo siento está ocupado.

Tsubaki apenas asoma por la cabeza por la puerta cuando se da cuenta del porque Himawari se queda pasmado como tonto en su lugar.

Una hermosa y bien plantada muchacha de pechos pequeños y erguidos con una piel tersa como marfil. Se encontraba semi-acostada en el suelo con el kimono de seda rojo abierta por abajo y por arriba, pero con el enorme obi bien atado por delante. Sus piernas largas con pies descalzos abiertas de par en par y en medio de estas un hombre. Él ya podía ser considerado un viejo. Aun así contaba con una espléndida figura.  Su cabello era completamente blanco, igual que su barba y su bigote. Sin embargo su espalda estaba recta, tanto como una tabla. Las arrugas en su rostro destacaban, dándole una apariencia dulce, pero su mirada lucia como si estuviera asechando a una presa. En este caso a la joven mujer debajo de él.

―Hi-chan  te he dicho que no interrumpas cuando estoy trabajando ―dijo el hombre que se levantaba aun con su Hakama blanca perfectamente colocada.

La chica sin embargo se acomoda el kimono tan rápido como puede, peinándose los cabellos negros que destacaba de su rostro blanco por el maquillaje que traía puesto. Se levanta para salir corriendo de ese lugar empujando a Himawari en el proceso quien alcanza a sostenerse de la pared. Al ponerse las getas rápidamente en el arco de la puerta y salir corriendo tira a Tsubaki al piso.

―¡Oye! ¡Fíjate en lo que haces! ―Himawari le grita alzando y sacudiendo su puño―. Oye ¿estás bien?

―Me dolió. Me lastime ―contesta Tsubaki mirándose un raspón en la rodilla.

―Pasen de una vez. Los atenderé ahora ―les dijo el viejo.

Su nombre era Sakamichi Daigo. Es el doctor, farmacéutico y a veces hasta partero del Yukaku de Yoshiwara por los últimos treinta años de los cincuenta y dos que ha vivido. Para cualquier doctor de la época ser puesto por el gobierno un barrio del placer. Era visto más como una obligación que como una desgracia. Después de todo contaban con un pago nada despreciable, así mismo contaban con la oportunidad de codearse con la alta clase del feudo de su país. Los cuales a veces solían llevárselos de esos lugares y convertirlos en sus doctores particulares, asegurándoles un buen porvenir. Sin embargo Sakamichi-sensei era un poco diferente de sus colegas. Había rechazado grandes puesto por quedarse en el que consideraba su hogar. Porque a pesar de su apariencia llena de seriedad, él era un hombre pervertido, vendido a la lujuria. Se había pasado la vida en circunstancias cuya voluptuosidad no podían concebir la mayoría de las personas. No ase distinción entre ninguno de los dos sexos y no despreciaba ningún tipo de pación por más extraña que esta pudiera parecer. Había cogido con todas las prostitutas del Yukaku sin acepción generación tras generación ganándose una reputación que parecía más una leyenda en todo el barrio. Aficionado al sodomismo como ninguna otra alma que las expertas en el placer hayan conocido. Incluso aun ahora con su avanzada edad, estas aseguraban que conservaba la vitalidad de un joven de veinte años.

―Veamos, no es un rasguño grave. Estarás bien ―dijo el hombre mientras buscaba hierbas dentro de frascos en sus anaqueles mezclándolas en un mortero de madera pequeño que podía llevar en su mano con facilidad hasta volverlas una pulpa verde―. Te pondré esto y estrás bien.

Se acerca a Tsubaki quien estaba sentado en una mesa de madera alta y coloca la medicina en la rodilla con extremo cuidado. El pequeño nota la manera en que parece mirarlo desde abajo como si lo inspeccionara.

―Eres de un pueblo que estuvo en sequia un largo tiempo ¿verdad?

―¿HE?

―Tu cuerpo parece estar en su peso pero tu cabello es demasiado delgado y también por el color de tus uñas puedo saberlo ―se toma el tiempo de pasar su dedo índice por el largo de los dedos de pie del niño. Desde su pulgar hasta el meñique.

Tsubaki siente cosquillas agitando su pie bruscamente sin querer. Soltando una risita. ―También eres de pies sensibles. Interesante.

―Yo no noto la diferencia ―Himawari interrumpe imprudente al lado del otro niño. Parece impaciente.

―Porque tú no tienes mis ojos expertos ―Contesta el viejo―. O es que tienes celos Hi-chan.

―¡¿Celos?¿Yo?! ¡Nunca! ―niega molesto Himawari sacudiendo la cabeza exageradamente. Hace un puchero―. Además, dijo que aria una oferta para mi mizuage. Me lo prometió.

―Yo no recuerdo haberte prometido tal cosa.

―¡Malo!

Himawari grita molesto mientras el viejo solo le da unas cuantas palmadas en la cabeza y se ríe.

―Este… ―Tsubaki dice bajito tratando de llamar la atención de los otros dos que parecen sumergidos en su propio mundo―. La carta…

―Así. Eso ―el niño de cola de samurái saca de su kimono dos cartas―. La sellada es de Kiku Nii-san. Le dijo a Tsubaki que te la diera pero ten de una vez. Y la otra es la lista de siempre. Es lo que me pidieron los otros. Ya sabes, después puedes ir a cobrárselo a Okaa-san.

―Veamos ―dijo el doctor tomando las cartas leyendo primero la lista que llevaba Himawari―. Esperen aquí. Traeré las cosas.

Y se fue a la habitación trasera.

―Para que sepas. No me puse celoso ―aclaro Himawari cruzando los brazos dando a entender todo lo contario. No está acostumbrado a que otros se roben la atención que los adultos siempre le habían dado a él―. Les causaste buena impresión a los demás ―desvía la mirada―. Enserio voy a considerarte como mi rival si sigues haciendo esas cosas.

Pero Tsubaki no sabe a qué se refiere Himawari con eso. Hasta ese momento no le gusta como los miran los adultos.

―No te duele ¿verdad?

―No.

―Es parecida a la que le di a la yuki-onna. Ya verás que no te quedara ni cicatriz ―Himawari parece más calmado―. Esa tipa loca no debió empujarte. Pero acostúmbrate, así son todas o bueno la mayoría de las mujeres de este lugar.

―¿Quién era?

―Pues no sé. Otra prostituta. No nos llevamos mucho con ellas.

―¿Por qué?

―Bueno somos su competencia. Algunos chicos de la casa se han robado a sus clientes así que como que nos odian y eso. Son unas viejas feas.

―¡Ah!

Exclamo Tsubaki. Ser odiado por un desconocido no le importa tanto.

―¿Estás hablando mal de las mujeres de nuevo Hi-chan? ―Sakamichi-sensei entre en la habitación con un canasto lleno de frascos y resupiesen pequeños.

―Yo solo digo la verdad. Las mujeres son odiosas. No sé cómo es que le gustan, Sakamichi-sensei.

―Ja ja lo entenderás cuando crezcas.

―Claro que no ―Himawari toma la canasta entre sus brazos―. A mí solo me va a gustar los clientes.

―¿Y si tu cliente es una mujer? ―pregunta el mayor.

―¡Qué asco! Se la dejare a Tsubaki entonces ―señala al nombrado

―¿He?  ¿Yo porque? Yo no hice nada.

El pequeño de kimono azul dice asustado. Sin entender que los otros dos jugaban con él.

―Ja ja estos niños nuevos son un encanto ―el doctor se ríe para vergüenza de Tsubaki quien ruboriza de inmediato. A pesar de su apariencia, Sakamichi-sensei no daba tanto miedo como los demás adultos que él conocía. El hombre le acaricia el cabello gentilmente y le dice―. Tranquilo. Veras que te acostumbraras a esto rápidamente. Kiku es muy bueno, aprende de él cuanto puedas. Dile que le agradezco por la carta.

―Si.

―¿Y a mí qué? ―Himawari se interpone entre ambos―. Deme ―extiende su mano.

―Quítate la ropa primero.

―Pague primero.

―Pequeño ambicioso ―el anciano estira las mejillas de Himawari―. Todavía que me arruinaste lo de hace un rato  ―lo suelta. El niño de kimono verde se soba los cachetes enojado con su mano derecha mientras el mayor saca un par de monedas de su Hakama―. Toma.

―¡¡Malo!! ―Himawari le enseña la lengua a la vez que le guiña un ojo. Al darse cuenta de que le había dado un par de monedas de plata le habiente el canasto a Tsubaki. En seguida toma al adulto de la muñeca ―. Espérame aquí.

Le indico a Tsubaki mientras caminaba a la habitación trasera.

Tsubaki se quedó sentado ahí. No terminaba de entender lo que estaba pasando. No hubo ruido y comenzó a preocuparlo. Tenía la idea tonta, dado que no había pasado más de unos cuantos segundos, de que lo habían abandonado en ese lugar y que se habían olvidado de él. Bajo despacio, el dolor del raspón había desaparecido por completo desde hace unos minutos. Dudo de lo que debería de hacer. No sabía volver a la casa y no quería quedarse ahí esperando, así que camino despacio en dirección a donde se habían ido los otros dos sin hacer mucho ruido. Cuando llego al marco de la puerta se asomó con cuidado.

Los ojos de Sakamichi-sensei fulguraban de alegría al tiempo que tomaba el pequeño cuerpo de Himawari por la cintura y le daba un meloso beso en la mejilla. Lo levanto con facilidad y lo  sentado cuidadosamente sobre una mesa de madera rodeado de libros,  hojas de plantas secas y del instrumental que usaba el médico para hacer los medicamentos. Himawari ruboriza en cuanto siente como el viejo mete su mano por debajo del kimono tocando sus suaves piernas.

―¡Ah!, no, no ―exclamo el niño dando un manotazo  en las manos del mayor―. Ya sabe cuáles son las reglas. Nada de tocarme. Quédese allá. ―Indico el niño señalando hacia enfrente unos pasos ―. Sea bueno. ¿Qué dirían todos, si se enteraran que se ha metido con un niño tan pequeño como yo?

―No creo que eso cambie mucho la opinión que tiene la gente de este lugar de mí. No serias el primero ¿sabe? ―el doctor le da la espalda alejándose un par de pasos―. Cuando era más joven me atreví a meterme con el hijo pequeño de mi mentor que no era mucho más grande que tú en ese entonces.

―¿Heee? Pervertido ―Himawari se burla sonriente. Se desata el kimono dejándolo abierto sin quitárselo y se desamarró el fundoshi rápidamente―. Entonces… ¿Va a mirar o no?

Expone sin vergüenza alguna su piel morena suave y suculenta. Más que contento de complacer al sensei.

El mayor se voltea sonriente mirándolo fijamente tirándose sentado sobre el tatami para apreciar todo el acto.

―Abre las piernas ―Dice Sakamichi simplemente curvando solo un poco sus labios en lo que parece una sonrisa mal hecha.

Himawari se mueve un poco. Contonean las caderas restregándolas sobre la mesa mientras sube los pies abriendo las piernas, se apoya con su brazo izquierdo, casi recostándose y hecha la cabeza para atrás para completar el efecto.

―Vaya que has crecido ―comenta el adulto sin despegar la mirada que recorre el cuerpo ajeno―. Comienza cuando quieras.

Himawari sonríe un poco tonto y aun así es encantador. Comienza seguro. Mueve su mano libre, frotando con las yemas de sus dedos desde el cuello pasando por sus hombros, su brazo; roza suavemente sus pezones soltando un quejido. Su cara se llena de carmín y cierra los ojos para concentrarse mejor. Ahora su mano recorre su cintura, cadera, vientre; al llegar a su pequeño pubis comenzó temblar por la sensación ondulante en su bajo vientre. Su pequeño miembro comienza a despertar y su respiración se agita. Ser observado ya es habitual para él aun así es difícil tratar de no perder el control. Solo observado y no ser tocado. Esa era su regla de oro desde hace tanto que ya no podía recordarlo.

―Tan joven y ya eres un verdadero diablito.

La voz de Sakamichi-sensei hace que abra los ojos y se encuentra con la mirada de Tsubaki por el marco de la puerta detrás del mayor que no parece haberse percatado de la presencia del otro. Sonrió y se acomodó mejor.

Por su lado el niño de kimono azul afianzaba con una de sus manos al umbral de la puerta y la otra con las uñas clavadas en el canasto. No se había percatado de su boca abierta exhalando apresurado, ni de la sensación cosquille ante en su persona. Lo que miraba era diferente a lo de la noche anterior. En el sentido que no veía a Himawari sufrir o ser tomado con fuerza por un adulto. No lo entiende. Ayer se veía feo, desagradable, violento. Pero ahora se ve enigmático, curioso. No quiere despegar la vista. El otro niño se ve feliz. Los ojos de Tsubaki comienzan a rondar por toda la habitación en cuanto nota que Himawari le sonríe y sin querer su mirada se clava en Sakamichi-sensei. Se quedó sorprendido y desazonado al ver  como de la Hakama del adulto emergía una carnosidad hinchada, grande y endurecida, con una cabeza rojo encendido. El doctor la tomo con su mano apresándola comenzando a frotarla de arriba hacia abajo.

―¡Ah! Que tonto seré por dejar que me existes de esta manera y no aprovecharme más de ti. Ese agujerito tuyo dice que quiere ser estrenado.

―Si quiere ese privilegio compita con los demás y pague como es bien debido.

Contesto el pícaro niño mientras se abría las nalgas y exponía su rosada entrada por un breve instante antes de imitar al mayor y comenzar a masturbarse.

El mayor se levanta sin dejar su faena, temblando, bufando. Se acerca peligrosamente a Himawari que gime fuerte y aprieta los dedos de los pies. Siente al mayor rosar la punta ardiente de su miembro cerca de sus muslos buscando insertarlo. Sin nada de cuidado, lo detiene de culminar su proeza empujándolo con su pie. Sakamichi no se quejó, ni se enfadó con el niño. Continuaron en esa extraña posición hasta que el doctor con el rostro enrojecido dejo fluir todo su semen sobre el cuerpo del niño que ya hacia acostado sobre la mesa. Se dejó caer en el tatami, reclinándose hacia atrás con cierto aire indiferente de unos minutos hasta darse cuenta que Tsubaki estaba detrás de él. En seguida el niño de kimono azul  se voltea y se re pega a la pared fingiendo que no vio nada.

―Debiste decirme que tenías espectador ―menciono Sakamichi-sensei.

―No. De lo contrario no se hubiera contenido ―Respondió Himawari limpiándose con unas hojas de papel que estaban en la mesa―. De por si casi rompe nuestro trato.

―Pequeño mocoso aprovechado… ¡Oye! ¿Con que te estas limpiando? Esos documentos son muy importantes.

―Solo vuelva a escribirlos. No sea envidioso ―Himawari se baja de la mesa y se amarra de nuevo el kimono.

Tsubaki por su lado se quedó asustado. Pensó que le reprocharían por no hacer caso. Pero en su lugar, Himawari salió como si nada y le indico que tenían que regresar a la casa. El doctor también salió pero solo les dijo que después iría a visitarlos.

Dúrate el camino de vuelta a la casa. Himawari le dijo:

―Oye, no le digas a nadie lo que viste. El doctor es especial. Solo dejo que  él se me acerque tanto. Me caes bien. Así que no quiero hacerte daño si le fueras a decir a alguien.

Tsubaki guardo silencio. Asintió levemente con la cabeza. Himawari le sonrió.

De nuevo en la casa fueron directo a la sala común.

―Ya regrese. Venga por lo que es suyo.

Anuncio el niño de kimono verde. Enseguida varios chicos se acercaron y fueron tomando los frascos y recipientes del canasto que aun traía Tsubaki entre los brazos. Este trataba de no caerse al sentir el peso adicional de los otros que parecían no mirarlo compitiendo por los productos. Al final quedo un recipiente.

―Es de Kiku Nii-san. Vamos a llevárselos.

Ambos subieron a la habitación del mayor.

Al mismo tiempo Nadeshiko suspiraba cansado. Había terminado de escribir unas cartas en pergaminos largos. Esperando contestación de alguno de sus amantes. Hace cuentas mentalmente y ve la manera de enviarlas a aquellos lugares lejanos sin que le cueste tanto dinero. Las deja guardas en un cajón y se prepara para tomar un baño. Toma sus cosas de aseo guardadas en uno de sus muebles y sale de la habitación. Para su sorpresa, recargado en la pared se encontraba Yuri quien no se había movido de allí en por lo menos tres horas.

―¿Por qué sigues aquí? ―pregunta exaltado. Yuri solo alza su mira un poco. Nadeshiko lo toma fuerte de brazo―. No puedo creerlo ¿te quedaste allí todo ese tiempo?

―¡Oye! ―escucha que le grita desde el pasillo― ¡Suéltalo!

Era Himawari que corría junto a Tsubaki hacia ellos.

―¡A ti que te importa! ―grito Nadeshiko―. Además a ti quien te da permiso de estar dándole cosas a mi hermano. Este tonto lo tomo sin saber nada. Que me cuesta….

―¡Ah! ¡Ah! ―Himawari interrumpe escandaloso―. Si es por el dinero ni te preocupes. Ten ―le da unas monedas. Tsubaki se da cuenta que son las mismas que Sakamichi-sensei le dio por estar con él―. Esto lo cubre ¿no? deja de hacer tanto alboroto. Cuida mejor de la yuki-onna o le diré a Okaa-san para que otro chico se encargue de él si no quieres.

―No te atrevas ―contesto Nadeshiko con los dientes apretados como si se sintiera verdaderamente amenazado por las palabras de chiquillo. Hubo un silencio. Nadeshiko siseo y dándole un pequeño empujón a Yuri en la espalda dijo―. Ven, vamos a bañarnos. Date prisa.

El mayor se fue caminando y Yuri se fue detrás el en silencio, sin antes dedicarles una mirada a los otros dos niños.

―No sé qué tiene la yuki-onna en la cabeza. Si me trataran así ya le hubiera dado una patada a alguien. ¿No crees? ―Tsubaki asienta con la cabeza. Yuri es pequeño probablemente es más chico que ellos―. No te preocupes con eso Nadeshiko Nii-san estará quieto un rato.

—¿De verdad?— pregunto Tsubaki sin estar del todo seguro. Pero a todo esto había algo más que quería saber—. Oye, ¿y tu hermano cómo es contigo entonces?

—¿Uhhm? Yo no tengo hermano.

—¿He? Entonces como…

—Vámonos aún hay que entregar esto.

Himawari no lo dejo terminar jalándolo de la mano.

Un poco más adelante Kiku ya les esperaba en el marco de la puerta de su habitación.

―Tardaron mucho. Todo fue bien ―preguntó Kiku preocupado.

―No pasó nada. Tsubaki se portó muy bien ―Himawari contesta como si hubiera cuidado de un niño pequeño y hubiera hecho un excelente trabajo―. Solo una cosa ―tomo al mayor de la manga y lo hizo agacharse un poco para susurrarle algo al oído ―... y así.

Termino de decirle el niño de cola samurái y le dio el frasco.

―Ya veo.

Tsubaki pensó que le había contado de su pequeño enfrentamiento con Nadeshiko Nii-san pero se equivocaba.

Después de eso Himawari dejo a los hermanos solos.

Dentro de la habitación ambos tomaron asiento sobre dos mullidos cojines cerca de los libros.

―¿Qué es?

Pregunto Tsubaki curioso. Quería saber porque todos hacían tanto alboroto por ello.

―Principalmente es aloe mezclado con otras plantas. Es lo que usamos de lubricante aquí. Es la formula especial de Sakamichi-sensei. Después te enseñare a ponértelo. Cambiando el tema. Himawari me conto lo que paso en casa de Sakamichi-sensei―. Tsubaki agacho la mirada. El mayor continúo firmemente―. No me desagrada la idea de que te lleves bien con Himawari. Pero escúchame, lo único que te prohíbo es hacer lo que él hace con los adultos. Por ningún motivo dejes que un adulto te toque, ni siquiera que te mire desnudo. Himawari juega con fuego al hacer eso por algunas monedas. Recuerda que si haces eso perderás tu valor, si eso pasa tendrías que irte. Somos prostitutas pero somos de alta clase, que no se te olvide nunca ―Tsubaki se cuestiona. Por una parte no quería desobedecer  las palabras de su hermano mayor pero por el otro, aquellas monedas que Himawari había ganado las había usado para ayudar a Yuri. Kiku tomo sus manos y lo hizo mirarlo―. Prométeme que no lo aras. Lo hago por tu bien.

―Ah… umm… si ―contesto el niño dudoso.

Kiku le sonrió amable y hasta suspiro aliviado:

―Me alegra. Y dime que te pareció  el capitán Honda.

―Da miedo. Me miraba muy raro.

―Ya veo. ¿Y Sakamichi-sensei? Él también es un poco aterrador al principio.

Tsubaki pensó un momento antes de contestar:

―No me asusto. Es amable.

Kiku no guardo su sorpresa:

―Valla ―exclamo ―. Creo que salió algo bueno de todo eso ―se levantó se dirigió a la habitación contigua. Puso el frasco que le habían llevado junto a su espejo y saco sus cosas de baño de su buro de noche―. Sobre las cuatro de tarde siempre hay que bañarse. Debemos ser muy limpios en la casa. Debes de oler bien y tener el cabello muy limpio. Así que enjabónate bien el cabello y el cuerpo, enjuágate, repite, vuelve a enjugarte y te metes a la tina de agua caliente. Solemos hacerlo todos juntos, así que espero que no seas penoso.

―Si.

―Después del baño nos arreglamos para las labores nocturnos. Así que vámonos ya es un poco tarde.

Ambos salieron de la habitación y se dirigiera al baño comunal.

Efectivamente como le había dicho el mayor, ya había varios chicos reunidos corriendo desnudos en la entrada donde solían dejar la ropa dentro de canastos antes de entrar. Entre ellos Nadeshiko y Yuri igualmente desnudos. El mayor disgustado le dijo al pequeño:

—¿Ahora cómo se supone que te meterás al baño? Ni creas que los otros vayan a cerrar las ventanas solo por ti. Solo me falta que tampoco te puedas bañar con agua caliente.

Yuri niega con la cabeza gacha.

—Kiku Nii-san —le llama en voz baja Tsubaki a su hermano mayor que ya había terminado de desvestirse y se desamarraba el cabello—. Yuri no puede estar en el sol o se lastima.

—Vaya eso sí que es un problema.

—No es culpa de Yuri.

Tsubaki pareció suplicar por su amigo. El mayor observo un poco más  a los otros dos. Se acercó a Nadeshiko y le dijo con toda calma:

—Porque no dejas eso de una vez. El papel de hermano mayor severo no va contigo. Si tienes problemas sabes que puedes contarme las cosas. Deme unos minutos con los demás.

—No. Espera... yo…

Nadeshiko tartamudea mientras mira a Kiku entrar al baño. No esperaba que Kiku estuviera allí y  se entrometiera.

En diez minutos Kiku soluciono todo. Cerraron las ventanas del baño y mando a traer lámparas de aceite para iluminar el interior. Así continuo el baño sin mayor contratiempo.

—No deberías porque hacer ese tipo  de cosas yo me puedo encargar de todo —Nadeshiko le reprocha a Kiku que está al lado de él tallando el cabello de Tsubaki quien a la vez está al lado de Yuri quien es tallado con saña por su hermano mayor―. No tienes porque ser tan penoso para esas cosas. Y se mas cuidadoso con Yuri, si Okaa-san se entera o ve que tiene heridas, al que le echaran la culpa es a ti ―enjuaga al pequeño delante de él con una jícara de agua fría.  

―No tienes porque meterte. Ya no somos niños como para que estés pegado a mí todo el tiempo sermoneándome ―Nadeshiko habla sin tacto y enseguida enjuaga a Yuri sin nada de delicadeza―. Ahora tú ―refiriéndose al albino―. Tállame y mas te vale que lo hagas bien ―le pone el sácate lleno de jabón en la mano y le da la espalda.

Kiku rueda los ojo, suspira. Cosa que molesta a Nadeshiko y le esquiva la mirada en cuanto el otro chico se da la vuelta para que Tsubaki lo talle de igual manera.

―Yo recuerdo que las cosas eran distintas en ese entonces ―menciona.

―¡Ah! Cállate ―fue lo ultimo que dijo Nadeshiko.

―Mira así.

Mientras Tsubaki le enseñaba como era que tenía que tallar al mayor. Yuri le miraba curioso, asentía y copiaba todo lo que hacia el otro.

―Ambos se me adelantaron. No puede ser ―Himawari aparece con sus propias cosas bajo el brazo y decide comenzar a lavarse detrás de ellos―. Conseguiste que cerraran las ventas. Bien hecho Yuki-onna ―codea al susodicho que solo se encoje.

―¿A dónde fuiste? ―pregunto Tsubaki.

―Tengo mis cosas que hacer ―respondió Himawari. Le echa una mirada muy pronunciada a Yuri nada discreto.

Yuri al notarlo se encoje en su lugar a un mas, casi queriendo sostenerse de la espalda de Nadeshiko. A lo mejor si es un niño feo o tiene algo malo en su cuerpo, pensó.

―No tengas miedo, él no te ara nada malo ―Tsubaki trata de mejorar las cosas entre ambos.

―Si, yo no hago nada. Solo quería saber si aun tienes ampollas ―Himawari se voltea tratando de ocultar su sonrojo pues estaba mintiendo en parte. Yuri solo niega despacio con la cabeza―. Pues que bueno.

Los mayores se levantan.

―Tállense bien y no tarden en entrar en la tina ―indica Kiku.

―Si.

Responden los castaños, el albino no dice nada. El mayor se va a la tina detrás de Nadeshiko que ni siquiera los miro si dejar de fruncir el seño.

―No te preocupes Kiku nii-san es muy amable.

―Ah… si.

Yuri contesta casi inaudible.

―Ya verán nos llevaremos bien los tres ―Himawari abraza sonriente por los hombros a los otros dos―. Al menos mejor que esos dos de allá.

Hace un movimiento con la cabeza señalando detrás de el. Entre la multitud y el ruido de los demás se divisaban a Deiji y Ran.

―No te duele ¿verdad? Estoy tratando de hacerlo lo mas suave posible ―el mayor le repasaba las heridas provocadas por la cuerda al pequeño con el jabón cuidadosamente―. Estas cosas no pasarían si fueras más obediente.

Decir que Ran luce bastante molesto quedaba corto. Se sentía tan humillado lo habían dejado sin comer, atado a aquella piedra hasta que se orino encima y hora ese chico lo manoseaba y le tenia lastima.

―¡Suéltame! ¡Déjame en paz! ¡No me llames así! ¡No quiero que alguien como tu me este tocando!

Ran se suelta, se pone de pie y sin siquiera enjuagarse sale de allí en cuanto puede empujando a los demás chicos que se encuentran cercas.

―Ran, espera.

Deiji se enjuaga rápido, tomar un paño húmedo que haya a la mano para cubrirse y sale corriendo provocando la risas de todos lo demás niños en el lugar.

―¡¿Porque no guardan silencio?! ―Kiku inmediatamente alza la voz fuerte pero no grita, severo, pero sin dejar de escucharse amable―. No es correcto burlarse de unos de los superiores de la casa o de alguno de los nuevos. Compórtense, por favor.

Y como si fuera magia todos guardaron silencio. No hubo reclamos, ni reproches. Siguieron con el baño como si no hubiera pasado nada de lo anterior. Otros tantos niños de unos doce o  trece años más se metieron a la tina de baño y se acercaron a Kiku a quien alagaron por su comportamiento.

―Como siempre sabe como dirigirse a los demás.

―Esa es la elegancia y firmeza de un Hana.

―Deberíamos reunirnos algún día. Si no es una molestia para usted.

―¡Largo de aquí aduladores! ―Nadeshiko que tenia la cabeza echada hacia tras con un paño húmedo sobre el rostro, aventó agua con su mano a los chicos que pensaba que tenían enfrente―. Vallan a lamerle los pies a otro.

Los otros se alejan molestos después de dar un pequeño grito por el susto. A lo que Kiku ríe con modestia.

―Y tú, no te rías. No es gracioso ―Nadeshiko lo regaña.

Tsubaki ayuda a enjuagarse a Yuri mientras observa a su hermano mayor. Esta fascinado con Kiku que parece ser mas importante de lo que el cree en ese lugar.

―Kiku Nii-san usando su autoridad. Eso es raro ―menciona Himawari enjuagándose y retirándose a la tina.

―Ven, vamos ―Tsubaki le extiende la mano a Yuri quien la toma y van juntos a la tina.

Himawari entra enérgico salpicando agua haciendo que los otros niños dentro de la tina le griten molesto o le dedican palabras nada lindas. Al chico de cola de samurái no le importa y se acomoda recargándose y estirándose en una de las orillas:

―¿Qué, no van a entrar? ¿O es que la Yuki-onna tiene miedo de derretirse?

Tsubaki se metió primero y le extendió la mano a Yuri:

―No tengas miedo. Hazlo despacio. Mete la mano primero si tienes miedo de que te pase algo.

Yuri asienta con la cabeza despacio. Nunca había visto agua sacar humo. Todos se ven cómodos, así que con la mano temblorosa la mete despacio, cerrando los ojos fuertemente. Espero el dolor o la picazón pero no ocurrió nada.

―Todo esta bien. Vamos metete de una vez te va a gustar ―lo alentó Himawari.

Fue Tsubaki el que lo ayudo a meterse:

―Se siente bien ¿no crees?

―Si.

Yuri contesta tímido y se sienta al lado de Tsubaki muy pegadito. Se siente feliz de saber que puede hacer aquello como los demás. Entrelaza su brazo con el de Tsubaki por debajo del agua. A Tsubaki no le molesta y por el contrario deja al albino recargar su cabeza sobre su hombro.

Al ver esto, Himawari se pega al otro lado de Yuri, poniendo su mano sobre la suya mas su mirada ve hacia otro lado.

 

Continuara...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).