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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Notas del capitulo:

Espero que todos esten bien. 

Por fin puedo traer otro capitulo de esta historia que espero les este gustando. 

Les dejo el cap y disfruntenlo. 

Capitulo VIII

Escucha el tintinear de todos los brazaletes del que ahora es su hermano mientras este deslizaba sus manos por el largo de su cuerpo. Toca su pecho y su cintura con delicadeza.

Mira los ojos del mayor llenos de deseo, son dorados y centellean con solo mirarlo. Su cabello es corto, relamido hacia atrás y de un negro casi cenizo contrastante con su piel morena más que ninguna otra que haya visto antes. Hinageshi es muy diferente a la mayoría de los chicos de la casa que prefieren conservar un aspecto más andrógino.

―¿Qué ocurre? Era muy fácil de saber que era lo que quería cuando te dije que te acostaras conmigo en el futon―el mayor desamarra el obi de su kimono con rapidez en lo que parece un solo movimiento. Le sonríe y no puede evitar sentirse nervioso. El mayor se limitó a bajarse la parte superior del kimono revelando las ajustadas vendas de su pecho. A la luz de la luna que entra por la por la ventana el mayor luce más seductor de lo que pensó.―. Sabes, eres algo adorable.

Suikazura no contesta. Supone que si lo hubiera escogido otro serían las cosas exactamente igual. Así que no valía la pena quejarse. Suspira y ladea su rostro tratando de enfocarse en los adornos de la habitación, hay redes de pesca colgando en las paredes adornadas con cochas de mar, remos y de más cosas similares, a decir verdad era una habitación más sencilla de lo que hubiera imaginado de alguien en la posición de Hinageshi. Hay varias licoreras vacías en una esquina, su hermano mayor había estado bebiendo esa noche durante su jornada de trabajo.

No logra evitar tensarse en cuanto las manos del mayor apartan su fundoshi sin demora y le abre las piernas dejándolo descubierto e indefenso. Suelta un gemido sin querer al ver al mayor relamerse los labios al descubrir la erección provocada en su pequeño cuerpo. Suikazura ruboriza e inmediatamente cubre su rostro con sus brazos y aprieta los labios. Trata de no hacer mucho ruido porque de lo contrario eso sería ir en contra de lo que le habían enseñado en toda su corta vida.

― ¿No opondrás más resistencia? ―pregunta Hinageshi. Se había imaginado que serían fáciles sus acercamientos pero no a ese grado―¿sabes lo que vamos a hacer?―lo mira tan indefenso y sumiso. El pequeño cuerpo desnudo de Suikazura es precioso. Su piel blanca y suave bien cuidada sin ninguna marca. Su torso suave, su pequeño vientre terso. Un cuerpo que por su joven edad no tenía una cintura definida. Su pecho subía y baja, y su vientre perfecto se estremecía por el nerviosismo de la situación. Aun que ese niño siempre parezca serio su cuerpo delataba lo nervioso que realmente estaba―. Claro que sabes. Ya me has visto hacerlo con los clientes varias veces ―el niño no contesta ―Ya. Eres un niño muy obediente ¿verdad? Eso es muy encantador.

El niño escucha de nuevo los brazaletes hacer ruido e inmediatamente sus brazos son retirados de su rostro.

―Así está mejor ―le dice Hinageshi mientras retira su largo flequillo de su cara―. Tienes unos ojos muy bonitos. No deberías esconderlos ―pero lo único que consigue es que el menor esquive la mirada caoba ocultándola de nuevo en su flequillo y suelte un resoplido nervioso ―. Está bien como quieras. Me gusta que sean así de sumisos así que seré gentil contigo.

Se acomodó sobre el niño que opta por quedarse quieto. Beso el cuello y el pecho de este soltando ruidos obscenos a cada beso mientras que con su mano derecha guiaba al más joven para que levantara las rodillas y separarlas. Una vez en esa posición comenzó a recorrer con sus lengua el abdomen del niño el cual solo aguantaba los gemidos que querían salir de su garganta. Suikazura jamás había experimentado esa sensación caliente, húmeda y que lo hacía revolver la cabeza, se sentía perder el control y eso era inaceptable para él. Así no lo habían educado. Ser elegante, ocultar las emociones y mantenerse en calma eso era lo que siempre había hecho. Eso era lo que todos querían de él, eso era lo que quería su hermana mayor de él. La sensación se vuelve abrumadora, se muerde los labios para no hacer ruido. Hinageshi succiona la piel de su estómago dejándolo marcas rojizas. Oye al mayor bufar y relamerse; se está riendo de él. De nuevo el sonido de los brazaletes tintineando al mismo tiempo que su cuerpo era cambiado de posición de nuevo. Hinageshi acomoda al niño de tal manera que sus rodillas quedaran sobre sus hombros, su pequeño trasero sostenido con ambas manos era despegado del futon a comparación del resto que seguía acostado. La cara del mayor entre los muslos del infante a pocos milímetros de su erección. Lograda esa posición, comenzó a recorrer con su lengua el interior los cremosos muslos dándose licencia de chuparlos prolongadamente con lujuria. Suikazura siente que algo va explotar dentro suyo, la respiración del mayor choca deliciosamente en su erección y trata de resistirse con toda sus fuerzas, se abrazó el vientre con su brazo derecho mientras que con la izquierda alejaba la cabeza de su hermano mayor

―No… ahh… no… no

Jadea. Seguir es peligroso para sus emociones. Sin embargo el mayor lo sujeta con fuerza, lo jalo de una pierna, lo arrojo sobre el futon y sosteniéndolo con dureza de las caderas lo somete sin esfuerzo.

―No está mal esa audacia. Pero ya es muy tarde para detenerme. Solo disfrútalo ¿quieres, niño? Esta es mi especialidad.

El mayor chasqueo los labios. Y allí en ese instante condujo el pequeño miembro del niño al puerto de su boca con su lengua ardiente de lujuria lamio el largo del pene, los pequeños, redondos y suculentos testículos; paso hambriento por los muslos, aleteo alrededor de su ombligo y mojo con saliva caliente el pequeño pubis que se le ofrecía. Se deleitó con esa parte deliciosa.

Suikazura estaba sumergido en un océano de sensaciones, el calor sexual que invadía su cuerpo se había envuelto casi insoportable disfrutando de la sensación de aquella lengua hambrienta en todas sus partes. Pero estaba mal, pensaba. Se mordía el brazo derecho con fuerza mientras que clavaba sus uñas izquierda en uno de sus costados, su ojos se inundan de lágrimas. Sufría. Si, sufría porque lo único que quería en ese momento era hundirse hasta el fondo en esa creciente lujuria implacable. Era repulsivo, lo sabe. El haber tenido todo este tiempo el sucio deseo de querer ser tocado de esa manera por el mayor desde la primera noche que lo observo intimar con los clientes.

“¡Debes de ser elegante, ocultar tus emociones y mantener la calma!” Se repite en su cabeza tratando de ignorar el hecho de que siempre quiso ser tocado. Sentía un gran interés en ello, en aquello que los mayores llamaban sexo, en aquello que no podía hacer. Pero nadie debía enterarse, sabe que si lo dice en voz alta los demás pensarían que era repulsivo, además por la manera en la que había sido educado consideraba que también era una falta de respeto querer verlo todo el tiempo. Y sin embargo ese chico que parece un bandido lo provoca para abrir una caja que preferiría mantener cerrada.

Su pación ya exacerbada más allá del límite de su resistencia está a punto de estallar. Tiene el estómago ardiendo, girando, bailando, en el límite de su conciencia. No puede acallar más sus gritos que deja salir una, dos, tres veces hasta que la última onda de sensación se alejó.

Quedo exhausto, babeando. Sabe que debe de tener una apariencia lamentable con todos los chupetones en el cuerpo. Cedió a sus deseos por un breve instante y solo espera el reproche del mayor. En su lugar lo que oye son los brazaletes de su hermano hacer ruido cuando lo deposito suavemente sobre el futon para acostarse a su lado.

―No fue tan grave ¿verdad? Te dije que sería amable contigo. No pensé que te contendrías tanto hasta el final. Sabes, me lo tome como un reto personal. ¿Me escuchas o ya te dormiste? ―voltea a ver al niño pero este solo tiene la mirada en el techo, lo sabe porque su fleco se abre un poco por uno de los costados y puede ver sus ojos. No está seguro de lo que pasa. No llora, ni grita, no lo ha golpeado y mucho menos parece atemorizado. ―O-oye…

Eso le asusta un poco.

―Estoy bien, gracias.

Contesta Suikazura mostrándose tranquilo y acomodándose el flequillo cubriendo sus ojos.

―¿Gracias….? No… no importa. Quiero decir. ¿De qué? Nunca entenderé a los chicos que vienen de una buena familia como tú.

―No sé a lo que se refiere.

―Deja ya esa actitud tan recta ―el mayor se sienta en el futon, se rasca la parte de atrás de la cabeza ―. Me pone de nervios que me traten tan… formal. ¡Vamos, ni siquiera mis clientes lo hacen!

―Lo lamento mucho si le incomode ―el menor se rueda en el futon dándole la espalda.

―Ya. Te digo que no le prestes atención a esas cosas ―el mayor se vuelve a acostar no se molesta en arreglarse el kimono. Y él que pensaba en hacer que ese niño le regresara el favor pero con esa actitud acabo bajándosele cualquier intención. Sonríe burlón para despejar el ambiente tan pesado que comenzaba a sentirse―. En verdad eres una caja de sorpresas. Cuando te escogí fue por que eras el único que no parecía querer salir corriendo de la habitación pero nunca pensé que mi hermanito había sido el joven amo de una casa rica.

―Se equivoca. Así no eran las cosas.

―No te creo ―el mayor se ríe. Lo supo detectar en cuanto lo vio. La manera en la que camina, en la que habla, sus modales y la forma en la que hace las cosas. A pesar de haber solo pasado tres días desde su llegada a la casa, para Hinageshi no había dudad, ese niño había sido rico―. Bueno al menos me has quitado de mucho problemas. La verdad no creo que sea un buen maestro para enseñarte cosas de formalidad y eso. Si es de sexo pregúntame lo que quieres pero no esperes que me ponga a practicar caligrafía o una de esas cosas contigo.

Lo dice con cierta gracia. Trata de buscar cualquier reacción en Suikazura hasta ese momento no ha visto reír al niño de kimono café. Ni que decir de cualquier otra actitud desentonan te. Inclusive cuando lo vio hacer su trabajo la primera noche que llego el pequeño solo inclino la cabeza y se disculpó por espiarlo y le aseguro que estaría dispuesto a recibir cualquier regaño o castigo que considerara pertinente ¡quién diablos hace eso! Esperaba cualquier reacción en ese entonces menos esa.

―Descuide. Intentare molestarlo en lo menos que me sea posible ―contesta el niño seriamente.

―Si. Claro. ―Hinageshi no puede evitar sentirse incómodo. Decide cambiar la conversación entonces―. Bueno entonces solo debe de preocuparme lo que harás para tu presentación en un mes. Los niños como tú siempre saben hacer algo. ¿Practicas alguna arte marcial? ¿Sabes usar la katana, la nagitama o acaso lo tuyo es kyudo?

―Lo lamento. No sé hacer ninguna de ellas.

―Ya. Bueno cualquier cosa esta bien.

― ¿cualquiera?

Pregunta el menor y por un momento el mayor observo como este se removía un poco entre las cobijas despertando sus interés.

―Si. Lo que sea. No te preocupes si necesitas algo. Te lo conseguiré si no lo tengo ―lo dice con simpleza y confianza.

―Koto…

―¿Koto? Ah! Sí, claro te puedo conseguir uno de esos si quieres.

― ¡¿De verdad?! ―Suikazura se levanta de repente volteando a ver al mayor que por un segundo puede ver un atisbo de entusiasmo en el niño.

―¿He? S-sí.

Él no se equivocó cuando dijo que ese niño era una caja de sorpresas.

.

A la mañana siguiente después del desayuno Hinageshi pensó en tomar una siesta antes de que su primer cliente del día lo visitara pero apenas sentarse en su futon una sensación de escalofrió lo recorrió a pesar de siempre estar en silencio el pequeño niño de kimono café había hecho su presencia demasiado fuerte.

―¿Qué pasa? ¿No has dejado de mirarme de esa manera desde que despertamos? ―siente extraño al decirlo de esta manera teniendo en cuenta el hecho de que Suikazura siempre tiene la mirada cubierta por su cabello.

―Lo que me prometió ayer.

―Ah! Cierto, cierto. Aunque yo no recuerdo haberte dicho que era una promesa ―contesta el mayor tratando de no darle importancia al asunto. Quiere beber un poco de sake y después dormir un rato. Sin embargo el niño frente a él no se mueve ni un milímetro de su lugar. Tiene el presentimiento de que si no hace algo ese niño no lo dejara en paz ―Bueno, bueno está bien. No quiero que pienses que soy un tramposo contigo ―se levantó despacio ―. Anda sígueme. Yo no tengo una de esas cosas que quieres pero conozco a alguien que de seguro si tiene uno. Anda, anda. Pero de una vez te digo que si te consigo lo que me pediste vas a tener que pagármelo hoy en la noche ―le sonríe taimado.

Salieron de la habitación y caminaron por el extenso pasillo y de nueva cuenta vieron al niño alvino parado frente a la habitación de Nadeshiko con la cabeza agachada. Hinageshi trato de ignóralo, le incomoda ver a Yuri de una manera extraña y sabe que el carácter de Nadeshiko debe de ser difícil de manejar se pregunta si ese niño de pelo blanco también vendrá de una casa rica. No, es diferente tiene el presentimiento de que es como él y al mismo tiempo no. Por su lado Suikazura piensa en que habrá hecho mal Yuri para estar de pie y que es un castigo justo. Después de todo el más de una vez estuvo de pie por horas por cada error que cometía cuando era más pequeño.

Siguen caminando y van hasta la penúltima habitación.

Escuchan de repente un grito:

―¡Suéltame maldito marica!

Inmediatamente Hinageshi abre la puerta rápidamente para encontrarse con Deiji cargando tratando de controlar a Ran que solo patalea sin control y rasguña las mangas del kimono aguamarina del mayor. Lo muerde en el brazo logrando zafarse para inmediato agarrar al mayor de uno de los largos mechones cafés de su cabello que traía por el frente y jalar para golpearlo en rostro pero antes de que pueda hacer cualquier movimiento ¡Passh! Ran salió volando por el tremendo puñetazo que recibió en el rostro por parte de Hinageshi que había entrado corriendo.

Ran apenas pudo reaccionar su espalda había golpeado contra uno de los muros de madera. Escucho un tintinear y de repente el mayor de ojos dorados lo tenía agarrado del cuello de su kimono.

―¿Qué carajo crees que estas haciendo? ¡¿Ah?!

―¡Ese marica intento tocarme! ¡Todos son unas putas no quiero que me estén tocando!

―¡¿A quién llamas puta, mocoso?! ―vuelve a insértale otro buen golpe en su mejilla derecha, lo sacude y lo tira al piso con intención de patearlo hasta el cansancio.

― ¡No! ¡Espera! ¡Hinageshi, espera! ¡Déjalo! ―suplica Deiji que alcanza a tomar al moreno de la cintura―. Aún es muy pequeño. No sabe cómo son las cosas. No quiero que te metas en problemas, déjalo.

A Hinageshi le toma un par de segundos calmarse. Ve la mirada desafiante de Ran mientras se limpia la sangre que escurre del interior de su labio. Le suelta una patada más leve de lo que desearía en el estómago―. ¡Vete de aquí antes de que te agarre enserio a golpes!

Advierte dejándolo en el suelo pero el menor no pudo levantarse. Inmediatamente voltea hacia el de kimono agua marina se inclina y le revisa el rostro y la mordida que le había dado el niño de kimono amarillo.

―Mira nada mas como te dejo con el kimono desgarrado y el cabello desordenado. Por suerte la mordida no es profunda. ¿Qué tal si te pasa algo más grave?

―Sabes que se defenderme solo. Esto no es tan grave ―Deiji le sonríe tímido y parece contradecir sus palabras.

―Deja de guardarte por eso todos piensan que eres un debilucho ―estrella la palma de su mano en su frente.

―No soy un debilucho ―Deiji hace un puchero.

Por su lado Suikazura carraspea para llamar la atención. Sabe que es de mala educación pero él no tendría por qué estar observando esto.

―Es verdad. Vine a pedirte un pequeño favor ―Hinageshi habla un poco fastidiado ante el comportamiento de su hermano menor.

― ¿Un favor?

―Si. A ti te gusta la música y todas esas cosas elegantes. Sé que tienes muchos instrumentos aquí. Así que quería pedirte prestado un Koto. Si de casualidad tienes uno...

―Bueno. Si tengo uno pero tú no sabes tocar.

―No es para mí. Es para él ―Cabecea hacia el niño de kimono café.

La habitación de Deiji es muy diferente a la de Hinageshi se nota la elegancia a primera vista. Tiene varias pinturas en las paredes, adornos de flores en estantes llenos de libros y rollos escritos; telas de seda colgando de las ventanas y por supuesto instrumentos musicales en cada esquina, shamisen, shakuhachi, tsuzumi y por supuesto un Koto.

El Koto es de descendencia china traída durante el periodo Nara a Japón. Consiste en una caja de resonancia rectangular de madera del árbol de kiri de unos dos metros de longitud, con dos aberturas en la parte posterior y trece cuerdas hechas de seda. Para tocarlo se usan tres uñas llamadas tsumes hechas de bambú en los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha; la mano izquierda se ocupa de subir o modificar los tonos de las cuerda usando los kotoji, puentes hechos de marfil y presionar las cuerdas. Un instrumento que por su dificultad se necesita una disciplina y dedicación sin igual, un instrumento que es capaz de sacar el verdadero sonido del alma de su dueño.

Hinageshi coloco el instrumento a la mitad de la habitación.

―Con cuidado. Es un instrumento muy delicado ―Advertía Deiji muy preocupado por los modos bruscos del mayor―. ¿Sabes lo valiosos que son? Me costó mucho conseguir uno de esta calidad.

―¿En verdad? Parece un trozo de madera grande. No se podría hacer un buen barco con ella ―Comenta Hinageshi pasando los dedos por las cuerdas con brusquedad.

― ¡No hagas esto!¡Detente! ―parecía que Deiji se soltaría a llorar en cualquier momento.

―Ya cálmate. No le pasara nada ―el moreno le sonríe burlón mientras le estira las mejillas al castaño que dejaba salir pequeñas lágrimas de sus ojos―. Vamos solo quiero saber si el niño sabe tocar como tú.

Suikazura al oír eso sufre un pequeño sobresalto. Sin querer parecer mal educado se acerca a los mayores y pregunta:

―Disculpe ¿usted toca?

― ¿He? En realidad… ―contesta el de kimono aguamarina mientras el moreno deja de pellizcarlo―. Yo toco el shamisen, pero me interesan todos los instrumentos.

―Por favor, los dos son de madera y tiene cuerdas deben de ser iguales.

―¡Claro que no! ¡Son muy diferentes! ―gritan Deiji y Suikazura en la cara de Hinageshi que solo se rasca en la cabeza sorprendido. De repente los otros dos se pusieron muy serios.

―¿Entonces te gustaría intentar tocar? ―pregunta amablemente Deiji extendiendo su mano con las uñas del instrumento en la palma frente al niño de kimono café que hace una pequeña reverencia y toma las uñas sin dudar.

Del otro lado de la habitación apenas pudiendo recargarse en la pared Ran se sostenía el estómago con su brazo. Duele todo el cuerpo le duele, después de todo paso de nuevo la noche atado a la piedra en el patio y la cuerda volvió a rasparlo. Mira a los otros tres llevarse bien olvidándose por completo de él. Ese chico ¿Cómo es capaz de tomarse las cosas con calma y ser tan complaciente con los demás a su alrededor? Los mira enojado mientras siguen en su conversación. Decide darles la espalda puesto que solo logra enfadarse cada vez más de solo míralos.

―Vamos, vamos ―Hinageshi se sienta sin más en el piso con los piernas abierta―. Deiji no tienes algo de tomar aquí un poco de sake me caería bien.

―No. No tengo nada de eso. Sabes que no me gusta el sabor de eso. Además deberías de dejar de tomar tanto sake te pones encimoso cuando estas ebrio.

―No seas delicadito ―Jala a Deiji de la parte baja de su kimono obligándolo sentarse a su lado―. ¿Y tú vas a tocar o no?

Le dice a Suikazura que se había quedado de pie frente al largo instrumento de madera pensativo y taciturno.

―Tómalo con calma ―Deiji por su parte se muestra más comprensivo―. Toca algo sencillo si quieres. No te sientas tan nervioso.

Suikazura entonces rodea el Koto con cuidado se sienta detrás de él y toca lentamente la madera, huele ese peculiar aroma del árbol de kiri que es tan familiar para él. Desliza sus dedos por arriba de las cuerdas sin siquiera rosarlas. Está ansioso, hacia tanto que no estaba frente a un Koto. “Debes de ser elegante, ocultar tus emociones y mantener la calma… de lo contrario no podrás tocar con dignidad” Se repite tomando una gran respiro. Inclina la cabeza, junta las manos y da sus respetos a los espectadores.

―Kibo no Hikari.

Dice el nombre de la pieza y enseguida acomoda sus pequeñas manos a lo largo del instrumento. Toca el primer acorde y la mirada de los mayores en la habitación no pueden evitar cruzarse un segundo auténticamente impresionados antes de fijarse en el pequeño niño de kimono café que se estira para tocar sin error alguno. La melodía es lenta, melancólica. Desde su esquina Ran lo observa desde el rabillo de su ojo, se había mantenido dándole la espalda a los mayor para no tratar con ellos. La canción lo hace sentir algo en el interior que no sabe definir con claridad. Escucha un suspiro provenir de Suikazura y de repente la melodía cambia de tono, ahora las notas son más trepidantes y fluidas, voltea a mirarlo sin poder evitarlo. Y cree ver algo asombroso e inverosímil. A ese niño más pequeño que el estirarse lo más que podía de extremo a extremo moviendo las manos tan rápido que no lograba ver sus dedos mientras apretaba, resonaba y movía los puentes del instrumento. Su espalda recta y sin expresión o eso pensó cuando uno de los mechones de su fleco se abrió levemente y miro sus ojos llenos de concentración, de un destello lleno de pasión, era como si no hubiera nadie más en la habitación como si solo le importara el instrumento y tocar. Su pecho tiembla con emoción es como si lluvia callera, como si un fuerte viento levantara las hojas de otoño, como el estremecimiento en una mañana de invierno, como flores cayendo. Y de nuevo es lenta aún más melancólica que al principio, dolor, soledad, como si las cuerdas del Koto apretaran su corazón ¿o es que acaso el corazón que estaba siendo apretando es el de Suikazura? ¿Qué era esa sensación? Siente lagrimas acumularse en sus ojos ¿Acaso tiene ganas de llorar por escuchar esa canción? Jamás había oído algo tan hermoso en su vida. La pieza retoma su ritmo rápido perfectamente mecánico concluyendo perfectamente tras otro largo suspiro del niño de kimono café que reverencia de nuevo a sus espectadores.

―¡Wooh! Eso fue grandioso ―Hinageshi queda impresionado.

Por su parte Deiji se levanta de su lugar y rápidamente se pone enfrente de Suikazura y lo toma de las manos estirando sus dedos

―¿Desde cuándo tocas? ―pregunta notando la firmeza y las dúrese de las yemas de sus dedos.

―Desde siempre.

Contesto el niño de kimono café sin mentir.

―Yo… yo jamás pensé que llegaría a conocer a alguien como tú ―Deiji confiesa sorprendido.

―A ver, a ver ¿Cómo que a alguien como él? ―pregunta el mayor acercándose a los otros dos. Siente que lo están dejando atrás ― ¿lo que hizo en verdad es tan impresionante?

― ¿Es broma? ¡Cla-claro que lo es! ―contesta Deiji con un sonrojo de emoción en sus mejillas―. Lo que toco es una pieza muy compleja. No cualquiera logra esa limpieza y claridad en sus tonos. ¡Toca sus dedos! Son los dedos de alguien que ha dedicado su vida a la música ―Inmediatamente toma las manos de Suikazura entre las suyas y pregunta con los ojos brillosos ― ¿Quién fue tu maestro? No, mejor dicho ¿De qué escuela eres? Tu nombre ¿Cuál es tu nombre real?

―¡Hey! ¡Hey! Espera. Sabes que esta prohibido preguntar eso.

Detiene el moreno apartando al chico de su hermanito el cual no ha mostrado ninguna emoción.

―Es cierto… pero…

―Yo lo único que quería es que me prestaras el Koto.

―Claro. ¿Suikazura cierto? Puedes tocar en mi habitación cuando quiera.

― ¿En tu habitación? ¿Ah? ¿No es más fácil si me lo llevo a mi cuarto?

―Lo ciento Hinageshi no confió en ti para cuidar de él.

―¿Hablas del instrumento verdad?

―Piénsalo. Si lo dejas en mi habitación todo el tiempo que quieras, tendrás más tiempo para ti ―convence el castaño.

―¿Heee? No sé, si Okaa-san se entera….

―¡Te daré algo!

―No creo que tengas algo que yo quiera…

―Si… ah… ―el chico duda y piensa rápido. No puede perder esa oportunidad― ¡C-cuando Murasaki-dono venga a verme la próxima vez le pediré que me dé sake!

―¿Murasaki-dono? ¿No es uno de los mejores fabricantes de sake del país?

― ¡Si! Ese mismo. Su sake ha sido alabado por el mismísimo shogun.

―Siempre quise que el fuera mi cliente para tener un abastecimiento ilimitado de sake. Pero creo que él tiene otros gustos ya que tú eres su favorito.

―No lo digas de esa manera. Él es un hombre muy respetable.

―Sí, claro ―Hinageshi se burla.

―El solo es un hombre que necesita deshacerse de sus tenciones.

―Claro…

― ¿Quieres hacer el trato o no? ―Deiji comenzó a enojarse.

―Bueno… ―se sonríe para si― si tú me lo das creo que estará bien. Está bien es un trato.

Por su parte Suikazura no apartaba su mirada del Koto. Puede volver a tocar. Parce una mentira.

Ran se levanta lentamente sin dejar de sostenerse el estómago. Se acerca despacio al niño de kimono café rodeando a los mayores que siguen discutiendo los términos de su trato. Se coloca frente a Suikazura y se le queda mirando un momento. El menor no dice nada. Ran por su lado se agacha y toca las cuerdas espantosamente ¿Cómo fue que el niño de kimono café logro hacer ese sonido tan hermoso?

― ¡Hey! ¡Hey! ―Hinageshi le llama la atención enojado―. Deja eso. Ya es mío.

―Hinageshi. No le grites, cálmate ―el chico de kimono agua marina―se acerca a su hermano pequeño y se agacha para estar a su altura―. ¿Tú también quieres aprender a tocar?

Intenta colocar su mano en el hombre a lo que el niño de kimono amarillo le suelta un manotazo haciendo que retirara la mano enrojecida.

―¡Oye! Pensé haberte dejado en claro que tenías que respetar a tu hermano mayor ―Hinageshi frunce el ceño de inmediato y toma de nuevo al niño por la parte de enfrente de su kimono―. ¡Estás buscando que te parta la cara!

Ran no dijo nada y con la mirada llena de insolencia empujo al mayor el cual después de una leve sorpresa, sin dudarlo se aventó sobre el niño de amarillo sometiéndolo rápidamente sin que el ultimo dejara de patalear, soltar golpes y arañar hasta que sintió otro golpe bien acertado en sus mejilla izquierda y quedar inconsciente.

.

El resto del día pasó con normalidad. Esa noche de nuevo después de que todos los clientes se fueran, Suikazura se quedó despierto al lado de Hinageshi que como parece costumbre bebe sake sin cuidado.

―Debes de estar contento ―le dijo el mayor sentado medio recostado en su futon. Trae el kimono abierto de par en par, las vendas del pecho medio desechas y sin fundoshi. Las sabana roja esta revuelta y tiene manchas blancas sospechosas esparcidas por uno que otro lado―. Te dije que te conseguiría lo que querías.

―Le agradezco.

El niño de kimono café agradece sin dejar de quitar su mirada del cuerpo de su hermano. Hoy de nuevo lo miro mientras obraba su trajo. No pudo evitarlo. Es por eso que se ha quedado sentado en el umbral de la puerta de la habitación contigua disimulando.

―Fue una buena noche ―El mayor bebe otro trago más y se ruboriza por el efecto del alcohol―. La cosa esa que hiciste con el Koto ese, fue muy interesante. Jamás había visto a Deiji tan emocionado. Pórtate bien con él. Parece un debilucho y consentido pero créeme cuando quiere je je je….

―Si. Como usted me diga.

―Ahg… te dije que dejes eso. No me gusta que me hablen así. Aquí ya no eres un joven amo de casa rica. Si no hay clientes no tienes que hacerlo.

―Le repito que eso no era así.

― ¡Si! ¡Si! ―contesta algo torpe comenzando a enojarse―. Estos novatos son unos insolentes. En especial ese mocoso de Ran. Tienes que tener cuidado con él. La manera en la que hace las cosas, si no cambia sus viejos hábitos se meterá en problemas si no es que acaba muerto…

― ¿He? ¿Porque? ―Suikazura muestra un poco de curiosidad.

―Ese niño. De seguro era ladrón antes de llegar aquí.

―¿Cómo puede saber eso?―El niño de kimono café pregunta. No esperaba que le contestaran la pregunta.

El mayor por su lado se sirve otro trago en el pequeño tokkuri blanco y se lo toma lentamente como si pensara su en contestarle al niño esa pregunta o no. Al final recargo su brazo sobre su rodilla levantada y contesta sonriendo mordaz―.Ladrón conoce a ladrón ―nota un sobresalto en el niño y termina su respuesta ―. Yo antes vivía en una kaizoku.

Wako era el término utilizado para referirse a los piratas que atacaban las costas de China y Corea, una práctica que comenzó en el siglo XIII. Originalmente los wako eran ronin, comerciantes o contrabandistas. Debido a las implacables sequias y las guerras constantes por territorios muchos de ellos fueron obligados a buscar recursos fuera del archipiélago. Ellos fueron los temores que azotaron los mares de Asia durante dos siglo antes de que comenzara el Sengoku y con ello las guerras civiles. Al terminar estas la cantidad de samuráis desempleados, acostumbrados a desafiara la autoridad civil que aumentaron dicha desobediencia cuando el nuevo gobierno shogunal se estableció, hizo que el bandidaje se tornara atractivo de nuevo para hombres cuyo lugar de procedencia sufría hambrunas y penurias. Sin embargo por el edicto que Tokugawa Iemitsu promulga en 1635 en el cual cierra las fronteras a cualquier incluyendo a japonés que se encontrasen fuera de las islas y quisiese volver. En el interior de Japón crecía una piratería doméstica, que funcionaba entre las diferentes islas que buscaban el control de las mismas para construir castillos y así entroncarse a la fuerza dentro de la nueva aristocracia japonesa. Auténticas construcciones fortificadas que servían de guarida para estos, recibiendo el nombre de Kaizoku. Estos piratas interiores no saqueaban, sino que recurrían a la extorsión, obligando a pagar un precio a cambio de protección.

Un ladrón siempre será ladrón. Un pirata siempre será un pirata.

―Yo fui el mayor tesoro de mi capitán… ―narra Hinageshi completamente ebrio tirándose sobre el futon―. En mi familia éramos muchos y muy pobres al igual que todo el pueblo cerca de la costa donde vivía. Por eso cuando mi capitán y sus hombres llegaron a pedir dinero y no tuvieron para pagarles se llevaron a las mujeres jóvenes y a unos cuantos niños incluyéndome para vendernos como esclavos. El barco de mi capitán era tan grande, más grande que esta habitación. Cuando nos llevaron esa noche los hombres tomaron a las mujeres, les arrancaban la ropa y frente a todos las violaban en la borda. ¡Carajo! Estaba tan asustado tenía como seis años y todos estaban llorando y gritando, a los demás los golpearon tan fuerte que escupían sus dientes. Pero a mi… cuando el capitán me vio, evito que los demás me tocaran, me cargo bajo su brazo y me llevo adentro, a su habitación… me acostó sobre una manta en el suelo, me quito mi roído kimono y me toco de arriba abajo con sus enormes manos rasposas. Lo que sentí en ese momento nunca lo olvidare...

Sus manos comenzaron a moverse recorriendo toda mi persona, palpando la tersa piel de mi pecho, vientre y trasero. Yo que jamás había sido amado, y era uno más entre el montón de mis hermanos tener a alguien que me viera por primera vez…. ¡Ah! Hizo que sus toques encendieran mi sangre despertando sensaciones inimaginables que me enloquecían. Se me escaparon los suspiros y las lágrimas. Gemía mientras sentía su erguida verga comprimida en mi vientre cuando se subió sobre mí. Tan encantado estaba con esa nueva ola de calor que permití que me hiciera cuanto le gustara… Me froto y lamio de los pies a la cabeza sin importarle lo sucio que estaba solo eso hizo y nada más… sin embargo ese fue el inicio de nuestros encuentros y de nuestra relación.

Al día siguiente me dio un tazón arroz y no dejo que nadie más me tocara. Inclusive cuando llegamos a nuestro destino fue a mí al único al que no vendió.

Él me amaba tanto que me llevaba a donde fuera que fuere. Incluso hizo que me aceptaran en la Kaizoku con la intención de entrenarme para servir al líder principal. Mi capitán era uno de sus más distinguidos hombres así que no hubo problema con que yo me quedara con él. Aun así pase más tiempo en el mar que en la kaizoku. Él me enseñó a pelear, algunos trucos para sobrevivir en el mundo, a usar la katana a clavar los cuchillos. A distinguir el oro real… ―se siente torpemente solo para extender su brazo presumiendo sus gruesos brazales―. Cuando no estaba en el mar estaba con los demás en el kaizoku, era el único niño allí, los demás preferían tener mujeres o niñas… y si, a veces se burlaban de mi porque no podían entender el amor que me tenía el capitán pero a más de uno le calle la aboca como lo hice con ese mocoso de Ran al fin y al cabo ¡yo iba a heredar la tropa y el barco! ¡Iban a tener que respetarme! ―el chico hace una pausa para arrastrarse a tomar la licorera y servirse otro trago el cual bebe de un golpe, se tambalea, ruboriza y se sonríe―… ¡Ahhh! Mi capitán, jamás olvidare el sabor que él tenía, le encantaba que me acostara a la inversa de él y lo chupara mientras él me chupaba a mi… como ayer lo hice contigo. Por eso soy tan bueno…

―Entiendo. Consumaban frecuentemente su relación…

El niño habla en voz alta con descaro. Hay algo extraño en el relato de su hermano mayor que parece vanagloriar a aquel hombre que fue su capitán más de lo que en la realidad pudo haber sido. Su hermano luce muy ebrio para darse cuenta de su tono. Pero el mayor por su parte sisea aventando el tokkuri con ira y tomar la licorera para beberse el resto del contenido hasta el fondo.

― ¿Consumar? Yo deseaba tanto que él hubiera sido el primero en tomarme. Había ocasiones en las que yo estaba con él que ya ni siquiera podía controlarme. Yo solo tomaba semejante pedazo de carne que tenía mi capitán y lo conducía hacia mí para meterla a empujones… pero era tan grande para mi pequeño cuerpo de nueve años que jamás pudo entrar. Mi capitán se reía, me hacía gozar de otras maneras hasta quedar satisfecho. Siempre pensé que cuando fuera un poco mayor lograría experimentar eso con él, hundirnos juntos en esa pación, pero… ―avienta la licorera y busco torpemente entre las demás que tenía cerca buscando más licor hasta encontrar más y bebérselo―… ellos tenían que arruinarlo todo. Tenían que quitármelo todo.

―¿Ellos?

―A Esos ingratos de los Daimyou se le olvido que fuimos nosotros los kaizoku los que los ayudamos para expandir sus territorios, los que tratamos de hacer trato con los chinos, para ir contra corea por sus fantasías expansionistas. Pero esos cobardes que se hicieron llamar amos de la guerra prefirieron cerrar las fronteras dejándonos sin trabajo, sin honor y cazarnos como ratas. Tenía nueve cuando el shogun envió a sus hombres tras nosotros. Invadieron la Kaizoku, mataron a muchos y quemaban las casas dentro. Mi capitán junto conmigo y su flota logramos tomar unos barcos y escapar. Pero los hombres del shogun alcanzaron nuestros barcos en medio del mar… comenzamos a pelear contra ellos, solo había gritos, sangre… yo quería quedarme a pelear junto a mi capitán pero… ―Hinageshi comenzó a quebrársele la voz―cuando invadieron nuestro barco mi capitán corrió hacia a mí me tomo del kimono me cargo y me lanzo por la borda tan lejos como pudo… alcance a mirar como uno de ellos atravesaba con su katana el pecho de mi captan antes de que la marea me arrastrara lejos de ese lugar… después de eso naufrague en una costa y una pareja de pescadores se hicieron cargo de mi hasta que me vendieron con la buscona que me trajo hasta aquí…

El chico agacha la cabeza escondiéndola entre sus piernas y su brazo. El había sido un orgulloso kaizoku no iba a dejar verse en ese estado tan lamentable.

―Lo siento mucho…

Suikazura no sabe que más decir.

Hay un silencio largo. El mayor se tira derrotado sobre su futon sintiendo un enorme vacío en el interior. El mejor que nadie sabía que si lo hubieran atrapado en ese entonces por el delito de piratería la condena hubiera sido la decapitación y el ser un niño no lo hubiera exculpado de ello. Su capitán lo había salvado tirándolo por la borda pero ahora tenía el humillante trabajo de complacer a los seres que detesta más que nada en la tierra.

―Los odio… esos hijos de puta de los Daimyou…

Murmura comenzando quedándose dormido.

―Si… yo lo entiendo…

Suikazura agacha la cabeza. El no miente. Desliza lentamente la puerta de la habitación contigua para irse a dormir.

― ¡Hey niño!―Hinageshi le llama apenas consiente―. Ven. Acuéstate aquí ―se rueda en su futon haciendo espacio y palmea―. Si no vienes… no te dejare tocar… mañana…

El niño se levanta de inmediato y va al lado de su hermano. Se acuesta y se queda quieto. Probablemente vallan a hacer lo mismo que ayer. Apretó la tela del futon y se removió un poco. Se siente ansioso de imaginarlo. “No debería” pensó. “debo de dejar de pensar en eso” siente al mayor de repente rodearlo con su brazo por el pecho. Siente calor en su cara y se queda mirando al techo. Si hace eso para poder seguir tocando estará bien. El entiende que siempre hay que dar algo para obtener algo. Su hermana se lo enseño bien.

Sin embargo el mayor no hizo nada. Cuando Suikazura decidió voltear a ver al chico se dio cuenta que este ya estaba dormido. Está muy cercas… apesta a alcohol… si, debe de ser por eso que se siente tan nervioso.

“Debes de ser elegante, ocultar tus emociones y mantener la calma de lo contrario no podrás tocar con dignidad”

 

Suikazura repitiendo esto en su mente una y otra vez hasta quedarse dormido.

Continuara...

Notas finales:

Hinageshi (la Amapola) en el antiguo lenguaje de las flores: Violencia, salvajismo, agresividad.

Sin embargo, contradictoriamente con el pasar del  tiempo su significado cambio: diversión, fertilidad, resurrección, consuelo, sueño eterno. "Estemos juntos lo antes posible"

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Suikazura (la Madreselva) en el lenguaje de las flores: Familia, lazos familiares, amor, traición, perdón, amistad, amor no correspondido.

La madreselva cambia su significado dependiendo de sus colores:

Roja simboliza el amor y la pasión. “abrazo del amante” “sueños apasionados”

Rosa significa la dulzura aunque también simboliza lo que es tierno, lo que es puro. "Estamos hechos el uno para el otro"

Coral significa: rechazó a una propuesta amorosa pero al mismo tiempo querer seguir siendo amigos. “Aprecio tus sentimientos pero solo podemos ser amigos”

Amarilla es traición. El fin de una bonita época, pero por otro lado, también puede reflejar el deseo de pedir perdón.

Azul significa traición familiar y perdón hacia ellos “los errores que hemos cometido y de los que queremos aprender para no caer en ellos”

¿cual creen que es el color de nuestro niño de kimono cafe?

 

Kibo no Hikari: Pueden buscar esta pieza de koto es de mis favoritas junto a Kyo no warabeuta. Les recomiendo la vercion de Kimio Eto si tienen curiosodad de que fue lo que toco Suikazura...

Sin mas hasta la proxima.

 


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