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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Salió del trabajo y se encontró con sus amigos en la puerta del North Blue. Era inusual que les haya tocado el mismo horario en el hospital y decidieron ir a almorzar a un bar cercano que Penguin conocía.

—¿Pides comida aquí? —le preguntó Shachi cuando entraron y eligieron una mesa.

—A veces, cuando no tengo ganas de cocinar.

La carta era corta, pero Law no era exquisito. El precio era accesible y hacían delivery. Si Penguin lo recomendaba, quizá podía pedir alguna vez allí. 

—¿Cómo fue el campamento, Torao? —dijo Shachi, mirándolo con una sonrisa burlona. 

Law no reparó en su gesto ni notó el apodo, estaba concentrado buscando onigiris en el menú.

—Estuvo bien, fue relajante —respondió sin mirarlo.

Cuando escuchó su risa y sintió que Penguin también se reía, levantó la cabeza y los miró irguiendo una ceja. 

—¿Qué es tan gracioso? —espetó con un tono asesino. Bepo sonrió conciliador.

—¿Tanto te afectó ese chico que ni siquiera notas que te dije Torao?  —dijo Shachi riéndose. 

Repasó su anterior comentario y giró los ojos cuando se dio cuenta.

—Ya me acostumbré, en el Kamabakka se les pegó a todos.

No era del todo una mentira, a veces Nami, Sanji o Zoro le decían así. Pero el apodo era claramente una propiedad de Luffy y no lo había notado en boca de Shachi porque se había acostumbrado al sonido de la palabra después de escuchársela al chico del fútbol durante todo el fin de semana.

Mientras ordenaban la comida, todos los celulares vibraron. No podía ser el único grupo que compartían porque todos los integrantes estaban ahí y ninguno de ellos había sido. Law revisó su celular.

Grupo “Fútbol”

[10/08 02:22 p. m.] Luffy: Hola chicos, mañana hay partido

@Trafalgar Law @Shachi @Penguin @Bepo

vienen?

Se había olvidado que Luffy los había incluido a un grupo para jugar al fútbol. Se miraron entre ellos y por un momento no dijeron nada.

—¿Mañana? —meditó Penguin cuando rompió el silencio—. Creo que puedo, ¿ustedes?

—Yo sí, ya nos había invitado antes, ¿recuerdas?

[10/08 02:24 p. m.] Luffy: Convenzan a Torao.

Giró los ojos cuando leyó ese mensaje y sus amigos lo miraron con una sonrisa. Sabía que algo así sucedería. No quería jugar al fútbol, pero en el campamento lo había hecho y ahora Luffy pensaba que tenía la autoridad para pedirle que lo hiciera.

—Vamos, Law —le escuchó decir a Shachi—. Será divertido. Aunque sea ven a mirar.

—Quizá sólo… pase un momento —respondió derrotado y aferró su celular para ver cómo sus amigos confirmaban asistencia.

[10/08 02:30 p. m.] Penguin: Law ya está adentro.

[10/08 02:31 p. m.] Luffy: Sí! Perfecto!

Tú juegas en mi equipo, Torao.

Se tapó la cara porque podía presentir la clase de burlas que obtendría de sus amigos por el trato que Luffy le estaba dando. A veces, no sabía bien por qué, o quizá sí y prefería no verlo, se sentía avergonzado por cómo le hablaba.

[10/08 02:33 p. m.] Trafalgar Law: Voy a mirar nada más, Luffy-ya.

[10/08 02:34 p. m.] Luffy: Eso no es justo, en el campamento jugaste!

Quiso morir cuando leyó el mensaje y sintió las miradas de sus amigos, completamente anonadados. 

—¿Jugaste al fútbol? —preguntaron Shachi y Penguin al mismo tiempo.

—Sólo fue para reemplazar a uno de los chicos —intentó defenderse, pero ya había perdido.

—Ah, claro, cuando “Luffy-ya” lo pide, juegas —empezó Shachi—. Pero cuando nosotros te invitamos a jugar, “no, no me gusta el fútbol”:

Penguin se rió un poco. No era un reclamo verdadero, sólo querían molestarlo. Y avergonzarlo un poco más.

Estaba deseando que termine ese almuerzo de una vez.

.

.

.

El día del partido estuvo mirando sus zapatillas y botas durante media hora. No estaba seguro qué ponerse y sentía que la elección sellaría su decisión de jugar o no. 

Finalmente tomó las zapatillas.

Cuando llegó a la cancha de fútbol sus amigos ya estaban ahí. Lo miraron como si fuera un extraterrestre. Sabía por qué. La ropa deportiva era lo que menos solía usar, y era raro verlo con un jogging y una camiseta gastada. 

—Nunca pensé que llegaría este día —murmuró Penguin con los ojos abiertos.

—No exageres —masticó girando los ojos.

Se dio la vuelta para mirar a los demás jugadores. Mucha gente del Kamabakka y amigos de Luffy que había conocido en la fiesta para Tama. Usopp, Franky y Robin, Zoro, Sanji, Nami, Vivi y Luffy. Chopper también estaba ahí, pero se había sentado detrás de la cancha y aparentemente no iba a jugar. Con ellos cuatro eran doce.

—¡Torao! —El grito de Luffy atravesó toda la cancha y le fue imposible huir de él—. Viniste.

El chico del fútbol llegó trotando y Law lo miró, ataviado con su equipo perfecto, pantalones cortos y una camiseta musculosa de un equipo de fútbol de color rojo.

—Luffy-ya —saludó fríamente. Bajo la vigilancia de sus amigos se sentía muy expuesto. Luffy no pareció notar nada extraño.

—Que bueno que vinieron —respondió el chico mirándolos a todos—. Vengan, vamos  a elegir los equipos.

Los capitanes que eligieron fueron Nami y Luffy. El primer equipo se conformó con Zoro, Bepo, Usopp, Shachi y Robin. El segundo con Law, Sanji, Vivi, Franky y Penguin.

Por supuesto, Luffy lo había llamado primero.

Ese chico quería hacer que muriera de vergüenza frente a todo el mundo. O quizá primero lo mataría ese partido de mierda que estaba obligado a jugar.

.

.

.

No estuvo tan mal después de todo. Luffy era increíble jugando y se complementaba muy bien con Sanji que parecía tener una habilidad enorme con las piernas. Sin embargo, la recién descubierta dupla Zoro-Shachi también fue un problema para su equipo y descubrió que Usopp era un buen defensor, con una vista muy aguda que no les dejaba pasar una sola pelota. Law la perdió varias veces frente a él. Vivi era una muy buena portera y soportó los embates de Zoro y Nami que solían patear al arco. 

Bepo no era muy bueno pateando, pero con las indicaciones de Usopp defendió muy bien. Franky, por otro lado, se pasaba con la fuerza que le daba a la pelota y Robin se burló de él cada vez que quería pasársela a Luffy o Sanji y terminaba entregándola al otro equipo. Robin también defendió muy bien, pero destacó metiendo un gol increíble que hizo esquivando a Usopp.

Y milagrosamente, Law metió un gol con una ayuda de Luffy, que le pasó la pelota en el momento justo y distrajo a Bepo con su juego para darle vía libre a Law. Otro momento para morir de vergüenza, una lista que se estaba haciendo increíblemente grande, fue cuando Luffy corrió para abrazarlo en el festejo de su gol y lo tiró al piso. 

Sin embargo, y por extraño que pareciera, Law no podía dejar de sonreír.

El partido terminó 6 a 5, y ganó el equipo de Luffy. Nadie parecía molesto o mal por haber perdido y Zoro fue el primero que sugirió, con apoyo de Nami, ir a un bar a festejar. Decían que no habían tenido un partido tan bueno desde hacía un tiempo. 

Luffy lo miró en ese momento y no dijo nada. Sólo sonrió como solía hacerlo él, con los dientes y los ojitos chinos. Y a Law se le apretó el corazón cuando se dio cuenta por qué le gustaban tanto esa sonrisa. Se parecía a Cora-san.

En el bar se sentaron en una mesa larga y ordenaron cerveza. Él también. No era muy tarde y no tenían que levantarse temprano al otro día, podía consentirse un poco. Penguin le recordaba constantemente a Shachi que no se emborrachara y Bepo se reía de la dinámica entre sus amigos. Law también.

—¡El gol de Robin fue épico! —gritó Luffy y Robin se rió tapándose la boca. 

Chopper, que estaba entre Franky y Robin, miró a la mujer con su mejor cara de admiración. Le recordó cómo lo miraba a él cuando hablaban de medicina.

—¿Por qué no jugaste tú, Chopper? —preguntó Penguin, del otro lado de la mesa.

—No me gusta el fútbol —comentó alzando los hombros—. Prefiero verlo.

Sintió que era una broma. ¡Él había dicho lo mismo y Luffy prácticamente lo arrastró para que jugara! Miró al mocoso con un gesto asesino y Luffy frunció el ceño, con la mitad de la boca llena de snack.

—¿Qué? 

—A mi tampoco me gusta el fútbol —recalcó cada palabra—. Y me obligaste a jugar.

Luffy alzó los hombros y masticó.

—Nunca dijiste que no querías —respondió como si fuera lo más normal del mundo.

Sintió ganas de estrangularlo. Metafóricamente, claro. O no. No estaba seguro, pero tuvo emociones violentas. Aunque cuando repasó sus conversaciones sobre el tema era cierto que nunca había dicho que no quería, simplemente que no le gustaba. 

¿No era lo mismo, acaso?

—El gol de Torao también fue muy bueno —comentó Zoro empujando su hombro amistosamente. 

Todos los ojos se concentraron en él y sintió que era demasiada atención.

—No pensé que pudieras hacerlo, Law —dijo Shachi con genuina sorpresa—. Nunca te habíamos visto jugar, no lo haces mal.

—Mejor que yo —respondió Bepo con una sonrisa amable.

—Torao es el mejor —dijo Luffy en voz baja, disimulada, que rápidamente pasó inadvertida entre toda la charla de la ruidosa mesa. 

De nuevo sus ojos se cruzaron y Luffy lo miró detenidamente. Estaba sentado en la punta de la mesa y él se encontraba cerca de sus amigos, a un costado. Desde donde estaba, tenía total acceso al rostro de Luffy y veía todos sus gestos y miradas indisimuladas.

Sin embargo, Luffy parecía serio mientras lo examinaba. Sin vergüenza porque lo haya atrapado mirándolo. Le dio intriga y lo azoró sentirse tan expuesto a esos ojos enormes. Y sintió que el momento era intenso y que tenía alguna connotación que se le escapaba.

Pero cada vez se le escapaba menos y darse cuenta de eso lo asustaba un poco.

Cuando la comida llegó, la atención de Luffy pasó a ser todo lo que podía comer en la menor cantidad de tiempo posible y la mesa se convirtió en un caos. Law no estaba acostumbrado a ese nivel de descontrol, pero sus amigos parecían adaptarse bastante rápido. Los miró con la ceja arqueada y ellos rieron.

—Relájate Law, festejemos —lo animó Penguin con una sonrisa tranquila.

Estar con ellos era divertido, tenía que admitirlo. La cena era un descontrol y los que comían a su alrededor los miraron mal de vez en cuando, pero no le importó para nada y se rió cuando Chopper y Luffy pusieron sus palillos de sushi en la nariz.

Con la comida dispuesta y desordenada, no tardaron en moverse por la mesa como si fuera un cumpleaños. No supo en qué momento terminó sentado al lado de Luffy, los dos del mismo lado de la mesa.

—Torao —lo saludó como si no lo hubiera visto antes. 

—Luffy-ya —respondió él, sin saber bien qué decir.

Sintió como si algo se hubiese asentado entre ellos en ese momento. Algo pesado y denso, que se sentía bien y al mismo tiempo le daba inseguridad. Las miradas de Luffy, sus saludos llenos de emoción, su atención desmedida, todo eso le pesaba demasiado y no sabía como reaccionar ahora que lo tenía enfrente.

—¿Te estás divirtiendo?

Law sonrió.

—No negaré ni afirmaré nada. 

Ambos se rieron. No hacía falta que Law dijera algo, Luffy sabía perfectamente que la había pasado bien, que aunque lo había obligado a jugar (en realidad nadie lo obligó, pero Law se sentía mejor si pensaba que sí) se había divertido e incluso hasta metió un gol.

—¿Cómo te vas a tu casa? —preguntó Law, mordiéndose la mejilla interna en el mismo momento en que lo dijo. 

¿Por qué preguntaba eso?, ¿con qué intenciones?

—Me lleva Sanji —respondió el chico del futbol llenándose la boca de los restos de comida—. ¿Quieres que te alcancemos? No vives lejos de mi casa.

Sacudió el rostro y se sintió demasiado estúpido por haber dicho eso.

—Vine en auto. Iba a llevar a Bepo a su casa —comentó volviendo la vista a su vaso y tomó un poco. Había dejado la cerveza porque tenía que conducir.

Quedó implícito entre ellos que Law lo había preguntado para llevarlo a su casa. Luffy seguramente lo sabía y él, aunque no quisiera reconocerlo, también.

La cena terminó cerca de las once de la noche, cuando todos ya estaban demasiado borrachos o cansados para seguir. Zoro se había desmayado sobre la mesa en una competencia de quién tomaba más con Nami y ella había sido la ganadora, como siempre. 

Chopper se había dormido en la falda de Robin y Franky intentaba hacerle morisquetas con un fibrón, pero su esposa se lo impedía frecuentemente. Sanji ya se había acercado a intentar levantar a Zoro, pero el hombre cayó al suelo entre las risas de Nami y Usopp que también estaban ebrios y cansados.

—¡Luffy! —lo llamó Sanji con un grito desde el otro lado de la mesa. El chico del fútbol corrió a ayudarlo a levantar a Zoro del suelo. Era casi el único que no estaba borracho además de los conductores.

Law los vio hablar mientras Zoro se sostenía de la mesa para no volver a caer y Nami se reía de él.

—Law —Cuando se dio la vuelta, Penguin lo miraba con los ojos cansados y brillantes. Había tomado de más. Y eso que había sido él quien le insistió a Shachi para no pasarse con la bebida—. Shachi me va a llevar a casa, vino con la motocicleta.

—¿Puedes manejar? —preguntó mirando a través de Penguin para encontrar a su otro amigo. Shachi lo miró seguro, sin la niebla en sus ojos que caracterizaba a todos los demás borrachos.

—Tomé muy poco —mencionó sonriendo—. Puedo llevar a Penguin si tú llevas a Bepo, ¿de acuerdo?

Shachi manejaba su motocicleta hacía años y era responsable en la calle, pero había que cuidarlo de su adicción al alcohol. Penguin estaba para eso. Aunque hoy fuera al revés.

—Law —lo llamó Sanji. Volvió la vista a él y lo vio acercarse—. ¿Puedes llevar a Luffy? Me dijo que vivías cerca, porque yo voy a llevar a Zoro a mi casa, no se puede ni mover así, y también a Nami y Usopp. 

—Si, no te preocupes. También llevo a Bepo, ¿alguien más lo necesita?

—Creo que no, Franky y Robin llevan a Chopper, ¿Shachi y Penguin están ubicados?

—Sí, Shachi vino en motocicleta y se lleva a Penguin.

En la salida del bar, Luffy se acercó con su chaqueta sobre sus hombros, arriba de su equipo deportivo. La noche estaba fresca y el calor de haber corrido en la cancha se había desvanecido. 

—¿Vienes conmigo, entonces? —preguntó Law con una sonrisa. Luffy asintió contento.

Después de saludarse, Law abrió las puertas de su auto y dejó entrar a Bepo adelante. Luffy se recostó en el asiento trasero.

—Puse las direcciones en el Google Maps, pon la tuya Luffy —Bepo le pasó su teléfono y el chico tecleó antes de devolverlo—. Mira, tienes que dejarme a mí primero, después a Luffy y vas directo a tu casa.

Bepo vivía en Shallow, otra ciudad cercana a Flavence pero no de Goa, la de Luffy. Desde el bar, Shallow quedaba primero, luego tenía que atravesar Flavence para llegar a Goa y volver. No era mucho, la casa de Luffy estaba relativamente cerca de la división con Flavence.

—¿No te queda incómodo? —preguntó Luffy acercándose al asiento del pasajero para mirar el celular de Bepo.

—No, es bastante cerca así que no me desvío —respondió doblando en una esquina con la vista fija en la calle.

—¡El partido de hoy fue increíble! —Luffy aprovechó para festejar y se relajó nuevamente en el asiento. 

Bepo parecía entusiasmado y también conversó con él.

—Jugaste bien, Bepo —lo animó con una sonrisa—. Con los chicos del Kamabakka jugamos dos veces a la semana y siempre me hacen reír mucho. No jugamos con las reglas normales.

—¿Y cómo hacen? —preguntó Bepo, totalmente metido en la conversación, con el cuerpo girado hacia atrás para ver a Luffy.

—Las inventamos y vamos agregando nuevas —dijo con su risa traviesa—. Por ejemplo, si mete el gol alguien que no juega tan bien o que no se tiene mucha confianza, vale doble. Eso lo sabemos porque hay chicos y chicas que entraron a probar, porque no les gustaba el fútbol, o sus padres los anotaron para que hagan alguna actividad.

Bepo escuchaba a Luffy hablar asombrado y hasta admirado. Law lo vio de reojo y sonrió. Su amigo era fácil de impresionar y siempre creía que todos eran geniales, sobre todo él, a quien admiraba mucho. Le tenía un inmenso cariño a Bepo, era muy tranquilo, confiable y no desesperaba en momentos de tensión. Todo lo que Law necesitaba en un amigo. Era el ancla que daba tranquilidad al grupo, con Shachi y Penguin siendo más alborotados.

—Eso es genial, ¡me gustaría verlos algún día! —exclamó emocionado y los ojos de Luffy saltaron de excitación.

—Cuando tengamos un partido, los invito para que vengan a verlos. Mis chicos y chicas son los mejores.

Law sonrió sin despegar la vista del volante. Era entrañable el cariño que Luffy le tenía a su equipo. Se sentía identificado en ese aspecto, porque era lo que él sentía cuando iba al Kamabakka. Y aunque tuviera que enfrentarse a muchas situaciones difíciles de las personas que vivían en Grey Terminal, siempre lo hacía sentir bien saber que el Kamabakka era un refugio para muchos.

—Gracias por traerme, Law —lo saludó Bepo, abrazándolo fugazmente.

Luffy chocó su mano con él y se bajó también para abrazarlo con fuerza. Cuando Bepo entró a su casa, Luffy se subió en el asiento de adelante.

—Tus amigos son fantásticos, Torao —comentó el chico mirando por la ventanilla del auto a la puerta cerrada de Bepo.

Law arrancó para la casa de Luffy.

—Bepo es el más tranquilo de todos —mencionó Law sonriendo. Le gustaba hablar de ellos.

—¡Penguin y Shachi son muy divertidos también! Me agradan, ¿cómo los conociste?

—En la universidad —respondió sin mirarlo, atento a su camino—. Somos todos médicos del North Blue.

Los ojos de Luffy se salieron de sus órbitas y lo miró asombrado. Como si le hubiese dicho que eran astronautas.

—Eso es genial, ¡son muy inteligentes!

Giró los ojos pero se mordió los labios reprimiendo una sonrisa.

—Estudiamos juntos y solían venir a casa antes de los exámenes. Pasamos noches estudiando y Cora-san preparaba café para todos. 

—Que amable de su parte.

—Cora-san los quiere mucho —le contó recordando todas esas noches donde el hombre participaba de las cenas y se quedaba en su habitación despierto mientras ellos estudiaban, como si les diera un acompañamiento silencioso—. Creía que era bueno para mí tener algunos amigos.

Luffy lo miró intrigado, como si hilara las cosas que sabía de Law para completar su historia.

—¿No tenías amigos antes?

Law chasqueó la lengua y pensó. No se le ocurría cómo llamar a la Familia Donquixote, pero sí que no eran amigos.

—Cuando estuve bajo la tutela de Doflamingo compartía con los otros niños de su familia, pero no puedo decir que fueran mis amigos —le comentó recordando esos momentos de su infancia antes de Cora-san.

—¿Y antes? —preguntó Luffy con cierta duda. Le sorprendió escucharlo dubitativo—. Cuando vivías con tus padres…

Ese tiempo era tan lejano que comenzaba a parecerle ajeno. Law tenía sólo diez años cuando los perdió a todos. Tenía la sensación de una primera niñez cálida y llena de amor, pero lo que vino después estaba tan teñido de desesperanza que a veces le costaba acceder a esos recuerdos felices. 

—Sí, tenía a mis compañeros de la escuela, me llevaba bien con ellos —meditó.

Luffy se quedó en silencio durante unos instantes, pero después hizo esa pregunta que parecía tener en la mente hacía rato. 

—¿Y qué pasó con tus padres? 

La pregunta flotó en el aire porque Law no respondió. No sabía bien cómo. Ese pasado parecía prehistórico y aunque le dolía a veces, sentía que había sucedido en otro tiempo; en otro mundo.

—Vivíamos en una ciudad que tenía un mineral muy rico —le contó, aunque esa no era la respuesta total que Luffy esperaba—, se extraía mucho en las minas del pueblo donde vivíamos y cómo era tan costoso nadie se preocupó por la salud de los trabajadores. Años después se supo, o quizá ya se sabía y las empresas que lo explotaban no querían decirlo, que era cancerígeno.

Luffy lo escuchó atento y Law apretó el volante entre sus manos. El pasado se acercaba cada vez más cuando recordaba esos viejos tiempos.

—Mis padres se enfermaron y Lami, mi hermanita… ella también. Fue un misterio por qué yo no me enfermé. Estábamos expuestos igualmente, las minas estaban cerca de casa. Pero de alguna forma, no sufrí la enfermedad y ahí entré al sistema de adopción donde luego encontré a Doflamingo, pasé tiempo con él y le pedí que me adoptara.

El silencio seguía entre ellos y Law no estaba seguro qué pensaba Luffy, si había sido tan impactante escuchar su historia o qué le había sucedido, porque no solía ver al chico tan silencioso.

Law estacionó en la puerta de Luffy y lo miró. 

—Ya llegamos —Tuvo la necesidad de hablar, porque el chico no se movía—. ¿Te impactó mi pasado? —preguntó con su risa grave.

Luffy sacudió la cabeza.

—No me importan los pasados de mis amigos, ya te lo había dicho, Torao. Sólo pensaba que eres genial por poner el cuerpo en el Kamabakka para que todos se sientan mejor, pero no te olvides de tí. Hay muchos aquí que queremos verte bien.

Abrió la boca, inseguro de lo que podía responder a eso. No entendía qué tenía que ver con nada, pero la sonrisa de Luffy era demasiado grande, muy luminosa y le hacía cosas. 

Luffy lo miró y Law no supo qué hacer. Quería decir algo, hacer algo. Pero se sintió paralizado y un pánico que no conocía brotó en su pecho, abrumándolo. Luffy estaba ahí, parecía como si esperase algo que él no sabía. O quizá sí sabía y por eso estaba entrando en pánico.

Luffy sonrió y se acercó. Lo abrazó con esa fuerza descomunal para su cuerpo pequeño y se alejó.

—Gracias por traerme, Torao —dijo a modo de saludo y salió del auto.

Lo vio agitar la mano y entrar a su casa.

Y él se quedó en el auto, aturdido y sin poder arrancar. Porque no había hecho nada y Luffy decidió dejar ir ese momento.

 


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