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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Notas del capitulo:

Hola a todos. 

Por fin despues de un tiempo traigo otro capitulo de esta historia. Esperando que pueda entretenerlos y distraerlo un poco de esta dificil situacion que esta pasando en el mundo actual.

Espero que les guste. 

Sin mas por el momento nos veremos en el proximo capitulo.

Capitulo IX

Sus padres solo habían sido el hombre y la mujer con los que vivió durante los primeros años de su vida. Ellos dos solo sabían emborracharse, golpear y coger todo el tiempo en ese esperpento de choza que llamaban casa. Rara vez había comida y todo apestaba a estiércol. Quizás había tenido otros hermanos pero no le sorprendería que estos ya estuvieran muertos o que igual que él a los diez años hayan tomado el camino de la fuga. La vida se volvió solo un poco más dura después de su decisión.

Era un niño fornido a pesar de su esbeltez, de espalda y brazos fuerte una hermosa piel morena, ojos chocolate y una cara que siempre parecía enojada que lo hacía parecer un pequeño Oni con su pelo negro, largo y suelto hasta los hombros todo enmarañado. Y ese kimono maloliente hecho casi jirones cubiertos de lodo evidenciaba que era un niño de la calle uno que para sobrevivir tenía que robar. Ser ladrón no era una vocación que le agradara pero sin duda era bueno en ella. Meterse a hurtadillas a almacenes, quitarle una que otra comida a los restaurantes cuando los comensales estaban distraídos. Jamás había robado dinero eso iba en contra de su orgullo. Tampoco lastimaba a los que eran más débiles que él, a pesar de eso era visto como un paria incluso entre los otros niño de la calle con los que solía solo por conveniencia reunirse de vez en cuando.

El siempre trataba de no pensar en lo que sería de él en el futuro. Sabía que si lo meditaba con cautela sabría que terminaría mal.  Así que solo se limitó a sobrevivir como podía, comer algo bueno y vagabundear por la aldea cercana.

Pero aquel día cometió el terrible error de ayudar a alguien. A una mujer en kimono elegante que se había metido a los barrios bajo sin cuidado.

Algunos niños menores que él la había acorralado y amenazándola con trozos de katana viejas que habían encontrado entre la basura. Tomaron su pequeña bolsa de satín rosado que lucía bastante llena.

Ella tan inútil no hizo nada para evitar el robo de sus pertenencias. El tan tonto se acercó a los otros dos niños y con facilidad desarmarlos y golpearlo en cabeza. En cuanto los dos pequeño ladronzuelos salieron corriendo llorando el tomo la bolsa y con poca delicadeza la lanzo a los pies de esa hermosa mujer joven.

―Ten más cuidado aquí es un sitio muy peligroso.

Fue su advertencia y se retiró. Quizás si hubiera puesto más atención a aquella mujer hubiera notado la sonrisa que se escapó de sus labios.

Tubo que haber tomado como una primera mala señal de lo que sería su destino cuando llego a su guarida y dos chicos mayores lo esperaban para ajustar cuentas. Ellos habían sido quienes habían mandado a los chiquillos a cometer el robo por ellos y no perdonaron el hecho de que les arruinaran tan buen atraco.

El pobre quedo inconsciente de tanto que lo golpearon, tanto que los chicos mayores pensaron que lo habían matado y lo dejaron a orillas del rio más cercano donde se dividía el pueblo en los barrios altos y bajos.

Despertó casi al anochecer, con el estómago vacío y dolor en todas partes. Solo pudo sentarse en la fría yerba lamiéndose las heridas.

―Eres tú el chico que me ayudo este mañana ¿cierto?

Escucho detrás de él. Era la hermosa mujer de kimono elegante que caminaba lentamente hacia el con una especie de sonrisa ansiosa.

― ¿Que quiere? No tome nada de su bolsa. Le dije que debería irse de este lugar es peligroso.

―Valla, valla ¿pero qué paso contigo? ―pareció ignorar sus palabras y se acercó cautelosamente a él.

―Que le importa ―él usa su brazo para limpiarse la sangre que escurre de su nariz.

Ella se sienta a su lado y busca entre su bolsa una hoja verde que al abrir muestra tres bolas de arroz con judías.

― ¿No tienes hambre? Déjame pagarte por lo que hiciste por mí esta tarde.

Dejo la comida en el suelo cerca de él. El niño trago saliva se moría de hambre y en ese momento todo se veía bien. Acepto los alimentos sin medir las consecuencias de esto y comenzó a devorar la comida.

Ella lo miraba atentamente tanto que hacía sentir al niño incomodo:

―Dicen que los niños que viven en este lugar no tiene padre.

― ¿Quién necesita de eso?

Esa respuesta fue suficiente para sonrojar a la mujer y soltar una risita:

― ¿Sabes? Me alegra escucharte decir eso…

Fue lo último que el niño escucho de ella antes de percatarse del sabor extraño de la comida y de repente quedarse dormido.

Cuando despertó lo primero que no noto es que no podía mover el cuerpo por más que se esforzara no respondía. Sus muñecas estaban atadas frente a su cuerpo y sus tobillos igualmente amarrados, no puede hablar ¿y su ropa? ¿Dónde estaba su ropa? Se encontraba desnudo recostado en lo que parecía un futon de seda blanca en una habitación costosa. Cuando recupera la totalidad de su conciencia se da cuenta de que le habían cortado el cabello hasta dejarlo casi rapado. La sensación sobre su cuerpo ¿acaso lo había bañado?

―Valla, valla. ¿Ya despertaste? ―el niño voltea su rostro con demasiado esfuerzo. Como si tuviera un bloque de sementó encima y mira a la mujer de kimono elegante sonreírle mientras termina de exprimir un paño húmedo sobre una tina de agua. Ella continua diciéndole― ¿Sabes? Después de bañarte y arreglarte veo que en verdad eres un niño muy lindo. Tienes ese encanto masculino que es raro encontrar a tu edad. No, no te molestes en tratar de moverte o de hablar la droga que te di es baste fuerte estarás así un buen par de horas. ¿Sabes? no tenías por qué preocuparte por mí por caminar en el barrio bajo de un pueblo. El de las ciudades es mucho peor. Yo se cuidarme sola siempre he tenido que cuidarme sola así como ustedes ―sonríe amplio y con un dejo de locura―. Pero solo en estos lugares se encuentra los niños más perfectos que yo conozco. La verdad es que a mí no me gustan los niños delicados y femeninos como a mis compañeras. Ellas siempre subestiman lo que es tener a un verdadero hombre… o en este caso la materia prima para uno ―ella deja ordenadamente los utensilios de baño y se pone de pie acercándose lentamente al niño mientras desata el obi de su kimono― ¿sabes? ¿Sabes? ―su sonrisa se llena de depravada locura― Se me hace un verdadero desperdicio dejar que solo los clientes hombres tengan permiso de estar con niños tan encantadores como ustedes. También abemos mujeres con este tipo de… necesidad especial ―deja caer su costoso kimono. Quedando en completa desnudes se monta sobre el pequeño niño al que comienza a recorrer con sus manos de arriba hacia abajo. Su sonrisa es tan escalofriante que el niño lleno de temor solo puede respirar agitadamente, su cuerpo se siente extraño no entiende lo que le pasa. Ella toma su rostro con sus afilados dedos y con su oscura mirada cerca de sus rostro continua su discurso―. ¿Sabes? La droga que te di también tiene otro efecto interesante sobre tu cuerpo y por lo que puedo ver bajo tu cintura esta ya está haciendo efecto. ¿Sabes? A las Okaa-san solo les importa que su mercancía no sea mancillada de ese agujero que tienes por atrás pero no les importa lo que le ocurra a la deliciosa y dura parte de adelante. Esa es la parte más divertida de un hombre. ¿Sabes? Tú y yo nos vamos a divertir mucho esta noche y las que siguen y las que siguen….

Jamás olvidara la sonrisa de esa mujer así como la sensación caliente del interior de ella.

Ran despierta sobresaltado después de haber soñado de nuevo con su pasado. Enseguida escucha los gemidos y jadeos en la habitación de alado. Rápidamente toma un par de cojines cercanos y se los coloca en los oídos mientras se tira al piso asiéndose un ovillo. Continúan los jadeos y de pronto un golpe tras otro. Ran solo puede sentir fastidio y mucho coraje queriendo explotarle.

“¡Cállense!  ¡Cállense!”

Piensa encendiéndose más en sí mismo a la par del sonido de un grito ahogado y un fuerte azote. Odia este lugar.

.

Al día siguiente aun hastiado de todo y bastante cansado por la falta de sueño se niega a bajar con Himawari y los demás a hacer los aseos del día. Aun no logra comprender porque ese chico llamado Tsubaki y aquel rarito de Yuri siguen tan ciegamente los que les dice el niño de kimono verde. Aún más importante porque Suikazura teniendo tanto talento va detrás de los demás obedeciendo lo que le dicen. Se queda sentado sin fuerza en el piso de la habitación contigua de Deiji cabeceando por el sueño hasta que el mayor se levanta y lo invita a desayunar. En ningún momento el mayor lo ha presionado o regañado por no obedecerlo dócilmente como sabe que los demás obedecen a sus hermanos mayores. Pero Ran se niega a escuchar, no le cree en absoluto nada de lo que le asegura que es por su bien, mira su sonrisa falsa y como intenta ser amable con el si ningún motivo. Ya ha visto como es el verdadero ser del mayor, si se descuida puede que termine aun peor de lo que ya está encerrado en esa casa de prostitución.

Terminar así por bajar la guarda. Es tan frustrante.

Se niega a bajar a desayunar. Lo que menos quiere en ese momento es escuchar las risas y comentarios de los demás. Burlándose de el por su manera de pensar o por el hecho de que Deiji fuera su hermano mayor. Ya tuvo suficiente de los días que paso amarrado a la piedra del patio como castigo. Los demás son tan insoportables, presuntuosos. Toma un largo suspiro y siente el dolor en sus costillas por la pelea que tuvo ayer con Hinageshi. Jamás pensó que alguien de ese lugar tuviera esa fuerza y las agallas de hacer algo así. Repasa su lengua por el interior de su labio partido y aun siente el sabor metálico de sangre igual que en los viejos tiempos en los que vivía en la calle. Ese chico llamado Hinageshi está seguro que también había sido como el por su manera de reaccionar.

Logra recargarse en la pared para bajarse el kimono y verse los moretones y las quemaduras de la cuerda. Suelta un siseo y el enojo lo consume. Ni en la calle había quedado tan mal, ni tan humillado. Su plan de escapar ya parece lejano. Quizás si pudiera conseguir un disfraz o a alguien que lo ayude en su objetivo de escapar sería factible hacerlo pero no puede confiar en nadie simplemente porque parece que nadie quiere irse de ese lugar. Al menos así lo piensa él.

Está cansado, se coloca de nuevo el kimono y voltea su rostro tratando de distraerse con lo que encuentre en la habitación. Esta se ve tan costosa como aquella en la que aquella mujer de kimono elegante lo tuvo encerrado por una semana hasta que se decidió a venderlo. Se muerde los labios de solo pensar en todo lo que le obligo hacerle. Trata de ponerse de pie pero es inútil cae de nuevo sentado en el suelo cuando escucha por el pasillo.

―Pasa. Pasa, adelante ―era Deiji. Ran no puede evitar ponerse alerta se pregunta si será otro hombre que viene hacer cosas con el afeminado o alguno de los otros chicos que a veces viene a verlo. El mayor sigue hablando―. Hinageshi bebió demasiado anoche ¿verdad? Parecía tener mucha resaca esta mañana. Le he dicho que deje ese mal habito pero es incorregible. No sé cómo puede aguantar tanto el alcohol yo no puedo darme esa clase de permiso.

Ríe tontamente mientras abre la puerta secundaria y entra junto a Suikazura que solo se mantiene callado. Ran de solo mirar al niño de kimono café siente como la respiración se le corta por un segundo. Se sienta derecho tratando de no verse tan patético. Sin embargo los otros dos parecen no prestarle atención.

El mayor sigue hablando:

―Coloque el Koto en este lugar. Es mi habitación secundaria ¿te gusta? Debe de ser un gran cambio a la habitación de Hinageshi ―el mayor se ríe discreto cubriendo su boca con la manga del kimono―. Ese chico trata de recrear su vieja habitación como si de un barco se tratase. Conociéndolo ya debió de haberte contado sobre su tiempo en la Kaizoku cuando estaba ebrio... No es como si fuera un secreto entre los chicos de la casa pero no lo menciones mucho. Es una regla de Okaa-san. No sé si es bueno que te contara sobre eso o  si sería mejor que le preguntaras a Hinageshi… ummm, no estoy seguro.

―Es de mala educación hablar de otras personas.

Se limita a contestar Suikazura seriamente con la cabeza agachada. En ese poco tiempo que lleva acompañando al chico de kimono aguamarina se da cuenta que este disfruta mucho de hablar y eso es algo incómodo e irritante para el que aprecia el silencio.

―si. Supongo que tienes razón ―sonríe el mayor y da una ligera palmada con la punta de sus dedos todo contento―. Bueno como iba diciéndote.  Aquí estará bien para que toques. No te preocupes di instrucciones específicas a las sirvientas de que no recibiría clientes en la mañana. Para que puedas practicar tranquilamente.

―Le agradezco…

―No tienes que ser tan formal conmigo. Me gustaría que nos lleváramos bien ―el mayor le sonríe.

Ran por su lado hace una mueca. Ese afeminado trata de ganarse la confianza del niño de kimono café y eso no le agrada en lo más mínimo.

Suikazura sin embargo toma un segundo antes de pedirle al mayor lo menos estoico que puede:

―Quisiera… si no es una molestia… quisiera escucharlo tocar antes de cualquier cosa.

― ¡Por supuesto! ―el mayor se muestra animoso―será un honor que alguien como tú me escuchara tocar.

Ran quisiera entender a qué es lo que se refiere el mayor cada vez que le dice eso a Suikazura. Que alguien que es mucho mayor que él muestre algo parecido a respeto a alguien más pequeño es tan raro.

El mayor esta por ir a la habitación cuando da un saltito pequeño y junta las manos cerca de su pecho. Lo había recordado.

Ran repentinamente vio al mayor acercarse a él sorprendiéndose ¿ahora qué era lo que quería de él? ¿Que se fuera? Seguramente le dirá que estorba en ese lugar para que ellos hagan sus cosas o algo así. Pero el mayor se agacho a su altura y saco de su kimono un pañuelo de seda verde que parece contener algo adentro.

―Logre sacar esto del desayuno de hoy. No es mucho pero es mejor que nada. Si no comes algo te enfermaras. Solo no le digan a nadie que saque un poco de comida a escondidas quieren ―guiña un ojo y coloca su dedo sobre sus labios inclusive se gira hacia Suikazura para darle a entender que era cómplice de esta pequeña falta a las reglas de la casa. Deja el pequeño paquete de comida cerca de Ran y le dice a su hermano menor ―me gustaría que te quedaras a escucharme tocar― se levanta para ir por su shamisen a la habitación contigua.

Ran y Suikazura se quedan solo en la habitación mirándose y se siente el ambiente pesado. Ninguno dice nada los pocos minutos que tarda el mayor en ir y venir. Al entrar Deiji en la habitación de nuevo nota el ambiente y pregunta ingenuo.

― ¿Pasa algo malo?

―No ―Suikazura solo le da la espalda a Ran y se va a sentar detrás del Koto.

El niño de kimono amarillo igualmente voltea su rostro mientras truena la boca. ¿Es que acaso se cree mejor que él y por eso no le dirige la palabra?

Deiji no le pone más atención de la necesaria. En su lugar sonríe dulce por el repentino deja vu con un hecho de su pasado que incluye a Hinageshi en el. Camina hasta el centro de la habitación. Se acomoda el kimono y se sienta para comenzar a afinar el instrumento en sus manos.

El shamisen provine de china, entró a Japón en el siglo XV por las islas Ryukyu en Okinawa volviéndose un instrumento muy popular rápidamente. El shamisen es similar a un laúd de tres cuerdas de seda, se toca con un plectro llamado bachi con el cual se rascan o golpean las cuerdas. El plectro normalmente se usa en la mano derecha mientras que los tonos se hacen sosteniendo las cuerdas con la mano izquierda. El tamborcillo del mismo esta forrado de piel de gato o perro. Y dependiendo del estilo que se toque el tamaño y el sonido puede variar. El de tipo Hosozao para tocar nagauta, de ahí que popularmente reciba el nombre de nagauta shamisen. Es el más pequeño y de cuello más delgado. Este es el que toca Deiji. La habilidad del shamisen para crear gran variedad de tonos es su característica más peculiar.

El chico se prepara, su postura cambia por completo sentándose completamente recto apoya el tambor del instrumento contra su costado derecho, toma con seguridad el bachi que apenas parece caber en su mano mientras que con su mano izquierda prepara sus dedos para tocar las cuerdas de seda. Hace una reverencia anuncia la canción.

― Josanno yama.

Tras una pequeña exclamación comienza a tocar lentamente hasta convertirlo en tonos graves.

Ran por su parte observa al mayor. A comparación de la melodía que escucho de parte de Suikazura la de su hermano mayor es menos atractiva. Se escucha más lenta y un poco torpe. No logra conmoverlo tanto como la interpretación del niño de kimono café. Aun que le parece curioso el hecho de que el afeminado pueda hacer algo más que jadear y abrir las piernas. Aun así, no se compara con Suikazura.

Deiji termina de tocar tras una pequeña reverencia. Espera ansioso el comentario de Suikazura pero este no dice nada. El mayor se adelanta apenado:

―Como vez mi manera de tocar es más…

― ¿Vulgar? …No. Disculpe no quise decirlo así.

―No. Está bien… ―Deiji se muestra avergonzando deja el instrumento aun lado y juega un poco con las mangas de su kimono―Es cierto. Mi estilo de tocar es menos elegante.

― ¿puedo saber cómo aprendió a tocar?

― ¿Ah? Bueno… la verdad aprendí de mi amo. No… bueno… es que antes… se supone que no deberíamos hablar sobre las cosas que nos pasaron antes de entrar en la casa. Pero Hinageshi ya te conto lo suyo así que… supongo que ya no tiene caso quedarme callado― el mayor juega con sus dedos nerviosos esquivando la mirada se avergonzaba de comentar su origen humilde―.  Crecí como criado en una casa rica. Al joven amo de mi casa le gustaba mucha la música así que siempre estaba rodeado de los mejores músicos que pudieras escuchar. Aprendí a tocar mirando a estas personas siempre que se me obligaba a servir durante los banquetes de mi amo. Incluso a veces tomaba prestado los instrumento de estas personas mientras dormían en el territorio de mi amo o solía improvisar los míos con los desechos del casa… como ves aun que me encanta la música nunca tuve la oportunidad de tener un verdadero maestro que me enseñara. Sin embargo por la manera en la que tocas puedo estar seguro que tu si tienes educación musical formal. Seguramente vienes de una escuela renombrada de Koto.

―No sé si sea renombrada aun ―Suikazura contesta con la cabeza gacha.

―Eres demasiado modesto ¿cierto? ―Deiji parece sonreírle pero no amable era más bien como si estuviera siendo sarcástico con él pasiva-agresivamente―. Aparte de nosotros dos hay otros tres chicos que saben tocar algún instrumento. Pero definitivamente al igual que yo lo aprendieron de otras maneras informales. No te sientas intimidados por ellos definitivamente no tienen tanto talento como tú o yo… de lo contrario no se molestarían tanto conmigo cuando tocamos juntos y no cubro sus errores. Con el talento que tienes es seguro que te volverás de los chicos más cotizados en la casa y que asendereas rápidamente de rango.

―Yo solo quiero tocar. No me importa nada más

―Ten por seguro que tocaras siempre para un público ―el mayor le sonríe―. Por ello si pudieras enseñarme a tocar mejor me asegurare de que siempre tengas un lugar cómodo donde practicar y clientes a los que les interese tu música.

― ¿Cómo podría yo ser el maestro de alguien mucho mayor que yo cuando es obvio que no soy tan bueno tocando aun? ―Suikazura responde rápidamente a la proposición del mayor―. Me falta mucho por mejorar mi música… mi música aun es mediocre.

Ran alza una ceja ante las palabras de Suikazura. ¿Qué no era bueno tocando? ¿Hablaba en serio? Si es mucho mejor que el afeminado de Deiji.

El mayor por su lado solo alza los hombros y los deja caer:

―Cualquier cosa que me enseñes estaría bien. Siento que sería una gran oportunidad de aprender de alguien que realmente tiene conocimiento, estilo y que se toma con seriedad su instrumento. Incluso si solo me dejaras mirar está bien. Como te lo dije, aprendí a tocar los demás instrumentos solo mirando como lo hacía la gente. Si me ayudas yo te ayudare.

Suikazura se queda en silencio un momento “Tienes que entender. Para conseguir algunas cosas tienes que hacer algunas otras que no te gusten” Recuerda las palabras de sus hermana.

―Está bien. Ahora si no le molesta me gustaría practicar.

―Claro. Entiendo. Adelante.

Ran entrecierra los ojos. Sabe que el mayor está manipulando al niño de kimono café y piensa que es injusto. Ahora la percepción que tiene de Deiji es peor que la que ya tenía de él.

Suikazura estoico y sin hacer mucho ruido se coloca las tsumes y se acomoda detrás del Koto. Comienza su práctica, acordes rápidos e improvisados pero que sin embargo se escuchaban en completa en armonía. Deiji miraba de cerca la manera de tocar del menor aun impresionado que a pesar de sus juventud su tonos fueran claros y limpios, sin embargo también puede percibir en las notas del menor ese particular melancolía mezclada con automatización. Si, su música es hermosa pero también es fría como si estuviera encadenada y no pudiera soltar todas sus emociones en las cuerdas.

Por su lado para Ran la situación era diferente. Él que jamás se había considerado feliz no podía evitar que el menor le llamara la atención. Alguien como Suikazura merecería algo mejor que esto.

Al poco tiempo una sirvienta llego a la habitación estando sentada en el suelo dice discretamente por el lado inverso de la puerta corrediza:

―Deiji-Hana. Okaa-san manda a llamarlo a su habitación inmediatamente.

Suikazura deja de tocar de repente. Deiji se levanta de su privilegiado lugar, se acomoda el kimono mientras contesta:

―En un momento voy ―se arregla el cabello y se dirige a Suikazura―. Es seguro que voy a tardar. Puedes quédate aquí hasta que sea la hora del baño. ―se voltea a ver Ran y le dice dulce―. ¿Por qué no has comido? No hay problema enserio. Come no hay problema. Cuida de Suikazura en lo que no estoy. No vallan a pelear, por favor.

Ran solo sisea y le esquiva la mirada. El mayor fuerza una sonrisa y se pregunta si es buena idea dejar a esos dos solos mientras sale de la habitación. Pero no tiene opción, las palabras y órdenes de Okaa-san son ley. Y sin más que poder desear que al regresar la habitación aún se encuentre en orden y en una pieza sale por la puerta en compañía de la sirvienta.

A Suikazura  se le escapa un gran resoplido sin querer. A lo que Ran le dice sin mucho tacto:

―Ese afeminado te está usando.

―Eso es muy obvio ―contesta Suikazura para sorpresa del niño en kimono amarillo. El de largo flequillo sigue ablando―. No me importa así que no te preocupes por mí. Preocúpate por ti mismo. Se nota que lo estás pasando mal.

― ¿Pasandolo mal? Claro que no. He estado peor ―miente―. Dime, es que a ti no te molesta.

― ¿Qué cosa?

―Que te vallan a usar de esa manera para obtener dinero. Que un montón de hombres te vallan a tratar como si fueras una chica. Todos esos chicos allá afuera no son más que putas que abren las piernas cada noche para conseguir algo que comer. Ese es el peor trabajo que hay ¿no lo crees?

Suikazura alza la cabeza provocando que uno de los costados de su flequillo se abra mostrando la seriedad en sus ojos color caoba.

―Supongo entonces que ser ladrón era una mejor manera de vivir.

―Como… ¿Cómo supiste? ¡¿Te crees muy listo, no?!

― ¿Qué quieres decir con eso? ―Suikazura se muestra enojado. Algo en el comentario de Ran lo había descolocado de su actitud seria.

―Yo también me doy cuenta de cosas. No soy idiota. ¿Crees que eres el primero que me mira de esa manera? Como si valiera menos por la manera en la que sobrevivía.

―Si hablas de sobrevivir por que no te comes la comida que Deiji dejo para ti. Si es cierto que sabes cómo es sobrevivir sabes mejor que nadie lo que es que cuando hay comida debes tomarla ¿no?

―Un chico elegante como tú no sabe nada de lo que es estar en la calle. Apuesto que siempre tuviste sirvientes y demás que hicieran cosas por ti mientras tu solo te dedicabas a tocar esa cosa.

Señala el Koto sin saber porque está provocando al menor. En realidad eso no es lo que quería hablar con él pero la plática se desvió por completo de que había planeado. La verdad tampoco había esperaba que sus incitaciones funcionaran en el niño de kimono café pero se equivocó. Cuando se percató de la situación en la que estaba no podía creérselo. Suikazura lo tenía bien agarrado del cuello del kimono y le metía a la fuerza por la boca el paquete del arroz grumoso que le había llevado Deiji para desayunar. Podía ver un fuego en sus ojos que solo había visto en los chicos mayores que habían sobrevivido por más tiempo en los barrios bajo mientras le decía seco e insensible:

― ¡Comételo! ¡Que te lo comas! Deiji trabaja muy duro todas las noches para ganarse su comida y la tuya también. ¿Crees que los chicos de aquí hacen lo que hacen porque quieren o algo parecido? Ellos también sobreviven con lo que pueden. Un trabajo es un trabajo y eso es mejor que estar robando. Si no le vas a dar las gracias al chico que se arriesga por ti.  Lo menos que puedes hacer es comer lo que te está ofreciendo con su sacrificio. ¿Es que acaso eres tonto y mal agradecido? ¡Qué te lo comas! ¡Comételo!

Y mete otra porción de arroz a la fuerza en su boca.

Ran no lo escupe se lo traga como puede sin ahogarse, después de todo si tenía hambre por no haber comido nada en todo ese tiempo. Apenas pasar el bocado le contesta a Suikazura enojado:

― ¿Sacrificio? Estas exagerando.

Y otro bocado mas es metido en su boca a la fuerza mientras es visto con desprecio.

― ¡Si es un sacrifico! ¡A ella no le gusta hacer esas cosas! ¡¿No lo entiendes?! ¡¿Onee-san lo está haciendo por ti?!

― ¿O-Onee-san? ¿De que estas hablando?

Pregunta Ran confundido. Suikazura lo suelta de repente. Se da cuenta de la manera en la que está actuando y se siente horrorizado, se da la vuelta y se tapa la boca con una mano. Había dejado que sus emociones se desbordaran. Se repite de nuevo su mantra mientras trata de tranquilizarte “Debes de ser elegante, ocultar tus emociones y mantener la calma de lo contrario no podrás tocar con dignidad” “Debes de ser elegante, ocultar tus emociones y mantener la calma de lo contrario no podrás tocar con dignidad”

― ¿O-oye estas bien? ―Ran pone su mano en el hombro del otro haciendo que voltee. Puede verlo preocupado y no entiende porque. No pensó que ese chico tan bajito fuera tan intimidante y de repente luciera tan indefenso.

―Lo lamento mucho.

Se disculpa Suikazura de inmediato y se aleja de Ran dejando a este aun con la mano en el aire.

― ¿Ah? No. Digo…  ―el mayor no sabe que decir con exactitud. Suspira y piensa en cómo están las cosas. En su vida la única ley que él conoce es la del mas fuerte y aun que le costara admitirlo el más fuerte en ese momento era Suikazura. No solo porque había logrado impresionarlo con su repentino arranque de fuerza si no porque ya lo había conquistado con su talento―. Está bien― dice en voz alta dándose por vencido―. Yo lo único que entiendo es que el más fuerte es el que lidera el grupo… tu eres mucho más fuerte que yo. Si quieres que coma lo que ese afeminado me dé lo are. Y si quieres que te ayude en algo también lo are. Eso es suficiente ¿no? Al menos por el momento.

Suikazura agacha la cabeza ocultando su mirada de nuevo en su largo flequillo:

―Haz lo que quieras.

Ran no fue capaz de darse cuenta de la sonrisa en ese momento que tenía en su rostro al escuchar esas palabras.

.

Los días pasaron. Los planes de Ran de escapar se fueron olvidando ahora comenzaba a hacer lo aseos de la casa acompañado siempre de Suikazura. Nunca se alejaba de él pues como se imaginaba en cuanto los demás chicos se enteraron del talento del niño de kimono café comenzaron a molestarlo. Termino más de una vez golpeado por desafiar a los mayores. Pero a él no le importaba mucho se sentía en el extraño deber de proteger ese talento en especial cuando escuchaba tocar a Suikazura todas las tardes. Cuando lo oía podía ver dentro de su cabeza tantas cosas. Un día soleado donde las cigarras lloran, un arcoíris después de un día lluvioso, un campo de flores de muchos colores. Podía escucharlo por horas y horas.

En cuanto a su relación con su nuevo hermano mayor esta no había mejorado mucho si bien ya no le gritaba con ferocidad seguía sin hacerle mucho caso a los pedidos del mayor. No encuentra la manera de que cada vez que lo mire no sienta mucha molestia. Esa sonrisa que le muestra le da tanto escalofrió como la de aquella mujer en kimono elegante.

Esa tarde escucho la práctica de Suikazura con mucha atención. Hasta ese momento solo había visto a Deiji sentarse cerca del niño de kimono café y observarlo atentamente. No ha puesto las manos sobre un Koto en ningún momento y lo más que ha visto reclamarle al niño es volver a repetir los acordes una vez y otra vez.

Cuando la práctica termino Deiji le pregunto al niño de largo flequillo:

―Me gustó mucho. Aún sigo encontrando fascinante la manera en la que puedes tocar tan rápido. ¿Ya sabes que dentro de un mes tendrán su presentación oficial?

―Si. Hinageshi me dijo.

― ¿Qué piensas tocar?

Suikazura agacha la mirada y como si le avergonzara la respuesta contesto bajo y lentamente:

―… Rokudan no shirabe.

― ¡Heee! ―Deiji no puede evitar sobresaltarse y sonrojarse de la emoción―. ¿Estás hablando enserio? En verdad piensas a lo grande.

―Ummm… tuve la oportunidad de escucharla una vez cuando aún estaba afuera… le pedí a Hinageshi que me consiguiera la partitura y dijo que no habría problema.

―Estoy ansioso por escuchar eso.

Ran no sabe de qué están hablando pero por las expresiones del afeminado sabe que debe de tratarse de algo impresionante. Tiene curiosidad de escuchar esa tal Rokudan no shirabe.

Deiji se rio recatadamente cubriendo su boca con la manga de su kimono:

―Me sorprende que Hinageshi te haya dicho eso. Por lo general me hubiera dejado todo ese trabajo a mí.

― ¡Hey! Yo también me preocupo por mi hermanito ―Repentinamente Hinageshi entra a la habitación nada discreto. Se recarga en la puerta corrediza y dice molesto con un rollo de pergamino en la mano―.  Tampoco es como si me gustara deberle cosas a la gente. Lo sabes, yo también tengo mi manera de conseguir las cosas. Ten, es la partitura.

―Lo sé. Lo sé ―Deiji sonríe y toma el rollo en sus manos―. Solo me sorprende que mi adorable Hermanito menor se haya vuelto tan buen hermano mayor. Eso es todo.

― ¡¿Cómo que hermanito?! ―Ran dice sorprendido viendo a los mayores, una y otra vez de un lado al otro ―Pero este es más grande…

Dice al final señalando a Hinageshi que solo sisea se cruza de brazos y dice molesto:

―Pues sí. Es así soy más grande y qué.

―Lo que ocurre es que Hinageshi llego después que yo a la casa ―explica Deiji mientras se acerca de nuevo al niño de kimono café―. Ambos tuvimos el mismo hermano mayor durante nuestro periodo de Autobureiku pero yo ya estaba avanzado y subí de rango primero. Así que aun que Hinageshi sea mayor que yo en cuestión de rango yo soy su superior. Siempre será mi preciado hermanito menor.

―Odio que digas que soy tu hermanito menor. ―Hinageshi tuerce la boca mientras voltea el rostro hacia otro lado. Cuando eran más pequeños Deiji no paraba de tratarlo y decirle a todo el mundo que era hermanito―. Terminemos con eso. También ya es hora del baño y vine por el niño.

―En ese caso vamos todos. Tú también Ran.

Ran le mira de mala manera.

Deiji fuerza una sonrisa al ver que ambos morenos están muy molestos con él.

―Pueden adelantarse. Quiero dejar en orden las cosas antes de ir ―Suikazura inclina la cabeza al mismo tiempo que toma el rollo de las manos de Deiji.

― ¿Heee? Si. Si ―Ran interviene―. Yo lo voy a ayudar, así que váyanse ustedes dos.

Los mayores se miran entre ellos. Hinageshi sonríe con malicia mientras Deiji oculta la suya tras la manga de su kimono. Ran no puede evitar ruborizarse, siente que se están burlando de el por ser demasiado obvio al quiere quedarse aunque sea un ratito a solas con Suikazura que parece no notar sus intenciones.

―Me adelanto.

Hinageshi es el primero en marcharse.

―No se tarden mucho.

Deiji le sigue cerrando la puerta de la habitación lentamente y mirándolos fijamente como si esperara ver algo más.

―Si quieres vete tú también los alcanzare enseguida.

Suikazura se quita lentamente las tsumes de sus dedos y comienza a moverlos para desentumirlos.

―No importa… ―Ran contesta poniéndose de pie pero tratando de hacer tiempo así menciona―. Bueno eso no lo esperaba que el salvaje fuera el hermanito del afeminado y todo eso…. ―Suikazura no le contesta sigue ordenando el Koto, limpiándolo. Ran continua―. ¿Crees que Deiji en verdad este aprendiendo algo de ti? Es decir lo único que hace es quedarse sentado mirando de cercas como tocas.

―Una vez escuche que hay personas que son capases de aprender hacer algo con solo mirarlo como si lo estuvieran copiando. Quizás Deiji es así. Eso explicaría mucho.

― ¿Enserio hay personas así? ―Ran se sorprende hay muchas cosas que Suikazura le dice que suelen sorprenderlo por su amplio conocimiento comparación de él que es un ignorante de todo. Se avergüenza un poco no le gusta escucharse más tonto que los demás. Cambia el tema otra vez―… y esa <<Rakudan no shirube>> que dices ¿Cómo es? ¿Suena bien?

―Es Rokudan no shirabe y sí. Es una pieza excepcional. La persona que la creo lo hizo de tal manera que terminas tocando todos los acordes del Koto. La melodía al estar hecha en seis columnas donde hay exactamente cincuenta y dos tiempos en cada columna, a excepción de la primera fila, que tiene cuatro tiempos más. Cada columna comienza primero lentamente, y luego se vuelve más y más rápido, pero se ralentiza al tempo original al final. Por eso el nombre Rokudan no Shirabe (melodía de seis columnas) Sera todo un reto tocarla. ―Ran se queda en silencio, confundido, con un gran símbolo de interrogación sobre su cabeza. No entiende nada de lo que dijo el menor. Suikazura al notarlo desenrolla el pergamino y le muestra la partitura―. ¿Lo vez ahora? ―Pregunta pero Ran luce aún más confundido.  El niño de amarillo solo ve un montón de simbolitos uno tras otro dentro de cuatros repitiéndose una y otra vez. Suikazura suspira ― Es cierto supongo que no sabes leer.  Mucho menos contar.

― ¿Contar?

―Así es. Las partituras de Koto están escritas con números. Si no sabes contar no puedes leer la partitura.

Ran infla las mejillas se siente aún más idiota. Efectivamente él no sabía leer, escribir mucho menos contar. Cuando era ladrón solo era necesario saber que más es más.

―Ran… ―Suikazura toma su tiempo en comentar―. Si aprendes a leer y a contar… ¿no te gustaría que te enseñara a tocar?

― ¿He? ¿He? ¡¿Heee?! ¿Seguro? Es decir… yo sé que no tengo talento para nada de esas cosas…

―Solo era una propuesta. A mí tampoco me gusta deberle nada a nadie. Sería la manera en la que te pagaría por ayudarme a hacer los aseos y también porque te han golpeado por mi culpa.

―No seas tonto. Ellos se lo buscaron primero… ¿enserio, no sería malo… qué me enseñaras?

―No lo es.

Hay silencio en la habitación. Ran no sabe que decir ante esta nueva situación. Suikazura pone en orden todo. Y se pone de pie listo para marcharse de la habitación.

―Me adelanto.

― ¡Ah! Si…

Y sale de la habitación tranquilamente a comparación de Ran que no podía evitar el extraño palpitar acelerado de su corazón.

.  

Entonces ocurrió el incidente del aseo en el baño…

― ¿Cuál juego? Dejen de ser tan mojigatos ―Espeto Himawari―.  A estas alturas ya debieron de haber tenido su primera práctica amorosa con sus Onii-san.  Así que esa actitud ya no les queda.

― ¿Ah? ―Ran tuerce la cara fastidiado― ¿Quién iba a dejarse hacer eso tan fácilmente?

Tsubaki ruboriza inmediatamente agachando la cabeza… y no fue el único. Suikazura de igual manera agacha la cabeza, afloja el agarre de su mano y se oculta en su largo flequillo.

― ¡O-oye! ¿Enserio? ―Ran al percatarse se sorprende.

― ¡Vámonos ya! ―el de kimono café lo jala de la muñeca y lo obliga a salir de ese lugar.

Caminan tan rápido que el mayor siente que en cualquier momento se caerá. Abecés mira a Suikazura avergonzarse o tener repentinos cambios de humor por los que luego solía sentirse mal era como si siempre tratara de parecer más adulto de lo que es.  Pero esta vez parece muy alterado probablemente había cruzado la raya  sin darse cuenta.

―Suika… espera me vas a tirar… despacio…

El niño de kimono café no contestas en su lugar lo aprieta más de la muñeca y acelera el paso. Entran en la habitación de Deiji. El de kimono café prácticamente avienta a Ran adentro mientras el cerraba la puerta a sus espaldas fuertemente. Dijo rápido y evidentemente avergonzado. Si su flequillo no fuera tan largo incluso se vería lo ruborizado que se encontraba:

―Yo... yo… si no hacia eso Hinageshi no me dejaría tocar el Koto. Si no puedo tocar ¿que… que se supone que haga?

―Vamos cálmate.

―Piensas que es repugnante ¿no es verdad?

Pero Suikazura no se tranquiliza al contrario luce más nervioso. Se siente culpable por que al contrario de Ran, él no se había negado a los acercamientos de su hermano mayor. En su lugar lo esperaba cada noche sus abrazos, sus toques, el poder perder su voluntad a la lujuria de Hinageshi. Podía aparentar que no era así pero la caja donde encerraba todos sus sentimientos lograba ser sacudida por el mayor. Como si hubiera roto una de las cuerdas que la ataba y todas las demás estuvieran listas para deshilacharse.

―Vamos cálmate. Yo no creo eso

―Tu siempre estás diciendo que es asqueroso y raro. Que no te dejarías que te lo hieran. Solo dices eso para no hacerme sentir miserable.

― ¡Claro que no! ¡Yo no miento! Además…. ―Ran duda en decirlo en voz alta pues es algo que no le gusta recordar y porque al final no quiere que Suikazura piense que él es el repugnante. Sin embargo al ver la situación decide confesarle―. Yo también he hecho esas cosas… no con el afeminado… pero…

― ¿Entonces?

―Fue… con la mujer que me trajo… hicimos todo… hasta el final… por eso no me gustan las mujeres… son asquerosas, sucias y tramposas…

El niño de kimono café se quedó quieto. Parecía que se había calmado:

―Pero no te gusto ¿verdad?

―Pues… no sé… si sentí algo… pero no sé si fue agradable o no… ―Ran se ruboriza y contesta con dificultad esquivando la mirada, su cara esta tan roja.

― ¿Entonces…?

―Entonces no tiene nada de malo… yo entiendo… Eso es más raro ¿no? Que no me gusten las mujeres ¿no?

―No. No sé…

Le contesto Suikazura comenzando a relajarse.

―Pues yo tampoco sé, pero si te sientes incomodo con eso. Puedo ayudarte… en lo que sea… solo pídemelo…

Ran en realidad no sabía la magnitud de lo que estaba ofreciendo hasta después de un par de días cuando se daría cuenta de ello.

Para ese momento Suikazura comenzaba a practicar Rokudan y como él había predicho era un verdadero reto. Solía equivocarse mucho en cuanto la melodía comenzaba a acelerarse. Estaba frustrado pero no por la partitura eso no le preocupaba. Si no la manera en la que se estaban desarrollando las cosas a su alrededor. Para empezar él jamás pensó en tener amigos, le habían enseñado que tener ese tipo de lazo o cual quiere tipo de sentimiento era un inconveniente para la música. Jamás hubiera esperado que el mayor de los niños que habían llegado con él a esa casa y que había declarado su fuga casi de inmediato se hubiera vuelto tan cercano a él. Aun no logra entender por qué se arriesga tanto, porque hace las cosas por él, porque se pelea por él, porque le confía muchas cosas que cualquiera podría utilizar en su contra en cualquier momento. No es como si él fuera a hacerlo, eso era completamente reprobable para él. Pero lo que en un principio pensó que era fastidio, una carga, ahora le parecía bueno se sentía tranquilo al escucharlo llamarlo Suika y ver su sonrisa. El escucharlo hablar no le pesaba tanto como las palabrerías de las demás. Esa extraña inocencia picarona y vulgar que posea le divertía, su compañía cuando practicaba era lo mejor de ella ya que era sincera porque disfrutaba escucharlo tocar. Quizás fue por eso que se ofreció a enseñarle a tocar. Un pago para tratar de compensar todo aquello sabiendo que él no hacía nada a cambio.

Por el otro lado estaba Hinageshi el cual no imaginaba que apoyaría, alagara y alentara su talento tanto. Aun que se riera de su forma de ser tranquila, aunque lo regañara por ser tan serio y juzgarlo como “el joven amo de una casa rica” como solía decirle a él. Hasta el momento no había conocido a alguien que pudiera agitar tanto su corazón, está seguro que no es porque le guste el chico si no que le gustaba hacer con él aquello que llamaban “practica amorosa” se había pasado demasiado tiempo reprimiéndose que ahora que puede experimentar eso que tanto le habían prohibido ver era demasiado para él. El recuerdo de lo que hizo la noche anterior con el moreno hace que se ruborice, siente un escalofrió por la columna vertebral y un calor por debajo de la cintura.

Termina resonando las cuerdas del Koto de manera espantosa y descoordinada.

― ¿Estas distraído?  Te volviste a equivocar. Esa <<Rakodan no shirashi>> en verdad es muy difícil.

Ran le dice curioso. Estaba sentado en el piso de la habitación muy cercas de Suikazura. El lugar privilegiado que siempre tenía Deiji en las prácticas. Sin embargo ese día Deiji y los demás Hana tuvieron una plática con Okaa-san la cual resultaba después de que Nadeshiko y Yuri hieran un gran alboroto el día anterior. Por lo mismo el mayor estaría afuera toda la tarde hasta la hora del baño, así Ran tomo ventaja de esto para estar más cerca del niño del kimono café.

―Es Rokudan no shirabe ―corrige Suikazura tratando de calmarse cambia el tema―. No me has contestado lo que te pregunte en aquella ocasión.

― ¿Ah? ¿Eso? ―Ran se sobresalta en su lugar y se ríe tontamente mientras llevaba su mano tras la cabeza y le responde un poco esquivo―. Apenas me lo preguntaste hace dos días. Aun no lo termino de pensar. No estoy seguro de que sea buena idea.

― ¿Por qué no? Ven, sienta aquí ―llamo Suikazura haciéndose a un lado dándole espacio para que el otro se sienta―. Ven, ahora que Deiji no esta es buena oportunidad. Yo mismo juzgare si tiene talento para esto.

―Pero…

―Ya escuchaste a Deiji que no pare de decir que ser juzgado por alguien con mi talento es un gran honor.

Ran ve de nuevo la mirada desafiante de Suikazura por una abertura de su fleco. Y sabe que si no lo obedece lo obligara de nuevo como cuando lo hizo con las bolas de arroz. El mayor suspira derrotado se levanta y se pone en el lugar que le hizo el otro a su lado. En seguida Suikazura se quita las tsumes, toma la mano derecha del otro y comienza a colocárselas en los dedos. Ran se tensa de inmediato al sentir la calidez de las manos del otro, algo que no duro mucho ya que casi de inmediato se percata de la dureza en los dedos del menor involuntaria mente con su mano contraria toma a Suikazura de la muñeca y observa los callos en la manos del niño. Sus dedos se ven tan duros y se pregunta por cuanto tiempo es que Suikazura ha estado tocando el Koto.

― ¿Qué ocurre? Mis manos son feas.

―N-no ―Ran lo suelta de inmediato y se ruboriza avergonzado―. No quise que pareciera eso…

―Bueno eso es porque he practicado mucho. Cuando tocas las cuerdas constantemente a tus dedos le salen callos y se punen duros.

―Y-ya veo... ¿S-son suficiente con las tres de esas cosas que me pusiste en los dedos?

―Sí, ya que usaras tus demás dedos para el resto. Pon tus manos sobre el Koto pero no vayas a tocar las cuerdas ―indica Suikazura despacio.

Ran obedece coloca las manos por encima y sus nervios de van hasta el cielo. Tiene miedo de equivocarse terriblemente y terminar rompiendo las cuerdas, se ven tan delgadas ¿Qué pasa si no es la mejor idea y termina haciendo el ridículo? Mientras el mayor se atormentaba en sus pensamientos Suikazura se coloca a su espalda y con cuidado desliza sus brazos por encima de los de Ran. El mayor al notarlos se estremece, las manos de Suika son más pequeñas que las suyas son cálidas. Su mente se queda en blanco.

―Te daré una explicación simple sobre el Koto. Como vez tiene trece cuerdas cuando se toca hay puentes móviles debajo de estas las que se pueden  ajustar a los sonidos necesarios para cada pieza. Relájate como es tu primera vez yo te iré guiando.

Escucha la voz de Suikazura a su oído y enseguida se ruboriza y siente un temblor por todo el cuerpo pero es diferente al de hace un momento, es un que le gusta se siente ligero y con extraño sentir en el estómago.

Toca un par de acordes guiados por el menor. Despacio, torpe pero se escucha bien. No puede creer que el allá logrado sacar ese sonido tan bello.

―Eso fue…

Estaba a punto de hablar pero al hacerlo gira sus rostro hacia atrás encontrándose directamente con el de Suikazura esta tan cercas que puede ver claramente sus ojos color caoba y es como si viera un enorme secreto.  

― ¡Lo siento! ¡No quise….!

Ran se separa rápidamente del menor alejándose de este, quitándose las tsume de los dedos rápidos y dejándolos a un lado nervioso. Ambos quedan mirándose frente.

― ¿Qué ocurre?

―Nada.

― ¿Nada? ¿Entonces?

Ran no entiende porque se siente de esa manera tan rara, su corazón no para de latir rápido. Esta confundido y solo atina a preguntar desmañado:

―Dime… ¿Has tocado durante mucho tiempo? 

El menor se acomodó su largo flequillo y contesto en voz baja:

―Si. Como le dije a Deiji desde siempre.

― ¿Siempre? 

―Si. Desde que puedo recordar. Probablemente incluso antes de que pudiera caminar ya me habían puesto frente a un Koto.

― ¿Te gusta tocar? Q-quiero decir… todos siempre dicen que tienes mucho talento y eso, pero a ti ¿te gusta tocar?

―Si. Me gusta mucho. Cuando estoy frente al Koto siento que puedo ser yo…

― ¿He? Eso es asombroso. Pero entonces ¿Por qué siempre te contienes?

― ¿Qué?

―No me lo tomes a mal ―el niño de kimono amarillo agita las manos rápidamente― cuando te escucho tocar es como si pudiera ver cosas en mi cabeza. Cosas muy bonitas a las que jamás pensé ponerles atención, pero siempre hay algo aquí ―junta sus manos en el pecho―. Aquí siento un tipo de dolor. Pero es diferente a cuando te golpean es algo que me estruja por dentro…

― ¿Te hago sentir eso?

―Pero yo qué sé de música. Por eso no te lo tomes a mal. Yo creo que es genial que toques como quieras.

―Ya veo ―Suika puedo notarlo, aunque Ran no tenga mucho noción musical sabe que tiene afinidad para ella. Sabe apreciarla sin saber que la aprecia―. Sebes, a mí me criaron en una mansión a las afueras Shimmachi. Me inculcaron que no debía mostrar mis sentimientos a los demás. Me enseñaron a ser elegante, ocultar mis emociones y mantener la calma. He sido parte del mundo del Koto prácticamente desde que nací. Pero cuando toco solo es para los adultos. Por lo mismo no soy la clase de niño que se pueda llevar bien con los demás, por eso tocar el Koto me da esa sensación de bienestar cuando a la gente le gusta lo que toco. El sonido del Koto no miente y siempre dicen como es alguien en realidad. Por eso sé que tengo algo mal, sé que soy repugnante porque siempre estoy pensando en el cuerpo desnudo de lo demás. Queriendo verlo,  queriendo tocarlo, siempre quise hacerlo  desde que era pequeño. Pero me reprimí.  Suprimí todos mis deseos pero desde que llegue aquí y Hinageshi comenzó a tocarme ¡Ya no puedo más! ¡Quiero seguir tocándolo! ¡Quiero que él me toque! ―confiesa el pequeño niño de kimono café y solo mira a Ran quedarse boquiabierto. Agrega tembloroso―. Tengo que seguir siendo elegante, ocultar mis emociones y mantener la calma de lo contrario ya no seré capaz de tocar con dignidad. Cuando no puedo ser de esa manera mi música suele ser mediocre. Creo que te puedes darte cuenta de eso ahora ―Suikazura mira sus manos fijamente. Cada una de esos callos no significan nada para él si no es capaz de hacer un sonido hermoso ―. Tocar es todo lo que soy. Si no soy capaz de tocar de manera digna ¿entonces que me queda?

―Entonces… ¿no has tocado bien porque Hinageshi te ha estado tocando a ti?

Pregunta ingenuamente Ran aun trata de procesar el secreto que le acaba de contar el menor y no sabe qué hacer. Pero definitivamente no piensa que Suikazura es repugnante.

―Si fuera así de sencillo… en realidad él no me ha tocado desde hace varias noches. Últimamente se ha emborrachado más de lo normal y se queda dormido antes de que pueda hacer algo.

Contesta Suikazura con demasiada normalidad y sin embargo se siente decaído cada palabra le pasa más y es como un clavo en el ataúd de su confesión.

Ran puede notar la frustración en las palabras del menor. Si el tuviera alguna clase de talento bueno como el que tiene Suikazura y no pudiera enseñárselo a los demás también se sentiría de esa manera.

―Sé que soy tan repugnante.

― ¡No! ¡No lo eres! Yo… yo no entiendo bien las cosas pero si no puedes tocar por algo así… entonces…. Entonces si hay algo en lo que yo pudiera ayudarte. Cualquier cosas para que no te sintieras así. Sabes que lo aria por ti.

Hay silencio en la habitación. Ran espera unas palabras de Suika, quizás un “No seas idiota” o algo así. Pero en su lugar repentinamente ve a Suikazura acercarse a él lo toma  del rostro con ambas manos y sin decir palabra procede a besarlo. Un beso fuerte, torpe.

Se separan lentamente.

― ¿Me ayudarías de cualquier forma? Aunque sea algo malo. Algo que quizás acabe haciendo que me odies.

Pregunta Suikazura sin soltarlo.

Ran queda paralizado un momento jamás espero que el menor hiciera eso. Su corazón está latiendo acelerado y sabe que su cara esta roja por lo calienta que esta. Se toma un momento y lentamente despeja la mirada de Suikazura apartando por completo su flequillo. Sus ojos color caoba reflejan suplica y necesidad.

―Lo que sea. Yo aria lo que sea para ayudarte.

Y como esas palabras sellaron su contrato. Uno que sería más pesado de llevar para uno de los dos niños…

Cuando Ran se dio cuenta él y Suikazura estaban sentados en el piso en una esquina de la habitación, se había acomodado de tal manera recargado en el muro con las piernas abiertas y el menor sobre su regazo mirándose de frente. Suikazura había conseguido dejar mal abierto el kimono de ambos sus hombros, pechos, vientres y piernas quedaban expuestos. Suikazura lo besaba fuerte e impetuosamente lame los labios y trata de meter la lengua dentro de su boca pero Ran esta tan sorprendido por el repentino cambio del menor que no sabe cómo moverse parecía que Suika habían perdido el sentido del pudor.

Se separan un instante.

Ran toma una gran bocanada de aire mientras sus mejillas se sonrojaban, por su lado Suikazura suelta un gemido desliza sus manos ansiosamente por el pecho del otro. La piel de Ran es de un hermoso moreno bronceado más clara que el de Hinageshi a pesar de eso el menor lo encuentra fascinante y atractivo ve lo fuerte que es a comparación de su cuerpo delicado y blanco. Suspira con ensoñación y se le escapa una sonrisa de excitación.  Se aventura y besa directo en el cuello del mayor haciendo que este suelte un fuerte gemido.

―Suika… me duele… me chupas muy fuerte.

Suplica el mayor al sentir descontrolarse su cuerpo. Ese calor es diferente a cuando estaba con aquella mujer de kimono elegante, el que le provocaba Suikazura era intoxican te, deseable, mejor; turbadoras emociones provocadas por los goces que se ofrecían.

Suikazura no dice nada solo se limita a actuar a lo que sus deseos le mandan buscando saciarse para deshacerse de todo ese calor contenido. Ve al mayor estremecerse de emoción, el ya siendo víctima del mismo temblor. Bajo su mano hasta  por debajo de la cintura del mayor y roso el bulto que se veía debajo de su fundoshi y que tanto interés había despertado siempre en él. Pudo advertir como aumenta su tamaño e intentaba salir de su confinamiento. Subió su mirada y pudo ver en los ojos de Ran algo parecido al cariño, evidentemente ya afectado  por las dosis de excitación  que le había administrado. E incitado por eso tomo el fundoshi del otro y lo aparto liberando el miembro erguido y tentador. Ran suelta un sonido avergonzado acompañado de un pequeño salto  y aparta la mirada sin embargo el menor  tomo sus manos entre las suyas que despedían un calor febril y la puso sobre su regazo provocándolo para que hiciera lo mismo con la su pieza de ropa interior. Ran dudo unos segundos antes de apartar la prenda y mirar el pequeño y lindo miembro de Suika temblar de excitación.

―Ahhh… yo…

Trato de decir algo, la situación iba demasiado rápida para él. Sin encontrar palabra opto por abrazarlo juntando sus cuerpos lo más que pueda. El niño suelta un dulce gemido y comienza a frotarse buscando placer. Ambos podían sentir sus cuerpos vibrar de emoción cuando se reclinaban sobre el otro con sus erguidos miembros comprimidos entre sus vientres desnudos con un hormigueo especial cuando estos llegaban a frotarse uno contra el otro. Entre el forcejeó a Ran le pasa una idea por la mente era el hecho de que es Suikazura el que estaba haciendo todo el trabajo, queriendo contribuir más se mueve bruscamente de un salta logra abrazar al menor por la cintura haciendo que este echara la cabeza hacia  atrás dejando su pecho expuesto dejándole el permiso al otro para besarlo y lamerlo con su aterciopelada lengua de un lado al otro hasta juguetear con sus encantadores pezones pues su apetito se inclinaba por un acercamiento más gentil. Para Suika ese movimiento inesperado fue suficiente para abandonarse, jadea mientras su vista se pierde en el techo de madera; así alargando su mano tomo ambos miembros y froto rápidamente hasta que sintió una descarga caliente y cremosa entre sus dedos. Cuando Ran quedo exhausto y escucho un ruido excepcionalmente pervertido venir del otro niño acompañado de una sonrisa supo que el otro había terminado de igual manera.

Se quedó esa posición aun exhaustos.

―No pensé que te fueras a venir como los mayores.

Suikazura fue el primero en hablar aun con el calor en el cuerpo y la sonrisa pervertida en la cara mientras mira su mano manchada de jugos blancos.

― ¿Ah? Perdón…

Ran se siente avergonzado, agachando y alzando la mirada a cada rato sin saber que contestar con exactitud. Limpia la mano del menor con el fondo de su kimono en ese momento le gustaría ver los ojos de Suika para ver si esta tan ruborizado como él.

―No te preocupes a Hinageshi le suele salir más ―Se levanta y se acomoda el kimono café tratando de dejarlo impecable. Guarda silencio unos segundos antes de decirle al mayor con su tono serio―. Gracias…

― ¡Ah! ¿Deberás? No. Quiero decir… ―Ran se levanta aun nervioso comenzando a acomodarse igualmente el kimono, sería raro que solo el menor lo hiciera en ese momento, pensó―. Con eso podrás tocar de nuevo verdad jajaja…

Ríe tratando de aligerar la situación.

―Si.

El niño de kimono amarillo no entiende cómo es que el otro esta tan tranquilo después de lo que hicieron. Aun que ese se supone que era el objetivo de todo eso. Tímidamente le pregunta mientras lo ve dirigirse detrás del Koto:

― ¿Te gusto? ―quiso golpear su mano contra su frente en cuanto termino de hablar.

―No estuvo mal. Aunque Hinageshi suele hacerme muchas más cosas.

Ran se quedó sin palabras. Sin embargo el resto de la tarde pudo comprobar que Suikazura efectivamente pudo concentrarse mejor.

.

Esa noche Ran espero a que el último cliente de Deiji abandonará la habitación. Se quedó sentado en silencio escuchando todo tratando de convencerse a si mismo de lo que estaba a punto de hacer no sería un error. Pero él quería quedarse con Suikazura quería protegerlo al igual que su talento y eso significaba solo una cosa.

Se acerca a gatas despacio hasta la puerta que separaba las habitaciones y desliza lentamente la puerta solo un poco para observar la escena. Una muy parecida a cuando llego a la casa y se dio cuenta de la clase de persona era el chico de cabello largo.

Allí estaba Deiji con su elegante kimono de capas y capas color aguamarina y obi amarillo, su pelo adornado con una enorme peineta de flores de sakura con tiras y tiras de cadenas color de oro. Sus hombros y piernas descubierto son un atrayente para su delgaducho cliente que ya hacía en el suelo hincado solo con el fundoshi puesto, como la victima que era con el pie del jovencito sobre su espalda mientras esta sujetaba fuertemente una vara de madera.

Quizás era por la luz de las lámparas de aceite que apenas iluminaban la habitación pero Ran podía jurara que la mirada y el semblante de Deiji habían cambiado por completo. Miraba a su cliente como si no fuera más que un vil perro y el chico tenía el control completo.

Deiji empuja a su esclavo contra el suelo:

― ¿No pedirá perdón y me prometerá mostrarse más amable en el futuro con sus vasallos?

El chico habla amablemente mientras suelta el azoté una y otra vez sin contenerse en lo más mínimo.

― ¡Ah! ¡Ah! Yo nunca he castigado a ninguno de mis vasallos de esa manera. ¡Es una vergüenza, Deiji-Hana!

― ¿Cómo se atreve, Murasaki-dono a decirme que es una vergüenza? ¿Realmente lo piensa así?

Y dejo caer otros azotes que hicieron enrojecer la piel de la espalda y glúteos del hombre hasta convertirse en moretones marcados.

― ¡Oh! ¡Ah! ¡Ah! ―entre sollozos histéricos suplica―. ¡A…aaay! ¡Piedad! ¡Qué forma tan cruel de pegar tienes!

―Yo pensé que está de acuerdo con eso. Dime, por favor, ¿No admira mi estilo de azotar? ¿Me permite asarlo con mucha más fuerza aun? ―Deiji parecía otro era como si el chico tímido y amable de cada mañana se hubiera marchado y dejara a ese cruel y sínico verdugo para satisfacción de sus víctimas― Puede gritar todo lo que guste. Es un verdadero placer para mí oírlo y saber que siente algo. ¿No me pedirá perdón ahora entonces?

― ¡Ah! ¡Ah! ¡Si!  ¡Lo hare! ¡Claro que lo are! ― el hombre ruega y el chiquillo suelta otra marea de azotes sin dejar intervalos entre ellos. El grita con una extraña mueca de felicidad en sus cara―. ¡Ay! ¡Ay! ¡Basta; tenga piedad de mí! ¡Nunca más me volveré a mostrar despiadado con ninguno de mis vasallos! ¡Me voy a desmayar! ¡Sé que eres capaz de desangrarme aquí y ahora! ¡Oh mi querido Deiji-Hana! ¿Cómo puede ser tan cruel?

El chico termino con dos azotes especialmente dolorosos entre los muslos de aquel hombre que termina viniéndose dentro de su ropa interior. Al ver esto Deiji  para sus golpes.

―Ahora arrodíllate, besa la vara que te a disciplinado, para después darme las gracias en el tono de mayor humildad, disculpándose y comprometiéndose a un buen comportamiento hasta que nos veamos de nuevo.

Y el hombre así lo hizo temblando de extinción, jadeando y babeando beso la vara y los pies de su amo. Entonces el chiquillo se sentó en el piso colocando la cabeza de su cliente sobre su regazo acariciándola tranquilamente para hacer bajar al hombre de su estado de locura.

―Antes de irse tiene que darme las gracias y después se retirara sumisamente a su hogar y sacara provecho de la lección recibida por mi hoy. Esto no fue ni la mitad de lo que debió haber sido después de todo.

Dijo el chiquillo y el hombre así lo hizo para marcharse de la habitación sin antes no dejarle varias licoreras grandes llenas de sake como gratificación extra por el trato de hoy así como le había prometido por carta.

Hubo un silencio. Cuando Deiji se voltea hacia la puerta contigua y pregunto aun con su sonrisa de dominante:

― ¿Pensé que no te gusta ver? 

 Ran abre la puerta con las cejas fruncidas. Él sabía que ese Deiji que siempre trata de verse dulce y amable no era más que una pantalla para ocultar a su verdadero ser. Esa sonrisa torcida, ansiosa y malvada era igual que la de aquella mujer de kimono elegante. Mira la vara en la mano del mayor con desprecio y al notar eso Deiji cambio por completo su mirada se purifica y su sonrisa se ilumina tiernamente. Se sentó en su futon y dijo como si no hubiera pasado nada en esa habitación.

―No me mires de esa manera. Eso es lo que le gusta a mis clientes. Esa es mi especialidad en la alcoba ¿no te lo había dicho? Perdón, supongo que es algo extraño al principio pero no tiene nada de malo disfrutar de usar la vara.

Ran no entiende cómo puede decir eso el chico con tanta facilidad. Aprieta sus puños y con paso decidido, sin acobardarse se acerca al mayor y enseguida lo tira sobre el futon subiéndose sobre él teniendo el cuidado de presionando sus muñecas con sus pies para inmovilizarlo.

― ¿Qué ocurre, Ran? ¿Por qué actúas así de repente?

―Que no se te ocurra querer hacer conmigo lo mismo que haces con esos hombres.

Advierte el niño de kimono amarillo.

―Claro que no ―afirma Deiji tranquilamente―. Tú eres mi preciado hermano menor jamás te trataría como a esos hombres.

Ran se queda pensando y después de un momento le dice al mayor aun desconfiado:

―Bien. Ya me he decidido. Enséñame.

― ¿Enseñarte?

―Si. A leer, a escribir, a contar a todas esas cosas afeminadas que hacen aquí. Enséñame lo que necesito para quedarme aquí, enséñame de música. Enséñame algo para poder tocar junto a Suikazura… enséñame a hacer sentir bien a alguien.

Fue bajando la voz en la última frase agachando la mirada avergonzado.

―Por supuesto que si ―Deiji le sonríe con dulzor y amabilidad―. Estaba esperando el momento en que me lo pidieras. Pronto te darás cuenta  que este estilo de vida es lo mejor que pudo haberte pasado.

Ran esa noche había decido caer en esa vida de lujuria por alguien que aún no se había dado cuenta amaría con todo el corazón.

 

Continuara...

Notas finales:

Ran (La orquídea) en el antiguo lenguaje de las flores: belleza, sensualidad, seducción, fertilidad, virilidad y sexualidad. Declaración de amor, abierta e inequívoca. Regalar belleza y lujuria.

"Eres el objeto de mis deseos"


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