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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Notas del capitulo:

La idea para este capítulo fue un gran motor cuando comencé a escribir el fanfic. Tiene su playlist y todo. La música es cumbia y reggaeton, sobre todo argentina, del país donde provengo, pero también de varios países latinos. Es la música que se pone en fiestas y la que se baila en discotecas. Espero que se rían tanto como yo al escribir esto.

Nunca pude aclarar que muchas de las cosas que escribo en este fanfic están basadas en experiencias reales y personas que quiero, por lo tanto hay escenarios y experiencias, sobre todo en este capítulo, tomadas de la vida en Argentina. De todas formas, se entiende perfectamente, pero están avisados.

Playlist: https://open.spotify.com/playlist/1Gd8QPOHuJdzJUln7sxSjg?si=5hBpssZzQTGxauaSN57LPg

La entrada del club estaba llena de gente. La difusión del evento había funcionado y tanto los vecinos del barrio como invitados del Kamabakka asistieron a la fiesta para recaudar dinero para la familia de Tama. Law no había participado en la organización del evento activamente. Sólo compró el pan y se lo llevó a Sanji un día antes porque él y los cocineros del Kamabakka y el club iban más temprano a empezar con la comida.

Law estaba en la puerta, esperando que llegaran sus amigos. Shachi, Penguin y Bepo le habían confirmado y además Corazón y Sengoku irían más tarde. Miró su celular para revisar los mensajes y saludó a algunos miembros del Kamabakka que se cruzó. Zoro y Franky habían llegado un poco más tarde y los vio entrar con botellas de alcohol y una guitarra. 

—¡Law, hola! —La voz de Shachi lo distrajo del teléfono y los vio cruzar la calle—. Ya llegamos. Dejé el auto en la otra cuadra.

Se saludaron y Law sonrió cuando los vio a todos. 

—Gracias por venir.

—No nos agradezcas, Law —intervino Shachi emocionado—. ¡Es hora de la fiesta!

Giró los ojos. De los cuatro, Shachi era el más interesado en los eventos sociales. Penguin generalmente lo seguía a todos lados y Bepo era más como él. Introvertido.

—Tengo hambre, vamos a comprar algo —sugirió Penguin tomando la entrada que Law les había dado.

—Recuerden que tienen una consumición con la entrada, vayan a pedir un trago a la barra —Law guardó su celular y entraron al club—. Pero tú no, Peng. No puedes tomar.

—Lo sé, Law. Soy el conductor designado.

Lo primero que hizo Shachi cuando entró, fue buscar la barra y pedir algo. Penguin y Bepo compraron comida y Law se sentó en una de las muchas mesas que habían puesto. Eran como las del Kamabakka, largas y puestas contra la pared. Vio a Brook de lejos con Usopp, mirando una computadora y los parlantes. Seguramente para la música.

—¡Torao! 

El grito, que sólo podía ser de una persona, vino desde atrás. Vio a Luffy corriendo hacia él con una sonrisa.

—Hola, Luffy-ya —lo saludó cálidamente y vio al joven extenderle un vaso con cerveza.

Dudó en tomarlo, siempre evitaba el alcohol, por las dudas. El único vicio con el que se quedó, era el cigarrillo, que de vez en cuando lo relajaba. Sin embargo, aceptó la oferta porque, a la mierda, ese era un día para festejar la cooperación y solidaridad. 

—¿Vinieron tus amigos? —preguntó Luffy mirando hacia la barra. Law asintió.

—También va a venir Sengoku, el amigo de tu abuelo.

—¡Oh, sí, cierto! Él también vendrá. Sabo lo trae.

—¿Sabo también viene? —Era agradable saber que habría alguien de su zona de confort allí. Tendría que acercarse a su mesa cuando los demás empezaran a bailar.

—Sí y Robin y Chopper también.

Bien. Era una buena noticia. Su ideal de fiesta era poder evadir los bailes y no conversar con nadie a menos que fuera sobre medicina u otra zona académica que manejara con mayor seguridad.

—¡Eh, Luffy!

El grito vino de Usopp, que seguía manejando la computadora. Al lado estaba Franky con la guitarra, Brook con un violín y Shachi, Penguin y Bepo conversando animadamente con ellos. 

—¿Ya se conocieron? —murmuró Law en voz baja pero Luffy pareció oírlo.

—Oh, ¿esos son tus amigos, Torao?

Asintió mientras dejaba el vaso en la mesa y se acercaba con Luffy al heterogéneo grupo recién formado. Usopp le puso una mano en el hombro a su amigo apenas lo vio.

—¡Tenemos que hacer karaoke! —dijo con una sonrisa entusiasmada y los ojos brillantes. Luffy pareció ponerse en la misma sintonía y sonrió tontamente—. Fue la idea de este amigo de por aquí. Se llama Shachi.

Law lo vio sonreír totalmente emocionado y negó con la cabeza. ¿Cómo no había considerado esto antes? Era obvio que la gente del Kamabakka era igual que Shachi y que harían buenas migas al instante. 

En qué se había metido.

—¡Es el amigo de Torao! —le dijo Luffy con total seguridad—. También es amigo nuestro, ahora.

—¿Torao? —preguntó Shachi girando la cabeza, sin entender a quién se refería. 

Law levantó la mano y se acercó un poco más.

—Hola —dijo sombríamente—. Creo que soy yo.

Shachi y Penguin comenzaron a reírse a carcajadas y Law lo supo. Debería haberlo sabido y evitado. Ni siquiera tendría que haberlos invitado. 

—¿Qué es un Torao? —preguntó Bepo, que recién se había interiorizado en la conversación y Shachi y Penguin estallaron en risas de nuevo. 

Los miró con la mayor frialdad y negrura posible y al instante notó cómo se tensaron. Sonrió, quizá demasiado siniestramente y ambos dejaron de reír. 

—Entonces, ¿tenemos un micrófono aquí? —intervino Usopp, ajeno al miedo de sus nuevos amigos.

—Cuando llegamos con Nami y Vivi nos dijeron que sí. Espera que le pregunte a Tsuru.

Recordó a Tsuru porque iba a atenderse al Kamabakka. Tenía una receta de té casero estupenda y Sanji había ido varias veces a su casa a aprenderla. Vivía en Grey Terminal y era una de las vecinas que mantenía a flote el club Foosha. 

Luffy salió disparado buscándola y Usopp lo miró con una sonrisa tímida. Lo conocía pero se habían visto muy poco. Los días que tenía el Taller de Carpintería con Franky no coincidían con los suyos y los había cruzado a ambos cuando iban al Kamabakka en otro horario. 

Conversó con ellos durante un breve instante hasta que Bepo le señaló a Corazón, que había llegado con Sengoku. Law fue a recibirlo y sonrió cuando su padre lo abrazó con fuerza. Siempre era tan exagerado con todo, incluidas las muestras de cariño.

—¿Cómo estás, Law? —preguntó Sengoku acomodando sus anteojos sobre el puente de su nariz.

—Estoy bien, gracias por venir —Los acompañó a un mesa y señaló la barra—. Ahí pueden pedir algo para tomar o comer. 

—Entonces, ¿viene Garp? —preguntó Corazón. 

—Sí, Luffy me dijo que venía más tarde.

—Mh, el nieto menor de Garp es igual de problemático que él.

Corazón se rió de su padre adoptivo y miró a Law como si le estuviera por contar una confidencia, aunque Sengoku podía oírlo claramente.

—El abuelo era el más calmado de los dos, supuestamente. Garp era el que daba problemas.

Sengoku comenzó a contarles una historia de su juventud con el abuelo de Luffy cuando comenzaron en la marina. Garp había peleado con un superior y lo mandaron a limpiar el piso. Sengoku lo vio desde un salón de clases y le dijo que no se metiera el problemas. Al otro día se había enterado que Garp había sido sancionado por abandonar su castigo y armar una competencia de patinaje con las franelas que usó para limpiar el piso.

Lo contaba indignado, como si no entendiera el afán de Garp por crearse problemas y Law tuvo una epifanía terrible. No le sorprendía el comportamiento de Garp, siendo como era su nieto, pero tampoco el de Sengoku, que lo sentía tan propio. Y eso fue escalofriante.

—Law, ¿quieres algo de comer? —Nami apareció detrás de él, saludando a la familia de Law y ofreciéndole una hamburguesa—. Compramos bastante comida para nosotros y la pusimos en la mesa, ¿quieres?

Miró el pan con desdén y recordó cuando lo fue a comprar, asqueado.

—No, gracias. No me gusta el pan.

—¿En serio? —preguntó desconcertada—. Qué raro. A todo el mundo le gusta el pan.

Corazón arrugó el ceño detrás de él y Law sonrió, recordando que tampoco era muy fanático del alimento.

—Le digo a Sanji que te haga uno al plato, si quieres.

—Ahora voy yo y pido algo para tomar, gracias de todos modos.

Nami sonrió y buscó a otro miembro del Kamabakka para ofrecerle la comida.

Después de un rato compró onigiri y saludó a Sanji en la cocina. No quería tomar demasiado, pero ya le había aceptado cerveza a Luffy así que un poco más no le haría daño. Comió en la mesa con Corazón y Sengoku, que también habían comprado y luego se distanció un poco cuando llegó Garp y se puso a hablar con Sengoku. Law no toleraba las charlas de viejas épocas de marines y aunque amaba a su papá y a su abuelo, no estaba dispuesto a escuchar cómo les hubiese gustado que sus nietos fueran marines. 

Se fue junto con Shachi, Penguin y Bepo, que se habían alejado de Usopp y Franky para comer en una mesa. Los escuchó charlar acerca de cuán divertido parecía todo y lo bien que les caían los chicos del Kamabakka. Aún no habían conocido a Vivi y Nami, pero Law sabía que eran agradables y mucho más sensatas que los chicos.

De pronto, en medio de un bocado a su onigiri, las luces se apagaron. Law levantó el rostro y vio a Franky, Brook y Usopp en la computadora conectada a los parlantes. Luces de colores salían de algún lado que no pudo ver y segundos después, la música comenzó. Law no era un gran fanático de las fiestas. No lo era en absoluto, y sólo por motivos como ése podría estar en una, por eso no le agradó saber que ya comenzarían a bailar y que tendría que salir para poder escuchar sus propios pensamientos. De repente, tuvo ganas de fumar.

La música congregó a muchas personas al centro de la pista, en el lugar que habían dejado al poner las mesas alrededor y contra las paredes. Vio primero a Luffy, aplaudiendo y gritando más fuerte que la música y a Ace aparecer detrás de él, con una sonrisa llena de confianza. La gente comenzó a bailar y vio de fondo a Sabo, apoyando contra una columna y sonriendo mientras miraba a sus hermanos. 

Law no escuchaba música. Casi nunca. No porque no le gustara, sino porque no encontraba tiempo para poner algo que le interesara. Sus amigos decían que estudiaban con música, pero Law valoraba mucho el silencio y no podía entender cómo estudiaban con tanto sonido de fondo. Recordaba haber visto a Corazón bailar en la sala de estar cuando era más chico y esa música si le agradaba. Pero tampoco quería bailar. Sólo contemplarlo mientras parecía tan divertido, despreocupado y libre. 

Algo así parecía ahora. 

Las personas en el centro de la pista bailaban esa música tan alegre y festiva, con letras de vidas duras como la de Grey Terminal, festejando que se reunían todos para colaborar con una familia vecina. Law sonrió mientras los veía, chicos que iban al Kamabakka bailando entre sí, padres que él había atendido varias veces riéndose, sus compañeros del Kamabakka, que se pasaban noches enteras planificando esos eventos, bailando como si no hubiera un mañana, fomentado ese sentimiento de comunidad. 

Recordó las palabras de Luffy. Él había vivido allí y sabía qué tan difícil podía resultar ser el olvidado de la sociedad, de las políticas públicas. Quería cambiar eso. Law también quería.

Los vio bailando y riéndose y le pareció gracioso. Sus amigos habían ido también y él prefirió quedarse mientras bebía algo de cerveza. Cuando cambió la canción, Luffy buscó a su hermano y comenzaron a bailar juntos. Se hizo un espacio a su alrededor y todos los miraron bailar hasta el suelo. Law se cubrió la cara, demasiado impresionado, pero también muy divertido. El rostro de Sabo, con la boca abierta mientras sus dos hermanos bailaban al ras del piso, fue otra joya de la noche.

Dejó su vaso y miró su teléfono, pero sólo tenía mensajes en el grupo del Kamabakka. Eran fotos de la noche y la preparación. Algunas de la decoración, otras de Sanji cocinando y una de Luffy sonriendo después de poner una guirnalda… bastante torcida. Notó que alguien se sentó a su lado y agradeció que fuera Marco. El pediatra del Kamabakka era un hombre sereno. Tenía una bebida en la mano y miraba la pista de baile con la misma distancia que él.

—Marco, pudiste venir —dijo a modo de saludo.

—Sí, vine un poco más tarde —El médico tomó un sorbo de su bebida y suspiró—. Ivan se había olvidado la corona y pasé por su casa a buscarla.

Law se rió, porque sabía a lo que se refería, supuso que pronto vería al director del Kamabakka en su traje especial.

—¿Mañana trabajas? —le preguntó Marco y él asintió con un gesto de cansancio.

—Sí, tengo que ir temprano, ¿tú?, ¿pudiste escapar como mis amigos?

Marco se rió con la mano sobre la boca y negó.

—Tengo que ir pero no demasiado temprano. Unas horas de sueño tendré. 

—Bueno, más suerte que la mía es —acotó Law amablemente—. ¿Shirohige viene?

—Sí, un poco más tarde —Miró su teléfono y volvió la vista a él—. Está grande y no lo dejamos andar tanto, aunque si fuera por él iría a todos lados y vendría a la fiesta a bailar y beber como si tuviera veinte.

El viejo Shirohige era un hombre eterno. Hacía años manejaba ese hogar, aunque cuando Law era chico aún no existía. Lo había visto algunas veces y le pareció una persona inspiradora. Era el Corazón de muchos chicos como él.

—Tiene que cuidarse, pero algunas escapadas se puede dar —le dijo al pediatra con una sonrisa.

Marco era un gran amigo de Shirohige hacía tiempo. Fue su primer aliado para formar el hogar y más tarde, cuando entró al Kamabakka, se encargó de enlazar ambas organizaciones. Gracias a él podían coordinar actividades juntos y trabajar de forma centralizada.

—Ey, Torao, ¡no se permiten aburridos en esta fiesta! —Luffy fue corriendo hasta su lugar y lo miró ofuscado—. ¡Tú tampoco, Marco!

—Yo estuve bailando hace un rato con Inazuma y Ace —respondió Marco apoyando el vaso sobre la mesa—. Iré a fumar un poco.

Law lo vio irse y lo miró como si lo hubiera traicionado. Marco se rió y alzó sus hombros, sin detener su caminata. 

—No me gusta bailar —dijo monótonamente cuando volvió el rostro hacia Luffy.

—Hoy es un día de carnaval, Torao. ¡El mundo se invierte! —gritó sobre la música con una sonrisa—. Todo se da vuelta y hoy somos los reyes.

Tomó su brazo y aplicó una fuerza descomunal que no parecía caber en ese cuerpo pequeño. Law se levantó por el empuje de Luffy y no pudo evitar que lo llevara cerca de la pista. 

—¡Vamos, es fácil! —dijo el pequeño demonio, moviéndose frente a Law—. Haz lo que yo hago.

—No se bailar, Luffy-ya —respondió incómodo, no le gustaba ser el centro de atención.

—¡Nadie sabe, Torao! Es cumbia, es para divertirse —exclamó riéndose.

Law intentó moverse, y Luffy pareció más feliz cuando lo vio reaccionar. No sabía cómo hacerlo, no tenía idea sobre eso y no le gustaba sentir las miradas de otras personas.

—Mira, tienes que mover un poco la cadera —Luffy, sin ningún tipo de reparos ni de respeto por la intimidad, le tocó la cadera y lo sostuvo para moverlo al mismo ritmo que él.

Law se quedó consternado. Apreciaba su espacio personal y no le gustaba demasiado el contacto físico, ¡y ese chico lo estaba guiando para bailar! Fue humillante en muchos sentidos.

—Muy bien, ¡eres bueno en esto! —alabó Luffy y Law quiso girar los ojos. O morir—. Mira, tus amigos te están apoyando.

Law dio vuelta el rostro y vio a Shachi apuntar un teléfono a él mientras Penguin se agarraba el estómago de la risa. 

Se estaban burlando.

—¡Vamos Torao!, ¡tú puedes! —exclamó Shachi y Penguin no pudo más. Lloró de risa.

Law les envió una mirada mortificante, asesina y terrorífica. Luffy no parecía darse cuenta y lo soltó cuando vio que se movía solo. El maldito chico incluso parecía feliz. Cuando terminó la canción, Luffy se detuvo exhausto.

—Vaya, eso estuvo bien, ¿verdad? —Su sonrisa no condecía con las emociones de Law—. ¿Te divertiste?

Suspiró, sintiéndose derrotado, pero también sonrió un poco. Fue una experiencia surrealista, pero no necesariamente mala.

—Definitivamente viví cosas peores —afirmó convencido y no pudo evitar sonreír.

Luffy pareció volver a hablar, pero uno de sus amigos lo llamó. Antes que Law pestañara, se había ido de allí a ver a Brook que había conectado su guitarra eléctrica. El show en vivo le gustó más, no lo obligaba a bailar y era agradable ver Brook tocar. Luffy estaba aplaudiendo adelante de todo, agarrado a los hombros de Usopp y ambos con jarras en la mano. 

Cuando ese tema terminó, Franky siguió con la guitarra acústica y Law decidió salir a fumar un poco. Trataba de hacerlo lo menos seguido posible, pero quería estar afuera, sin tanto ruido ni calor. Notó que todos se divertían e incluso sus amigos vitoreaban a los músicos. Law sonrió antes de salir un rato.

Afuera estaba fresco y agradeció recibir ese viento sobre su rostro. El humo del cigarrillo se sintió como un alivio, aunque no debería ser así. Intentaba alejarse de todo tipo de adicciones, no quería repetir su pasado o recordar cómo había estado, pero a veces algún que otro vicio lo calmaba y lo sacaba de los nervios y el estrés que amenazaban con ahogarlo. Exhaló el humo despacio y lo miró desvanecerse en el aire.

—Mocoso —escuchó a unos metros. Garp estaba parado en la puerta del club Foosha, prendiendo un cigarro como él—. No deberías fumar.

Irguió una ceja, ciertamente indignado.

—No puedes decir eso si tú estás fumando —contraatacó y Garp se rió a carcajadas.

—Se nota que eres el nieto de Sengoku.

No le gustó esa comparación y decidió sacudirse el recuerdo de Sengoku contándole anécdotas de Garp en la marina. Le daba escalofrío.

—Soy médico, no militar —espetó con cierto desdén.

—No hace falta elegir la misma profesión para parecerte a tu familia —dijo Garp acercándose un poco y exhalando el humo—. ¿O no los viste a mis nietos? Todos dedicados a las ciencias sociales —Lo vio arrugar el ceño como si dijera algo malo y le causó cierta gracia—, y aún así, no pueden negar de quiénes son nietos. 

—Según tengo entendido, Ace y Sabo no son nietos biológicos tuyos —agregó para amedrentarlo.

—No, pero aún así son igual de monstruos que Luffy y yo.

Definitivamente Luffy era el más parecido a su abuelo. Y Garp tenía razón. No hacía falta ser un clon para tener ciertas actitudes que fueran similar a las de su familia. 

—Voy a entrar —Tiró el cigarrillo al suelo y lo aplastó con el pie.

Prefería evitar conversaciones con Garp, porque saldrían preguntas que tenía atoradas desde que se enteró que dejó a sus tres nietos en Grey Terminal cuando eran chicos, y no quería meterse ahí. No era su responsabilidad reclamarle nada a ese hombre, pero esa historia tocaba fibras sensibles en su cuerpo.

Cuando entró al club notó que ya no había música. Los padres de Tama y la niña estaban hablando donde Brook y Franky antes tocaban, y todos sonreían contentos. La madre agradecía y rodeaba al padre, que lloraba hablando con un micrófono en la mano. 

—Trabajamos muy duro para sobrevivir —lo escuchó decir, conmocionado—, y muchas veces nos castigan por hacer las únicas cosas que nos dejaron opción. Estoy profundamente agradecido porque mi barrio me siga abriendo las puertas.

Recordó que el padre de Tama había estado en prisión por robar comida y le dio mucha impotencia, porque él también fue muy vulnerable cuando era chico e hizo cosas malas, pero nunca hubo una contención para los chicos como él, pobres, con adicciones, con familias desmembradas. 

Corazón fue su guía y lo hizo por los mismos motivos que ahora él trabajaba en el Kamabakka. Su mirada se cruzó con la de su padre y compartieron una sonrisa sincera. Podía sentir que Corazón entendía sus pensamientos y se alegraba de toda esa cooperación que había surgido entre los vecinos.

Cuando la familia de Tama terminó de hablar, Luffy se acercó y se colgó a la niña en sus hombros, que gritó contenta y se agarró de él como si montara un caballo. Ace también estaba por ahí vitoreando y escuchó que cantaron los nombres de la familia en gritos de aliento y vítores. Le pareció bastante tierno.  

Ivan apareció haciendo su entrada triunfal. Lo había visto varias veces en fiestas y eventos del Kamabakka. Se ponía una corona en la cabeza y se vestía de reina mientras los chicos gritaban su nombre y le pedían que concediera sus deseos. No estaba seguro por qué hacía eso, pero creía que era el personaje que creó para las fiestas, como una especie de superhéroe en fiestas infantiles. La Reina Ivan cumplía deseos y bailaba con los chicos, junto a Inazuma, el contador del Kamabakka, que era su rey en todas las fiestas, aunque claramente opacado por la Reina. No es que a Inazuma le importara.

La fiesta siguió hasta más tarde. Vio a sus compañeros del Kamabakka comer, tomar y cantar a los gritos muchas veces más. Sus amigos incluso la estaban pasando muy bien. Le sorprendió no encontrar a Zoro por ningún lado, pero escuchó una conversación de Nami con Vivi, que bailaban juntas en la pista, donde decían que Zoro estaba en la cocina hacía rato, supuestamente por la bebida, aunque ellas no parecían creerle. No entendió muy bien por qué sería mentira, según sabía, Zoro era un fanático del alcohol. 

Luffy se le acercó sonriendo, visiblemente borracho, con los ojos brillantes. Law irguió una ceja. Él no podía beber tanto, primero porque lo evitaba y además porque tenía un turno temprano al otro día en el hospital. Shachi, Penguin y Bepo pudieron obtener turnos a la tarde, pero cirujanos cardiovasculares no había muchos y si lo necesitaban, Law tenía que ir.

—No deberías tomar más, Luffy-ya —dijo Law sonriendo con cierta burla por el rostro del chico.

—Que aburrido, Torao —mencionó él moviendo su mano con el vaso de cerveza—. ¿No quieres tomar un poco?

—Eso debe estar caliente, qué asco.

Luffy se rió como si hubiera dicho el chiste más gracioso y lo dejó en la mesa.

—¿Por qué no vamos a bailar de nuevo? —lo invitó, aparentemente muy animado a pesar de que él se sentía cansado ya.

—Preferiría no pasar por esa humillación de nuevo.

—¡Fue divertido! —gritó Luffy en su defensa—. También te divertiste.

—Hay algunas cosas que sólo se hacen una vez en la vida, Luffy-ya.

El chico parecía a punto de retrucar, listo para abrir la boca y decir más tonterías, cuando Sabo se acercó a él por detrás, con Ace a cuestas. 

—Luffy, nosotros ya nos vamos, Ace está matado, no lo puedo dejar más aquí. ¿Quieres que te lleve? —Sabo miró a Law parado delante de él y sonrió. No lo había cruzado en toda la noche—. ¡Hola Law! Siento no haberme acercado, estuve muy ocupado cuidando del idiota de mi hermano que casi se desmaya por un coma alcohólico. 

—No pasa nada, ¿quieres que lo revise? —Se ofreció aunque no tenía instrumentos para hacerlo. 

—No te preocupes, solo está cansado —respondió riéndose mientras miraba el cuerpo de Ace que sostenía desde los hombros y con una mano en la cintura—. Por cierto, ¿no vives relativamente cerca?, ¿quieres que te lleve?

Abrió la boca para responder pero giró la cabeza mirando a sus amigos, que seguían de fiesta gritando canciones con Usopp y Franky. Le pareció gracioso. 

Corazón y Sengoku se habían ido hacía un rato con Garp, cuando se hizo evidente que la fiesta estaba comandada por los más jóvenes. 

—De acuerdo, prefiero volver ya que mañana tengo un turno temprano.

Luffy festejó, vaya a saber qué, con las manos levantadas. 

—¡Bien, Torao viene con nosotros!

Law giró los ojos pero fue incapaz de reprimir la sonrisa.

—Despídete de tus amigos, Luffy —indicó Sabo y se marchó con Ace a buscar su auto.

Luffy salió disparado para el mismo lugar donde estaban los amigos de Law, así que él lo siguió. Vio al pequeño Chopper con Robin, tampoco había hablado con ellos durante la fiesta, demasiado ocupado huyendo del caos. 

—¡Law! —escuchó a Chopper gritar con una sonrisa alegre. Ese niño era muy adorable y se acercó para saludarlo—. No sabía que habías venido.

—También soy parte del Kamabakka —respondió riendo.

—¡Cuando me reciba de médico, también trabajaré en el Kamabakka! —espetó con convicción. 

Chopper era un pequeño genio, seguramente terminaría la carrera médica antes que la mayoría. Era menor de edad y ya había ingresado a la universidad. Le recordaba un poco a él, pero Chopper era una luz llena de alegría y Law todo lo contrario. Quizá por eso no pudo resistirse a ese niño adorable que quería sus consejos. Más pronto que tarde dejaría de tener consejos que darle.

—Sería buena idea, Chopper —asintió mirando hacia abajo. El chico era bastante más bajito—. Siempre necesitamos ayuda de más médicos y más si son genios como tú.

El niño se sonrojó y comenzó a moverse negando, como siempre hacía cuando alguien lo halagaba.

—Law, ¿cómo estás? —lo saludó Robin afectuosamente y él volvió el rostro para verla. 

—Hola Robin, estoy muy bien, ¿y tú? 

—Bien, esperando que mi marido termine de cantar —respondió riendo y con la vista fija en Franky. 

A veces se olvidaba que aquella mujer que conocía por la universidad estaba casada con el carpintero e ingeniero del Kamabakka. Eso no había sido tanta casualidad; todos se conocieron estudiando en el campus de la universidad después de todo.

—¿Cómo van tus preparativos para el Congreso de Arqueología? —Robin pareció  entusiasmarse por su pregunta y Law sonrió un poco. Le gustaba cuando las personas se apasionaban por lo que hacían.

—Bien, estuve algunas noches preparando mi ponencia. Me gusta el tema, no tanto el congreso —se apresuró a agregar—. Hay muchos ancianos aburridos que hablan de la historia como si fuera un papel viejo, pero varios de mis estudiantes van a presentar ponencias también y me entusiasma verlos.

Robin daba clases de historia en la universidad. Se había recibido un par de años antes que él y desarrollaba investigaciones históricas con su equipo de estudiantes al mismo tiempo que era profesora. Law estaba absolutamente seguro que esa mujer era una de las personas más inteligentes que había conocido y la admiraba bastante. 

—Seguramente será tedioso, pero tus chicos brillarán —dijo haciendo referencia al equipo de investigación de Robin. 

—¡Torao! —gritó Luffy interrumpiendo su conversación—. Debemos irnos, Sabo ya está en el auto.

Shachi se acercó frunciendo el ceño

 —¿No vuelves con nosotros, Law? 

—Mañana tengo un turno temprano, Sabo me va a alcanzar a casa.

Bepo levantó la mano saludándolo y Penguin también lo despidió.

—¡Nos vemos mañana! —gritó Shachi con una sonrisa enorme. Malditos sus turnos a la tarde que él no podía tener.

Salió del Club Foosha con Luffy y se subieron al auto de Sabo en la parte de atrás. Ace ya estaba más despierto sentado en el asiento del acompañante y con el cinturón de seguridad.

—Tengo hambre, Sabo —lo escuchó decir—. ¿Podemos pedir unas hamburguesas?

—Son las dos de la mañana, Ace. ¡Además ya comiste en el club! —espetó Sabo arrancando el auto.  

Law no acostumbraba usar su auto demasiado, pero Sabo parecía usarlo más seguido y sabía cómo manejar en las calles estrechas del barrio que a él lo habían confundido la noche del incendio. 

—Voy a pasar por una estación de servicio, me estoy quedando sin combustible.

—¡Perfecto, compremos algo para comer! —gritó Luffy al lado suyo, dejándolo sordo. Ace se dio la vuelta, aparentemente de acuerdo.

Vio a Sabo girar los ojos por el espejo retrovisor pero una sonrisa se le coló entre las expresiones y fue divertido verlo jugar al papel más inflexible de los tres cuando en realidad era tan parecido que no lo podía disimular.

—Tú también te has tranquilizado, Luffy.

—Estaba bien, Sabo. No seas exagerado.

—Yo te vi bastante borracho hace un rato —bromeó Law con una sonrisa petulante y Luffy volvió el rostro hacia él frunciendo el ceño.

Ace se rió fuerte, una carcajada que hacía evidente que aún no estaba desintoxicado.

—Luffy cree que es inmune al alcohol.

—Yo creo que su estado natural es bastante parecido a su estado ebrio —opinó Sabo y se ganó un chasquido de lengua de Luffy.

Mientras Ace se burlaba de su hermano, Sabo entró a la estación de servicio y bajó del auto para cargar. 

—¿Quieres algo? —preguntó asomándose por la ventana.

Law sacó un billete de su pantalón y se lo extendió a Sabo.

—¿Me traerías una café?

—¡Yo quiero chocolatada, Sabo! —gritó Luffy casi tirándose hacia la ventana, sin importarle que Law estuviera allí—. ¡Y medialunas!

—Un café y medialunas para mí —acotó Ace y Sabo giró los ojos—. Bajo contigo, que tengo que ir al baño.

Los hermanos mayores se bajaron y Luffy parecía más inquieto de lo normal. ¿El alcohol lo ponía hiperactivo? Qué raro. A él siempre lo dejaba deprimido y melancólico.

—Torao, ¿cuándo vamos a salir de fiesta de nuevo?, hoy fue muy divertido, ¡tus amigos son geniales! 

—Creo que también les caíste muy bien. Eres tan problemático como ellos.

Luffy se rió a carcajadas con un sonido limpio. Como si no le costara nada reír y dejar mudos a todos.

—¿Los viste bailar? Rompieron la pista con Usopp y Franky. ¡Tenemos que ir a esos clubes donde hay música, juegos y comida!

No era muy fanático de salir de fiesta. Recordó que durante sus años de estudio sus salidas de sábado por la noche eran en su cuarto con Shachi, Penguin y Bepo estudiando y tomando café hecho por Corazón. 

—No es realmente lo mío, Luffy-ya.

—Vamos, no seas aburrido. Pronto vendrá el campamento del Kamabakka y si eres el aburrido te juro que te tiraré al agua y… —Se interrumpió durante unos instantes y luego abrió los ojos enormemente—. ¡Cierto!, ¿tú vas al campamento, verdad?

Ahí lo entendió. Cerró sus ojos maldiciendo internamente. Se había anotado como el médico encargado para ir de excursión con los chicos del Kamabakka y otros miembros del equipo que irían como coordinadores. No le sorprendía que Luffy se hubiera anotado también. Después de todo, era el tipo de persona que prendería un fogón, asaría malvaviscos y cantaría canciones. Aunque quizá los malvaviscos se le quemaran. 

—Sí y ya me estoy arrepintiendo.

—Va a ser muy divertido, Torao. Usopp, Franky, Vivi y Sanji también irán. 

A Law le gustaban mucho las excursiones y más si eran con los niños del Kamabakka y desempeñando su trabajo de médico. La idea no sonaba mal, pero Luffy allí significaría que no tendría nada bajo control y eso un poco lo desestabilizaba. 

—¡Vamos a prender un fogón! 

Y ahí estaba. Maldita sea, eso se iba a convertir en una película de Disney y la idea le hizo querer vomitar. 

Sabo llegó al auto con un soporte de cartón que sostenía cuatro vasos y una bandeja de telgopor con seis medialunas. 

—¿Ace? —fue lo primero que preguntó. 

—Aún no vino.

—Se debe haber dormido en el baño —dijo Luffy riendo como si fuera gracioso.

Sabo le entregó la comida a Law y salió corriendo. Luffy seguía riendo, aunque atacó los vasos térmicos cuando los tuvo cerca. 

—Espera —Quitó la mano de Luffy de los vasos y revisó uno por uno para encontrar el del chico—. Éste, toma.

Luffy se llevó la chocolatada caliente a los labios y suspiró de gusto. También se metió una medialuna en la boca y hablaba al mismo tiempo. 

—Eres un desastre. Lo sabes, ¿verdad? 

—Dices eso pero te diviertes conmigo, lo sé.

Law sintió algo raro cuando lo escuchó decir eso. No supo muy bien qué, pero quizá tenía que ver con que era verdad. Jamás admitiría eso en voz alta.

Sabo regresó sosteniendo a Ace como cuando salieron de la fiesta y lo metió en el asiento. Law sabía que Ace tenía narcolepsia, pero estaba controlada con medicamentos. Intuyó que no los había tomado para poder emborracharse esa noche y por eso ahora sufrió un episodio.

—El café va a ayudar —Sabo le extendió el vaso y Ace lo tomó con cuidado. Luffy le acercó una medialuna a la cara y él la agarró como si se desesperara.

Bueno, de algún lado salía Luffy después de todo.

Volvieron a arrancar el auto y el resto del trayecto fue ameno. Luffy tomaba su chocolatada caliente y se había acercado a él por razones desconocidas. Se veía algo cansado y entendía por qué. Había estado todo el día decorando el club con Nami, Vivi y Usopp, organizando la fiesta y participando activamente en ella. Entendía que estuviera exhausto. 

Escuchó que Sabo y Ace conversaban de cosas que no llegaba a entender del todo y Luffy se había recostado un poco contra su brazo, con la cabeza trada sobre el asiento y cerca de su hombro. 

—Tengo sueño —Su tono parecía un berrinche e hizo reír a Sabo.

—No uses a Law de almohadón, Luffy —lo regañó Ace—. No puedes recostarte sobre todo el mundo.

—A Torao no le molesta.

Lo había asegurado tan firmemente que Law estuvo a punto de hablar para negarlo, para demostrarle que no podía hablar por otros con tanta seguridad cuando no sabía la verdad, pero no lo hizo. Porque de todas formas era cierto. Ya estaban llegando a su casa después de todo y no le molestaba que Luffy se apoyara en él.

Sabo entró a su barrio y lo dejó en su edificio después de algunas indicaciones. Luffy tardó en despegarse de él para dejarlo bajar y bostezó mientras lo saludaba.

—¡Adiós, Torao! 

Les agradeció por traerlo y cuando estaba abriendo la puerta del hall de su departamento no pudo evitar sonreír ante el estúpido apodo. 

Notas finales:

Tengo que agradecer enormemente a Daena y Chainedkura. A estas alturas de la vida ya somos una empresa organizadora de fanfics. Escritura, corrección, organización, traducción y próximamente incorporamos departamento de arte. No, en serio, realmente no sé qué sería este fanfic sin ellos. Aún recuerdo el verano cuando caminábamos por la playa con Daena hablando de esta historia y sobre todo, de este capítulo. Gracias por insistir tanto por la escena de Ace y Luffy perreando hasta el suelo.

Chainedkura me llamó anoche para finiquitar las últimas correcciones de la versión en inglés. No puedo explicar el trabajo que hace este chico y la dedicación con la que piensa cada palabra para que los personajes estén caracterizados como yo los pensé en español.


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